03.JUN.19 | Posta Porteña 2023

Clara Aldrighi, La Izquierda Armada / comenta Amodio ( XV)

Por AMODIO

 

La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN-Tupamaros Ediciones Trilce 2001

 

Sobre esta obra, “osada, rigurosa y de sesgo testimonial, constituye, entonces, un insoslayable aporte a la interpretación de nuestra historia reciente y hasta de nuestro presente” así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hace un cometario (última nota ) –mayo 2019

NdeR: lo que está en cursiva corresponde al texto de Aldrighi y  al  entrevistado

Entrevista a Jorge Torres Montevideo, 1999 (Esta entrevista no fue publicada en las primeras ediciones de La izquierda armada)

Aldrighi:¿A qué factores atribuyó la derrota del MLN en 1972?

Torres: Fuimos empujados a la derrota por el accionismo y por la ausencia de una teoría. Hubo por esta causa una subestimación de las Fuerzas Armadas y de lo que significaba el enfrentamiento con ellas. Otro aspecto decisivo fue la seguridad. Los viejos la cuidábamos. Cuando caigo en abril de 1972, después de diez años de militancia -tenía treinta y seis años- conozco sólo dos locales de la organización, mientras había compañeros que conocían treinta o más. Esto te hace pensar si en realidad nos ganaron militarmente o si perdimos nosotros, regalando cosas. En la tortura había gente que decía más de lo que los milicos le preguntaban. Quien comienza a “cantar”, sabe cuando comienza pero no cuando termina. Además nunca estás al tanto de cuánto sabe el interrogador; cuanto menos le des, menos te va a preguntar. La izquierda armada, octubre de 2016, págs. 493-494. 


Amodio:Y dale con el accionismo. Accionismo es actuar por actuar, sin una fundamentación política. El adjetivo se ha utilizado para desmerecer el trabajo de la columna 15, achacándole ser accionista porque era la que más acciones procesaba. La acusación es totalmente infundada, ya que la columna 15 nunca procesó una sola acción que no estuviera avalada por la Dirección, contrariamente a lo que hicieron otros, que declararon guerras de motu propio, que abrieron segundos frentes sin las condiciones más elementales y que pusieron en marcha el plan Hipólito y todavía hoy tratan de mantenerse al margen. Los responsables de la debacle de 1972, son reverenciados y ocupan en la historia un lugar que no les pertenece. En cuanto a su valoración que hace acerca de la seguridad: ¿quien ostenta el mayor número de fallos y pérdidas de locales y compañeros que Sendic?; ¿puede decirse que Huidobro fue un defensor de la seguridad cuando permitió que Pellegrini Giampietro, secuestrado por la huelga bancaria fuera custodiado por gente que desde el punto de vista organizativo estaba fuera de las estructuras? Una de las causas que llevaron a que determinados compañeros conocieran más de lo que era conveniente fueron las sucesivas reorganizaciones y las consecuentes descompartimentaciones, a las que tan dados fueron quienes Torres trata inútilmente de defender.

Torres: La mayoría de los compañeros del MLN tendió a sustituir los aspectos teóricos con su propia subjetividad. Fue muy difícil la lucha teórica en la organización, porque había, como te dije anteriormente, un menosprecio hacia la teoría. Incluso los documentos eran para muchos compañeros algo accesorio, hasta excedente, gratuito. Porque desgraciadamente había hecho carne la idea de que lo importante era la acción. Difícilmente encontrabas un compañero que quisiera introducir cambios en un documento, si algo le parecía incorrecto o mal formulado. Le importaba más si podía conseguir una 45, o participar en tal cosa, llegar a responsable de un grupo o a subcomando. Desgraciadamente esa era la realidad. Ciertamente no lo era para todos, porque los documentos por alguna razón salían. Pero ese abandono de la teoría culminó cuando el MLN en 1971 se quedó sin estrategia. En esa época escribo un manual de planificación de operativos, que ni siquiera circula en la organización, porque la gente pensaba que ya lo sabía todo. Habían participado en cuatro “aprietes” de milicos, en alguna “levantada” de automóviles y ya se sentían formados. Pero no tenían la menor idea, por ejemplo, de cómo se rompe un cerco. Tampoco se pensaba que no podíamos seguir creciendo indefinidamente, metiendo más gente en el aparato, en lugar de crear varias líneas de combatientes de reserva. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 494.

Amodio:Ciertamente Torres se contradice de continuo. Estaba tan preocupado por “la lucha ideológica” que escribió “un manual de planificación de operativos”, justamente él, que no solo carecía de experiencia, sino que creía que los operativos eran innecesarios. Se queja de que su “manual” no circuló en la interna. Esto demuestra que los militantes tenían más sentido común que él mismo

Torres: El MLN como organización es responsable de lo que pasó, pero en el momento de individualizar comportamientos, no todo el MLN compartía la concepción que impulsó la dirección inexperta. La izquierda armada, pág. 494.

Amodio: La “dirección inexperta” sacó al MLN de la crisis después de Almería, la mantuvo en activo pese a los embates a los que fueros sometidos desde adentro, por la Micro, enquistada en varias columnas, entre ellas la 1, sufrió el desgaste de las diferencias creadas desde Punta Carretas por Sendic y sus seguidores por el plan Tatú, realizó las dos fugas más importantes de la historia y recién capituló en marzo de 1972, para que los ex dirigentes históricos, Marenales, Huidobro y Sendic, cual Atila, arrasaran con las formas organizativas y, arguyendo “que el MLN se había quedado sin estrategia” impusieron una sin discusión y que será la que convirtió al MLN en una guerrilla rural, sin que ninguna de las condicionantes, ni políticas ni militares ni geográficas estuvieran dadas. Casualmente, Torres en esta misma entrevista le atribuyó a Sendic su costumbre de actuar contra las directivas generales

Aldrighi : Desde su lugar de militancia ¿intentó modificar esta situación?

