30.JUL.19 | Posta Porteña 2038

Memorias de la Insurgencia/ comenta Amodio (3)

Por AMODIO

 

Memorias de insurgencia: historias de vida y militancia en el MLN-Tupamaros 1965-1975

Autores: Clara Aldrighi, Mauricio Rosencof Editor : Ediciones de la Banda Oriental, 2009

En “Memorias de la insurgencia”, Clara Aldrighi aporta  según ella lo expresa, nuevos elementos de juicio al análisis y la interpretación de la génesis y el desarrollo de la actividad de la guerrilla en Uruguay, que se desenvuelve , entre la reivindicación de la actividad revolucionaria, la supuesta autocrítica y la reflexión constructiva; y en donde Mauricio Rosencof, coautor,  aparece como protagonista de hechos que no son tales. Esta es la interpretación de Héctor Amodio Pérez que hace cometarios  sustancioso de dicho libro Junio de 2019 (ultima parte)

Eleuterio Fernández Huidobro (EFH)

 

Aldrighi:¿Cuáles eran los motivos de prestigio para un militante, las cualidades más apreciadas por sus compañeros?

EFH: La acción militar, la capacidad bélica. Nada más. El compañero que más acciones hacía, más prestigio tenía. La capacidad para dirigir se medía por eso. En cada momento histórico las capacidades requeridas son diferentes, hoy sos muy válido si sabés hablar. En aquel entonces, por más que hablaras eras un charlabarata. Pero si habías hecho cuatro acciones, te endiosaban. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 77.

Amodio: La acción militar solamente no, don Eleuterio.También era muy importante que los locales nos duraran años, que la seguridad fuera un factor fundamental, que nuestro mimetismo ciudadano nos permitiera superar razias callejeras, que repusiéramos las bajas y la columna 15 hubiese alcanzado lo que se consideraba lo máximo: convertir a cada columna en un MLN en reducido. A contrario sensu, podemos creer que Fernández Huidobro no procesaba acciones para no ser endiosado. Aparentemente prefirió ser considerado un charlabarata. No lo digo yo, surge de sus propias palabras.

Aldrighi:¿También ustedes, fundadores del MLN, compartían esa valoración?

EFH: Yo no. ¿Por qué ustedes? ¿De qué ustedes estás hablando? ¡Si me mandaron a la base por eso, porque era muy teórico! Es con la cuarta dirección, la que sube después de Almería, cuando comienzan a tener un gran prestigio los compañeros con capacidad militar. Y no sólo en la dirección. A ti te parece que todo es cuestión de los dirigentes, cuando es la organización en su conjunto la que tiene esa deformación. ¿Cómo no te das cuenta? Obviamente también su dirección. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 77.

Amodio: Sigue mintiendo. Nuevamente insiste en que fue enviado a la base por ser un teórico. Desde los primeros momentos, ya desde el Coordinador, se valoró sobre todas las cosas la capacidad de hacer, para llevar adelante las conclusiones teóricas, del nivel que fueran, a las que llegábamos entre todos. Y eso es así porque considerábamos que la lucha armada, y por lo tanto el accionar militar, era lo más importante. Si en vez de enojarse, recapacitara sobre sus hechos y dichos, recordaría que fue precisamente él uno de los principales impulsores de la integración a Tupamaros de los argentinos provenientes de Tacuara, pese a sus antecedentes políticos más que dudosos, basándose precisamente en su experiencia en “lo militar”   Lo mismo cabe decir acerca de las charlas que nos propinó Abraham Guillén, con todos sus cuadernillos acerca de la fabricación de explosivos y uso de la dinamita. Entonces, decir que la capacidad militar era una deformación, es caer en el más grande del absurdo y demuestra una capacidad de cinismo muy difícil de igualar.

EFH: Esto es como dice [Erich] Fromm: Hitler era imposible sin el autoritarismo de la base, de miles de alemanes. Hitler llega al poder porque hay millones de autoritarios de base que se sienten interpretados por él.  En un período de la historia de la organización donde lo militar es muy prestigioso, el individuo más prestigioso será el más eficaz para la acción militar. Sus propios compañeros lo designarán para el comando o subcomando de las columnas. Independientemente de lo que filosofé, porque además, no se hacían reuniones filosóficas...Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 77.

