27.MAY.19 | Posta Porteña 2021

Clara Aldrighi, La Izquierda Armada / comenta Amodio (XIII)

Por AMODIO

 

La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN-Tupamaros Ediciones Trilce 2001

 

Sobre esta obra, “osada, rigurosa y de sesgo testimonial, constituye, entonces, un insoslayable aporte a la interpretación de nuestra historia reciente y hasta de nuestro presente” así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hace un cometario (treceava entrega) –abril 2019

NdeR: lo que está en cursiva corresponde al texto de Aldrighi y  al  entrevistado

Entrevista a Jorge Torres Montevideo, 1999 (Esta entrevista no fue publicada en las primeras ediciones de La izquierda armada)

Nota de posta: Lo que sigue es una pequeña biografía que tenemos en posta a través de materiales y opiniones de distintos lectores, en distintas épocas sobre Torres, estos comentarios de Amodio, agregan aspectos no conocidos

Jorge Torres  Pérez nació en San Carlos Maldonado (Uruguay), en el año 1936.  Periodista, poeta, narrador y dramaturgo, pero fundamentalmente es otro de los ninguneados por la historieta oficial de los Tupas,  a la que muchos siguen suscribiendo, si bien se manifiestan críticos, cuando alguno de los integrantes ”históricos” desaparece por razones biológicas Para algunos de sus ex compañeros es un verdadero fundador de Tupamaros y M L N.

Se retira del P. Comunista Uruguayo en 1962 También se retiran  en esos tiempos Luis Magallanes (fallecido en Paris en 2009),Julio Arizaga, El Flaco Belletti, Gaucho Moura,, todos fallecidos,Termo Echenique, Sergio Benavides, Nebio Melo, y más de un centenar de cros. Fundador del MIR 1963 .El grupo más numeroso de la década del 60 ya .en 1964- 65  editó y dirigió la revista Barricada con Luis Magallanes y Sepe, en discrepancia con el sector del  MIR que editaba Liberación con Arizaga, Julio Despeyroux, Delfín Grau, Mabel Schol y otros cumpas,  “Barricada” será un vocero de UTAA, de las primeras marchas cañeras y de las cartas de Raúl Sendic. Fue articulista en El Popular y Mate Amargo. Participa de todas las marchas cañeras.Fundador del 1er Coordinador de 1963 que participan en las acciones del Tiro Suizo (1.8 1963) Fundador de la “ORGA”, segunda  etapa del coordinador donde las acciones se firman Tupamaros (1964.) Jorge Torres y Belletti se retiran del M I R 1964.  Hay quienes sostienen que es fundador en 1966,  del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros).--- Convención de El Pinar – (San Cristóbal) miembro de la dirección y ejecutivo nacional.  Sin embargo otros que en  la Primera convención, del 1966, se retira junto con el MIR y el Coordinador se disuelve.; ya que el MLN no se funda hasta enero de 1967, y los únicos del MIR que formaban parte de Tupamaros, que es el grupo que se mantiene después de la disolución del Coordinador, fueron Germán Pato Vidal, el Flaco Belletti y  Poroto Benavidez. Todos los demás se borraron, incluido Mujica, que tiene sus orígenes en estos sectores  del MIR y el flaco David Melián, que integró el grupo que  intentó el asalto al corredor  de Sudamtex junto a Mujica en la moto  Triumph 550 camuflada por Mujica Por tanto Jorge Torres nunca integró la Dirección, esto es parte lo que sostiene, Amodio

Preso durante la represión militar, escribió poemas que salen clandestinamente de la prisión siendo publicados en Marcha en el año 1972.  Se exilió en Suecia en el año 1979, regresando al Uruguay en 1985. Falleció 26/8/08

Posta

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Aldrighi:¿Qué razones le llevaron a participar, como militante del MIR, en el Coordinador que dio origen al MLN?

Torres: Comencé a militar a los dieciséis años; desde muy joven tuve militancia estudiantil en San José, donde vivía. Allí fui secretario general de la Asociación de Estudiantes. Organizamos en 1954 una huelga cuando la caída del gobierno de Guatemala, algo bastante insólito por aquellos tiempos en el interior del país.

