30.MAY.19 | Posta Porteña 2022

Clara Aldrighi, La Izquierda Armada / comenta Amodio ( XIV)

Por AMODIO

 

La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN-Tupamaros Ediciones Trilce 2001

 

Sobre esta obra, “osada, rigurosa y de sesgo testimonial, constituye, entonces, un insoslayable aporte a la interpretación de nuestra historia reciente y hasta de nuestro presente” así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hace un cometario (catorceava entrega) –abril 2019

NdeR: lo que está en cursiva corresponde al texto de Aldrighi y  al  entrevistado

Entrevista a Jorge Torres Montevideo, 1999 (Esta entrevista no fue publicada en las primeras ediciones de La izquierda armada)

Torres: Así, entonces -y más allá de las confrontaciones internas y del menosprecio a la teoría- podemos afirmar que el MLN, en sus años iniciales, fue capaz de responder a dos cuestiones medulares de la teoría revolucionaria: interpretar de modo correcto y original la realidad en la que se vive y elaborar las tesis básicas que apuntaban a lograr los objetivos que se había propuesto. Pero luego llegó toda una generación sin formación teórica, que se enquistó y se apropió de la organización. Constituida por jóvenes, por estudiantes, obtienen su ascenso después de Almería. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 486.

Amodio: Torres parece ignorar que quienes tuvieron que asumir la responsabilidad de rehacer una organización diezmada por la represión desatada tras el 9 de agosto de 1970, salvo Rosencof, tenían una experiencia en el trabajo organizativo adquirido tras años de militancia, con una teoría basada en la realidad de lo que quedó de un MLN que ellos mismos habían contribuido a desarrollar. Lamentablemente, el empeño que entonces se puso en la reconstrucción interna evitó un análisis en profundidad de la manera personalista y obcecada con que Sendic condujo -es un decir- la negociación por el plan Satán, cambiando el objetivo inicial -el canje por un número reducido de presos por la totalidad de los presos políticos- y maniobrando para evitar que Alicia Rey ocupara mi lugar en el Ejecutivo, tal como estaba establecido de antemano y quitarse así de encima el único elemento de control de su forma de actuar. Adhiere a la teoría de que la derrota llegó por la juventud y el carácter de estudiantes de una dirección que la cesaron en marzo de 1972. Y los responsables de ese cese fueron, mayoritariamente, tres de las vacas sagradas: Huidobro, Sendic y Marenales. Las palabras de Torres no son faltas de ética: son inmorales, porque pretende descargar los errores sobre unos, falsamente, para reivindicar a otros, también falsamente

Torres :Son los que promueven la disolución de la columna Uno porque, entre otras razones, quedaban allí muchos “viejos”. Pero sería falso creer que fueron ellos los responsables únicos de las deformaciones que condujeron a la derrota militar; ellos no fueron los creadores, sino simplemente los catalizadores de una mezcla que venía de antes. Porque hay que decir que algunos compañeros viejos de la dirección, que veían la indigencia teórica en que se iba hundiendo el MLN, no dieron la batalla por revertir la situación; no porque fuera difícil, sino porque podía comprometer su propia posición. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 486.

Amodio: Torres se hace eco de las posiciones divisionistas de lo que luego derivará en la “microfracción”, detectada en la columna 5 tras la detención en Pando de Fernández Huidobro. A ella se sumará un sector de la columna 1, en el que estaban integrados Elida Baldomir y Andrés Cultelli, ambos integrantes del comando de la columna. Con la prisión entonces de las “vacas sagradas” –Sendic, Manera, Huidobro, Marenales y Amodio- los integrantes de la “microfracción”, distribuidos por todas las columnas tras una resolución nefasta del Ejecutivo, contaron con el apoyo de Baldomir y Cultelli. Creyeron que había que revertir la situación y ganar ellos la nueva dirección del MLN y convertirlo en un partido de masas – masas que harían la revolución y pagarían las consecuencias de hacerla- mientras ellos, los esclarecidos, los teóricos de la revolución, impartían las directivas. La supuesta indigencia teórica fue, a esa altura del desarrollo político del MLN, una de las causas de su afianzamiento. Lo contrario habría sido repetir las fracasadas experiencias de la izquierda tradicional, a las que Torres, sin embargo, dice combatir. Una vez más la pregunta: ¿por qué razón no crearon ellos una organización según sus criterios?

