Desde hace tiempo que la crisis social y política en América Central vienen siendo noticia. A los levantamientos que sacudieron recientemente a Nicaragua y Haití se suma el caso de Honduras, en donde las masivas protestas de los últimos meses han puesto contra la pared al gobierno de JOH, Juan Orlando Hernández, del histórico Partido Nacional de Honduras. Las movilizaciones se produjeron como respuesta al ajuste que viene implantando la burguesía, profundizando la crisis política y abriendo la posibilidad de la intervención independiente de la clase obrera. Veamos.
Frente al endeudamiento creciente, el déficit comercial y el desequilibrio de las cuentas la Administración Central, el gobierno hondureño viene implementando un severo ajuste con el objetivo de restablecer el equilibrio fiscal. Poco a poco, ha logrado disminuir el déficit como resultado del aumento de los ingresos tributarios, de la venta de los bienes del Estado y del recorte de los gastos público. El incremento del Impuesto sobre Ventas, de la gasolina, de la tarifa eléctrica y del peaje fue acompañado de una reducción en el presupuesto de salud y educación. Todas estas medidas descargan el ajuste sobre la clase obrera, empeorando cada vez más sus condiciones de vida.
En este marco, en abril, el gobierno ha intentado alterar el Sistema Nacional de Salud y Educación con el objetivo de facilitar los despidos masivos y el avance del sector privado en estas áreas. Como respuesta a ello, médicos, enfermeros y docentes han protagonizado importantes luchas, convocando huelgas, haciendo numerosas manifestaciones y cortando las principales vías de transporte. Pese a la represión desatada por parte del gobierno, con un importante saldo de detenidos, heridos y muertos, los trabajadores no han dado tregua.
A las luchas originales se sumaron estudiantes y transportistas, así como todo un movimiento que viene desarrollándose en rechazo a la corrupción que atraviesa al personal político de turno. Pronto, los reclamos iniciales en favor de la salud y la educación pública han dado lugar al pedido de salida del actual gobierno (“Fuera J.O.H”, en referencia a las iniciales del presidente). En este escenario, Juan Orlando Hernández derogó los decretos de las reformas e inició una mesa de diálogo para encontrar una salida a la crisis. No obstante, el principal espacio de articulación de las luchas, la Plataforma para la Defensa de la Educación y Salud, que nuclea a diferentes gremios del sector, se ha negado a formar parte de este diálogo, puesto que para ello exigen una serie de condiciones elementales que el gobierno no está dispuesto a cumplir, como el cese de la represión, la participación de un mediador internacional y la investigación de los responsables de las muertes y lesiones contra quienes participaron de las luchas. Como consecuencia de ello, las movilizaciones se extendieron y el conflicto se agravó. En varias ciudades del país se produjeron protestas, cortes, saqueos e incendios. En este marco, luego de que un sector de la policía se declarara en brazos caídos y se sume a las manifestaciones, el gobierno terminó recurriendo al ejército para contener las protestas.
Ahora bien, estos episodios están lejos de ser hechos aislados. Honduras atraviesa una profunda crisis política desde hace años. Un síntoma de ello ha sido la poca participación que se ha registrado en las últimas elecciones, que desde hace 15 años prácticamente no logran convocar a más del 60% del electorado. Como si ello fuera poco, el proceso electoral que consagró como presidente a Hernández se produjo luego de que se anulara el artículo pétreo de Carta Magna hondureña que prohíbe la reelección presidencial. A la polarización y las sospechas de fraude, le siguió la sangrienta represión a quienes se movilizaron en contra de los resultados publicados. Las protestas habían sido principalmente convocadas por la Alianza de Oposición contra la Dictadura, una coalición política formada por el Partido Libertad y Refundación (Libre), del expresidente Manuel Zelaya, y el Partido Innovación y Unidad (PINU), encabezado por Salvador Nasralla, quien entonces había sido derrotado en la contienda electoral. En el marco del toque de queda establecido por el gobierno, los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad dejaron al menos 30 muertos, como también cientos de heridos y detenidos.