Milité en el Batllismo junto a Renán Rodríguez, caudillo de San José que luego alcanzaría relieve nacional, siendo a los diecisiete años secretario de la Juventud Batllista. Después, y ante la necesidad de proseguir estudios universitarios en Montevideo, Renán Rodríguez me consiguió un empleo en lo que es ahora el Ministerio de Educación y Cultura, en donde trabajé hasta hace un par de años. Ese fue el prólogo de nuestro ingreso al Partido Comunista, cuando yo tenía apenas diecinueve años. De esos años puedo recordar mi militancia en la agrupación Barrio Sur, que fue una de las más importantes que tuvo el Partido en Montevideo, y la labor periodística desarrollada en Justicia escribiendo notas, artículos y reportajes.

Así, por ejemplo, puedo decir que fui uno de los niños mimados de Arismendi. Cuando tenía veintitrés-veinticuatro años ingresé al curso central de propagandistas que dictaba el ingeniero Massera, y que estaba orientado a la formación de los cuadros que en el futuro serían miembros de las direcciones departamentales o del comité central del Partido Comunista. Pero al cabo de poco más de un año comencé a tener problemas y discrepancias, inclusive de carácter teórico. Recuerdo que por ese tiempo cuestioné la tesis de Marx sobre la tasa decreciente de la renta y que, a pedido del ingeniero Massera, escribí un pequeño ensayo sobre el tema.

Por esa época el Partido Comunista también tenía problemas en su organización juvenil. Recuerdo haberme contactado con Julio Arizaga, con Rodríguez Belletti y con algunos viejos militantes del partido. Al cabo de poco tiempo fundamos el MIR, del cual fui secretario general.

Pero las discrepancias y las confrontaciones teóricas no eran entonces privativas del Partido Comunista; toda la izquierda uruguaya vivía procesos de convulsión interna. Por eso resultó casi natural que nos vinculáramos con militantes de otras procedencias (socialistas, anarquistas, militantes sindicales y compañeros escindidos del MRO), muy influidos todos por la revolución cubana y también muy coincidentes con la crítica al reformismo y al economicismo que predominaban en los partidos de izquierda.

Fue así que en 1963 se forma el Coordinador, integrado por compañeros del MAC (el grupo escindido del MRO que entre otros integraban Eduardo Pinela, Fernández Huidobro, el Beto Gabino Falero y Omar Puime), socialistas, anarquistas y el MIR.

De las actividades iniciales del Coordinador pueden señalarse como las más importantes: el operativo del Tiro Suizo, que se constituye en la primera acción armada de la izquierda en el país, la aparición de la revista Barricada (de la cual yo era el redactor responsable) y las primeras acciones de propaganda armada. Dos o tres años después de estos comienzos, se funda oficialmente el MLN. La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 479-480.

Amodio: Hasta aquí, todo correcto, si dejamos de lado la inveterada costumbre de Torres –Alfil- de autopromocionarse toda vez que le fue posible. La lectura de su relato me exime de más comentarios. Pero comete un error: lo que él llama la fundación oficial del MLN es la Primera Convención Nacional, pero no del MLN, sino del grupo “Tupamaros” y que llevará a Torres y al resto del MIR, en enero de 1966, a abandonar el Coordinador

Torres: Mientras tanto sigo estudiando -porque era muy apegado al análisis político, a la filosofía y la economía- y escribo un trabajo que contiene ocho tesis; a las que se sumará una novena, sobre autogestión, propuesta por el compañero Mario Naviliat.

Esas tesis, así como otros documentos que circulaban entre los grupos del Coordinador, darán origen al Documento N° 1 del MLN, que recoge textualmente partes extraídas de aquellas tesis, junto a otros escritos de esa época, estas ocho tesis me proporcionarán una militancia privilegiada dentro del MLN. La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 480-481.

Amodio: En el mismo momento que el MIR abandonó el Coordinador, lo hizo Mario Naviliat, que figuraba en él como representante de un sector no claramente definido al que se llamaba “independiente”. En realidad, Naviliat (Rogelio) se representaba a sí mismo y su calificación como independiente respondía a que mantenía con todos los demás coincidencias y discrepancias puntuales. Por lo tanto, nada tuvo que ver la elaboración de las ocho tesis con la decisión del grupo Tupamaros de formar una organización político-militar para hacer la revolución en el Uruguay. Ahora bien, es posible que Huidobro, fiel a su costumbre, le hubiese arrebatado a Torres conceptos vertidos por éste. Además, debo dejar constancia que Huidobro nunca informó a sus compañeros de Dirección de la militancia de Torres en el carácter que fuera, lo que constituyó una violación de las normas de funcionamiento del MLN. El reingreso de militantes que hubieran abandonado la Organización solo podía ser aprobado por el Ejecutivo.