Aldrighi: ¿Cómo proyectaba o imaginaba la sociedad revolucionaria que el MLN forjaría? ¿Se discutían sus características en el seno de la organización?

Torres:  En la columna Uno sin duda se discutía. Éramos de los pocos que hablábamos del tema. No pensábamos repetir el modelo cubano, ni mucho menos. Tomábamos algunos elementos del modelo socialista. Porque en especial en la columna Uno, te repito, manifestábamos reservas con respecto a lo que pasaba en la Unión Soviética, en China y en las democracias populares, y señalábamos nuestras discrepancias con algunas situaciones de Cuba, que en aquella época no se notaban. Por ejemplo, con el papel del partido, que sustituía a los trabajadores. O con el lugar de privilegio que ocupaban los militares, con el ascenso y poder de la burocracia. No te hablo de toda la organización, sino del sector donde milité. Porque es muy difícil tener una visión global del MLN. En el conjunto de la organización, no creo que hubiera muchas visiones de la sociedad revolucionaria. Más bien lo que había era pereza intelectual. El accionismo condujo a eso: pasabas horas discutiendo la planificación de un operativo, el servicio de sanidad, los vehículos, y quedaba muy poco tiempo para discutir temas teóricos. La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 486-487.

Amodio: Aquí Torres nos da la respuesta a la pregunta anterior: ellos despreciaban el trabajo práctico. El tamaño de su desmesura solo es proporcional a su ignorancia. No valía la pena asegurar el éxito de los operativos, aunque de ello dependiera la seguridad y hasta la vida de los compañeros… porque eso restaba “tiempo para discutir temas teóricos”. A cada rato aparecen sus propias contradicciones: si la lucha iba a ser a tan largo plazo, si las contradicciones del propio sistema estaban obligando a revisar día a día nuestra ubicación y por lo tanto nuestro accionar, ¿había o no discusión teórica? Ellos, los que nos acusaron de ser cortoplacistas a quienes vivíamos día a día la propia supervivencia del MLN, pretendían definir cómo sería la sociedad revolucionaria que según ellos ni siquiera se oteaba en el horizonte.

Aldrighi: ¿Cómo se desarrollaba la dialéctica interna, la discusión de las tesis contrastantes, la solución de los conflictos, la consideración de las opiniones de la base?

Torres: De un modo muy sencillo: con la creación de las columnas. A través de ellas las contradicciones se resolvieron casi por inercia. Porque cada una fue un feudo, con características propias.

Aldrighi: La creación de las columnas ¿no obedeció a necesidades impuestas por el crecimiento y la intensa actividad militar?

Torres: No puedo afirmar que el motivo de la creación de las columnas fuera exactamente la necesidad de una válvula de escape para las contradicciones internas; pero luego, en la práctica, funcionaron como eso. Recuerdo cierta vez que me llevaron a Marquetalia, para dar una charla sobre el documento que había escrito fundamentando la “guerra total”. Allí funcionaba la columna del Bebe. Tenían otro estilo de militancia. Todo era como más desordenado, laissez faire, laissez passer... Para quienes veníamos de otra columna, nos parecía algo caótico. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 487.

Amodio: Efectivamente, las columnas respondieron a la contradicción que significaba el crecimiento cuantitativo que se dio entre 1967 y octubre de 1968, fecha en la que se decidió la división en dos columnas, una de las cuales quedó bajo la responsabilidad de Huidobro y Sendic, que funcionaba en la zona este de Montevideo, mientras que Marquetalia, situada en la zona de Pajas Blancas, pertenecía a la otra columna y estaba bajo la dirección de Manera y Marenales. Todo fue, por tanto, totalmente al revés de lo que Torres plantea. Pero hay más: entre la detención de Marenales el 8 de octubre de 1968 y la pérdida de Marquetalia apenas pasaron unos pocos días. Si como dice Torres él concurrió a Marquetalia, tiene que haber sido antes de esa fecha… y entonces todavía no estaban formadas las columnas. Torres se está refiriendo a una reunión realizada en Marquetalia en marzo de 1968, en la que Huidobro realizó un análisis de la situación interna, análisis que no podía ser rebatido por nadie de los presentes, ya que el Ejecutivo entonces monopolizaba la información interna. Dicho informe fue respondido por un planteo que realizamos juntos Alicia Rey, Alfredo Rivero Cedrés y yo mismo, y que será la base del planteo de descentralización que se aprobará en octubre del mismo año. Torres no estuvo en dicha reunión.

