05.MAY.19 | Posta Porteña 2015

Clara Aldrighi, La Izquierda Armada / comenta Amodio (X)

Por AMODIO

 

La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN-Tupamaros Ediciones Trilce 2001

 

Sobre esta obra, “osada, rigurosa y de sesgo testimonial, constituye, entonces, un insoslayable aporte a la interpretación de nuestra historia reciente y hasta de nuestro presente” así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hace un cometario decima  entrega) –Marzo 2019

NdeR: lo que está en cursiva corresponde al texto de Aldrighi y comienza entrevista a Zabalza

 Culmina  Entrevista a Jorge Zabalza

 

Zabalza: Nos equivocamos al continuar con la estrategia de hostigamiento al aparato represivo con nuestros grupos armados, y también concebimos erróneamente la posibilidad de la toma del poder. Se trataba de toda una concepción de la cual no éramos sólo nosotros los responsables; la toma del poder entendida como la toma del aparato del Estado. No advertimos que nuestra acción tenía que estar más dirigida a la comprensión y al entendimiento político de las personas, que a hostigar a los ejes del poder del Estado, que son la Policía y las Fuerzas Armadas. Que una insurrección tiene que ver con cientos de miles de insurrecciones que ocurren en la cabeza de las personas.
En un determinado momento dejamos de actuar en este sentido. Cuando realizamos en los inicios de la organización las acciones de propaganda armada, gradual y dirigida a una finalidad política, atrajimos la simpatía popular, logrando además que mucha gente sumara su voluntad a una esperanza de revolución y de cambio social. Pero luego de haber obtenido ese resultado nos quedamos en la misma dinámica, sin haber definido una forma más adecuada.

Amodio: Dice Zabalza que “nos equivocamos al continuar con la estrategia de hostigamiento al aparato represivo”, cuando en realidad lo que se hizo fue empezar con el hostigamiento: ataques a comisarías, Soca, declaración de guerra a los ricos y las acciones en el interior. Utiliza el plural para intentar hacer creer que fue una decisión que contó con la aprobación mayoritaria y ocultar que fue el inicio de la claudicación del Ejecutivo de entonces ante las maniobras de Sendic y Fernández Huidobro “que se habían ido a la base para demostrar que sus planes eran los correctos” y que me llevarán a renunciar a mi integración en el Comando General de Montevideo

Zabalza: Lo que necesitábamos en las nuevas condiciones no eran más metralletas ni más tiros, sino quizás más comités de base, más organizaciones sindicales y barricadas en las calles. Era otra concepción de lucha. Yo tampoco me lo planteaba, creo que todos nos equivocamos. No me coloco por fuera porque tal vez fui de los que más desestimé la lucha para jugarme al aparato. Fui siempre un hombre de aparato. Nací adentro de un aparato militarizado. El 15 de abril, después de la muerte de Candán y otros compañeros, y cuando hacía sólo tres días que me había fugado nuevamente, salimos en una camioneta a buscar milicos. Hoy lo miro y me digo ¿yo era aquél? Y sin embargo lo era, lo soy. Todo eso está detrás de uno.

Amodio: Zabalza en estado puro: dice “todos nos equivocamos” y no es verdad. Ellos se equivocaron, ellos fueron los que mediante tretas y artimañas sin cuento se encargaron de romper las formas organizativas para imponer sus criterios –le vamos a tirar a todo lo verde- y resulta que no se necesitaban ni más tiros ni metralletas, mientras que los que nos opusimos a eso fuimos calificados de militaristas. Detrás de una aparente autocrítica se oculta la gran falsedad histórica: culpar a otros de su enorme fracaso.

Aldrighi: ¿Cómo se explicaba el fenómeno de la colaboración de algunos militantes con las fuerzas represivas? ¿Sucedió a causa de la tortura?

Zabalza :No, porque los que traicionaron no fueron torturados. Amodio Pérez no lo fue nunca. Se quebró antes. Representa un ejemplo claro de las luchas de poder internas.
Cuando en marzo de 1972 se designa una nueva dirección formada por Raúl, el Ñato y Candán, Amodio y Alicia Rey Morales no la integran. En ese momento Amodio se quiebra del todo. Es excluido no tanto por discrepancias políticas sino por su forma de ejercicio del poder dentro de la organización.

