14.ABR.19 | Posta Porteña 2009

No Llores Por Mí, Tabaré

Por Carlos Berruti

 

Ha terminado todo

La muerte en su extraña democracia empareja a todos y si bien no nos transforma en buenos nos hace menos malos.

Tiempo atrás, sumergido en mis frecuentes elucubraciones de dudoso tinte filosófico, decía que las personas acostumbradas a las mieles de la alcahuetería barata de los que se saben dependientes de ella para subsistir o de los que buscan réditos de cualquier índole, se transforman en seres tan viles como ellos, pero agregando una tónica de superioridad imponente de la cual carecen.

También decía que esas personas, al primer contraste que sufre su afiebrado delirio, entran en un espiral de errores, horrores, incongruencias y desatinos que, más temprano que tarde, precipitan su descrédito.

Todo eso se ve acentuado cuando no se poseen virtudes de flexibilidad, humildad y esa cuota de gente de bien imprescindibles en el diario convivir humano y sus relaciones.

A todo eso hay que sumarle una pizca de valores atávicos y un toque de lo que vulgarmente llamamos “cancha”.

El Presidente actual carece in extremis de esos atributos y le agrega una llamativa cobardía a su accionar cuando de admitir responsabilidades se trata.

El encuentro con el colono Arrieta fue el comienzo de la debacle que hizo perder pie al mandatario y que lo introdujo a esa especie de piso enjabonado en el cual no logra encontrar terreno firme. Movió apenas un milímetro el fiel de su balanza, pero bastó para que su furia y su desmedida egolatría, alimentadas por la claque lisonjera, se salieran de madre, motivando reacciones propias de un barrabrava de cuarta.

Ahora vuelve a encorsetarse dentro de la mentira, el miedo y el accionar malevo.
Estima que la destitución de un moribundo Ministro y de un grupo de militares de alta graduación va a cumplir el efecto que cumpliera la página de Presidencia al desnudar las deudas de Arrieta.

Desvía la dirección del balón, pero lo único que logra es que entre en el otro ángulo.

Mientras tanto, en su lecho de muerte y con su último aliento, su ex-Ministro le lanza una cachetada de esas que la mentira y el ocultamiento no tapan.

No creo que mueva el “multipropósito” ni el Dauphine para ir hasta Durazno a las exequias.

Queda muy lejos y muy cerca de otra cachetada.

Carlos Berruti


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