24.DIC.18 | Posta Porteña 1980

Nicaragua / "Esto es peor que un estado de excepción"

Por Confidencial/

 

El escritor Sergio Ramírez (Premio Cervantes 2017) no ve una salida a la actual crisis nicaragüense. Ortega reprime, dice, pero no gobierna.

En la historia de Nicaragua nunca ha habido un cambio cívico, sin armas", dice.

Carlos Dada / El Faro de El Salvador.20/12/18

 

En la agitación permanente que vive Nicaragua desde el 18 de abril, el escritor Sergio Ramírez mantiene aún la capacidad de distanciarse intelectualmente de cada nuevo episodio de esta crisis y aventurar reflexiones con una perspectiva más profunda.

Conoce bien al hombre que gobierna el país: fue vicepresidente del primer gobierno revolucionario presidido por Daniel Ortega y, dado su oficio de novelista, entiende muy bien los vicios de la personalidad del gobernante. “Está aislado”, dice.

Hace ocho meses, mientras recibía en Alcalá de Henares el Premio Cervantes de literatura, en Managua iniciaban las protestas estudiantiles contra Ortega y caían también los primeros jóvenes muertos.

“Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser república”, dijo entonces.

Más de 350 muertos, casi 600 presos políticos y miles de exiliados después, Ramírez cree que su país atraviesa la crisis más grave de su historia. Lo que la agudiza, dice, es la falta de voluntad para buscar soluciones.

Nos sentamos a conversar en la librería Hispamer, sede principal del festival literario Centroamérica Cuenta que él organiza anualmente y que ha tenido que suspender este año debido a la crisis. El gran novelista de la historia nicaragüense parece extraordinariamente pesimista: “No hay escape. No hay a quién recurrir”.

Sergio Ramírez es una de las voces intelectuales de mayor peso en Nicaragua. Crítico del régimen de Ortega, plantea con pesimismo que no se ve una salida a la crisis. Foto: Fred Ramos

Anteayer dijiste en televisión que esta es la peor crisis en la historia de Nicaragua. Y este país ha tenido muchas crisis…

Sí. Quizás los terremotos, por la desarticulación social que provocaron, o el huracán Mitch. Esos eventos tocaron el nervio central de la economía. El terremoto del 72 fue el golpe de gracia de Somoza. La revuelta liberal del 93 fue un cambio abrupto, una revuelta de pocos días. Luego las intervenciones militares o la guerra de Sandino, pero eso fue en las montañas. De allí la guerra contra Somoza… Pero hubo soluciones, cambios de poder, esfuerzos de paz.

Ahora lo que agudiza esta situación es la falta de voluntad para crear soluciones. La economía se está desarticulando y todo mundo apunta a un desenlace de la crisis para mal, sin cambio político. Los muertos, los heridos, los detenidos… Somoza nunca tuvo más de 100 presos políticos. Yo lo apuntaría a la desesperanza en una salida. Daniel Ortega tiene poder pero no gobernabilidad.

¿Cómo debemos leer este cierre de oenegés y la toma de la redacción de Confidencial? ¿Es un golpe de autoridad del régimen o un acto de debilidad?

De debilidad. Un gobierno fuerte no necesita echar mano de medios de comunicación. Es una medida defensiva.

El hecho de que ni siquiera haya una orden judicial para ello…

Esto es peor que un estado de excepción, porque aquí no se ha suspendido oficialmente ninguna libertad, pero no hay ninguna garantía para el ejercicio de los derechos de reunión, de expresión, de opinión ni inviolabilidad de la correspondencia ni la vivienda. No hay seguridad ni derechos para nadie porque aquí los derechos nacen de la arbitrariedad. La policía responde a Daniel Ortega; el Ministerio Público y los tribunales están coludidos con el sistema. El juez es orteguista, los magistrados son orteguistas. No hay escape. No hay a quién recurrir.

¿Qué opciones quedan?