Torres: Claro que sí. Pero no solamente nunca fuimos escuchados, sino que, como te decía, fuimos disueltos como columna y marginados durante todo 1971, hasta el Abuso. Se disuelve una columna sin razones para ello, simplemente porque había oposición a la conducción exitista posterior a Almería. El precio que se paga cuando hay ausencia de teoría revolucionaria es grandísimo. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 494.

Amodio: Torres retrocede en el tiempo y vuelve a agosto de 1970 y queda en evidencia. La columna 1 fue disuelta tras la asunción del Ejecutivo formado por Rosencof, Wassen, Engler y Berreta: un integrante de la columna 10, Rosencof, dos de la 15, Wassen y Engler y uno, Berreta, de la columna del interior. Tras la caída de Almería, la columna 1 quedó prácticamente desmantelada y carecía de integrantes en condiciones de integrar su comando. Los compañeros del sector militar y de servicios que pertenecían a la columna, fueron absorbidos por otras. Según Torres, él y otros fueron “marginados” por lo menos entre octubre de 1970 y setiembre de 1971. Lo que no nos dice es por qué: porque estaban integrados en el sector encabezado por Elida Baldomir, la que venía coqueteando con los planteos de la microfracción. Su encono contra el Ejecutivo que rehízo el MLN tras Almería es el mismo que entonces mostraron quienes estuvieron a punto de asesinarlos, sabiendo, como sabían, que la casa donde se reunían pertenecía a un integrante de sus propias filas. Ahora bien, ¿cómo puede decir que la dirección era exitista si todavía no le había dado tiempo a recomponer el aparato interno? A menos, claro está, que admita que haber reconstruido al MLN entonces, era, más que un éxito, una hazaña

Aldrighi: ¿Existía una especie de código ético a respetar que atravesaba los bandos enfrentados? Es decir, un comportamiento que si seguido en la vida clandestina, la tortura, la cárcel, inspiraba respeto al adversario.

Torres:  En algunos lugares hubo una actitud de respeto por parte de los milicos, que por supuesto no excluyó nunca la tortura, ni el destrato, porque estaban integrados como reglas de juego. Fui uno de los que salió del cuartel en 1972, cuando se produjeron la tregua y las negociaciones. Me encontraba en el Batallón Florida, uno de los lugares más duros para la tortura. Llevaba unos cuarenta días allí, cuando detienen a mi mujer. Me llama el capitán Camacho: -“Ahora se te acabó, vas a decir todo lo que sabés, porque tenemos detenida a tu mujer”. Ya lo sabía, porque las compañeras estaban en una barraca al lado de la nuestra y había reconocido su tos asmática. -“Bueno”, me dice Camacho, “o cantás o te vamos a traer acá a tu mujer y la vamos a violar delante tuyo”. -“Camacho, me podés hacer un favor?”. -“Si está dentro de mis posibilidades, cómo no”. -“Después que hagas eso con mi mujer, te pido que me pegues un tiro, porque si no, cuando salga dentro de cinco o diez años, te voy a buscar y te voy a matar yo”. —“¡A mí no me vas a amenazar”. -“Perdón, Camacho, entendés mal, te estoy pidiendo un favor”. El hecho fue que a mi mujer, durante los quince días que la tuvieron, no le tocaron ni un cabello. Ni siquiera estuvo de plantón. Me llama Camacho al final: -“Te animás a hacer un acta?”. -“Cómo no, si soy director de un ministerio”. Hice el acta, mi mujer la firmó y la liberaron. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 495.

Amodio: Lo que Torres no nos dice es que su mujer fue liberada como pago por su participación en las comisiones de los ilícitos económicos

Torres: En el Florida se dio, justamente, un fenómeno muy peculiar. Lo atribuyo al hecho de que ahí cayeron muchos compañeros viejos, de alto nivel, y a la consigna que elaboramos, la de transformar los interrogatorios en discusiones políticas. Durante las negociaciones, en mi primera salida del cuartel, me encuentro con mi familia y fijo como lugar para que me pasen a recoger los milicos el bar La Giralda, dado que yo vivía cerca del Pereira Rossell. Llega el capitán Calcagno con alguien que no recuerdo. Están conmigo mi mujer, mis hijas y mi hermano mayor. El capitán Calcagno, que era el de mayor antigüedad en el Batallón, se sienta y pide un café. La mayor de mis hijas, que tendría unos diez años, pregunta en voz alta: -“Papá, ¿este señor te torturó?”. Le respondí: -“Capitán, la pregunta es para usted”. Calcagno no sabía dónde meterse. Buscamos una vuelta, porque nadie contestaba nada, y al volver al cuartel me dice: -“Estos gurises nunca nos van a perdonar lo que hicimos”