Por su parte, otro importante aspecto que evidencia la crisis política han sido las movilizaciones que se vienen desarrollando en contra de los casos de corrupción que envuelven al gobierno. La cúpula del Partido Nacional de Honduras e importantes empresarios locales se vieron involucrados en el uso ilegal de fondos provenientes del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). El comité de campaña del partido de gobierno fue acusado de recibir recursos provenientes de empresas fantasmas mediante las cuales se sustraían los fondos del IHSS. Además, el exdiputado y hermano del actual presidente fue recientemente detenido tras ser acusado de estar involucrado en el tráfico de cocaína a Estados Unidos. Pues bien, como reacción a estas revelaciones, cada vez se hicieron más masivas las denominadas “Marchas de las Antorchas”, un movimiento poco organizado que es convocado por la Oposición Indignada, un agrupamiento que rechaza la política partidaria y asume como su principal reivindicación el fin de la corrupción y la impunidad. Pese a las limitaciones políticas que de ello se derivan, así como del hecho de que sus consignas sean predominantemente republicanas (y, por lo tanto, burguesas), es preciso reconocer las Marchas de las Antorchas han tenido una convocatoria nada desdeñable. Surgido en el año 2015, este movimiento no ha perdido su continuidad. Y frente a las recientes protestas de médicos, enfermeros, docentes y estudiantes, han confluido en las luchas con su principal espacio de articulación, la Plataforma para la Defensa de la Educación y Salud.
No es casual que los partidos de la oposición intenten sacar provecho de este descontento con el gobierno, especialmente la Alianza de Oposición contra la Dictadura y su principal líder, el expresidente Manuel Zelaya. Hasta ahora, los referentes de la Oposición Indignada y de la Plataforma para la Defensa de la Educación y la Salud han venido delimitándose de esta fuerza, como quedó en las recientes declaraciones de Suyapa Figueroa, presidenta del Colegio Médico de Honduras. No obstante, en la medida que la principal consigna política este movimiento y de las centrales sindicales solo sea la salida del actual gobierno, es posible que el espacio de Manuel Zelaya logré capitalizar el descontento en su favor para llegar al poder
El actual presidente está perdiendo el apoyo de la burguesía, que a través de sus principales entidades empresariales ha manifestado preocupación por la necesidad de que se restablezca el orden y se garanticen sus negocios. Por lo tanto, es preciso demarcarse del expresidente y de su programa burgués para construir una alternativa revolucionaria de la clase obrera. La izquierda y el Partido Socialista de los Trabajadores no deben promover alianzas para echar simplemente al actual gobierno, puesto que ello conducirá a la recomposición de las alternativas burguesas. Es necesario plantear una salida socialista, con un programa claro. Para construir esa fuerza es imprescindible delimitarse de todo el personal político que ha venido gobernando Honduras -lo cual incluye al expresidente- y convocar un verdadero congreso que nuclee los diferentes sectores en lucha. De no ser así, tarde o temprano, Manuel Zelaya, Salvador Nasralla o cualquier otro arribista podrá aprovechar este genuino movimiento de lucha y oposición para erguir una nueva farsa y condenar a la clase obrera hondureña a una historia que ya conoce, la de la pobreza, la violencia y la descomposición.
Que se vayan todos
Por un Congreso de trabajadores en lucha en Honduras
Por una salida socialista a la crisis
Razón y Revolución 25/6/19
El SOCA 26 Junio 2019/ Por Horacio Villegas
Los últimos acontecimientos políticos en Honduras, han hecho resurgir a uno de los espacios que albergan a los actores combativos que asumieron la lucha por la democratización durante la crisis post-electoral en el 2017: los barrios populares; las grandes filas de jóvenes que viven de cerca las arremetidas de la pobreza y la represión estatal, condujeron las acciones de protestas que rebasaron los sonados “comandos insurreccionales”.
Los barrios populares han acogido a diferentes estratos de la sociedad hondureña, entre ellos maestros, estudiantes, trabajadores estatales, trabajadores informales y una gran cantidad de jóvenes sin ocupaciones que viven sin oportunidades, y que además son adiestrados por pandillas y el crimen organizado. Algunos de estos barrios y colonias fueron en su momento inicial, “recuperaciones” de grandes propiedades de terratenientes, por parte de familias completas que migraron del interior del país con dirección a la capital.
Las ciudades fueron creciendo al mismo ritmo de la incipiente modernización del Estado, y ya para los años 70’s del siglo XX, los militares atrincherados en los gobiernos, acometieron reformas que dieron vida a varios proyectos de barrios y colonias populares, hoy numerosas como el Hato de Enmedio, la 21 de octubre, el Sitio, entre otros.
Las mismas condiciones políticas que agobiaban antes del nacimiento de los barrios y colonias populares, operan hoy en las situaciones políticas que se presentan: un clima de injusticias provenientes de los gobiernos que acentúan sus políticas en contra de las grandes mayorías que exigen tierras y viviendas, y, por consiguiente, mejores servicios públicos que garanticen el bienestar social.
