17.FEB.19 | Posta Porteña 1994

Sobre la Revolución y Contrarrevolución en la Región Española (II)

Por Barbaria

 

En esta segunda entrega abordamos los antecedentes internacionales previos a los años 30, enmarcando y relacionando todo el proceso con la revolución y contrarrevolución mundial a principios de siglo.

Barbaria 8/02/19

La oleada revolucionaria mundial

 

La primera oleada revolucionaria y su posterior derrota a partir de los años 20, así como el trabajo contrarrevolucionario desarrollado a partir de la misma por parte de partidos “comunistas” bolchevizados, socialistas y sindicatos, son elementos fundamentales para entender que revolución y contrarrevolución son siempre mundiales, al igual que sus protagonistas. Es el carácter mundial del capitalismo lo que produce al proletariado como clase mundial sin interés alguno en cuestiones nacionales o sectoriales. Así, su acción contra el capital siempre contiene los intereses del proletariado en todas partes del mundo. Esto explica que sea posible la rapidísima extensión de insurrecciones proletarias en todo el mundo a partir de 1917, como contaremos más abajo. Es por eso que la revolución comunista solo puede ser mundial: o se expande o muere. Si la revolución comunista solo puede ser mundial, su protagonista debe organizarse a nivel mundial también. El internacionalismo es la piedra angular de la revolución.

La I Guerra Mundial fue una carnicería del proletariado en defensa de las diferentes burguesías nacionales enfrentadas. Esta guerra también supondrá para el proletariado un ejemplo viviente del antagonismo de clase. La burguesía no estaba muriendo en las trincheras como ratas o trabajando a destajo para fabricar armas que asesinarán a sus hermanos de clase. Ya en 1915 estalló una huelga salvaje –contraria a la opinión del sindicato– en el valle de Clyde (UK) que fue seguida por los trabajadores de los astilleros y de las fábricas de armamento de Liverpool. En Alemania en 1916 los espartaquistas organizan una marcha con los lemas «Abajo la guerra» y «Abajo el gobierno» y en abril de 1917 una ola de huelgas se desató por toda Alemania, llegando a tener tintes insurreccionales en Leipzig. Pero algo central es que el proletariado cuando se constituye en clase no conoce más patria que la clase. El primero de mayo en las trincheras de la frontera oriental ondean banderas rojas en ambos lados. Un panfleto alemán que recorre las trincheras dice:

Nuestros heroicos hermanos de Rusia han echado abajo el maldito yugo de los carniceros de su país […]. Vuestra felicidad, vuestro progreso, depende de que seáis capaces de seguir y llevar más lejos el ejemplo de vuestros hermanos rusos… Una revolución victoriosa no precisa de tantos sacrificios como los que exige cada día de salvaje guerra.

Ese mismo día en Francia en un mitin se proclama: «La revolución rusa es la señal para la revolución universal». Mientras, en el frente se forman consejos ilegales de soldados y se recauda dinero para ayudar a las huelgas de la retaguardia.

A partir de octubre de 1917 en los lugares más próximos a Rusia el contagio es inmediato. En Finlandia los obreros en armas ocupan los edificios públicos en Helsinki y el sur del país. En Rumanía una rebelión en la flota del mar negro obliga a la firma de un armisticio con las potencias centrales y en Viena, tras conocerse las condiciones de paz que se quería imponer a Rusia y con el temor de que la guerra se alargase, estalló una ola de huelgas que se extendió por todo el Imperio. En Budapest la huelga se extendió bajo los lemas « ¡Vivan los obreros rusos!», « ¡Abajo la guerra!». Y solo por la llamada al orden de los socialistas se aplacarán las huelgas. También en Alemania estallan las huelgas y en las minas polacas se forman los primeros consejos obreros. En Francia una ola de huelgas en mayo culmina con los trabajadores controlando la región del Loira durante 10 días. Después del verano la burguesía, consciente de que no puede mantener la paz social lo suficiente para continuar la guerra y siendo consciente de las consecuencias que tendrá la decisión del gobierno provisional ruso de continuarla,  firmará el armisticio. En Hungría hay revueltas campesinas y contra el envío de los regimientos más revolucionarios de Budapest, además de manifestaciones y huelgas masivas en Austria que acabarán con la retirada del Imperio de la guerra el 4 de noviembre. En Kiel los marineros alemanes se insubordinan y junto con los obreros de la ciudad forman un consejo obrero; el movimiento se extiende hasta que la insurrección llega a Berlín el 9 de noviembre. Dos días más tarde se declara el fin de la Gran Guerra. La burguesía solo aparece como una clase unida en períodos de guerra de clases.

