28.ABR.19 | Posta Porteña 2013

Clara Aldrighi, La Izquierda Armada / comenta Amodio (IX)

Por AMODIO

 

La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN-Tupamaros Ediciones Trilce 2001

 

Sobre esta obra, “osada, rigurosa y de sesgo testimonial, constituye, entonces, un insoslayable aporte a la interpretación de nuestra historia reciente y hasta de nuestro presente” así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hace un cometario novena entrega) –Marzo 2019

NdeR: lo que está en cursiva corresponde al texto de Aldrighi y comienza entrevista a Zabalza

 Continúa Entrevista a Jorge Zabalza

 

Estos textos corresponden a La izquierda armada, edición de 2016 y no se publicaron en las ediciones anteriores. Algunos carecen de interés, pero como en el caso de  reportaje  a Julio Marenales, se publican íntegramente.
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Aldrighi:¿Cuántos años tenía cuando comenzó a apoyar políticamente al MLN y cuando comenzó a militar activamente en él?

Zabalza:A los veintidós años, en 1966, comencé a militar a nivel estudiantil en el Comité de Movilizaciones de la FEUU. Formaba parte, en el Centro de Estudiantes de Derecho y de Notariado, de una agrupación estudiantil que apoyaba ideológicamente -porque no tenía vinculación orgánica- la lucha armada en América Latina. En 1966 el MLN todavía no había adquirido un protagonismo como el que tuvo después. En 1967 fui a entrenarme a Cuba, con la intención de ir a Bolivia con el Che. Volví en 1968 y me integré al MLN

Amodio: En 1966 el MLN no existía. Genéricamente, éramos “tupamaros”. Zabalza y otros han mencionado con frecuencia la intención de participar en la guerrilla en Bolivia, intento realizado en 1967 y frustrado rápidamente. De ser cierta esa afirmación, revelaría la improvisación y aventurerismo con que dicho intento se gestó, tanto por parte de los interesados en incorporarse a la guerrilla en Bolivia como por parte de los organizadores. En este mismo libro, una de las que realizó el viaje a Cuba por esos mismos años, Jessie Macchi, califica ese período como de “turismo revolucionario”. Es el mismo criterio voluntarista que se instala en el MLN, impulsado por Sendic y sus seguidores a partir de 1971, con la creación del plan Tatú y la instalación del Segundo Frente

Zabalza: La posibilidad de ir a Cuba surgió en una forma un poco casual. Cuando se realizó en 1967 la conferencia de “gorilas”, participamos mucho en la lucha estudiantil. Hubo una serie de movilizaciones con ocupación de la Universidad. En esa oportunidad hasta hicimos una tentativa de salir por un túnel, por debajo de lo que era en aquel entonces la Biblioteca de Ciencias Económicas, para desembocar en el IAVA. Antes de haberlo logrado se desocupó la Universidad. En el túnel trabajamos algunos “chinos” del MIR, los “troskos” del POR y los “anarcos”, los de Bellas Artes y los que estábamos en la FAU. El movimiento estudiantil mostraba un alto grado de partidización, no existían independientes en aquella época. Los “radicales” de aquel entonces no queríamos transar sino buscar una salida por nuestro lado, ya fuera mediante el túnel o arremetiendo en estampida por los portones de 18 de Julio. La desocupación del edificio de la Universidad se realizó mediante acuerdo con las autoridades universitarias, la FEUU y el Ministerio del Interior. El túnel llegó hasta la vereda de Guayabo y quedó como testimonio de la diferencia de concepciones en el movimiento estudiantil. Pocos días después, uno de los anarcos, muy compinche conmigo, fue a ver películas cubanas en la sede del MRO de la calle Minas. Terminadas las películas se quedó charlando con el secretario de la Juventud del MRO en la cantina, quien luego de varias grapas le secretea al oído que el Che está en Bolivia y lo invita a anotarse para ir a pelear con él. Mi compinche le dijo que sí de inmediato y que conocía otro loco igual que él que seguramente estaba dispuesto a ir a Bolivia. El loco era yo. A las tres de la mañana llegó a mi casa y salí para Bolivia; a los quince días estaba en Europa y a los veinte en Cuba, donde permanecí hasta setiembre de 1968.