Si bien es cierto que en los barrios se encuentran quizá la mayoría de activistas de los partidos tradicionales, es allí también, donde se sienten más las arremetidas neoliberales promovidas por los gobiernos de turno. La marginalidad en su faceta más extrema, se ubica precisamente allí, en las viviendas de cartón que apenas poseen un techo y abundan en niños desnutridos y enfermedades causadas por la misma pobreza. ¿Provendrán de aquí los auténticos reclamos populares contra gobiernos nefastos como el que actualmente tenemos? ¡Desde luego!
Las actuales situaciones en marcha, como ser las tomas de carreteras llevadas a cabo por los conductores de camiones de carga pesada, y la pequeña escaramuza a lo interno de las Fuerzas Especiales Cobras, han vuelto a reactivar la lucha en cada barrio y colonia tanto de la capital como de otros departamentos del país. La dinámica de las tomas de calles y puntos estratégicos llevó a situaciones pre revolucionarias durante el golpe de Estado de 2009, y a condiciones insurreccionales ?solamente detenidas por la falta de claridad y determinaciones de la Oposición encabezada por Salvador Nasralla y Manuel Zelaya? en el fraude electoral de 2017.
El Hato de Enmedio, la Kennedy, la San Miguel, la 21 de octubre, Villa Nueva y Villa Vieja, etcétera, todas colonias estratégicas en el flujo de automóviles que circulan la capital y las salidas al interior, se vieron prendidas en llantas y obstáculos de cualquier tipo, hace algunos días mientras se gestaba de nuevo la insurrección popular.
Es momento de organizar los barrios y colonias populares, pues en su interior se encuentran los próximos revolucionarios que no tienen nada que perder ante una dictadura que ha incrementado la pobreza, y que además promueve la desigualdad y el servilismo a los Estados Unidos de Norteamérica.
La dinámica del gobierno ante las jornadas de protestas y el accionar de la Plataforma
Al estallar la lucha de médicos y maestros, y al derogarse, consecuentemente, los dos decretos ejecutivos PCM, el gobierno lanzó luego la propuesta de diálogo para sentarse con estos sectores en varias mesas de negociación, que pretendían darle fin a la justa huelga de los gremios en lucha. Los nacionalistas han desplegado paralelamente a las movilizaciones de la Plataforma, a su base social, los fines de semana bajo el lema “queremos paz”, que no es más que una estrategia que pretende hacer medición de fuerza. La mesa de diálogo se instaló el jueves 13 de junio del presente año, en donde la gran mayoría de funcionarios del gobierno aglomeraba los asientos de semejante embuste o monólogo.
“El presidente de Honduras Juan Orlando Hernández fue el encargado de liderar este jueves la instalación de la mesa de diálogo convocada para tratar la problemática que viven los sectores de Salud y Educación a nivel nacional, y que ha mantenido en las calles a maestros, estudiantes y médicos en las últimas cinco semanas… fueron invitados los dirigentes magisteriales, el gremio médico, sociedad civil, empresa privada, líderes diplomáticos y delegados del G16, así como Igor Garafulic, representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)…” (El Heraldo, 13 de junio de 2019).
La Plataforma de defensa de la salud y la educación propuso, ante la común falsedad que el gobierno manifiesta en los medios de comunicación, un diálogo alternativo, que tuvo como principal tarea, afianzar la comunicación con demás sectores que tienen gran interés en la resolución de los problemas que aquejan el sector salud y educación.
“Sobre el primer ejercicio del diálogo alternativo, Figueroa dijo que el resultado será establecer un diagnóstico situacional de ambos sistemas. Esto permitirá revelar la real situación y profundizar en las transformaciones institucionales que se requieran en el corto, mediano y largo plazo.” (El Tiempo Digital, 10 de junio de 2019).
Hasta el momento, las movilizaciones aun forman parte de las convocatorias de la Plataforma. En varias discusiones que surgieron en el momento de la lucha gremialista y en el curso de las protestas barriales, se ha colocado sobre la mesa la política de ensanchar el espacio que la Plataforma ha manejado hasta el momento con cautela. Las preguntas que rondan entre los que seguimos esta lucha de profesionales de la medicina y la educación de cerca, es: ¿hasta dónde llegará la lucha estrictamente gremialista?, ¿será el momento de preparar un programa de transición que reclame la salida del gobierno y ponga sobre el centro de la discusión la convocatoria a elecciones? Las propuestas tienen que surgir de los sectores que han asumido la lucha permanente en contra de la dictadura, y que además creen en la conformación de una Plataforma que albergue a los movimientos sociales, a los estudiantes organizados, a colectivos de mujeres, a organizaciones civiles distantes del gobierno y partidos de izquierda.
