27.SEP.19 | Posta Porteña 2052

Vivián Trías, el hombre que fue Ríos

Por AMODIO

 

Fernando López D’Alesandro, entre las páginas 133 y 164, hace referencia al nacimiento del MLN y su relación con el Partido Socialista del Uruguay (PSU). López D’Alesandro comete algunos errores que pretendo subsanar.

El triunfo de la revolución Cubana posibilitó la discusión acerca de la lucha armada, que dejó  de ser una cuestión teórica para convertirse en una posibilidad real en el Uruguay, solo mediatizada por la inexistencia de las condiciones geográficas que en aquellos años se consideraban imprescindibles. Esta situación se resolvió internamente con la adopción de la tesis acerca de la guerrilla urbana, impulsada por Mario Navillat, aunque varios han pretendido adjudicarse su paternidad.

Si bien entonces toda la izquierda podía ser considerada partidaria de la lucha armada, el Partido Comunista, afiliado a las tesis de la URSS, solo la seguía considerando en su vertiente teórica. Puede afirmarse entonces que el Coordinador lo formaron las agrupaciones de izquierda no comunista, en el sentido partidario de la palabra comunista, pero no en lo ideológico. Cuando el PSU decidió apoyar las actividades de Sendic lo hizo más con un sentido oportunista que de convencimiento real.

Empujado por las condiciones políticas y sociales el PSU había admitido la formación de los llamados grupos de autodefensa, que se crearon a impulsos de los militantes de las Juventudes Socialistas, cuya secretaría ostentaba Julio Louis. Por entonces, un militante de esas Juventudes, Eduardo Caétano, se encargó de sentar las bases del embrión, nutrido en el Centro Alfredo Caramella. Formamos ese embrión el ya nombrado Caétano, Yamandú Nieves, Heraclio Rodríguez Recalde, Edith Moraes, Elsa Garreiro, Alba Bordoli y Héctor Amodio

Por razones nunca conocidas, Caétano abandonó la militancia efectiva de manera fulminante, por lo que la responsabilidad de ese grupo la asumí yo, pasando entonces a coordinar con Julio Louis nuestras funciones con el otro grupo existente, formado por los hermanos De Martini, Mántaras y los hermanos Dubra. El Ejecutivo del PSU tenía por entonces a Washington Batista como encargado de las actividades llamadas antifascistas. Batista respondía de sus actividades ante José Díaz. Será entonces que comienza mi vinculación con ambos y que se prolongará con altibajos hasta enero de 1967, con mi paso a la clandestinidad.

Paralelamente Sendic, mediante sus apoyos en la dirección del partido –Díaz, Vitale, Gargano y el mismo Trías- recibía apoyos desde la base del partido a través de Jorge Manera para todo lo que tenía que ver con UTAA y su presencia en el Coordinador. Manera ya tenía como apoyo a Tabaré Rivero. Será después del Tiro Suizo y a iniciativa de Sendic que los socialistas comenzaremos a trabajar conjuntamente, bajo la responsabilidad de Manera.

Pero hubo un problema que luego influirá decididamente en los acontecimientos futuros: ¿quién dirigirá al ejército revolucionario, todavía en germen? Si bien todos los grupos representados en el Coordinador son partidarios de la lucha armada, hay grandes diferencias en ese sentido Todos los grupos, incluyendo al PSU, creen necesaria la formación del Partido de y para la revolución.

Obviamente, el PSU quiere atribuirse ese papel. Lo mismo quiere hacer el MIR y luego el MUSP. Pero Sendic, Manera, Rivero y Amodio creen que la organización revolucionaria debe ser político-militar. El PSU, que antes había apoyado a Sendic comprueba que éste, aunque forma parte del Ejecutivo del Partido, no está dispuesto a aceptar sus directrices y comienzan las discrepancias internas. Soto vocce se lo critica, aunque no se atreven a hacerlo abiertamente. Se crea entonces una situación que se hará insostenible y que sin embargo se sostuvo: la doble militancia de los afiliados socialistas que no están dispuestos a aceptar más disciplina que la que emana de una organización que el PSU no controla en absoluto.

