Fernando Moyano mayo 29, 2019
Con ese concepto que tomarnos prestado de Gramsci hemos tratado de entender la coyuntura de hoy en Venezuela. Dos fuerzas se enfrentan abierta y agresivamente. Ninguna de las dos tiene la capacidad de destruir a la otra, ni la tendrá. Ni tampoco pueden pactar, ni renunciar. Lo sociedad toda paga el pato.
Y en realidad, la sociedad está pagando su propia incapacidad de salir del brete por medio de una ruptura que supere a esas fuerzas, que son dos troncos diferentes de la misma raíz. El por qué de esta situación, que se mantiene, es lo que intentaremos ver en esta nota, retomando ese concepto que hemos estado manejando por nuestra cuenta desde hace bastante, bastante tiempo.
Luego del fracaso del golpe intentado por Guaidó y el gobierno yanqui, algunos analistas han logrado ver por fin esto que rompe los ojos, aunque no hayan leído a Gramsci.
“Maduro no tiene el respaldo ni el respeto de las fuerzas armadas, mucho menos del pueblo de Venezuela", dijo Guaidó en un video en Instagram luego de su fracaso por no tener él eso mismo: ni a las fuerzas armadas ni al pueblo de Venezuela. Y quedando claro, por cierto, que su apuesta era a las fuerzas armadas, golpe militar, dictadura militar alternativa, y ni en sueños una verdadera rebelión popular, lo que no puede y no quiere.
Hemos calificado al proceso chavista de bonapartismo; la opción de la oposición burguesa por el golpe militar es un intento de bonapartismo del bonapartismo. Que al no contar con fuerzas propias solamente podría apoyarse en una invasión extranjera, algo que a su vez se anuncia una y otra vez como posibilidad pero como tampoco hay de ese lado mucha determinación, vendría siempre y cuando fuese para “salvar” un levantamiento que resultase sangrientamente reprimido por el gobierno. “¡Animémonos... y vayan!” es el dicho popular en estos casos.
Entonces, ahora, todos los intransigentes de ayer hablan de salida negociada.
En cuanto a la caracterización de bonapartismo, en el sentido originario de Marx, es un régimen político que, sin dejar de representar en última instancia el interés de clase de la burguesía, aparenta no hacerlo. Tiene formas políticas diferenciadas de los partidos burgueses tradicionales y entra en conflicto con ellos. Aparenta representar "al pueblo", o el "interés de todos" por encima de las clases. Puede darse en coyunturas de inestabilidad de la dominación burguesa, no necesariamente expresión de una fuerza social sino resultado del equilibrio inestable de varias.
Hemos dicho también que la decadencia del chavismo es irreversible. Comencemos por ahí.
Desde el principio, su opción fue no sólo mantenerse dentro del marco del capitalismo (propiedad privada de los medios de producción, explotación del trabajo asalariado, estado burgués), sino incluso de la peor forma, dentro de la relación de dependencia en tanto economía extractivista monoproductora y exportadora de petróleo hacia los países capitalistas centrales, e importadora de casi todo lo otro que el país necesita.
Es obvio que esta condición estructural de dependencia no es algo sencillo de superar, y no puede lograrse de un día para el otro. Pero el hecho es que el proceso chavista no sólo contó con tiempo como para al menos empezar el camino hacia la diversificación productiva, el desarrollo industrial, la soberanía alimentaria y tecnológica, la transición a fuentes de energía alternativa, etc. Contó al comienzo con las mejores condiciones, dentro de lo posible, para ello. Gran apoyo popular, bancarrota del aparato político tradicional de las clases dominantes, relativo declive momentáneo de la capacidad agresiva imperialista debido a sus propias contradicciones, contexto internacional receptivo y solidario, y, además, un precio internacional del petróleo muy favorable.
Cuenta el Génesis que el Faraón llamó a José para que le explicase un sueño. “... del río subían siete vacas hermosas y muy gordas, y tras ellas otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne... y que las vacas de feo aspecto y enjutas devoraban a las vacas hermosas y muy gordas”.