Amodio: Zabalza sigue ocultando la realidad. En marzo de 1972, yo estaba preso en Punta Carretas, compartiendo celda con el mismo Zabalza. En marzo de 1972, Zabalza y yo éramos responsables de la segunda fuga de Punta Carretas. En diciembre del año anterior yo había renunciado al Comando General de Montevideo, ante la inminencia de la puesta en práctica del llamado Plan del 72. El Comando General era, junto con el Ejecutivo, la dirección del MLN. Por lo tanto yo mismo me autoexcluí de la dirección, por lo que queda claro que mis discrepancias eran políticas, de manera fundamental.
Tal como recoge Fontana en La piel del otro, recogiendo palabras del mismo Zabalza, mi consternación fue comprobar el dislate organizativo que se había llevado a cabo.

Aldrighi: Después de la fuga de setiembre de 1971, ¿Amodio no fue uno de los dirigentes enviados a la base por la dirección en funciones?

Zabalza: Aunque también queda fuera de la dirección, parte del grupo que estaba dirigiendo en esos momentos el MLN era su gente.

Amodio: Como digo en el punto anterior, después del Abuso formo parte de la dirección del MLN y renuncio tres meses después. Renuncia que se produce cuando el Ejecutivo estaba integrado por Wassen, Rosencof, Engler y Marrero, es decir, lo que Zabalza califica como “mi gente”

Aldrighi:¿Amodio permaneció en Montevideo?

Zabalza: Sí. Mientras todo el resto de los dirigentes fugados se van al Collar o a la columna del Interior, él permanece en Montevideo: queda realmente en el mando.

Amodio: Los ex dirigentes fugados, Sendic y Fernández Huidobro, fueron a la base, según cuenta Huidobro en Memorias de insurgencia, página 127, para demostrar que los planes que hasta entonces el Ejecutivo no había dado su aprobación, eran los correctos. Wassen se integró de inmediato al Ejecutivo, mientras que Manera y Marenales aceptaron de buen grado su integración en el sector servicios, habida cuenta del tiempo que llevaban presos y por ser además partidarios de un régimen de funcionamiento centralizador, contrario al que se venía practicando.

Zabalza: Inmediatamente después de la fuga comenzaron a chocar las distintas concepciones frente a hechos concretos. Participé muy directamente en todo ese proceso.

Amodio: Esta es una de las escasas verdades dichas por Zabalza: tras la fuga comienzan a aparecer las distintas concepciones entre los que propugnábamos seguir actuando a través de la línea de propaganda armada, manteniendo la característica de guerrilla urbana y los que propugnaban “elevar el nivel de los enfrentamientos” y establecer el “segundo frente” en el interior, lo que nos conduciría a un cambio de estrategia en lo político y en lo militar. Y que el mismo Zabalza participó activamente en todo ese proceso que llevará al MLN a un enfrentamiento con las FF.AA., no cabe duda alguna.

Zabalza : Como te decía, Amodio queda fuera de la dirección y eso lo quiebra. Justo por esos momentos cae de nuevo preso. Nunca se supo por qué fue a la casa del Gordo Manolo, al lado del Hospital Militar. Quiso escapar en el jeep cuando se dio cuenta de la ratonera, y en lugar de huir o tirar un tiro, prácticamente se entregó.

Amodio: Creo que nunca, en tan pocas líneas puede esconderse tanta falta de rigor, a medias entre el entrevistado y la historiadora Aldrighi. Yo fui detenido por segunda vez el 25 de febrero de 1972, es decir, unos veinte días antes que se designara la nueva dirección el 16 de marzo. Lo fui en la calle Emilio Raña, a una cuadra de Garibaldi, local al que en esos momentos daba cobertura el “Gordo Manolo”. Decir que nunca se supo a qué iba es otra de las falsedades: en ese local se estaba centralizando la infraestructura para la realización de la segunda fuga, de la que yo era el responsable exterior, ha pedido del mismo Zabalza. Otro dislate: la huida en el jeep corresponde a mi primera detención, producida el 30 de junio de 1970. Además, ¿cómo se atan don conceptos contrapuestos? Dice que quise escapar y a continuación en lugar de huir… en fin, cosas de Zabalza.