Amodio: Efectivamente, eso es y ha sido así y amaga con aceptarlo. En otros momentos reconoce mis aportes al sector militar y aparentemente los acepta, ya que él fue uno de los que me llevaron al Ejecutivo en 1968, para llevar adelante el plan de descentralización aprobado apenas unos días antes. Claro que no hacíamos reuniones filosóficas, pero él y yo, como dirección del MLN, discutimos horas y horas, para disgusto de Sendic, acerca de nuestra actividad como MLN en lo que llamábamos el frente de masas, que creíamos todos, debía expresarse fundamentalmente a través del sector militar. Como ejemplo, el secuestro de Pelegrini Giampietro cuando la huelga bancaria

Aldrighi: Por lo tanto, estuvieran o no ustedes en la dirección, el MLN había emprendido un camino militarista de difícil retorno.

EFH: Claro, es lo que te estoy tratando de explicar, porque eso es lo grave. Otra interpretación sería pintoresquismo y anécdota: “Ah, si nosotros hubiéramos puesto a fulano aquí, entonces...” No, el problema es más de fondo, el hueso hay que rasparlo más, de lo contrario te quedás en lo superficial. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 77.

Amodio: La historiadora y “extupamara” Aldrighi hace como que “olvidó” que su integración a la columna 70 lo hizo porque creyó que ingresaba al MLN, una organización militarista porque daba prioridad a las acciones militares. Pero tras la debacle se ha pretendido hacer creer que se procesaban acciones sin fundamento político. Y eso es así porque se ha intentado culpar de la derrota a la columna 15 y a quienes ayudamos a crearla y a dirigirla.  Ahora bien, nadie ha señalado una sola acción en que la columna 15 se haya desviado de la línea política del MLN, en cualquiera de los momentos y cualquiera fuera la integración del Ejecutivo. Que se señale solo una, si son capaces.

Como muestra del cinismo de Fernández Huidobro transcribo sus palabras en un acto público del que lamentablemente he perdido la fecha, y que fue recogido por el semanario Brecha. El enlace que aparece ya no lleva al texto publicado, porque la página ha sido borrada.

14 de abril de 1972. Una fecha de plomo

Eleuterio Fernández Huidobro: Quiero resaltar a esta Columna 15 para que se sepa. Estos compañeros llevaron adelante acciones, no contra pequeños soldados, contra los responsables de los departamentos de inteligencia que torturaban y formaban torturadores. La 15 batió a Lucas, a Morán Charquero, a Machi, a Delega y al más importante de todos los formadores, torturador del imperio: a Mitrione. Eso hizo la 15 y pagó la 15 con la mayoría de los muertos, los más hermosos muertos que no quiero olvidarme de ninguno, pero hoy es 14 de abril, Hugo Candán Grajales, Joaquín Schroeder, Katrás Blanco, un compañero, el hijo de la maestra, un niño de 15 años, que la maestrita, hermosa maestra que algún día quisiera poder hablar contigo, Vivián Perogomari trabajaba en la escuelita que estaba en Solferino, la paralela a Av. Italia, y cuando vuelve se encuentra con su hijo de 15 años masacrado. ¿Y este es el honor de esta gente?, ese cuerpo de inteligencia capaz no sólo de ametrallar a gente desarmada porque Joaquín Schroeder había dejado su arma porque iba limpio a ese lugar, nadie estaba armado, acribillaron toda la casa, y todavía no se conformaron, tomaron los cuerpos por los pies y les reventaron las cabezas contra la pared, que quedó una masa sanguinolenta que, un familiar veló a Marcos en vez de a Joaquín y así­ viceversa, pero no hicieron mal porque, ellos eran hijos del pueblo (...).

Creo que nadie podrá culparme de exagerar si digo que EFH, era un cínico

EFH: No te podés explicar de otra manera cómo pudo llegar Amodio donde llegó. Todos lo llevamos para arriba. Todos. Las compañeras recortaban su foto, hacían un corazoncito y lo ponían enel medio, eso salió hasta en los diarios. En lugar de la foto de Sendic estaba la de Amodio, porque hacía más acciones. Era el modelo paradigmático de compañero, el que tenía más prestigio. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, págs. 77-78.

Amodio:Voy a explicar lo del corazoncito por enésima vez. Las compañeras que hicieron el collage al que el Ñato alude tan dolorido, fue hallado por la policía en el local de la calle Yaro, en el que un grupo de las compañeras de la primera fuga de Cabildo estuvieron alojadas. Las compañeras me habían visto en la iglesia mientras planificábamos la fuga. El corazoncito, la foto y todo lo demás intentó ser una broma de agradecimiento y nadie le dio mayor importancia. Después dicen que yo no tenía sentido del humor… preguntarle a Emilia Carlevaro, por si quedan dudas, ya que ella fue una de las autoras.

EFH: El accionismo, el hacer acciones por hacerlas, incluso sin sentido político. Por ejemplo, yo me opuse a la toma de Soca [enero de 1972]. Peleé todo lo que pude y quedé en minoría. “Compañeros, no tiene ningún sentido político esta operación”, les decía. Me derrotaron, perdí 60 a uno. Sendic en ese momento estaba en otra cosa.  Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 78.

