28.ABR.19 | Posta Porteña 2013

Venezuela /¿Y Cómo Va El Mantra?

Por Enrique Ochoa Antich

 

A mis amigos extremistas

 

Enrique Ochoa Antich *  | Caracas, 8 de abril de 2019. Punto de Corte

Cruzo el umbral de su casa en Prados. Lo conozco desde hace años. Es un tipo culto, ya entrado en años, formalmente demócrata. Durante los primeros años del chavismo, compartimos espacios comunes en la sociedad civil. Juntos, enfrentamos con muchos otros los primeros arrebatos del monstruo extremista que ya asomaba su apestosa faz, cuando el frenesí infecundo del «Chávez vete ya»: carmonazo, paro petrolero, abstención del 2005, incluso luego cuando las necias guarimbas… todo aquello que llevó tanta agua al molino de la hegemonía chavista. Ahora anda de contemporizador, arrastrado por la marabunta que promete otra salida ya (la sexta en 20 años, si no fallan mis cuentas), incluso me dice que si los gringos invaden, no se rasgará las vestiduras y campaneará un whisky mientras mira el desfile en la tv. Tal su desesperación.

¿Y cómo anda el mantra?, le suelto de a primeras, echando mano de la figura hinduista

Bromeo diciéndole que el llamado 1-2-3 me suena a hechizo, algo como ábrete sésamo/abracadabra/hokuspokus. Por supuesto, él salta de su sitio como si fuera un muñeco elástico en una caja de sorpresas. Me da cuenta de las marchas que no paran, de las multitudes enardecidas que cambiarán la historia, de un gobierno que boquea, del medio centenar de países que reconocen al interino, de la fractura militar que ha de venir.

Ya verás, proclama, esta vez sí es en serio

En su exaltación milenarista, se me parece a aquellos comunistas con los que compartí mi adolescencia, convencidos de que la revolución sería el próximo miércoles a las 3 de la tarde (yo mismo dejé mis estudios en Europa por esos apremios), profetas del amanecer rojo cuando todas las injusticias serían vengadas, seguros de representar a la rueda indetenible de la historia, como solíamos decir… hasta que llegó el nuevo modo de ser socialista del MAS y Proceso a la izquierda, el desgarrador libro de Teodoro…, y me/nos despertó de aquella ensoñación.

Los extremos se tocan, rumio para mí. Todo maximalismo se parece a su contrario, no importa su signo ideológico.

Le digo que esa estrategia adolece del cómo: planteado así, a juro, sin diálogo ni negociación alguna, el fulano «cese a la usurpación» tendría que imponerse a la fuerza. Y no parece que la oposición la tiene.

Cese a la usurpación, ¿cómo?, le pregunto.

Entonces, mientras acomoda en el tocadiscos un vetusto vinil de Sting, me habla de las sanciones económicas de los EEUU que asfixiarán al régimen y harán que los militares se pronuncien contra Maduro.

¿Como en Cuba, como en Irán, como en Corea del Norte?, interrogo mordaz

Sé que este gobierno cada vez gobierna menos, que en unos meses muy probablemente escaseará la gasolina y, por consecuencia, regresará el desabastecimiento de alimentos, y que quién sabe si ni la nómina podrá pagar. Y que en efecto, cabe la posibilidad de un colapso que dé al traste con él. Pero, le digo, ¿y si no?, ¿y si el madurismo consigue que los rusos y los chinos sostengan a billetazos el tinglado que requieren para mantener en pie las prebendas de la vasta clase burocrática que le sirve de soporte, aunque el 80 % restante se eche al pajón (como hicieron todos los comunismos)?, ¿y si Trump no las tiene todas consigo en su patio interno y no puede emprender su aventura intervencionista? ¿O si la caída del gobierno toma dos o tres años? ¿Qué país va a quedar, qué destrozo, qué despojo recibiremos por herencia? ¿Y si los maduristas y sus militares, confrontados a los marines o a los drones, deciden inmolarse y con ellos «inmolan» (si se puede usar la expresión) al país entero?

Él me habla de la ayuda humanitaria, que paliará el sufrimiento de los más, y descorcha un estupendo vino italiano que yo tenía años sin probar, y pone en la mesa un exquisito queso manchego.

¡Este comunismo te va a matar!, le bufoneo yo, pero no arranco ni una sonrisa a su rostro pétreo

Cuando le propongo que quizá es mejor regresar a la política de verdad, aceptar la invitación formulada por Maduro de negociar con la ONU como mediadora, plantear como primer objetivo un nuevo CNE y abrir ya el camino electoral antes de ceses improbables o transición alguna, entonces contesta iracundo que para qué más diálogo, que eso ya fracasó, que una tiranía perpetuacionista no entregará el poder a las buenas. Vuelven a mi mente las máximas comunistas: «la clase dominante no entregará sus privilegios pacíficamente sino mediante la violencia». De poco sirve que evoque los ejemplos del militarismo fascistoide de Pinochet en Chile y del apartheid en Sudáfrica, regímenes más, pero mucho más sangrientos que el chavista-madurista, o de 8 de los 9 comunismos de Europa oriental, ellos sí totalitarismos de a de veras, como dice la ranchera, y que en esos y muchos casos más, los demócratas pudieran desplazar a las dictaduras gobernantes mediante una combinación de protestas pacíficas, negociaciones y voto y, eso sí, sacando a las viejas élites del gobierno pero haciéndolas copartícipes del poder por mucho tiempo más.

