20.ABR.19 | Posta Porteña 2011

Sionismo: De La Emancipación Judía A Nación De Amos (II)

Por Luis E. Sabini Fernández

 

El sionismo pertenece a ese tipo de movimientos ideológicos de redención humana que promete a sus acólitos un universo luminoso, inmaculado, celestial, a conseguir con su prédica y acción

Por Luis E. Sabini Fernández - 14/04/2019

NdePosta: este artículo publicado originalmente en Revista Futuros, se publicará en tres entregas sucesivas dada su extensión

El Sionismo con el Estado de Israel

 

Con el Estado de Israel, el sionismo se adueña del alma judía. Y la reencarna [12]

El nazismo le entrega al sionismo el “derecho” a usurpar la representativiclad de lo judío, que los sionistas por cierto han aprovechado al máximo. El nazismo le ha asegurado a lo judío su excepcionalidad. La industrialización de la muerte, los asesinatos masivos, genéricos, basada en un odio que todo lo cubre, explica la reacción judía de reafirmar una identidad tan cuestionada pero no justifica la pretensión de exclusividad. Se ha montado toda una “industria del holocausto”, como bien define un judío lúcido y sin pelos en la lengua,  Norman Finkelstein,[13] que le asegure a los judíos y al mundo entero que lo vivido por los judíos es único en la historia de la humanidad, que jamás se vivió otro tamaño genocidio. Aunque haya tantos judíos que vivan para contarlo y en cambio queden tan, pero tan pocos yaquis, quilmes, charrúas, hereros, maoríes, pilagás  murris, palawah, para poder testimoniar los exterminios respectivos de sus pueblos. O, como pasó con los congoleses, que de los 20 millones que se estima había a fines del siglo XIX, haya sobrevivido apenas la mitad al terminar la primera década del siglo XX, obra de unas tres décadas de “colonización” del rey belga, Leopoldo II. El Congo, llamado entonces Congo Belga.

Característico de movimientos implantando una nueva verdad ha sido su pujanza, su inflexibilidad, su dogmatismo. Un autoritarismo adverso a la pluralidad, a la diversidad. 

Lo conocemos en la intolerancia religiosa, por ejemplo, tan característica en buena parte de las iglesias llamadas protestantes (pentecostales, universales, nazarenos, neoapostólicos, así como en las tendencias católicas fundamentalistas).

También ha sido característico de las principales formaciones  políticas “ideológicas”  (comunismo soviético, fascismo, nazismo, siguiendo un grosero orden cronológico, cada uno con su modalidad y con enormes diferencias entre sí) y de aquellas formaciones políticas que se reclaman no ideológicas (siéndolo), como el liberalismo y particularmente el neoliberalismo (“momento” financiero del  capitalismo). 

A todas ellas les cabe la observación de Blas Pascal, de varios siglos antes, sin duda atendiendo a los reclamos de otros milenarismos entonces de raigambre religiosa: ‘el hombre es medio ángel y medio bestia y cada vez que procura convertirse en solo ángel deviene totalmente bestia’.

Una diferencia fundamental es la que da lugar a calificar al fascismo y al nazismo, por su intención restauracionista, como reaccionarios, en tanto el comunismo, postulando un futuro emancipado, como revolucionario. Como se ve, posiciones opuestas respecto de la temporalidad (solo que la pretensión de conocer lo futuro hizo al comunismo  también opresor)

Hay otra diferencia  igualmente fundamental entre comunismo y nazismo: el comunismo postula un universalismo del cual excluye a los propietarios. Pero se trata de una exclusión de clase, no étnica ni nacional. Propietarios, proletarizados, van a pertenecer al universo de la nueva sociedad. En el caso del nazismo no existe universalidad semejante (no nos importa aquí si es verdadera o falsa). El mundo deseable, “el nuevo mundo” es para los herrenvolk, no para negros, chinos o judíos, por ejemplo. Esa carencia de universalidad, siquiera virtual, tiene que expresarse en algo. Separa radicalmente a humanos de humanos. Lo hace a través del odio. El odio como relación hacia ese mundo inferior. Leyendo Mein Kampf, eso se respira. También lo puede  expresar el desprecio. O negando la condición de humanidad al otro.

Si punteamos estos nudos éticos, políticos en el sionismo, vemos cuán separado está de todo universalismo, cristiano o socialista y, en cambio, cuánta coincidencia verificamos con el nazismo.

