17.OCT.19 | Posta Porteña 2058

PATRIA PARA NADIE de Pablo Brum/ comenta Amodio (7)

Por AMODIO

 

Patria para nadie: historia completa del MLN-Tupamaros

LA HISTORIA NO CONTADA DE LOS TUPAMAROS DE URUGUAY Montevideo, Uruguay: Planeta, abril de 2015

Así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hace su cometario que a partir de ahora iremos publicando; séptima  entrega

Agosto de 2019

Brum: La esposa del cónsul brasileño Aloysio Dias, Aparecida Leal, era una presencia mediática constante. Temiendo por la vida de su esposo, fue llevada ruidosamente a la cárcel donde Sendic y los demás estaban retenidos, para que implorara por la vida de su esposo. Efraín Martínez la vio confrontar a Sendic, cara a cara, y recibir como respuesta una calma explicación: “Señora, desde el momento en que estamos en la cárcel, nosotros no podemos hacer absolutamente nada, porque hay una directiva que ya viene de antes, de que el tupamaro que cae preso pierde todo poder de decisión”. Patria para nadie, Pablo Brum pág. 213

Amodio: Una vez más Efraín Martínez, si creemos la versión de Pablo Brum, oculta la realidad. La señora Aparecida pidió para entrevistarse con Alicia Rey, para pedirle. “como mujer y de mujer a mujer” por la vida de su esposo. Las palabras que se ponen en boca de Sendic, fueron, palabra más o menos, las que Alicia dio como respuesta. Esos momentos fueron para Alicia y según ella me relatara, de extraordinaria emoción, a tal punto que acabaría por manifestarle a su interlocutora que estaba segura de que la vida de su esposo sería respetada.

Brum: Mitrione estaba siendo custodiado por la Columna 15, y fue el comando maltrecho de esa columna el que decidió su destino. Amodio, Rey, Candán, Blixen y otros capturados en los días y semanas anteriores habían pertenecido al mismo. Ahora había tres estudiantes radicales pero eficientes improvisando cómo conducirla. Se trataba de Henry Engler, cuyo nombre en clave era Octavio y que lideraba la talentosa célula guerrillera “Los Mexicanos”, Rodolfo Wolf y Armando Blanco. Patria para nadie, Pablo Brum pág. 215.

Amodio: Una vez más se desliza una falsedad contra la columna 15. La decisión de ejecutar a Mitrione fue decidida por el Ejecutivo formado por Mansilla, Blixen, Marx Menéndez y JJRodríguez. El comando de la 15 recibió la consigna de su ejecución. Sin embargo, se debe tener en cuenta que todos los implicados, salvo Mansilla, carecían de experiencia de dirección, por lo que se limitaron a aprobar lo que Mansilla aconsejara. Wolf todavía no integraba el comando de la 15. El lugar que se le asigna lo ocupaba Wassen Alaniz.

Brum: En 1970, él (Engler) y otros como Rodolfo Wolf se hicieron cargo de la Columna 15 y con ella de la decisión sobre Mitrione. Wolf luego recordó: “Lo vimos con el esquematismo de gente joven e inexperta. Se había dicho que el plazo era para tal día y que si no se aceptaba el canje iba a ser fusilado. Cuando nos quedamos sin dirección, nos atuvimos a la letra del comunicado”. Patria para nadie, Pablo Brum págs. 215-216.

Amodio: Hay aquí un error de interpretación sobre las palabras de Wolf: cuando éste dice cuando nos quedamos sin dirección, nos atuvimos a la letra del comunicado no necesariamente está reconociendo su participación en la decisión. El plural empleado está usado para referirse al MLN como organización. Nos quedamos (el MLN).

Se atuvieron por tanto, a la letra del comunicado y a la consigna recibida desde el Ejecutivo, tal como el mismo Brum pone en boca de Engler en las dos líneas siguientes de la página 215. Según Engler, al dársele la orden de matar a Mitrione, uno de los designados “se agarró la cabeza y dijo: “No puede ser!” (...) le pareció una situación espantosa”. De esta forma, una de las decisiones más trágicas de la historia del MLN quedó en manos de gente sin experiencia, que actuó “creyendo interpretar” palabras deliberadamente ambiguas

Brum: Para algunos líderes de alto rango del MLN, el resultado final no debería haber sido para nada así. Eleuterio Fernández Huidobro, el creador del Plan Satán, vio un error grave en el caso Mitrione: “La ejecución fue un golpe político muy duro para el MLN, que abortó la corriente de simpatía que despertaba en amplios sectores”. Efraín Martínez Platero, quien fue capturado en Almería, le dijo a la historiadora Aldrighi: “De ninguna manera pensábamos ejecutar a alguien. Hubiera sido la estupidez más grande que se pudiera pensar (...) Si no hubiera caído Almería, Mitrione estaría vivo. No hay la menor duda”. Patria para nadie, pablo Brum, pág. 218.