Torres:  Es el caso de la tesis de la lucha urbana, absolutamente original, porque discrepa frontalmente con la de la guerrilla rural, que pretendía transformarse en la línea general para todo el movimiento revolucionario de América Latina. Discrepaba con los planteos e intentos de trasladar al Uruguay las experiencias de guerrilla rural y a raíz de ello mantuve serias discusiones, dentro del MIR y con otros compañeros. Al comienzo, los únicos que pasan a apoyar mi tesis son Naviliat y Fernández Huidobro. Era la época en que se realizaban relevamientos por el interior del país para decidir dónde instalar la guerrilla rural.
Recuerdo una muy dura discusión que sobre el tema mantuvimos en la Base Pinela, donde argumento que eventualmente aceptaría un planteo de lucha rural, siempre que se cumplieran dos condiciones previas: que se llevara adelante un plan de forestación y que se organizara un éxodo de población urbana hacia el campo. Mi planteo genera una bronca muy grande, pero es la ridiculización del tema la que en definitiva liquida la discusión interna. Es así que se abandona la tesis de la guerrilla rural y se adopta la de la guerrilla urbana. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 481
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Amodio: Efectivamente, una de las cuestiones que se estudiaron desde el comienzo, fueron las condiciones geográficas del país. Aunque esos estudios fueron anteriores a mi vinculación, Manera me informó acerca de los mismos, así como de los relevamientos de algunas zonas del interior para conocer las posibilidades de ser usadas como bases. Todas se descartaron. Por lo tanto, mucho antes de que Torres abandonara el Coordinador, los militantes que proveníamos del Partido Socialista éramos conscientes de que la “guerrilla será urbana o no será”.

Torres: Paralelamente surge un problema bastante serio y delicado. Sucedió que el compañero Naviliat le alcanzó la tesis de la guerrilla urbana al periodista Abraham Guillén, conocido suyo. Este señor, de por lo menos dudosa moral, no perdió tiempo y a los pocos meses publicó un libro, plagiando los temas desarrollados en la tesis y agregando algunas cosas de su cosecha. El hecho provocó no poco malestar entre los compañeros. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 481.

Amodio: Lo que menciona Torres acerca de Guillén forma parte de mi manuscrito de 1972 y ocurrió en 1964. La vinculación del grupo Tupamaros con Guillén se dio en momentos en que Marenales estaba en la prisión de Miguelete, tras el fallido atraco al banco de Cobranzas en Larrañaga y San Martín. El mismo Marenales, en la versión falsa de mi manuscrito publicada por Mate Amargo, trata de desmentir mis afirmaciones, las que Torres confirmó en 1999. Pero esto no se conocerá hasta 2016, ya que en las ediciones anteriores de La izquierda armada Torres no aparece.

Torres: Después me aparté del MIR, que había adoptado una definida línea prochina y elaboré otros trabajos teóricos como el de la “Guerra Total”, por ejemplo. Entretanto tenía una militancia algo especial en el MLN; me reunía una o dos veces por semana con Fernández Huidobro, analizando desde acciones tácticas concretas hasta diversos aspectos de la teoría revolucionaria y del marxismo. Esta actividad dio pie para que, años después, Amodio Pérez le afirmara a los milicos que era yo quien le había enseñado marxismo leninismo a Fernández Huidobro, algo que no tenía el más mínimo asidero. Esa fue mi militancia hasta la creación de las columnas. Y poco tiempo después me proponen integrar el comando de la columna Uno. Pero como ya en ese entonces había constatado el menosprecio existente hacia la labor teórica, acepté ingresar a la columna, pero en un grupo de base. La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 481-482.

Amodio: Oficialmente Torres no integraba ni el grupo Tupamaros ni más tarde el MLN. Si como afirma se reunía “una o dos veces por semana” con Fernández Huidobro, esas reuniones eran, cuando menos, “incorrectas” en lo formal, siendo la responsabilidad de Huidobro. Será éste, precisamente, en las reuniones previas a la formalización de la primera tregua, en junio de 1972, quien les dirá a los militares su vinculación con Torres, siendo Torres detenido por El Florida. Tendrá activa participación en las conversaciones mantenidas durante la segunda tregua, a partir de agosto de 1972. No puedo descartar que Huidobro le haya plagiado pasajes de su trabajo Guerra total, ya que ese ha sido siempre el método de trabajo que usaba con frecuencia: apropiarse de ideas ajenas para presentarlas como suyas, luego de adornarlas con el uso de la gramática

Aldrighi:¿Cómo fundamentó su opción por la lucha armada?

