06.FEB.19 | Posta Porteña 1992

Venezuela: Cuando la izquierda dejó la cancha sola y libre para el imperialismo

Por varios

 

Rafael Uzcátegui Blog febrero 4, 2019

Hasta el mes de octubre de 2016 era válida una interpretación del conflicto venezolano como una disputa entre dos burguesías por imponer su modelo de dominación. En ese momento hubo una transformación estructural de la disputa, cuando el gobierno de Nicolás Maduro decidió convertirse en una dictadura. La democracia, con todas y sus limitaciones, era el terreno de juego donde todas las fuerzas políticas y sociales podían impulsar una transformación, teniendo como herramientas esas libertades democráticas que, como sabemos, costaron mucha sangre, sudor y lágrimas alcanzarlas. Si la policía asesinaba a un compañero, podíamos denunciarlo ejerciendo la libertad de prensa y expresión y tener la expectativa que los asesinos algún día serían castigados precisamente por esa justicia formal, con todos los adjetivos que deseemos acompañarla. En dictadura sencillamente había que abandonar esas ilusiones y prepararnos o para la resistencia o para la dominación.

Desde ese día hicimos muchas cosas para alertar, adentro y afuera, la gravedad de lo que estaba pasando. En el 2017 fuimos parte de la multitud que en toda Venezuela se movilizó por un cambio, pagando un precio muy alto por ello, en muertos, heridos y exiliados sociales. No fue sino hasta que los miles de venezolanos migrantes llegaron a los países de la región que algunas organizaciones comenzaron a escuchar lo que denunciábamos. Durante mucho tiempo, pero especialmente bajo la dictadura de Maduro, las fuerzas y grupos internacionales de izquierda, salvo excepciones, nos dejaron solos, le dieron la espalda al creciente rugir del pueblo venezolano, hoy una absoluta mayoría, por una transformación del estado de las cosas. En este camino muchos de los jóvenes que protestaban en la calle no podían encontrar referentes en las izquierdas, muchas de ellas por ser cómplices es su silencio, otras abiertamente apoyando, hasta última hora, al autoritarismo y la coerción por hambre y humillación.

Luego de la muerte de Chávez y hasta enero de 2019, para muchos de los progresismos Venezuela se convirtió en un tema incómodo, políticamente incorrecto en su deriva totalitaria. Se dejó de hablar sobre la revolución bolivariana porque era mejor pasar la página. Ahora muchos de los que callaron, conscientemente, ahora denuncian el protagonismo “de las derechas” y del “imperialismo” en la resolución del drama en nuestro país. Los mismos que dejaron la cancha sola, que nunca tuvieron la intención de salir de la camisa de fuerza de las ideologías para escuchar el sufrimiento de las personas de carne y hueso y tener una respuesta a ello.

Hoy, cuando las muchedumbres están desesperadas por un cambio de rumbo, que los saque de la agobiante miseria que padecen y que los obliga a irse, literalmente, caminando sobre la frontera, el liderazgo lo ha asumido la presidencia de la Asamblea Nacional, que guste o no, fue votada por 14 millones de personas. Quien contiene al autoritarismo desbocado del madurismo no es ninguna coalición de fuerzas izquierdistas, sino los países del mundo que por sus propias razones han decidido darle fecha de caducidad al bolivarianismo en el poder. Esta cartografía del conflicto la definió, para volverlo a reiterar, la inacción de las izquierdas y progresismos del mundo, que razonaron y actuaron dejando a su suerte al pueblo venezolano

No es lo mismo la democracia, imperfecta todo lo que se argumente, a la dictadura. No me cabe en la cabeza ningún activista que, en la España de los cincuentas, hubiera balbuceado siquiera la consigna “Ni Dictadura ni Transición”. O pongámoslo más cerquita, en el Perú de los 90´s, “Ni Fujimori Ni Toledo”. A este despropósito es el que nos convocan, algunos, el día de hoy

Se puede ser todo lo antiTrump que se desee y, a su vez, estar en contra de todo lo que representa Nicolás Maduro. Yo mismo lo soy. Lo intolerable es asumir una posición que se niegue a incidir en los acontecimientos. Cualquier contención la podemos construir con las multitudes en movimiento. Pero para eso hay que estar en la calle junto a ellas. No invitándolas a la pasividad y la desmovilización

Lo Mismo Y Lo Otro

En Venezuela, todos hablan de dos oponentes, dos intereses, dos salidas: Maduro contra Guaidó. Para algunos, la dictadura contra la democracia. Para otros, el imperialismo contra la soberanía nacional.

