09.FEB.19 | Posta Porteña 1993

Venezuela hoy: ¿vale más un buen reformismo que una mala revolución?

Por Fernando Moyano

 

Una opinión personal

 Quiero un capitalismo que funcione, con burgueses como la gente Trazar dos líneas divisorias. Primero, entre la revolución y la contrarrevolución, entre Yenán y Sian... Segundo, dentro de las filas de la revolución es necesario hacer una clara distinción entre lo justo y lo erróneo, entre los éxitos y las deficiencias, y, además, poner en claro cuál de esos dos aspectos es el principal y cuál el secundario

Con la grave crisis política en Venezuela se han desatado muchas polémicas, cruzadas o separadas, y diálogos de sordos. La decadencia del proyecto chavista y las tensiones crecientes son motivo de discusión acerca de las causas últimas, las condiciones, y las opciones posibles

Sin duda reconocerán en la primera cita a nuestro ex presidente Pepe Mujica, eso fue en un reportaje en Caras y Caretas enero 2004 pero hay muchos casos en que manifestó ideas similares, y no es el único. Y nos hace acordar a estas palabras de Lenin al comienzo del ¿Qué hacer?: "Marchamos en grupo compacto, asidos con fuerza de las manos, por un camino abrupto e intrincado. Estamos rodeados de enemigos por todas partes... Y de pronto, algunos de los nuestros empiezan a gritar: '¡vamos a esa charca!'". Tampoco es el único, Mujica, con propuestas de ir a la charca.

En la segunda cita, en que lo de "Yenán y Sian" da una pista de su autor (en Sian había un gobierno reaccionario, y una zona librada de China tenía su capital en Yenán), sería una aproximación grosera, con salvedades, a mi forma de pensar en este tema. No es que el proceso bolivariano haya sido una revolución, y explicaremos por qué no la consideramos tal, pero en tanto amplios sectores de las masas así lo ven, debemos plantear las cosas sin confundir "Yenán" con "Sian", sin confundir siquiera una falsa revolución, con la reacción descarada. Porque estamos ante una ofensiva descarada de la reacción, y dentro de las filas de los que de una forma u otra han querido hacer una revolución, hay que distinguir lo justo de lo erróneo, a partir de lo que los hechos muestran.

Lo que quiero discutir aquí son algunas de las opiniones vertidas en círculos de izquierda. Hay un bando chavista y un bando no chavista, que a su vez tienen diferencias internas. Entre los chavistas los hay críticos, con muchos matices además. Entre los no chavistas también hay diferencias, y hablo de los que son, de una forma u otra, de izquierda, la derecha es aparte, es la reacción descarada. De lo que quiero hablar ahora es de la izquierda que confunde esas dos líneas divisorias y por criticar los errores en "Yenán" se pasa para "Sian". Para que se entienda, voy dar mi propia posición.

No soy chavista y nunca lo fui, nunca estuve de acuerdo con el proyecto bolivariano, ni siquiera en forma crítica. Pero, a diferencia de otros, tampoco estoy de acuerdo con buscar hoy el derrocamiento del gobierno de Maduro

Estoy en contra del gobierno de Maduro como también estoy en contra del gobierno del FA, y no estaría de acuerdo con ninguna medida, ni insurreccional, ni manifestaciones pacíficas en las calles, ni referéndum revocatorio (si esa posibilidad existiese en Uruguay), para sacar a este gobierno. Y no es porque habrá elecciones, que tan "libres" no las considero con esta legislación lamentable de la financiación de partidos, con el impedimento del voto en el exterior, y en el "interior" de las cárceles, etc. Sin irme por las ramas, ese ejemplo es solamente para explicar que es posible, como lo comprende cualquiera, estar en contra de un gobierno y al mismo tiempo rechazar las medidas políticas por las que se lo quiere tirar abajo, depende de la situación concreta. Y esa es mi postura sobre el gobierno de Venezuela.