Torres: En 1962 me fui del Partido Comunista, como te decía, al discrepar con muchas de sus tesis y en especial con el hecho de que no se planteaba el tema de la conquista del poder. Su lenguaje soslayaba y reinterpretaba lo que habían sido los procesos revolucionarios en el mundo, llegando a sostener que en muchos países europeos se había accedido al socialismo por la vía pacífica, omitiendo decir, por ejemplo, que cuando ello ocurrió, aquellos países estaban ocupados por el Ejército Rojo. ¡Así daba gusto promover la vía pacífica!

Por otra parte, muchos de nosotros estábamos muy bien informados acerca de distintos procesos de lucha en el mundo. El tema de la lucha armada no nos era ajeno. Ya en el propio Partido Comunista habíamos analizado los movimientos de resistencia durante la segunda guerra mundial en Francia, Italia o Grecia.

También conocíamos la experiencia de los Huks en Filipinas, la guerrilla antibritánica desarrollada por el general Grivas en Chipre o las acciones que los judíos llevaron a cabo en Palestina a fin de expulsar a los ingleses y crear su Estado nacional. Y en cuanto a la revolución argelina, conocíamos cada paso, desde su nacimiento hasta el triunfo final. Profundizando en el estudio de esos procesos llegamos a la conclusión de que la lucha armada, tal como se había demostrado en Cuba, era una variable posible para muchos países.

Frecuentemente se piensa que la revolución cubana fue el único proceso que incidió en la decisión de crear el MLN; pero no fue así. Por ejemplo, discrepábamos con la teoría del foco que difundieron Debray y los cubanos. Con otros compañeros estuvimos entre los pocos que impulsaron la lucha armada en Uruguay desde enfoques absolutamente originales.

El Coordinador reunía esas coincidencias. Es decir, había dos grandes temas en los que existía acuerdo total desde el comienzo: la lucha armada como método y el socialismo como objetivo. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 482.

Amodio: Como puede verse, Torres discrepó en todo y con todos. Lo que realmente asombra es que teniendo tan claro el análisis, en vez de perder el tiempo discutiendo con los que discrepaba, tratando de convencerlos, no se hubiera dedicado a formar su propia agrupación política y así alcanzar uno de los objetivos fundamentales de su vida, que fue convertirse en líder teórico de un movimiento en el que el esfuerzo y el trabajo lo ponían otros.

Aldrighi: ¿En qué momento adhirió a las tesis maoístas?

Torres: En los tiempos de la polémica chino-soviética. Los chinos formulaban críticas que concordaban con las nuestras. Cuando fundamos el MIR, vino al Uruguay una delegación del Partido Comunista chino y mantuvo una extensa reunión con nosotros. En ese momento me invitaron a viajar a China pero no acepté. Tampoco quise viajar a Cuba porque mantenía algunas reservas hacia el proceso cubano. Además, yo sabía que los viajes, en cierto modo y dentro de ciertas condiciones, conllevan el riesgo de provocar condicionamientos teóricos. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 483.

Amodio:  El ego de Torres aparece aquí con toda claridad: Mao coincidía con Torres. Le faltó decir que “el gran timonel” seguía sus directivas. En cuanto a que delegaciones chinas se reunieran con integrantes del MIR, de ser cierto, deja bien a las claras lo desnorteados que los chinos estaban entonces. Más adelante Joe Baxter y Nell Tacci también alardearán de lo mismo. No es necesario decir qué trayectoria tuvieron estos últimos, dentro y fuera del MLN. Explica su negativa a viajar para no condicionar sus teorías. ¿Dónde dejó la parte del marxismo que habla del conocimiento de la realidad? Lamentablemente, algunos dirigentes del MLN mostrarán el mismo desprecio por conocer la realidad y pretenderán llevar adelante planes que nada tenían que ver con la realidad nuestra y que serán las mismas que Torres menciona en esta entrevista. ¿Quién copió a quién? Difícil respuesta

Aldrighi: ¿Antes de incorporarse al Coordinador integró un movimiento social? ¿Participó en movilizaciones de masa con apedreos o lanzamientos de molotov?