Amodio: Las palabras de Zabalza no hacen más que confirmar la condición de aventurerismo con que dicho intento fue gestado. Seguramente una excursión de fin de semana para pasar unos días en alguna playa cercana a Montevideo se habría encarado con mayor esmero. A juzgar por sus palabras, hasta el encargado de la cantina del MRO estaba al tanto de la situación y era el encargado del reclutamiento. Así se hicieron las cosas en el MRO, para culminar con la confección del pasaporte uruguayo con el que dicen viajó Guevara, en el que aparece luciendo unos lentes de montura gruesa. Otro disparate del MRO. Dice Zabalza que permaneció en Cuba hasta setiembre de 1968. Dado el periplo necesario entonces para el regreso, tal como se relata en el libro acerca de las actividades de Trías al servicio de la STB, es probable que haya arribado a Montevideo a finales de octubre de 1968. A partir de esa fecha se le podría considerar miembro del MLN. Esto plantea otra interrogante: ¿por qué cierta prensa se empeña en considerarlo un dirigente histórico si nunca integró el Ejecutivo y su militancia fue la mitad en el tiempo y de ese tiempo la mitad estuvo preso?

Aldrighi:¿Su reclutamiento se realizó como integrante de una organización política o como individuo aislado? ¿Tenía algún tipo de responsabilidad en el movimiento estudiantil?

Zabalza: Un grupo de compañeros, tres o cuatro, que militábamos en la FAU, quisimos en ese período, repetidas veces, vincularnos al MLN.

Aldrighi: ¿Participó en movilizaciones de masa con apedreos o lanzamientos de molotov? ¿Integró algún grupo de choque, defensa, protección? En caso afirmativo ¿esa experiencia facilitó su decisión de ingresar al MLN?

Zabalza :En el movimiento estudiantil integraba una especie de red de militantes para la organización de las manifestaciones relámpago y de las ocupaciones de facultad. Ya en la FAU nos entrenábamos para la autodefensa en las manifestaciones. La red estaba constituida por grupos vinculados de una manera muy horizontal; participaban fundamentalmente estudiantes de Agronomía, de Bellas Artes y de Notariado. Estos últimos eran integrantes de la famosa Agrupación Refrigerio, algunos de los cuales son hoy miembros del Colegio de Abogados. Se llamaba así porque el lugar de reunión era la cantina del Centro de Estudiantes de Derecho. En 1966 hubo muchas situaciones de lucha callejera. Se desarrollaban en 18 de Julio, en la zona de la Universidad y en la de las facultades de Medicina y Química. Salíamos a apoyar los conflictos obreros de la época. Pero sobre todo nos movilizábamos por una postura internacionalista; fundamentalmente por los procesos de Cuba, Vietnam y Argelia. La invasión a la República Dominicana nos afectó mucho, fue un llamado de atención. También salíamos a la calle por algunas otras situaciones, como la guerrilla en Perú.

Aldrighi:¿Qué medios de prensa o lecturas los informaban y orientaban en temas de política internacional?

Zabalza: Leíamos mucho toda la literatura que venía de Cuba, como Pensamiento Crítico. Regis Debray se convirtió en un bestseller, era de los más leídos entre nosotros. Incluso algunos lo criticamos por el absolutismo de ciertos planteos, como las definiciones sobre el tema de la selva, el determinismo geográfico de la guerrilla, la mecánica de desarrollo del foco. Todo eso daba lugar a discusiones, que tenían un carácter muy inorgánico. A fines de 1966 y principios de 1967 se empezó a desarrollar un movimiento estudiantil que dio origen al MR-8, el Movimiento Revolucionario 8 de Octubre, así llamado después de la muerte del Che. Estaba compuesto por universitarios y sectores de juventud obrera de Ghiringhelli, de la carne y de FUNSA principalmente. Teníamos vínculos también en fábricas importantes como TEM o General Electric. Constituíamos una red que nucleaba más o menos cincuenta personas. Participé en ella desde sus inicios en 1966. No nos convocábamos a través de asambleas, sino mediante un pasaje de consignas. En esa red no había jerarquías y la integraba gente de variada definición ideológica. Algunos éramos anarcos, otros chinos del MIR o trotskistas y en algún momento hubo compañeros del MUSP, que se destacaban por una relación muy jerarquizada. No se planificaba nada, todo era espontáneo. Recuerdo haber salido a relámpagos decidido la noche anterior en el mostrador de don Primitivo, el cantinero de Derecho. Resolvíamos hacerlas por distintos motivos, de acuerdo a las informaciones de la prensa. Al otro día salíamos a manifestar un promedio de ciento cincuenta personas. Hacíamos sólo escándalo, porque en 1966 todavía no existía el uso de las molotov, aunque sí el uso de la baldosa. Se trataba en realidad de una salida con consignas. A veces rompíamos alguna vidriera como la de Pan American. La represión consistía en el camión lanza-agua, policías de comisaría y en moto. A los detenidos los manoseaban un poco; los tiraban en la comisaría y después, a la larga, salían. No intervenían los coraceros, a veces lo hacía el 6° de Caballería. Recuerdo que en una manifestación de 1964, cuando la ruptura de relaciones con Cuba, fue extraordinario ver a los “verdes” a caballo y con el sable en la mano. Nos causó terror. La solidaridad con Cuba era general, aunque había sectores del trotskismo, con posiciones muy críticas, que por supuesto no participaban en las manifestaciones de apoyo.

