06.FEB.19 | Posta Porteña 1992

Venezuela y El Argumento Nacionalista

Por ASTARITA

 

Como hemos señalado en otras notas, la mayor parte de la izquierda argentina adhiere al argumento con el que Maduro se niega a conceder elecciones libres y libertades democráticas (capitalistas) en Venezuela: está en marcha un golpe de Estado para convertir al país en una colonia yanqui. De ahí que, para esta izquierda –peronismo de izquierda, PC y afines, trotskistas- el eje de la lucha sea nacional (la liberación nacional), no democrático.

Rolando Astarita 5 febrero, 2019

Mi punto de vista es muy distinto. Sostengo que hoy no están dadas las condiciones, políticas y sociales, internas e internacionales, para que Washington pueda transformar a Venezuela en una colonia. Por lo cual el “antiimperialismo” es una excusa para amparar la represión a las masas que reclaman libertades democráticas y contra el hambre. En lo que sigue presento los principales argumentos de mi postura.

Colonialismo y liberación nacional, consideraciones generales

Empiezo recordando lo que he planteado en otras notas (aquí, aquí, aquí, aquí): en la medida en que un país es económicamente atrasado, pero formalmente independiente –o sea, que tiene gobierno propio- no está planteada tarea alguna de liberación nacional. Es que la demanda de liberación nacional solo se puede referir al derecho (formal) a la autodeterminación. Este derecho no existe cuando hay una situación de colonia (o semicolonia). Es que un dominio colonial supone la ocupación militar del territorio y que el gobierno e instituciones sean impuestos por la potencia colonial. Es lo que garantiza la extracción de excedente vía pillaje y robo, esto es, con métodos no económicos, que van siempre de la mano del dominio colonial. Una situación que era muy común en el Tercer Mundo en la época en que Lenin escribía su famoso folleto sobre el imperialismo, pero que hoy casi no existe. Y casi no existe porque los países atrasados, en su inmensa mayoría, son económicamente dependientes de las potencias capitalistas, y de las grandes corporaciones, industriales o financieras, pero no son colonias, en la medida en que tienen el derecho a formar gobiernos propios.

¿Y por qué la demanda de liberación nacional no puede aplicarse a un país atrasado y dependiente, en respecto a la economía? La respuesta es sencilla: porque acabar con la dependencia económica es imposible en tanto todas las economías capitalistas están vinculadas al mercado mundial, y en tanto no se termine con el dominio globalizado del capital. Por eso, el superar la subordinación de las economías al mercado mundial no puede ser obra de una revolución burguesa (o de un gobierno, o movimiento, burgués, por más “nacional” que se proclame). Precisando, además, que cualquier país que inicie una revolución socialista seguirá siendo dependiente del mercado mundial en tanto la revolución no triunfe a nivel internacional (por eso es imposible la construcción del socialismo en un solo país)

Venezuela entonces es un caso típico de país atrasado y dependiente. Con el agravante que la crisis y la caída económica experimentada en los últimos 20 años, lejos de haber atenuado la dependencia, la profundizaron. Es que al margen del parloteo nacionalista progre, actualmente los ingresos por exportaciones de Venezuela están más concentrados en el petróleo; la producción de PDVSA depende más que nunca de tecnología y capitales extranjeros; su deuda externa se ha incrementado; y también lo hizo la deuda del Estado nacional.

Sin embargo, y a pesar de los resultados prácticos de la “liberación nacional” chavista-madurista, no por eso el gobierno de Maduro es agente colonial, o títere, de Rusia o China. Así como tampoco la oposición burguesa lo es de EEUU. La oposición está aliada a EEUU (y a muchas otras potencias) porque le es funcional a sus intereses de clase, y no porque haya recibido una orden de Trump o la CIA. De la misma manera que Maduro está aliado a Rusia y China (y otros países) porque le es funcional a sus intereses de facción (posiblemente ya no represente a ninguna fracción seria de la clase dominante; es un lumpen en declive).

¿Lucha de clases o “geopolítica socialista”?

Por supuesto, los nacionalistas de izquierda y los stalinistas tratan de presentar las cosas como si la alianza de Maduro con Rusia y China le imprimiera a su gobierno un carácter intrínsecamente progresista con respecto a un eventual ingreso de capitales provenientes de  EEUU. Pero no hay tal cosa. Los capitales chinos explotan a los trabajadores de cualquier país por lo menos en el mismo grado en que lo hacen los capitales estadounidenses; o los capitales de cualquier otro país. Sostener, por otra parte, que los socialistas deben favorecer a tal o cual potencia en las disputas por zonas de influencia, solo lleva agua al molino de la conciliación de clases. Lamentablemente, algunos marxistas han suplantado la lucha de clases por la ridícula pretensión de incidir en la lucha geopolítica entre potencias “imperialistas” y potencias que imaginan “progre-nacionalistas”

Más en general, los intereses “nacionales” siempre están atravesados por las relaciones internacionales, y esto comprende a todos los gobiernos y regímenes, incluidos los burocráticos de capitalismo de Estado. En este marco, la oposición burguesa venezolana sigue las generales de la ley. Su programa es restaurar una democracia capitalista (digamos, tipo democracia burguesa latinoamericana) y establecer las condiciones de acumulación de un capitalismo dependiente “promedio”. El reclamo generalizado de libertades democráticas debe analizarse en este contexto. Es progresivo, a pesar de que está dirigido por representantes políticos de la burguesía, solo en tanto una democracia burguesa es progresiva con respecto a una dictadura.