Pero no se trata sólo de coincidencias teóricas, como la idea de pueblo o nación elegida, por ejemplo. Y la de los odios o desprecios consiguientes.

Si revisamos la relación entre nazismo y sionismo, veremos, en los inicios nazis, en la década del ’30, particularmente en su primera mitad, cuánto se proyectó y trabajó en común.

Seis meses después de que Hitler llegara al poder, la Federación sionista de Alemania (por lejos el grupo sionista más grande de aquel país) emitió un detallado memorándum al nuevo gobierno que revisaba las relaciones judío-alemanas y formalmente ofrecía el apoyo sionista para ‘resolver’ la molesta ‘cuestión Judía’. [14]

? […] Creemos que precisamente es la nueva Alemania [Nacional Socialista] que puede, a través de una determinación audaz en el manejo de la cuestión judía, dar un paso decisivo hacia la superación del problema, el cual, en verdad, tendrá que ser tratado por la mayoría de los pueblos europeos… Nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía mantiene una relación clara y sincera con el pueblo alemán y sus realidades nacional y racial, porque estamos también nosotros contra los matrimonios mixtos y por la pureza del grupo judío […] La propaganda del Boicot [15]  ?tal como se está llevando a cabo actualmente, de muchas maneras contra Alemania?  es en esencia no-sionista.”[16] Los sionistas alemanes criticaban la política de boicot contra el 3er. Reich y aceptarán, bien que arrinconados, una asociación con el nazismo, como el convenio Haavara [17]

En el memo citado se advierten los denominadores comunes, el parentesco ideológico que une al sionismo con el nazismo. No podemos borrar la historia, so pena de no entender la cuestión.

Ese parentesco, histórico, persiste a lo largo del tiempo. No se trata de confundir nazismo y sionismo ni de ignorar diferencias vertebrales, como el antisemitismo nazi o la  visión sobre las discapacidades, por ejemplo.

Hay muchísimos informes de época que apuntan cómo el nazismo empezó tempranamente a perseguir judíos, al principio por medios sociales, administrativos  y judiciales, como las leyes de Núremberg, prohibiendo casamientos mixtos, negando acceso a centros de enseñanza, boicoteando servicios judíos y promoviendo su emigración… ¿adónde? A Palestina.

Esto fue in crescendo; obligar a judíos a lavar arrodillados las calles, por ejemplo, expresa el odio y el desprecio acumulado y direccionado… hasta llegar a un clímax de violencia con la Noche de los Cristales Rotos (1938, se estimó en cien los judíos asesinados… con toda la violencia conexa).

Sin embargo, durante los primeros años del 3er. Reich, 1933, 1934, hasta 1937, aproximadamente, los sionistas declaraban coincidir con las leyes de Núremberg y otras disposiciones del gobierno nazi, que permitieron, transitoriamente,  a los sionistas estar exceptuados de la persecución, creciente, contra los judíos.

La política nazi entonces era la de separar a los judíos de la nación alemana. Y la sionista, la de separar a los judíos de cualquier otra nación no judía.

Los nazis supieron aprovechar las diferencias entre judíos sionistas y judíos no sionistas. Y los sionistas supieron aprovechar la política nazi para favorecer sus propios planes de colonización en Palestina.

Facilitar la llegada de judíos alemanes a Palestina fue una política nazi entonces.  El que incluso Inglaterra, para “equilibrar” su política imperial con los árabes, quisieran restringir el ingreso de judíos a Palestina, sirvió únicamente para estimular la “alianza” de la Alemania nazi con la colonización sionista de Palestina.

Aparte de esa coincidencia geopolítica, existía otro factor ideológico que hermanaba al sionismo con lo nazifascista, que es un aspecto celosamente escamoteado desde el desenlace de la 2ª. GM.

El sionismo primigenio reconoce en David Ben Gurion su figura liminar. Que apostó siempre al padrinazgo, primero británico, luego estadounidense. En 1935, al calor de las ideas nacionalistas plebeyas toma nuevos bríos dentro del sionismo una rama o variante llamada “revisionista”, liderada por Zeev Jabotinski, francamente identificada con el fascismo. Desde su ascenso al poder, el fascismo, a diferencia del nazismo, no era antisemita, al contrario, la muy pequeña colectividad judía italiana abrazó la causa fascista. Mussolini guardaba mucha estima por Jabotinski, que llegó a contar con campo de entrenamiento en las afuera de Roma para sus milicias del Betar.[18]