Aldrighi:¿Qué aspectos específicos de la política uruguaya vinculaban a sectores ideológica y políticamente tan diferentes?

Zabalza: La aspiración revolucionaria, que no tenía una teoría demasiado firme -todavía estaba en ciernes en 1966- y un espíritu antisistema. El sistema era visto como repulsivo.

Aldrighi:¿En qué modificó sus posiciones originarias después del ingreso al MLN?

Zabalza: Las modifiqué en especial por el proceso que fui cumpliendo en Cuba, donde tuve mucha lectura y discusión. Leí a los clásicos, Marx, Engels, Lenin, y también las obras de Mao. Discutíamos entre nosotros -no con los cubanos- algunos temas del Che Guevara. El grupo de uruguayos en el que participé tenía un alto espíritu de independencia. Nos hicimos de amigos en Cuba, gente muy querida, que convivía con nosotros en el monte y nos enseñaba las artes militares. Junto con ellos teníamos un gran rechazo a lo que ya entonces se mostraba como algo omnipotente: la estructura del partido; cada tanto venían a vernos los que llamábamos “los burócratas”. Éramos anarcos, de alma. La nuestra era una posición diferente a la que mantuvieron los tupas que residieron en Cuba a partir de 1973, muy pro-Partido cubano. Recuerdo que en 1968 —ya integrando el MLN— un compañero tenía que irse a Cuba, y como era el más recientemente llegado lo acompañé al aeropuerto. Le transmití mis impresiones y le mandé saludos a un tal Goitia: “Decile que es el burócrata más grande que he visto en mi vida”. Y en el mal sentido. Ese compañero todavía se acuerda, porque se lo dijo...
Estando en Cuba en 1968 se produjo la Primavera de Praga. Vivimos entonces la primera definición importante. En el viaje habíamos pasado por Checoslovaquia, viendo lo poco que puede verse en una semana. Pero en algunos contactos que pudimos tener con estudiantes se palpaba una gran disconformidad. Veías también -nos movíamos en el área de los hoteles internacionales- la prostitución, la droga, el lujo, los grandes coches, los cabarés dentro del hotel. Toda una serie de cosas que nos chocaban enormemente, de acuerdo a nuestra imagen de lo que debía ser el socialismo.
Aplaudimos los sucesos de Checoslovaquia, para nosotros fue como una esperanza. Recuerdo que tenía mucho contacto con la UJC cubana en esa época. El discurso de Fidel nos dejó con un sabor de insatisfacción, porque era ambiguo. Denunciaba los manejos de la burocracia checa y se ponía en contra de la invasión como método. Se preguntaba si esos mismos tanques soviéticos que reprimieron en Praga irían a Vietnam en solidaridad con el pueblo vietnamita. Pero por otra parte aceptaba la versión oficial soviética de que los sucesos de Praga eran fruto de una conspiración de la CIA, que hoy nos parece una justificación inaceptable. En aquel momento toda la izquierda uruguaya y latinoamericana estaba esperando lo que diría Fidel para subirse a esa línea. Esa era un poco la actitud general. Frente a hechos internacionales en los cuales no se manejaba mucha información, lo que decía Fidel era palabra sagrada. Y en este caso yo creo que fue una de las primeras veces en que se oyeron discrepancias con su planteo

Aldrighi:¿Expresaron esa disconformidad en Cuba?