Amodio: Pablo Brum le adjudica a Huidobro la paternidad del plan Satán. Esto no es verdad, ya que dicho plan fue una adaptación al Uruguay de secuestros similares llevados adelante en Brasil. Como en tantas otras oportunidades se le adjudican a Huidobro la responsabilidad sobre temas que no le pertenecieron. Fue sí un gran copista y plagiario, como se quiera decir.

Lo que no se dice es que ante el planteo acerca de proceder al canje “por la totalidad de los presos políticos” el mismo Huidobro manifestara su convencimiento de que “están locos”, refiriéndose al Ejecutivo. Lo que Efraín sigue sin aclarar son las razones por las cuales una decisión del Ejecutivo de pedir el rescate por un número limitado de presos es cambiada por otra de tipo maximalista que llevó al Gobierno a un callejón sin salida.
En El caso Mitrione, puede leerse que Peirano, entonces Canciller, habla acerca de la necesidad de ofrecer/conseguir un rescate moderado. Ni por parte de Brum ni por la de sus fuentes se hace mención a la negociación mantenida, a instancias de Fleitas, entre Sendic y los exdirigentes Manera, Marenales y Huidobro, con posterioridad a la muerte de Mitrione y antes de la detención de Mansilla, Blixen, Marx Menéndez y JJRodríguez.

Esa negociación se llevó a cabo con el beneplácito de las autoridades policiales y carcelarias, que condujeron a Sendic desde Jefatura a Punta Carretas para plantear la necesidad de liberar a los secuestrados Dias Gomide y Fly para evitar lo que en esos momentos parecía inminente: el hallazgo por parte de la policía no solo de los secuestrados, sino de los depósitos de armas, joyas y dinero que aún estaban a salvo.

Todo eso estaba en peligro ante la avalancha de detenciones producidas tras la caída de Almería. Sendic ya había consultado con Alicia Rey y con Efraín, presos como él en Jefatura. En la reunión posterior realizada en Punta Carretas por los miembros del C1 y del C2, fui el único que apoyó la propuesta razonable de Sendic, pese a que en una actitud incomprensible para esos momentos –yo estaba en mejores condiciones que el resto de exdirigentes presos- para calibrar la gravedad del momento y la validez de su propuesta

Brum: La siguiente víctima extranjera del Plan Satán llegó a principios de enero de 1971. Era pleno verano uruguayo, con Montevideo prácticamente vacía, y seis meses después del asesinato de Mitrione. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 228

Amodio: Hacia finales de 1970 y tras la desastrosa experiencia de los planes Cacao y Remonte, se produjo en el MLN una crisis que en esos momentos pasó desapercibida. Luego de las sucesivas caídas tras la de Almería, un nuevo Ejecutivo había conseguido recomponer las maltrechas estructuras orgánicas. Estaba compuesto por Wassen, Rosencof, Engler y Berreta, quienes habían superado las luchas internas desatadas por la microfracción.

La actuación del Ejecutivo se había visto muy gravemente cuestionada por la aceptación de lo que se dio en llamar la dirección compartida con los presos de Punta Carretas, a fin de suplir con la experiencia que se les suponía a los exdirigentes la bisoñez de los nuevos. Esta medida que en principio pareció razonable, fue utilizada fundamentalmente por Sendic y Huidobro para sustituir desde la cárcel a los verdaderos dirigentes del MLN, mediante el envío, día tras día, de ambiciosos planes que nada tenían que ver con la realidad interna.