Amodio: Torres mezcla los tiempos y por lo tanto las negociaciones, que como se sabe, fueron dos, pero insiste en contarlas como si hubieran sido una sola. ¿Por qué? Para poder adjudicarse un papel que no tuvo. En la primera tregua, la que se da a partir del 15 de junio y que muere el 10 de julio de 1972, Torres no participó para nada. Como ha quedado claro en el Relato anterior, quienes participaron de las reuniones fueron los llamados 5. Es decir Wassen, Huidobro, Rosencof, Manera y Alicia Rey. La anécdota que cuenta en relación con Calcagno habla bien de la relación que existió entre los presos y sus carceleros, que durante muchas horas del día abandonaron ese papel y adoptaron el de amigos serviciales que nos llevaban a visitar a la familia, se ocupaban de nuestras relaciones humanas y llegaron incluso a participar de reuniones familiares en franca camaradería. Pero este es un tema que ha sido cuidadosamente ignorado para que los que lo hemos reconocido aparezcamos como beneficiarios de un trato preferente

Aldrighi: ¿Qué opinión le merecieron esas negociaciones con militares supuestamente nacionalistas? ¿En qué consistió su participación?

Torres: Empezamos con el tema de los ilícitos económicos, a partir de aquella consigna de que te hablé, de transformar todo interrogatorio en una discusión política. Los militares mostraban estar de acuerdo con nosotros en el problema de la corrupción de los políticos. Entonces largamos la tesis de que había que tratar de transformar el tema de los ilícitos en un cuestionamiento de la estructura económica y social del país. Es decir, a través del conocimiento de los mecanismos del comercio exterior, de la banca y de la corrupción, lograr que los militares comenzaran a cuestionar el sistema político. No por estar presos dejábamos de combatir: era otro frente de lucha, teníamos que tratar de ganarlos. Proporcionarles información, de modo que esta gente –pensábamos- que era nuestra enemiga, se volviera enemiga del sistema y quisiera, como nosotros, transformarlo. Lo logramos con muchos oficiales. El Batallón Florida se transformó en un centro de conspiración de oficiales jóvenes, que venían allí a “recibir línea”

Cuando me encontraba en el 9° de Caballería, en una situación muy difícil por la tortura -que estaba a cargo de uno de los “Oscar” del OCOA- me pongo a discutir con uno de los mayores que me torturaban y a cuestionar la política de los milicos. Enterado, Rapela me manda pedir un análisis económico sobre la coyuntura. Negocio hacer ese trabajo si ellos liberan a simpatizantes del MLN que estaban detenidos allí. Pido material del Banco Central y del Ministerio de Economía para elaborarlo. Cambia el régimen; traen cama, comida buena, cigarrillos, café, me permiten bañarme. En el calabozo de al lado estaba Alba Antúnez.

Amodio: Todo muy bien, pero la pregunta era qué opinión le merecieron las negociaciones, lo que queda sin respuesta. Sin embargo su respuesta tiene el valor de confirmar mis apreciaciones acerca de su participación en le tregua de agosto de 1972. Dice “Empezamos con el tema de los ilícitos económicos”, lo que se corresponde con la segunda tregua, gestada a partir del 25 de agosto de 1972 y tras la primera entrada de Raúl Sendic al mismo Florida. Acerca de las torturas en esos momentos miente, porque es bien sabido que mientras duraron las comisiones las torturas se suspendieron

Aldrighi:¿Cómo se explicó el fenómeno de la colaboración de dirigentes del MLN, por ejemplo Héctor Amodio, con las Fuerzas Armadas?

Torres: Pienso que la razón puede encontrarse en las motivaciones que se tenían para entrar al MLN. Las hubo legítimas e ilegítimas. Con la larga convivencia, te dabas cuentas que algunos habían ingresado para resolver un problema de frustración personal, profesional, etcétera. O por razones estrictamente románticas. No por un compromiso para cambiar la sociedad.
En el caso de Amodio, creo que tenía una relación patológica con Alicia Rey. Pero hay que decir también que si hubiéramos sido exigentes con él, o simplemente suspicaces, no podría haber ascendido como ascendió.
Era el individuo que le salía más caro a la organización en materia de locales y cobertura. No iba a vivir a un rancho, elegía apartamentos con coberturas regias. Era eficiente, sin duda. Si debía elegir armas, elegía siempre la mejor, sin importarle los demás. Los viejos fuimos poco suspicaces, porque no podíamos imaginar que un compañero pudiera ser un potencial traidor. Nos queríamos, nos teníamos confianza. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 498.

Amodio: La relación con Torres se dio en el marco de su función en el Coordinador. Estoy hablando de los años 1964 y 65. Con posterioridad, nunca más nos vimos, hasta el punto que fue una sorpresa para mí encontrarlo entre la lista de detenidos en el Florida. Cuando pregunté por qué me dijo Calcagno: El Ñato lo trajo. Estoy convencido que Torres ha sido uno de los que ha aprovechado su prisión, totalmente injustificada por su actuación en aquellos años, para promocionarse como un integrante del MLN y así poder gozar del apoyo de la tribu. El mismo nos ha dicho que volvió al ministerio de Cultura, en contraposición a tantos que a la salida de la cárcel se encontraron en la ruina. Su afirmación de que “Era el individuo que le salía más caro a la organización en materia de locales y cobertura. No iba a vivir a un rancho, elegía apartamentos con coberturas regias” es una falacia total. Yo era un militante urbano, de clase media y como tal debía ser mi uniforme, para pasar desapercibido en la jungla de cemento que era Montevideo, para parafrasear sus palabras al fundamentar la lucha urbana. Y si de economizar se trataba, los locales nos duraban años, porque nuestras coberturas eran las correctas y adecuadas.