Amodio: Los que estábamos contra esas acciones éramos otros, a tal punto que renuncié al Comando General. Miente cuando dice que se opuso a las acciones de finales de 1971 y principios de 1972, entre las que estaba incluida la comisaría de Soca. Precisamente lo dice él, que fue el que le dió sustento político al plan del 72, que contemplaba una elevación del nivel de los enfrentamientos. Dice que se opuso cuando fue el gestor de esas acciones. Y Sendic estaba en otra cosa, dice quejoso. Lo que no dice es en qué estaba: organizando el Segundo Frente, planificando las acciones en el interior, que eran el complemento a ejecutar por las columnas del Interior.

EFH: ¿Por qué razón creés que quedó desplazado? ¿Por qué se les ocurrió a cuatro loquitos desbancar a Sendic? La mayoría de los integrantes del MLN no tuvo conocimiento de que los dirigentes históricos, después de la fuga, habían sido relegados a grupos de base. Es lógico, no se podía informar a todos, no se sabía ni siquiera quiénes integraban la dirección. En teoría no debía saberse. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 78.

Amodio:Ya dije que no fueron relegados, sino que el encuadre se dio a petición propia. Reconoce además que la compartimentación impedía que su situación fuera conocida. Y a renglón seguido nos revela la verdad. Veamos:

EFH: Nos fuimos a la base con el Bebe y algunos compañeros, porque no habían sido aprobados los planes que habíamos mandado: el Collar, el Tatú y otros. Nos dijimos: “Vamos a demostrar en la práctica que son viables. Tenemos que ganarnos de nuevo los ‘garbancitos’ de abajo para arriba”. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 78.

Amodio:A confesión de parte, relevo de pruebas, se dice en Derecho. Despechados porque sus planes habían sido rechazados por el conjunto del MLN, deciden que los van a poner en marcha ellos, los estrategas criollos, que habían plagiado experiencias de países que nada tenían que ver con el nuestro. No dice cómo lo iban a hacer, pero para cualquiera queda claro: conspirando a espaldas de los compañeros de Dirección, a los que ellos califican de militaristas. Tratando de llevar adelante una línea diferente a la que la mayoría apoya. En el MLN y en toda organización política, esto se llama divisionismo.  Divisionismo que confiesa luego de haber dicho que fueron relegados a grupos de base por teoricistas y de haber calificado de militaristas a quienes tratamos de impedir tan lúcidos planes.

¿Y no eran militaristas los planes del Collar y el Tatú, concebidos para elevar el nivel de los enfrentamientos –militares, por supuesto- carentes de toda fundamentación, tanto política como práctica?

EFH: Los que quedaron en la dirección eran los que tenían más influencia, contaban con más prestigio y más apoyo... Con el Bebe nos dábamos cuenta que era inútil estar en la dirección, íbamos a tener problemas con toda la organización: dirección, cuadros intermedios y base; con el interior, con Montevideo y también con el aparato de masas.  Respecto a esto último, hay una interpretación simplificadora que cree que las que te estoy describiendo eran deformaciones propias de los compañeros del aparato militar. No es así. Los compañeros que militaban en los sindicatos o el movimiento estudiantil, estaban más radicalizados y eran más militaristas que los del aparato militar. También creo que tenían razón. Cuando matan a Ibero Gutiérrez, y pensás que mañana te pueden matar a vos porque estás totalmente expuesto, pedís a tu organización dureza en la represalia. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 78.

Amodio: Se sigue confesando. Pese a que los dirigentes eran los de mayor prestigio, adquirido en base a los resultados obtenidos, ellos los combatirán, ignorarán sus líneas de trabajo, no cumplirán sus directivas. Crearon otra organización dentro del MLN. ¿Por qué? Porque se creyeron legitimados por su “antigüedad”, dejando de lado lo que Sendic le dijo en la cara a Termo Echenique en el altillo de la casa de José L. Terra y Larrañaga: “las credenciales hay que renovarlas”. Y las credenciales de ellos estaban caducadas, desde hacía tiempo.

Luego se desdice acerca del militarismo. Resulta que las masas estaban más radicalizadas que el mismo sector militar. ¿Sería por eso que reclutó a más de un centenar de estudiantes, a los que integró en la columna 5, les dio armas y locales para que ventilaran sus diferencias sindicales en los locales que eran del MLN?