Los exdirigentes presos pretendieron poner en marcha lo que se llamó Justicia Revolucionaria mediante el secuestro de personeros del sistema y el Ejecutivo resolvió que continuaría con el secuestro de diplomáticos extranjeros, aunque sin un objetivo demasiado preciso pero que podía ser usado, llagado el momento, como un nuevo plan Satán. Los objetivos señalados fueron los embajadores inglés, el francés y el argentino. Finalmente solo se procesaría el del embajador inglés.

Brum: En septiembre, con el país todavía recuperándose del incidente Mitrione, el MLN lanzó el Plan Cacao, una ola de atentados terroristas con explosivos contra múltiples blancos civiles. Esta campaña demostró cuánto había cambiado el grupo. Tras haber perdido a la mayoría de sus miembros iniciales, incluida la conducción completa, la organización se mantenía fuerte militarmente. Era, de hecho, más proclive a la violencia que antes. Los nuevos líderes pensaban que la insurgencia debía ser incesante y que debía crecer constantemente. Era hora de que los Tupamaros impusieran su presencia en la sociedad no solamente a través de ingeniosas operaciones de propaganda armada, sino a través de la destrucción directa de los “oligarcas” y los representantes del “imperialismo”. La lista era larga: los ricos de Uruguay, los diplomáticos de gobiernos y países extranjeros, las corporaciones multinacionales, los propietarios de grandes estancias (conocidos como latifundistas) y otros. La vasta mayoría de estos eran civiles. Patria para nadie, Pablo Brum pág. 235-236

Amodio: Contrariamente a lo que dice Brum, el MLN atravesaba la que fue la crisis más importante antes del 14 de abril de 1972. Las fisuras abiertas en su estructura por las disensiones internas después de Almería, habiendo perdido más del 50% de los militantes con experiencia acumulada durante años y con una dirección cuestionada desde todos los frentes, estaba abocada a su desaparición.

Esta circunstancia no fue apreciada en su totalidad por los exdirigentes presos, que creyeron necesario proponer una serie de acciones a las que se les dio el nombre de plan Cacao y que en síntesis es la que en este libro se expone. En esas condiciones era más una huida hacia delante que una verdadera demostración de fuerza

Brum: En el Correo Tupamaro, una de las principales fuentes de propaganda diseminadas durante este período, el lenguaje era claro: “Los opresores, los oligarcas, los terratenientes, los gobernantes, no están en guerra, la contemplan. Balconean [el conflicto]. Hasta ellos no ha llegado ni el fuego ni la pólvora. Hasta ellos no llegó el miedo y la incertidumbre. Pero la guerra es contra ellos. Y a ellos hay que llegar. Que sientan la impotencia del trabajador allanado, que sientan el miedo de los estudiantes detenidos, que sientan el temor. Que en sus fiestas, que en sus selectos centros de diversión, asome el temor”. Otra sección decía además: “Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad”. Patria para nadie, Pablo Brum pág. 236

Amodio: Dicho plan, elaborado por Huidobro sobre la base de la experiencia argelina, contó con la aprobación del C1 de Punta Carretas con la excepción mía, por la simple razón de disentir con el método y fundamentalmente por la incapacidad que existía en el uso de explosivos, casi la única arma que podía ser utilizada para alcanzar los objetivos previstos. Las palabras que se transcriben entrecomilladas pertenecen a la fundamentación del plan Cacao.

Brum: Antes del Plan Cacao, los Tupamaros, a no ser por el uso de granadas poco efectivas, habían tendido a respetar los reproches de Sendic respecto al uso de explosivos. Como había dicho el líder del MLN: “El explosivo no se controla: en el momento en que dejás la bomba, sale un vecino a pasear el perro a las tres de la mañana y estás lastimando a gente inocente”. Ahora, con los fundadores fuera del juego e individuos más radicalizados a cargo -particularmente de la Columna 15-, los explosivos eran un arma aceptable. Pablo Brum, Patria para nadie, pág. 241-242.

Amodio: Esta es una falacia de la que Brum se hace eco, pretendiendo desconocer que el plan Cacao fue propuesto por los exdirigentes presos en Punta Carretas y que los noveles dirigentes, los que eran de la columna 15 y los demás, creyendo en la capacidad política de quienes los habían precedido, lo pusieron en práctica.

No solo Sendic estaba en contra del uso de explosivos. Muchos otros lo hicimos, pero los intentos para hacer aparecer a Sendic como un abanderado antibombas han sido muchos. Sin embargo, el mismo Sendic en mayo de 1972 me negará personalmente, junto con Marenales, la necesidad de replegarnos tras el 14 de abril y avalará el uso de granadas como sustituto de las armas, a todas luces escasas en esos momentos.