Si bien es verdad que el asalto de los tres cañeros no contó con el apoyo de FAU y MIR y que fue una decisión autónoma de Sendic –quizás la primera de una serie de decisiones personales por fuera de las decisiones colectivas- no es menos cierto que contó con el apoyo de Manera, a la sazón hombre de confianza del PSU, a tal punto que participó directamente en el fracasado operativo. El intento del rescate de los tres cañeros, también fracasó. Fracaso debido a que el miembro del PSU que debía dar el aviso del traslado, la esposa de Leonel Francis, entonces secretario del Ejecutivo del PSU se inhibió de hacerlo, siguiendo las directivas recibidas, por las consecuencias que el rescate habría tenido para el PSU.

El robo de la dinamita en Pan de Azúcar, realizado por Manera, Rivero, Heraclio y Amodio pasó desapercibido para el PSU. No sucedió lo mismo con el fallido asalto de octubre de 1964, por el que fueron detenidos Manera y Marenales, este último incorporado recientemente. Es equivocada la mención de la página 134, ya que su reclutamiento se dio un año después a lo mencionado en dicha página.

Tras la detención de Manera ocupé su lugar en el Coordinador y acompañé a Sendic en las varias reuniones que realizamos con miembros del Ejecutivo del PSU en casa de Cardozo. Soy testigo directo del nulo apoyo que el PSU brindó a “la gente de Sendic”, como éramos llamados en la interna del partido. En esos momentos Trías ya no apoyaba a Sendic. Entonces creímos que era porque el PSU no podía ser el partido de la revolución. A la luz de lo que sabemos hoy, otra puede ser la conclusión. Aunque dijéramos entonces lo contrario, esa posición era lógica, ya que al PSU solo podíamos acarrearle problemas: éramos afiliados, no aceptábamos su disciplina y seguíamos nuestra propia línea política, que era violatoria de la ley.

Eso quedó aclarado en la reunión de Parque del Plata, a la que José Díaz concurrió para que los socialista allí reunidos –Sendic, Rivero y Amodio-, en representación de otros muchos, le dijéramos que considerábamos al PSU tan contrarrevolucionario como al Comunista y que si permanecíamos en él era nada más que para usarlo como cantera de reclutamiento, una vez que ya nos habíamos negado a presentar nuestra renuncia tras el fallido atraco de octubre de 1964.

En dicha reunión de Parque del Plata se dio carta cabal a la disolución del Coordinador pactada un tiempo antes, una vez comprobada  las diferencias existentes con FAU, MIR y las Juventudes del PSU, estas últimas ya volcadas con la formación del MUSP.  Pero al MUSP se le siguió dando asistencia en materia formativa, por deseo de Sendic, que ya preconizaba la colaboración con quienes fueran partidarios de la lucha armada, sin tener en cuenta las diferencias ideológicas que nos separaban.

La aparición del MUSP afectó al grupo Tupamaros, ya que algunos de sus integrantes iniciales –Heraclio, Edith y Bordoli se sintieron atraídos por su verborragia revolucionaria, que se extinguió tan rápidamente como había sido su eclosión. Salvo Bordoli, Heraclio y Edith volvieron a ser Tupamaros, pasarán a la clandestinidad en 1966 y ocuparán plaza en el MLN.

Es equivocada también la versión de que Andrés Cultelli fuera precursor del MLN. Todo lo contrario, su cercanía al MUSP lo mantuvo alejado del grupo Tupamaros, junto a su esquematismo ideológico. De ahí mi sorpresa al encontrarlo en el Simposio de Octubre, como asesor de Huidobro, tal como se recoge en Mapa de un engaño, de Diez de Medina.

Tras diciembre de 1966 el PSU se negó a brindarnos apoyo para socorrer a los clandestinos. El mismo José Díaz me lo dijo personalmente. La relación con Díaz la mantuvo, tras mi paso a la clandestinidad, Germán Vidal, único integrante del MIR que apoyó personalmente, siendo él y no los argentinos los enviados por Sendic a visitar a afiliados al PSU en busca de ayuda. Esto no anula que Joe Baxter también lo hiciera, pero éste en busca de ayuda para zafar de una situación que en esos momentos no estaba en situación de asumir.

Héctor Amodio Pérez

CI 783.475-7

Publicado en Carta de lectores,  Búsqueda 26 DE SEPTIEMBRE  DE 2019


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