Torres: Tal vez la Uno era la columna que funcionaba con menos autoritarismo y centralismo, y también tenía su estilo propio. Entrabas a los locales y sentías que las cosas estaban ordenadas, los compañeros se preocupaban por la vigilancia nocturna, etcétera. En Marquetalia, en cambio, todo era como precario. En esa oportunidad tuvimos una gran discusión con el Bebe, porque durante la noche, mientras hacía guardia -me tocó en el sorteo- convencí a un par de compañeros sobre la tesis de la “guerra total”, a la que el Bebe se oponía. Cuando al otro día se discutió, los dos compañeros me apoyaron y el Bebe muy sorprendido les preguntó: -“Pero ¿cómo es eso?”. -“Es que el ‘Alfil’ anoche nos convenció”. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 487.

Amodio :Es asombrosa la facilidad con que se ha mentido. Pero más asombra la forma en que la mentira ha sido aceptada. Torres no participó en ninguna reunión en Marquetalia. Por esa época, tanto Alicia Rey como yo éramos dos militantes sobre los que el Ejecutivo se apoyaba para dirimir las cuestiones internas fruto de la inacción y de la propia incapacidad del Ejecutivo para dar salida a las contradicciones. Por tanto, es imposible que no hubiésemos acudido a esa reunión. La reunión existió y se realizó por marzo de 1968. Fue para discutir sobre la situación interna, provocada por la inacción y el hacinamiento. El informe lo dio Huidobro, Torres no participó y se está refiriendo a historias que fue recogiendo al cabo de los años.

Torres: Marquetalia era un rancho donde estaba todo junto: el taller, la cocina y en la parte de arriba el dormitorio. Detrás de la puerta de entrada, en la pared, había un gancho de alambre del que colgaban papeles; durante la guardia nocturna voy a mirar los papeles, por si se trataba de instrucciones para los compañeros y compruebo que eran los recibos del alquiler en donde, bien a la vista, constaba la dirección del local.
¡Y pensar que durante más de una hora habían dado vueltas con la camioneta por distintos caminos, llevando a los compañeros con lentes negros a fin de asegurar la compartimentación! Le dije a Julio Marenales: -“Te olvidaste de esto, pelotudo!”. “¡Uy! ¡Ni nos habíamos dado cuenta”.
La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 487-488.

Amodio: Torres vuelve a mentir. Esta vez, apropiándose de una anécdota que Marenales ha contado en repetidas ocasiones para demostrar cómo a veces, creyendo que todos los detalles han sido suficientemente analizados y tenido en consideración, se nos podían escapar otros que por ser evidentes, pasaban desapercibidos, Marenales adjudicó la observación de los recibos de alquiler a un médico que acudió a Marquetalia para dar un cursillo de primeros auxilios ante heridas de bala y quemaduras graves.

Aldrighi:¿Podría describir las características de su columna?

Torres: La Uno tenía vínculos con los trabajadores y en ella se discutía, se elaboraban documentos, se dictaban cursos. Su composición era heterogénea y había compañeros de Montevideo y del interior. Recuerdo haber participado con otros compañeros en el reclutamiento de todo un grupo de jóvenes de Ombúes de Lavalle. Había cristianos, trabajadores, estudiantes, personas de mediana edad o jóvenes, muchos jóvenes, como lo era Pedro Báez, muerto por la Policía durante el copamiento de un local de Manzanares, cuando tenía no más de dieciocho años. Recuerdo a otro compañero que participó en la toma de Pando con sólo dieciséis años. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 488.