En 1919 la burguesía, siempre consciente del estado de la lucha de clases, dijo por boca del primer ministro británico: Toda Europa está invadida por el espíritu de la revolución. Hay un sentimiento profundo, no ya de descontento sino de furia y revuelta, entre los obreros contra las condiciones existentes […]. Todo el orden político, social y económico está siendo puesto en tela de juicio por las masas de la población de un extremo a otro de Europa.

La pacífica y neutral Suiza no se quedó fuera del influjo revolucionario en todo el mundo y el 13 de noviembre, solo dos días después del final de la guerra, es declarada una huelga general que sindicatos y socialdemócratas ordenan parar con el pretexto de proteger a los obreros de la represión, lo que causa justo lo opuesto. La desorientación que genera dio lugar a una terrible represión. La pacífica burguesía suiza mostró su auténtica cara y no dudó en organizar una guardia contrarrevolucionaria e instaurar la pena de muerte contra los “subversivos”

Mientras en Austria se proclama la república, el proletariado austriaco llama a imponer la dictadura del proletariado. Los socialistas que gobernarían en Austria, en su incansable tarea contrarrevolucionaria, declararán que no hay necesidad, puesto que el partido obrero es el que gobierna.

En Alemania la tregua traída por la sensación de triunfo tras el fin de la guerra dio tiempo para que la contrarrevolución, a través de los perros del SPD y los sindicatos y el Alto Mando militar, se organizaran coordinadamente. Para provocar al proletariado, el gobierno destituyó al prefecto de policía que contaba con el favor de los trabajadores. Como consecuencia el 6 de enero medio millón de proletarios salieron a la calle. Al día siguiente el socialista Noske, al mando de los Freikorps, dejó un reguero de sangre en las calles de Berlín y el 15 de enero Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, dirigentes del recién creado partido comunista alemán, son asesinados.

Como respuesta a lo ocurrido en Berlín, los obreros de Bremen asaltan las sedes de los sindicatos y se reparten las cajas entre los parados, pero al no estar coordinados el gobierno puede ir reprimiendo de una en una las insurrecciones con más facilidad. En marzo la represión cayó otra vez sobre Berlín con 1.200 proletarios asesinados, junto con los trabajadores de Mansfeld, Leizpig y la República de los Consejos de Magdeburgo. Un mes más tarde los trabajadores proclaman en Múnich la República de los Consejos de Baviera e incluso son capaces de derrotar al primer ejército enviado por el gobierno, pero el aislamiento y la incapacidad de una clase obrera exhausta fueron la causa de la derrota en mayo. Entre las tropas que van a reprimir a los trabajadores en Múnich estarían Himmler o Rudolf Hess entre otros.

En marzo los consejos obreros tomaron el poder en Hungría, lo que fue seguido de un bloque económico por las democracias occidentales y la intervención militar de tropas rumanas y checas. Pero en mayo en una demostración de internacionalismo obrero húngaros, austriacos, polacos, rusos e incluso rumanos y checos logran romper el bloqueo. Nacerá también una breve dictadura soviética en la región eslovaca en la primavera de 1919, aunque el 1 de agosto las tropas rumanas toman Budapest e instauran un gobierno sindical, terminando con los consejos obreros. Los sindicatos entregaron el poder al almirante Horty, que desató una terrible represión contra los trabajadores, asesinando a 8 mil proletarios. Por influencia de la revolución húngara, los trabajadores de la mina de Dombrowa (Polonia) tomaron el control de la región y formaron una guardia obrera para defenderse de la represión del socialista Pilduski. Con la caída de los consejos húngaros, el proletariado polaco también fue vencido.