Torres: Participé en las movilizaciones por la Ley Orgánica de la Universidad; pero siempre tuve una gran resistencia a corear consignas. Una de las cosas más graciosas que me sucedió fue recordar en 1972, durante la tortura, aquella que decía: “Con el Frente Amplio ¡no nos moverán!”. Qué va; nos estaban dando una movida tremenda.
Nunca participé en una pedrea; creía que eso era una pérdida de identidad, que te masificabas como en una tribuna de fútbol. Trataba de colocarme un paso atrás: ni coreaba las consignas ni vivaba a Fidel. Porque en esos momentos la masificación hace perder la capacidad de pensar con la propia cabeza. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 483.

Amodio: Si a alguien le quedaban dudas acerca de la personalidad de Torres, las líneas anteriores lo habrán sacado de ellas. Más allá de si las pedreas como tales o los enfrentamientos con la policía arrojaban algún resultado favorable a las protestas, tenían un significado que puede parecer menor, transcurridos cincuenta años, como era el fogueo de los militantes. Torres nunca participó en ellas ni en nada parecido, porque él estaba predestinado a ser el gran conductor de quienes confiada y calladamente pondríamos todo en juego para satisfacer su egolatría

Aldrighi: ¿Por qué rehusó integrar la dirección de la columna Uno y prefirió ser encuadrado en la base del MLN?

Torres: Porque a lo largo de los años mantuve muchas discusiones con compañeros del MLN, sosteniendo siempre que la elaboración teórica debe preceder a la práctica y no al revés. Pero naturalmente los cincuenta o setenta compañeros de los comienzos, ya fuera en la etapa del Coordinador o del MLN después, teníamos un origen político diferente, que luego se manifestaba tanto en el manejo de conceptos como en la adopción de decisiones. Así, por ejemplo, era manifiesta la renuencia de algunos compañeros a aceptar decisiones colectivas, fueran estas militares o políticas. Pienso que ese factor fue uno de los que hicieron mayor daño al MLN, porque generó desviaciones sectoriales en desmedro de una estrategia común, lo que no debe confundirse con el monolitismo.

A mi juicio fue el caso del Bebe Sendic, con quien –aclaro- siempre mantuvimos una relación de respeto. Pienso que aquella conocida afirmación suya de que “los hechos nos unen, las declaraciones nos separan”, no solamente obedecía a un rechazo de lo que había sido siempre el relacionamiento de la izquierda en el país, sino también una prevención visceral, que lo empujaba a tratar de no atarse a nada que le impidiera hacer lo que quería o lo que le daba la gana.

Hoy, mirándolo en perspectiva y sin dejar lugar a mitos, creo que fue así. Y alcanza para demostrarlo recordar que luego de aquellas largas discusiones sobre la viabilidad de la guerrilla rural zanjadas unos años antes, Sendic terminó impulsando y trabajando en el Plan Tatú, que era justamente lo contrario de lo asumido por el MLN. De algún modo la consigna lanzada por Sendic y repetida a lo largo y lo ancho de la organización, descalificaba a las “palabras”, frenando entonces el desarrollo teórico. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 484.

Amodio: “Los hechos nos unen, las declaraciones nos separan”, fueron palabras que incluso Torres, seguido de quienes integraban el MIR apoyaron con entusiasmo. Era la época en que se trató de realizar acciones conjuntas, cuya máxima expresión fue el intento de rescate de Vique, Santana y Castillo. Pero Torres y sus camaradas nunca estaban disponibles para participar en nada. Tras su aparente fervor revolucionario latía la idea de que ellos, los esclarecidos, debían tener el papel de conductores y el resto, ser la gleba que les proporcionara todo lo necesario. El análisis que hace acerca de la personalidad de Sendic es correcto y seguramente fue la causa por la que esta entrevista no fue publicada hasta 2016, para mantener ocultas las críticas hacia un personaje al que la historia oficial le ha adjudicado un papel que los hechos no avalan. Ahora bien, no solo Sendic fue el responsable del plan Tatú y el consiguiente cambio de estrategia. Entre ellos su admirado alumno, Huidobro, junto a otros que pretenderán ocultar sus errores mediante falsas acusaciones de traición.

