11.DIC.18 | Posta Porteña 1977

Gilets Jaunes y Un Solo Uruguay

Por T.Laguna /correo

 

Por estos días es motivo de noticia en el mundo la movilización que han llevado adelante ciudadanos franceses. En enero próximo hará un año de la primera asamblea masiva de su similar uruguaya, los auto-convocados a través del movimiento Un Solo Uruguay.

Tomás Laguna - Correo de los Viernes 7/12/18

Los “Gilets Jaunes” (“Chalecos Amarillos”) es el nombre dado a un movimiento francés, de carácter disperso y espontáneo, en contra de una medida muy puntual, el alza del 23% en el valor del gasoil, el que luego se extendió a una protesta generalizada contra el alza de impuestos y la pérdida de poder adquisitivo. La movilización fue convocada a través de las redes sociales, en pocos días reunió a más de 300.000 personas en actos callejeros. Quienes participaron de esta convocatoria sin convocantes, a esta movilización sin portavoces oficiales ni liderazgos identificables, fueron ciudadanos de clase media proveniente de las provincias, jóvenes y asalariados de la periferia de varias ciudades y habitantes de pueblos pequeños. La Francia más provinciana enfrentando a la gran ciudad, poniendo al desnudo esa fuerte diferencia social, cultural e intelectual entre la gran urbe y la Francia profunda

Se explica como un no va más a tensiones encapsuladas en la cotidianeidad de la vida de los países, la que se manifiesta en forma explosiva ante hechos puntuales que desbordan el vaso de la tolerancia, superando una suerte de conformismo que al final no es tal, solo una incubadora de fastidio y rebeldía a partir de sentimientos de postergación e incomprensión ante las élites gobernantes. En el caso de los “Gilets Jaunes” esa gota que desborda fue la anunciada suba de los combustibles, para una población altamente dependiente de su uso, sea para el trabajo como el transporte doméstico. Luego se sumaron otras muchas causas que subyacían dentro de esa olla de presión: Menor poder adquisitivo, desocupación, falta de oportunidades, deterioro en los servicios públicos en la Francia rural, descontento con las medidas de gobierno, caso de aquellas que, impuestos mediante, tienen por objetivo promover formas de vida menos contaminantes, causa lejana a la comprensión de quien no llega a fin de mes o no encuentra un futuro para su vida. 

Fenómenos similares han ocurrido en nuestro país, razones similares también dieron razón de ser a los mismos. Pocos recuerdan ya la movilización del año 2016 a impulsos de un joven productor maragato. Dos años más tarde, apenas despuntando el 2018 y por idénticas causas que la anterior, surge una nueva movilización de cárter espontáneo, auto-convocada, sin organicidad alguna, por fuera de las gremiales rurales, expandiéndose a todo el país tal cual un reguero de pólvora. Los argumentos no son muy diferentes a la de los indignados franceses.

Creciente enojo de los ciudadanos del Uruguay profundo ante el desempleo, la falta de oportunidades, agravado por la evidencia del desquicio administrativo y de credibilidad moral del anterior gobierno, la presión fiscal por vía directa o de tarifas públicas como recurso del gobierno ante un gasto público desmedido, a lo que se suman otras broncas como la gran contrariedad que ha significado para el ciudadano común todo lo vinculado a la inclusión financiera, fruto de la paranoia fiscalizadora del MEF y la DGI, más la indignación e impotencia ante la inseguridad que se vive a lo largo y ancho de la República. Este nuevo movimiento hoy tiene nombre, Un Solo Uruguay, y está legitimado en su propia existencia a pesar del fastidio y desprecio que ha despertado en el oficialismo izquierdista. 

¿Cuál es la base social de nuestros auto-convocados? Basta recorrer los pueblos del interior para entender que no es un movimiento promovido por los “bota de cuero” que andan en 4x4. El ciudadano común, afectado por la crisis de competitividad del país en cualquiera de sus rubros productivos, básicamente las cadenas agroindustriales, es el principal adherente. Acá no hay lucha de clases ni reivindicaciones marxistas, por eso escapa en su determinación al sindicalismo ideológico, quitándole protagonismo en su accionar confrontativo. 

Un Solo Uruguay tiene sus amigos, para empezar las gremiales rurales, que procuran entenderse con estos pero sin confundirse, también los partidos de oposición, pero más distantes desde que el movimiento no quiere contaminarse políticamente, mucho menos ser usados. Tienen sus enemigos irreconciliables. El sindicalismo marxista para empezar, ajenos en su concepción urbana y por ideología a la causa de los auto-convocados. Pero por sobre todo los partidos de izquierda, tanto desde el gobierno como desde la militancia de los comités de bases. Estos últimos tan urbanos, tan mediocres en sus objetivos políticos, tan obsecuentes ante su propio gobierno, tan burgueses urbanos a la sombra de los favores que, por distinta vía, logran desde un Estado que despilfarra el gasto público muchas veces en su directo beneficio.

Un Solo Uruguay se inició en el corte de rutas, luego movilizaciones en torno de las mismas, últimamente actos en cada oportunidad en que el Poder Ejecutivo instala sus show mediáticos a través de sus sesiones de gabinete itinerantes. Los auto-convocados franceses no andan con chiquitas, la revuelta con corte de rutas y calles más la quema de vehículos llegó a las puertas del mismo Arc de Triomphe. Infiltrados violentos serían los responsables.

En nuestro país se sigue despreciando la reivindicación ciudadana nacida entre los habitantes del interior de la República. Prefieren atender las encuestas de opinión que con cotidianeidad asombrosa ofrecen varias consultoras especializadas. Seguramente preocupados por sus votantes desencantados, insisten en rescatar el voto urbano perdido. Total, con los de la campaña y los pueblos del interior nadie ha ganado elecciones nunca.

En Francia el presidente Macron dio un paso atrás en el motivo central de la revuelta, dejando sin efecto la suba de los combustibles. Para algunos un gesto de debilidad, para otros un acto de responsabilidad cívica evitando mayores dramas por enfrentamientos con una parte importante de la sociedad francesa. Como sea, dio lugar a los reclamos estableciendo una pausa en sus políticas más contestadas. 
Los auto-convocados franceses seguramente cesarán con sus violentos disturbios, aun cuando anuncian que mantienen intactos sus demás postulados.

Un Solo Uruguay ha prometido volver a organizar una mega asamblea en los próximos meses, manteniendo en alto sus reivindicaciones originales. Desde el gobierno se preocuparán por hacerlos responsable de cualquier corte de ruta, faltaba más. Lo que no le exigen a los sindicalistas en sus movilizaciones ni a los violentos anti sistema que son escoltados por las fuerzas de orden público en sus manifestaciones violentas por el centro de Montevideo. 

Va a ser difícil para el ministro Bonomi “cuerpear” a “culazo” limpio una movilización con decenas de miles de personas, más difícil encontrarle antecedentes penales a tantos movilizados...


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