No solo en los países “humillados” por la derrota el proletariado hace temblar los cimientos del mundo. En Estados Unidos en 1919 los trabajadores forman la Comuna de Seattle a raíz de una huelga en los astilleros que se extendió a toda la ciudad. A través de consejos y un comité de huelga, los trabajadores controlaron el abastecimiento y la defensa contra las tropas del gobierno. Los trabajadores de Seattle, aislados, vuelven al trabajo un mes más tarde.

También aquellos países que no participaron en la guerra fueron sacudidos por la oleada. En Buenos Aires una huelga general y 5 días de disturbios acaban con los barrios obreros bombardeados que causa la muerte de 3 mil proletarios. En Río de Janeiro a finales de 1918 se proclamó en las favelas una República obrera que acaba cediendo al estado de sitio. También en Sudáfrica donde la hermandad proletaria superó a la racial: «La clase obrera de África del sur no podrá lograr su liberación hasta que no supere en sus filas los prejuicios raciales y la hostilidad a los obreros de otro color».

En marzo de 1919 la huelga de tranvías se extiende por todo Johannesburgo, produciéndose asambleas masivas y mítines en apoyo a la revolución rusa. En 1922 estalló la Revuelta Roja del Transvaal (Sudáfrica) contra la sustitución de obreros blancos por negros y cobrando menos salario, en la que participaron proletarios de ambas razas y que se extendió a otros sectores hasta tomar formas insurreccionales.

Desde finales de 1919 la oleada revolucionaria entró en su fase de decadencia; en Alemania se convoca una huelga general contra el intento de golpe de estado de Kapp en favor de la facción democrática de la burguesía. Pero los trabajadores de la región del Rhur se niegan a apoyar a los mismos que llevan asesinando al proletariado alemán durante años y se arman formando el Ejército Rojo del Rhur y en algunas ciudades detienen a líderes socialistas y sindicales.

En Inglaterra estalla en septiembre una combativa huelga general ferroviaria, pero los sindicatos impedirán que se extienda a los trabajadores del transporte y de las eléctricas. Lo mismo ocurre cuando los mineros quieren expresar su solidaridad con los huelguistas. Desde el sindicato se justificaron con asqueroso pragmatismo.

¿Para qué la aventura arriesgada de una huelga general, si tenemos a nuestro alcance un medio más simple, menos costoso, y sin duda menos peligroso? Debemos mostrar a los trabajadores que el mejor camino es usar inteligentemente el poder que ofrece la constitución más democrática del mundo y que los permite obtener todo lo que desean.

Lo que la constitución más democrática del mundo les ofreció fue un millón de despidos.

En Italia frente a las luchas del 17 al 19 contra la masacre imperialista y en solidaridad con la revolución rusa, en el verano de 1920 se desató el movimiento de ocupación de fábricas que encerraron al proletariado en el control obrero de la producción en vez de lanzarse al enfrentamiento contra el Estado. Los síntomas de la derrota ya son obvios. En Alemania, frente al mismo proletariado que había luchado en 1918 y 1919, ante la invasión franco-belga del territorio del Rhur en 1923, el KPD alzó la bandera nacional-bolchevique, siguiendo las directrices contrarrevolucionarias de Radek en nombre de la mayoría de la Internacional “Comunista”: del posicionamiento de clase a defender a la burguesía nacional frente a la extranjera. Algo similar ocurrirá en Polonia en 1926 donde el proletariado actuó como carne de cañón de la fracción progresista de Pilduski –el mismo frente al que los obreros de la mina de Dombrowa se armaron para defenderse de la represión de su gobierno– frente a la fracción filofascista del gobierno.

En China el proletariado fue víctima de la política contrarrevolucionaria de la I “C” de apoyar a los movimientos de liberación nacional, política que le llevó a apoyar a la burguesía nacionalista del Kuomintang. En febrero y marzo de 1927 los obreros de Shanghái allanan el terreno por medio de insurrecciones para la entrada en la ciudad del general Chang Kai-chek. Inmediatamente después de tomar la ciudad, decretó la prohibición de realizar huelgas. La respuesta de los obreros fue una huelga general que el libertador reprimió brutalmente. No contenta con esto, la I “C” encabezada por Stalin llamó a apoyar al ala izquierda del Kuomintang, la misma que no dudó en fusilar obreros que con sus huelgas impedían el desarrollo de los intereses comerciales extranjeros. Una vez que el proletariado había sido derrotado el partido comunista decide que es el momento de pasar a la insurrección. La Comuna de Cantón acabó con 2 mil obreros asesinados en diciembre de 1927.