Por Andrea Lobo
27 junio 2019 - WSWS
Aproximadamente 40 soldados invadieron el campus de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) disparando municiones reales y gases lacrimógenos contra una multitud de cientos de estudiantes manifestándose, dejando a 20 heridos. Los cinco impactados por balas están en condición “estable”, según autoridades hospitalarias.
La operación sigue al asesinato a tiros de cuatro manifestantes y docenas más de heridos de bala. Los videos muestran a escuadrones armados secuestrando a manifestantes y el hallazgo del cuerpo de un joven doctor después de haber participado en protestas más temprano este mes.
Docenas más, incluyendo estudiantes universitarios, han sido asesinados por la policía y el ejército hondureños en las protestas masivas después del golpe de Estado militar respaldado por EUA el 28 de junio de 2009, el cual derrocó al presidente electo Manuel Zelaya. La policía antimotines había invadido previamente la UNAH, cuyos estudiantes han estado continuamente al frente de estas manifestaciones, en 2009 y el año pasado.
Sin embargo, la represión militar más reciente no tiene precedentes en las últimas décadas y rememora los métodos utilizados contra los estudiantes y trabajadores radicalizados durante los años ochenta. A pesar de no atravesar el tipo de guerra civil de plena escala en los países vecinos centroamericanos, Honduras vio durante este periodo la “desaparición” de 184 activistas y el asesinato de docenas a manos de escuadrones de la muerte entrenados por EUA.
El lunes por la tarde, los estudiantes en la Ciudad Universitaria de la UNAH de la capital del país, Tegucigalpa, reportaron en redes sociales que más de 300 oficiales armados de la Policía Nacional y la Policía Militar del Orden Público (PMOP) habían asediado el campus, disparando gases lacrimógenos y bloqueándoles la salida.
“Los estudiantes reaccionaron tirando piedras a los agentes y, en respuesta, los efectivos de la PMOP entraron por la calle peatonal de acceso al campus persiguiendo a los estudiantes y disparando con sus fusiles”, reportó la AFP.
Lo que siguió fue una escena caótica, con videos mostrando a los estudiantes atrapados, quienes sumaban más que 2.000, intentando escapar, cargando a los heridos con ellos.
La declaración emitida por las fuerzas armadas, mientras que hace declaraciones infundadas y generalizadas sobre cocteles Molotov lanzados y un rehén detenido por los estudiantes, reconoce que sus disparos dieron en las piernas de los estudiantes que huían de ellos.
Los estudiantes han realizado ocupaciones intermitentes de los campus por todo el país como parte de las manifestaciones encabezadas por docentes y doctores en huelga que comenzaron nacionalmente el 26 de abril. Mientras llaman por la caída del régimen encabezado por el presidente Juan Orlando Hernández (JOH), las manifestaciones más recientes se desencadenaron por dos proyectos de ley que facilitarían aún más el desfinanciamiento, los despidos masivos y las privatizaciones en la educación y salud públicas.
Estas y otras medidas de austeridad fueron dictadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como parte de negociaciones sobre créditos en abril cuyo objetivo era financiar miles de millones de dólares en intereses para los oligarcas financieros locales e internacionales, así como las exenciones fiscales para las 24 Zonas de Procesamiento para Exportaciones en el país y para multinacionales exportadoras como Dole.
Un programa “estructural” del FMI tras otro, además del saqueo abierto de millones de dólares del Instituto Hondureño de Seguridad Social por parte de la dirección del Partido Nacional, ha resultado en miles de muertes innecesarias y una caída masiva en los niveles de vida. Más allá, la suma del desempleo y subempleo aumentó de 35,6 por ciento en 2008 a 63 por ciento hoy.
A pesar de las políticas implementadas por los Gobiernos de Estados Unidos y México de vigilancia fronteriza militarizada, deportaciones masivas y campos de concentración que buscan deliberadamente hacer sufrir a los migrantes, los primeros ocho meses de este año fiscal vieron aproximadamente 210.000 migrantes hondureños detenidos por las autoridades estadounidenses y mexicanas. Esto representa aproximadamente un 2,3 por ciento de la población que busca escapar la pobreza rampante, la represión asesina estatal y las tasas de homicidios más altas del mundo, las cuales superan los 300 por 100.000 en los departamentos al norte (comparado con 5 en Estados Unidos).
