28.DIC.18 | Posta Porteña 1981

UN BRINDIS POR LOS 47 AÑOS DE UNA FUGA INOLVIDABLE (parte 1)

Por CX36/MejiasCollazo

 

UN EJEMPLO DE COHERENCIA, SENCILLEZ Y HUMANISMO QUE ALIENTA A PENSAR QUE NADA HA SIDO EN VANO Y QUE EL CAMINO SIGUE SIENDO EL SEÑALADO
Entrevista a Hebert Mejías Collazo, un forjador temprano del proceso uruguayo  en CX36 en octubre 17 de 2007 por Ángeles Balparda

  “...había  una orden,  del MLN, la orden del boicot, es la orden del ninguneo, es la orden de la muerte política. Eso sí existió, ¡si lo sabré!, la sufrí dos años, más duro que la cárcel”

Balparda: Esta a historia de toda una vida dedicada a una lucha apoyando al pueblo, organizándose de todas maneras, superando todas las dificultades.
Realmente en el momento en que vivimos, donde todos los días a través de la prensa es como que tiran una bomba de fragmentación a partir de lo que fue el pasado y que fulano y que mengano y que este le dice y el otro le contesta. Esta nota que nosotros hacíamos nos parecía imprescindible para sumar a otras historias de vidas de lucha que hemos tenido aquí en la radio y lo que más interesa es que están más preocupados por el futuro –como en el caso de Mejías- más preocupado por cómo darle continuidad a ese proceso de lucha, cómo superar este momento difícil y sabemos que está ocupado también en eso, no está solo preocupado sino ocupado también. Y creo que es desde allí que tenemos que ver esa nota y desde un abordaje de mucha humildad que hace para contar estas cosas que nos termina contando...Queríamos aprovechar para conversar contigo conociéndote desde tus arranques, desde tus raíces. ¿De qué barrio sos? ¿Si sos de Montevideo o sos del interior?

Hebert: Soy de Montevideo...

¿De qué barrio?

Hebert: Del barrio, donde nací poco conozco, poco reconozco pero donde me crié sí, fue en Larrañaga y 8 de Octubre...No, ahí me crié. Recorrimos mucho, en aquellos tiempos se recorrían muchas casas...Pero ahí me crié, fue mi juventud, fue donde se despertaron mis primeras inquietudes. Es decir, en principio fue por el deporte, por el básquetbol, no sé...

: ¿Y de una familia grande, chica, tenían muchos hermanos, cómo era?

Hebert: Sí, tenía 5 hermanos, éramos mi padre, mi madre y una tía que vivía con nosotros, éramos 8 personas en la familia, vivíamos bien, vivíamos bien. Se puede decir que éramos una familia pequeño burguesa...

¿Y fuiste a la escuela, al liceo?

Hebert: Fui a la escuela, al liceo de los Maristas, de los cuales tengo un recuerdo muy lindo. Siempre después hay que separar la paja del trigo ¿no? pero tengo un recuerdo muy lindo de mis maestros, de los curas, me infundieron muchos valores que capaz que para otro fueron negativos, a mí me resultaron positivos. Justamente n cuanto a eso que estábamos hablando, en cuanto a organización, en cuanto a disciplina, en cuanto a todo ese tipo de cosas.
Que también las recibía de casa ¿no? porque mi viejo era un gallego tremendo.... Mi viejo era fuerte y no era de la ideología que terminé abrazando después por supuesto ¿no?

Pero los valores que transmitía sí...

Hebert: Los valores humanos sí, sí, pero políticamente era un desastre. Pero bueno, lo que pasa es que tenía muchos hermanos que habían muerto por Franco, pero también tuvo otros antecedentes mucho más rescatables que yo siempre los rescato. Él es hijo de, no por parte de padre precisamente es que lo rescato, el padre de él era del ejército de ocupación española en La Habana en Cuba. Enfrentó a José Martí, te estoy hablando del año 1890 ¿no?
Y bueno, pero de todas formas el general este se casó con una cubana y bueno, cuando tuvo que rajarse se llevó a la cubana. Y después de ahí siempre quedaron las historias de mi viejo en las sobremesas que todavía se usaban en casa, era una mesa grande y los cuentos aquellos de quienes eran nuestros abuelos, de mi abuela cubana, etc. Y me hablaba tan bien de Cuba que, a pesar de sus antecedentes medio mezclados, me hablaba tan bien de Cuba que siempre sentí un enamoramiento tremendo por Cuba, sin saber todavía lo que era ¿no?
De leer la revista que él llevaba todas las semanas. Bohemia llevaba todas las semanas a casa y de ver todas esas cosas, aparecían cosas políticas también, hechos revolucionarios...

Eso marca ¿no?

Hebert: Sí, sí, a mí me fue marcando, tuve muchos hermanos a los que no los marcaron pero no sé, lo que pasa que de niños marcan algunas cosas... Como me marcó el colegio que hasta quise ser cura en determinado momento, quise ser monaguillo...

Hay unos cuantos que tuvieron vocaciones de ese tipo... ¿Cuándo empezas a vincularte a cuestiones de interés social, no te digo militancia pero ya empezar a vichar para ese lado?

Hebert: Mirá, yo fui a la ciudad católica de Tierra Santa, dentro de todo mi pasaje por la escuela de los Maristas hice mi acción católica en Tierra Santa y ahí también recibí alguna información en concepto de organización y demás, eso te transmite este tipo de cosas. Y bueno, ahí también participé en la acción católica. A ver si hay alguien que merezca ser nombrado en mis recuerdos, creo que de ahí no, de ahí no. El de los Maristas sí porque, tampoco merece ser mencionado ahora, fui compañero del Ñato Fernández Huidobro...

¿De ahí era, de los Maristas? ¡Mirá vos!

Hebert: Sí, sí, y había varios más ¿no? después aparecieron varios más en un movimiento que habían pasado por los Maristas, eran unos curas bastante especiales. Estábamos en otra cosa...

¿Por dónde arrancas vos con el interés social, por las cuestiones sociales y la militancia?

Hebert: Y bueno, por ahí, de alguna forma era un interés social el militar en acción católica, el hacer la vida en aquel colegio era una forma..., yo creo que nos daban elementos como para entrar en la sociedad. Era una vida muy linda la del colegio, yo tengo muy buenos recuerdos.

Claro, ¿y cuándo arrancas, a nivel del liceo?

Hebert: No, no, yo me desvié mucho después de eso, después del colegio de los Maristas me enfrenté a una realidad que nunca la pude superar, la cuestión de la Universidad, del preparatorio. Es decir, ahí me desnorté totalmente ¿verdad? no sabía ni para dónde agarrar. No sabía no para dónde agarrar porque estaba acostumbrado a una disciplina distinta y fue un desastre, ese año cuando salí de cuarto año de liceo y pasé a preparatorio, ciencias económicas elegí no sé, porque estaba en onda. Y bueno, me metí ahí y fue un año fracasado, un año perdido.
Me acuerdo que mi hermana menor, un par de años menos que yo tenía y conoció a un muchacho que quería ingresar a la escuela naval e iba a dar el examen, ahí me enganché y me metí en la escuela naval...