Brum: El Plan Cacao dominó todas las actividades del MLN por el resto de 1970. El cambio estratégico era tan evidente que durante una entrevista en diciembre con Mauricio Rosencof -quien usaba su alias Urbano-, un periodista notó que la reputación de los Tupamaros se había visto claramente dañada ante los ojos del público. Cuando el periodista preguntó si el MLN había decidido aclarar sus ideas político-sociales al pueblo, Rosencof lo descartó: los Tupamaros ya tenían el apoyo de los uruguayos, afirmó. Las operaciones de propaganda armada, agregó, “no son la prioridad al momento”. Urbano cerró la entrevista afirmando que el MLN era “indestructible”. Pablo Brum, Patria para nadie, pág. 242.

Amodio: Brum ha calificado a Rosencof como “uno de los pensadores más profundos del MLN” -Patria para nadie, página 63- pero no solo avaló el plan Cacao, sino que posteriormente hará lo mismo con el plan Hipólito, que propiciará la debacle iniciada en marzo de 1972, en la que con su voto llegarán a la dirección del MLN, el “gestor” del Cacao y el del Segundo Frente. La “profundidad de su pensamiento” lo llevará a emitir su vaticinio acerca de la condición de indestructible del MLN.

Brum: Planes distintos del Cacao todavía estaban activos, aunque había menos recursos disponibles para ellos: los rehenes del Plan Satán seguían en la Cárcel del Pueblo; el robo de las joyas frente al Ministerio del Interior ocurrió en noviembre de 1970, y naturalmente la Línea H, de hostigamiento guerrillero, seguía con la policía como objetivo. Esto significa que en 1971 todos los planes del MLN coincidieron, lo cual hace que ese sea el año que mejor demuestra la complejidad de su insurgencia. En el documento estratégico oficial para el nuevo año se decía: “CÁRCEL DEL PUEBLO, GALLO Y CACAO serían los tres «centros» militares”. En otras palabras: más secuestros (cárcel del pueblo), una continuación del terrorismo urbano (Cacao) y el cuidadoso desarrollo del Plan Gallo, una operación secreta que se tratará más adelante.

El nuevo año comenzó con el secuestro de un camión repartidor” de leche y la distribución de sus contenidos entre familias necesitadas de barrios pobres: una clásica operación de propaganda armada que esta vez incluyó el saqueo de una tienda de juguetes y la subsecuente distribución de los juguetes entre niños pobres. Al menos por el momento, los comandos del hambre estaban de regreso.

Los robos, a menudo transformados fácilmente en golpes propagandísticos, siguieron ocurriendo. Por ejemplo, el 15 de julio un escuadrón de “pesados” del MLN, incluido el excadete naval del CIM Fernando Garín y uno de los asesinos de Dan Mitrione, Antonio Mas Mas, asaltó la sucursal principal del BROU en la ciudad norteña de Tacuarembó. El equipo tomó de rehenes a todos los empleados y gerentes. José Millán era uno de estos últimos; había “entregado” el banco a los Tupamaros y actuó haciéndose pasar por rehén para así ocultar su traición. Fue una repetición del robo del BROU de Salto un año antes.

Apenas dos semanas después, la policía tuvo una satisfacción al lograr una gran captura: Mas Mas. La evidencia de su papel protagónico en el asesinato más significativo del MLN no era conocida públicamente todavía, pero el inmigrante español era más que eso. Era un audaz operador de primera línea, un hombre lleno de odio y en un estado mental delicado, quien representaba el llamado militarismo de la Columna 15 en su peor faceta. La suya era una importante pérdida para los Tupamaros. Curiosamente, la supervivencia física de Mas Mas al ser arrestado significó que los pesados de la Columna 15 no estaban siguiendo uno de sus propios lemas “accionistas”, que según Efraín Martínez rezaba así: “Más vale tupamaro muerto que tupamaro preso”. Pablo Brum, Patria para nadie, págs. 242-243.