Amodio: ¿Y en las demás columnas no era así? En el caso que menciona, Pedro Euclides Báez Cerchiara, alias Cristóbal, muerto el 16 de junio de 1971, murió en un enfrentamiento con un miembro de la Metropolitana, Walter Custodio Rodríguez, quien también murió. Tenía entonces 23 años y no 18. Otro de los integrantes del “comando del hambre”, Ángel María Yoldi Arciet, detenido posteriormente y el mismo Báez, pertenecían a la columna 15. Por otro lado, llama la atención la forma en que se reivindica la juventud y la condición de estudiantes cuando se cree que pertenecen a una columna y las mismas condiciones son una rémora cuando pertenecen a otra distinta.

Aldrighi:¿Existía una vida democrática en la organización o la toma de decisiones y las promociones se realizaban dentro del más estricto centralismo?

Torres: Para mucha gente puede resultar difícil de entender que la vida democrática dentro de una organización política pueda estar voluntariamente acotada, restringida. Pero si a continuación agregamos que se trata de una organización política clandestina que desarrolla la lucha armada, entonces es probable que se comprendan las limitaciones que esa naturaleza impone al desarrollo de una auténtica vida democrática. La seguridad genera la compartimentación y la compartimentación pone barreras, establece límites. Dichas así las cosas, podría inferirse que en el MLN no había democracia interna. Y no fue así. Hubo toda la que se podía instrumentar dentro de los límites que nos imponía la realidad. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 488.

Amodio: ¿En qué quedamos? ¿Hubo o no hubo? ¿Hubo la que se pudo? ¿Pudo haber más que la hubo? ¿Y si no se pudo por qué no aceptamos la que hubo?

Aldrighi: Su grupo de base en la columna Uno ¿no representaba un ámbito muy limitado de discusión política?

Torres: Se me hace muy difícil apreciarlo, porque yo tenía una relación privilegiada con la dirección. Mi caso era muy particular. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 489.

Amodio: A lo sumo pudo haber tenido una relación con un miembro de la dirección, el que a su vez habría violado una de las normas de seguridad más importante, como fue la compartimentación. Oficialmente Torres estaba fuera del MLN, por propugnar una política contraria a la que el MLN tenía adoptada. ¿Fallo de Huidobro o es Torres el que miente? Mientras Huidobro integró el Ejecutivo su actitud fue siempre la de informar acerca de sus contactos exteriores, entre otras cosas porque eso potenciaba su actuación, y nunca informó acerca de sus contactos con Torres. Creo que Torres miente, como ha mentido en otros puntos anteriores

Aldrighi: En 1969 había sido disuelta la columna Veinticinco. ¿Por qué fue disuelta la columna Uno en 1970?

Torres: Porque pensábamos que después de Almería no teníamos compañeros suficientes con nivel de dirección, y entonces resultaba lógico que la conducción fuera representativa de todas las columnas. Pero ellos -Marrero, Wassen y Rosencof, entre otros- no querían a nadie de la Uno. A tal punto pasamos a ser una molestia, que fuimos discriminados hasta en la adjudicación de armas. Nosotros, por ejemplo, habíamos detenido a Mitrione y realizado otras acciones similares. Sin embargo se nos obligó a pasarlo a otra columna por “razones de seguridad”. ¿Por qué? Para acentuar la hegemonía de quienes quedaron como dirección después de Almería.
La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 489.