Zabalza:No, porque a la vez uno vivía el otro aspecto, que era el de la solidaridad con el pueblo cubano. Por ejemplo, participé de la recepción de la mano del Che y la del 2 de enero de 1968, cuando el festejo del aniversario de la revolución cubana -nueve años- con un millón de personas. En ese momento todavía andaban los bandidos en el Escambray, había gente que invadía, volaban fábricas, depósitos de ropa y alimentos. Se vivía con una postura ambigua, los aspectos críticos se subordinaban a lo otro. Uno veía cosas en las que no coincidía o que le parecían criticables; pero se dejaban ahí, quedaban como un escozor...

Aldrighi:¿Qué opinión le merecían la Unión Soviética y el campo socialista?

Zabalza:Ese era un tema que nos unía en el plano internacional, por supuesto, porque frente a la Unión Soviética éramos tremendamente críticos. Sobre todo los de origen anarco. Todo el MLN fue en su historia muy independiente con relación a la Unión Soviética. En uno de los documentos fundacionales se hablaba de la independencia de toda estrategia internacional y de que nos afiliaríamos a alguna el día que fuera discutida en un plano de igualdad entre todos. En eso jugó un papel importante Raúl [Sendic]. Tenía la experiencia de la Internacional Socialista, a la cual había ido como delegado del Partido Socialista. Nos impulsaba a tener esta posición una especie de sentimiento nacionalista, o más bien de independencia política. Eso nos diferenciaba del Partido Comunista. Netamente. Siempre lo consideramos como la sucursal de una matriz exterior.

Aldrighi:¿Los miembros de esa red estudiantil ingresaron más tarde al MLN?

Zabalza: La mayoría. Después que me fui a Cuba, ese grupo terminó conformando el MR-8. Primero se estableció una coordinación, realizábamos reuniones en la sala de la dirección del Centro de Estudiantes de Derecho. Íbamos dos por Notariado, junto a los que venían de los otros centros que te nombré; también participaban algunos de Veterinaria y de Química, donde había un grupo fuerte. No recuerdo bien, porque me fui por mayo o junio de 1967. La secuencia de movilizaciones nos fue vinculando, la ocupación de la Universidad, las manifestaciones por la conferencia de “gorilas” [Cumbre de jefes de Estado de la OEA reunida en Punta del Este, abril de 1967], el conflicto de Ghiringhelli (que apoyamos acampando alrededor de la fábrica), el de la carne, etcétera. A través de esas actividades fuimos estableciendo una serie de relaciones que se plasmaron en esa primera coordinación, que más tarde se desarrolló como MR-8. Este se constituyó a la larga como la columna número Cinco del MLN.

Amodio:El conglomerado ingresó al MLN y por su volumen se los integró en dos columnas, la 5 y la 25. En realidad, el nombre de columnas no les pertenecía, ya que nunca tuvieron esa forma organizativa. Descompartimentados entre sí, carentes de la disciplina del funcionamiento en la clandestinidad viajaban de un local a otro como quien va de visita de amigos o familiares. Los locales, financiados por el MLN eran usados para dirimir las disputas entre sus mismos integrantes o para cerrar acuerdos con miembros de otros sectores estudiantiles. Fueron una fuente de conflictos constante y acabarán por constituir la microfracción, por lo que propuse su baja después de Pando, cuando por la detención de Fernández Huidobro pasé a hacerme cargo de esas dos “columnas”. Llegaron a negarse a decirme dónde estaba secuestrado Pellegrini, al que amenazaron de muerte tras el levantamiento de la huelga bancaria por parte de AEBU.

