09.OCT.19 | Posta Porteña 2056

Eduardo Bleier Horovitz

Por familiares

 

Nació en José Batlle y Ordoñez, Lavalleja, el 12 de noviembre de 1927. Casado y padre de cuatro hijos.

Fue detenido en Montevideo, en la vía pública, el 19 de octubre de 1975 y trasladado al Centro Clandestino de Detención “300 Carlos R” (Casa de Punta Gorda) y luego al “300 Carlos” (Infierno Grande)

Ante la identificación de los restos de Eduardo Bleier Horovitz, cuyos restos fueron hallados el pasado 28 de agosto en el Batallón N° 13, en Montevideo, Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos desea reconocer a todas las personas que durante todos estos años nos han acompañado, desde diferentes posiciones y responsabilidades. Sin sus testimonios, constancia, conocimientos, calidez humana y solidaridad, nuestro grupo no hubiera tenido fuerzas para llegar hasta donde está hoy.

Como contracara de lo anterior hay un grupo de criminales, que sabiéndose impunes, niegan la verdad que saben. Si desaparecer a nuestros familiares, torturarlos y eventualmente asesinarlos son actos de infinita crueldad, mantenerlos desaparecidos hasta hoy, es la continuación perversa del crimen, lo cual corrobora el carácter permanente de la desaparición forzada.

Con la convicción de que los vamos a encontrar a todos, seguiremos buscando la verdad, honrando la memoria de los desaparecidos, pidiendo justicia y trabajando por el “Nunca Más”.  No nos mueve más interés que recuperar para la sociedad a nuestros familiares y contribuir, desde la modestia de nuestro esfuerzo, a potenciar la vigencia de los derechos humanos.

Madres y Familiares desea acompañar y expresar su solidaridad con la familia toda de Eduardo.

Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos

Montevideo, 7 de octubre de 2019

 

Eduardo Bleier ¡PRESENTE!

 

Esta es la carta  la carta que su esposa Rosa escribió en su incansable búsqueda, en mayo de 1977

“Al Estado Mayor Conjunto, y al señor Francisco Sanjurjo, de mi mayor consideración:

Circunstancias complejísimas y que asumen ya una gran gravedad, no solo para mí y para mi núcleo familiar, sino también para nuestro país me obligan a elevar la siguiente nota.

Ruego a usted no la considere una nota más, he meditado mucho antes de presentarla y he tenido incluso que pensar en la seguridad mía y de mis hijos, pero he llegado a la conclusión de que debo hacerlo y que esto que digo aquí será juzgado, no solo como el resultado de una tremenda angustia moral si no también como un hecho no justificable, que no tiene ya una explicación racional, ni siquiera para los fundamentos de la seguridad nacional.

El 28 de octubre de 1975 fue detenido mi esposo, Eduardo Bleier, hace pues un año y siete meses, desde el momento en que fue detenido hasta ahora, ignoré el lugar donde se encuentra, no tuve contacto con él, no entregué su ropa u otros objetos personales. En los lugares en que me presenté, todos a los que tuve acceso, me fue negada su presencia. No aparece en la lista de desaparecidos ni detenidos. Incluso a los diez meses fue requerido por las fuerzas conjuntas. Durante los cuatro primeros meses esperé, pacientemente, que le levantaran la incomunicación.

Visité periódicamente distintas reparticiones policiales y militares. A los cinco meses me presenté en la Región Militar Nº 1, entregando carta al Jefe de la Región e informando a quien correspondía. Yo sabía, absolutamente y sin ninguna duda, que estaba detenido. Algunos de los elementos por los que yo sabía que mi esposo estaba detenido los di en esa oportunidad a quien correspondía. No obstante eso, la respuesta fue siempre que no había ingresado a la lista de detenidos.

Vuelvo a discutir su detención: ¿Qué concepciones? ¿Qué fundamentos jurídicos? ¿Qué derecho penal justifica tan enorme período de detención?

 Señor Jefe, yo podría hablar con usted de mis hijos, de mi propio dolor, pero no es mi intención distraer su atención de lo que es para mí más importante.

Amo a mi esposo y por eso digo a usted: Yo sé que mi esposo está detenido. Digo más, está en condiciones físicas que hacen temer por su vida. En el mes de marzo de 1976 estuvo más de 27 días en el Hospital Militar por problemas cardíacos, de los cuales se restableció. Posteriormente, ignoro las razones, no caminaba solo, por lo tanto está en condiciones físicas, que exigen determinadas condiciones de atención. Yo he dicho a quien corresponda que no busco responsabilidades, no tengo vocación política, solo defiendo mi hogar y la vida de mi esposo. No sé si usted podrá valorar lo que paso a decirle: pero mi esposo, es de esas personas en la vida, que hay muy pocas, que decidió su vida por su camino moral, equivocado o no, es un ser auténtico, valorable como ser humano, merece vivir, pero preferiría la muerte antes que perder su dignidad como hombre. Lejos está de mi intención de cuestionar el buen nombre de nuestro país, no lo digo para ganar su favor, toda mi actuación y mis costumbres, puede informarse han sido las de considerar también a mi país. Lamentablemente no he logrado comprensión, espere siempre sensatez, inteligencia, nacionalidad, por parte de quienes tienen poder de decisión. (…)

Se que él vive pero temo que esté en condiciones físicas y de detención tan precarias, que no permitan verlo. Apelo pues a su hombría de bien y a su comprensión.

Rosa Valiño de Bleier


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