Por tanto, antes de comenzar a hablar de la situación específica del proletariado en España, es importante subrayar ?como decíamos al principio? que las luchas en esta región se dan en un contexto de derrota y agotamiento mundial de este enorme intento de nuestra clase de asaltar la dictadura del capital, lo cual será decisivo para entender las virtudes y sobre todo los límites de todo el proceso.

El proletariado en la región española antes de los años 30

La situación del proletariado en España va a venir marcada principalmente por dos factores que están encadenados de forma inevitable, uno es la lucha contra las condiciones de miseria y explotación inhumanas impuestas por la burguesía y el otro, las respuestas violentas contra la guerra.

La negativa de los proletarios a convertirse en carne de cañón va a ser muy importante en este periodo. Ya en el siglo XIX, la burguesía española intentaba recuperar de forma patética la pérdida de poder internacional y la pérdida de sus distintas colonias con campañas destinadas al fracaso. Se suceden así las llamadas guerras de África a mediados de siglo, las campañas en México, Perú (entre otras) o más tarde las campañas de Melilla. A todas estas aventuras de la burguesía eran enviadas de forma suicida oleadas de trabajadores pobres. La población con mayor nivel adquisitivo podía evitar ir a estas campañas pagando directamente o incluso comprando a su sustituto. Estos hechos harían parte de la radicalización de los que lograban volver con vida y serán fundamentales en la organización del proletariado en esta época.

Ya en el siglo XX se continúa con la dinámica: las luchas coloniales a nivel mundial provocan el intento de la burguesía española por tomar el territorio del Rif en la zona norte de Marruecos, que era una de las pocas zonas de África aún no colonizadas. Nace así la llamada Guerra de Marruecos (en realidad mal llamada, ya que ni se libró contra todo el territorio de Marruecos, ni siquiera Marruecos existía como nación) que se convertiría en un conflicto larguísimo y sangriento que duraría hasta 1927.

Como decíamos este sería el contexto donde surgen las revueltas más relevantes, aunque no solo. En 1909 se produce el llamado Desastre del Barranco del Lobo. En este conflicto las tropas españolas son aplastadas por los rifeños tras el intento de instalación de un ferrocarril en la zona. El gobierno español decide decretar el envío masivo de tropas para paliar la sangría que se estaba produciendo en la zona. El proletariado, cansado y cada vez más consciente de lo que esto suponía, responde con una revuelta por todo el país, produciéndose lo que la burguesía llamó «la Semana Trágica».

«La Semana Trágica», denominada así por la propia burguesía, fue como decíamos la respuesta proletaria tras el nuevo “llamamiento” a formar parte de la carnicería en el Rif. Los hechos se centraron sobre todo en Barcelona y Cataluña, aunque se produjeron altercados por todo el país. Durante estos siete días Barcelona fue paralizada; las huelgas, luchas callejeras y quema de conventos no pararon de sucederse. Prostitutas, niños y trabajadores de todo tipo protagonizaron los hechos que obligaron a la burguesía a emplearse a fondo con una dura y violenta represión de los militantes más destacados lo que ocasionó una oleada de solidaridad internacional y acabó con el puesto de Maura, por aquel entonces, presidente del gobierno.

La lucha y la organización continuaron, como cristalización de este proceso tiene lugar la fundación de CNT en 1910. Además de las luchas contra su propia burguesía, el proletariado ve impulsada su fuerza por la oleada internacional revolucionaria llevada a cabo por sus hermanos de clase por todo el mundo, las noticias de lo que estaba sucediendo en Rusia motivó el surgimiento de luchas como las huelga de Mayo y Agosto de 1917. Además, los proletarios discuten acerca del contenido mismo de la revolución en Rusia, se debatía sobre la dictadura del proletariado, y aunque surgieron muchas voces críticas contra los bolcheviques, a nivel general se terminaría aceptando el mantra leninista de la toma del estado como la auténtica dictadura del proletariado, afectando está falsificación a la propia CNT que asumió parte del programa bolchevique en su II congreso.