Torres: Cuando caía alguno que conocía mi casa, como el Ñato o Marenales, yo dormía tranquilo. Años más tarde, preso, estuve en la dirección del 4° piso del Penal de Libertad. Me sacaron por segunda vez del Penal y me tuvieron cuatro meses y medio recogiendo palizas en los distintos cuarteles. Cuando volví, un compañero de la dirección del piso me dijo: -“Yo dormía tranquilo”. Es que si no tenías incorporados estos valores, no valía la pena militar en el MLN. Pero para algunos no fue así. La compañera (...) cantó que los contactos con la organización los hacía a través mío. Es más, para demostrar que su declaración era auténtica, dijo el lugar de mi casa donde dormía y el nombre de mis cuatro hijas. Cosas inaceptables. Por eso hay que indagar en las reales motivaciones por las que se ingresó al MLN. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 498.

Amodio: Como todos, Torres sigue sin demostrar sus dichos. Yo he dicho en repetidas oportunidades que el MLN acordó en lo interno perdonar a todos los que dieron información, con tortura o sin ella. Es bien sabido que existió un pacto de silencio para ocultar los comportamientos de varios –y varias- en los cuarteles, tanto de Montevideo como del interior. Búsqueda publicó una nota, tras la aparición del libro Marenales, de Márquez Zachino, donde se da cuenta del malestar por las manifestaciones en ese libro del entrevistado, en relación a la colaboración con las FF.AA. de Marrero, Engler y Rosencof, entre otros. Ni hablar de Píriz Budes, que regresó sin ningún problema a Uruguay tras haber sido acusado de traición. Ver Cero a la izquierda y el libro Mujica, de Campodónico. Dicho pacto de silencio queda en evidencia incluso en el libro que estamos comentando, en el que el nombre de la compañera que brindó información acerca de Torres ha sido omitido y en su lugar aparecen puntos suspensivos entre paréntesis, seguramente por decisión de la autora del libro. A mí se me acusa sin aportar pruebas, pero cuando la acusación se refiere a otro, se omite el nombre. Esto se repite en otras entrevistas, como se verá más adelante. Mucho más clara es la mención al “hombre del paraguas”, eufemismo que Buttazoni, Rosencof y Seregni utilizan para referirse a Donato Marrero, en los diálogos entre Rosencof y Seregni, obra del mismo Butazzoni.

Aldrighi:¿Qué opinaba de la violencia contra las personas que aplicó el MLN en varias ocasiones?

Torres: La justificación de la violencia proviene expresamente de una interpretación del desarrollo histórico de la sociedad y del poder de las clases dominantes. Hay una teoría, de derivación liberal, que pretende que el poder de las clases dominantes se ejerce de un modo paternalista, bondadoso; que a veces, coyunturalmente, puede generar pobreza y marginación. Nuestra concepción era radicalmente distinta. Coincidíamos con Fanon en Los condenados de la tierra, no existe un gobierno de clase que no se asiente en la violencia que se ejerce sobre el conjunto de la sociedad. Y básicamente sobre los trabajadores, los desposeídos, los que no tienen nada más para vender que su fuerza de trabajo.
Cuando los que están al frente de la sociedad, porque son gobierno, olvidan esas necesidades básicas de los individuos. Esa violencia de la clase dominante, que tiene sus muertos y heridos, puede equipararse a la que se ejerce con las armas en la mano. Quienes nacen en hogares con carencias son víctimas de la guerra de clases, con bajas que no computa la sociedad liberal.
Por no hablar de la responsabilidad que les cabe a los partidos comunistas, seudo revolucionarios, reformistas. Siempre se pone en la cuenta los muertos de la acción armada, de la guerrilla, pero nunca se hace el balance de lo que ha costado el reformismo, que fue mucho más que todo eso. Conciliar con las clases dominantes o con el imperialismo, ha costado millones de vidas en América Latina, y ese balance no se hace. La izquierda armada, octubre 2016, págs. 500-501.

Amodio: Conceptualmente coincido con Torres. Una duda que se me genera, es qué habría pensado Torres de la política llevada adelante por los políticos del FA durante los períodos de gobierno. ¿Diría que la “Violencia existe cuando se excluye a la gente de la posibilidad de la educación, la vivienda, la alimentación, el trabajo, la salud. Cuando los que están al frente de la sociedad, porque son gobierno, olvidan esas necesidades básicas de los individuos?”

Torres:  Nosotros hemos sido condenados porque ejecutamos a un rehén como Mitrione, que no merece la más mínima defensa, o porque en un error aberrante de quienes en ese momento ejercían la dirección, se mató un peón rural, algo que no se puede ni justificar ni compartir. Pero supongamos que en el marco de una guerra revolucionaria, hubiéramos tenido en nuestro país ocho o diez mil muertos. ¿Cuántos son los muertos que han generado cuarenta años de reformismo, de conciliación con el ejercicio del poder de las clases dominantes? ¿Cuántos de esos niños que mueren antes del año y que Sanguinetti hace jugar en sus estadísticas, se hubieran salvado? Y sin embargo se nos juzga por la violencia que ejerció el MLN a lo largo de diez años. Seguramente hubo menos de cien muertos, no se llegó ni a diez por año. Es vergonzoso que se nos acuse de asesinos y se nos trate de excluir de la discusión de ideas por eso. En pocos años los militares, en su represión asesina, causaron más muertes que el MLN en toda su historia. Y nosotros seríamos los perversos. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 501.