Zabalza: Llegó al Penal de Punta Carretas intocado. Con toda su elegancia... Cayó a la celda, estábamos Pedro Dubra, el Negrito Rodríguez y yo. Empezó a redactar un informe contando sus puntos de vista, en especial el de que toda la organización era tremenda, menos el Bebe y el Ñato. El Bebe era apenas un buen responsable de grupos de acción. En la celda comenzó a darnos manija, a Pedro y a mí, que dentro de todo teníamos cierta autoridad en la organización. Debíamos, decía, reunirnos con la Negra Mercedes, Alicia Rey Morales, para discutir lo que pasaba con el Bebe, porque la nueva dirección era un desastre... Se mostraba indignado.

Amodio: Efectivamente, intocado, como todos los presos en esos momentos. Aparece aquí una nueva contradicción: si toda la organización era una cosa tremenda ¿por qué tenía que sentirme indignado? Creo que una vez más se le trastocan los tiempos: cuando llego al penal y me reúno con los miembros de la dirección interna, de la que Zabalza formaba parte, les doy el informe preceptivo, de manera objetiva. No informo de mi renuncia al Comando General, porque eso era una cuestión interna y haberlo hecho habría significado tener que dejar al descubierto mis discrepancias. Será después del 16 de marzo, cuando reciba a través de mi abogada Inés Capuccio el informe acerca de la reorganización decidida, que mostraré mis discrepancias, ignorando, por cierto, el papel divisionista que en esos momentos desempeñaban tanto Zabalza y Mujica como Sendic y Fernández Huidobro.

Zabalza: Cuando salió en la segunda fuga, la del 12 de abril de 1972, que teníamos casi preparada cuando él llegó al Penal de Punta Carretas, ya estaba totalmente desmoralizado. Hubo que salir por las cloacas -donde no hacíamos pie y él que era chiquito menos aún- y allí tuvo un ataque de terror. Tenías que nadar en esa materia...

Amodio: Ahora resulta que la fuga ya la tenían casi preparada. No dice que solo en la parte interna, porque la externa estaba bajo mi responsabilidad. Como es evidente, de lo que se trata es de minimizar todo lo que yo pudiera haber aportado. Es verdad que yo mantenía profundas diferencias con quienes en esos momentos dirigían al MLN, pese a que la mayoría era “mi gente”, como el mismo Zabalza ha dicho, pero mi “desmoralización” no comenzará a tener carácter irreversible hasta conocer el alcance de la reorganización decidida el 16 de marzo. Sobre lo de las cloacas no merece la pena dedicarle atención. Espero que algún día, cuando Efraín Martínez Platero tenga a bien dejar de ser el cómplice de lujo en toda esta historia, sea él quien cuente lo sucedido.

Zabalza: Después del 14 de abril comenzó un proceso en el cual, en primer término, se lo separó de la organización. Luego Amodio pidió irse para Chile como responsable de la columna del exterior. Se le dijo que no. Podía irse para Chile y Cuba, que hiciera después lo que quisiera, pero sin responsabilidad. Fue entonces que cayó preso otra vez, ya totalmente quebrado.

Amodio: Después del 14 de abril, aunque lo correcto sería decir desde ese mismo día, intenté revertir la situación en que estábamos metidos. En esos momentos, el local de Pablo y Sofía, en Juan B. Moreli 3791, se había convertido en punto de encuentro y reunión de los miembros de diferentes organismos a la búsqueda de una salida al descalabro desatado: Wassen, Becca Tessa, Marenales, Engler, Alicia Rey y algunos otros de los que nunca supe su nombre, participamos en docenas de reuniones. Aparte de la divulgación de las cintas de Bardesio y acompañar a Gutiérrez Ruiz en su simulado secuestro para entrevistar al mismo Bardesio, mi labor consistió fundamentalmente en intentar convencer al Ejecutivo de la necesidad de replegar lo que aún permanecía bajo nuestro control. Fue ese un intento inútil, aunque después esa misma necesidad será la que se esgrimirá para justificar la primera tregua. No será hasta pasado algo más de un mes que pediré la baja, en una tumultuosa reunión que acabó sin resolución clara, aunque luego se hayan dado versiones contradictorias. Lo cierto es que la baja me fue negada como me fue negada mi integración en la columna existente en Chile para resolver el tremendo déficit en materia de documentación que allí existía. Terminó de quebrarme la indiferencia con que el Ejecutivo consideró el gesto de Alicia, que sacrificó su libertad y su vida para permitir la fuga de quienes la acompañaban. Ya detenido y ante la certeza de que sería torturado pretendí suicidarme.