EFH: Me preguntaste el porqué del 14 de abril: nos llegaba un clamor de los sindicatos y de los comités de base, para que matáramos a los integrantes del escuadrón de la muerte.  Porque la derecha estaba haciendo estragos en los comités, matando compañeros, y nuestras decisiones internas estaban también presionadas por la masa. Por eso no es tan sencilla la explicación. La autocrítica debemos hacerla todos, como sociedad, como organización. Es muy simplificador echarle la culpa a tres compañeros de dirección. Porque hubiera pasado lo mismo con otros. Tampoco es correcto atribuir la responsabilidad a algún infiltrado. La gente estaba muy radicalizada y pedía más acciones militares. Todo lo que se hacía le parecía maravilloso, no lo valoraba políticamente. Esa era la ideología dominante en la época. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, págs. 78-79.

Amodio :Bueno, de alguna forma hay que justificar el 14 de abril. Para Fernández Huidobro fue consecuencia del clamor de las bases populares, eso que se llama “la masa”. Otros sesudos analistas, sin embargo, han aventurado la idea de que las acciones del 14 de abril fueron producto de una trampa tendida al MLN por los militares y algún sector político. Esta teoría se viene abajo por sí sola, a menos que los militares uruguayos y los políticos aliados se hubieran infiltrado en los servicios secretos cubanos y a través de ellos, tender la trampa, circunstancia harto difícil.

Rosencof ha dicho en reiteradas oportunidades que la información acerca de Bardesio la trajo él desde la mismísima Cuba, a través del exagente de la CIA Manuel Hevia, lo que parece más probable. Entonces lo mejor es escabullir el bulto, para evitar decir que el plan Hipólito, concretado a medias el 14 de abril, estaba inscrito en el plan del 72, aprobado por el comité Ejecutivo que tomó las riendas –es un decir- del MLN tras el simposio del 16 de marzo de 1972, integrado por el mismo Fernández Huidobro, Candán Grajales, Mauricio Rosencof y Henry Engler. Era la ideología dominante de la época, dice, muy suelto de cuerpo y de lengua, sin decir que él era uno de los impulsores, junto con Raúl Sendic, tal como reconoce Zabalza en la carta que le envió a Carlos Caillabet en abril de 2005.

EFH: En nuestro caso, cuando empezamos a tener miles de hombres organizados, con el Frente Amplio construido, un movimiento de masas y una central obrera formidable, ya no se trataba de la guerrilla aquella de 50 compañeros, sino de un vasto movimiento popular que podía plantearse incluso ganar la hegemonía en la clase obrera y hasta en el Frente Amplio.

Era necesario pensar con otra mentalidad los problemas militares. La bombita en la comisaría ya no servía ni definía nada. A esa altura eran cosas para un comandante de batallón. La dirección tenía que preocuparse de otros problemas, incluso desde el punto de vista militar. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 79.

Amodio: Nunca tuvimos miles de hombres organizados, a menos que se pretenda hacer creer que la llamada columna 70 era el MLN, estábamos ampliamente resistidos por el Frente Amplio, no teníamos un movimiento de masas detrás y mucho menos una central obrera. Esta afirmación corresponde a la megalomanía que se apoderó de un sector del MLN, que se creyó como verdadera la propaganda proveniente de sectores que nos eran afines.

Todo el esfuerzo realizado por los “jóvenes inexperientes”, entre los que hay que incluir al propio Rosencof, se vino abajo tras El Abuso, por responsabilidad de tres de los “dirigentes históricos”: Julio Marenales, Eleuterio Fernández Huidobro y Raúl Sendic. Estos fueron los que se creyeron con la mentalidad para encarar la actividad militar que ellos preconizaban: elevar el nivel de los enfrentamientos: Se creyeron los comandantes de batallón que menciona Fernández Huidobro. Oculta que no había batallón, armas, pertrechos ni medicinas. Y que por no haber, no había ni comida

Aldrighi: Ante el precipitar de los acontecimientos ¿por qué no se decidió un compás de espera para elaborar una táctica adecuada a la nueva situación política?

EFH: Faltó tiempo, pero también se produjo una desviación “militarista”. Aunque en realidad fue por poco militarismo. Vamos a decir la verdad: aquello no era militarismo, era la pavada lo que estaban haciendo. Eso lo veíamos muy pocos. Cuando se prepara en 1971 el plan de resistencia a un golpe de Estado, con la coordinación entre el aparato militar del Partido Comunista, los tupamaros, los militares legalistas y la dirección del Frente Amplio, en el cual iba a jugar un papel protagónico la clase obrera con su huelga general, se elabora un plan militar. No lo hicimos nosotros, sino militares de carrera, que al MLN le encargaron una serie de tareas. Era un excelente plan, y había que empezar a estudiarlo. Dentro del mismo, por ejemplo, mi grupo de base del Collar tenía que detener el avance de las tropas que vinieran por la ruta Interbalnearia, provenientes de la guarnición militar de Minas, de los Batallones de Infantería 11 y 12. Recibo esa orden. Mi grupo era muy bueno desde el punto de vista militar guerrillero. Tenía capacidad. Elegimos el lugar donde haríamos la emboscada, con la finalidad de retardar la llegada de esas tropas a Montevideo, donde en plena huelga general se estarían tomando los cuarteles insurrectos.