Amodio:Vamos a ir por partes, como dijo Jack. En primer lugar, toda la información reunida hasta el presente indica que Mitrione fue secuestrado por la columna 15. Me afirmo en ello por dos razones: la primera, la por todos reconocida participación en el secuestro de Olga Barrios, que participó en la toma de la comisaría de Pando, que como se sabe fue realizada por el grupo de la 15 que comandaban Candán y Alicia Rey. La segunda, si como se dijo tantas veces la información acerca de Mitrione la recibió Rosencof desde Cuba, enviada por Hevia Cosculluela a través de Carlos Núñez, cuesta creer que dicha operación le fuera asignada a un grupo de la columna 1, cuyos déficits en materia operativa habían quedado en evidencia tras la detención de Huidobro en Pando. Tras Pando yo fui el designado por el Ejecutivo para intentar solventar esos déficits. Ahora bien, ¿entre mi detención el 30 de junio de 1970 y el secuestro de Mitrione el 31 de julio pudo la columna 1 superar su incapacidad operativa, estudiar el secuestro y realizarlo? Mi respuesta es no, a menos que todo lo que se nos ha contado sobre Mitrione fuera falso y el MLN no tuviera idea de quién era ni de qué papel desempeñaba. Lo que sí pudo suceder es que la columna 1 tuviera locales en condición de mantener a un secuestrado y la columna 15 no los tuviera, la 15 lo secuestrara y la 1 lo tuviera en custodia. Si esto hubiera sido así, cosa muy probable, tampoco es cierta la afirmación de que eso habría sido “para acentuar la hegemonía de quienes quedaron como dirección después de Almería”, ya que el traslado de local tuvo que ser a instancias del Ejecutivo formado por Mansilla, Blixen y Marx Menéndez, predecesor del Ejecutivo formado por Rosencof, Wassen, Engler y Berreta, que son los que resuelven la disolución de la columna 1. Y lo hicieron no solo por el ataque divisionista recibido desde su comando, sino por la carencia de militantes que se dio en esos momentos en dicha columna

Torres: Así, entonces, disolvieron nuestra columna, nada menos, y nuestros compañeros, que tenían una riquísima experiencia militar, teórica y política, quedaron colgados hasta el Abuso en muchos casos; algunos fueron a parar a grupos de base de otras columnas. En mi caso, el primer contacto que tengo luego de la disolución de la columna fue después del Abuso, cuando el Ñato me va a buscar. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 490.

Amodio: El Ejecutivo posterior a Almería, aisló a los elementos que consideró nocivos para el MLN. No es de extrañar, entonces, que algunos militantes fueran excluidos, dejándolos aislados y cambiando las estructuras internas. Con todo, esa era una tarea casi imposible y si alguno hubiese quedado aislado por error, habría podido contactar sin dificultades mayores. Hay que tener en cuenta que en esos momentos la corriente de la microfracción aparentaba tener más fuerza que la real, aunque controlaba locales, armas y sumas importantes de dinero. Creo que bien pudo ser cierto que Huidobro lo fuera a buscar tras el Abuso, pero no porque estuviera aislado, sino porque lo consideró un apoyo posible para conseguir imponer su Plan del 72, que tantas similitudes tenía con su Guerra Total

Aldrighi:¿Por qué los integrantes de la primera dirección aceptaron ser encuadrados en la base después de la fuga de setiembre de 1971?

Torres: Te lo respondo con facilidad. No todos caen en Almería: anteriormente, a lo largo de dos años, fue cayendo gente de dirección, antes y después de Pando. Estos compañeros habían dejado una organización que contaba con unos pocos cientos de militantes, de los cuales podían conocer aproximadamente a la mitad. Luego de la fuga de 1971, la dirección posterior a Almería plantea que en ese tiempo habían hecho crecer a la organización, que el número de militantes se contaba por miles, que se habían construido muchos berretines, realizado cientos de acciones, etcétera. Era un salto tan desmesurado se lo oí decir a algunos compañeros, que los fundadores quisieron tratar de conocer la nueva realidad de la organización desde abajo. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 490.

Amodio: Como antes, Torres habla de oídas. Tras el Abuso, la dirección actuante en esos momentos propuso su renuncia en pleno. Manera y Marenales, que entonces eran los presos con mayor antigüedad y cuyos criterios de trabajo eran notoriamente contrarios a los empleados en una organización que ellos desconocían, pidieron ser encuadrados en el sector Servicios. Yo también me opuse, pese a ser respaldada mi candidatura por el mismo Sendic, quien junto con Huidobro estaban dispuestos a ser recolocados en el Ejecutivo. Pero de las cinco “vacas sagradas” tres estaban en contra. Fue entonces que Huidobro, tal como le reconoció a la misma Aldrighi en 2001 en Memorias de insurgencia y en esta misma edición en la página 198, pedirá ser enviado a un grupo de base del Collar. Sendic hará lo mismo pero pedirá ser enviado al interior. Ambos, según nos cuenta Huidobro, para “demostrar que los planes que no les habían aprobado, eran correctos” Divisionismo puro. Los planes eran el Collar, el Tatú, al que el mismo Torres calificó como un error.

