13.MAR.19 | Posta Porteña 2000

¿Marx Verde?

Por GuillermoFoladori/P.Burkett

 

La reivindicación de una relación más armónica entre la sociedad humana y la naturaleza parece ser una novedad del último tercio del siglo XX, al menos desde la época moderna

Reseña de: Burkett, Paul.1999. Marx and Nature. A red and green perspective
St. Martin´s Press, New York. ISBN 0-312-21940-7. 312 pp.

La gran mayoría de ambientalistas consideran que fue el industrialismo que generó una consciencia de dominación destructiva sobre el medio ambiente, y sólo como resultado de serios y amplios problemas ambientales manifiestos a partir de los sesenta del siglo XX se comenzó a generar una conciencia ambiental crítica y comprometida. Según esta versión, que es la más común, hasta los críticos más acérrimos del sistema capitalista, como Max y Engels compartieron la visión prometeica y destructiva de la naturaleza. Varios eco-marxistas apoyan esta versión y sostienen la necesidad de mejorar o corregir el materialismo histórico con un enfoque ecológico. Por cierto que esta interpretación del pensamiento marxista fue varias veces contestada por varios autores en artículos de revistas, pero siempre de forma parcial.

El libro de Paul Burkett es una respuesta exhaustiva a estas interpretaciones. Mediante una prolija exposición de la relación entre el pensamiento marxista y la problemática ambiental llega a tres conclusiones.

Primero, que el método de Marx, el materialismo histórico, contiene una teoría de la coevolución sociedad-naturaleza que lejos de desmerecer el papel de la naturaleza en la evolución de la sociedad, permite entender sus interrelaciones. Segundo, que la aplicación de dicho método al sistema capitalista, plasmado en su principal obra El Capital y en otras secundarias, explica por qué y cómo el sistema capitalista lleva intrínseca la tendencia a considerar a la naturaleza sólo en tanto mercancía que puede generar lucros privados, y no como una riqueza en sí y parte del bienestar de la sociedad humana. Y, tercero, que la superación del sistema capitalista por una sociedad de productores asociados —objetivo de toda la actividad política e intelectual de Marx— lleva a extender la responsabilidad social a una responsabilidad por la naturaleza externa, en tanto acaba con la separación de los productores respecto de sus condiciones naturales de vida, y la objetivación en dinero de la naturaleza y todo producto del trabajo humano.

De esta manera, el libro de Burkett responde a las tres críticas más comunes realizadas a Marx: a) que Marx tiene una visión productivista o prometeica a partir de la cual el desarrollo capitalista de las fuerzas productivas permitiría solucionar cualquier barrera natural. También el comunismo sería visto como una extensión y racionalización de la dominación del ser humano sobre la naturaleza. De allí que tanto capitalismo como comunismo muestren un antagonismo inevitable entre humanidad y naturaleza

b) que el análisis de Marx del capitalismo excluye o desmerece la contribución de la naturaleza a la producción. Esto se aplicaría, especialmente, a la teoría del valor-trabajo

Y, c) que la crítica de Marx a las contradicciones del capitalismo nada tienen que ver con la naturaleza o con las condiciones naturales de producción. Cada una de estas críticas es desmontada por Burkett con amplias referencias documentales. Pero, la importancia del trabajo de Burkett no es sólo, ni principalmente, la reivindicación del papel de la naturaleza en el pensamiento marxista. Un tercio del libro está dedicado a mostrar la utilidad de la interpretación marxista para entender la crisis ambiental contemporánea, así como los requerimientos socioeconómicos para una saludable y sustentable coevolución entre la sociedad y la naturaleza.