Por eso digo que es la crisis más grave del país. No hay una salida visible. Ortega está atrapado en el no. No sé si tenga voluntad de negociar, pero no tiene consenso en la sociedad y depende de un círculo de hierro que cree que él se quedará para siempre. Las posibilidades de que se mantenga en estas condiciones son pocas. Si él abre una mesa de negociación pierde a ese círculo porque abrirse a una negociación es posibilitar un cambio político. Y eso tiene el riesgo de perder el poder. Aquí, si se abre una puerta, la gente vuelve a las calles.

¿Y la represión?

El fracaso de la represión es que Ortega no ha avanzado una pulgada. No ha recuperado ni alcanzado consensos ni con la empresa privada ni con la sociedad civil ni con Estados Unidos ni con las bases sandinistas porque los sandinistas también se alzaron. Reprimir no es gobernar.

De una manera u otra habrá salida a esta crisis.

Sí, la pregunta es cuáles son los plazos y hasta dónde es capaz de resistir.

Hace unos meses dijiste que el problema con Ortega es que no le interesa un retiro dorado, que su obsesión es el poder.

Ese es otro problema. Su imposibilidad de verse en un papel que no es el del poder para siempre. Eso es grave también. Es una persona que vive en el aislamiento.

Aquí parece que hay dos países. Cierran nueve oenegés y dos medios de comunicación y en los canales progubernamentales no hay una sola palabra.

Es que es la pretensión de un mundo falso. Mirá el lenguaje que están usando. Rosario Murillo dice que está luchando contra los traidores con amor. ¿Qué significa eso? ¿Están reprimiendo con amor? El discurso es muy claro. Los traidores no tienen cabida y la calificación de traidores es a su arbitrio. Los que para ella son traidores no tienen ningún derecho. En la medida en que solo la represión te sostiene la desconfianza en tu círculo aumenta. ¿Hasta cuándo aguantarán? ¿Cuántos podrán ser seducidos por Estados Unidos para traicionarlos?

¿Aún quedan miembros del FSLN que sirvan de interlocutores, que quieren otra situación?

Sí, pero no tienen ningún poder. Los han apartado o los han callado. Tiene que haber una gran desconfianza. En los ochenta había un sentimiento de mística, una causa en el sandinismo. Hoy eso no existe. Sus seguidores solo repiten que aquí intentaron un golpe de estado pero eso no es ideológico.

Hace unos meses había mucha fuerza en las manifestaciones ciudadanas contra la represión. Mucha esperanza en que esas expresiones provocarían un cambio. ¿Qué pasó?

Eso es consecuencia de las circunstancias. En la historia de Nicaragua nunca ha habido un cambio cívico sin armas. La voluntad de esta lucha siempre ha sido la resistencia civil, pero como nunca se ha dado no hay experiencia. Aquí lo que hay es experiencia guerrillera. Lo que hubo fue improvisación. En abril y mayo muchos creyeron que vivían en un país que no era y creían que su margen de movilización iba a ser respetado, como si marcharan con Martin Luther King. ¡Y ya había 200 muertos! Y seguían manifestándose con sus niños. Yo fui con mis nietos a una marcha el 30 de mayo. Ese día hubo 20 muertos. El régimen se preparó para una represión a fondo y la gente no estaba preparada. Comenzaron a irse del país porque no había otra alternativa. No había una organización de seguridad clandestina. La mayoría de los líderes están muertos, en el exilio o presos. ¿Pero está desmoralizada la gente? No. La voluntad sigue intacta. Desarticularon la cabeza pero no la voluntad de la gente.

¿Quiénes son hoy los referentes de esa resistencia?

Son referentes morales más que políticos. Como Vilma Núñez (defensora de Derechos Humanos), que es una institución en este país. Como Carlos Fernando Chamorro, como el empresario Michael Healy. La gente no está buscando ahorita líderes políticos. Ese no es el problema ahora. Lo que necesitamos son referentes morales. También allí están monseñor Silvio Báez o monseñor Álvarez.

¿Y el Ejército dónde queda en esta crisis?