Fabián Harari (*)–Perfil 1/02/19

En Venezuela, todos hablan de dos oponentes, dos intereses, dos salidas: Maduro contra Guaidó. Para algunos, la dictadura contra la democracia. Para otros, el imperialismo contra la soberanía nacional. Ninguna de estas oposiciones representa el problema real, porque el chavismo y la oposición se parecen demasiado. Pensemos en las libertades democráticas. Es cierto que en Venezuela gobierna una dictadura militar. Maduro dio su propio golpe en mayo de 2017.

Hoy, los partidos opositores están proscriptos. Dirigentes sindicales y de izquierda son perseguidos sistemáticamente. Los militares se hicieron con las principales empresas estatales y son quienes realmente manejan el poder. Además de la fuerza militar, el régimen cuenta con organizaciones paramilitares como la Organización para la Liberación del Pueblo (OLP) que ya lleva más de mil activistas muertos desde el año pasado. Curiosamente, lejos de realizar un “golpe”, los militares defendieron al gobierno y asesinaron a 26 manifestantes. ¿Guaidó se opone a todo esto? Nada de eso: apela a los militares. Ya les propuso, incluso, una “amnistía” para todos sus crímenes. No dijo nada sobre desmantelar las fuerzas paramilitares ni sobre los dirigentes sindicales presos. Es decir, se va a hacer sostener por los mismos elementos criminales que sostuvieron a Maduro

Sigamos con la “injerencia extranjera”. Es cierto que a Guaidó lo apoya Trump (pero no los demócratas). Una invasión es altamente improbable y sería un escándalo que EE.UU. no está dispuesto a afrontar. Por su parte, Maduro tiene el apoyo del imperialismo chino-ruso, con despliegue de tropas extranjeras y todo…

Vayamos a la economía. Se acusa a Guaidó de querer imponer un plan de ajuste “brutal”, sin tener en cuenta que el ajuste llevado adelante por el chavismo es uno de los más sanguinarios de la historia económica mundial reciente: 1.600.000% de inflación en 2018. El 70% de los venezolanos está por debajo de la línea de pobreza. Hay 4 millones de exiliados por el hambre. Ahora comenzó un proceso de privatización de empresas estatales para buscar fondos. Si eso no es ajuste…

¿Guaidó propone algo diferente? Para nada. Su única propuesta es el “corredor humanitario” para ayuda alimentaria. Que es simplemente cambiar el nombre de lo que hoy hace el chavismo. Es decir, unos y otros son lo mismo: dos bloques que defienden diferentes alianzas de empresarios locales con sus pares extranjeros, apoyados por Estados fuertes. Ahora bien, ¿por qué semejante enfrentamiento?

Hay un elemento interno de arrastre: la forma de procesar la desmovilización social –sobre la que inicialmente se tuvo que apoyar el chavismo– y el lugar del empresariado arribista (“boliburguesía”). Y hay un elemento internacional que aceleró los tiempos: el enfrentamiento internacional entre EE.UU. y China-Rusia. Maduro venía recostándose en este segundo bloque. El escándalo estalló cuando, en el proceso de privatizaciones, el gobierno decide vender la empresa que exporta crudo a EE.UU., Petromonagas, a la rusa Rosneft. Y sin embargo falta algo más, un tercer actor no contemplado por nadie y que dificulta una salida “negociada”: la entrada en escena de la clase obrera más empobrecida. Venía manifestándose muy esporádicamente y era muy rápidamente reprimida.

