20.DIC.18 | Posta Porteña 1979

Relatos de Amodio (Extraídos del Facebook de HAP- (75/76)

Por AMODIO

 

Relato 75/ 10 de diciembre de 2018


En estos momentos no puedo precisar las fechas correctas, que aparecen en el ya mencionado Mapa de un engaño, pero la entrevista con Fasano fue un sábado por la noche. Fasano tenía ya establecidas una serie de medidas para dejar señalada la reunión: los líderes políticos estaban sobre aviso, dejó estacionado su auto en casa de mi padre, sus familiares tenían instrucciones para denunciar su “secuestro”, etc.

A Fasano lo recogió el mismo “Pescado” González en casa de mi padre y lo llevó al Florida. Nada de lo que contó Fasano acerca de su entrada al cuartel es verdad, pero su mentalidad fantasiosa lo llevó a inventar una serie de incidencias que lo hacen aparecer como el personaje central del encuentro.
Fasano ya tenía decidido que el libro no se publicaría, pero no solo eso. Ya estaba acordado con Seregni y Wilson que el mismo sería utilizado como la prueba de un complot entre Amodio y los militares para acabar con el sistema democrático

Según esa teoría, yo habría escrito al dictado de los militares y el dinero proveniente de su venta estaría destinado a la formación de un nuevo MLN, ahora con la presencia de militares en sus filas. Exactamente lo que en esos momentos Huidobro y el coronel Trabal estaban maquinando.

En varias publicaciones, incluso en algunas que me han acusado de haber traicionado, ha quedado claro que Amodio nada tuvo que ver en esas negociaciones, pese a lo cual Graziano Pascale insiste con la versión antigua

Pese a tener ya decidido que el libro no lo publicaría, Fasano se mostró dispuesto a hacerlo si yo accedía a quitar del mismo a los políticos que mencionaba: Wilson, Erro, Gutiérrez Ruiz, Alberto Heber y Arismendi.

La razón esgrimida por Fasano fue que yo ponía a esos políticos “a los pies de los caballos”, que estaba denunciando a esos políticos ante las FF.AA. Para desmentirlo, le hice leer las declaraciones de Píriz Budes, Huidobro, Rosencof, Wassen y Manera.

Tardó horas en comprobar que lo que yo le decía era verdad, pese a lo que mantuvo su pretensión, a lo que me negué. Se marchó con la promesa de rever su decisión, pero estaba claro que por su lado yo nada podía esperar. Le pedí entonces que le devolviera el original a mi padre.

Se dio entonces la paradoja de que dos sectores que en teoría debían estar enfrentados, como el sector político y el MLN, se unieron para tratar de desvalorizar mi testimonio, acusándome ambos de traidor. Nunca se explicó cómo se puede traicionar a esos dos sectores al mismo tiempo, pero eso pocos han tenido en cuenta.

El mismo Wilson me acusó públicamente de ser el tupamaro que se reunía con los mandos militares, cuando él ya sabía que los que lo estaban haciendo eran mis ex compañeros, ya que Arturo Dubra padre y el mismo Erro se lo habían comunicado. Wilson lo comprobó personalmente en una reunión que mantuvo con Huidobro en casa de su madre. El mismo Wilson se encargó de “denunciar” el complot en ciernes, poniendo en conocimiento del comandante en jefe, el general Martínez, la entrevista mantenida entre Fasano y yo

 

Relato 76/ 12 de diciembre de 2018


Esa denuncia llevó a intervenir al coronel Trabal, que comenzó deteniendo a Fasano. Ya Cristi estaba en conocimiento de todo , me hizo conducir a la Región 1. Allí me esperaba en compañía de Trabal, que tenía mi manuscrito en su poder. Cristi era conocedor de los dichos de Fasano acerca de mi intención de formar un nuevo MLN y me amenazó con quitarme el salvoconducto. Trabal, que venía manteniendo conversaciones con los presos del MLN para dar un golpe a “la peruana”, trató de restar importancia a las declaraciones de Fasano. Trabal sabía que yo estaba en conocimiento de esas reuniones y trató de que el encuentro con Cristi acabara pronto y lo mejor posible para mí. Prueba de esto fueron sus palabras cuando me comunicó mi traslado al 9º de Caballería: “En qué momento se te ocurrió publicar el libro...”

Cuando llegué al 9º Alicia ya estaba en él. Nos alojaron en una habitación que se cerraba por fuera, por lo que cada vez que necesitábamos algo teníamos que llamar al soldado que nos pusieron de guardia en el rellano de la escalera que estaba frente a la habitación. Durante una semana repetimos los llamados, hasta que conseguimos que nos dejaran la puerta abierta, que cerrábamos nosotros por dentro. Como los oficiales del Florida fueron sancionados por el caso Fasano, la oficialidad del 9º se mostró reacia a mantener relaciones con nosotros

La demora en concedernos los salvoconductos, para nosotros injustificada, hizo que nuestros días en el 9º se fueran convirtiendo en tediosos. Esto comenzó a cambiar tras una visita que nos hizo Méndez, al que planteamos nuestra situación. Méndez habló con Abella, que trabajaba adjunto al S2 Gómez, y nuestra estadía fue mejorando poco a poco. Se reanudaron las visitas de nuestros familiares y a través de mi padre respondimos a algunas preguntas que Trabal nos enviaba acerca de las comisiones de los ilícitos y dudas acerca de cómo encarar aspectos tales como un gobierno de concertación. Trabal nos había visitado una vez y eso contribuyó a que la oficialidad, de capitán para arriba, se acercara a nuestra habitación para comentar las novedades que se producían.

Yo ya tenía redactado un nuevo manuscrito que escondimos en el abrigo que Alicia tenía dispuesto para nuestra puesta en libertad. Pero el tiempo pasaba sin que lográramos saber en qué fecha aproximada tendríamos nuestros salvoconductos. Fue así que planificamos nuestra fuga del 9º, lo que pusimos en conocimiento de mis padres, porque necesitábamos su colaboración. Ya habíamos comprobado que los domingos nadie entraba en contacto con nosotros hasta las 12, hora en que se nos traía la comida. Por lo tanto, teníamos parte de las horas de la noche del sábado y las 12 horas del domingo para poner distancia. El baño que utilizábamos tenía una ventana que daba a Belloni, cerca de la entrada al cuartel. Si nos descolgábamos por la ventana, ocultándonos entre las plantas cercanas a la pared, podíamos, sin ser vistos, salir caminando hasta encontrar un taxi que nos acercara a casa de mis padres.

Necesitábamos fabricar una cuerda, que construimos con lana y tanza que nos trajeron en las visitas. Yo había recuperado para “el recuerdo” la cédula con la que había sido detenido en mayo, por lo que sólo era necesario falsificar uno para Alicia. En casa de su hermana se conservaba uno de los últimos “legales” a su nombre. Mi relación con Abella me permitió hacerme con uno de los que estaban falsificados por el ML., Alcanzaba con quitar la foto y poner la de Alicia. Yo sabía que el plastificado nuestro no se adhería a la foto, por lo que con un cúter bien afilado podía extraerla sin dificultad. Cuando tuvimos todo preparado, nos dimos cuenta que todo era un disparate y que al menor tropiezo seríamos boleta.
Pero tuvo su lado bueno: en una visita que nos hiciera Méndez, le contamos nuestros planes y le mostramos el material acumulado. Se dio cuenta de nuestra desesperación personal y nos prometió que en cualquier caso él y otros que no mencionó, nos pondrían en la frontera. Si Cristi no cumplía, lo harían ellos.


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