José interpretó el sueño como “vienen siete años de gran abundancia... tras ellos seguirán siete años de hambre, y toda la abundancia será olvidada, y el hambre consumirá la tierra”. Y recomendó “Junten toda la provisión de esos buenos años y recojan el trigo... en depósito para el país para los siete años de hambre... y el país no perecerá de hambre”.
El chavismo, que pudo en su primer época tomar las previsiones del caso, no lo hizo. Fue por la más fácil como si los años de vacas gordas fuesen para siempre. Ni siquiera se cuidó de tener otra refinería para su petróleo pesado y difícil de procesar, que la que tiene el estado venezolano ¡en Estados Unidos!
En ese arranque, el chavismo tomó formas muy parecidas al populismo burgués nacionalista que vimos en este continente a mediados del Siglo XX: política de bienestar social hacia las masas populares, apoyo en la marea de la movilización popular, reducción del poder burgués y desplazamiento de su "democracia" elitista.
En relación a ese antecedente, el chavismo supo tener mucho de mejor: introdujo reformas democráticas avanzadas, impulsó el movimiento comunal y cooperativo, y aunque dentro del marco capitalista y si romper con él, hizo mucho. Llegó incluso a nombrar su proyecto "Socialismo del Siglo XXI"-a diferencia del viejo populismo virulentamente anticomunista-, rompiendo el estigma en que esa palabra quedó tras el colapso de la URSS, e incluso insinuando en esa denominación una posible crítica a ese supuesto "socialismo". Pero hasta ahí, no más.
Si de algo nos sirve el materialismo histórico como método analítico -y no un mero traje político para los domingos- hay una primera gran enseñanza de esta experiencia: no hay emancipación anti-imperialista posible sin romper con las relaciones de producción de dependencia. Incluso el viejo populismo intentó a su modo un desarrollo industrial nacional; no fue el caso del chavismo que empeoró esa carencia.
No es tan difícil, un parche aunque sea - decíamos en una nota anterior-. Hasta Uruguay el enano pudo tener hace tiempo una industria de sustitución de importaciones, terriblemente enclenque y fallida que se vino abajo, pero con lo que hasta hace poco quedaba de resabio logró exportar a Venezuela, y se cortó por sus dificultades de pago, y no de bienes suntuarios, lácteos.
Y otra gran lección es que estamos en la era de romper con los combustibles fósiles, un proyecto emancipador y superador del capitalismo no puede ignorar ese punto. Reproduzco un fragmento de una nota muy ilustrativa:
"Ninguno de los bandos entiende realmente la verdadera fuerza motriz detrás del colapso de Venezuela: nos hemos movido hacia el crepúsculo de la Era del Petróleo....El mundo ha pasado de extraer en gran medida crudo barato y fácil a ser cada vez más dependiente de formas no convencionales de petróleo y gas que son mucho más difíciles y costosas de producir. El petróleo no se está agotando, de hecho está en todas partes, tenemos más que suficiente para freír el planeta. Pero como las cosas fáciles y baratas se han estancado, los costos de producción se han disparado. Y como consecuencia, el petróleo más caro de producir se ha vuelto cada vez menos rentable." Venezuela y la crisis energética y ecológica global, Nafeez Ahmed.
Ninguno de los dos bandos; de la burguesía parasitaria venezolana no esperaríamos otra cosa. De un proyecto emancipador, deberíamos.
Las causas de la crisis del chavismo incluyen sin duda la agresión imperialista, la guerra económica y diplomática, la conspiración golpista, la amenaza de invasión. Pero "...las causas externas constituyen la condición del cambio, y las causas internas, su base, y aquellas actúan a través de éstas. A una temperatura adecuada, un huevo se transforma en pollo, pero ninguna temperatura puede transformar una piedra en pollo, porque sus bases son diferentes".