El 23 de enero, los barrios más sumergidos de Caracas, los que habían sido bastiones del chavismo, realizaron una verdadera demostración de dónde yace el poder real. Los levantamientos, bloqueos, saqueos y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad muestran la inutilidad de los carnets de la patria, las cartillas de racionamiento y los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Querían que se vaya Maduro, sí, pero tampoco soportarían la salida que propone Guaidó. Ellos son lo otro. La verdadera piedra en el zapato de esos que son lo mismo. La única salida ante el abismo. Si toman esa conciencia, Venezuela albergará al proceso histórico más importante de este siglo.

*Historiador, docente de la UBA y UNSL. Dirige el Laboratorio de Análisis Político del Ceics. Universidad Austral.

 

La defensa cueste lo que cueste del modelo chavista es una cuestión de sobrevivencia para la izquierda

 

Hay una crisis humanitaria en Venezuela. Los que más sufren son los niños. Los índices de desnutrición infantil han aumentado hasta un 30% en los últimos años. Lo mismo el índice de mortalidad infantil. Son miles las personas que tienen que recurrir a la basura para conseguir algo que comer y con que alimentar a sus hijos. Las imágenes no mienten. Hay miles de imágenes y videos caseros que muestran esta realidad. La izquierda cierra los ojos ante esta realidad y considera que su deber es apoyar al narco gobierno de Maduro.
La izquierda en Latinoamérica ha quedado moralmente degradada y ha reducido la política a una forma de obtener grandes ingresos y acumular fortuna. “Si la derecha roba porqué la izquierda no puede hacerlo”, pareciera ser el nuevo eslogan de la izquierda. No me queda la menor duda que estamos ante una izquierda que ha perdido los valores revolucionarios

El caso es que la izquierda se niega rotundamente a aceptar esta realidad. Se niega rotundamente a aceptar que el chavismo también es corrupción y el principal responsable de la situación de hambruna qué hay en Venezuela.
Venezuela está en quiebra, y lo está porque el chavismo ha cometido el más grande desfalco que ha habido en toda la historia de Venezuela. La izquierda lo quiere ocultar pretendiendo tapar el sol con un dedo. Es que la izquierda tiene al modelo chavista como el modelo a seguir. Y por lo tanto no puede aceptar que este modelo ha fracasado.
Los clasistas y revolucionarios rechazamos toda intervención militar de las potencias imperialistas sobre Venezuela. Rechazamos las elecciones de mayo de 2018 como fraudulentas y exigimos elecciones limpias.

Finalmente, exigimos a la dictadura de Maduro que permita un corredor humanitario para que llegue la ayuda internacional en alimentos y medicinas sobre todo para los niños.
Nada de esto interesa a la izquierda. Su interés está en mantener la vigencia del modelo chavista cueste lo que cueste, no importando la grave mortandad que éste pudiera ocasionar en la gente más pobre, sobre todo en los niños. Es tal el grado de aburguesamiento a la que ha llegado está izquierda que lo principal de su preocupación se centra en el modelo populista que represente el chavismo. Precisamente porque esa es la bandera que enarbolan en las competencias electorales. Si esta bandera se les cae entonces quedarían descalificados y el negocio se les iría de las manos. Si tienen que mentir y falsear hechos en aras de mantener flameando su bandera populista, así lo harán. Triste.

Amauta 4/2/19 en Comentarios Blog de Astarita

¡GUERRA!

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En el 2013 hice un viaje al sur de Venezuela. En dicho viaje tuve la oportunidad de hablar con una persona de unos sesenta años. Demacrado por una enfermedad, este señor era un anciano, un despojo. Sus arrugas denotaban más experiencia y más sabiduría de la que los simples números de su edad pudiesen hablar.

Hablando sobre la situación que ya atravesaba Venezuela en aquel entonces, el anciano dijo algo que siempre guardaré en mi memoria, algo que en definitiva me marcó. El hombre argumentaba que lo que a nosotros nos hacía falta, en realidad, no era otra cosa más que una guerra. Todo ello surgía a raíz de la polarización que él veía, de la violencia asesina que ya era el pan nuestro de cada día para ese momento.