Aldrighi: Su familia ¿a qué tradiciones políticas se vinculaba?

Torres: Mi familia paterna era Batllista. ...Esa raíz liberal, socialdemócrata, antifascista, que estuvo muy vinculada al apoyo a la república española durante la guerra civil, no había muerto aún en Uruguay. Hubo también una visión romántica del MLN, que llevó a muchas mujeres a soñar o fantasear con tener un compañero o amante tupamaro. En el matrimonio típico uruguayo, la mujer estaba sometida a interdicciones, a una represión que se ejercía con guante de seda. Frente al marido que la relegaba a su rol tradicional, los tupamaros se le aparecían como figuras excepcionales. De ahí el éxito que tuvieron en ese plano muchos compañeros legales. Es lo mismo que pasa hoy cuando las mujeres se entusiasman con Antonio Banderas en las películas del Zorro... La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 490-491

Amodio: Machismo en estado puro. Lamentablemente no fue Torres el único que pensaba de esa forma. Marenales aseguraba que a las mujeres la ideología les entraba por la vagina. ¿A Torres nunca se le dio por pensar que algunos hombres pudieran fantasear con tener una amante tupamara? ¿O es que los hombres no fantaseábamos? Tras la entrevista de Torres es evidente que él lo hizo, adjudicándose un rol que nunca tuvo.

Aldrighi:¿Existió un apoyo de la opinión pública, más allá de la izquierda, al accionar y la política del MLN? ¿A qué causas lo atribuye?

Torres: Uno de los grandes méritos del MLN es el de haber logrado un porcentaje de población favorable a su accionar en muy pocos años. Incluso hoy eso se refleja, por ejemplo, en el respeto que demuestra Jorge Batlle cuando Fernández Huidobro hace una suplencia de tres días en el Senado. Es una especie de orgullo que manifiesta hasta el enemigo, por el hecho de que nosotros fuimos originales y no le copiamos a nadie. Podrán decir que la embromamos, pero a la uruguaya. No trajimos ningún técnico extranjero, ni siquiera cubano, para que nos asesorara. Y le enseñamos a medio mundo. Después de 1985 me jubilé del Ministerio de Cultura con el cargo de director de División. En ese período me trataban con respeto hasta los pachequistas o los de la Lista 15. El apoyo que tuvimos se debió, en primer término, al acierto de los documentos de la organización, comenzando por el N°1. En segundo lugar, a que el MLN fue la primera organización en Uruguay que definió la existencia de la crisis y propuso un modo para resolverla; no con modelos traídos del exterior, sino propios.
Nuestro país, que tenía en esos años una estructura ideológica que podríamos llamar socialdemócrata, producto de años de Batllismo, de algún modo reclamaba el cumplimiento de aquellas consignas de justicia social que postulaba el primer Batllismo y que se habían ido degradando, hasta su completo fracaso durante el gobierno de Pacheco. Los uruguayos eran permeables a un discurso que -por más de izquierda y radical que fuera- era llevado adelante por jóvenes. Eso también despertaba simpatía. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 491

Amodio: Decir que “el apoyo que tuvimos se debió, en primer término, al acierto de los documentos de la organización, comenzando por el N°1” es de una idiotez aplastante que no merece ni siquiera argumentar en su contra. Baste con preguntarse si la población que nos apoyó conoció dicho documento. Nuevamente se pone como ejemplo de su calidad humana, profesional, etc., cuando de lo que se trata, o eso se supone, es analizar una experiencia que otros hemos llevado adelante, para más mal que bien, mientras él y otros la balconeaban de lejos. Los quemó su garganteo y por eso fueron presos, porque las FF.AA. no distinguieron nunca ningún matiz. Torres, y tantos otros, fueron presos innecesarios, que llegaron a su condición de héroes nacionales más por los errores de las FF.AA. que por sus propios méritos. O deméritos…

Aldrighi: ¿En algún momento creyó que pudiera estar cercana la revolución?