Amodio: Como es sabido, Mas Mas fue uno de los que cumpliendo las directivas del Ejecutivo, participó en la muerte de Mitrione. Pero no fue el único ni el principal responsable. Su participación en el asalto al banco de Tacuarembó fue porque a pedido de la columna del interior, cuyo responsable máximo fue Sendic, ante la carencia de integrantes preparados para ese tipo de acciones, Mas Mas y otros, como Aníbal de Lucía y Yoldi, todos pertenecientes a la columna 15, pasaron a revistar en la columna del Interior. Comparar eficiencia con militarismo es una burda manipulación.

Las palabras puestas en boca de Efraín son otra falsedad, ya que la frase real expresaba totalmente lo contrario: “Más vale tupamaro preso que tupamaro muerto”. De haber sido como se dice, Punta Carretas habría estado vacía y los muertos habrían sido centenares. ¿Y cuál es la razón por la que se critica que Mas Mas haya sido detenido sin resistencia cuando la inmensa mayoría hicimos lo mismo? El mismo Mujica ha tenido que mentir sobre el momento de su detención, simulando un intento de resistencia que no existió jamás

Brum: De todos modos, el MLN tenía muchos hombres para reemplazar a Mas Mas. Un ejemplo típico era Carlos Liscano. En 1970, la Escuela Militar de Aeronáutica lo había expulsado por sus opiniones políticas. Con su entrenamiento militar, se volvió -al igual que el cadete del CIM Garín antes que él- uno de los pocos pero muy valiosos tupamaros con experiencia militar real. Este singular beneficio para la organización se vio reflejado, tal como lo describió el propio Liscano, en cómo esta lo trató: “Entre 1971 y 1972 fui full time del MLN. Nunca estuve clandestino. La organización pagaba un sueldo yo tenía un presupuesto, lo presentaba, el MLN lo aprobaba y me daba lo necesario para vivir, pagar el alquiler, la comida, el ómnibus”. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 243.

Amodio: Lizcano ingresó al MLN cuando éste absorbió a los militantes del MRO. Lizcano fue full time como lo fueron cientos, y a todos se les dio el mismo tratamiento desde el punto de vista de su manutención. Nada tenía que ver su capacidad en uno u otro sentido. Fueron full time compañeras cuya función era dar cobertura a determinados locales que no vieron un revolver más que en fotos. La afirmación de Brum refleja una supina ignorancia.

Brum: Liscano entrenó a otros tupamaros en tácticas de combate y los ayudó a administrar el creciente arsenal de la organización. Naturalmente, su tarea más importante eran las operaciones guerrilleras: “Tengo aún en mi memoria imágenes de civiles asustados (...) Percibías tu violencia en la cara de la gente”. Para hombres como Mas Mas y Liscano, secuestrar vehículos civiles, robar bancos, invadir cines para diseminar propaganda, bombardear casas y empresas, y acribillar policías eran ocurrencias diarias. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 244.

Amodio: Liscano no entrenó a nadie en tácticas de combate por dos razones: la primera, que nadie se planteó la formación de un ejército y la segunda porque no había medios para ello. Seguramente habrá transmitido algún conocimiento que no podía traspasar lo teórico. Las “ocurrencias diarias” usadas personificadas en Mas Mas y Liscano son las mismas que practicaron todos los integrantes del MLN en mayor o menor medida sin que eso les significara ningún desdoro. Tal es el caso de Samuel Blixen, que se ha adjudicado la muerte de Guzmán Acosta y Lara y que ha usado esa muerte como muestra de su espíritu revolucionario.

Brum: Las cosas estaban tan fuera de control que el tupamaro Luis Alemañy llegó a disparar una bazuca improvisada desde un taxi en movimiento a un vehículo de la Guardia Metropolitana. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 244-

Amodio: Esta es la prueba de mi afirmación anterior. La masacre que Alemañy estuvo a punto de provocar no merece ningún comentario descalificador sobre su personalidad.

Brum: Durante esos largos meses, ambos lados perfeccionaron sus técnicas y los tupas se consolidaron como la guerrilla urbana más experimentada de la Guerra Fría. Parte de esta capacidad de lucha residía, como siempre, en la notable penetración que el grupo lograba de sus enemigos. Por ejemplo, el policía Miguel Benítez no solamente trabajaba para el MLN, sino que también participó de programas de entrenamiento organizados por el gobierno estadounidense. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 253.