Tenemos acá dos problemas diferentes, relacionados pero diferentes. Uno es la caracterización general del proceso bolivariano y las conclusiones generales que saquemos de esa experiencia, porque si no sacamos conclusiones estaremos dando vuelta siempre a la noria. Y otro es el posicionamiento concreto que tengamos en esa situación objetiva. Es el problema que plantea Claudio Katz en un reciente artículo, Venezuela define el futuro de toda la región, cuando pregunta: ¿Compromiso o neutralismo?

Voy a referirme aquí a las opiniones volcadas en la página del marxista argentino Rolando Astarita, por ese autor y más claramente por lo que dicen algunos comentaristas de su Blog, y a las discusiones suscitadas. Astarita tiene una sólida formación marxista, es un estudioso y merece el mayor de los respetos, hace un trabajo sistemático de investigación que no puede ser ignorado, pese a algunos desplantes suyos al discutir

Coincido además con muchas de sus opiniones. No está afiliado ahora a ninguna de las corrientes del trotskismo pero viene de esa vertiente; también es ese el caso muchos de los comentaristas en su Blog (aclaro por si acaso que yo no, y tampoco soy maoísta, simplemente he tomado una frase). Los argumentos que allí se dan para propender hoy a la caída del gobierno de Maduro, se dan usando ideas tomadas de la cultura marxista.

POR ESO, porque son ellos los que en general piensan parecido a mí, y porque en este caso PIENSO MUY DIFERENTE, es que voy a ocuparme de eso. Estas son las tres entradas más recientes en el Blog de Astarita en que aborda el tema, del 26 y 30 de enero y 1 de febrero respectivamente. Los comentarios, varias decenas en cada nota, pueden verse abajo de ellas. Dentro de éstos hay alguno mío, y la respuesta de Astarita.

El FIT y Venezuela, La declaración del FIT sobre Venezuela,

La izquierda ante la “masacre por goteo”

Los títulos se deben a que la discusión empezó por el costado, por un cuestionamiento de Astarita a una declaración del FIT, un frente de tres partidos trotskistas argentinos. Ese tema lateral no me interesa para nada, porque se trata de mirar al mundo con la perspectiva más amplia posible, y no desde la ventana del conventillo.

Para poner un ejemplo de lo que considero posiciones inaceptables, voy a transcribir uno de los comentarios en el blog de Astarita de uno de los lectores que, en esa división de aguas que se produce, se pone del lado de Astarita y dice las cosas de una forma en que él no llega a decirlo:

"El programa marxista en Venezuela debe ser de súper mínima. Esas mínimas no se van a conseguir con el chavismo, y a excepción de una suba del precio del petróleo, no hay forma de que puedan normalizar la inversión. Por eso una restauración burguesa, si bien acompañada de ajustes y represión, encauzaría la situación hacia una república burguesa común como el resto de América latina. Si se recompone la inversión, aún con ajuste y todo, mejoraría la situación económica de la clase obrera"

Eso es lo que llamo "vamos a la charca". La idea es que no puede haber en Venezuela una salida revolucionaria, y lo mejor es que la burguesía se haga cargo, para beneficio de los trabajadores. ¡Ni neutralismo siquiera! Eso es lo que tradicionalmente, en las viejas discusiones marxistas, se llamó "liquidacionismo"

Comencemos por la caracterización general:

·   El chavismo o proceso bolivariano no fue una revolución socialista. Fue un intento, como otros, de escapar al dominio imperialista por una vía de capitalismo nacional, o sea manteniendo la estructura capitalista en sus bases fundamentales, y tratando de reorientar el plusvalor y la renta petrolera. Reorientarlos, pero no modificar las relaciones de producción pos las cuales se generan, ni las formas de propiedad.