Amodio: esta entrevista fue realizada en el 1999. Tampoco fue incluida en las primeras ediciones. Opino que fue porque en 1999, medir las responsabilidades de cada bando por el número de muertes que ha producido cada uno, estaba fuera de toda consideración ética. Como en el caso de Jessie y de otros, se pretende justificar la muerte de Mitrione en base a informaciones que nunca han sido confirmadas, sino más bien lo contrario. No se puede justificar las muertes que hemos producido por la acción del MLN porque estadísticamente fueron menos. Si así fuera, veríamos que en razón del número de integrantes de cada fuerza enfrentada –en el caso que convengamos que el MLN fue una fuerza- saldríamos a más muertes por cabeza que las FF.AA.

Torres: Esto es fruto de una hipocresía colectiva, porque nadie sale al cruce a decir la verdad. Años antes de la ejecución de Morán Charquero, había sido presentada en el MLN una tesis, la de la “guerra total”, que no fue aceptada hasta la aprobación del documento “Diez Puntos” del que te hablé anteriormente. Dentro del MLN, a ciertos compañeros les costó mucho trabajo aceptar la justeza de la muerte de los cuatro soldados. Es que si el gobierno nos decreta la guerra, como lo hizo con el estado de guerra interno, no podía dejarlos tomando mate dentro de un jeep. No sé si estaban tomando mate realmente, o si fue un recurso propagandístico; pero si era verdad, lo primero hubiera sido arrestar al comandante responsable de esa unidad, por no proporcionar a los soldados que manda a la guerra los elementos fundamentales para defenderse. Es algo elemental. Pero el montaje que hizo la prensa afectó a muchos compañeros, que se veían desnorteados. No veían legítima esa acción. La guerrilla muerde y huye, precisamente allí donde está el enemigo desatento, tomando mate. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 501-502.

Amodio: Creo que en este largo párrafo Torres expone su pensamiento de forma tal que Aldrighi decidió que su inclusión sería perjudicial para su intento original de salvar las responsabilidades éticas y políticas de algunos de los dirigentes del MLN. No en vano el libro dice, como título secundario, Ideología, ética e identidad en el MLN Tupamaros. Ciertamente, el gobierno decretó el “estado de guerra” para defender las instituciones que el MLN había atacado. Pretender hacer creer que el estado de guerra fue un acto gratuito, un capricho de Bordaberry, nada tiene que ver el pomposo subtítulo. La muerte de los cuatro soldados fue realizada porque presentaba escasos riesgos. Más allá de la responsabilidad que le cupiera a los mandos militares por tener a cuatro hombres “de guardia” en condiciones de no poder defenderse de un ataque, es un crimen múltiple ejecutado por una organización que se dijo defensora de las clases populares.

Aldrighi: Cuando se lanzó la ofensiva de 1972 ¿se tuvo en cuenta el marco internacional y la posibilidad de intervención de los países vecinos?

Torres: Se toma en cuenta, por parte de la dirección, en un análisis delirante. A tal grado que se preparaban acciones frente a la eventualidad de una intervención brasileña y se coordinaban esas acciones con otras fuerzas políticas, sin considerar que el aparato represivo uruguayo estaba intacto. Era el predominio del subjetivismo sobre la realidad. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 502.

Amodio: Coincido con Torres en que fue un análisis delirante. Lo que no nos dice Torres quiénes fueron los miembros de la Dirección que hizo ese análisis. ¿Porque los ignora? No es esa la razón. La razón es que hasta ahora ha pretendido culpar de todos los errores cometidos al Ejecutivo surgido tras la caída de Almería y el tremendo error de la “ofensiva de 1972” no fue obra de ellos, que habían sido desplazados por las maniobras de Huidobro, Sendic y sus seguidores. Maniobra que incluso pretendió que, pese a haber sido yo el responsable de la segunda fuga de Punta Carretas, mi nombre no apareciera en la lista de fugados. Pero además comete un error que indica a las claras el escaso conocimiento que tiene de la interna del MLN. La coordinación de acciones con otras fuerzas políticas se fraguó en ocasión de la elecciones de 1971, ante la eventualidad que el gobierno de Pacheco desconociera el resultado electoral. Es decir, acciones que tendrían lugar cinco meses antes de la supuesta ofensiva.

Aldrighi: Entre los fundadores del MLN ¿quién le inspiraba mayor confianza política?

Torres: Yo tenía un vínculo muy estrecho con Fernández Huidobro. Durante años trabajamos, cambiamos ideas, y esa colaboración siguió también después de 1985. Por una razón muy concreta. El y yo le damos importancia a la teoría revolucionaria. Algo que, te repito, no sucedía con otros compañeros. Esto hay que decirlo. Bastaba participar en una reunión de dirección, para darse cuenta de las diferencias que nos separaban. Es que la casualidad, de pronto, pone al frente de una organización revolucionaria no al mejor, sino al que por distintas circunstancias en ese momento llega allí. La historia es algo veleidosa en este sentido. Por este hecho se paga, a veces, un precio muy alto. En el MLN, desde sus inicios, y aún antes, se paga un precio muy alto por el deseo de conservar a Raúl Sendic como uno de los compañeros de dirección. El Bebe inconscientemente pone de algún modo una condición a la continuidad de su militancia. Esa condición se expresa a través de algo que fue una permanente cantilena esgrimida por él y por gente cercana a él, a lo largo de muchos años: “La acción une y las palabras separan”. Con eso quería decir que todo aquello que pudiera estar en un documento, que nos comprometiera, que estableciera pautas a cumplir por todos, no era importante. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 503