Zabalza: Casi enseguida me di cuenta de que estaba pasando información. Me interrogaban sobre cosas que sólo podíamos saber nosotros dos. Por ejemplo, tenían informaciones sobre la comisión de preparación del Abuso en Punta Carretas, llamada Comisión A (por aspirina, aquello que se decía de “aspirinarse”), que había estado integrada por Amodio, el Pocho [Servando] Arbelo, el Negro Mansilla y yo. Ni Mansilla ni Arbelo estaban presos, Amodio y yo sí. Cuando les pasaba el dato a los compañeros de Paysandú de que el Negro Amodio estaba cantando, nadie podía creerlo.

Amodio: Estos pobres argumentos son los que Zabalza esgrime para acusarme. ¿Alguien puede creer que en mayo de 1972 a alguien le podía interesar saber cómo se había gestado el Abuso? Lo que Zabalza no dice es que él mismo, en su afán por alcanzar un alto grado de protagonismo se había encargado de ventilar esos hechos y que estaban en conocimiento de varios compañeros del interior. Por otro lado, Píriz Budes ya había realizado su voluminoso informe, informe que luego Zabalza revivirá en Cero a la izquierda.

Aldrighi:¿Qué opinaba de la democracia representativa en Uruguay, antes y después de su involución autoritaria?

Zabalza: Vivimos en carne propia los excesos de autoritarismo. Para imponer determinado proyecto sintetizado en la ley de la COPRIN hubo que clausurar medios de prensa, pasar a la clandestinidad al Partido Socialista, el MIR, la FAU, el MRO, y eso le dio un tono al gobierno de Pacheco. El famoso Pacheco boxeador, dando los golpes al aire, y a veces no tan al aire, porque causaron muertos. El proceso que fue tomando cuerpo con características militares, las denuncias de Michelini y Erro, un gabinete formado por los empresarios, la visita a los cuarteles. Eran las señales de que se utilizarían los aspectos más autoritarios que contenía la Reforma Naranja. Toda la izquierda, en su oposición a la misma, la consideraba la fundamentación jurídica y constitucional del autoritarismo. Se usaron todas las herramientas que proporcionaba la nueva Constitución, como las medidas prontas de seguridad, que el gobierno imponía y luego el Parlamento levantaba, para que se volvieran a imponer. Hubo hombres del gobierno que merecieron juicio político por corrupción, como Jorge Peirano Facio, que hoy en día es uno de los más prósperos empresarios del país. Pero ese autoritarismo tenía una base social. La lista por la reelección de Pacheco fue la más votada. Le siguió Por la Patria. Aunque Pacheco no haya ganado, hubo medio millón de personas que votaron por su reelección. Algo parecido a lo que se dio en Europa con Mussolini o Hitler; un fenómeno de sesgo represivo, autoritario, pero con una base social importante. La izquierda armada, octubre 2016, página 348.

Aldrighi:¿Existió un apoyo de la opinión pública a las acciones del MLN más allá de la izquierda? ¿A qué causas lo atribuye?

Zabalza: En algunas acciones, como la Financiera Monty, el Abuso y otras donde predominaba la picardía, despertábamos simpatía. La simpatía no es el apoyo. Es la visión admirativa por la perfección con que aparentemente se hacían las cosas. Pero hay que subrayar ese aparentemente. Salía por ejemplo alguna jugada como la de Radio Sarandí, en la que dejabas un poco en ridículo todo lo que era el aparato represivo, y como este pueblo es antiautoritario en general, y particularmente antimilico, gozaban con ese tipo de cosas. Hubo un apoyo más definido de otros sectores, que no sólo solidarizaban sino que compartían políticamente la lucha con las armas en la mano. Me encontré con una manifestación, después del Abuso, por las facultades de Medicina y Química, donde gritaban “¡MLN, Tupamaros!”. Nunca había visto algo así.

Amodio: Aunque pretenda disimular, a Zabalza se le ve la hilacha. Más allá de su pretendida diferenciación entre apoyo y simpatía, no puede negar que las acciones que despertaron simpatía y por ende apoyo, material o político, fueron las acciones de propaganda armada. Asombra además que alguien que aparenta reconocer que una cosa era la imagen que el MLN transmitía al exterior y otra era la realidad, haya impulsado una línea de acción que exigía una organización mucho más fuerte que la existente en lo material y con un apoyo político con el que no contaba. Aventurerismo puro. Luego dirán que el militarista era yo.