·   La forma que esto tomó, como otras veces en Amèrica Latina, fue la del populismo. En nuestro análisis, el de los marxistas latinoamericanos, el populismo es un desborde de masas populares que rompe los límites de la "democracia" liberal oligárquica, generalmente con formas caudillescas En el caso del chavismo, además de una presión del movimiento de masas que lo corrió hacia la izquierda, hubo dos particularidades que lo distinguen de los viejos populismos:

o   No fue "antidemocrático" sino por el contrario, de profundización democrática, con una enorme mayoría popular de respaldo en las elecciones, reforma constitucional que amplió esas formas democráticas e introdujo nuevas garantías, y participación de amplios movimientos de base popular.

o   No fue anti-socialista como lo fueron los casos de Vargas o Perón. Chávez no solamente no fue anti-socialista sino que al poco tiempo adoptó expresamente el discurso del "Socialismo del Siglo XXI", con lo cual de alguna forma, además, quería distinguirse en forma crítica -no lo dijo expresamente pero era evidente- del estalinismo.

·    El propulismo de Chávez fue redistributivo (de tipo socialdemócrata, dentro del capitalismo) construyendo una especie de "Estado de Bienestar" pero no completamente por arriba como es la forma típica de los estados burgueses sino también en forma participativa. O sea, socialdemocracia de izquierda, de lo mejorcito.

·   Sin embargo -y esto es fundamental- el chavismo no tocó las bases de la dependencia y el modelo extactivista. Los casos de Estado de Bienestar en Europa en la segunda post-guerra, mucho más a la derecha que Chávez, fueron posibles por los recursos extraídos del Tercer Mundo. En Venezuela lo fue por la alta renta petrolera en condiciones coyunturales de excepción. Por eso hemos usado en una nota previa la expresión "coloso con pies de barro".

Para la sustentación de su régimen Chávez nunca rompió con la burocracia militar, que siempre fue un componente fuerte del Estado venezolano. Aunque la apoyatura militar nunca tuvo el carácter que tiene ahora

A partir de estos elementos queda claro que el brete en el que está metido hoy el proceso bolivariano tiene, como no podía ser de otra manera, un factor externo que es la agresión imperialista, pero tampoco se puede ignorar su causa interna, que es el desarrollo de las contradicciones que vienen con su propia naturaleza de proceso no revolucionario.

¿Qué queremos decir con proceso no revolucionario? (Y quede claro que no decimos contra-revolucionario). Proceso que no asume la necesidad de la transformación de LAS BASES ECONÓMICO-SOCIALES de los problemas: la dependencia del capitalismo mundial como proveedor de combustibles fósiles, la propiedad capitalista y la gestión capitalista de ese recurso, el carácter dependiente exportador de materias primas e importador de la inmensa mayoría de las necesidades, la dependencia financiera y la deuda externa, la falta de desarrollo industrial propio, la falta de autonomía alimentaria, de autonomía tecnológica, la propiedad privada capitalista de las cadenas comerciales internas, de los medios de comunicación, etc.

Vamos a citar, en una entrevista, a un "chavista prófugo" un funcionario que estuvo al mando de PDVSA, Rafael Ramírez, y que hoy está oculto no se sabe dónde acusado de desfalco, y que dice ser portavoz del chavismo original.

- La oposición critica lo que hizo Chávez con el petróleo. Es una discusión sobre el modelo. Yo creo que el presidente hizo bien utilizando el boom de los precios para recuperar la situación económica y social de nuestro pueblo. Es una política social. Una gente no está de acuerdo, otra sí. Yo estoy de acuerdo. Eso le dio al país sostenibilidad por lo menos por diez años. PDVSA se echó el país a sus hombros. [Y la pregunta que sigue, que es absolutamente clave, la esquiva] -  En los años de bonanza se entregó mucho dinero a la población, ¿pero se utilizó de verdad para generar reformas estructurales para que cuando volviera la crisis la gente estuviera mejor preparada? - Esa es la gran pregunta y el gran reto del país: cómo superar el rentismo petrolero. Me consta que se hicieron intentos, pero es que la situación que recibió Chávez era de devastación del Estado. [Y pasa a otra cosa]

Aquí hay dos temas. Uno es el hecho evidente de que sin romper con la dependencia estructural no hay "revolución" que valga. El otro es la derivación de la renta petrolera hacia el sostén del Estado de Bienestar, cosa que es lo que la derecha critica. 

