14.SEP.19 | Posta Porteña 2049

¿Es Israelí El Ejército Más Moral Del Mundo?

Por Philip Girardi/TheUnzReview

 

El espeluznante “intelectual” Bernard-Henri Levy se equivoca  [1]

 

Philip Girardi [2]

Traducción: Luis E. Sabini Fernández [3]

Hace días once edificios palestinos que albergaban 70 viviendas familiares ubicados en el este de Jerusalén [el Jerusalén tradicionalmente árabe], ilegalmente ocupado por Israel en el  barrio Wadi al-Hummus,  fueron demolidos en una operación dirigida por los militares, que contó con más de mil soldados, policías y trabajadores municipales usando palas mecánicas y topadoras, retroexcavadoras y explosivos.

Los habitantes que resistieron fueron golpeados por los militares, pateados escaleras abajo y hasta baleados a corta distancia o a quemarropa con balines de plástico. Los soldados fueron filmados riéndose y celebrando mientras hacían su trabajo sucio. Habitantes que no resistieron y que levantaron las manos en señal  de rendición no se libraron del maltrato, y eso le pasó a observadores extranjeros que estaban  presentes para sumar sus voces a quienes protestaban ante el ultraje. Las heridas sufridas por algunas de las víctimas fueron fotografiadas y están ahora en los circuitos electrónicos.

Doce palestinos y cuatro observadores británicos fueron heridos seriamente y tuvieron que ser hospitalizados. El informe de prensa británico dice que fueron “pisoteados y arrastrados agarrándolos por los pelos, estrangulados con pañuelos de cabeza y rociados con gas pimienta por parte de la policía israelí de fronteras”. Uno de los hospitalizados describió cómo los soldados israelíes lo arrastraron de los pies, izándolo y golpeándolo en el estómago mientras otro soldado le pateaba la cabeza, algo que duró 4 horas, pegándole con toda la fuerza antes de tironearle del pelo y pisarle la cabeza. Otro sufrió una fractura en costillas después que  “[el policia] lo pisara en la garganta mientras otros lo golpeaban. Se trató de un ejercicio sádico de violencia…”

Otra observadora extranjera también fue arrastrada fuera del edificio: “sus manos fueron aplastadas tan duramente que sufrió fractura de nudillos en su mano izquierda, y la mano derecha a su vez sufrió enormes desgarraduras de piel ‘por la cual le quedará deforme a menos que pueda hacer una cirugía reconstitutiva’.”

Edmond Sichrovsky, un activista austríaco de origen judío, que estaba en una de las casas, describió cómo las fuerzas israelíes tiraron abajo la puerta, arrastrando hacia afuera a los palestinos, derribando al abuelo al piso aterrorizando a los nietos que lloraban desesperadamente. Se les requisó los celulares por la fuerza para eliminar cualquier foto o filmación antes de que los soldados empezaran su ataque contra él y otros cuatro activistas. “Me patearon muchas veces, me dieron rodillazos que dejaron una nariz sangrante y muchas lastimaduras así como rotura de mis anteojos por un rodillazo en la cara. Una vez desalojados, me aplastaron contra un auto mientras me insultaban,  a mí y a mujeres activistas, tratándolas de putas.”

Destruyeron los edificios con el argumento de que estaban demasiado cerca de la pared de separación ilegal que construyó Israel, con el argumento esgrimido por el gobierno de Netanyahu de “problemas de seguridad”. Las familias  que vivían en esos edificios, que no tuvieron el tiempo o la capacidad para retirar los muebles y otras pertenencias, tuvieron ahora que ponerse a remover entre los escombros para ver qué podían rescatar, si los soldados israelíes les llegaban a conceder esa gracia. También tienen que buscar lugares nuevos donde pernoctar, puesto que los israelíes no los han provisto de alojamiento alguno.

Las viviendas habían sido legalmente construidas en terreno nominalmente bajo control de la ANP, un delicado aspecto que las autoridades israelíes eligieron pasar por alto. Cuando los palestinos objetaron semejante trato, fueron enviados a cortes militares en donde, claro está, siempre se respalda las decisiones de gobierno. Y el régimen de cleptócratas de  Netanyahu aclaró además que desconoce las leyes internacionales acerca del tratamiento a población bajo ocupación.

