Con relativa frecuencia encuentro gente que piensa que, según la teoría de Marx, la renta diferencial de la tierra desaparecería si se aboliese la propiedad privada de la tierra.
Rolando Astarita julio 11, 2019
Es una idea equivocada. Para ver por qué, recordemos la explicación de Marx de la renta diferencial, a través de un ejemplo sencillo (inspirado en El Capital).
Supongamos que existen solo dos tipos de tierra, la A, de peor calidad, y la B, de calidad superior. En A, con una inversión de $20, se produce 1 unidad de cereal. Supongamos que la tasa de ganancia es el 25%. Por lo tanto, el precio de producción de la unidad de cereal es $25. Dado que para cubrir la demanda es necesaria la producción en las tierras A, el precio de la unidad de cereal se establece en $25.
En la tierra B, en cambio, con la misma inversión de capital, se producen 2 unidades de cereal. Dado que el precio del cereal es $25 (establecido por la peor tierra), el productor capitalista recibe $50 por las 2 unidades de cereal. De esa suma, $5 le corresponden en tanto ganancia determinada por la tasa media de ganancia; y $25 constituyen una plusganancia – la renta – que pertenece al propietario de la tierra. Si el productor capitalista es dueño de la tierra, van a su bolsillo. Si el capitalista alquila la tierra, van al terrateniente.
La idea básica entonces es que el trabajo que se aplica a la tierra de mejor calidad produce más valor que el trabajo que se aplica a la tierra de menor calidad. Esto se debe a que la mayor productividad del trabajo aplicado B permite reducir el precio de costo, y por lo tanto el precio de producción individual del cereal producido en esa tierra, con respecto al precio de producción establecido por el trabajo aplicado en A, que regula los precios del mercado (véase El Capital, t. 3, pp. 826-7, edición Siglo XXI).
De manera que la renta se genera porque las tierras son de diferente fertilidad. El hecho de que haya, o no, propiedad privada de la tierra, no afectan su existencia. Por eso, “la plusganancia también existiría si no existiese propiedad inmueble alguna… la propiedad de la tierra no crea la parte del valor que se transforma en plusganancia, sino solo capacita al terrateniente… para lograr que esta plusganancia abandone los bolsillos del fabricante y vaya a parar a los suyos” (ibid., p. 832). También: “la mera propiedad jurídica del suelo no crea un renta para el propietario” (ibid., p. 962).
En consecuencia, si se suprimiera la propiedad terrateniente – por ejemplo, por la nacionalización de la tierra – los precios de los productos agrícolas permanecerían inalterados (manteniéndose constantes las demás circunstancias) y la renta iría a parar a manos del Estado (véase ibid., p. 849).
Una cuestión que también señaló Lenin cuando discutió el programa agrario de la socialdemocracia rusa. “La nacionalización [de la tierra] es la transferencia de la renta al Estado” (p. 186, t. X Obras Completas, Cartago). En tanto los productos agrarios se vendan al precio de producción, que está determinado por la peor tierra, no habrá manera de hacer desaparecer la renta diferencial. Lo cual pone en evidencia, además, que la nacionalización (o estatización) de la tierra no es una medida en sí y por sí socialista, como muchas veces se piensa.
En definitiva, la única forma de suprimir la renta diferencial es terminando con la producción capitalista. En ese caso, la sociedad abonaría por los productos del suelo el equivalente al tiempo de trabajo real que se encierra en ellos (véase p. 849, t. 3, El Capital), y no habría posibilidad de renta diferencial.