La colaboración nazisionista fue tal que permitió escaramuzas como la siguiente: en 1936, redes “socialistas” de kibutzim invitan a Adolf Eichmann a Palestina. Eichmann era un nazi que tenía cierto nivel en la organización del 3er. Reich, interesado en promover la colonización judía de Palestina. Se había puesto incluso a aprender hebreo. Cuando el “invitado” llega a Palestina, las autoridades británicas le niegan la entrada puesto que era “el enemigo” (alemán o nazi, elija el lector). Los sionistas ven naufragar la instancia y acuerdan improvisadamente recibirlo de todos modos, en El Cairo. [19]

En la fundación del Estado de Israel el sionismo revisionista perdió la pulseada ?incluso violentamente? con el sionismo occidentalista y “socialdemócrata” liderado por Ben Gurion. Queda por ver si no fue nada más y nada menos que el reflejo del resultado de la 2ª. GM, precisamente.

Porque el sionismo fascista no desapareció, al contrario goza de excelente salud. Solo cambió de denominación.  Ha pasado como con el término racismo. Dejó de servir; al contrario, pasó a ser un lastre.

Y lo más importante; luego de unas tres décadas de gobierno llamado “socialdemócrata”, en 1977 gana las elecciones israelíes el partido de los fascistas de no tan antaño. Con el nombre de Likud. Menagem Begin será el líder entonces. Terrorista que recibirá el Premio Nobel de la Paz, monstruosidad sin par, y característica de tantos premios Nobel, porque Begin seguirá manteniendo la misma política de usurpación territorial más o menos violenta y de estrangulamiento progresivo de la sociedad palestina (compárese apenas con Nelson Mandela que, tras 27 años encarcelado tuvo la disposición para sembrar paz en la otrora Unión Sudafricana, devenida República de Sudáfrica)

Desde 1977, el Likud ejercerá el gobierno de Israel. Con Itzjak Shamir, Ariel Sharon, Ehud Olmert o Beniamin Netanyahu.[20] Pero nuestros medios de incomunicación de masas jamás caracterizarán al gobierno de Netanyahu y a los gobiernos que rigen Israel desde los ’70 como lo que son: coalición de partidos que tiene por partido principal uno fascista. Decimos fascismo no como insulto sino como fuente ideológica. 

Por eso, cuando en tiempos nuestros algunos políticos como los laboristas Ken Livingstone [21] o Jeremy Corbyn han puesto en claro esas relaciones, han enfurecido a los sionistas, que suelen mencionar el “antisemitismo” de Livingstone o Corbyn.[22]

Valga precisar que el enfurecimiento no es por faltar a la verdad sino por recordar incómodas verdades.

Otro rasgo de los movimientos  que hemos estado glosando ha sido el desprecio por la vida humana del ajeno, del contradictor. Como si fueran apenas escollos, que hay que sacar de la sagrada ruta de salvación.

Tales rasgos los podemos rastrear, igualmente, en el sionismo. Es significativo que el sionismo haya cometido su primer asesinato político sobre un judío.[23] La condena de muerte fue porque el condenado, Jacob de Haan, dialogaba con árabes. Es todo un diseño de sociedad el que está detrás de semejante condena.

Los movimientos dedicados a llegar a la salvación, la plenitud de un mundo nuevo no reparan en obstáculos. Al contrario, encuentran regocijo en borrarlos del mapa.

Es un rasgo característico, y  consecuente, el de la escasísima valía de la vida ajena. Basta leer algunas afirmaciones de rabinos sionistas para darse cuenta.[24] Dov Lior, rabino jefe a cargo de un puesto clave en el Estado de Israel ha declarado, refiriéndose a Baruch Goldstein: “es más sagrado que todos los mártires del Holocausto”.[25] Y en 2013 no tuvo nada mejor que sostener que la Torah otorga a los judíos permiso para matar inocentes no judíos, niños incluidos (una forma de “amparar” los delitos de lesa humanidad de los militares israelíes).[26]  

Pero un sionista no tiene porque ser rabino ni religioso para tener esa forma de pensar (y actuar) que combina racismo y desprecio. Veamos una pequeña “galería” del gobierno de la era de Beniamin Netanyahu:

Declara Ayelet Shaked, ministra de Justicia (¡!): los palestinos “tienen que morir y sus casas ser demolidas. (…) Son todos enemigos nuestros y deberíamos tener su sangre en nuestras manos. Y eso se aplica a las madres de los terroristas”.[27]Advirtamos el lenguaje de “libro sagrado”.