En primer lugar nos preguntamos: ¿cuál es el armamento del grupo? Éramos seis. Una subametralladora, un AR-15 y unas pistolitas de la marina. Teníamos municiones más o menos para un tiroteo de tres minutos. Armas largas, dos. Las demás cortas. Te parabas en la carretera: por ahí van a venir los camiones con 400 milicos y nosotros los vamos a tener que detener... Era evidente que necesitábamos otro armamento. Entonces nos propusimos volar el puente del arroyo Pando. Nos pusimos en contacto con el laboratorio de explosivos. Mandaron un explosivista para calcular las cantidades necesarias para volar ese puente y otros. Eran tantas las toneladas de explosivos que necesitábamos, para hacerle solamente algo a los puentes, que trabajando toda la organización en el laboratorio no hubiera alcanzado. La guerra, en determinado momento, comienza a tener términos industriales. Por ejemplo, ¿cuántos “miguelitos” necesitábamos para por lo menos pinchar los camiones? Un auto lo parás con “miguelitos “, pero un convoy de camiones militares exige que riegues kilómetros de carretera. Precisás a todos los metalúrgicos del Uruguay fabricando “miguelitos “. Es decir, no podés hacer la guerra sin la clase obrera movilizada para eso. Al mismo tiempo había que resolver los problemas que planteaban una insurrección popular, ¿Cómo armás un ejército popular? ¿Qué le contestás a las masas insurreccionadas que resisten el golpe de Estado, cuando 15.000 compañeros te piden armas? ¿De dónde las sacás? ¿Y cómo se manejan? Ya no son los grupitos del MLN.

Eso demostraba palmariamente que en el orden del día de las tareas militares del MLN y de todo uruguayo, estaba planteada esta envergadura de cuestiones militares. Le dabas una respuesta a todo esto o mejor no hacías nada. Había que preparse aceleradamente. Pero la mentalidad dominante era: “Nosotros a los milicos los vamos a liquidar”. Con armas cortas, No es cierto que aquello fuera una deformación militar. Era una chiquilinada que se llamaba militarismo, pero que no le llegaba a la suela de los zapatos de cualquier alférez salido de la Escuela Militar. Asaltar bancos no es militar ni es nada: lo hace también una banda de delincuentes. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, págs. 79-80.

Amodio: Como puede verse, Fernández Huidobro mantiene posiciones contradictorias. Militarismo sí pero también militarismo no. Pero no solo eso: el plan era excelente, dice. El único problema es que era inviable. Y nos dice por qué: no había armas, municiones, hombres ni nada de lo imprescindible.

Oculta que la situación que describe era similar en todo el MLN, que no afectaba solamente a su grupo. Si no se estaba en condiciones de enfrentar a las FF.AA., la decisión de instalar el segundo frente aparece con toda claridad como realmente fue, una aventura disparatada. En octubre y noviembre de 1971, estando integrado en el Comando General de Montevideo, consideré, por las mismas razones que expone Fernández Huidobro, que el plan “de contragolpe” era un verdadero disparate. Fueron las mismas razones que me llevaron a oponerme a las acciones del Collar y a las del Segundo Frente. Era lo mismo que opinaba el Ejecutivo de entonces: Rosencof, Wassen, Engler y Marrero, los tres últimos “jóvenes militaristas sin experiencia”.

Sin embargo, el Ejecutivo prefirió no dar la batalla interna, temeroso de provocar una crisis interna que culminara en la división del MLN y transó y se hicieron las acciones contra las comisarías, incluida la de Soca y se puso en marcha el Segundo Frente, sin armas, sin municiones, sin hombres, sin medicinas y cuyo abastecimiento no estaba asegurado. Y se siguió adelante. Y llegó abril, y después mayo y llegó con él el comandante Sendic, que en vez de mandar parar, como cantaba Carlos Puebla, ordenó seguir.

Lo que es una verdadera pena es que ya que tenía tan claro que el MLN no podía llevar adelante los planes que él mismo había elaborado, no haya hecho nada para rectificar

Aldrighi:¿La traición de Amodio y Alicia Rey fue advertida por los presos en el momento de las negociaciones con los militares?