El libro está dividido en tres secciones. La primera, Naturaleza y materialismo histórico incluye, a su vez, cuatro capítulos. En el primero, muestra cómo la mayoría de las reivindicaciones metodológicas contemporáneas para el análisis de la relación sociedad naturaleza, como la combinación de los aspectos materiales y ecológicos con los sociales, o el carácter holista de la interpretación y las interrelaciones múltiples, ya estaban contempladas en la metodología de Marx. En el segundo capítulo, Burkett analiza la forma en que la naturaleza es considerada por el materialismo histórico. Para la sociedad humana —según Marx— la riqueza es resultado de “un proceso en el cual ambos hombre y naturaleza participan”  Pero no sólo la naturaleza externa forma parte de la riqueza humana, el trabajo mismo que actúa como mediación es, también, naturaleza. Con estas anotaciones Burkett ya rebate muchas de las críticas vulgares al marxismo. Y, lo que es más importante, muestra cómo la separación de la sociedad respecto de su naturaleza externa no es un hecho dado sino un resultado histórico. Lo que requiere explicación es precisamente la separación del trabajador de sus condiciones naturales de vida, forma que adquiere su máxima expresión con el capitalismo. De esta manera las constricciones naturales, las barreras naturales al desarrollo, o los hoy llamados límites naturales están, al decir de Burkett " moldeados por las relaciones sociales” 

El tercer capítulo, “Las bases naturales de la productividad del trabajo y el plustrabajo” muestra cómo la base de cualquier excedente productivo es un grado de fertilidad o productividad natural que posibilite dicho excedente. De esta forma y siguiendo a Marx, Burkett afirma que el proceso de producción va más allá del proceso de trabajo. Marx no reduce toda la relación con la naturaleza al proceso de trabajo como vulgarmente se dice, sino que incluye a este último dentro de un proceso más amplio que es el de producción, y donde puede darse el caso de que la naturaleza actúe sin la participación humana, creando riqueza para la sociedad, como en el caso del crecimiento natural de los seres vivos, de la fermentación de la uva en la fabricación del vino etc. Una vez más, el argumento de que para Marx la naturaleza se reduce a ser objeto del trabajo es contestada por Burkett de una manera elegante y contundente.

Para terminar la primera sección, el capítulo cuatro analiza cómo la fuerza humana de trabajo no puede ser considerada aparte de la naturaleza, sino que ella es, en sí misma, naturaleza, con sus limitaciones y constricciones físico-materiales. Marx considera a ésta fuerza social humana una fuerza natural modificada a través de la historia —"todas las fuerzas naturales del trabajo social son ellas mismas producto histórico”

El tema de la segunda sección del libro es explícito en su título: Naturaleza y Capitalismo. Los seis capítulos que contiene están dedicados a mostrar la peculiar relación entre la sociedad y la naturaleza que se establece con el régimen capitalista de producción. Comienza con la separación de la humanidad de su naturaleza externa como un producto histórico que llega a su forma más distante en el capitalismo. Siendo el móvil del sistema la generación de dinero y ganancia, la separación entre la sociedad y la naturaleza conlleva la degradación de toda la naturaleza y la gente a condiciones para la generación de dinero y lucro. El resultado de la expansión de las relaciones capitalistas es que el capital pasa a apropiarse gratuitamente de las condiciones naturales. Esta es una característica del sistema capitalista. Marx muestra cómo se realiza esta apropiación gratuita y por qué no es una condición genérica de la humanidad, sino exclusiva del capitalismo.

Burkett aborda esta monetarización del medio ambiente a través de las tres categorías básicas del capitalismo: la mercancía, el dinero, y el capital. A partir de la primera contradicción de la sociedad capitalista, presentada por Max en el primer capítulo del tomo I de El Capital, esto es, la contradicción entre valor de uso y valor, Burkett desarrolla su argumentación mostrando cómo las relaciones capitalistas llevan a subsumir el valor de uso en el valor, lo cual conlleva a las frecuentes crisis de sobreproducción y desperdicio. Cuando esta subsunción del valor de uso se analiza en función del dinero las consecuencias son aún mayores, ya que genera el imperativo de los resultados monetarios inmediatos, desinteresándose por los ciclos naturales que están por detrás de la relación monetaria. Además, el móvil de la producción deja de ser la satisfacción de las necesidades para convertirse en un aumento cuantitativo del lucro monetario.

El capítulo ocho de la segunda sección está dedicado, por entero, a responder a las críticas más comunes —aunque esto Burkett ya lo venía haciendo en los capítulos anteriores y lo seguirá haciendo en los posteriores—. Allí responde a comentarios de autores como Skirbekk, Orton, Carpenter, Benton, y antes lo había hecho con O´Connor.