Torres: No. Nunca. Lo que te decía anteriormente, acerca de la inexistencia de la violencia en la sociedad uruguaya y la necesidad de graduarla, llevaba a que los viejos tuviéramos muy claro que la lucha iba a ser prolongada y que estaba muy lejos la conquista del poder. Convicción que se revierte en 1971 y 1972, con una dirección que cree que el poder se logrará en poco tiempo. Una parte mayoritaria del MLN, impulsada por esta dirección inmadura, intenta “vender” a toda la izquierda y a la sociedad una idea de cercanía de la revolución. A tal punto que el repliegue, que debería haberse adoptado a comienzos de 1972, se adopta después de la caída del Bebe en setiembre. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 492.

Amodio :Bueno, por fin encuentro una coincidencia. A finales de 1971, ante la evidencia de que no me era posible detener el plan de operaciones que estaban planteadas, tanto en Montevideo como en interior, renuncié al Comando General de Montevideo. Torres dice que debimos replegarnos, y quizá tuviera razón. Lo que no nos dice es si se lo dijo a Huidobro, su mentor. Por lo tanto, tengo todo el derecho a pensar que esa es una conclusión a la que llegó tras la derrota. Me conmueve. Resulta que yo tenía razón cuando propuse replegarnos en abril de 1972. Pero insiste en un error. La Dirección que actuó con inmadurez, la que creyó que el triunfo estaba a la vuelta de la esquina no es la “de después de Almería”. A esa la voltearon entre gallos y medianoches el 16 de marzo de 1972, los del plan del 72, del Tatú y la Guerra Total tres de las vacas sagradas, capitaneados por su inefable líder, Eleuterio Fernández Huidobro. Esa misma necesidad del repliegue, que me fue negada en abril, me será negada nuevamente por los encumbrados estrategas Marenales y Sendic en mayo. Sin embargo, será la razón esgrimida para aceptar la tregua de junio de 1972, cuando ya el MLN no existía y Huidobro salió del Florida a plantear la rendición incondicional.

Torres: Primaron valoraciones voluntaristas. Esa dirección, que no tenía capacidad para dirigir, se salteó todas las etapas. La seguridad de que la lucha sería prolongada es una de las diferencias entre la generación de militantes que podríamos llamar de 1960-1965, con los compañeros que vinieron después. Una medida de esta diferencia es el comportamiento en la cárcel. Los compañeros viejos -en el sentido de ingresados en los primeros tiempos- tienden a tener un mejor comportamiento y a no “rayarse”, como decíamos nosotros mientras la gente “joven” tiende a pensar su vivencia en otros términos. Es suficiente ver el comportamiento que tuvieron por años los rehenes, mientras en otros casos el mismo no estuvo en relación con los padecimientos sufridos. Los jóvenes eran más vulnerables, pensaban en términos apocalípticos, no en términos históricos. Para nosotros caer preso era sólo una contingencia. Después que lo aceptabas, no lo pensabas más. Como cuando salías a un operativo: no lo hacías pensando que te iban a dar un chumbazo. Podía suceder, pero ya estaba incorporado. En las etapas de la tortura muchos se desmoralizaron. Si eras cortoplacista, al recibir una derrota militar como la que sufrimos, parecía haberse destruido todo. Para los viejos, en cambio, si no continuaba aquí la revolución lo haría en otro lado. El cortoplacismo impide comprender que hay etapas de retroceso, de repliegue. La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 492-493.

Amodio: Torres sigue empeñado en achacar a la Dirección establecida tras Almería el aventurerismo que exhibieron tres de las vacas sagradas. ¿Cómo se pueden y deben calificar las decisiones que llevaron a las acciones contra las comisarías, incluyendo la de Soca, la declaración de guerra a los ricos, la instalación del Segundo Frente, el Plan Tatú y las acciones del 14 de abril ¿Y quiénes se negaron al repliegue?: los dos más viejos en activo entonces: Marenales y Sendic. No fue una cuestión de edad, sino de sentido común. En cuanto al comportamiento ante la tortura y el período carcelario, vuelve a intentar ofrecer un panorama romántico, negando las evidencias acumuladas acerca del comportamiento de varios de “los viejos”, sobre el que Torres no dice una sola palabra.  (continuará)


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