EFH: Participé en las negociaciones del Batallón Florida y allí estaban Amodio y su mujer. Los dos ya colaboraban activamente y los compañeros no lo sabían. Nadie se daba cuenta: era imposible, porque se estaba aislado. ¿Qué sabes tú lo que está haciendo el de la celda contigua? Además, con el prestigio que él tenía... Fue lenta la comprensión por parte de los compañeros, y los militares lo ocultaban muy bien. Si les daba una información, hacían aparecer como que la habías contado tú. No son bobos, si tienen un gran colaborador lo cuidan. Simulaban pegarle y tratarlo mal, traerlo de la tortura. Lo llevaban después al calabozo colectivo del Florida, y aparentando estar muy dolorido le hacía preguntas a los compañeros. Ellos respondían, y al rato los estaban interrogando sobre eso. En determinado momento Arturo Dubra se puso a buscar micrófonos, con el mismo Amodio, en el calabozo que compartían. No podía sospechar que Amodio estuviera colaborando, pero si hablaba con él sobre algo luego se lo preguntaban. En ese período hace estragos. Lo mismo pasó con su mujer en la barraca de las compañeras. Cuando se dieron cuenta, ya les había sacado una cantidad de información. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 84.

Amodio: Bueno, llegamos al punto de la traición. El MLN me adjudicó la condición de traidor al día siguiente de la caída de la Cárcel del Pueblo. Yo había sido detenido el día 23 de mayo, cuatro días antes. Pero la acusación ya estaba preparada antes de ser detenido. Se acordó el día 19, después de la discusión que yo mantuve con lo que entonces se llamaba Dirección. Marenales se ha adjudicado el honor de ser el que la propusiera.

Pocos días después, a principios de abril, Wassen y Wolff reconocieron su responsabilidad, en el mismo cuartel Florida, a quienes los acompañaban en esos momentos en el calabozo. Entre ellos al mismo Arturo Dubra. Cuando la acusación contra mí queda desbaratada por los compañeros, es que se hace necesario aumentar el prontuario en mi contra, y aparecerán entonces hechos acontecidos ocho años atrás, narrados para cazar incautos. Cuando el primer encuentro entre Fernández Huidobro y Sendic para la “tregua” de junio, Fernández Huidobro le comunica a Sendic la responsabilidad de Wassen, creyendo que Sendic lo ignoraba.

La respuesta de Sendic fue “vamos a dejar las cosas como están”, que fue lo que Fernández Huidobro le dijo a Wassen a su vuelta al Florida, lo que motivó que Wassen pidiera entrevistarse conmigo para decirme “vos sos el cabeza de turco”. El MLN mantuvo en secreto la responsabilidad de Wassen hasta el año 2009. Habían pasado 37 años. ¿Por qué? Porque el resto de acusaciones eran falsas y mi condición de “traidor” se desmoronaba.

Es cierto que hubo traidores y traicionados. Yo soy uno de ellos, y quizás haya sido el primero, pero luego traicionarán al propio Sendic, primero haciéndolo entrar al Florida para “convencerlo” de que había que “parar la guerra” y ante su previsible negativa detenerlo, y luego al mismo Zabalza, al que no le agradecieron lo suficiente sus acciones de finanzas para mantener el aparato tras la dictadura.

Sobre “la búsqueda de los micrófonos”, en La izquierda armada, Aldrighi entrevista al mismo Arturo Dubra y éste no dice una sola palabra al respecto. Lo lógico sería que Dubra recordara ese episodio, pero no lo hace.

Aldrighi: Como protagonista de las negociaciones con militares a mediados de 1972 ¿qué pensó acerca de la posibilidad de establecer una alianza con militares “nacionalistas”? Posteriormente ¿qué opinó sobre los comunicados de las Fuerzas Armadas de febrero de 1973?

EFH:  De los comunicados 4 y 7 no pensaba nada porque ya estaba incomunicado en el segundo piso de Libertad, a punto de convertirme en rehén, y las noticias casi no llegaban. Sabíamos que algo estaba pasando pero no entendíamos bien qué. A Libertad llegué en enero de 1973, y como rehén me llevaron el 7 o el 9 de setiembre del mismo año. Mi punto de vista sobre las negociaciones lo describo en el libro La tregua armada. Pero te aclaro que no hubo ninguna alianza con militares nacionalistas. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 84.