¿Y tenías cuántos años?

Hebert: Y tenía, al terminar el liceo y un año de preparatorio mal hecho, no sé, tendría 19 años, algo así... Bueno, ahí conocí a muchos de los que después tuve como tremendos enemigos ¿no? Estuve un año, un año, me echaron por acumulación de arrestos, por no dar pie en bola con nada, fue una cosa que repelé..., me echaron, me denigraron, acumulación de arrestos. Antes de que me echaran estuve un mes en el calabozo. Después me reunieron en la plaza de armas y me hicieron toda una payasada, que me arrancaban no sé qué botones...

Sí y bueno, me fui de ahí medio agarrotado pero me recuperé bastante pronto. Y bueno, había perdido tanto tiempo, lo más pronto y de acuerdo a la urgencia que me marcaba me preparé para banco...y al poco tiempo entré en un banco. Y el profesor, había crecido tanto en esa academia que me pidió para que lo ayudara a dar clases y empecé allí. Después él dejó la academia, la tomé yo, tuvimos una academia bastante grande, de 80 o 100 alumnos...de preparación para banco, y además ya trabajaba en un banco, ya había entrado a un banco. Y hay muchos compañeros de banco que fueron alumnos míos ¿no? y bueno, por ahí recibo, a pesar de todo, incluso de diferencias con algunos con otros no. recibo un gran reconocimiento cuando me encuentro de casualidad con alguno de ellos. Pero muchos de ellos después trabajaban en el mismo banco donde yo trabajaba, donde yo trabajaba y hacía la militancia ¿no?

¿Qué banco era?

Hebert: En el Territorial, en el banco de Enrique Iglesias que después fue UBUR...Y Enrique Iglesias fue amigo mío, porque él era también de mi barrio, él vivía en Asilo casi 8 de Octubre. El padre tenía un almacén y él despachaba en el almacén... Es decir, cuando nosotros éramos muchachos vagábamos, no sabíamos para donde agarrar y él siempre estaba en el almacén despachando con los libros arriba de la mesa. Cuando llegaba un cliente, corría el libro, despachaba.
Hasta que un día nos enteramos de que ese muchacho había sido medalla de oro de la Universidad.
Cuando voy a entrar al banco, cuando voy a dar el concurso en el banco, él es subgerente del banco, subgerente del banco Territorial...

¿Y ahí cómo te vinculaste? ¿Ahí hiciste militancia sindical?

Hebert: Sí, en el banco hice militancia sindical. No al principio, al principio todavía estaba desnorteado ¿no? pero después el gremio bancario fue un gremio muy fuerte en aquellos años. Empecé a hacer militancia sindical, llegamos a sacar un boletín interno dentro del banco también donde empezamos a meter cosas de Cuba y todo ese tipo de cosas, con otro compañero muy amigo mío. Eso fue por el año 59 o 60. Este otro muchacho con el que teníamos ese proyecto sí. Él era compañero de Olga Baldomir, le llevaba un montón de años pero era compañero de Olga  y él era muy militante en toda la cuestión por Guatemala, tenía un cartel grande, había antecedentes muy buenos. Él había militado por eso de Guatemala y en ese momento estaba por la cuestión por Cuba ¿no?
Ahí nos empezamos a mover y a vincular con toda la realidad cubana un poco de afuera porque yo sobre todo tenía bastante resistencia al Partido Comunista, él ya tenía muchas vinculaciones directas con la  embajada cubana a través de García Inchauste que era el embajador en aquel tiempo. Y bueno, allí organizamos alguna actividad de apoyo a Cuba en los barrios. A mi casa fueron varias veces de la embajada a dar cine para proyectar toda aquella experiencia cuando la Universidad, cuando los primeros tiempos de Fidel y todo ese tipo de cosas y el triunfo de la revolución cubana ¿no? Sí, ya estaría hablando del año 59.
Y bueno, vinculándome a todo eso, resulta que un par de años después vino la cuestión de playa Girón y de la embajada nos invitan para ir a visitar Cuba después de la invasión. , fuimos a Cuba en una delegación para esa visita que fuimos muy resistidos además. Fuimos muy resistidos, no sé si vale la pena...

¿Por qué fueron resistidos?

Hebert: Fuimos resistidos porque habíamos sido invitados por la embajada cubana pero llegó el momento y ya habíamos pedido la licencia. Yo era muy amigo de Enrique Iglesias, me había dado la licencia cuando me enteré de la invitación, me dio la licencia de un día para otro.
Cuando llegamos al aeropuerto, que supuestamente estábamos dentro de la lista de invitados, llegamos al aeropuerto y no teníamos nuestro lugar y teníamos la licencia. Además todo era una... no sé, en el banco era toda una novedad...

Claro, en ese momento ir a Cuba...

Hebert: Sí, era uno de los primeros viajes, no habían habido muchos todavía en ese tiempo.
Y bueno, quedamos al pie del avión, se embarcó toda la delegación y eran 50 bolches que...

¿Entonces no pudieron ir?

Hebert: Fue tremendo, no nos pudimos subir. Entonces, ¿qué hicimos? Bueno, tenemos que arreglar porque el lunes tenemos que volver al banco, tenemos que deshacer todo esto y entonces nos fuimos a la casa de Iglesias. Nos fuimos a la casa de él y le planteamos la situación ¿no? y entonces Iglesias nos dice: No pero ustedes no pueden abandonar así, ustedes tienen que ir a Cuba, de alguna forma tienen que ir a Cuba.
¿Cómo íbamos a dejar de ir si estábamos invitados? Entonces agarró y llamó al gerente de la agencia Unión de ahí de 8 de Octubre y Pernas.

 Bueno, así que agarró el teléfono primero llamó a la compañía de aviación para ver cuánto salía un vuelo que llegara a Cuba. Bueno, por ahí consiguieron a Cambio Exprinter que había un vuelo que iba hasta Méjico y de Méjico había otro vuelo. Preguntó el precio y todo, llamó al gerente de la Agencia Unión que vivía en los altos del banco, tenía un apartamento en frente al banco. Lo llamó y le pidió que el lunes de mañana nos abriera el banco, que nos diera el dinero que necesitábamos, que teníamos que viajar en la tarde porque era en la tarde que salía el avión, más o menos a la 13 o 14 horas.

¿Y les abrió? Les abrió, les dio la plata...

Hebert: Sí, sí...Pero si él era el capo de bancos ya en ese tiempo, era el gerente general del banco. Sí, nos dieron la plata, levantamos el pasaje en el Exprinter y nos fuimos.

¿Y cuándo llegaron a Cuba se encontraron con los que estaban en el avión?

