27.AGO.19 | Posta Porteña 2045

EL INCENDIO DEL AMAZONAS, LA POBLACIÓN MUNDIAL Y LA FORMA DE PRODUCIR RIQUEZAS

Por Marcelo Marchese

 

Las consecuencias del incendio del Amazonas en el plano del discurso político son evidentes, tanto por el posicionamiento de los globalistas como por el de las ONGs ecologistas que financian: erosionar la credibilidad de los gobiernos para llevarnos a la necesidad de aceptar el control por parte de los organismos internacionales

Marcelo Marchese -Uypress 26.08.2019

Eso no quiere decir que Trump o Bolsonaro sean gente macanuda. En absoluto. Ahora, sus contrincantes de peso a nivel mundial tampoco son una delicia. Han surgido algunos gobiernos que en algún plano se enfrentan, por sus exclusivos motivos, a la ola globalizadora que erosiona las soberanías nacionales y por eso los globalistas los atacan con una saña asombrosamente persistente.

El viernes pasado Fridays For Future llamó a una concentración en muchos países frente a las embajadas de Brasil ¿Ante las embajadas de Brasil? No digo que el gobierno brasilero sea inocente en esto de frenar el incendio, pero tampoco lo afirmo, simplemente no lo sé por ahora. Lo que me pregunto es cómo están tan seguros los de Fridays For Future que la culpa es del gobierno brasilero

Luego me pregunto quién creó a esta organización que usa a una adolescente rubia con trenzas y quién la financia, pues suele ser eficiente seguir la ruta del dinero, y luego me pregunto qué relación puede tener su discurso con el discurso de Macron, que dice que este incendio supone "una crisis internacional"

La idea de Macron y sus amiguitos es que la Amazonia es patrimonio de la humanidad, cosa que parece cierta, salvo que la selva es la selva y no le pertenece a nadie. En realidad, los humanos y la selva hacemos uno, y en función de esa idea tan hermosa y verdadera se nos quiere llevar a que hay algunos inescrupulosos enquistados en los gobiernos de ciertos países que serían los culpables de los males del mundo.

Entre estos males destacaría "el calentamiento global". Todos esos árboles incendiados absorbían el maldito dióxido de carbono que sería el responsable de que la tierra esté más caliente que antes, un excelente discurso para favorecer la forestación a troche y moche. En rigor, antes, la tierra estuvo más caliente que ahora, y más fría, y más caliente y así desde sus inicios y mucho antes de que hubiera una pobre arquea y una mísera bacteria, y ni que hablar de que hubiera un minúsculo homínido, algo muy reciente en la historia del planeta.

Se trata de asustarnos con el fin del mundo, un recurso muy viejo. El fin del mundo fue anunciado unas cuantas veces y todos los profetas fracasaron. El mundo terminará cuando cumpla su ciclo según las leyes que rigen el universo, que hacen nacer, vivir y morir planetas, estrellas y galaxias. Ante esas leyes, el hombre no puede hacer nada, salvo comprenderlas y actuar en consecuencia.

Cuando se extinguió el último mamut acaso un prehistórico apocalíptico profetizara que "se extinguirá la raza humana", y lejos de extinguirse, nació la agricultura y la ganadería, lo que llevó a la contabilidad, la escritura, las ciudades, el Estado, las clases sociales, la esclavitud y las religiones teocráticas. El mundo no se extinguirá, pero le diremos adiós para siempre a nuestro mundo que, cuando se vaya, miraremos con nostalgia si es que queda memoria de este mundo.

Se trata de asustarnos y de manejar nuestra "culpa", otro invento reciente, pero en este caso, de la historia de la humanidad. Esta culpa nos lleva a considerar que si no queremos que mueran las vacas, debemos hacernos vegetarianos y si queremos que se hunda la Coca-Cola, debemos dejar de tomar Coca-Cola. Me importa un rábano la Coca-Cola, pero asados voy a comer siempre y no veo nada bueno en que me quieran manejar la culpa y en que se meta mano en mi deseo. Se maneja la culpa con el piropo, con el humor y con toda una serie de cosas para mantenernos arrinconados y propensos a los cambios que devienen de una alteración de nuestra sensibilidad, una de las áreas más delicadas y profundas del ser humano.