Creo que el Ejército está entre la reserva de la estabilidad política del país. No han dado su respaldo al régimen como lo ha hecho la policía. Habrá que contar con ellos. No para un golpe de Estado, que tampoco es deseable, sino para garantizar estabilidad y facilitar un cambio.

También has sido muy claro en que la salida no puede pasar por una intervención extranjera, a pesar de que algunos parecen pedirla.

Es que eso es una estupidez. Hay gente que cuando se desespera comienza a ver a los yanquis. Si el gobierno de Estados Unidos impone sanciones y aplica la ley Magnitsky eso es entre Ortega y Estados Unidos, pero no define el rumbo que el país debe tomar.

¿Y los países centroamericanos?

Es que son muy disímiles. Honduras y Guatemala tienen gobiernos poco ejemplares. El Salvador no dirá nada porque sus gobernantes hace mucho establecieron sus simpatías con Ortega. Solo queda Costa Rica, un país democrático que no puede aceptar lo que pasa aquí. ¿Pero de Honduras qué podemos esperar?

 

Antes de que anochezca

 

Por MARTÍN CAPARRÓS The New York Times en Español 18 de diciembre de 2018

 

MADRID — Carlos Fernando Chamorro lo sabía. O, por lo menos, lo sospechaba: “Con Daniel uno siempre se equivoca. El error más común es subestimarlo, porque al final siempre consigue sacar algo de cada situación. No sabemos qué pasará esta vez, lo tiene difícil, pero hay que estar atentos, muy atentos”.

Me dijo hace unos meses, mientras él y su equipo me ayudaban a reportear para estas páginas sobre la insurrección nicaragüense. Chamorro es, probablemente, el periodista más respetado de su país: varias veces, en lugares variados, manifestantes me dijeron que debía ser él quien encabezara un nuevo gobierno democrático; él, por supuesto, decía que ni lo imaginaba. Chamorro tiene otras ideas: es periodista y hace periodismo y eso, cuando se hace en serio, jode. El viernes por la madrugada una banda policial enviada por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo invadió su redacción, se robó lo que pudo, rompió lo que no, trató de meter miedo.

Chamorro no se deja; al otro día se presentó en la central de policía para pedir explicaciones. Lo que le dieron fue otra carga de infantería, más violencia. Chamorro sigue hablando; fuera de Nicaragua pocos hablan. En 2018, el gobierno de Daniel Ortega ha matado a más de 500 personas en las calles. Va de nuevo: el gobierno nicaragüense, su policía, sus esbirros, ya mataron a más de 500 personas y el mundo mira, en general, para otros lados. Contra ese silencio se levantaron Carlos Fernando Chamorro y toda la redacción de Confidencial —medio digital—, Niú y dos programas de tevé por YouTube, Esta Noche y Esta Semana, por eso, ahora, su gobierno intenta silenciarlos.

Este mismo fin de semana, en Venezuela, uno de los diarios más antiguos, El Nacional, anunció que, tras 75 años, dejaba de imprimirse: el gobierno de Nicolás Maduro tiene el monopolio de la importación de papel periódico y lo retacea a los medios que no le rinden pleitesía. Así fue como —informó Prodavinci— desde 2013 se perdieron 66 de los 90 medios impresos que circulaban en el país. Va de nuevo: en 2013 había 90 periódicos impresos en Venezuela, ahora queda solo un tercio, 27.

Los métodos son distintos, los resultados intentan ser los mismos: callar al que disiente. La derecha —que a veces se llama, también, centroderecha— gana espacio en América Latina. Algunos se sorprenden: no toman en cuenta la ayuda que le prestan esos gobiernos que, durante años, muchos se empeñaron en considerar de “izquierda”: grupos militares o paramilitares profundamente autoritarios que coinciden en silenciar los medios que intentan contar más allá de las versiones oficiales.