Los siguientes años la conflictividad viene marcada por el proletariado de campo, sobre todo en Andalucía y Extremadura, este periodo es conocido como el “trienio bolchevique” precisamente por la influencia que tuvo el levantamiento de los hermanos proletarios rusos, como decíamos.

Otro de los acontecimientos fundamentales de este periodo fue la huelga de la canadiense en 1919. Esta huelga originada por las protestas en una empresa eléctrica en Barcelona, se extendería por todo el territorio español y duraría 44 días. La dimensión de la lucha fue tal que el gobierno acabó decretando dos estados de guerra y unas 3000 personas acabaron llenando las cárceles. Estas jornadas son famosas por el “éxito” con el que concluyó par los trabajadores: las famosas 8 horas de trabajo reguladas, eso sí, por el estado. La CNT y figuras como las de Salvador Seguí saldrían reforzadas por ello. Pero lo cierto es que hubo posturas enfrentadas con las posiciones oficiales de los sindicatos, muchos compañeros protestaron sabiendo la amputación que suponía el reconocimiento legal (es decir, estatal) de sus luchas. De hecho estas medidas legales fueron otorgadas por el estado a condición de mantener a buen número de compañeros en las cárceles, lo que provoco que a los pocos días se volviese a convocar otra huelga general por los sectores más radicales. Pero el reconocimiento legal había amputado al movimiento que fue fácilmente reprimido por las fuerzas del estado. Los insultos y abucheos que había sufrido Salvador Seguí los días anteriores habían estado plenamente justificados.

Pero pese a todo, la agitación continuará los siguientes años. Es una época muy convulsa, son los años del pistolerismo patronal y el desarrollo del terrorismo revolucionario como respuesta a él. La afiliación de la CNT y otras organizaciones veía crecer su número de forma espectacular tras las luchas y ante la necesidad de defenderse a los ataques constantes a su bajo nivel de vida. Como respuesta a esto la burguesía crea el sindicato libre, un grupo de mercenarios pagados por el estado para asesinar a militantes obreros. La patronal empezaba a utilizar los “lockout”, es decir, cierres momentáneos de las empresas realizados por los propios patronos para impedir el acceso al salario a los trabajadores y provocar despidos. Se decretaba también la ley de fugas, medida por la cual se podía aludir a un falso intento de fuga de un preso para poder matarle de forma legal. Como decíamos, ante esta situación, los trabajadores empezaron a utilizar la acción directa y el terrorismo revolucionario como arma propia y si bien ya el uso del terrorismo ya tenía una cierta tradición entre el proletariado español (por ejemplo en el caso de Mateo Morral), en esta época empieza a llevarse a cabo de forma más masiva y estructurada y no de forma tan individual. Surgen así los grupos de acción como “los solidarios” (Durruti, Ascaso, etc.…) Los atentados por uno y otro lado dejan de sucederse llegando a contarse unos 800 aproximadamente, llegándose a asesinar al que había sido presidente del gobierno Eduardo Dato.

Estos episodios de violencia no tenían un origen separado, nacía de las propias necesidades de los obreros. Recordemos que la vida de los proletarios de las ciudades nada tiene que ver con la actual. Se hacía la vida juntos, la calle se consideraba una prolongación de la propia casa, eran constantes los encuentros en la propia calle o en los distintos locales para debatir. Se daba de forma espontánea algo que el capital y sus funcionarios no soportan: el apoyo mutuo entre iguales, la satisfacción comunitaria de necesidades humanas. Así las respuestas a los ataques no solo eran respondidas de forma solidaria y asociativa, sino que no necesitaban de mediaciones absurdas. Por tanto la violencia que el ejército delegaba en los mercenarios de la patronal no solo tiene por objetivo atacar a los revolucionarios más audaces – que también – sino además conseguir destruir este tejido comunitario y vecinal que lograba potenciar la lucha contra la explotación.