Por último, y contra la versión vulgar de que Marx no se interesa por la naturaleza en su teoría del valor, Burkett muestra como la teoría de las crisis de Marx incorpora plenamente la cuestión natural. Nuevamente, la contradicción entre valor de uso y valor se presenta ahora como contradicción entre producción artificial y condiciones naturales. El siguiente párrafo tomado de El Capital es elocuente: “Es en la naturaleza de las cosas que las sustancias vegetales y animales cuyo crecimiento y producción están sujetos a ciertas leyes orgánicas y vinculadas a períodos de tiempo naturales definidos, no se pueden sugerir repentinamente en el mismo grado que, por ejemplo, las máquinas y otros tipos de capital fijo, o carbón, mineral, etc... "

Burkett muestra que la sociedad capitalista lleva al extremo la contradicción entre la proporcionalidad material cuantitativa y cualitativa necesaria para la reproducción de la sociedad y el valor de los productos que guían la producción y que se homogeneízan en precios que no respetan proporcionalidad alguna. Por ello, la crisis de acumulación capitalista debe ser  entendida, también, como una crisis ecológica.

Es, además, una crisis ecológica la que surge como resultado de la calidad del desarrollo social, lo que hoy en día se llama sustentabilidad social. La profundización de la división campo-ciudad, con los problemas ambientales que acarrea, la explotación del trabajo infantil, la prolongación de la jornada laboral, son manifestaciones de la degradación de la naturaleza humana. Adelantándose 100 años en el vocabulario sobre las futuras generaciones, Marx escribe en un párrafo de las Teorías sobre la Plusvalía que Burkett cita: “La anticipación del futuro —la anticipación real— ocurre en la producción de riqueza en relación con el trabajador y la tierra. El futuro se puede anticipar y arruinar en ambos casos por un esfuerzo excesivo y agotamiento prematuros, y por la perturbación del equilibrio entre gastos e ingresos. En la producción capitalista, esto le sucede tanto al trabajador como a la tierra... Lo que aquí se acorta existe como poder y la vida útil de este poder se acorta como resultado del gasto acelerado "

 

La tercera sección de libro es la más amplia. Titulada Nature and Communism pretende mostrar cómo sería la relación sociedad naturaleza en una utópica sociedad comunista para Marx. Comienza mostrando el doble carácter del capitalismo. Progresista en cuanto desarrolla las capacidades productivas humanas y desaparece la coerción extra-económica común en las sociedades precapitalistas. De esta forma existe una potencialidad —lo que no significa realidad— para la expansión del ocio y de las actividades creativas del ser humano, al tiempo que una relación más armónica con la naturaleza. Al decir de Marx, "recognition of nature...as their real body". Pero esta potencialidad es negada por el sistema capitalista a través de la subordinación de todas las relaciones a la generación de ganancia. Por ello, bajo la producción capitalista —escribe Marx—  "La naturaleza se convierte puramente en un objeto para la humanidad, puramente una cuestión de utilidad; deja de ser reconocida como un poder en sí misma; y el descubrimiento teórico de sus leyes autónomas aparece simplemente como una artimaña para someterla a las necesidades humanas, ya sea como un objeto de consumo o como un medio de producción”

 Burkett también muestra cómo la propia alienación de los trabajadores bajo el capital no es sólo una cuestión económica, sino resultado de la subordinación de la sociedad como un todo junto con la naturaleza, al valor y la riqueza monetaria. Por ello, la potencialidad de alianza de las clases trabajadoras va más allá de una reivindicación económica, abarca toda lucha política en contra de la vigencia de la contradicción valor de uso-valor que es la esencia del sistema capitalista. Esto significa que aquellas luchas consideradas sociológicamente "externas" a la contradicción capital-trabajo, son en realidad internas a la dinámica capitalista basada en la contradicción valor de uso-valor.

Para terminar, Burkett incluye una serie de reflexiones y requisitos para un sistema ecológicamente sustentable, mismos que no contradicen el pensamiento marxista y varios de ellos son derivaciones directas de éste.

Como escribe John Bellamy Foster —autor de The Vulnerable Planet. A Short  Economic History of the Environment— en el comentario de contratapa, Marx and Nature es un tour de force. Sea de acuerdo o en desacuerdo, de ahora en adelante no hay manera de referirse al marxismo en su relación con la cuestión ambiental sin tomar en cuenta este libro.

Envió corresponsal Namberuán


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