Este régimen mafioso y narcodelincuente debe ser exterminado desde sus raíces, me dice, y creo escuchar una voz en mi adolescencia que proclama lo mismo pero de la democracia «burguesa» y del capitalismo, o al propio Chávez hablando de las cúpulas podridas, de la Constitución moribunda y de la refundación de la república desde cero.

Justicia. Venganza. Exterminio. Guantánamo. Palabras metálicas que pueblan el verbo de mi amigo extremista

Pasamos la tarde entera en ese debate que casi es un diálogo de sordos. Al final, mientras me acompaña a la puerta, le recuerdo que el 5 de enero próximo pasado le di seis meses de vida al mantra y apostamos un buen libro de nuestras respectivas bibliotecas de acuerdo a que se cumpliera o no.

Llevamos tres, le digo y lo abrazo con un hasta pronto

Mientras bajo las escaleras de su casa, siento que esta patria me duele en el costado, devastada por dos extremismos semejantes en su fundamentalismo, en su criminal terquedad, en su patético autismo político. Y así barrunto: ¿Cuándo será ese cuándo en que unos y otros, otros y unos, empinándonos sobre nosotros mismos, confiemos en el poder transformador de la palabra, en la persuasión y no en el insulto, y, sentados a una misma mesa, encontremos el modo de, como dijo alguna vez Martin Luther King, sobrevivir como hermanos en vez de perecer como idiotas? Dejar que hable el pueblo. Pactar una gobernabilidad en que todos seamos poder no importa quién se encuentre en Miraflores. Reinstitucionalizar, reconstruir, reconciliar, como las tres grandes tareas nacionales. Apartar el odio. Desechar la violencia. Es posible. ¿Por qué no? Basta un poco de buena voluntad. Entonces, que así sea.

 

Esa Ayuda Es Mía

 

Enrique Ochoa Antich | Caracas  Abr 22, 2019 Punto de Corte

A esa hora de la mañana, el café está casi vacío. «Cada vez menos clientes», se queja el propietario, siempre al pie del negocio. De pronto, el silencio es rasgado por lo que parece un altercado entre dos comensales, allá por las mesas del fondo.

Dice uno: Si no es por la oposición, esa ayuda humanitaria no hubiese ingresado nunca. Debemos agradecer a EEUU por hacerla posible.

Dice el otro: Rusia y China han traído medicinas e insumos médicos más que nadie. Y no mientas: Caritas, que no me dirás que es oficialista, ha informado que desde 2016 llega ayuda humanitaria a Venezuela y que ellos la distribuyen usando el sistema público de salud.

Afirma el primero: Pero el gobierno tuvo que admitir la crisis humanitaria que padece Venezuela que hasta hace poco negaba.

Asegura el segundo: Venezuela necesita de la solidaridad internacional debido a los ataques del imperio, nunca lo hemos negado.

Replica éste: ¡Por Dios! La catástrofe que vivimos es anterior a las sanciones y se origina en la gestión estatista y populista que hunde sus raíces en Chávez, no les eches la culpa a las sanciones.

Riposta aquél: Cuando Chávez, se redujo la pobreza, como todos reconocen. Nuestro modelo hizo aguas debido a que el capitalismo internacional provocó la caída de los precios del petróleo con el criminal fracking.

Señala el oposicionista: ¡Qué capitalismo ni qué ocho cuartos! Sufrimos la mayor catástrofe social de nuestra historia debido a la corrupción y la ineptitud de este gobierno, como se demostró con la oscurana nacional que acabamos de padecer. Pero al menos gracias al presidente interino y a la AN les está llegando un paliativo a los que más lo necesitan.

Proclama el oficialista: Nicolás hace un inmenso esfuerzo por combatir la corrupción y superar las dificultades. Así vencimos la agresión imperial al sistema eléctrico. Gracias al presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela y con la autorización del gobierno bolivariano es que la Cruz Roja puede estar distribuyendo la ayuda humanitaria que llegó.

Y así siguen, alzando la voz, combatiendo su guerra de palabras. Como si se tratara de un sainete. Casi sería cómico si no fuese trágico. Yo los miro y los escucho al otro lado del café.

Condenado al centro de la moderación y el equilibrio, doy y quito razones aquí y allá. ¿Les costaría mucho admitir sus respectivas responsabilidades? ¿No será que esta ayuda humanitaria está aquí porque se produjo un mínimo de acuerdo entre unos y otros? ¿No es evidente que de la crisis política, económica y social sólo podremos salir si se construye un acuerdo entre todos: gobierno y oposición, Poder Ejecutivo y Poder Legislativo, trabajadores y empresarios, izquierdas y derechas? ¿Mucho pedir un nuevo consenso nacional?

Al momento de salir a la calle, les hecho una última mirada.

-¡Ni gobierno ni oposición sino todo lo contrario!, digo a quien quiera oírme, en voz alta y clara.

Y sigo mi camino.

(*)  Político y escritor. Miembro fundador del Movimiento al Socialismo (MAS). Miembro de la Concertación por el Cambio.


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