Con este fragmento de "Sobre la contradicción" (Mao) hemos querido ilustrar la diferencia entre Cuba y Venezuela. La Revolución Cubana sufrió un bloqueo económico y muchas formas de agresión imperialista incluyendo la invasión lisa y llana. Resistió. Muchas críticas pueden hacerse al proceso cubano y a su actual restauración capitalista, es otro tema. Es evidente que el bloqueo y la agresión imperialista tuvieron consecuencias y que Cuba pudo apoyarse en parte en la URSS, pero luego del colapso de ésta igual, con miles de dificultades, logró mantener condiciones de sobrevivencia para el pueblo. Porque el proceso revolucionario había quebrado el poder burgués y creado las bases para que esa resistencia fuese posible. No así Venezuela.
Seria exagerado y ridículo decir que el proceso cubano ha permitido llegar a la solidez de 'la piedra', una simplificación peligrosa. Pero hay una diferencia de calidad con Venezuela. En el llamado 'periodo especial' Cuba afrontó las mayores penurias y aislamiento internacional, con menos recursos y con más peligro todavía.
El chavismo no quebró el sistema de dominación burgués, prefirió usar sus contradicciones para cooptar y comprar un sector, y derivando hacia allí una parte de la renta petrolera, gestó la “boliburguesía”. Un elemento clave es en esto la burocracia militar, que disfruta de grandes privilegios y de las oportunidades de corrupción. La decadencia del chavismo y el agotamiento de su base social popular ocasiona el proceso degenerativo gradual que lo lleva de bonapartismo populista a bonapartismo militarista; siempre tuvo internamente ambos aspectos y además el militarismo viene en Venezuela desde el fondo de la historia, pero la evolución regresiva de las condiciones generales llevan a que cambie el aspecto dominante de esa contradicción interna. Iniciada esa dinámica las condiciones hacen que se retroalimente. La maquina termina tragando al inventor.
Es por este tipo de dinámicas regresivas que se retroalimentan y agravan a su vez las condiciones que las fomentan, que decimos que el proceso degenerativo del chavismo es irreversible.
Pero también está claro que ni la oposición burguesa tiene fuerza para derribarlo, ni el imperialismo yanqui, en una coyuntura interna cada vez más complicada, está dispuesto a pagar el costo de una intervención directa de consecuencias Impredecibles. Vemos entonces que, hoy por hoy, el imperialismo no ha recurrido a la solución quirúrgica, sino a aprovechar la agonía del chavismo -y del seguidismo acrítico de buena parte de la izquierda del continente- para desprestigiar la idea misma del socialismo.
Si ya tuvimos la muy clara experiencia de para qué sirvió y en qué terminó, en realidad, el “cerrar filas ante el enemigo” en la defensa acrítica de la URSS, ¿qué sentido tiene hoy repetir hoy esa “ceguera militante”? En realidad, una de las motivaciones por las que el imperialismo descarta por ahora la operación quirúrgica es porque la agonía expuesta del chavismo, arrastrando tras de sí a la izquierda obsecuente del continente, le sirve maravillosamente para desprestigiar la causa socialista.
El materialismo histórico debería también servirnos de herramienta en este punto, pero hay otro más, la aparición de un curioso “marxismo-guaidoísmo”, si se me permite en la polémica esa expresión poco respetuosa... ¡pero vamos, peores cosas se oyen!
Que la izquierda social-liberal se sume al coro de denuncias de la “dictadura venezolana” y le haga coro a la reacción pro-imperialista, era esperable. Que se venga a argumentar una postura similar apelando al marxismo, ya es algo que no podemos dejar pasar. En otras notas hemos hecho referencia a comentarios en el blog del conocido y respetable marxista argentino Rolando Astarita (aunque no son de su autoría los peores extremos allí vistos), y no abundaremos. Tan solo un pequeño resumen de de esa postura, y nuestro breve comentario.
