05.MAR.19 | Posta Porteña 1998

Feminismo Sociedad Anónima

Por Verónica Jerusalinsky

 

Por Verónica Jerusalinsky

Lic. en Historia (UNC). Doctorando en UNAM-Mx. Marzo 05  2019

La mayor parte de mi vida me consideré  feminista.

Mucho antes de que sea una moda.

Mucho antes de que Clarín, La Nación y otros tantos medios paradigmáticos de la burguesía le dieran prensa al feminismo.

Ya no.

Crecí, como muchas otras mujeres, convencida de que teníamos que pelear más duro por lo mismo que a los varones se les ofrecía con facilidad: Un trabajo bien remunerado, un espacio para comunicar sus ideas, el liderazgo de los movimientos sociales, incluso en su expresión más pequeña, que son las juventudes o ramas estudiantiles.

En la actualidad entiendo que las injusticias de este sistema no discriminan por sexo.

Nunca me acosaron. Nunca me abusaron. Nunca me violaron.

No me atrevo a decir que “porque no lo permití”, porque sigo pensando que esas atrocidades son pura y exclusiva responsabilidad de quienes las perpetran.

Sí pequé de ver a los hombres, en su conjunto, como partícipes necesarios de que a las mujeres nos vaya mal.

Y fue un error. Uno grande.

En la misma línea que todos los atajos intelectuales que una toma para hacerse una visión más sencilla del mundo, con buenos y malos como en los cuentos infantiles.

Tardé años en darme cuenta de que la idea del Patriarcado no sólo es cómoda y auto-indulgente (nos quita responsabilidad a las mujeres sobre nuestros propios fracasos o acciones incorrectas) sino que fue creciendo al calor de las élites del mundo.

Lo que al principio me parecía una teoría conspirativa tomó forma y color a medida que se me presentaban, una tras otra, las verdades que no quería ver, creer ni saber.

En palabras de Nicolás Morás, “a veces nos comportamos como un rebaño de torpes ovejas suicidas”

Recorrí parte de ese camino con el autor de la frase, al que conocí con 16 años él y 19 yo, al poco de terminar desencantada con la militancia en el PTS, allá por el año 2011.

En aquel entonces no era el investigador de renombre al que consultan cadenas internacionales como RT, Sputnik o Hispan TV, admiran miles de jóvenes por todo el país y boicotean las feministas que, al no poder responderle, eligen insultar, injuriar y censurar.

Si era ya un tipo de admirable lucidez y cultura, diría que extraordinaria para su edad, con buenas intenciones e ideas claras.

Ambos construimos Izquierda Libertaria, una organización estudiantil que por un breve lapso eclipsó a las expresiones del progre-“trotskismo” en la Patagonia.

Y ambos recorrimos el mismo camino en torno a este tema: El feminismo moderno.

Quizás porque en nuestro empeño por hacer política nos tocó marchar al lado de los colectivos feministas, una y otra vez, caímos en cuenta de que a ninguno de sus miembros, ni por equivocación, se les caía una idea transgresora.

Todo se trataba de leyes, prebendas y prohibiciones en aquel entonces, cuando nadie les hacía caso y todo quedaba en la teoría.

Todo se trata de leyes, prebendas y prohibiciones ahora que el Capitalismo, ese mismo que se disfraza de humano cuando es todo lo contrario, usa un rostro de mujer.

Cualquier discusión, en la que Nicolás y yo abogábamos por las soluciones autogestivas o comunitarias y ellas, las feministas profesionales, por las soluciones punitivas, terminaba mal, convirtiéndonos sin buscarlo en sus enemigos mortales.

Pero esa experiencia personal puede reducirse al grado de la anécdota comparada con los que sabríamos poco después.

Cómo algunas de sus referentes histórica prestaron servicios para la CIA y declararon, al preguntárseles por ello, que volverían a hacerlo.

Cómo las feministas de su línea acapararon el movimiento gay, aburguesándolo, domesticándolo, destruyéndolo.

Cómo las mega corporaciones industriales las financiaron durante décadas, y luego los gobiernos occidentales fueron incorporando, poco a poco, su doctrina punitivista.

Cómo los institutos y ONGs feministas fraguaron negocios millonarios mientras los jóvenes de izquierda se fragmentaron por este tema, alejándose de sus proclamas revolucionarias para reciclarlas finalmente en un reformismo burdo, donde confunden radicalidad por gritar fuerte y escandalizar, dividiendo al mundo entre machos y hembras en lugar de opresores y oprimidos.

Cómo se fraguaron persecuciones y censuras a verdaderos disidentes del verdadero poder real con las leyes de género. Aquí y allá.

Cómo esta doctrina práctica sirvió para legitimar políticas represivas de derecha que de otro modo no calarían en la sociedad.

Por todas esas razones, años después de que desaparezca IL y perdamos contacto, ni a Morás ni a mí nos tomó por sorpresa esta Ola Feminista.

A la cual habría que agregarle “S.A.” para hacer honor a toda la verdad que sus promotores y protagonistas ocultan.

Muchas de ellas aparecen en esta reciente exposición de Nicolás, que más allá de las grandes diferencias filosóficas que tenemos, sigue haciendo gala de su expertiz en la materia y ofrece una visión alternativa a la del mainstream, con fuentes sólidas que la respaldan y una elocuencia poco común en los tiempos que corren.

Recomiendo a los lectores, de todo corazón, que se tomen los minutos necesarios para verla y estudiarla.

Vale la pena

https://www.youtube.com/watch?v=3-H3BpvPEJY


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