Es duro. Y lo peor es que las reacciones son escasas. Han protestado algunas organizaciones —la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo, en cuyo Consejo Rector Chamorro y yo participamos, y la comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, entre otros pocos— pero en los grandes flujos de opinión el tema no aparece. No aparece siquiera en los medios que podrían preocuparse: Clarín, por ejemplo, mandó en estos días a una periodista a Managua porque un escándalo de violación que sacude a la prensa argentina sucedió allí nueve años atrás; en varios artículos, solo una vez hace breve alusión al ataque a la redacción de Confidencial, de pasada y equivocando el nombre.

Ese silencio es lo más peligroso. Los gobiernos siempre han tratado de callar las otras voces: prueban, tantean y si no encuentran obstáculos avanzan. Los gobiernos más abiertamente autoritarios lo hacen con medidas directas, como negar el papel o saquear una redacción; los más tímidos, con ataques personales como los últimos de Trump contra el periodista Jim Acosta o de Álvaro Uribe contra la documentalista Margarita Martínez. Son matices que tienen su peso. Pero, en cualquier caso, los ejemplos cunden: si un gobierno ve que otro consigue silenciar sin mayor costo a los molestos, es probable que decida probar suerte.

Hay que intentar pararlos: ocuparse, por todos los medios posibles, de pararlos. Es necesario defendernos, juntarnos, solidarizarnos: no perder las pocas vías de expresión que van quedando, no resignar la posibilidad de saber realmente lo que pasa. Para que el —buen— periodismo pueda hacer su contribución a la vida pública, el público tiene que hacer su contribución al —buen— periodismo: defenderlo como cada quien pueda, sostenerlo. Es fácil mirar para otro lado; es trágico dejar de hacerlo cuando ya se ha hecho demasiado tarde.

 

Nicaragua :  Dictadura eleva fase de represión contra medios de comunicación independientes: asalta oficinas, confisca bienes y equipos y secuestra a su director

 

Escalada represiva: dictadura asalta canal y secuestra a Miguel Mora

Keyling T. Romero Confidencial 22/12/18

nuevo ataque a ocho días de toma ilegal de CONFIDENCIAL

“Antimotines quieren entrar a 100 % Noticias. Están ingresando. Hay paramilitares en el segundo piso. Estamos reportando en estos momentos”, fue el audio alarmante que compartió la jefa de información de este medio, Lucia Pineda Ubau, segundos antes que la Policía Nacional se tomara el edificio donde funciona este medio de comunicación. Minutos más tarde, se anunció el secuestro de su director, Miguel Mora; su esposa y también periodista Verónica Chávez; la propia Pineda Ubau y el conductor Joseph Hernández. Horas más tarde solo Chávez fue liberada.

En solo ocho días, este es el segundo ataque directo que ejerce la dictadura orteguista en contra del periodismo independiente. Hace una semana, la misma Policía asaltó y ocupó sin ningún argumento legal ni explicaciones la redacción de Confidencial, Revista Niú, Esta Semana y Esta Noche.

La periodista de 100% Noticias, Leticia Gaitán, confirmó que en las primeras horas de esta mañana, los agentes de la Policía continuaban dentro del canal y sus alrededores, sellando además con láminas de zinc los accesos al canal.

Según una circular del Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor), la dictadura de Ortega ordenó que a las 9:00 p.m. del viernes 21 de diciembre, la programación de 100% Noticias fuera sacada del aire en cable. En simultáneo la Policía entró al edificio de esta canal, desactivó las cámaras de seguridad y el control máster para interrumpir sus transmisiones y se llevó a los periodistas. 

El último audio que pudo enviar Pineda Ubau fue “se llevaron a nuestro director Miguel Mora. Se llevaron preso a Miguel Mora. Vinieron a desmantelar el máster de 100% Noticias, el jefe de Auxilio Judicial con paramilitares y policías”.