Torres:  La teoría era necesaria, entre otras cosas, para definir de qué modo el MLN podía pasar de la acción de comandos a una estrategia que abarcara un período prolongado, de enfrentamiento duro con el aparato represivo. Esto exigía una formación distinta y más profunda de los compañeros y una concepción de la lucha revolucionaria que se despegara del exitismo fácil, para adoptar en cambio la comprensión cabal de un proceso tan complejo como el que habíamos desatado, en los planos militar, político y social. No quiero decir que fue responsabilidad exclusiva de Sendic, pero sí que su actitud fue la que alimentó, en gran medida, el menosprecio a la teoría.
La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 484-485.

Amodio: Merced al preclaro análisis de Torres sabemos que las FF.AA. nos derrotaron porque carecíamos de una teoría correcta “para definir de qué modo el MLN podía pasar de la acción de comandos a una estrategia que abarcara un período prolongado, de enfrentamiento duro con el aparato represivo”. En sus mismas palabras subyace la idea de que el enfrentamiento duro y progresivo era necesario. ¿Cuál es la diferencia entre su planteo y el de Fernández Huidobro, Sendic y quienes les siguieron que preconizaban elevar el nivel de los enfrentamientos? ¿Sobre qué bases reales? Esta es la cuestión a dilucidar.

Torres: Fue por ese motivo que ingresé a un grupo de base en la columna Uno, porque allí no podía ser cuestionado. Recordemos que en el MLN se hacía una diferenciación muy clara entre los que llamaban “gargantas”, es decir los que hablaban y discutían, y los compañeros que “metían el caño”. Si estabas entre estos últimos, entonces sí tenías autoridad para hablar, discutir y hasta escribir trabajos teóricos. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 485.

Amodio: De ser cierta su afirmación, la responsabilidad de Fernández Huidobro aparece multiplicada por cien. Torres integró, hasta la separación del MIR, el grupo de los “gargantas”, pero no por discutir, sino por discutir “al pedo”, como decíamos entonces. Se ganó a pulso, junto a Echenique, la categoría de “pajero mental”. Se refiere a los que “metían el caño” con desprecio. Pero en la realidad, hubo verdaderos militantes que nunca metieron el caño, pero que trabajaban internamente para crear la Organización que creíamos necesaria. Torres despreció ese trabajo, desde su condición de burócrata. Creyó que había nacido para ser dirigente.

Torres: También recuerdo que en 1966 nos llegó el ofrecimiento de plegarnos como MLN a la guerrilla del Che. Se me encarga entonces elaborar un análisis. En ese trabajo yo afirmaba que el del Che me parecía un proyecto descabellado, porque desconocía o estaba elaborado a contrapelo de la realidad boliviana. Ese desconocimiento llevaba no sólo a menospreciar el potencial revolucionario de la clase obrera, con su riquísima tradición de lucha violenta, sino también el del campesinado, para a cambio instalar un “foco” donde prácticamente no existía población. El MLN se excusó de participar en la guerrilla del Che, sin expresar sus razones. La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 485-486.

Amodio: El planteo no llegó en 1966, sino en 1967. La discusión se dio en el 5, un local situado en Lagomar y que no he podido ubicar de manera correcta. A esa reunión concurrimos la totalidad de los clandestinos. Torres no participó en ella de ninguna manera, y mucho menos por medio de un análisis acerca de la viabilidad del proyecto del Ché. Unos días antes de la reunión el Ejecutivo informó acerca del planteo recibido y avisó acerca de una reunión plenaria para discutir la propuesta. Años después esa reunión se ha magnificado, pero la propuesta apenas desató el debate interno, ya que el rechazo a la propuesta fue unánime, con la sola excepción de Heber Mejías Collazo, aunque finalmente también desistió. Si Torres dice que “el MLN se excusó de participar en la guerrilla del Che, sin expresar sus razones” habla a las claras de que una vez más trata de ponerse en un sitial privilegiado que solo él se ha otorgado. Las razones expuestas para la negativa fueron muy simples y quizás por eso le pudieron pasar desapercibidas: entendimos que nuestro lugar de lucha era el Uruguay. No hicimos ninguna valoración acerca de las condiciones en Bolivia ni de las condiciones en que Ché Guevara realizaba su intento. La única consideración que se hizo pero que no trascendió del ámbito interno fue que entendíamos que tanto Ariel Collazo (MRO) como Arismendi no veían con buenos ojos la presencia del MLN en el Uruguay y pretendían “sacarnos de la troya” *continuará


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