Zabalza:Tanto es así que puedo contarte una anécdota personal. Mi hermano, cinco años menor que yo, vino a estudiar a Montevideo en 1967. En 1966 había participado en las elecciones en su ciudad natal, Minas, trabajando para la fórmula Aguerrondo-Echegoyen, como mi padre. En 1967, cuando se dieron las movilizaciones por la conferencia de “gorilas”, que fueron bastante movidas, mi hermano y yo fuimos a la calle. Creo que entonces predominaba un sentimiento anti-Policía, que es antisistema a la vez. Mi hermano participó, yo me fui a Cuba y él quedó medio enganchado con el MR-8. Cuando volví ya estaba en el MLN. Para sorpresa mía, cuando ingreso yo ¡el contacto que me mandan es mi hermano! La izquierda armada, octubre 2016, páginas 301-305.

Amodio: El hermano de Zabalza, Ricardo, fue uno de los escasísimos integrantes del llamado MR-8 que se integraron de forma orgánica al MLN y lo hizo en la columna 1, de la mano de Fernández Huidobro. Será Ricardo quien proponga a su hermano Jorge para ser reclutado, quien en una primera instancia se integra a dicha columna, con el seudónimo de Justo. Con posterioridad, Fernández Huidobro propuso su pase a la columna del interior, cuando las dos columnas en que se dividió el MLN en octubre de 1968 se convirtieron en siete.

Aldrighi:¿Qué diferencias encontraba entre la lucha armada de la izquierda y el empleo de la violencia por la derecha en Uruguay?

Zabalza: Habíamos masticado bastante el tema: la violencia en el sentido de la opresión o en el de la liberación, en el sentido de la justicia o en el de la injusticia. Pero no el uso de la violencia postulado como cuestión de principios. No la violencia por sí misma, sino como conclusión del análisis histórico de cómo las clases opresoras, en todos los tiempos, se han resistido a ceder sus privilegios, utilizando su monopolio de los instrumentos armados (ejércitos, policías) para impedir que los pueblos alcancen la libertad y la justicia social. La violencia desde el Estado empleada para resistir los cambios progresistas es la expresión más alta de las relaciones de poder. Reivindicábamos el empleo de medios violentos en el sentido contrario, en la construcción de un contrapoder organizado por los pueblos. En el Uruguay, el MLN quería ser una expresión armada de ese contrapoder. No hay que olvidar que por mucho tiempo el MLN estuvo muy atento de no tocar a las Fuerzas Armadas. Por ejemplo en 1969, durante el conflicto de la carne, fueron puestos de guardia soldados con sus máuseres en las puertas de las carnicerías, pero teníamos muy claro que ellos estaban afuera de la cosa. La izquierda armada, octubre 2016, página 311.

Amodio:¡Cuántos eufemismos para no decir que defendíamos la lucha armada como el único método válido para la toma del poder!!! Es evidente que en 1998, año de la entrevista, Zabalza acompañó el giro ideológico impulsado por Huidobro y Mujica, tendiente a hacer pasar al MLN casi como una ONG. Claro que durante años evitamos enfrentarnos a las FF.AA., hasta que en 1972, con Zabalza como uno de los impulsores, se decidió lo contrario. El mismo Marcelo Estefanell ha reconocido que Sendic le dijo “le vamos a tirar a todo lo verde, hasta a las cotorras”, pese a estar desarmados, en una situación a la que el mismo Zabalza, “el coherente”, según algunos, calificó “como de la época de los indios”. Estas contradicciones, ¿nadie las ha visto? Y si las vieron, ¿por qué las callan?

Aldrighi:¿Cuáles eran los puntos esenciales del proyecto de reforma agraria que elaboraron en Punta Carretas?

Zabalza:No hablábamos de reforma agraria sino de revolución rural, considerábamos que era más abarcativo y simbólico. Estudiamos mucho el trabajo del CIDE, que había sido organizado con el criterio de Wilson Ferreira Aldunate, lo dirigían Enrique Iglesias y Danilo Astori. También los estudios del Instituto de Economía de la Universidad, dirigido por Nicolás Reig, y el trabajo sobre la reforma agraria de Vivián Trías, junto a una serie de otros materiales.

Amodio:Más allá del nombre que se le diera, que es lo de menos, dentro del Penal la comisión que trabajó en el tema de la tenencia y uso de la tierra elaboró un proyecto de reforma agraria, que sería el que el MLN pondría en práctica una vez alcanzado el poder. Los lineamientos generales de ese proyecto de reforma agraria serán presentados a los mandos militares en el proceso de la primera tregua, en el mes de julio de 1972, bajo el nombre de Contrapropuesta del MLN a la rendición incondicional. Aunque yo nunca participé directamente en la elaboración de esos programas, como miembro del C1 tomé conocimiento de ellos. Salvo Lopardo (José Pedro Lopardo Telechea), que tenía cierto conocimiento del tema, todos los demás miembros de la comisión encargada del proyecto eran simples opinadores de un tema en el que primaban las posiciones de Vivián Trías.