Naftali Bennett, ministro de Educación: “He matado a muchísimos árabes en mi vida, y no he tenido ningún problema por ello”. [28] Al contrario, podríamos agregar.

Avigdor Lieberman, ministro de lo que con lenguaje orweliano se llama de Defensa, justifica los brutales ataques de los militares israelíes contra la población palestina, así: “En Gaza no hay inocentes”. Un millón setecientos mil habitantes de los cuales algunos cientos de miles oriundos de esa región (el resto, abrumadora mayoría de refugiados) condenados a muerte por Lieberman. Hombres, mujeres, niños…  otra vez, lenguaje de la Torah.

El sionismo tiene así ?en su desprecio por la vida de “los otros”?  una estrecha vinculación ideológica, aunque no asumida, con el nazismo;  es como si se hubiera identificado. Habiendo sufrido los judíos tanto daño del nazismo, sentirse impelidos a actuar de modo similar para destruir algo que se considera enemigo, así como el nazismo consideró enemigo a lo judío. ¿Retorcido y anacrónico síndrome de Estocolmo o clara coincidencia de hermanos-enemigos?

El sionismo adopta del nazismo la dureza, la pretensión de pureza, la inflexibilidad. El nazismo fue un movimiento audaz y soberbio. Hizo de la fuerza un culto. El sionismo también ha hecho de la fuerza un culto, pero con otra modalidad. No de ostentación sino más soterrada. Foucaultianamente, podríamos decir que el nazismo hizo gala de un poder tradicional, de ostentación y, el sionismo, modernizándose, lo ha ocultado. Por eso los servicios secretos se han hecho tan importantes. El papel de los mistarviim, [29] por ejemplo; el del MOSSAD [30]

Pero hay pensadores, judíos, que han rastreado parentescos. Reflexionado sobre el destino del experimento sionista, Avraham Burg, abordando cuestiones tan hondas como la piedad, mejor dicho la impiedad, que él ve generada en la sociedad israelí ha afirmado: “Israel es un gueto sionista, un nido de violencia.” 

“En una entrevista al diario Haaretz traducida y publicada por Courrier International explica porqué compara Israel con Hitler y señala especialmente que la ‘Ley del Retorno’, que concede la ciudadanía israelí a cualquier persona nacida en la diáspora y considerada como judía según la tradición religiosa ortodoxa, es el reflejo de la doctrina de Hitler y la definición recogida literalmente por las leyes de Núremberg. ‘La dimensión israelí de mi identidad amputa mis otras dos dimensiones, la humana y la judía’, indica para explicar su antisionismo (que data de 2003) […].” [31]  

He aquí la observación de Wiki pedía sobre este autor, que fuera presidente de la Knesset: “Ha afirmado también que la presión que observa en Israel contra los árabes tiene paralelismos con la que sufrieron los judíos en los regímenes nacionalsocialistas antes de la Segunda Guerra Mundial.”

El caso israelí es todavía más complejo que los muy estudiados comunismo, fascismo y nazismo. Porque su enorme peso político, organizativo, ideológico, militar, ético, trasciende y con mucho las estrechas fronteras del pequeño territorio palestino devenido israelí.

Su complejidad viene desde muy atrás. Ab ovo. Ya vimos como el sionismo se iba implantando con asistencia primero turca y luego británica en el objetivo calculadamente elegido, la bíblicamente llamada “tierra de Israel”.

La asistencia principal ha sido, precisamente, la Biblia. Paradoja de un movimiento político como el sionismo, que se inicia laico y abraza casi de inmediato la ligazón religiosa como el más (o el único) factor aglutinante. Lo dice en un párrafo el analista Pablo Jofré Leal: “[…] explicar la política de ocupación de Palestina, bajo el supuesto mitológico de un dios, que dotado de cierta simpatía hacia un solo pueblo le entrega un título de propiedad de una tierra que no le pertenecía. En ese marco, [con]  la narrativa sionista se impone la idea que instalarse en Palestina, colonizarla y pasar por encima de sus habitantes es un derecho indiscutible en función de ser un ‘pueblo elegido’. Bajo esa perspectiva, para ese imaginario no es posible hablar de ‘usurpadores’ sino de alguien que recupera una tierra que habían dejado hace dos mil años. Dios mismo les hizo ese regalo e incluso la leyenda alcanza a la propia Al Quds sosteniendo que ella es su capital eterna e indivisible.” [32]

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[12]  Se estima que a principios del s XX el sionismo alcanzaba apenas a un 10% de la comunidad judía total. A fines del siglo, se consideraba que ese porcentaje alcanzaba el 90%. Diversas mediciones últimas señalan que el apoyo judío al sionismo está disminuyendo un tanto. Fenómeno particularmente notorio en la comunidad judía estadounidense.  Hay que destacar el enorme coraje civil de esa minoría de judíos, que resistieron “el éxito” de Israel a lo largo de las décadas.