Al momento del asalto, en el canal estaban Mora, Chávez, Pineda Ubau, un controlista, dos guardas de seguridad de la empresa Visenic, y una compañera de los periodistas, reportó 100% Noticias en su cuenta de Twitter. Asimismo, la señal de Canal 9, 10 y 11, del empresario mexicano Ángel González, salió del aire cuando el equipo periodístico de Acción 10 comenzó a transmitir, en un reporte de última hora, el robo y secuestro de 100% Noticias. Este mismo equipo confirmó minutos después que el acceso al canal estaba cerrado por la Policía.

Edison Lanza: “Acto aberrante”

El relator especial para la Libertad de Expresión, Edison Lanza, declaró a CONFIDENCIAL que “los actos de esta noche (del viernes), el allanamiento, la salida del aire por orden del Gobierno, la prisión de su director y la periodista a cargo de la redacción Lucía Pineda, es una forma de censura aberrante y radical que adopta el Gobierno de Nicaragua”. Para Lanza, esto “marca el comienzo de una oscura noche, el día que justamente el GIEI establece que se cometieron crímenes de lesa humanidad por parte de ese mismo Gobierno elige el apagón mediático, elige la censura directa”.

El relator especial prometió que él y su equipo estarán “atentos a lo que está sucediendo y vamos recalcar que se trató de un acto de represión premeditado porque era público y notorio el asedio que había”.

Persecución contra Mora y su equipo

100% Noticias ha informado de la represión oficial desde el primer día, cuando turbas de la dictadura y agentes policiales atacaron una protesta ciudadana en contra de las ahora fallidas reformas al Seguro Social. Desde hace meses, los periodistas de este medio han sido asediados por la Policía.

La persecución contra este medio venía en aumento. Además de bloquear su señal, censurar su audio, prohibir el uso de su repetidora en señal abierta y hostiga a sus periodistas y personal, la dictadura mandó a instalar antimotines frente al edificio del canal, y varias turbas han rayado y quebrado los vidrios de sus instalaciones.

También hombres vestidos de civil han llegado al canal, a estacionarse durante horas para intimidar al equipo, y recientemente también a las personas que llegan a los estudios de 100% Noticias, que incluso son requisadas por los policías.

Miguel Mora, director de este canal, a quien la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le otorgó medidas cautelares junto a su esposa Verónica Chávez y la periodista Leticia Gaitán, también ha recibido amenazas de muerte directamente de agentes policiales que le han detenido en más de media docena de ocasiones. Y ha sido objeto de acusaciones judiciales, por supuestamente haber “incitado” con su línea editorial y ser parte del supuesto “golpe de Estado” que Ortega afirma que ocurrió.

“Me acusan de que soy asesino, mentiroso, instigador de mentiras y odio en el pueblo. El Gobierno tiene un plan de coartar todas las libertades públicas. Es un estado policial, paramilitar”, dijo Mora a CONFIDENCIAL, a principios de diciembre.

Asimismo, hace unas semanas Telcor le quitó la señal por UHF de Canal 15 para que el canal estatal, Canal 6, lo usara como repetidora. También, en los últimos meses el Gobierno de Ortega ha ordenado en varias ocasiones a las compañías de cable que saquen la señal de este medio.

Cosep condena secuestro de Mora

El Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) se pronunció una hora después del robo y secuestro a 100% Noticias y afirmó que este hecho “representa un claro atropello a la libertad de prensa, el libre ejercicio de las actividades empresariales y un irrespeto a la propiedad privada”, y exigió la liberación de Mora.

Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, también escribió en su cuenta de Twitter: “Mi repudio ante el grave atentado contra la libertad de prensa con el allanamiento de 100% Noticias y el retiro de su señal de TV”. Igualmente, la Cámara de Comercio Americana Nicaragüense (AmCham), de la que forma parte Miguel Mora, condenó el secuestro.

Por su parte, la CIDH le exigió a Ortega, desde su cuenta de Twitter, respetar el pluralismo y la libertad de expresión. Las misiones de este organismo internacional de derechos humanos fue expulsado de Nicaragua el miércoles pasado, un día antes que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes presentara el informe final sobre la represión que ha ejercido el Estado sobre los nicaragüenses.


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