29.OCT.19 | Posta Porteña 2061

¿CHILE DESPERTÓ?

Por varios

 

Chile y el estallido popular

Todo comenzó cuando un grupo de estudiantes manifestando su disconformidad ante el aumento de boleto subieron masivamente al Metro y no lo pagaron.

El poco tacto del gobierno que apeló a la represión militar conmocionó a todo Chile y a  América Latina. Instaló medidas de excepción, toque de queda, estado de sitio. Esa fue la respuesta hacia un pueblo que lucha contra el hambre.

Mientras el gobierno apelaba a la violenta represión con el Ejército y los tristemente célebres Carabineros los estudiantes convocaron al movimiento popular chileno a ocupar los lugares públicos, las ciudades de todo el país. La población respondió.

El problema estudiantil ahora se transformó e incluyendo a la población cuestionó al gobierno, a la política económica neoliberal, a la miseria de los salarios, a la situación de hambre de los pobres, a las privatizaciones (salud, vivienda, agua, etc.) a que un 14% de ricos y las multinacionales se apoderaran de la riqueza llevando al pueblo a la indigencia (incluidas, las comunidades indígenas). Todo se difundió por las redes.

Chile despertó porque resistía, porque denunció permanentemente la represión militar y el despojo del neoliberalismo. Se demostró un gran acierto del movimiento inicial y la rebeldía ganó las calles. No se quedó en la reivindicación, levantó la denuncia política enseñando a toda América latina las consecuencias nefastas de las políticas neoliberales...

Así pues, la claridad del movimiento social chileno le permitió no quedarse en lo puntual y abrió la lucha a toda la población otorgando profundidad a su lucha. Vimos en los videos a las amas de casa explicando los sacrificios para comer todos los días, como viven, la súper explotación del trabajo, quedarse sin salud, con viviendas precarias. La claridad en el cuestionamiento al gobierno como el orquestador de la política económica neoliberal. No hubo solo crítica sino que construyeron sus propias organizaciones de asambleas, de discusión abierta, cara a cara, de una gran y fantástica actividad cultural conjunta con la población tomando las calles. Los pobres, los “sumergidos” tenemos nuestra propia cultura. Los pueblos en el mundo han tenido muchas derrotas y de ellas se sale aprendiendo de los errores, autocriticándonos, resolviendo entre todos, desconfiando de las élites: las económicas y las políticas al servicio del capitalismo. No olvidar el camino trazado por los primeros libertadores en América Latina: LOS PUEBLOS DEBEN SER LIBRES.

Chile despertó es vuestra consigna abriendo camino. América Latina y el pueblo oprimido del mundo, tarde o temprano, la hará suya. Gracias pueblo chileno por esta magnífica enseñanza.

Marxito

Montevideo 27 de octubre de 2019

 

NOTAS PROVISIONALES EN TORNO A LA “ANÁRQUICA” REVUELTA DE MASAS QUE SACUDE A LA REGIÓN CHILENA

 

El viernes 18 de octubre una salvaje revuelta estalló en la ciudad de Santiago y al siguiente día ya se había expandido a prácticamente todas las ciudades del país. El motivo aparente fue el alza del pasaje en la locomoción colectiva de Santiago (en los buses de Red Metropolitana de Movilidad y el Metro), pero en la raíz mostró un descontento total con el modo de vida capitalista. Un enorme e incontrolado movimiento hizo de esta manera su aparición histórica y como algunos/as compañero/as han afirmado en varios panfletos repartidos en la revuelta: “ya nada volverá a ser igual”

Lo favorable del movimiento para la perspectiva antagonista

-Lo primero que debemos destacar es la generalización espontánea del movimiento y su crítica en los actos a la totalidad del modo de vida capitalista-neoliberal: expropiación y repartición en masa de mercancías de grandes capitalistas (supermercados, centros comerciales, farmacias, bancos, etc.), destrucción de infraestructura estatal (comisarías, edificios municipales, etc.), repudio masivo a los cuerpos represivos del Estado en un contexto “democrático” (carabineros, policía de investigaciones y milicos), y un esbozo intuitivo de crítica a la totalidad de la mercantilización de todos los aspectos de la vida cotidiana (no hay una “demanda” o “reivindicación” concreta, se quiere “cambiar todo”)

-El rol dinamizador que ha jugado y juega el proletariado juvenil, con su intransigencia programática y combatividad subversiva a toda prueba.

-Las protestas salvajes efectivamente constituyeron un daño cuantioso a la propiedad privada de los grandes capitalistas de este país: este fue el verdadero motivo de que el Estado pusiera los milicos en las calles. Esto horrorizó a la clase dominante-capitalista.

-Otro aspecto que nos ha llamado profundamente la atención es la proliferación de núcleos que practican de manera extendida la violencia ofensiva y la autodefensa contra las fuerzas represivas del Estado en las manifestaciones –tanto en el “centro”, como en los barrios periféricos-. Existe algo como “violencia proletaria de masas difusa”, que se coordina de manera solidaria en medio de las barricadas, que hace innecesaria –al menos, por ahora- cualquier tipo de especialización o profesionalización de esta actividad por grupúsculos. Hasta el momento, esto ha sido bastante efectivo.