A todo esto, continuaba la guerra de Marruecos, un conflicto ya muy prolongado en el tiempo que no dejaba de generar desastre tras desastre en la zona del Rif. Así en 1921 se produce “el desastre de Annual”. Las tropas del Rif aplastan de nuevo a las españolas produciéndose una auténtica masacre con unas 3000 víctimas. El conflicto resultaba tan absurdo como grotescamente violento para los combatientes en la zona. Si durante la I Guerra Mundial se había visto el poder que tiene la confraternización de las tropas contra todas las burguesías, en la guerra de Marruecos queda claro su contrario: la identificación con esta o aquella burguesía lleva a los combatientes a realizar auténticas atrocidades incluso a sus hermanos de clase.

Así que entre las pérdidas constantes en la guerra y la situación social tan agitada, la estabilidad del gobierno era nula. De esta forma se produce el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera en colaboración con el rey Alfonso XIII en 1923. Primo de Rivera decide poner fin a la guerra con ayuda de la burguesía francesa en 1925 (desembarco de Alhucemas) lo cual también desata una serie de protestas internacionalistas como la producida en Francia en las que participan los surrealistas. Si algo había servido esta guerra era para la formación de generales como Franco, Mola etc. que sacarían lecciones fundamentales para derrotar al proletariado en los siguientes años.

Aun así la situación seguía agravándose para la burguesía que se veía incapaz de frenar la situación social, miles de militantes salían y entraban constantemente de las cárceles ,algunos como Durruti, Ascaso o García Oliver se veían obligados a exiliarse en América. Primo de Rivera y Alfonso XIII se verían obligados a huir del País. La salida de la burguesía vuelve a ser proponer un cambio de gobierno y de forma mágica todo el mundo era republicano de repente. Ejemplo emblemático de esto es la figura de Largo Caballero, el conocido como “Lenin español” (un apodo ridículo para un hombre ridículo) que había formado gobierno con Primo de Rivera pasó a formar parte del “comité republicano” llegando a ser ministro de trabajo en la II república en los años siguientes, llegando a ser una de sus principales figuras.

En general, vemos como está época está marcada por una búsqueda creciente de autonomía del proletariado como fuerza social. Las luchas por las condiciones de vida y en contra de la guerra hacen que se vayan formando organizaciones propias y minorías de revolucionarios que expresan esa fuerza que será fundamental para los sucesos de los años 30 que ayudarán a desarrollar el enorme proceso de lucha de los años 30, pesé a todos los límites que esas organizaciones pudiesen tener. Con todo, sí que se puede hablar de un “desfase” en las luchas si tenemos en cuenta la situación internacional y la oleada revolucionaria que había tenido lugar por todo el mundo. Ahora bien, si hablamos de “atraso” o “desfase” es en sentido y no en otro. A menudo se alude al proletariado español en esta época como si todavía viviese en la edad media o bajo un régimen feudal, que estaría luchando por la modernización para llevar a cabo las tareas democrático-burguesas. Esto no deja de ser la visión contrarrevolucionaria de la socialdemocracia. El proletariado en España no había sufrido el “corte” histórico que había supuesto la contrarrevolución mundial durante los años 20 – comentado más arriba – y que exterminó el movimiento revolucionario, reduciendo enormemente el gigantesco asociacionismo obrero a pequeñas minorías perseguidas y marginadas.

Por otro lado, todas las medidas que toma la burguesía y la contrarrevolución tienen como objetivo último aplastar esta fuerza creciente del proletariado: las organizaciones patronales, la fundación de partidos estalinistas, los encarcelamientos masivos, el envío de tropas a la guerra… pero no solo las medidas abiertamente represivas, también las pequeñas concesiones de “libertades” forman parte inseparable de las medidas burguesas para acabar con el movimiento revolucionario. La proclamación de la república en los años siguientes tiene precisamente este objetivo: dar un aire de modernización y de falsa libertad para neutralizar al proletariado.

Primera parte:

http://www.postaportenia.com.ar/notas/10084/sobre-la-revoluci%C3%B3n-y-contrarrevoluci%C3%B3n-en-la-regi%C3%B3n-espa%C3%B1ola-i/


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