Hebert: Sí, y no te imaginás cuáles pueden haber sido los comentarios... Estos tipos son infiltrados... Son infiltrados escucháme, los dejamos afuera, los dejamos al pie del avión y los tipos llegan igual. ¿Cómo hicieron? ¿De dónde sacaron el dinero? ¿Cómo hicieron para llegar?

Claro, por supuesto ¡Qué grandioso!

Hebert: Y bueno, en esa delegación había buena gente. Ahí conocimos a Araújo, Cámera, a la gente del PDC ¿Era el PDC? Cristianos por la Revolución se llamaba, y estaba todo el bolcherío. Estaba  el Ruso Rosencof también que era de los más siniestros para correr bolas y crear intrigas ¿no? ahí conocí a Rosencof también. Y bueno, pasamos allí 15 o 20 días una experiencia fabulosa, una experiencia fabulosa. Después de playa Girón te imaginarás lo que era el fervor de ese pueblo ¿no? A sí, volvimos los dos con todas las pilas puestas, sí, sí y a meternos a trabajar en la actividad. Y teníamos por un lado la amistad esa bastante grande y muy fraterna que habíamos establecido con Germán y sus compañeros (Figoli, etc.)
Y por otro lado está esa experiencia que recién estaba llevando adelante Collazo del MRO que estaban también dando cine por las calles, haciendo propaganda procubana. Teníamos las dos cosas, de alguna forma mi otro compañero no siguió en la cuestión de la coordinadora y no se metió mucho en la cuestión política...

¿Cómo se llamaba ese compañero?

Hebert: García Aranda. Y bueno, yo me acerqué quizás por mi bueno, yo tengo antecedentes cristianos, bastante cristianos, hasta cura quise ser, lo más comprometido que había me metía, capaz que esa no era una virtud pero forma parte de la personalidad. Pero también mi familia era blanca y Collazo era de raíces blancas y de alguna manera me acerqué a ver qué era eso y aparte estaban haciendo un trabajo fantástico por la revolución cubana.

Y no eran parientes? Porque los dos son Collazo...

Hebert: No, no somos parientes...Y entonces me metí ahí, me arrimé y ahí conocí a toda aquella juventud: Eleuterio Fernández, Rivera Yic, Pinella, un montón de gente. Yo tengo unos años más que ellos y, no es por atribuirme, pero era un poco más maduro, no políticamente. Collazo me tenía mucha confianza y me dio mucha entrada en el movimiento y me dio mucha responsabilidad, entre ellas el periódico Revolución, salieron 4 o 5 números pero ta... Y además la militancia común, Collazo estaba muy embalado en aquel tiempo con todo lo que fuera Revolución, revolución cubana, aquello que había empezado a aparecer con Sendic en el norte, todo ese tipo de cosas.

De esa experiencia vos tenías mentas...

Hebert: Si, tenía mentas hasta ahí y hasta que entré en el MRO para mí la cosa era  por el lado de la revolución cubana y algunas cosas que me empujaban a esa corriente pero nada más. Pero después leí y conocí a todos esos compañeros que estaban formando bases en diferentes barrios, la base Pinella que antes fue la base Venceremos se llamaba Venceremos porque había un club allá en La Teja que se llamaba Vencedor y bueno, a la base se le puso Venceremos y después cuando murió Pinella se le puso Base Pinella, estaba la base Grito de Asencio, que era donde estaba el Ñato, Abellá...

Eran lugares donde ustedes se juntaban?

Hebert: Si, eran lugares donde se juntaban compañeros, juventud del MRO a hacer su trabajo... Yo empecé a trabajar ahí pero de todas formas, como tenía algunos años más, no eran muchos años más pero como que se forma un clan entre los jóvenes y vos tenés que ubicarte y como que yo tenía  más lugar más cerca de Collazo, de Cuervo, de Palamarchuk, de todos esos dirigentes del MRO que había en aquel tiempo tenía más afinidad.

No, pero vos ahí marcás una etapa diferente y vos después caés preso. ¿Cómo es que llegás de una cosa a la otra?

Hebert: Mirá, en determinado momento está el trabajo de desarrollo el crecimiento ahí del MRO, por otro lado está Sendic ahí haciendo el trabajo con los cañeros que se había ido a hacer su trabajo al margen del Partido Socialista, ligado pero al margen. Y por ahí hay una conjunción ¿verdad? un contacto que se establece entre el MRO y el trabajo de los cañeros. 
Bueno, es un trabajo largo, es un trabajo de meses, de un año, un año y pico, no sé cuánto se mantuvo ese trabajo. Pero en determinado momento entre la juventud del MRO, me refiero al Ñato, al Negro Vidal, a toda esa gente, a Pineda mismo. Entonces, la juventud del MRO era que hacía de nexo, la que llevaba y traía cosas, de mensajero.
En determinado momento ellos notaron, yo estaba un poco al margen, entre dos aguas, no tenía muy claro cómo venía la mano, era más nuevo que ellos en la militancia, menos despierto. Pero ellos notaron en determinado momento que había una contradicción entre los proyectos que se estaba trazando Sendic, apoyado en posibilidades que no se sabía de dónde salían y había una contradicción con la realidad y las posibilidades que nosotros teníamos ¿verdad? y era la ligación que había, era Sendic y era el MRO.
Los muchachos una vuelta entre llevar y traer mensajes y encontrar contradicciones entre lo que dice uno y lo que dice el otro le llevan el mensaje de Collazo y le abren la carta. Bueno, esto es bastante reservado porque es muy delicado ¿no? pero te aseguro que es la pura verdad.
Le abren la carta...Sí, eso se daba en las elecciones del año ¿qué año puede ser? 62... 62 hubo elecciones ¿no? Bueno, poco antes de las elecciones, sería setiembre u octubre del 62 entre esas idas y venidas de mensajes le abren una carta sospechando algo y Collazo le estaba diciendo que largue la ocupación en unos campos en Tacuarembó o en Durazno, no me acuerdo. Que largue esa ocupación, que aparentemente ya de alguna forma lo habrían conversado entre ellos, a ese nivel, y le aseguraba de que acá en Montevideo se iba a responder con una movilización estudiantil a nivel de la FEUU, que además había armas, que había prácticamente ametralladoras de pie, una cosa impresionante.
Es un fantasioso tremendo Collazo. Yo siempre le tuve lástima más que bronca, porque realmente, es un tipo inteligente pero sumamente fantasioso.
Y bueno, y se la jugaba a eso, a provocar alguna movilización, algo espectacular para reclamar un puesto más que el que le daban en la lista de diputados. Él tenía, no sé si el cuarto puesto y quería el segundo, o tenía el segundo y quería el primero...

Por un lugar en la lista...

Hebert: Bueno, así fue la cosa, no es ninguna habladuría. Quizás a algunos que vivieron esta misma historia les convenga callarla porque además se tienen que reprochar ellos mismos, pero estaban escritas las cosas, era una carta escrita.
Entonces, llegaron los muchachos que llevaban el mensaje y citaron un plenario ahí en el MRO donde se armó un escándalo que volaron los bancos, los roperos, volaba todo porque fue una cosa muy fuerte...