-La fractura del aislamiento y la incomunicación a que somos sometidos a diario en este sistema que se manifiesta en: solidaridad espontánea de clase y comunicación social por fuera de los roles previamente prefabricados.

-A pesar del “Estado de emergencia”, del toque de queda, y de los milicos en las calles, el proletariado no ha tenido miedo y no ha abandonado la lucha pese a la brutal represión que ha cobrado un número aún desconocido de asesinados/as, torturados/as, desaparecidos/as y encarcelados/as. Al momento de escribir estas líneas se ha anunciado en muchas regiones, incluyendo la Región Metropolitana, el cese del toque de queda, por la presión social del proletariado que no lo ha respetado en absoluto y que manifiesta un odio visceral a los milicos.

-Pese a todos los esfuerzos del Estado por volver a “cierta normalidad” y de la difamación de los medios masivos de comunicación, ésta ha sido imposible de restaurar, ya que nuestra clase ha continuado protestando a diario sin necesidad siquiera de “pedir permiso” para hacerlo –todas las manifestaciones han sido “ilegales”-.

-La realidad de la lucha ha desbordado los intentos de “espectacularizar” la revuelta de la prensa: el proletariado ha reconocido que la función social-esencial de la prensa es distorsionar los hechos y montar un relato afín a los intereses de la clase dominante –los/as periodistas son los “voceros” del capital-.

-El movimiento, en el contexto de la revuelta, se está dotando –embrionariamente- de órganos de lucha con arraigo territorial, en base a la conformación de asambleas auto organizadas de vecinas y vecinos, que se encuentran en diversos barrios y poblaciones construyendo desde abajo una perspectiva anticapitalista que se contraponga a la precarización de la vida. Consideramos estos espacios de asociatividad proletaria estratégicos para conformar una comunidad de lucha, debido a que expresa la necesidad de autoactividad por parte de los/as mismos/as proletarios/as de manera autónoma a cualquier intervención externa a ellos/as mismos/as.

-Un sector importante del proletariado ha rechazado en bloque las propuestas de “reformas” con las que el gobierno ha intentado apagar el fuego de la revuelta: son consideradas migajas indignas, lo que tiene al Estado en jaque, al menos, hasta el momento.

-No existe ningún “sector político” capaz de autoproclamarse representante y ente válido para dialogar con el gobierno: cuestión que tiene a la burguesía desconcertada. Es una revuelta sin líderes. De ahí, “lo anárquico” de este movimiento.

Las contradicciones y los límites que las minorías revolucionarias deben combatir en el seno del movimiento

-Durante las megamarchas efectuadas el día viernes 25 de octubre, que solo en la ciudad de Santiago convocaron según cifras oficiales a más de 1.500.000 manifestantes, se expresó masivamente un sentimiento de identificación patriótica y de unidad nacional, en detrimento de una perspectiva de clase del conflicto social. Ejemplo de esto fue la proliferación de banderas chilenas –que habían estado ausentes- y un ambiente festivo y pacifista que prevaleció durante toda la jornada, siendo esto valorado por el mismo gobierno como una oportunidad que “abre caminos de futuro y esperanza”

-El titubeo que han demostrado ciertos sectores organizados del movimiento obrero de participar de la revuelta –por ejemplo, los mineros de la empresa estatal CODELCO y los sindicatos pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadoras y Trabajadores NO+AFP-, con la digna excepción de la Unión Portuaria de Chile (UPCH) y el gremio de la construcción agrupado en el combativo sindicato SINTEC.

-El eco que en ciertos sectores sociales ha hecho el rumor esparcido por la prensa y el gobierno de que existe una oleada de saqueos que tiene como objetivos casas de particulares y pequeños negocios –los que han sido casos muy particulares y poco numerosos-. Esto se ha expresado en el fenómeno de los “chalecos amarillos”, vecinos/as organizados/as en cuadrillas que defienden sus barrios de inexistentes saqueadores. Esto es peligroso porque es caldo de cultivo para corrientes ultraderechistas-neofascistas y porque enfrenta a proletarios/as contra proletarios/as.

-La existencia de militantes de partidos tradicionales y de la “nueva izquierda” –que es más de lo mismo- en las asambleas y cabildos auto organizados, que intentan cooptar y suplantar la autodirección del movimiento para imponer sus posiciones y convertirse en interlocutores válidos para negociar con el poder.

-A pesar de los grandes saltos cualitativos que ha dado el movimiento en su vasta extensión, no ha podido cuajar y consolidar una lectura claramente de clase, debilidad que demuestra una gran tarea pendiente que debe ser subsanada por la proyección del movimiento. Esto ha significa, sobre todo desde las mega marchas, el resurgir de una identificación como “clase media” de algunos sectores del proletariado promovida por los partidos del orden y los medios masivos de comunicación.