* “No se puede construir el socialismo sobre una montaña de cadáveres”. Es imperioso condenar la represión del gobierno chavista. // Estamos plenamente de acuerdo.
* Los fundadores del materialismo histórico, y Lenin luego, apoyaron la democracia burguesa frente al absolutismo y destacaron su importancia para la lucha obrera. // Es cierto, también que no entendían esa expectativa democrática en la burguesía en abstracto sino dentro del contexto histórico, y supieron ponerle fin cuando los hechos hablaron. Lenin propuso mandar su teoría previa sobre la “revolución democrático-burguesa” en Rusia al “museo de los viejos bolcheviques”; no tiene sentido hoy, cuando la burguesía no tiene nada de “democrática” en ninguna parte del mundo, sacar del museo todo aquello. La lección a aprender de los maestros es ver la realidad y no las citas de los libros.
* La revolución obrera es posible en determinadas condiciones sociales, hoy la clase obrera venezolana está demasiado destruida como pretender largar de un día para el otro consignas como lanzar una insurrección contra el chavismo, o llamar a formar soviets, etc. etc. Apoyar, en esas condiciones, un levantamiento democrático aunque sea encabezado por la burguesía, sería correcto. // Dejamos esto para el final.
Dentro de todas estas posiciones que no son un bloque homogéneo, hay algunas que han fomentado abiertamente la “expectativa democrática” en la oposición burguesa venezolana.
Cuando se perfilaba el fin de las dictaduras militares de los 60-70 en América Latina hubo también “expectativas democráticas” que llegaron a incluir al Partido Demócrata estadounidense. “¿Podrá venir el remedio de donde vino la peste?” dijo Eduardo Galeano.
¡No vendrá el remedio de donde vino la peste! Es la otra lección que explica, en el fondo, el fracaso del golpe miliar “democrático” de la oposición burguesa venezolana. Poco para decir, cuando los hechos han hablado.
La rebelión burguesa intenta revertir ese “estado de bienestar” ya en franca decadencia para volver al neoliberalismo clásico con su apropiación oligárquica de la renta petrolera, de cuya crisis emergió el chavismo. Tiene dos grandes obstáculos. Uno, difícilmente la historia retroceda linealmente. Dos, la incapacidad congénita de la “burguesía compradora” venezolana, porque el oportunismo chavista es una copia mejorada del oportunismo parasitario tradicional de la burguesía venezolana.
Acerca de la debilidad de la clase obrera venezolana y de la supuesta imposibilidad de emprender un camino revolucionario independiente. Dije esto hace dos años:
"Tendríamos que estar en condiciones de aprovechar esas dos debilidades, por si acaso se pudiese meter algo por la hendija. Es probable que algo de eso termine ocurriendo por la presión de la lucha social."
Cuando lo dije, en realidad, era un verdadero tiro al aire. No tenía idea de lo que podría pasar. Hoy está claro que, al menos en forma incipiente, la izquierda no chavista está en camino en Venezuela. Muchas cosas pueden sembrar dudas y críticas, sin duda. Pero si la frase “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos” significa algo, será los trabajadores con sus propias formas políticas y organizativas surgidas de la experiencia concreta de su propio movimiento. Y esto quiere decir las expresiones políticas de clase de los trabajadores venezolanos en concreto, a medida que vayan digiriendo su propia experiencia, depurando sus errores que sin duda los hay, abriendo su camino.
Es de remarcar que estas corrientes de oposición venezolana por la izquierda se han pronunciado con toda claridad en contra del golpe guaidoísta y cual intervención extranjera y han llamado a resistirla. Eso no significa subordinarse al chavismo ni abandonar su postura crítica.
La clase trabajadora venezolana está terriblemente afectada por la penuria económica, la fragmentación, las experiencias fallidas. Pero así arrancaron siempre las revoluciones, no de las clases obreras "fuertes" y satisfechas.
Resistir y combatir cualquier intento golpista burgués. Más allá de eso, que se maten entre ellos.
"Tranquilos nosotros"