Y es obvio que estamos A FAVOR de esa política social de Chávez, y si la renta petrolera hubiese sido solamente aplicada a eso, sería una cosa. Pero es evidente que no, que la mayor parte se ha ido en el robo, la corrupción, los privilegios escandalosos incluyendo los privilegios militares, la ineficiencia, el despilfarro, la generación y el desarrollo de la boliburguesía. Ese uso del dinero derivado del petróleo para "aceitar" el motor del poder, es lo que los cubanos han llamado "sociolismo", el "socialismo" de los socios. De esta manera el chavismo a resultado ser el "Sociolismo del Siglo XXI"

Vemos que la misma solución se aplica en el plano general, ir por la fácil y mantener la dependencia para recurrir a la renta petrolera sin un cambio de fondo, y en el plano particular, usar esa renta petrolera para obtener apoyos al poder. Distributivo, pero distributivo desigual. Y esto, en términos objetivos, terminó significando:

Pan para hoy, hambre para mañana

Y hoy vemos los resultados. Parafraseando a Blanca, para el hambre mañana es ahora. Por eso tenemos que ver en forma crítica el proceso general del chavismo, y no solamente el último tramo de Maduro.

En uno de sus artículos humorísticos decía Mario Benedetti que no le gustaba que le dijesen "galán maduro" porque cuando se es maduro sólo queda empezar a pudrirse. Las cosas en la vida, la naturaleza, la historia, los procesos sociales y la lucha política tienen  su punto de maduración. El punto de maduración debe ser aprovechado, los cambios radicales deben ser encarados cuando hay mejores condiciones para soportar los traumas inevitables, y no por miedo u oportunismo dejar que la fruta se pudra y que pase a ser incomestible.

Hoy, el chavismo es irrecuperable, o, para decirlo de otra forma, se pasó de maduro. Emperrarse en comer la fruta podrida, más que prohibida, no es saludable. Pero el problema no termina ahí. 

Nuestro encare como revolucionarios debe ser IR POR LA SEMILLA.

El chavismo ha dejado semillas. No sabemos qué tantas ni hasta qué punto están desprendidas, ni tenemos un mapa detallado. Y no les vamos a decir a los venezolanos lo que tienen que hacer. Pero hay una cosa que está clara:

No por rechazar la fruta podrida hay que dejar que la semilla sea pasto de los gusanos

Rechazar a Maduro no quiere decir hacer tabla rasa y ponerle un signo de equivalencia con Guaido, ni pararse por fuera del conflicto, ni menos rechazar el chavismo al barrer sin tener en cuenta sus contradicciones internas y la lucha que allí se desarrolla. Ni mucho menos venir con la propuesta bersteniana de cambiar la mala revolución por el buen reformismo, llamar a la clase trabajadora a que se someta al dominio burgués que traería al menos un poquito de "mejora". Eso es ponerse del lado de los gusanos.

Los argumentos son vergonzosos, y qué sentido tiene burlarse de la estrechez mental de los estalinistas o los nac&pop, como los llama Astarita, ¡si lo que se propone como alternativa es volver a las promesas "democráticas" de la burguesía! Un poco de retrospectiva histórica diría que el chavismo apareció como alternativa precisamente por lo que objetivamente ha sido la democracia liberal, el desarrollismo burgués, y tutti quanti

Tenemos acá, no por invento de nadie sino porque es la realidad, dos campos enfrentados. NO ES CIERTO que frente a una reacción unificada Maduro-Guaido se alce una fuerza revolucionaria pronta para el combate. El campo popular tiene serias contradicciones internas sin resolver, no es un campo solamente de fuerzas revolucionarias, y ni siquiera está claro totalmente para la gente que tiene al frente unos "revolucionarios" de circo. Gran parte de la responsabilidad en esto la tiene el llamado chavismo crítico, que nunca llevó sus críticas a fondo, o tal vez haya equivocado su forma de presentarlas. Por esa razón, las fuerzas dentro del campo popular no se han terminado de cernir.

Pero no porque ese campo popular no sea revolucionario, no porque esté comandado por corruptos y oportunistas, no porque se apoye en una casta militar bonapartista, tampoco porque esté llevando al país a la ruina se justifica cruzar la línea divisoria entre "Yenán y Sian".