Mientras tanto, la élite gobernante local, compuesta por un puñado de financistas y terratenientes millonarios e incluso milmillonarios que se han asociado principalmente con capital estadounidense y europeo, permanecen en mansiones cerradas en Honduras con sus inversiones y propiedades protegidas por las fuerzas estatales entrenadas y armadas por sus patrones estadounidenses.
La escalada rápida de las privatizaciones, austeridad social, concesiones de tierras y recursos naturales y ataques contra los trabajos y salarios que siguieron el golpe de 2009 estuvo emparejada con la intensificación de la represión estatal capitalista. Decretos promulgados en noviembre de 2011 y marzo de 2012 siguieron el despliegue militar en el país. En agosto de 2012, la fuerza especial militar “Tigres” fue aprobada, seguida un año después por la creación de la PMOP, ambas entrenadas por el ejército estadounidense.
Estas fuerzas se han expandido a 15.000 soldados y sirven como una fuerza represiva fiable. Fue la PMOP la desplegada por todo el país cuando la policía antidisturbios hizo huelga la semana pasada.
La clase gobernante estadounidense y su élite clientelar en la región ven las manifestaciones en Honduras, junto con las protestas masivas el año pasado en Nicaragua contra los recortes de pensiones del FMI y las olas huelguísticas de este año en México, como preludios de una explosión social masiva que no solo amenaza los regímenes actuales en América Central, sino la regla capitalista y el imperialismo en sí provocando y confluyendo con luchas revolucionarias en todo el hemisferio.
La firma de inteligencia privada Stratfor escribió más temprano este mes: “Las protestas podrían seguir hasta el 28 de junio, el décimo aniversario del golpe hondureño de 2009. Podrían ganar ímpetu y convertirse en una insurrección prolongada contra el presidente. La situación de seguridad en Honduras se deteriorará rápidamente si la ola de protestas continúa ganando ímpetu y podría enviar a más migrantes al norte en cuestión de meses”.
El sábado, el titular del Comando Sur de EUA, el almirante Craig S. Fuller, arribó en la base estadounidense Soto Cano en Honduras para inaugurar un despliegue de “intervención rápida” de marines estadounidenses en el país. El siguiente día, emitió una declaración prácticamente llamando al ejército venezolano a derrocar al Gobierno de Maduro para “ser bienvenido de vuelta a nuestra hermandad de armas profesional del hemisferio… [y] a la familia de democracias en el hemisferio”.
La respuesta cada vez más brutal al estallido de luchas contra la austeridad y la dictadura en Honduras, así como a los abusos contra los migrantes, es una advertencia para los trabajadores en la propia Honduras, el continente americano y más allá. El imperialismo estadounidense está preparado para emplear los métodos militaristas más despiadados en la defensa de sus intereses económicos y geopolíticos, especialmente según se moviliza para contrarrestar el declive de su peso económico globalmente a través de su “hermandad de armas” para apuntalar su hegemonía política.
La decisión de archivar los proyectos de ley en Honduras y escalar la represión —sin hablar de la marcha de clase media-alta organizada el fin de semana pasado por el oficialismo llamando a la “paz social”— no han disuadido a los manifestantes.
Sin embargo, la dirección actual de las protestas, incluyendo el Movimiento Estudiantil Universitario (MEU) y las organizaciones sindicales que formaron la Plataforma en Defensa de la Salud y Educación, están guiando a los trabajadores y jóvenes hacia el mismo callejón sin salida histórico de todos los movimientos pequeñoburgueses y burgueses nacionalistas de “izquierda”: un compromiso podrido con el imperialismo y sus títeres.
Un trabajador comentó correctamente un anuncio en redes sociales sobre las “condiciones para negociaciones” presentadas por la líder del Colegio Médico que ha sido promovida como vocera de las protestas: “USTED, Sra. Suyapa Figueroa y los que la acompañan en la PLATAFORMA se encargaron de desmovilizar el pueblo hondureño cuando se estaba en el punto clave para sacar del poder a la dictadura… no se le da tregua como lo hicieron ustedes aceptando querer ir a un diálogo que el único fin era desmovilizar el pueblo y legitimarse”.
No hay nada que negociar con el régimen de JOH ni ningún otro Gobierno burgués en América Latina, todos los cuales son dependientes del capital financiero extranjero y están comprometidos con perpetrar el empobrecimiento de la clase obrera. La única alternativa posible para los trabajadores es organizarse independientemente de los nacionalistas y procapitalistas sindicatos y toda organización que busca subordinarlos a uno u otro sector de la burguesía, como parte de un movimiento político internacionalista con los trabajadores en toda América contra el imperialismo y por el socialismo.