Pero más en concreto, hay que decir también que, al margen de bravatas discursivas, no existen condiciones políticas para que EEUU ocupe militarmente a Venezuela

Por un lado, porque enfrentaría mucha oposición al interior del propio EEUU. Por otra parte, porque los gobiernos y burguesías latinoamericanas se oponen, ya que agravaría la situación en Venezuela, y sería rechazada por la opinión pública de sus países (agrego que el expresidente mexicano Felipe Calderón, por caso, fue enfático en esto). Y en tercer lugar, porque la mayor parte de la oposición venezolana tampoco está de acuerdo con una intervención yanqui en Venezuela. Es consciente no solo de que agravaría la situación, sino también daría impulso a la campaña nacionalista de Maduro.

Dicho esto, los socialistas deben oponerse al embargo y boicot económico dispuesto por EEUU. Pero esta oposición es desde el punto de vista de la clase trabajadora y las masas empobrecidas, no de la defensa de Maduro y de la represión: y es que las sanciones económicas solo provocarán más hambre y miseria, más disgregación social, y en este respecto, serán funcionales a todo tipo de fuerzas políticas reaccionarias.

Heinz Dieterich: “Se negocia una salida”

A fin de ampliar lo anterior, en este apartado resumo las principales ideas que ha expresado por estos días Heinz Dieterich

(véase https://mail.google.com/mail/u/0?ui=2&ik=962b994050&attid=0.1&permmsgid=msg-f:1624499055950342809&th=168b6148cfe0aa99&view=att&disp=safe&realattid=f_jrpmlmsz0.)

 Dieterich fue asesor de Chávez e ideólogo del “socialismo siglo XXI”

En ese reportaje Dieterich explica que el régimen de Maduro ya no tiene fuerza, y que se está negociando la forma y los tiempos en que salga del gobierno, y quién manejará el país hasta que se realicen nuevas elecciones. Sostiene que Washington sabe que no puede intervenir militarmente, debido al costo político demasiado alto, y además, “porque no lo necesita y entonces no lo va a hacer”.

Según Dieterich, la línea política de EEUU fue planteada por Craig Faller, jefe del Comando Sur. La idea es hacer lo que se hizo en Filipinas con el dictador Marcos: se negoció que fuera al exilio garantizándole que no sería llevado a un tribunal internacional que lo juzgara por sus crímenes. Con el mismo propósito, EEUU negocia garantizar a Maduro y su camarilla que puedan vivir en el exilio sin temor de ser juzgados; y asegurar a la alta oficialidad que no habrá persecuciones. En este punto, Dieterich aconseja tener en cuenta los intereses de China y Rusia en Venezuela.

Por otra parte, sostiene que es necesario diferenciar el nivel de propaganda de lo que realmente es posible. Por ejemplo, es imposible que Venezuela ataque a Colombia [en diciembre pasado Maduro amenazó a Colombia con darle una “lección de fuerza”], ya que sería atacar a la OTAN. Los militares venezolanos no entrarían en una tontería de ese tipo.

Pero además, la búsqueda de una salida negociada se inscribe en una orientación de más largo plazo. Según Dieterich, el “modelo” económico chavista nace después de los intentos de golpe de 2002 y 2003, cuando se establece un acuerdo de modus vivendi con la burguesía nacional y con Washington. Ese acuerdo fue posible con el precio del petróleo a 120 dólares, ya que permitía mejorar la situación de las masas (una política tipo New Deal de Roosevelt, siempre según Dieterich) y sostener un acuerdo con sectores burgueses. Estos dejaban de actuar subversivamente y participaban de la bonanza económica. Y el gobierno de EEUU sabía que no había ningún peligro de que en Venezuela se intentara hacer una nueva Cuba. El mismo Chávez lo declaró repetidas veces. Por eso Dieterich dice que ahí está entonces la gran mentira de Maduro. Allende fue destruido por la agresión de EEUU; Cuba fue semi destruida; los sandinistas fueron atacados

Pero en el caso de Venezuela, después de 2003, hubo convivencia. La misma duró hasta 2010, cuando el “modelo” comenzó a hacer agua al terminar el ciclo de altos precios del petróleo. Pero lo que sugiere Dieterich es que con estos antecedentes, nada indica que EEUU y la oposición hoy no puedan llegar a un acuerdo con gran parte de los mandos militares. Es claro que la agitación nacionalista en esto tiene poco que ver; o más bien, tiene que ver como elemento de manipulación política de las masas.

En conclusión, un análisis “estructural” (para usar la terminología de Dieterich) nos dice que hoy no está planteada la cuestión nacional, o sea, una lucha por la liberación nacional en Venezuela. Por supuesto, siempre estará abierta la posibilidad de que la situación se modifique, y en ese respecto, habrá que cambiar el análisis y la orientación. Pero en tanto esto no ocurra, el centro del conflicto hoy está planteado por el reclamo masivo de libertades democráticas (burguesas, cómo no), elecciones libres, y por supuesto, contra el hambre y el desastre económico y social. El argumento nacionalista lo único que hace es ocultar este reclamo, y justificar políticamente la represión.


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