[13]  The Holocaust Industry, Verso Books, EE.UU., 2000.

[14]   Memo of June 21, 1933, en: L. Dawidowicz, A Holocaust Reader (New York: Behrman, 1976).

[15]  El boicot al que se refiere el pasaje es el intentado en Occidente contra las mercancías del 3er. Reich organizado por redes judías en Inglaterra y EE.UU.

[16]  Mark Weber, “Zionism and the Third Reich”, 1993.

[17]  El gobierno nazi diseñó una suerte de enroque para retener las fortunas judías en Alemania sin expropiar a los judíos que optaban por colonizar Palestina: se le retenían los fondos en las cuentas y se les entregaba el equivalente en mercancías del 3er. Reich que los emigrantes podrían llevar consigo para colocar en los mercados del Cercano Oriente. A medida que colocaban sus ventas se extinguían sus acreencias en Alemania.  La Alemania nazi lograba así colocar su producción pese a la política de aislamiento  del Reino Unido  y EE.UU., y adueñarse a la vez del capital de los judíos emigrantes.

[18]  En 1938, con un régimen ya muy condicionado por la alianza con Hitler, se elaboran leyes de restricción y persecución a los judíos. Habían pasado más de 15 años.

[19]  Véase, p. ej., The National Library of Israel, informando de dicha visita y su desvío hacia Egipto. <http://web.nli.org.il/sites/NLI/English/library/reading_corner/Pages/eichmann_secret_visit.aspx>

[20]  El padre de Beniamin Netanyahu, Benzion Netanyahu, fue, justamente, secretario de Z. Jabotinski.

[21]  “Ken Livingstone has refused to apologise for breaking party rules by claiming that Hitler supported Zionism”, The Times,  Londres, 6 abr 2017 (Livingstone se ha negado a pedir disculpas por romper “la línea” partidaria sosteniendo que Hitler apoyó al sionismo).

[22]  La última perla de este largo rosario de fake news acerca del “líder Jeremy Corbyn” la leo en una nota cargada de manía persecutoria que empieza planteando una certera disyuntiva entre globalización y nacionalismo y deriva en la búsqueda selenita de antisemitismo: Hebert Abimorad, “Globalización contra nacionalismo y rebrote del antisemitismo”, UyPress, 2 mar 2019.

[23]  También es significativo el momento. Fue en 1924, desplegando su dominio.

[24]  Porque hay que recordar que sigue habiendo rabinos no sionistas, incluso antisionistas.

[25]  Sefi Rachlevsky, Haaretz, 1 jul 2011. En la cita Lior se refiere a un médico, Baruch Goldstein, que con armas de repetición produjo una matanza en una mezquita palestina, decenas de muertos, antes que los sobrevivientes lo mataran en el mismo lugar. 1994.

[26]  The King’s Torah, en Haaretz, 5 nov 2013.

[27]  La Vanguardia, Barcelona, 19 mar 2019.

[28]  Yediot Ahronot, periódico israelí. Traducido y puesto en internet por http://www.palestinalibre.org.

[29]  Agentes secretos camuflados de SHABAK (policía interior), entrenados para confundirse con árabes.

[30]  Dedicados a destrozar al “enemigo” valiéndose de delaciones, vejámenes a menores encarcelados, a menudo niños de diez o quince años. Logrando a veces vencer batallas sin tener que emprenderlas.  Al mejor estilo Sun Tzu. Pappe relata que el MOSSAD estuvo controlando las vidas privadas de aviadores egipcios y en un momento ‘adecuado’ enviaron a sus respectivas esposas informes sobre las andanzas sexuales de sus maridos, lo que trastornó la capacidad operativa de todo el destacamento.

[31]  http://www.europalestine.com/article.php3?id_article=2729, glosando su último libro titulado Lenatzea’ h èt Hitler (Derrotando a Hitler).

[32]  “El victimismo como política en Israel”, 5 ene 2018.


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