Amodio: Ya que Fernández Huidobro no lo dice, y la autora de Memorias de insurgencia no lo cita, transcribo lo que dijo en 1987, antes de convertirse en el mejor ministro de defensa y recibir el trato de “comandante” por parte de los uniformados:

“Nuestro error en 1972 fue haber creído que era posible influir sobre un sector muy grande (de las FF.AA.). Los antecedentes que citamos anteriormente y ciertos hechos que transcurrían ante nuestros ojos, daban para pensar en ello, Nos equivocamos. La experiencia enseñó que si bien es necesaria y debe ser permanente la labor política en el seno de las FF.AA., las fuerzas populares no debemos hacernos ilusiones en cuanto a lograr, en base a ello, ganar para el pueblo a sectores importantes y orgánicos de las FF.AA. Éstas están concebidas y montadas de tal modo que la rosca dominante nunca va a perder su control. Otra cosa sería suicida. Dicho aún más claramente, ellas son la garantía real y de última instancia que tiene la rosca para cimentar  su poder”.

Fernández Huidobro y quienes le acompañaron en su intento de influir sobre un sector de las FF.AA., comenzaron su trabajo a partir de la fallida primera tregua, en julio de 1972. Sus propias palabras desmienten las versiones según las cuales era yo quien me reunía con militares para “alterar el orden jurídico”, según las interesadas palabras de los políticos que ya estaban en la mira de los altos mandos, entre ellos Wilson Ferreira Aldunate.

Decir que “no hubo pacto con militares nacionalistas” es otra de sus mentiras. Pacto hubo, con Trabal y con el mismo Wilson Ferreira, que sabiendo que EFH era el dirigente tupamaro que conspiraba con militares, me acusaba a mí de ser el instigador del golpe que estaba en el horizonte. El pacto no se concretó, porque el “golpe bueno” fracasó ante la negativa de Bordaberry a renunciar.

Los comunicados 4 y 7 los conoció perfectamente, ya que él mismo se encargó de transmitir incluso a los propios compañeros detenidos, la consigna acerca del apoyo que se les debía brindar.

EFH: Una noche me sacan de ahí y me desembocan en el Florida. Los compañeros que encuentro me explican que estaban en marcha unas negociaciones para que el MLN se rindiera incondicionalmente. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 84.

Amodio: Estas palabras de EFH están fuera del tiempo cronológico, ya que cuando lo desembocan en el Florida y le informan de las negociaciones, estamos en el mes de junio de 1972, tal como el mismo EFH se encargó de dejar escrito en el llamado Informe de los cinco, publicado con anterioridad en este trabajo Desmiente las versiones por las cuales la primera tregua haya sido por iniciativa de Rosencof. Si hubiese sido tal como Rosencof afirma, las negociaciones se habrían dado en el  9no° de Caballería. Se hicieron en el Florida porque la iniciativa partió de Wassen, quien había quedado ahí luego de la entrega de la cárcel del pueblo. Indirectamente confirma mi relato en Palabra de Amodio

EFH: Los que participaban no eran militares nacionalistas. Eran militares, no más: Cristi, Zubía, Vadora. En todo caso lo de los militares nacionalistas se manejaba anteriormente, con el ejemplo de las experiencias peruana y boliviana, y por la presencia de militares vinculados a la izquierda y al MLN. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 84.

Amodio: Decir que Cristi, Zubía y Vadora no eran nacionalistas es mentir. Oculta la presencia de Álvarez, Trabal y de Carlos Legnani, los tres considerados nacionalistas y que serán los que participarán, de un modo u otro, durante la segunda tregua, que llevará a la formación de las comisiones de los ilícitos

EFH: Algunosoficiales tenían estudios de nivel universitario, leían los diarios. A eso se sumó la documentación que incautaba al MLN. La estudiaban, la verificaban y encontraban que lo que decía era cierto. Existió entonces a fines de 1972 una corriente, vamos a decir un pujo, tanto en la Armada como el ejército y algo en la Fuerza Aérea, que una vez derrotada prácticamente la guerrilla se proponían abordar las causas del problema. Eso va a ser barrido a sangre y fuego dentro del ejército. La mayoría de los oficiales que integraban esta corriente fue durísimamente sancionada, muchos la pagaron cara. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 85.

Amodio: Esta es una verdad a medias. Quien proporcionó, de buena gana y de forma totalmente voluntaria la documentación manejada en las comisiones de los ilícitos, fue el MLN, porque eso ocurrió durante el período que el MLN intentó tupamarizar a un sector de las FF.AA., tal como reconoce Fernández Huidobro en su libro La tregua armada. Es más, EFH fue el que acompañó al capitán Calcagno a Jefatura para recoger de manos de Campos Hermida las carpetas que la policía incautó en la calle Amazonas el 14 de abril. Los oficiales no investigaban ni comprobaban nada, sino que eran los miembros del MLN quienes lo hacían, tal como lo reconoce Ettore Pierri en Alto el fuego.