Amodio: Durante el tiempo que no estuve preso, fui responsable del servicio de información del MLN. Como tal, aunque no tenía por qué conocer su identidad, sí debía conocer la existencia de un informante nada menos que en el corazón del aparato policial. Y ese conocimiento nunca lo tuve. Puedo asegurar que el MLN nunca contó con información proveniente del interior de la policía y por lo tanto puedo asegurar que Benítez tampoco lo fue. Por entrevistas que he mantenido entre diciembre de 2016 y marzo de 2017 estoy en condiciones de asegurar que fue un infiltrado en Jefatura a favor del partido Comunista.

Brum: El nuevo líder del MLN Adolfo Wassen también era producto de la Columna 15. Como interrogador de Mitrione y también prominente tupa de segunda generación, Wassen tenía, según Efraín Martínez, una de las líneas estratégicas más duras de todo el MLN. Había tenido sus inicios revolucionarios durante los incidentes de 1968, cuando una bala policial rebotada lo alcanzó en la pierna y catapultó su reputación militante. Tanto él como Engler se consideraban discípulos de Alberto Candán, quien había caído en Almería. Mientras que Engler se especializaba en operaciones armadas, Wassen venía de la sección de servicios. Wassen era el tercer miembro más prominente de la nueva tetrarquía conductora, después de Engler y Rosencof. Se beneficiaba de formar parte de la dirección en el momento de mayor acumulación de recursos de los Tupamaros, por ejemplo con la posibilidad de viajar en un avión del MLN a Paraguay y de ahí a Chile para reunirse con Fidel Castro. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 261-262.

Amodio: El MLN nunca tuvo un avión propio. Tuvo sí a su disposición una avioneta que antes estuvo al servicio de Joao Goulart. A medida que avanza la lectura de Patria para nadie, compruebo el alto índice de inexactitudes en que incurre Brum por falsas informaciones de sus fuentes, especialmente Efraín Martínez Platero. Wassen nunca perteneció al sector Servicios.
Wassen nunca fue herido en enfrentamientos con la policía. Sí lo fue en un asalto a un coleccionista de armas, de apellido Guidet, quien lo hirió de un balazo en el pecho, en septiembre de 1969.

Brum: Wassen fue capturado el 2 de julio de 1971 y así se unió al resto de los tupamaros hombres en la cárcel de Punta Carretas. En ese lugar el MLN debatió su falta de rumbo estratégico. Sendic, en particular, se quejó del Plan Cacao. Lo rechazó por ser cobarde y agregó que era preferible luchar “De frente, a lo gaucho”. Escribiendo desde la cárcel, su propuesta alternativa era el Plan Remonte. Consistía en reavivar el mensaje político de los Tupamaros a través de la toma de cines, fábricas, salones de clase universitarios y ómnibus, en los cuales pequeños equipos de insurgentes hicieran propaganda directa al pueblo. Estas células darían discursos, entregarían volantes y a menudo proyectarían diapositivas. A veces tomarían hasta cinco salas de cine simultáneamente. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 262.

Amodio: Wassen fue detenido en julio de 1971, tal como dice Brum en uno de los escasos testimonios verdaderos. Pero en ese momento Sendic no planteó ninguna salvedad sobre el plan Cacao, por una razón muy simple: ya lo había hecho casi un año antes, en septiembre-octubre de 1970, momento en el que planteó la puesta en marcha del plan Remonte.

En julio de 1971 el Cacao ya era un tema zanjado y lo que se discutió fue la viabilidad del plan Tatú, el plan estrella de Sendic y sus seguidores, que tuvieron en Wassen a uno de los más firmes opositores. No en balde había sido el impulsor de la salida del Ejecutivo de Berreta, hombre de confianza del Sendic, que había puesto en marcha la construcción de una cincuentena de “tatuceras”, a espaldas de la posición mayoritaria.

Sendic no escribió una sola línea sobre el Plan Remonte. Quien lo hizo fue el mismo que con tanto entusiasmo había fundamentado el denostado plan Cacao: Huidobro. La frase atribuida a Sendic de “pelear a lo gaucho” pertenece a la mitología tupamara. Sendic fue uno de los impulsores de los desarme de miembros de la Metropolitana, Republicana y simples policías de comisarías, así como de la muertes de los cuatro soldados de guardia en la calle Abacú, acciones todas realizadas sobre la base de la superioridad numérica y la sorpresa


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