Amodio:  La relación que dice Torres que mantuvo con Huidobro lo señala como responsable al menos de una parte de los dislates cometidos por éste. Nos dice o nos sugiere que él, Torres, participó en reuniones de la Dirección, cosa sí falsa y comprobable. La crítica hacia la visión que mayoritariamente tuvimos ante Sendic es correcta y debemos dividirla en varias etapas. La primera, abarca desde 1964 y aún antes, cuando Sendic era el elemento aglutinador y que se prolonga hasta agosto de 1970, tras la caída de Almería y el fracaso de la operación Satán, por el canje de los secuestrados. En esa etapa, pese a que las críticas hacia él fueron numerosas y fundamentadas, fue evidente que actuamos de una forma conciliadora hacia él. Es la etapa de cuando decíamos “son las cosas del Bebe” y dejábamos pasar. Otra etapa discurre entre agosto de 1970 y la fuga de Punta Carretas en septiembre de 1971. Durante ese período, en la cárcel nadie me acompañó en las críticas que yo le hice por actuar fuera de los organismos de Dirección, los errores cometidos hasta su detención y los cometidos dentro del Penal. Lo mismo le pasó a Wassen, en sus duros enfrentamientos por el Plan Tatú. Esta etapa es el germen de la división gestada dentro de Punta Carretas. En esta etapa fuimos responsables quienes aceptamos su pedido de incorporarse a un grupo de base de la columna del Interior y dejamos de cuestionar su conducta dentro de la cárcel, para no provocar una división del MLN. No nos dimos cuenta que la división ya era un hecho. Esa etapa termina en marzo de 1972, cuando junto con Huidobro consiguen desbancar de los órganos de dirección incluyendo a los intermedios a todos quienes habían sido sus críticos. Esta etapa terminará el 25 de agosto de 1972, cuando entra al Florida a discutir las bases para se detención honrosa, la que no aceptará y será detenido una semana después. A Sendic no le importaron nunca los acuerdos, fueran por escrito o de palabra. Siempre actuó según su criterio y los responsables fuimos quienes lo permitimos.

Torres: ...Otras guerrillas latinoamericanas de importante elaboración teórica, como el PRT argentino o el MIR chileno, fueron vencidas al igual que el MLN. Mientras que el triunfante Movimiento 26 de Julio de Cuba podría decirse que menospreció la teoría pero acertó en sus políticas y tácticas. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 503.

Amodio:Torres hace trampas. La elaboración teórica o su falta no influyeron en los resultados. Fue un problema de fuerza y de poder. Al MLN lo derrotó una fuerza casi analfabeta dirigida por una manga de ineptos. ¿Eso quiere decir que tenía una concepción teórica correcta o mejores hombres, mejor entrenados y armados y que pudo usar la tortura porque tenía tras de sí a la casi totalidad de la sociedad?

Aldrighi:¿Se sentía patriota en su militancia? ¿Qué entendía por patria, patriotismo?

Torres: Sin ninguna duda me sentía patriota. Éramos patriotas o nacionalistas en el sentido de que nos sentíamos pertenecientes a una sociedad con su historia, tradiciones y problemas. No pensábamos importar ninguna fórmula, por más prestigiosa que fuera, para implantarla acá. Eso formó parte de nuestra polémica con el Partido Comunista y de la discusión, de más de doce horas, que mantuve con Debray, cuando estuvo en Uruguay. Fue cuando descubrió la existencia del MLN, en su primer viaje por América Latina. Criticamos su teoría del foco. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 504.

Amodio: Contradiciendo a Torres, creo que la mayoría éramos internacionalistas. Incluso se nos acusó de ser antipatriotas, pero es este un detalle menor. Le concedo más importancia a sus palabras acerca de Debray. Este fue un turista revolucionario pero a la inversa. Es decir, lo hizo a costa de los cubanos, pero en vez de viajar a la isla sus destinos fueron otros países sudamericanos, entre los que se dice que incluyó al Uruguay. Torres no es el primero que dice haber discutido con él, sobre la teoría del foco. Nada menos que doce horas. No nos dice fecha, pero tiene que haber sido antes de la detención de Manera, en octubre de 1964, ya que a partir de esa fecha yo fui el representante en el Coordinador de los miembros del partido Socialista. Ya en ese momento la teoría del foco, era apoyada mayoritariamente por el conglomerado tupamaro. No sabemos en qué sentido Torres criticó esa teoría ante Debray, ya que internamente la apoyó, pero en su vertiente urbana. Lamentablemente no quedaron ni restos ni vestigio alguno de la supuesta presencia del teórico Debray en nuestro país o al menos no he podido encontrarlos.

Torres:...Era difícil traducir en uruguayo “Todo el poder a los soviets”. Pero parte de la izquierda hablaba un lenguaje prestado. Por eso cuando formamos el Coordinador, quienes nos encontramos allí, todos de diversas procedencias políticas, nos caracterizábamos por tratar de hablar un lenguaje que no fuera traducido de otras realidades. Ni siquiera de la cubana. Es por eso que, en sus orígenes, el MLN tuvo una oposición muy grande de la corriente tercerista. El tercerismo vio con desagrado la aparición del MLN, fue muy crítico frente a determinados operativos. Pero no fueron capaces de hacer un análisis de ese fenómeno que surgía en el país, a pesar de que eran la intelligentzia uruguaya. La izquierda armada, octubre 2016, págs. 504-505.