¿La carta nunca llegó a allá?

Hebert: La carta llegó, sí llegó y se conversó con el Bebe, ellos conversaron con el Bebe. Te digo ellos porque yo funcionaba más cerca de la dirección...eran los jóvenes los que andaban ahí...Y yo estaba en babia dentro de todo eso ¿no? falto de experiencia y todo, estaba en babia dentro de eso. Y entonces cuando surge todo eso se arma ese bochinche tremendo en la sede del MRO. Fue así, fue escandaloso.
Ahora, a todo esto qué pasa? Había cosas que realmente eran ciertas que manejaba Ariel Collazo y Ariel tenía contacto con Cuba, tuvo contacto con Cuba. Había viajado a Cuba y estaba la posibilidad de enviar un grupo a entrenarse a Cuba.
Entonces, ¿qué hacemos nosotros? Una vez que yo me entendí, que no tenía nada que ver y me entendí bien con ellos tuve que jugar un doble papel ¿no? un doble papel de acuerdo con los compañeros y bueno, que aprovechara, que me quedara porque si había esa posibilidad, si esta vez era cierto lo que decía Ariel había que aprovecharla. Y bueno, me quedé ahí efectivamente, era cierto.
Los demás compañeros se fueron y tomaron la base Pinella, la base Venceremos que fue Pinella después. Se formaron, yo que sé, una cantidad de grupos ahí se quedaron con ellos porque eran los que tenían la vinculación, más allá de la sede central del Movimiento.
Y bueno, yo me quedé adentro del MRO y además me gratificaron con un cargo de confianza, integrante del comité ejecutivo y al poco tiempo, a los dos o tres meses salió la invitación y fui a Cuba. Todo esto en conocimiento de los compañeros, sabiendo cómo se estaba manejando.
Entre esos compañeros estaba Sassano también, Sassano estuvo a punto de ir a ahí, no me acuerdo bien cómo se resolvieron las cosas que al final quedó afuera . Que no fuera no me acuerdo por qué, creo que empezaron a sospechar de él por su ligación con la gente de la base Venceremos de La Teja y todo eso.
Bueno pero yo pude ir, pedí licencia en el banco otra vez, me dieron una licencia por 6 meses, estaba Iglesias todavía, por supuesto que no le dije a qué iba pero bueno, que iba a hacer unos cursos de economía. Y él era simpatizante de Cuba en aquel tiempo, él era simpatizante...Sí. Bueno, y estuve unos 6 meses allá con Collazo y un grupo del MRO entrenándome...

¿Y a la vuelta?

Hebert: A la vuelta, ¿qué había pasado acá a la vuelta? Había sido el tiro suizo además...Sí, sí, ya había sido el tiro suizo. El tiro suizo fue en agosto y nosotros volvimos en setiembre más o menos.
Y bueno, a la vuelta había que encarar todo eso pero aparte había cosas muy delicadas que yo las resolví quizás mal pero en definitiva hoy por hoy no me arrepiento.
Cuando nos fuimos de allá nos distribuimos para el regreso en 3 grupos creo que era. Cada grupo tenía un encargado, yo era un encargado de uno de esos grupos para el regreso que tenía que hacer una serie de vueltas por Europa para después, ante cualquier cosa que pasara tener una coartada de dónde habíamos estado, qué habíamos estado haciendo, que conocíamos determinados lugares y todo ese tipo de cosas y nos dieron un dinero los cubanos para todo eso, a cada uno de esos tres le adjudicaron un dinero para moverse y montar esa cobertura.
Cuando volví, volví con la determinación de integrarme a los compañeros y con la plata en el bolsillo. Y bueno, quizás fue deshonesto pero yo estaba convencido de que ese dinero lo habían dado para la revolución y yo no le di el dinero a Collazo. No le di el dinero a Collazo se lo di a los compañeros y con eso fue que compramos las primeros Máuser aquellos, unas pistolas Máuser que le compramos a un contrabandista...

Y eso no era el MLN todavía...

Hebert: No duró mucho tiempo para que nos empezáramos a llamar Tupamaros, fue una idea de Navillat esa. No sé si te acordás de Mario Navillat alias Rogelio Que después también se abrió del movimiento, era medio loco, era un quinesiólogo médico del hospital de Clínicas, de orígenes anarcos era pero estaba muy con nosotros

No demoran mucho en empezar a llamarse Tupamaros...

Hebert: No, no demoran mucho en llamarse Tupamaros. Tupamaros nos empezamos a llamar con las primeras acciones, para ponerle un nombre porque Marx era una agrupación chica, desconocida pero de funcionamiento legal. Y cuando empezamos con las primeras operaciones que más bien eran atentados al principio y demás, entonces bueno, había que ponerse un nombre.
Me acuerdo en las primeras operaciones... No, las primeras operaciones no eran atentados. Hubo una linda operación que recuerdo y que no me olvido más que fue la de víveres de Manzanares, ahí en el cantegril de Aparicio Saravia...

Sí, que lo que hicieron fue desviar un camión de Manzanares con toda la carga...

Hebert: No, fue mucho más lindo porque fue muy bien pensado. Se creó una comisión de damas que eran las gurisas, compañeras nuestras y demás. Una comisión de damas que fueron a manzanares y les plantearon que iban a hacer un reparto de víveres para los pobres en el cantegril y demás. Y entonces arreglaron para que les mandaran los víveres, a buenos precios, no se los regalaban tampoco ¿no? a buenos precios, igual nosotros no íbamos a pagar. Y arreglaron todo para que, ya habían pasado las elecciones y había un club blanco vacío en el medio del cantegril, entonces elegimos eso como lugar de destino que desde ahí se iba a hacer el reparto para los pobres del cantegril. La comisión de damas lo iba a estar esperando allí y allí se le abonaba y todo ese tipo de cosas.
Estaba la compañera del Ñato, estaba mi compañera, la que era mi compañera y bueno..., mandaron al camión a la hora y el día de noche buena que estaba marcado ¿no? Llegó el camión y ahí estaba toda la comitiva del club blanco ese que estaba cerrado, todos estábamos en la puerta esperándolo. Así que bueno, nosotros nos encargamos de bajar toda la mercadería que venía, los llevamos a los empleados, al conductor y a los changadores los llevamos para un lado y empezamos a repartir los víveres. Pero ni trabajo nos dio porque cuando la gente pescó la onda enseguida agarraron el camión por cuenta de ellos ¿no?

Fue rapidísimo el reparto...

