06.OCT.19 | Posta Porteña 2055

Ecuador: Breve análisis del paquetazo y las próximas protestas en este país desde la crítica radical

Por varios/posta

 

Las últimas medidas económicas del gobierno ecuatoriano son medidas de austeridad en tiempos de crisis capitalista, que las han aplicado y las aplican gobiernos de derecha o "neoliberales" y gobiernos de izquierda o "socialistas del siglo XXI" de todo el mundo por igual, porque eso es lo que les determina a hacer la lógica misma del modo de producción capitalista, el cual se fundamenta en, o vive a costa de, la explotación de la clase trabajadora. En efecto, en tiempos de crisis el Capital siempre aplica en todas partes la misma política económica contra nuestra clase: ajuste de cinturones o mayor empobrecimiento, y aumento de la explotación.

En el caso concreto del último "paquetazo" de Moreno, lo primero lo consigue aumentando el costo de la vida debido al aumento del precio de la gasolina (pues aquí se sabe que "si sube la gasolina, sube todo"); y lo segundo, con todas las reformas laborales flexibilizadoras y precarizadoras impuestas (reducción de sueldos, de pensiones jubilares, de vacaciones, de personal, contratos flexibles, teletrabajo, etc.)

Por lo tanto, el problema no es sólo el "paquetazo" ni el gobierno "neoliberal" de Moreno ni el FMI. El problema de fondo es cómo el Capital nos ataca directa y avasalladoramente a la clase trabajadora en tiempos de crisis, y cómo podemos responder. La lucha es el camino, sin duda. Pero también es necesario analizar autocrítica y estratégicamente la lucha de nuestra clase.

Así pues, cuando al calor de la misma lucha concreta el proletariado desborda el terreno democrático y ciudadano, que es el terreno de lucha de la burguesía y su Estado, así como también el encasillamiento por parte de los sindicatos y partidos de izquierda que sólo quieren cooptar y dirigir la lucha proletaria para poder negociar con la clase dominante sus propios fines particulares y arribistas; cuanto esto pasa, la respuesta más contundente y legítima de la clase trabajadora frente a estos ataques de austeridad del Capital-Estado ha sido, es y será la acción directa, autónoma y antagonista por defender e imponer nuestras necesidades vitales concretas, o al menos pelear por que los ricos y poderosos no empeoren aún más nuestras ya malas condiciones materiales de existencia.

Llegado este punto, las reivindicaciones y las protestas de la clase trabajadora se generalizarían y radicalizarían, y ya no sólo el gobierno sino que todo este sistema no podría cumplir esas demandas sociales "imposibles"; sólo el derrocamiento de este sistema, del Capital y el Estado, lo podría hacer, y entonces se lucharía por esa salida revolucionaria de la crisis capitalista. Pero todavía falta mucho para ello aquí y en todas partes, sobre todo en este país donde el acumulado histórico y el nivel de la lucha de clases, a pesar de ciertos episodios rescatables, ha sido en general bajo e inconstante

Por lo pronto, salir a protestar con las consignas "abajo el paquetazo", "abajo Moreno" y "abajo el FMI", "construir afinidad en las calles", y hacer todo esto de manera colectiva, más o menos organizada, más o menos autónoma, más o menos combativa... es necesario y está bien; pero hay que ir más allá (como se dijo esta noche en una asamblea por ahí): "abajo el gobierno", "abajo los empresarios y los banqueros", "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", "abajo el Capital, abajo el Estado, abajo los gobiernos y todos sus lacayos"

Revertir el "paquetazo" y derrocar a Moreno (como se ha derrocado a Bucaram, Mahuad y Gutiérrez en años anteriores) serían reales "victorias" para el posible y nuevo "movimiento" de protestas sociales en este país. Pero, siendo objetivos, aquí y ahora no existen las condiciones y las fuerzas sociales reales, el nivel de lucha de clases real para ello, aunque por algo se empieza. Puede ser que este gobierno de empresarios y banqueros se salga con la suya, pero la lucha de la clase proletaria en las calles tratará de impedírselo y no será en vano. La lucha es el camino y ahí mismo, luchando, se aprende, en especial de los golpes y las derrotas, a fin de transformarlas en su contrario en próximas batallas.