 

Aldrighi:¿Qué otros autores se leían en el Penal?

Zabalza:En el aspecto teórico estudiábamos fundamentalmente a los clásicos, Marx, Engels, Lenin, Mao. También a Frantz Fanon y sus Condenados de la tierra, a Celso Furtado, La pedagogía del oprimido de Paulo Freire, Carlos Real de Azúa en temas históricos. Habíamos logrado formar, con permiso oficial, una biblioteca con ochocientos títulos. Dividíamos el tiempo entre estudio, manualidades y deportes.

Amodio:Decir que se estudiaban los clásicos es una exageración, ya que las lecturas se efectuaban a nivel individual, fundamentalmente por aquellos que por razones varias no lo habían hecho antes de su ingreso y a la búsqueda de respuestas a situaciones concretas del desarrollo de la organización. El C1, como organismo de dirección delegó en el C2 la organización de algunos cursos de formación que se quedaron en cursos de información. Esos mismos cursos debieron suspenderse, ya que algunos ponentes, como fue el caso de Nell Tacci manifestaban posiciones contrarias a las mantenidas oficialmente por el MLN, fundamentalmente en lo que tenía que ver con los nacionalismos. Esto fue la causa de un desconcierto que obligó a que algunos miembros del C1 nos viéramos obligados a reunirnos con grupos bastante numerosos de compañeros con el fin de aclarar algunas de las dudas que se nos planteaban. En realidad, no dejaba de ser un contrasentido que compañeros que habían ingresado al MLN atraídos por su falta de definición ideológica recibieran lo que dio en llamarse cursos de formación y que iban contra sus propias convicciones personales.

Aldrighi:¿Influyeron en sus decisiones, junto a los factores puramente políticos, sugestiones provenientes de la cultura, la literatura, el teatro?

Zabalza:Sí, existía todo un ambiente cultural. Creo que lo que pervivió de los años sesenta y setenta fue la revolución cultural. Por eso aún tenemos a los protagonistas, Benedetti, Galeano, Líber Falco, Viglietti, Zitarrosa, Los Olimareños, Numa Moraes, Carbajal, etcétera. También en el teatro o la plástica, con Podestá, Gurvich, Manolo Lima. Recuerdo el cine Renacimiento con su selección de películas de izquierda, cubanas, españolas; también Cinemateca, los festivales de Marcha. Fueron los tiempos de creación del candombe beat, de Eduardo Mateo, el Negro Rada, Urbano Moraes y tantos otros que fueron hacia el rock desde las raíces negras de la cultura uruguaya. Pero en realidad para mi generación -los que tenemos más de cincuenta años- lo decisivo fue la calle. Ahí adoptamos nuestras definiciones. Y después fue fundamental la influencia ideológica y política de Cuba. ¿Por qué razón creíamos que el cambio era posible? Porque Cuba era una realidad, y también Argelia y Vietnam. Porque existía un mundo socialista. Eso te llevaba a sentir que podías hacer lo mismo. De ahí provienen las dificultades que vivimos hoy. En esa época lo fundamental fue el clima ideológico.
En cuanto a las lecturas, era un gran lector de Jorge Amado, de Steinbeck y Hemingway, también de Arguedas y Ciro Alegría. Recitábamos a Neruda, Miguel Hernández, Vallejo. Aparecían por entonces los primeros libros de García Márquez. Desde niño leía Marcha, porque mi familia, por el lado de los tíos paternos, era quijanista. También mi padre leía Marcha, Quijano era blanco. Marcha fue fundamental en cuanto a la información internacional y a una visión del país que en general compartíamos. Podíamos tener discrepancias con alguno de los redactores, con Bruschera, pero no con los escritos o editoriales de Quijano, Carlos María Gutiérrez, Carlos Núñez, Daniel Waksman, Eduardo Galeano. La compré permanentemente desde que me vine de Minas; todos los viernes. Era “la” lectura. La izquierda armada, octubre 2016, páginas 316-317.