Hebert: Así que fue rapidísimo, fue lindísimo sí. Fue una experiencia lindísima, sobre todo en aquel tiempo que nunca había pasado nada acá y menos de esos tiempos.
Bueno, después ya vinieron otro tipo de acciones ¿no? ya empezamos a pensar en expropiaciones, en atentados como respuesta a la ruptura de relaciones con Cuba, a la Coca Cola, al City Bank...sí, las empresas símbolo. Y bueno, después armerías también. Fuimos experimentando y la verdad que fue saliendo bastante bien todo eso.... Es decir, teníamos todo el factor sorpresa a favor nuestro ¿no? Nadie sabía de dónde venían ni quiénes eran, no se imaginaba la gente ¿no? y menos que eran los que eran.

Claro, ¿eso era en los años 60 y pico...

Hebert: Eso era en los años, a ver, 63 fue que volví de Cuba o sea que eso fue en el 63 lo de Manzanares y en durante el año 64 se hicieron armerías, expropiaciones de bancos, 64 y 65 y bueno, y otras operaciones puramente políticas o de ese corte. Tuvimos una sede, llegamos a tener una sede ahí en José Leandro Terra donde se funcionó mucho tiempo y donde se formó la coordinadora, porque a todo esto ya iban apareciendo otros grupos sin que nosotros los alentáramos, quizás los alentamos...

Y tuvieron que armar la coordinadora... La acción alentaba, la acción de ustedes alentaba a la formación de otros grupos...

Hebert: Sí, sí, sí, claro, evidentemente. Más allá del propósito que tuviéramos además. Sí, sí, por supuesto que siempre tenes el propósito de alentar, de contagiar, de sumar y de ser más ¿no? pero bueno, lo que se conseguía era eso, que de los diferentes grupos políticos con el agregado de otras diferencias de otro corte, de otro tipo. Por ejemplo, del Partido Comunista sale el MIR por la problemática chino-soviética.
Después hay grupos cristianos como los GAU que en un principio eran un grupo cristiano. Del Partido Socialista siguiendo a Raúl Sendic...Y entonces era lógico que teníamos que intentar, más allá de que tuviéramos claro a dónde íbamos o no pero había una voluntad que había que unificarla, que había que intentar una coordinación y una ayuda mutua. Había grupos que estaban más fuertes en algún aspecto, otros en otro y que había que intercambiar experiencias. Era muy valioso todo el conocimiento de Maneras por ejemplo que venía del Partido Socialista, el conocimiento técnico y de un montón de cosas...

Ya has nombrado a varios que vienen de esas épocas, nombraste a Huidobro, nombraste a Rosencof en el avión que se fue...

Hebert: Sí, sí, pero él no tenía nada que ver. El fue por el Partido Comunista...Sí, sí, pero no tiene nada que ver con toda esta experiencia.

¿Y él cuándo se suma a esta experiencia?

Hebert: Él se suma a esta experiencia, otra vez me lo encuentro a Rosencof en eso. En determinado momento yo tenía una, yo estaba al frente, tenía responsabilidad de una base que teníamos ahí en el Parque Lecocq donde estuvo secuestrado Pereira Reverbel, hasta ahí anduvo todo bien, hasta el secuestro de Pereira Reverbel. Después empezó a crecer la columna, el grueso era bancario, eran viejos compañeros del banco que yo ya había conversado con algunos de ellos antes de pasar a la clandestinidad. Otros que se encantaron con la aventura y se fue arrimando mucha gente bancaria.
Y la columna crecía y en determinado momento le echaron el ojo, no digo a la dirección en pleno pero en determinado momento alguien se propuso que era conveniente la integración de Rosencof allí ¿verdad? No sé, no sé cómo ni...
Él era periférico, él era del apoyo al movimiento. Y en determinado momento se quiso integrar y bueno, se optó, pensando con la mejor ingenuidad con la que puede pensarse, se optó por integrarlo a la columna nuestra que era una columna de bancarios que tenía cierto nivel ¿no?

Claro, sí lo que pasa es que no se era mal pensado. Tenía las mejores intenciones...

Hebert: Sí, pero de todas formas se podría haber metido por cualquier lado porque realmente en esos momentos todavía teníamos una falta, una casual infraestructura, lo arreglamos apuro huevo pero había una falta de infraestructura total. Y resulta que para movilizarnos uno y otro, sobre todo el Bebe que era importantísimo que se movilizara, que visitara gente, que contactara gente, necesitaba determinados medios ¿no? y siempre era real, los tenía. Siempre era Rosencof el que conseguía un local para que se reuniera el Bebe, una casa para cuando se necesitaba no sé, refugiar a un compañero, un coche para movilizarse. Siempre él, era el aparato del Partido, era el aparato del Partido...

Y por eso él va quedando y vos decís que se podía haber metido por cualquier lado...

Hebert: Sí, sí, se podía haber metido por cualquier lado, se metió por mi columna yo que sé. Yo te digo, bueno, puede ser por el tipo de gente que había en la columna, no sé... Pero no, pero por ahí era ideal meterse pero sí se podría haber metido por cualquier otro lado. Él tenía ese propósito y era tenaz...

Sí, sí, y tenía esos elementos materiales con los que se hacía necesario...

Hebert: Y bueno pero siempre quedó, siempre se disfrazó muy bien, maneja muy bien la cuestión del teatro y siempre se manejó muy bien, se arregló para estar en todos lados conectado con yo que sé, prácticamente llevando a ascender de un cantón a otro ya conocía toda la organización. Es decir, conocía todo lo que pasaba, en las charlas en el auto, todo ese tipo de cosas pequeñas pero que se van acumulando y después llevaba chismes de la columna ¿no? Llevaba chismes de la columna, nosotros no estábamos conspirando dentro de la columna pero teníamos una concepción bastante distinta con respecto a otros núcleos, a otros cantones. Teníamos algunas concepciones distintas, por ejemplo, sobre todo en cuanto a la necesidad, la importancia y con qué concepción llevar adelante el trabajo sindical. El trabajo sindical porque eran todo trabajadores, eran bancarios, eran tipos que no eran clandestinos. Es decir, los clandestinos éramos nosotros que estábamos en el local pero los otros compañeros no.Militaban en AEBU, militaban en las agrupaciones...

Claro, y eso les daba una concepción distinta a ustedes. Y había chismes que iban de ahí entonces...

Hebert: Sí, sí, había chismes, versiones tergiversadas de lo que nosotros íbamos elaborando como concepción para llevar adelante al trabajo sindical y lo que nos íbamos dando cuenta con el tiempo es que se estaba mal interpretando ¿verdad? Es decir, se estaba deformando cuál era nuestra postura.
En determinado momento surgen los CAP (Comandos de Autodefensa del Pueblo) surgen como una necesidad, como un reconocimiento a la necesidad del trabajo sindical que hay que desarrollar, porque era un año aquel, el año 68 que era de mucha actividad sindical y mucha radicalización en las luchas...

Huelga de los bancarios, la UTE, todo...