El hecho de que mañana se reactive la protesta social en este país que ha estado tan "dormido" en ese aspecto durante la última década no es poca cosa. Al contrario. Impulsadas por las fuertes y ejemplares protestas de las últimas semanas de septiembre en Bolívar y Carchi, mañana podrían comenzar las jornadas de octubre o jornadas octubrinas del 2019 en Ecuador. La protesta será creciente y es posible que haya saltos. Algunas organizaciones sociales ya declararon que el 3 de octubre es el día del inicio del "paro nacional". Y ya hay algunas protestas en algunos puntos del país. Veamos qué pasa desde mañana que se vuelven a calentar las calles...

Hay que salir a protestar, sí, pero teniendo claro que este es sólo el comienzo y que hay que ir más allá. Teniendo claro, en última instancia, que los ricos y poderosos no van a pagar la crisis; que ésta no es sólo nacional y "neoliberal", sino mundial y capitalista; que ésta no se eliminará de raíz y definitivamente sino es eliminando al capitalismo, el cual nos seguirá atacando y empeorando nuestras vidas con más crisis y medidas de austeridad; que falta mucho para ello, para un nuevo ciclo (internacional y local) de luchas proletarias que altere la correlación de fuerzas sociales y le imponga al sistema capitalista una situación de crisis revolucionaria; y que, al mismo tiempo, por algo se empieza en la lucha por defender las necesidades humanas de la clase trabajadora contra las necesidades de explotación y acumulación del Capital.

Pase lo que pase, en términos de lucha, organización y consciencia, alguna lección y alguna llama encendida dejarán estas próximas protestas para la clase trabajadora en esta "mitad del mundo". Ya es hora. Veamos qué pasa desde mañana en las calles...


Un proletario cabreado de la región ecuatoriana

 

Estado de excepción en Ecuador: 3 preguntas para entender las violentas protestas por el alza en el precio de combustibles

 

Redacción BBC News Mundo 4/10/19

El caos y la violencia se apoderaron de las principales ciudades de Ecuador

En Quito, en la mañana de este viernes todavía se podía respirar un fuerte olor a llantas quemadas y gas lacrimógeno tras los violentos enfrentamientos entre policía y manifestantes de la noche anterior.

Más allá de la capital, donde hubo 19 arrestados, las protestas también se extendieron a ciudades como Cuenca y Loja.

En Guayaquil, además de bloqueos de carreteras se reportaron saqueos a locales comerciales. La policía detuvo allí a 159 personas

Liderados por el sector del transporte, indígenas y estudiantes, los manifestantes protestan contra las medidas de ajuste económico anunciadas el martes por el presidente, Lenin Moreno.

Y el mismo jueves, Moreno respondió decretando el estado de excepción.

Se suspendieron las clases y el paro del transporte entró en su segundo día consecutivo.

1. ¿Qué originó las protestas?

Las protestas tienen su germen el martes, cuando Moreno anunció en cadena nacional una serie de medidas de ajuste económico.

Estas son algunas:

Contribución especial a las empresas con ingresos de más de US$10 millones al año. Según el gobierno se recaudaría un total de US$ 300 millones que se destinarán a seguridad, educación y salud.

 Baja de salarios de hasta un 20% en contratos temporales del sector público.

 Reducción de vacaciones de 30 a 15 días para empleados públicos y un aporte de 1 día de salario mensual.

Pero la medida que causó más polémica de todas fue la eliminación de los subsidios a los combustibles que regía en el país en los últimos 40 años.

"Compatriotas, es necesario corregir graves problemas de la economía ecuatoriana (…). Ese subsidio ha beneficiado durante décadas principalmente a los que no lo necesitaban y a los que viven del contrabando", justificó Moreno en la cadena nacional.

Ecuador destinaba más de US$1.300 millones al año a subsidios al diesel y a la gasolina extra.

Luego de liberado el precio, el galón de gasolina extra, que es la menos refinada, pasó de costar US$1,85 a US$2,30. El galón de diesel pasó de US$1,08 a US$2,27.