Aldrighi:Al ingresar ¿Su pareja formaba parte del MLN?

Zabalza:En ese momento no, luego se integró.

Aldrighi:Su vida privada y social ¿se vieron modificadas por el ingreso a la organización?

Zabalza:Sí, por supuesto. Tuve una experiencia muy particular en la medida en que me fui a Cuba y corté la vida social abruptamente, con la familia y el Centro de Estudiantes. Cuando volví retomé esa vida, pero ya desde otro ángulo, desde una posición muy distinta. Cierto día entré a la Facultad y un compañero de Colonia, hoy escribano, exclamó: “Ay, ay, ay, ¡ahí viene el tupamaro!”. Hablaba de mi forma de vivir un poco bohemia y algo misteriosa porque aparecía y desaparecía. En realidad entré a temblar... La dinámica interna de la vida clandestina te llevaba a apartarte de todo. La izquierda armada, octubre 2016, página 328.

Aldrighi:En qué condiciones se realizaban las visitas?

Zabalza:No podíamos hablar mucho, porque había un oficial en el medio. Toda la visita se desarrollaba bajo censura. No nos podíamos tocar porque una reja nos separaba. Las conversaciones eran totalmente formales. “La abuela está bien. Se rompió el baño”, etcétera. Vivir por años en esas condiciones no puede compararse con la experiencia de la tortura. Porque la tortura sabés que pasa. O te morís, o se termina en algún momento. Pero esa situación en que nos tuvieron por años, a veces teníamos la sensación de que no iba a pasar. Nada nos indicaba que la dictadura fuera a terminar muy pronto, por la información escasa que podíamos recoger oyendo a los mismos milicos o la radio, donde a veces lográbamos escuchar algún informativo. En realidad la llamarada de esperanza fue el plebiscito de 1980. Estaba en Flores en ese momento, donde el calabozo no era demasiado hospitalario. Tenía rejas al aire libre, sin vidrios. Hasta 1984 estuve en aislamiento. El 19 de abril nos llevaron al Penal de Libertad. Allí nos pusieron solos, en la Isla, aproximadamente hasta junio. Luego nos trasladaron al primer piso, que previamente habían vaciado. Seguimos aislados hasta setiembre de 1984; el 14 de ese mes me juntaron con el Ñato.

Aldrighi:¿Cómo soportó once años prácticamente incomunicados, sin hablar?

Zabalza:Hablábamos algo con los milicos y con la visita. Escribía mucho, conservo algunos cuadernos. En los últimos años leía todo lo posible. Es cierto que cualquiera podía venir y leer lo que escribíamos. Rosadilla, que era el jefe de Laguna del Sauce -el mismo que ahora degradaron o sancionaron porque robó- se complacía en leer las cartas de las compañeras. Porque me escribía con mi compañera. Muy esporádicamente me llegaban sus cartas. Y un poncho que aún conservo. La izquierda armada, octubre 2016, páginas 337-338.

Aldrighi:Qué lecturas eran permitidas?

Zabalza:Con Marenales hicimos los últimos años del liceo de nuevo. Estudiamos física, química, matemática, psicología. Yo terminé haciendo nueve mil seiscientos y pico ejercicios de cálculo infinitesimal. Tenía todas las paredes cubiertas de fórmulas a lápiz. Pasaban los oficiales y decían: “Mirá, se está volviendo loco”. Pero en realidad eso era lo que te salvaba. Todo esto fue posible desde 1978 en adelante, no antes. Raúl recibía la revista Investigación y Ciencia, que le mandaba el hermano. Leímos mucho de psicología, el conductismo, Pavlov, a quien paradójicamente dejaron entrar, mientras no se lo permitieron al Pepe Morosoli, por ejemplo, porque en una de sus páginas dice ser socialista. Los libros eran traídos por mis padres. Recuerdo que en 1976 nos peleamos con Raúl, por carta, sobre las dos teorías acerca del origen de los charrúas, como melanesios o como mongoloides. ¿De qué íbamos a hablar? De política no podíamos, porque no teníamos ningún elemento, y tampoco del pasado. Lo hicimos dentro de lo posible al principio, pero también fuimos perdiendo memoria, porque si no la usás se te va deteriorando. Cierta vez peleamos con Marenales por una estación espacial que cayó en Australia. La discusión giraba en torno a si se había acelerado o desacelerado. Muy importante ¿no? Intercambiamos varias cartas. Ahora nos reímos recordando, pero entonces nos enojábamos. Hice un dibujo sobre un cartón, pedí para ir al baño, fui corriendo hasta su celda: “Fijate esto, es así y así”. El milico miraba asombrado pensando que estaba loco. Transgredía todas las normas por una discusión de ese tipo. Me valió una sanción, pero no me importaba, con tal de mostrarle mi dibujo.