Hebert: Claro, y había mucha gente que se iba comprometiendo en esas luchas e incluso reclamaba el ingreso a la organización y la organización no tenía infraestructura para darle tareas ni para darle.. Y entonces bueno, se llegó a la conclusión de que era necesario generar unos organismos intermedios, unos organismos especiales y se crearon lo que llamamos CAP.
Pero bueno, donde más se desarrollaron esos organismos fue a través de nuestra columna que era en la que teníamos más militancia sindical, más militancia legal.
Había importantes militantes sindicales aislados en otros pero como núcleo nosotros éramos muy fuertes, la columna tres. Y fuimos elaborando una concepción distinta a la que se fue haciendo afuera de nuestra columna. En general se pensaba la cuestión de los CAP como un aparato más del MLN y nosotros pensábamos que no, que era justamente una forma para frenar un ingreso que no podíamos absorber, mantener la radicalización de la lucha. Y nuestra tarea era trasmitirle criterios de organización, facilitarle herramientas para expresar radicalmente su disposición a la lucha, poner petardos y todo ese tipo de cosas.
Pero no, la organización estaba para absorber todo, para acumular todo y la versión nuestra que no daba lugar a ser muy discutida porque teníamos al..., estábamos infiltrados por el ruso ¿no?
Y bueno, al final se salió con la suya porque en determinado momento yo me vi un poco apremiado por responder a lo que nosotros predicábamos que iban a ser los cambios y lo que nosotros proponíamos por fuera de la organización, lo que debían hacer los CAP, y se nos solicitaban cosas, se nos hacían pedidos, se nos pedían documentos y todo ese tipo de cosas y bueno, y nosotros lo acercábamos ¿no? no siempre teníamos la posibilidad de consultarlo.
Yo me tomé la atribución, quizás me excedí en atribuciones de pasarle en determinados momentos, yo que sé, a grupos que no eran CAP pero eran a fin a los CAP y eran anarcos porque la FAU todavía no estaba la OPR era la FAU. Tenían mucha inserción en el trabajo sindical y se proponían en un conflicto bancario salir a poner bombas incendiarias o cosas así, para eso se precisaba un grupo de apoyo y todavía no tenían armas ellos, yo les prestaba un arma y todo ese tipo de cosas, y todos eso se descubrió. Yo no lo hacía por escondidas pero si me ponía a plantear todo eso y esperaba a que se generara toda una discusión y ese tipo de acciones sindicales salen así, se resuelven un día y se hacen otro.

¿Y cómo se resuelve? ¿A qué llega todo ese asunto después de que estuviera el chisme que iba a venía?

Hebert: Llega a que me piden la renuncia de la columna, me piden la renuncia de la dirección de la columna. Bueno, hay una serie de reuniones, termino calentándome y diciendo que yo no puedo seguir adelante así, que yo voy a renunciar a la columna pero voy a renunciar a la organización. Que yo voy a buscar mi espacio para...

Claro, ¿los que te piden la renuncia son de la columna misma o los de afuera?

Hebert: No, no...Los de afuera... Los de la columna en definitiva después quedan ahí, quedan huérfanos de todo y bueno, se van incorporando. Uno se va pero tampoco tiene nada que ofrecerles, porque tampoco les voy a decir que me voy a trabajar con la FAU que tiene un proyecto de crear la OPR, vengan con nosotros. Eso no lo hago porque eso también sería deshonesto.
Pero sí, los compañeros siempre me quisieron mucho, me siguen queriendo mucho, tenemos reuniones. Es decir, terminaron siendo tupas y eran bancarios, cualquier reunión que tienen me llaman, con ellos no hay ningún problema.

Claro, ¿y vos cómo encontraste tu lugar después? ¿Cuál fue el lugar que te encontraste?

Hebert: Bueno, cuando hice contacto con la FAU, que estaban en el proyecto de crear la OPR, ellos me pidieron que no sé, me reconocieron que tenía bastante que aportar por la experiencia anterior que había vivido y bueno, yo acepto con la condición de que tengamos una conversación entre las dos organizaciones y esa no se dio nunca.
Esa no se dio nunca y la FAU en determinado momento se plantea una serie de operaciones para un 1º de mayo. Una serie de operaciones tipo atentado con bombas incendiarias y cosas así...

¿Ahí ya empieza el accionar de la OPR o todavía no?

Hebert: No, todavía no era la OPR, simplemente era una experiencia entre los militantes que tenían un sector bastante fuerte de militantes combativos.
La FAU hasta tanto lo que había hecho de vez en cuando eran operaciones de finanzas para mantener su organización pero sin ninguna...
Bueno, resulta que esa vez, en esa oportunidad se venía el 1º de mayo, todavía no habían hecho las conversaciones y bueno, o se pegaban las conversaciones y todo ese plan que tenían no salía o me arriesgaba a que pasara la cosa.
Me arriesgo y tuve un accidente en la fabricación de explosivos en el Manga estando en un local de los compañeros de la FAU. Tuve un accidente porque no había infraestructura necesaria, la casa no estaba prevista para eso, había una familia, habían unos gurises y estuvimos trabajando ahí 2 o 3 días todo bien hasta que un día, se levanta con todo previsto de que el ranchito en el que nosotros estamos trabajando en el fondo de la casa que no se fuera para ese lugar ¿no? Pero una vueltas sale la compañera de la casa a colgar en el fondo, en un terreno largo que había, a colgar en el fondo una ropa y los gurises salen corriendo atrás de ella. Justo en el momento en que nosotros estamos trabajando con la mezcla en un parapeto que había ahí entre esto y la casa y la estábamos poniendo a secar al sol. Vienen los gurises corriendo uno atrás del otro y tá, sin darnos cuenta uno salta arriba de la mezcla y vuela ¿no? No pasó nada porque era mezcla suelta pero sí se quemaron, se armó un revuelo bárbaro porque hubo un estruendo tremendo en el barrio. Tuvimos que salir de ahí y todo eso fue el escándalo que se armó y que de buenas a primeras, sin haber podido conversar todavía en la FAU, salta eso y bueno tá, este tipo nos estuvo cagando, estaba trabajando para la FAU y todo ese cuento de los CAP y de todo eso.
Y tá, me la tuve que comer y bueno, hay que seguir con la FAU. Tuve que seguir con la FAU y meterle fuerte a la creación del aparato ese de la OPR, ahí hicimos el robo al banco Comercial, el robo de la bandera y ahí quedé porque después ya fui preso...

Ya fuiste preso y eso es por el año... : 69 caés a Punta Carretas...¿Por mucho tiempo quedas preso esa vez?

Hebert: En el 69... Caigo a Punta Carretas sí...Eternamente, tendría que decirlo así porque tenía atentado a la Constitución, asociación ilícita...

Pa! Que en esa época no era lo común, en la dictadura sí pero en esa época no...

Hebert: Sí, tenía la cuestión de la bandera, tenía estrago por el banco Comercial, fabricación y tenencia de explosivos porque teníamos el laboratorio en el cantón donde estaba con la FAU, tenía de todo. No sé, daba como para 14 o 16 años.