2. ¿Cómo justifica el gobierno el ajuste?

El ministro de economía y finanzas, Richard Martínez, dijo que las medidas responden al acuerdo que alcanzó en febrero el gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI)

En ese acuerdo, el FMI le dio al país acceso a créditos por US$4.209 millones en tres años, de los cuales US$900 millones ya fueron entregados.

El FMI dijo en un comunicado que las medidas económicas de Moreno "tienen como objetivo mejorar la resiliencia y la sostenibilidad de la economía ecuatoriana"

Pero los críticos denuncian que la subida del precio del combustible provocará un excesivo aumento del costo de la vida.

Algunos analistas apuntan que el incremento en el precio de los combustibles es de esperar que provoque inflación en los alimentos.

También se puede reflejar en un aumento de tarifas del transporte público. De hecho, el sector transportista es el protagonista de este paro en el país que ya acumula 48 horas.

Pero el gobierno ecuatoriano dice que su decisión está "en línea con la agenda mundial contra el cambio climático".

"Y permite liberar recursos para apoyar a nuestros emprendedores", aseguró Moreno.

Algunas de las medidas económicas de Moreno, como las relacionadas con las vacaciones de los empleados públicos, por ejemplo, requieren la ratificación de la Asamblea Nacional de Ecuador.

Pero no es así en el caso del alza de combustible, eso es competencia del gobierno y comenzó a regir desde este 3 de octubre.

El jueves, cuando entró en vigor la subida de la gasolina, las protestas llevaron al presidente Moreno a decretar el estado de excepción.

Según la Constitución de Ecuador, el presidente puede decretar el estado de excepción en el caso de agresión o conflicto interno.

La medida le permite, entre otras cosas, establecer zonas de seguridad, disponer el empleo de las fuerzas armadas y de la policía nacional y censurar a la prensa.

3. ¿Qué puede pasar ahora?

El presidente se trasladó a Guayaquil sugiriendo que hay un intento de desestabilizar a su gobierno.

Y es que no está de más recordar que Ecuador tiene un historial reciente de protestas masivas que en algunos casos han llegado a derrocar al gobierno de turno.

En 2005, una movilización protagonizada por indígenas y a la que se fueron sumando otros sectores, denominada la "rebelión de los forajidos", terminó con la salida del entonces presidente, Lucio Gutiérrez.

Y cinco años antes, el presidente Jamil Mahuad fue derrocado un día después de decretar la dolarización del país. El descontento lanzó a miles de personas a las calles para pedir su renuncia.

Mahuad había tomado drásticas medidas económicas como la elevación del precio de los combustibles y el congelamiento de los depósitos en la banca, el llamado 'feriado bancario'. Algo muy parecido al corralito argentino.

Ahora, el gobierno de Moreno insiste en que no dará su brazo a torcer y que las medidas están en firme.

Los manifestantes critican al gobierno de criminalizar la protesta social tras la violencia.

Mientras, el sector del transporte sostiene que mantendrá el paro hasta que el gobierno baje los precios del combustible

La eliminación del subsidio gubernamental a los precios de los combustibles tiene a Ecuador en crisis

El presidente, Lenín Moreno, decretó el fin de los subsidios, lo que elevó el precio de la gasolina "extra" -la más usada en el país- en poco más de US$0,50 por galón, equivalente a 3,78 litros.

Mientras que hasta el último minuto del miércoles los ecuatorianos pagaban US$1,85 por galón (US$0,49 por litro), desde el jueves se paga US$2,39 (US$0,63/litro)

La reacción de la población fue de repudio, con manifestaciones que derivaron en enfrentamientos violentos con la policía.

El gremio de los transportistas bloqueó carreteras y calles en todo el país, aunque la tarde del viernes dio fin al paro convocado.

 

VIOLENCIA POLICIAL LIBERALIZADA

 

 Por Luis Ángel Saavedra* lalineadefuego.info  octubre 5, 2019

 A Lenín Moreno solo le tomó un día ponerse a la altura de presidentes ecuatorianos represores como Rafael Correa y León Febres Cordero. María Paula Romo, en cambio, ha venido destruyéndose paulatinamente de mano de una policía que ha podido dar rienda suelta a la violencia, justificada y aplaudida por la ex académica que antaño denunciaba la criminalización de la protesta social y que ahora es la principal gestora de esta criminalización.