Aldrighi: Acciones como la toma de Pando o los enfrentamientos armados contra policías y militares de 1972 ¿se realizaron pensando en la opinión pública o siguiendo una lógica interna que las requería?

Zabalza: Pando se hizo en el marco de una estrategia muy clara, que significaba demostrar a la población y a nosotros mismos la capacidad de ocupar una ciudad. De la misma forma que la guerrilla rural ocupa ciudades -como ocurrió hace poco en Colombia- y después se retira, podíamos hacerlo nosotros en el marco de la lucha urbana. Porque en teoría, de tomar Pando a tomar Montevideo hay una distancia solamente de dimensiones.

Amodio: La mal llamada toma de Pando se inscribió en lo que entonces se llamaba la “línea del doble poder”. Es cierto que durante unos minutos controlamos la situación y que las acciones previstas se desarrollaron de acuerdo a nuestros planes hasta el momento en que debimos emprender la huida. Ahí acusamos la falta de previsión que tuvimos en su planificación y si no hubiese sido por la repercusión del accionar policial, que revirtió el rotundo revés de las pérdidas y las muertes ocasionadas, todo habría acabado como un rotundo fracaso. Lo que es realmente asombroso es que a treinta años de Pando se siga insistiendo en la comparación con la “toma” de Montevideo, vieja ilusión establecida por otro de los “estrategas” del MLN: Fernández Huidobro. ¿Queda claro del lado de quién estaba Zabalza?

Aldrighi:¿Y en el caso de la toma de Soca?

Zabalza: Me parece que se inscribe en el marco del que hablábamos antes. Nos equivocamos en la estrategia y empezamos a desarrollar acciones armadas de hostigamiento directo al aparato represivo. Fue Soca, pero fue también la comisaría de Camino Repetto. Supuestamente el hostigamiento obliga a las fuerzas represivas a tomar más medidas, a estar más en guardia y hacer más patrullaje. Les crea también contradicciones internas, miedo, etcétera. Las operaciones de hostigamiento en todas las realidades están dirigidas a eso. En un momento en el que habíamos conquistado apoyo popular y también simpatía, nos equivocamos al realizar el hostigamiento a través de grupos armados, cuando podíamos haberlo desarrollado contra todo el sistema del Estado, desde el campo popular, donde teníamos apoyo. Una especie de Intifada.

Amodio: Como se puede apreciar, Zabalza también practica el “cómo te digo una cosa te digo la otra”. Hace apenas un momento acaba de decir que el MLN no contaba con apoyo y ahora dice que “nos equivocamos al realizar el hostigamiento a través de grupos armados”, porque contábamos con apoyo en el campo popular. Oculta, claro está, quiénes fueron los que impulsaron “acciones armadas de hostigamiento directo al aparato represivo”, para ocultar el papel que a él mismo le correspondió y que tuvieron en Sendic y en Fernández Huidobro a sus máximos representantes.

Aldrighi: Si el movimiento popular desarrollara prolongadamente formas violentas de lucha de masas como el Tejazo ¿no se desencadenaría la misma represión, esta vez contra la entera población? Posiblemente el Estado adoptara medidas aún más restrictivas de las libertades. A menos que usted considerara que la insurrección estaba cercana.

Zabalza: Los sectores que estaban más vinculados a lo popular fueron los menos afectados por la represión. Le pegaban al aparato, no a los que estaban más cercanos al 26 de Marzo. Y creo que en general es al revés de lo que decís. El Ejército israelí, que es bastante más capacitado que el nuestro, no puede con los estudiantes palestinos, con la gente del pueblo. La izquierda armada, octubre 2016, páginas 352-353

