28.DIC.18 | Posta Porteña 1981

Relatos de Amodio (Extraídos del Facebook de HAP- (79/80 ) FINAL

Por AMODIO

 

Relato 79/  17 de diciembre de 2018


Pese a que el intento de “tupamarizar” a las FF.AA. fracasó en lo fundamental, como era la formación de un gobierno de concertación con la presencia de Wilson Ferreira Aldunate o la posibilidad de dar un golpe “a la peruana” encabezado por Trabal, se consiguió un objetivo menor, como fue la división entre “legalistas” y “golpistas”.

No fue éste un objetivo buscado deliberadamente, sino que fue una consecuencia lógica del proceso. Se dio entonces la paradoja de que quienes habían impulsado las treguas y las comisiones de los ilícitos eran los “legalistas”, cuyos portavoces, entre los que se encontraba Trabal, carecían de fuerzas que los apoyaran. Estos trataban de evitar un golpe propiciado por los generales cuyo cabeza visible era Cristi, pero que contaba con el apoyo incondicional de los jefes de región, incluyendo al Goyo Álvarez.


Los errores cometidos por Bordaberry, que lo llevaron a quedar aislado de la casi totalidad del sistema político y carente del apoyo popular, convirtieron a los militares en la única salida posible en esos momentos. Conscientes de esa situación, los mandos presionaron con el desafuero de Erro, paso previo para la defenestración de Wilson Ferreira, a esas alturas convertido en portavoz de los defensores del sistema democrático, única forma que tenía de evitar su procesamiento por “asistencia a la sedición”, perfectamente documentada por las declaraciones de todos los dirigentes del MLN.

Toda la estrategia de Wilson se basó en tratar de acusarme como portavoz de los golpistas. Como durante un largo período mi nombre no había aparecido públicamente, creyeron que no estaba en Uruguay. Quien ya hacía tiempo lo había hecho era Píriz Budes, pero éste no era “el enemigo del sistema democrático”, mientras que yo sí lo era, porque como han reconocido el Ñato y Zabalza, “al Tino Píriz Budes no lo conocía nadie”

Wilson y los suyos creyeron encontrar en mi ausencia la carta fundamental para enfrentarse a los golpistas y pidieron que fuera entrevistado por una comisión parlamentaria. Luego de algunas dudas, Cristí aceptó el envite y me hizo conducir a la sede del IMES, en El Prado. De los motivos de la entrevista fui informado por el jefe del 9º de Caballería pocos minutos antes de mi salida del cuartel.
A mi llegada al IMES me recibió Trabal, quien me entregó un escrito del mismo Cristi, con la orden expresa de leerlo en mi comparecencia ante la prensa, luego de la entrevista con los parlamentarios. Una breve lectura del texto bastó para mi negativa.

Cristi pretendía que yo negara la autoría de mi manuscrito y que admitiera que el MLN había estado al servicio del comunismo internacional, quizás pensando ya en la represión contra el partido Comunista uruguayo. Tras varios llamados entre Cristi y Trabal, quedó claro que yo no leería lo escrito por el general y que no negaría la autoría del manuscrito.

Sobre esto último Trabal estaba de acuerdo, ya que era sabido que Fasano había distribuido copias del mismo entre los políticos. En una de las llamadas el mismo Cristi me amenazó directamente con quitarme el salvoconducto si no cumplía con sus órdenes. “Usted verá”, fue mi respuesta. “Yo cumplí mi parte del acuerdo y esto no estaba incluido”

Relato 80 y final /   18 de diciembre de 2018


Mi entrevista se desarrolló en un clima de cierto nerviosismo, ya que Dardo Ortiz pretendió desvalorizar mis dichos en el manuscrito, cuya autoría no negué en ningún momento, acusándome de traidor. Durante años se le ha dado valor al hecho de haber escrito, a pedido de Dardo Ortiz, la frasecita “Estamos en una unidad militar”, porque Ortiz lo que quería era, en última instancia, demostrar que yo no era el autor de mi manuscrito. En esos momentos, el senador no tenía la copia del manuscrito, sino copia de la nota que yo había enviado a Fasano.

Comparando la letra de la frasecita y la de la nota, Ortiz comprobó que coincidían, lo que comunicó al resto de los presentes. Eso fue lo que ocurrió y nada más. ¿”Y qué esperaba?”, fue mi respuesta. “Ya le dije que soy el autor”

La inútil batahola posterior la montó Trabal, que estuvo durante la entrevista poco atento y creyó que yo había escrito algo comprometedor y pretendió conocer el texto de la frasecita. Ortiz, enojado por no haber conseguido su objetivo de desacreditarme, se negó a entregarle la nota. Durante años se le ha dado importancia a este detalle, totalmente insustancial y se ha dejado de lado la respuesta que le di a Dardo Ortiz ante una de sus acusaciones de traición: “Si yo fuera traidor, usted debería estarme agradecido”

Mi comparecencia ante la prensa duró un par de minutos, los suficientes para ser fotografiado y pronunciar estas pocas palabras: “Soy Héctor Amodio Pérez. Me he entrevistado con la delegación de parlamentarios y he respondido a todas sus preguntas. Con esto está todo dicho”

Tras la entrevista, Trabal me condujo a la región Militar 1, a presencia de Cristi. Este estaba enojadísimo con Trabal y conmigo, en ese orden. Trabal aguantó a pie firme, pero yo discutí con Cristi de forma vehemente, a tal punto que al retirarme era evidente que el salvoconducto estaba en el aire, más lejos que nunca. Durante el traslado al 9º de Caballería, Trabal estuvo de acuerdo en que era así. En el 9º Alicia y yo lo presionamos para que se definiera si él estaba en el grupo dispuesto a cumplir su palabra y nos dijo que sí y que el mismo Queirolo, segundo de Cristi, era de la misma opinión.


Lo presionamos para la obtención de los documentos, a lo que accedió. A los dos días nos hicieron las fotos y a la semana estaban en poder de mi padre. El mío estaba a nombre de Gustavo Silva Casares. Solo nos restaba esperar a que la situación se definiera. En junio creímos que el momento había llegado, tras la disolución del Parlamento. Sin embargo no fue así. En octubre, alrededor del 10, el clima en el 9º se tornó totalmente favorable. Tanto el jefe como los oficiales que hasta entonces se mostraron reacios a conversar con nosotros, se mostraron hasta simpáticos. “Negra, nos vamos pronto”, le dije a Alicia.

El 11 por la mañana, cerca del mediodía, llegó Cristi al 9º. A los pocos minutos vinieron a buscarnos a Alicia y a mí. En una ceremonia casi ritual, Cristi nos entregó unos documentos para los que se usaron las mismas fotos que nos había hecho Trabal, pero con otros nombres, para nosotros desconocidos. “Para que vea que cumplo mi palabra”, me dijo Cristi. “Nunca lo dudé”, fue mi respuesta. “Preparen sus cosas”, terminó Cristi. “El Tte. Coronel avisará a sus familias”.

El día 12 nos despedimos de mis padres y acordamos con mi hijo que lo llevaríamos con nosotros lo antes posible. El día 13, cumpleaños de Alicia, a las 17, Queirolo y Méndez fueron a buscarnos. Creímos que ese era el final de una etapa nefasta y que empezaba otra más venturosa. En buena medida lo fue.


Comunicate