Decir que los oficiales fueron barridos a sangre y fuego también es mentir, ya que todos permanecieron en actividad y quienes quisieron realizaron los cursos correspondientes para lograr sus ascensos en el escalafón, como Legnani, Calcagno y Trabal, los hicieron sin dificultades.

Aldrighi:¿Qué opinaba de la violencia contra las personas que aplicó el MLN?

EFH: Estoy contra la pena de muerte, entendiendo por ella la ejecución de un prisionero inerme. También lo estaba en esa época. Sin embargo, no tenía problema en matar en el marco de un enfrentamiento. No sólo en el tiroteo casual y esporádico, sino también en casos como el de Morán Charquero y otros. En nuestro caso, creo que lo de los cuatro soldados fue un error, lo del peón Pascasio Báez un crimen. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, págs. 88-89.

Amodio :EFH tiene el “mérito” de reconocer que la muerte de los cuatro soldados de guardia en casa de Gravigna fue un error. Otros han tratado de decir que ellos no eran el objetivo del atentado, que el objetivo era el mismo Gravigna, en un intento de esquivar las responsabilidades que les cupieron en su momento. Ahora bien, si la muerte de Pascasio Báez fue un crimen, lo que es de una obviedad manifiesta, no existen crímenes sin criminales, que en este caso no se mencionan.

Clara Aldrighi, tan pronta y dispuesta a darle pie al entrevistado para que ambos puedan descargar su fracaso sobre quienes nada o muy poco tuvimos que ver con la debacle, hace como que no se ha enterado de que la muerte de Pascasio Báez ha sido un crimen y que no hay crimen sin criminales. No le pregunta a su admirado entrevistado sobre los nombres de quiénes fueron los criminales, para que queden sin conocerse las responsabilidades de quienes no solo ejecutaron la orden de asesinarlo, sino también de quiénes dieron esa orden.

Aldrighi: Cuando se considera que se está combatiendo en una guerra, en este caso irregular ¿no se vuelven imprecisos para los militantes los límites de lo justo y lo injusto y se tiende a considerar lícito todo aquello que pueda justificar la victoria? En especial cuando no existen, como no existían en el MLN, discusiones y resoluciones al respecto.

EFH: Para muchos militantes eso es así. Si en el caso del peón rural me hubieran consultado, hubiera dicho que no. Cuando me enteré, y todavía nadie lo sabía, no había aparecido en los diarios, les dije que era un gigantesco disparate.  Se dice que hubo una desviación militarista: en realidad hubo falta de militarismo. Los compañeros no habían leído suficientes cuestiones de carácter militar, como para saber que eso no se hace. Quien mejor te puede explicar que eso no se hace son los propios militares, que tienen normas para la guerra, normas que están fundadas en una vieja sabiduría humana. Memorias de insurgencia, Banda Oriental, pág. 89.

Amodio:La respuesta de Fernández Huidobro está a la altura de la pregunta. Sin embargo, parece empeñado en superarse en cuanto su falta de valores morales. La vieja sabiduría humana y las normas de los militares acerca de las guerras lo pintan de cuerpo entero. En el año 2004, la editorial Trilce había publicado El presente en dictadura, uno de los escasos trabajos de investigación y análisis del surgimiento y desarrollo del MLN, realizado con cierto margen de imparcialidad. Editado bajo la responsabilidad de Aldo Marchesi, Vania Markarian, Álvaro Rico y Jaime Yaffé, contiene, sin embargo, varios errores fruto del desconocimiento de la historia real del MLN.

En la página 59 de ese trabajo, en el capítulo llamado La brutalización de la política en la crisis de la democracia uruguaya, de Aníbal Corti, se publica otra de las opiniones de Fernández Huidobro, que transcribo y me abstengo de comentar por considerarlo innecesario :

“Que los procedimientos empleados para interrogar a los sospechosos de delitos económicos fueron los mismos que los aplicados a los militantes políticos y de las organizaciones armadas es algo que se ve confirmado por el testimonio del dirigente histórico del MLN y actual senador de la República Eleuterio Fernández Huidobro, participante activo y (según parece) entusiasta en todo este asunto: “Nosotros vimos torturar horriblemente a un contador de varias empresas. Y no cantó, [ ... ] no dijo nada. Lo deshicieron [ ... ] [pero] lo tuvieron que dejar en libertad e hizo una fiesta a todo lujo e invitó a todos sus clientes. Y sus clientes [lo felicitaban]: ‘Stegma, éste es un contador’. Le deben haber agradecido muy bien. Era una garantía ese hombre. Debe de estar en su palacio en Punta del Este recordando cuando lo torturaron y que gracias a cómo soportó esa tortura hoy vive la gran Vida. Porque hay héroes en todos los terrenos”

FIN


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