Amodio: La pregunta y la respuesta se las traen. Seguramente ambos, entrevistadora y entrevistado, saben que el MLN preconizó la idea de que cuanto peor, mejor. Es decir, cuanta más represión se desencadenara, más fácil nos sería conquistar apoyos. Pero mucho más asombrosa es la afirmación de Zabalza acerca del 26 de Marzo y por ende de la columna 70. ¿Todavía, en 1998 no se ha enterado que la forma desaprensiva en que se llevó adelante el trabajo de reclutamiento en los dos sectores, tanto por parte de Rosencof como del mismo Candán los convirtió en un coladero sin fin? Y lo que es peor es su persistencia en comparar la situación uruguaya con otras que en nada se le parecen. En este caso es la confrontación israelí con los palestinos, como antes fueron las situaciones existentes en Chipre, Argelia y Vietnam, inspiradoras ellas del plan Tatú. Pero aquí también falsea la realidad. ¿Que el ejército israelí no puede con los palestinos? ¿Y qué me dice de la autoridad palestina, que alienta los ataques con cohetes de juguete, provocando la reacción israelí, en la creencia de que los mártires palestinos obligarán a intervenir a la ONU?

Aldrighi:¿Qué tipo de vínculos existieron con las demás organizaciones armadas de la izquierda?

Zabalza: Siempre fueron muy buenos, por ejemplo con la OPR-33. Se nació unido; en 1965 se estaba unidos o coordinados. Era el famoso Coordinador, en él participaba hasta José Díaz por el Partido Socialista.

Amodio: Zabalza mezcla los tiempos. OPR 33 no existía cuando el Coordinador. Los hermanos Gatti participaban en nombre de FAU; José Díaz nunca integró el Coordinador. El partido Socialista, tampoco. La única reunión a la que concurrió José Díaz fue a la primera Convención, para convencer a los miristas y a la FAU que el partido no intentaría capitalizar para sí las acciones del Coordinador. Obviamente no lo consiguió y el Coordinador se rompió, abandonándolo el MIR y la misma FAU.

Aldrighi:¿Para la acción política de masas?

Zabalza: No, para la acción militar en los grupos de autodefensa. José Díaz estuvo preso en Punta Carretas. Luego hubo allí una diferencia importante, particularmente con la gente de la OPR-33 (en aquella época aún no existía, era todavía la FAU). Planteaban que lo principal era la lucha de ideas y concepciones con el Partido Comunista, y nosotros creíamos que no.

Amodio: Una vez más le erra feo. El Coordinador apenas tuvo entre sus fines constituirse como grupo de autodefensa. Esa fue una concepción inicial de Sendic, rápidamente superada y entró a pergeñarse una organización para intentar hacer la revolución en el Uruguay. Decir que la diferencia con la FAU –sin mencionar al MIR- era en función de las diferencias con el partido Comunista es ignorar la realidad. Las diferencias fueron porque ambas organizaciones pretendían darle prioridad a la llamada lucha de masas, mientras que quienes proveníamos del partido Socialista y del MAC preconizábamos la lucha armada. De ahí la premisa “las palabras nos separan, la acción nos une”

Aldrighi:¿En el sentido de disputarle la dirección de los movimientos sindical y estudiantil?

Zabalza: Sí. Nosotros discrepábamos, creíamos que lo principal era ir desarrollando el aparato armado, realizando acciones de propaganda armada. Estamos hablando de 1966 Después fue difícil pensar en la unificación, por la existencia de diferencias ideológicas importantes; en el MLN teníamos a nuestros marxistas, cosa que ellos no compartían. Cuando se formó el Frente Amplio eligieron quedarse afuera. Pero las relaciones fueron siempre amistosas, y más aún en la cárcel.

Amodio: Las diferencias eran insalvables en lo ideológico. Sin embargo, parece que en algunas circunstancias hubo apoyo mutuo, pero entre miembros de la base de las organizaciones. Eso habría sido así en el robo de la bandera de los 33, un suceso que todavía se mantiene en el misterio. Zabalza se está refiriendo siempre a la FAU, que como se sabe estaba en contra del proceso electoral. El MLN de entonces también y apoyó al FA por puro oportunismo. Luego decidió incorporarse a la lucha electoral, tras cambiar la historia y sus objetivos. EL PVP, continuador de la FAU y del OPR 33 hizo lo mismo, pero sin que trascendieran las luchas y defecciones internas en su época de Buenos Aires.

Aldrighi: Quizás hubo menos diferencias con la FAU que con grupos como los “seispuntistas”

Zabalza: Sí. Cuando se producen escisiones a veces sos más duro con el compañero que con el de afuera. La izquierda armada, octubre 2016, página 354.


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