Los edificios fueron derribados en pocos días en tanto que desbocados colonos israelíes de Cisjordania proseguían con su campaña de destrucción de los medios de vida de sus vecinos palestinos. Los colonos incendiaron centenares de olivos el 10 de julio [n. del t.: una vez más, en este caso semanas antes del desalojo], con el expreso designio de expulsar a los palestinos de sus tierras, haciéndoles imposible las labores rurales, estrangulándoles la economía local. Los olivos son un blanco preferido porque su producción se convierte en dinero contante y los árboles tardan muchos años en dar fruto. Los colonos israelíes también se han caracterizado por matar el ganado, envenenar las aguas, destruir los cultivos, incendiar o echar abajo edificaciones, y golpear e incluso matar granjeros palestinos y sus familias. En Hebrón, los colonos han cercado la ciudad vieja y se han adueñado de las partes altas, y se han dedicado a tirar excrementos y otras inmundicias sobre las tiendas de los palestinos que están debajo y que todavía tratan de mantener sus pequeños negocios. Nadie tiene que darse por sorprendido que los colonos judíos empeñados en estas violencias no sean prácticamente nunca detenidos, salvo excepciones, y menos todavía enjuiciados y prácticamente jamás condenados.  El horrendo gobierno de Netanyahu ha declarado que lo que una vez fue Palestina es ahora un estado llamado Israel y que es sólo para judíos. Que un colono israelí mate un palestino se ha convertido de hecho en un delito de poca monta.

Y mientras la carnicería prosigue en la Franja de Gaza, con la cantidad de muertos entre los manifestantes palestinos desarmados que ya ha sobrepasado los doscientos,[4] amén de varios miles de heridos, muchos de ellos niños y trabajadores de auxilio médico. Recientemente, las órdenes dadas a los francotiradores dispuestos por el ejército israelí  para “atender los reclamos palestinos” establecen que deben disparar directamente a los tobillos  para baldar de por vida a sus víctimas.

Esto es  lo que hace el que se reputa como “el ejército más moral del mundo”, según el francés y pseudointelectual Bernard-Henri Levy, sólo demostrando una vez más que la tribu sabe cómo golpear juntos.

Pero los crímenes de guerra cometidos por Israel también requieren un apoyo ilimitado de EE.UU., tanto en dinero como en cobertura política para permitir que todo esto acontezca. Israel no podría andar matando palestinos con tanta impunidad si no tuviera luz verde de Donald Trump y David Friedman, su embajador tan amante de los colonos, y de un congreso que parece tener en más alta estima a los israelíes que a los estadounidenses.

¿Cómo si no, el atroz tratamiento dado a los palestinos por los israelíes es apoyado e instigado por la diáspora judía mundial y por ello ni aparece en los titulares de todo el mundo? ¿Por qué mi gobierno que está tan bajo sospecha, que sin embargo declaró que es partidario de la democracia y la libertad para todos, no dice una palabra acerca de los palestinos? Ni condena el comportamiento israelí como alguna vez hizo respecto del sudafricano.

¿Puede uno imaginar lo que el New York Times y el Washington Postpondrían como titulares a ocho columnas si soldados y policías estuvieran desalojando y golpeando a los residentes de un proyecto edilicio en una ciudad norteamericana? Pero de algún modo Israel obtiene el permiso sin importar lo que haga, y los políticos de los dos partidos se deleitan describiendo cómo la “relación especial” con el estado judío no se toca.

Tras las demoliciones de las viviendas señaladas, Washington ha echado un nuevo escudo protector sobre Israel en la ONU ante un intento de censura en el Consejo de Seguridad, anteponiendo, una vez más, su veto. El estado judío sigue sin tener que rendir cuentas de su pésimo comportamiento y, seamos honestos, Israel es el estado canalla supremo, dedicado a convertir a sus vecinos en ruinas humeantes con asistencia estadounidense. Se trata de una manifestación maligna y no está en el interés de EE.UU. seguir siendo arrastrado por ese camino.


[1]  Publicada en EE.UU., https://www.unz.com/pgiraldi/israel-has-the-most-moral-army-in-the-world/.30 julio 2019.

[2] El autor, nacido en 1946, revistó en la CIA y fue especialista en contraterrorismo. Se ha concentrado en defender derechos de EE.UU. en el Cercano Oriente, que considera gravemente dañados por la sujeción de EE.UU. a la influencia judía. Dirige el Council forthe National Interest.

[3] NOTA  DEL TRADUCTOR: El valor de su texto  no surge, a mi modo de ver, de sus antecedentes ideológicos ni de su mensaje político, sino de su veracidad en la cuestión palestino-israelí.

[4]  Datos más recientes señalan que ya han sobrepasado los 300 asesinados, en menos de cien viernes (el día en que los palestinos reclaman contra el ahogo, la represión, la asfixia).


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