Que el lector no crea que niegue que se esté envenenando la tierra, el agua, el aire y el fuego. Cada vez que agarro una manzana sin aroma y sin sabor, es decir, asexuada, lo recuerdo. Lo que digo es que si el aire se hiciera irrespirable, alguien vendrá a cobrarnos impuestos por el poco aire sano, o nos venderá tubos de oxígeno y por esto y muchos otros motivos, obtendrá la ganancia de los pescadores en río revuelto.

El mundo no se extinguirá, lo que sucederá, con certeza, es que se acentuarán los mecanismos de dominación y para eso tienen que extender la ola de miedo que exija cambios drásticos, y luego procesar esos cambios drásticos que vienen preparando con anticipación y al menos, desde los años setenta con el Informe Kissinger sobre crecimiento poblacional.

Quien está en el poder planifica sus pasos y quien tiene el poder, tiene recursos para darlos con eficacia. Eso no significa que provocaran este incendio, sólo significa que exprimirán al máximo sus réditos políticos.

El debate de fondo sobre las causas del incendio del Amazonas refiere a la producción para la población mundial, lo que incluye el asunto del lucro. Es harto probable que alguna de esas quemas que se hacen para ganar espacio para cultivar la tierra, se les haya ido de las manos y luego no resulta fácil entrar a una selva para extinguir un incendio.

Así que tenemos que por un lado necesitamos una selva virgen donde se encuentran, además de una increíble diversidad de fauna y flora, decenas de comunidades indígenas entre las cuales, treinta tribus que por suerte no han tenido contacto con nosotros y nadie ha vuelto para contarnos cómo son o qué hacen. Si se perdieran esas comunidades vírgenes y las otras, que se han venido erradicando en un proceso de siglos, perderíamos, además de sus vidas, su lengua, su cultura, es decir, una porción de saber que ha alcanzado la humanidad.

Por otra parte existe una presión por los alimentos. Si una empresa gana dinero exportando soja es porque hay un mercado que la demanda para alimentar a los pollos o a los chanchos, animales que a su vez son demandados por el mercado. Esta presión lleva a "ganarle espacio" a la selva y a los montes, un proceso que viene desde miles de años atrás y que acompaña la expansión del ser humano en la tierra.

Sometemos a la tierra a una violencia, derribamos unos árboles y eliminamos la fauna que allí vivía para producir comida, o más comida que la que otorgaba el bosque. Si una comunidad tiene hambre, lo hará, y los indígenas del amazonas que cultivan la tierra lo hacen. Los que no lo hacen, pues viven de la recolección y la caza, precisan más extensión de tierra para sí, lo que nos lleva a que con las actuales técnicas de producción, es decir, con el nivel cultural que hemos alcanzado, necesitamos, al parecer (esa solución encontró nuestra "cultura") ganar espacio a las tierras salvajes, con los beneficios y perjuicios que ello trae aparejado.

Siempre, cada problemática, refiere a nuestros recursos culturales, y la cultura es lo que nos diferencia del resto de los animales. Sin cultura estamos indefensos, ya que el homo sapiens es el animal que nace más indefenso en este mundo. El equilibrio que establezcamos entre las tierras vírgenes y las tierras cultivadas, dependerá de nuestra capacidad de generar riquezas, y esa capacidad está vinculada no sólo a los recursos técnicos, sino también a cómo se estructura una sociedad que produce riquezas, cómo se las reparte y quién en suma toma las decisiones.

Este es el verdadero nudo del problema y el eje del debate, lo que quiere decir que esto no se debatirá, se debatirán otras cosas para evitar discutir sobre el nudo del problema. Como siempre, se trata de pensar con cabeza propia. 

Conviene pensar y estar atentos, sobre todo y en particular, porque acechan los pescadores en río revuelto que hace largo rato vienen preparando un anzuelo con el cual nos subirán a la superficie.


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