Pero en la otra línea divisoria sí que tenemos un problema. Lo erróneo es ahí claramente lo principal, y lo correcto cuesta verlo. Y otro tema es la represión contra toda disidencia que lleva adelante Maduro, son más los sindicalistas presos que los opositores de derecha

¡Pero situaciones así no son novedad!

Pongamos un ejemplo, una huelga de los trabajadores contra la patronal con un sindicato burocrático que tiene una dirección que quiere entregar la lucha, de esas direcciones que van a las asambleas con sus propios patovicas, algún caso hemos conocido. ¿Nos ponemos del lado de la patronal para que ponga orden y haga respetar las leyes de libertad sindical?

Para terminar, quiero referirme a un argumento de Astarita. Antes, terminado esta nota aparece una nueva de Astarita, Venezuela y el argumento nacionalista, con el que, aunque no tiene nada que ver con esto porque yo NO SOY NACIONALISTA ni he usado argumentos nacionalistas, tiene un abordaje también inaceptable.

"... no están dadas las condiciones, políticas y sociales, internas e internacionales, para que Washington pueda transformar a Venezuela en una colonia. Por lo cual el “antiimperialismo” es una excusa... la demanda de liberación nacional solo se puede referir al derecho (formal) a la autodeterminación... situación que era muy común en el Tercer Mundo en la época en que Lenin escribía su famoso folleto sobre el imperialismo, pero que hoy casi no existe".

Ya hablar en otro moemento de Irak, Libia, Siria, y de quién se quedó mentalmente anclado en el tiempo de Lenin, pero ahora prefiero terminar lo que empecé. veamos un argumento suyo sobre el tema al que estábamos refiriéndonos, o sea las alternativas de hoy para el marxismo revolucionario en Venezuela

"...un partido marxista no se genera de la noche a la mañana. La crisis del socialismo (y la ausencia de un partido marxista con arraigo, en un país en que supuestamente se estaba construyendo el socialismo, es una expresión de esa crisis) no se supera con alguna maniobra táctica del tipo llamemos a formar soviets y tomar las armas”

Primero sobre las armas, que no es lo que estamos proponiendo. Si se produce una invasión (y soy de los que no cree que sea lo más probable) habrá que tomar las armas, y habrá que decirle a los chavistas: Estaremos en la misma trinchera (pero no me caguen a balazos en la trinchera, porque en ese caso no será mi responsabilidad lo que pase).

Es decir, hay que establecer una demanda muy clara al gobierno de Maduro, de algunos puntos elementales: cese de la represión, respeto de los derechos de los organismos comunitarios, plan de emergencia de abasto a la población con control popular desde abajo etc etc etc, no soy yo quien puede decirles a los venezolanos los pasos a dar. Pero pienso que es necesario plantear una plataforma de EXIGENCIAS a Maduro. Y a Guaido, el rechazo total. No puede haber ni neutralismo ni equivalencia, y mucho menos esas posiciones que cruzan la línea divisoria.

"... no se genera de la noche a la mañana." Ese argumento me hace acordar la anécdota del coronel francés en tiempos coloniales destinado a un lugar desértico en Àfrica, se le ocurrió que debía elaborarse un plan para plantar árboles y le dijeron que los expertos decían que sería imposible, en esa tierra lograr algo así llevaría unos cien años.

Astarita es una persona inteligente, y su argumento es inteligente. No se crea un partido revolucionario de la noche a la mañana, ni se logra un arraigo y respeto entre las masas, ni se crean soviets ni milicias revolucionarias, de esa forma. Se necesita un trabajo paciente de años, un trabajo en el que hay que decantar las experiencias vividas, sacar conclusiones y que esas conclusiones sean comprendidas por las masas a partir de su propia experiencia. Y entonces, como el coronel francés de la anécdota...

¡Por eso mismo no se puede esperar ni un día!

 Mas posiciones del autor de esta nota en https://n0estandificil.blogspot.com


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