Para el anciano era vital que hubiese un desenlace, una conclusión para nuestro problema. El caso de Alemania en la Segunda Guerra Mundial era referente para él, ya que, era innegable, la guerra ayudó a refundar a Alemania en la potencia mundial que es en la actualidad. Decía el señor que quizás, con un poco de suerte y un poco de esfuerzo, luego de una gran confrontación nacional podríamos volver a surgir cual ave Fénix de nuestras cenizas. Podríamos resetear los años vividos, la actualidad, y vivir de un nuevo comienzo, de una nueva ilusión de armonía.

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Esta idea podrá parecer una locura, una simple excentricidad producto de una vejez mal llevada. Lo cierto es que no es así, lo cierto es que más de una persona en el territorio nacional deseaba que sucediese lo mismo. Mujeres, hombres, jóvenes, personas sin distingo de clase o credo: una importante capa de la población venezolana deseó siempre que hubiese una guerra, que pudiésemos de una vez por todas ver el desenlace de una situación que se había alargado demasiado, que ha languidecido en esta terrible calamidad.

Lo que el anciano no sabía y lo que muchos venezolanos parecen desconocer es el hecho de que Venezuela vivía día a día distintos tipos de desenlaces. Desde el comienzo de la revolución ha habido una guerra no declarada, una suerte de beligerancia en la que una y otra vez el Estado planteaba una estrategia, se valía del dinero y de las armas para afrontar la situación y vendía su victoria como la reivindicación de todas las injusticias de la humanidad –cuando en realidad se trataba de la reivindicación del poder por el poder mismo.

El poder, así, emprendió una lucha para sostenerse de manera indefinida. Una lucha que ha costado vidas, familias, historias y nuestra propia identidad. No hubo una guerra, pero vivimos una. La población huyendo en el territorio y fuera de él, lo militares en posiciones claves, potencias extranjeras tras nuestras riquezas, parte del territorio ocupado, la indolencia del gobierno y terrorismo de Estado. Sin quererlo deseamos algo que en definitiva terminó cumpliéndose. Los muertos no pueden hablar, habrá dolores que jamás podrán sanar. El recuerdo de los días rojos jamás podrá pasar como algo normal, como una cosa que no nos marcó.

Es imposible obviar el desastre. Será difícil olvidar la huella de esa furia violenta que nos arruinó y arrojó a la más oscura de nuestras horas

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Hoy, desde el exterior, se pregona un discurso que supone lo contrario a lo que el anciano de aquel 2013 comentaba. Al parecer, se ha vuelto de interés global que en Venezuela no haya un conflicto armado. Hay temor, comprensible, a que haya una intervención, una invasión que desde el extranjero socave las bases de nuestra cultura, de nuestra sociedad y nuestras instituciones.

Todos quieren paz. La paz como lugar común, vaciado de sentido. La dictadura ha asesinado, violado derechos humanos, encarcelado a sus adversarios y mandado al exilio a un número importante de venezolanos. El mundo exige de nosotros una sensación de normalidad que en definitiva perpetúe a Maduro en el poder, que alargue las condiciones de desigualdad que reinan a lo interno del país.

Hay temor anti-imperialista, cuando ya en el país hay rusos y chinos. Se nos pide que demos solución a la crisis, cuando nuestro problema no tiene solución interna. Hay temor al derramamiento de sangre, cuando miles han muerto a causa de la violencia asesina. Hay temor por desplazamientos masivos, cuando ya contamos con casi cuatro millones de venezolanos en el exterior. Hay temor a que suceda algo, cuando ya ha sucedido lo inimaginable, lo abominable.

El mundo nos habla como intentando prevenir algo, como intentando enseñarnos, hacernos comprender nuestro propio infierno. No comprende el mundo que ya somos desplazados, refugiados, sobrevivientes. No comprende el mundo que ya nosotros entendemos nuestra situación, que ya sabemos la miserable circunstancia que vivimos, que ya han muerto amigos, que ya se han roto familias, que ya no volveremos a la inocencia de antes. No comprende el mundo que ya hay guerra y que ya estamos despedazados.

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No logran entendernos pues nunca nos han preguntado, honestamente, qué nos ha sucedido, cómo hemos llegado a esto. Si tan solo alguien pudiese escucharnos, aunque sea una vez.

Publicado por Steven F. González Pedroza

en su soyperonoestoy.blogspot.com/ 3/2/19


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