Amodio: Tanto el grupo Tupamaros y luego el MLN fueron estigmatizados desde la derecha y desde la izquierda, aunque por diferentes razones. No contamos nunca con el apoyo de Marcha, dirigida por Carlos Quijano, pero en su seno tuvieron cabida y gran predicamento varios simpatizantes, cuya lista sería largo enumerar y que formaron parte de lo que Torres llama la intelligentzia uruguaya. Eso fue posible porque Galeano, Carlos María Gutiérrez y Mario Benedetti mantenían una relación personal con Sendic desde sus tiempos de militancia con los arroceros del departamento de 33.

Torres: Personalmente, denominé a esa gente “la generación del balcón”. Que se expresaba desde el balcón de Marcha, que observaba la realidad desde el primer piso y la comentaba, juzgándonos como popes. Nunca quisieron bajar a la calle. Esa panoplia que abarcaba todas las ciencias, todas las artes, todas las letras, fue incapaz de aportar ideas o criticar al MLN. No llegó más allá del libro de María Esther Gilio, con algunos reportajes, o el de Carlos Núñez. No obstante, esa indiferencia secretamente se transformó, más adelante, en entusiasmo. Muchos de esos intelectuales vinieron al MLN o colaboraron con él, cuidadosamente, protegiendo su feudo, tratando de que el compromiso fuera mínimo. Por las dudas, para no perder el tren. Todo eso lo viví personalmente. La izquierda armada, octubre de 2016, pág. 505.

Amodio: La indiferencia que Torres señala no existió nunca. Lo que hubo sí fue un cambio en la actitud de algunos miembros de esa intelligentzia a medida que el MLN se fue consolidando como organización pese a los golpes policiales recibidos. Hubo algunos que luego sufrirán persecución por un apoyo que no pasó de lo verbal pero que a ellos les rindió réditos en lo político y lo profesional. Negar que en esos momentos se escribieran canciones y poemas en relación al accionar del MLN sería negar la historia.
Pero de la misma manera no puedo dejar de reconocer que muchos de los halagos que recibimos entonces fueron notoriamente exagerados, sobre todo los que nos llegaban desde figuras encumbradas entonces. Los halagos nos llenaron de un orgullo simplón y dejamos de ver y reconocer nuestros errores.

Aldrighi:¿Qué cualidades eran las más apreciadas en un militante, las que conferían prestigio y decidían las promociones?

Torres: El prestigio se construía con elementos internos y externos a la organización. Los internos eran fundamentalmente la cantidad de operativos en que se había participado, y los externos, los que te proporcionaba la prensa. El “cartel” que te daba. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 505.

Amodio :Esta afirmación es totalmente falsa. De haber sido así, ningún “vaca sagrada” habría sido miembro del Ejecutivo. ¿Por qué? Por una razón muy simple: le descentralización permitió al MLN realizar acciones de continuo y a veces de forma simultánea. Estas acciones, organizadas por los comandos de columna hicieron que fueran los compañeros de los grupos de acción quienes asumieran la mayoría de los operativos.

Aldrighi:¿La presencia en los periódicos influía en las promociones?

Torres: ¡Pero cómo no! De esa forma, aquellos compañeros que no te conocían por razones de compartimentación, pensaban que eras un crack. En algunas promociones intervenía gente que no te conocía como militante o como persona. Pero si tenías cartel, por ser clandestino, o por esto y lo otro, pesaba. Alguna gente llegó a la dirección por el prestigio generado por la prensa.

Amodio :Otra falsedad. Las promociones no se decidían desde la base, como Torres nos quiere hacer creer, sino desde los comandos de columna y desde la misma Dirección, que eran los que realmente tenían información acerca de los militantes. Los dichos de Torres van dirigidos contra mí, que aparecía en la prensa casi todos los días, junto con Bidegain y al Beto Falero, por nombrar a otros “asiduos”. Sin embargo, ninguno de los dos ocupó nunca puestos de Dirección. Internamente se sabía que en la mayoría de las acciones que se me adjudicaban, yo no había participado. Desde que pasé a la clandestinidad, solo participé en el primer secuestro de Pereira Reverbel, la Monty, General Motors, Pando y el secuestro de Pellegrini.

Aldrighi: Qué elementos más positivos recuerda de su experiencia en el MLN? Y también los negativos, si los hubo.

Torres: Mirando en perspectiva, pienso que podría haber tenido distintos tipos de existencia. Una, donde predominara lo personal, con el éxito laboral, económico, etcétera. Otra, donde existiera una coherencia entre lo que se cree y lo que se hace. Si se tienen ideas de justicia social, trabajar para que se hagan realidad. Con el MLN abrimos la posibilidad de que eso pudiera convertirse en una práctica y no se quedara en una formulación.
Conocimos algunos integrantes de la izquierda que escribían sesudos editoriales y almorzaban en El Águila cuando salía su semanario. El MLN me permitió sentirme contento conmigo mismo, porque no tuve un doble discurso o una doble moral. Era común ver a legisladores de la izquierda que trabajaban también como abogados de multinacionales. No lo encontraban incompatible. El MLN nos dio la posibilidad de hacer compatible lo que creíamos con lo que hacíamos. Es este uno de los contenidos éticos más importantes de la organización. Destruía la hipocresía que uno suele encontrar en la calle, donde se dice una cosa y se hace la otra. Además, nosotros arriesgamos absolutamente todo. La vida, la familia, la carrera, el éxito. Lo hicimos sin escribir diarios como otros combatientes. El general Pombo, cuando estuvo aquí para presentar su libro, contó que cuando estaba con el Che en Bolivia, tenía como misión, al armar el campamento, recoger los diarios de todos los compañeros. Porque claro, estaban escribiendo la historia. En cuanto a lo negativo, lo más importante fue ser excluido, apartado por las ideas. La disolución de mi columna porque discrepaba con la dirección que había sucedido a la de Almería. Esa mezquindad de no comprender que nadie está sentado sobre la Biblia y que la confrontación enriquece. La gente que está apegada al dogma le tiene terror a la discusión y por eso te excluye. La izquierda armada, octubre 2016, págs. 506-507