Así que te quedás desde el 69 hasta el...¿71 con la fuga o cuándo?

Hebert: No, no, cuando llego al penal de Punta Carretas apresado por militante de la FAU te imaginás ¿no? además éramos los primeros de la FAU que caíamos.
Bueno, aquello fue una cosa tremenda.
Hay alguien que en una nota en “Brecha” Sergio Israel que escribió en este último número...Me pregunta sobre si es verdad lo de la pena de muerte(hacia él). Yo le dije que no, yo realmente nunca, no sé, siempre tuve esa duda pero porque sé cómo se comportaban a esa altura algunos compañeros. Pero que yo sepa orgánicamente nunca existió la condena esa de pena de muerte.

Porque eso era lo que se dijo...

Hebert: Claro, eso es lo que se dice. Eso era una herramienta que se manejaba que se manejaba a nivel de bolazo. Es decir, fijate que había 80 tipos en el penal cuando yo caigo. 80 tipos de los cuales muchos por disciplina participaban en el boicot y en la falta del saludo y en ningunearnos y todo eso...

Que es lo que te hacen los otros, a vos y a los otros compañeros de la FAU...

Hebert: No, a mí solo, fue una medida contra mí nada más.
Entonces, no hay una condena de muerte pero sí hacen correr la bola, hacen correr bolazos, que fulano tiene boleta, todo ese tipo de cosas. Y nunca faltaron bocones que quieren ser más realistas que el rey y alcahuetearon congraciarse con sus jefes ¿no? y se ponen peores que ellos, y se presta a ese tipo de cosas y ya lo que pudo haber sido el bolazo de que tiene boleta, otros ya lo transmitían como que había una condena a muerte.
Yo la verdad que nunca me enteré, no tengo constancia de que eso haya sido una decisión orgánica. De todas formas hubo una condena a muerte, a muerte política, porque encontrarse con toda esa gente, ex-compañeros ¿verdad? Como yo te decía, compañeros que entre ellos hay viejos compañeros de trabajo, gente que yo mismo había integrado en un número importante dentro del MLN y todo eso, y que te cruces en la planchada y que no te miren la cara, que te den vuelta la cara, que no te saluden. Ahí hay una orden, ahí sí hay una orden, es la orden del boicot, es la orden del ninguneo, es la orden de la muerte política. Eso sí existió, si lo sabré, la sufrí dos años, más duro que la cárcel.

Sí, sí, sin duda. Y que eso, por eso vos decís hasta el 71, ¿en el 71 cómo salís vos?

Hebert: En el 71 set., se da la fuga grande, la fuga de los 112. Entonces, el MLN le da participación a una serie de gente más allá de la organización de ellos, incluso a presos comunes en este caso es porque el agujero pasa por la celda de ellos y los sacan en libertad.
En el caso de las organizaciones políticas le conceden una cuota a cada uno. Tenían que salir 3 de la FAU, 2 del MRO y tá, eran las 3 organizaciones que había ahí adentro. Y eso lo tenía que nombrar cada organización, así fue en el caso del MRO.
En el caso de nuestra organización no fue así, y ahí entro como otra diferencia, fue muy complicada, muy afanosa mi vida. Ustedes dirán, por algo será que no se lleva bien con nadie... Bueno pero resulta que yo tenía 14 o 16 años, todavía no estaba fijada la pena. Después el que me seguía tenía 8 o 10 años de cárcel, el “Santa” Romero, que también eran muchos años por supuesto. Y de ahí para abajo. El “Gaucho” De León tenía muchos años también, Julián.
Entonces, las organizaciones deciden quiénes salen ¿no? Debería haber una lógica pero nuestra organización, la FAU declina la decisión y lo deja para resolver entre nosotros. ¿Te das cuenta?
A esa altura éramos unos 15 y había 3 para salir. Era una cosa... yo no soy un mal pensado con respecto a los compañeros de la FAU pero realmente fue un grueso error ¿no? Era como meternos en la jaula con los leones...

Sí, seguro. ¿Y cómo resolvieron?

Hebert: Y resolvimos porque yo renuncio, renuncio y además me siento bien. Me siento bien porque aproveché para hacer saber de que por afuera de los tupas no me iba yo ¿tá? Pero muy dolido... me quedé ahí adentro, salió Romero, salió Julián y salió el Gauchito.
Cuando estás preso estás todos los días pensando y a partir de eso pensás más todavía cómo hacer, cómo hacer para salir...

¿Y cuándo salís? Porque largarte no te largaban...

Hebert: No, no, no, qué me iban a largar. Salí en diciembre de ese año. La fuga fue en setiembre y yo salí en diciembre...

¿Y cómo?

Hebert: Lo que pasa que yo estaba en mi celda, salía poco al patio. Yo jugaba en un cuadro de fútbol además que no era de presos políticos, era de presos comunes, no había ningún preso político jugando en ese cuadro, Chumbito. Me llevaba muy bien con muchos presos comunes.
Pero bueno, yo pasaba mucho tiempo encerrado en la celda. Cuando la fuga se hizo un destrozo muy grande en el penal y entonces nos cambiaron de celdas para refaccionar ese pabellón. Me pasaron a otro pabellón y la ventana de mi celda daba al portal de entrada de la cárcel, no el de afuera sino el portal interno, el que llega al patio.
Entonces, empezás a observar, que es lo único que podes hacer, y empiezo a ver una serie de cosas, sin proponérmelo, simplemente de aburrido, tomando mate y observando. Empiezo a observar que al principio vienen los camiones de ingeniería, del batallón de ingeniería a refaccionar la cárcel. Venían un par de camiones como con 40 tipos cada uno, llenaban la cárcel ¿no?
Al principio todo eso se movía ordenadamente, llegaba el camión, había un tipo pasando lista, fulano,  bajaba, se tiraba del camión, se iba a los vestuarios y así. Que vos lo vas observando y te va quedando de tanto repetir la imagen y no tener mucho más cosas... Era siempre igual.
Hasta que va llegando el verano, va apretando el calor porque ya es octubre, ya es noviembre y se va relajando todo, además de la rutina y todo eso. Ya no pasan lista, llega el camión y los milicos se tiran del camión para abajo y ya se van para los vestuarios. Después ya no andan de uniforme, ya andan de camisilla, ya no saben quiénes eran los presos y quiénes eran los milicos adentro de la cárcel y se mezclaban todos. Y ahí se me ocurrió, a partir de que me parecía muy difícil que pudieran... ¡Ah! a parte dos por tres salían los milicos de la cárcel, se iban a la puerta, les abrían, iban con un bolsito con botellas. Iban al boliche de la esquina a buscar refrescos, refuerzos y cosas así, para ellos o porque los mandaba un cabo o no sé.
Y también eso se empezó a deteriorar porque al principio los tipos se presentaban más o menos bien vestidos, los rostreaban, los locos salían, cerraban la puerta y todo eso estaba todo bien. Pero después ya se arrimaba un milico a la puerta en short, en camisilla, agarraba un bolso y se iba y el puerta conversando con los demás. Veía venir al milico, le abría la puerta, seguía conversando y bueno, esta puede ser una ¿no? Esta puede ser una.
Empecé a investigar a ver a dónde iban los milicos porque yo no sabía a dónde iban. Para esto agarré a un preso común, un paquetero que tenía mucha confianza. Le empecé a hacer preguntas y resulta que m confirma que iban a comprar refrescos ahí. Y cómo era que salían, ¿salían y entraban así no más? Y sí, dice...Entonces tenía  que llegar hasta donde estaban ellos, había que conseguirse una pilchas que no era muy difícil porque en definitiva lo que llevaban puesto ellos no era nada. De todas formas me hice hacer entrar unas ropas por la vieja, por un lado ropas, en otra visita me hice entrar anilina. Me teñí un pantalón con verde yerba de esos. Bastante desprolijo pero ellos estaban entre la mezcla de albañiles, así que también lo ensucié con bastante..., con mezcla que recogía por ahí, por toda la cárcel. Y bueno, un gorrito, había un tupa que se había quedado adentro y que tenía unas botas que eran del cuartel de la marina y las usaba adentro de la cárcel y eso me venía bien...