Moreno ha hecho gala de saber más de propaganda política que el Vinicio Alvarado, amo y señor de la publicidad (y de las empresas publicitarias). Moreno ha puesto en la opinión pública, con ayuda de los medios masivos de comunicación (como no podía ser de otra manera) la imagen de un enemigo común para el gobierno y para el pueblo; los transportistas. Moreno y los medios masivos dicen que son una mafia, y el pueblo (que no está en la protesta) repite que sí, que son una mafia y lo peor es que les impiden ir a trabajar (como debería hacerlo toda gente de bien).

Poner a los transportistas en el epicentro de la protesta social tiene la intención de ocultar al verdadero actor de esta protesta: el pueblo (que no está entre la gente de bien, ni tiene trabajo). Al pueblo que está en la calle se lo ha tildado de carne de cañón de los jeques transportistas.

Las cerca de 160 personas detenidas que llegaron entre el 3 y 4 de octubre a la Unidad de Flagrancia no tenían mayor huella de que sean taxistas, camioneros, buseros o simples choferes. La gente detenida, y la más golpeada, era gente de entre 20 y 30 años, incluidas mujeres. Gente de Carapungo, Calderón y la menor parte detenida en la protesta que llegó al centro histórico de Quito. La mayoría de esta gente sin trabajo o con trabajos marginales: gente que no puede justificar lo que la justicia denomina “arraigo” para que una jueza pueda dar medidas alternativas a las órdenes de prisión. La mayoría era gente que no tiene nada, no la gente de la que habla el gobierno de que tienen decenas de taxis o buses al por mayor.

La gente llegó golpeada a Flagrancia, muy golpeada. Una persona con capacidades especiales tenía la espalda peor que un cristo, como dicen los fieles católicos. Otro tenía una bala en un pie. Una adolescente cojeaba y fue llevada al hospital. Un matrimonio fue golpeado juntito, como para que no se separen, y los vecinos que vinieron a auxiliarles no sabían cómo sacarlos libres. Mientras tanto una abogada carroñera, y muy amiga de los policías, se apropiaba de los familiares y espantaba a abogados de organizaciones de derechos humanos al grito de “no te acerques a mis clientes”.

Dos días después de iniciadas las protestas, el gobierno anunciaba que llegó a un acuerdo con las mafias, digo con los transportistas, porque una vez levantado el paro volvieron a ser llamados “gremios de transportistas”. Mientras tanto sectores indígenas empezaban a poner los heridos, como en Cayambe, y los detenidos, como en el Puyo.

En Quito nuevos sectores se sumaban a las manifestaciones, como los estudiantes que fueron emboscados por la policía en el parque El Ejido. Entonces se empezó a construir un nuevo enemigo interno, ahora son los correístas quienes están detrás de las protestas y los afanes desestabilizadores. La propaganda gubernamental, y la de los medios masivos de comunicación, buscan imponer una dicotomía que le sea beneficiosa para ocultar la verdadera protesta popular, la que será reprimida a como dé lugar.

Varios videos que circulan en redes sociales muestran la brutalidad policial; como que a los policías les soltaron las cadenas que les impedían maltratar a la gente. Las cadenas las soltó María Paula Romo al liberalizar la violencia policial en su afán de congraciarse con el poder. María Paula Romo aplaudió los excesos policiales en contra de la delincuencia aun cuando advertíamos que, si se deja a la policía practicar la tortura en los cuerpos de los delincuentes, esto luego sería aplicado a quienes protestan contra medidas gubernamentales no populares. La violencia que ahora estamos mirando nos dio la razón.

* Poeta, periodista y analista en geopolítica; activista de derechos humanos, de los pueblos y la naturaleza. Actualmente es coordinador ejecutivo de Inredh y corresponsal de varias revistas internacionales especializada en derechos y geopolítica.


Comunicate