Aldrighi:¿Podían realizar algún tipo de ejercido o gimnasia?

Zabalza:Estaba prohibida la gimnasia. Pero como el soldado caminaba delante de nosotros aprendimos a hacer ejercicios cuando se alejaba. Cuando pasaba delante de la celda estabas parado y quieto.

Aldrighi:Cuando eran sancionados ¿qué castigo les imponían?

Zabalza:No tenían más nada que hacernos. Te ponían de plantón solamente, a veces un par de días. Pero también se cumplía a medias, porque cuando el soldado se alejaba te sentabas, cuando volvía te parabas. Estando en Paysandú, recién detenido, no me podían esposar atrás por la herida en el pulmón. Lo hacían adelante, me ponían la venda en los ojos y me decían: “¡No se la vaya a sacar!”. Con la esperanza de que uno se auto reprimiera. Estaba en un calabozo, solo, y me la sacaba. Foucault en Vigilar y castigar hace un análisis y una crítica del aparato autoritario. Pero está también la otra parte: vivir es transgredir. El propio aparato de dominación, tan terrible y que tan bien describe, genera resistencia y transgresión. No sólo te golpean, también existe una resistencia al golpe. La izquierda armada, octubre 2016, páginas 339-340.

Aldrighi:¿Era creyente?

Zabalza:No, en absoluto. Pero eso de creer en la revolución también era una especie de fe ¿no? Tiene connotaciones religiosas. A veces es como una fe, y en algunos momentos tenés que ser un poco fundamentalista para sobrevivir.

Aldrighi:¿Qué pensó acerca de la derrota del MLN en 1972, a qué causas la atribuyó?

Zabalza:Pienso que el MLN tuvo un crecimiento político, participó en la creación del Frente Amplio, en la Central de Trabajadores y en el movimiento social en general, pero no tomó cuenta de ese crecimiento. No advertimos cuáles habían sido los resultados de las elecciones; el caudal electoral del Frente Amplio, el de Wilson Ferreira Aldunate y del Movimiento Por la Patria, y las posibilidades que se abrían para una lucha distinta. Una lucha no tanto de aparato, como la que veníamos desarrollando hasta ese momento, sino de carácter mucho más político. Eso significaba que las acciones típicas de los grupos armados pasaran a un segundo plano. Debíamos participar abiertamente en el movimiento sindical, en la lucha del Frente Amplio contra el gobierno de Bordaberry -que iba a ser muy duro y ya lo estaba siendo- y paralelamente incentivar o integrarse a formas de resistencia callejera, que implicaban también el uso de medios violentos de carácter mucho más popular.

Amodio: Zabalza siempre se ha movido en un mar de contradicciones, y estas sus palabras, según Aldrighi datadas en 1998 y no publicadas en la primera edición de 2001, son una prueba más. En primer lugar, hay que decir que el resultado electoral fue analizado y calificado como “la confirmación de la necesidad de la lucha armada para la toma del poder”, palabras más o menos, que fueron refrendadas entonces por la totalidad del MLN y que reabrieron el debate sobre el “apoyo crítico” al Frente Amplio. En segundo lugar, decir que manteníamos una “lucha de aparato” con la intención de negar la necesidad de las formas organizativas, no hacen más que refrendar el voluntarismo latente en las concepciones que fueron emanando desde Punta Carretas y que acabarán tomando forma en los Planes Tatú y del 72, esos sí pensados para elevar el nivel de los enfrentamientos y que llevarán al MLN a un enfrentamiento contra el aparato militar del Estado aun habiendo desarticulado el propio, tras la famosa reorganización de marzo de 1972


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