Te armaste un disfraz...

Hebert: Sí, con poca exigencia me armé un disfraz.
Cuando tengo más o menos armado todo le transmito el plan a los compañeros y los compañeros empiezan a tomar cartas en el asunto y a mejorar el plan, a ver si en vez de uno podían ser dos o tres. La cosa no estaba armada para eso pero bueno, con todo eso se fue demorando la cosa.
Yo precisaba asegurarme porque era correr demasiado riesgo, capaz que pasaba pero era demasiado riesgoso. El puerta, que al llegar ahí el tipo que tenía contacto con la población carcelaria no me reconociera porque tampoco era tan perfecto el disfraz...Había que , comprarlo. Estaba forrado además el tipo de la fuga grande...Sí, sí estaba forrado porque él era el que hacía las requisas y todo, por él pasaba todo. Él fue fundamental en la fuga grande, Darven era, el gordo Darven.
Entonces, cómo tocarlo, cómo tocarlo y de alguna forma presionarlo ¿no? presionarlo de que estaba al tanto de todo, de su participación, de todo lo que había hecho. Esa era una herramienta y la otra, guita. Entonces me personé de él, le hice todo ese planteo y que quería que me diera un contacto, una comunicación con compañeros de mi organización que iban a hacer los arreglos afuera. Así se hizo, el loco fue, pasó una vez, pasó dos veces, todo bien, todo tranquilo pero los compañeros le empiezan a hacer el planteo de que si en vez de tanta guita, no me acuerdo en aquel tiempo de qué dinero estamos hablando. Si en vez de tanta guita es tanta otra, un poco menos, si en lugar de ser un compañero pueden ser dos o pueden ser tres. Entonces ya al tipo no le gustó mucho el negocio porque ya había estado quemado, él estuvo preso después de la fuga grande por sospecha pero lo soltaron. Entonces bueno, para él no era mucho negocio, era un riesgo demasiado grande, no se le podía exigir mucho pero se le exigió mucho.
Se hizo un contacto, en ese contacto no se pusieron de acuerdo, se hizo otro contacto no se pusieron de acuerdo y ya al tercer contacto el loco entregó la cosa. Se cometieron errores tremendos, estaba el compañero que fue a hacer el contacto entró al boliche y se dio cuenta de que algo raro pasaba, no había llegado el gordo pero algo pasaba, había figuras raras y entonces salió del boliche y trató de cruzar al boliche de enfrente para llevar incluso escrituras o papeles que tenía escritos en un contacto así para tirarlos al wáter. No llegó a tiempo, lo chaparon y bueno.
Ahora, fijate que –esto te lo cuento entre nosotros- mientras este compañero está haciendo un contacto de ese tipo, uno de los que se había fugado antes estaba en la casa de él, que era el “santa” Romero. Así que cayó él, fueron a la casa y cae el otro, fijate qué desastre ¿no?

Así que vos ahí no pudiste salir...

Hebert: Sí, sí, salí. Lo que pasó una semana de todo eso, llegaron los compañeros que habían recién caído por errores en esos contactos y demás, llegaron al penal y me cuentan todo esto que te estoy contando, cómo había ocurrido. Y bueno, pasaron unos días y este gordo que había sido detenido de todas formas bajo sospechas, vuelve a la cárcel. Vuelve a la cárcel y estaba otra vez en la puerta. Entonces yo voy, lo apreto y le digo que era boleta, que la única forma de arreglarlo era que las cosas como estaban planteadas, como se le habían planteado, así tenían que salir porque si no era boleta.
Entonces de alguna forma quiso arreglar, no mira que yo tengo una idea, que pueden... No, qué vas a negociar y qué vas a arreglar otra idea con él, así que yo le avisé que el mismo día y a la misma hora, era un 27 de diciembre que yo me iba, que él estuviera ahí en la puerta que yo iba a pasar por ahí, él me iba a abrir la puerta y yo me iba a ir.
Y bueno tá, jugado por jugado lo hice si igual yo tenía encierro de cuántos años... No me iba a agregar nada.
Algunos compañeros tupas, sobre todo el “tambero”, me ayudó porque él era paquetero, era encargado del reparto de paquetes y entonces cuando tenía que pasar por ahí, por esa sala de reparto de paquetes me ayudó y además me hizo sentir tranquilo porque sabía que él estaba controlando de que no pasara nada en el momento de la fuga.
En definitiva me fui, esa fue la fuga..., todo eso lo arreglé con la vieja...

 Con la vieja...

Hebert: Sí, sí, eso lo arreglé con mi vieja con un cachilo que tenía, me fui para el bar ese que había en la esquina a buscar los refrescos y eso supuestamente, entré por una puerta y por la otra que daba a otra calle, me fui. Me fui y ahí me estaba esperando mi vieja. Me estaba esperando la vieja y nadie sabía nada, no sabían nada ni los compañeros ni nada que...

¿Y cómo hiciste para quedarte? ¿Quedaste clandestino?

Hebert: Sí, por supuesto que quedé clandestino. La vieja agarró, yo llevaba a parte del uniforme, de las pilchas esas que había usado para salir que en definitiva sirvieron. Yo llevaba un short abajo, la vieja me dejó ahí en la playa Ramírez. Me bajé del auto, dejé el uniforme y me metí en la playa. Ahí la vieja les fue a avisar a los compañeros que me fueran a buscar que estaba ahí.

Vos ahí ya te quedas definitivamente acá, te reintegras a la actividad con los compañeros...

Hebert: Sí, sí, me reintegro a los compañeros. Estuve por supuesto especialmente guardado durante un tiempo y después me fui reintegrando a tareas con los compañeros y demás hasta que llega abril del 72, (continúa)


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