Amodio: Las palabras de Torres acerca del comportamiento ético de un sector de la izquierda en aquellos años pueden trasladarse a la actualidad. De manera lamentable la corrupción ha ganado a amplios sectores de una mal llamada izquierda que lo único que ha conseguido, aparte de enriquecerse, ha sido destruir las bases económicas y sociales y dejar el campo abonado a los mismos intereses económicos que dijeron combatir. En cuanto a lo que Torres considera negativo, la disolución de su columna, la columna Uno, sencillamente miente. Tras la caída de Almería, el MLN estaba diezmado y eso fue por los errores de conducción y no por la estrategia. El comando de la columna Uno, en esos momentos, se plegó a las posiciones de la entonces fortalecida microfracción, que propugnaba la vuelta a las posiciones del MIR y la FAU en la Primera Convención, en enero de 1966, dando prioridad al trabajo en lo sindical y político, supeditando a la Dirección política la lucha armada. Lógicamente, ellos serían los conductores mientras el resto seríamos la gleba.

Aldrighi: ¿Se trataba de dogmatismo o más bien de resistencia a las críticas?

Torres: Es el recurso habitual de las élites políticas para mantener su liderazgo. Porque no todos los grupos políticos son dogmáticos, y el MLN no lo era. Lo explico así por ubicar ese comportamiento dentro de alguna categoría. Era gente que creía que quien discrepaba era un enemigo.
Tuve una relación muy polémica con el Bebe, a lo largo de los años, pero muy polémica, cuestionadora. Nuestros choques fueron múltiples. Tienen que pasar veinte años y el Bebe, en un reconocimiento medio vergonzante y tardío, me propone para la comisión política del MLN. En otras circunstancias, naturalmente, en 1986 o 1987. Pero hasta entonces se pensaba que Jorge Torres era un compañero problemático. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 507

Amodio: Más que problemático, a tal punto que su salida, junto con la mayoría del MIR, fue saludada con entusiasmo, incluso por el mismo Huidobro. A lo largo de los años, puedo asegurar que nadie ha tenido más discrepancias con Sendic que yo, pese a lo cual participé de los organismos de Dirección o de sus cercanías desde 1965 hasta finales de 1971, en que renuncié al Comando General de Montevideo, ante la imposibilidad de cambiar el rumbo que se venía señalando. Sendic pudo haberlo propuesto para la comisión política del MLN en momentos en que su horizonte era el Frente Grande, en el que pensaba incluir a los partidos tradicionales.

Aldrighi: Su vida privada y social ¿se vieron modificadas por la militancia en el MLN?

Torres: No, porque nunca estuve clandestino. Hacía una vida normal, como cualquier ciudadano. Tenía un ámbito de relación muy rico y muchos de mis amigos y conocidos acabaron ingresando o colaborando con la organización. Además yo era un excelente trabajador manual, gracias a la formación que desde niño recibí de mi padre, un verdadero “siete oficios”.
Recuerdo que cuando el MLN comenzó a fabricar sus granadas, me ofrecí a Manera para fabricar los frictores.(iniciadores de la granada)Me miró con una sonrisa irónica, de descreimiento, porque a sus ojos yo era un intelectual. A la semana, dentro de una caja de espirales, le entregué más de quinientos. La izquierda armada, octubre 2016, pág. 507

Amodio:Nunca llegó a estar clandestino. Tal era su grado de integración y militancia. En cuanto a los “frictores”: ahora sabemos la razón por la cual las granadas nunca estallaban!!!

Aldrighi: En el MLN ¿existían vínculos fuertes de solidaridad y cooperación o se reproducían en su interior los contrastes y competiciones de clase, cultura y poder?

Torres: No había competiciones de esa naturaleza. El MLN era muy solidario. Recuerdo un episodio. Tenía viviendo en casa a dos parejas de clandestinos. Se acercaba la Navidad y mis hijas pensaron que teníamos que ponerles regalos a ellos también en el árbol. No era sólo un gesto formal sino que los sentías cercanos. Se desarrollaban afectos muy fuertes entre los compañeros, que sobrevivieron a todas las circunstancias.

Amodio :Es cierto lo que dice Torres, pero no siempre fue así. Su admirado líder Huidobro se quejó amargamente, en Memorias de insurgencia, de que algunos militantes, entre los que me mencionaba a mí, teníamos más prestigio que él y que el mismo Sendic. Se quejó, pero no buscó las razones del por qué. ¿Sería porque yo había ayudado a desarrollar la columna 15 y ellos no habían conseguido más que aglomerar compañeros sin orden ni concierto?


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