-La revuelta encontró a las minorías revolucionarias desorganizadas y fragmentadas, lo que, sin embargo, no significó que participaran de inmediato en el movimiento, intentando brindar orientaciones por medio de los actos y la propaganda, a pesar de sus limitados medios. La izquierda y el leninismo en general no se quisieron mezclar con los incontrolados, se desmarcaron de la revuelta, e incluso sus sectores más tradicionales condenaron los saqueos a grandes empresas, y tardaron al menos tres días en demostrar su presencia en las calles. Esto pone de manifiesto la necesidad de constituir un movimiento abiertamente anticapitalista que agrupe a los sectores más radicales de la clase.

Perspectivas provisionales

Pese a lo que ocurra en el desenlace de esta gran coyuntura, es claro que se ha producido una ruptura irreversible, una grieta, que marca un cambio de época para nuestra clase en esta región. Lo que han vivido en estos días miles y miles de proletarios/as sin previa experiencia de lucha, difícilmente podrá ser borrado de la memoria combativa de nuestra clase. Esta revuelta ha brindado una oportunidad única que no debe ser desaprovechada: ha quedado claro que solo luchando se imponen las reivindicaciones y las mejoras concretas en las condiciones de vida del proletariado. Nos hemos dado cuenta de nuestra propia fuerza.

La revuelta generalizada, anuncia la posibilidad latente de un cambio revolucionario posible, de la reconciliación de la especie humana consigo misma y su entorno natural, a pesar del previo desprecio que manifestaban sectores del entorno subversivo de nuestra región –con discursos del tipo “humano=plaga” o que el “pueblo está muerto”-. El proletariado no ha muerto, no somos solo capital variable, tenemos un enorme papel que desempeñar para liquidar este mundo capitalista y ha quedado demostrado en la práctica. Por ahora, la lucha continúa en la calle y en las asambleas contra el pacto social que nos quieren imponer y la recuperación reformista. Esta revuelta cuestionó intuitivamente los cimientos de la estructura social capitalista y eso no se podrá borrar de la memoria histórica.

Nosotros/as vamos más allá, vamos hacia la vida.

Algun@s Proletari@s en lucha de la Región chilena
Mañana del sábado 26 de octubre
Primavera subversiva del 2019

 

ESTO NO PARA: ¡YA NO VOLVEREMOS A SU NORMALIDAD!

En el viento que siembra la tormenta,
cosecharemos días de fiesta”

Canción “La vida pasa”, de Raoul Vaneigem

Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital-

Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno.

Ya no podemos soportar más esta miserable realidad. Su “normalidad”, a la que nos quieren arrastrar, es la esclavitud del trabajo asalariado que nos roba nuestro valioso tiempo, no poder llegar a fin de mes, las enfermedades mentales que nos provoca esta locura de mundo capitalista, la paz de los cementerios, la amnesia histórica, la inexistencia de un conflicto entre clases sociales, el adoctrinamiento de la juventud proletaria a la sumisión en las cárceles-escuelas, la destrucción sin remordimientos de nuestro entorno natural, y en definitiva, una civilización y un modo de existencia suicida que nos tiene al borde de la autodestrucción como especie. ¡A la clase capitalista solo les importa que produzcamos mercancías, las hagamos circular y las vendamos!

Durante estas emotivas jornadas hemos descubierto que es realmente vivir, abriendo un camino para ir desterrando de nuestras cabezas todo lo que nos impusieron. Nos hemos encontrado colectivamente y vislumbrado que todas nuestras necesidades insatisfechas tienen su raíz en esta forma de vida inhumana que precariza todo lo que toca. Aunque parezca difícil de creer, casi no hemos gastado dinero para subsistir durante estos días, la solidaridad y el apoyo mutuo han sido casi una norma por todas partes: en las poblaciones, caceroleos, barricadas, movilizaciones, asambleas, saqueos, etc. Y esto ha sipo posible porque muchísimas personas nos hemos reconocido como iguales, como una clase que se opone a otra clase, y que quiere dejar de serlo, y que, además, ha creado espontáneamente un movimiento de asambleas en donde el proletariado se asocia y se dota de una perspectiva de lucha que pretende ser común.

Nosotras y nosotros lo queremos todo y ahora, a contracorriente de quienes quieren domesticar y encauzar la vitalidad que ha demostrado el proletariado de manera democrática en una “Asamblea Constituyente”. La lucha no amaina, a pesar del desgaste, el oportunismo, las balas y los llamados a la “paz social”. Hagamos de mañana un “súper lunes” salvaje que los haga temblar.

¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS AUTO ORGANIZADAS!
¡NO TENEMOS NADA QUE PERDER!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!


Un grupo de Proletari@s "anormales" en lucha, Santiago,

Región chilena en revuelta
Domingo 27 de octubre

 

ESTADO, TERROR, REBELIÓN

 

Recuerdo que para una de las primeras grandes marchas del 2011, en el momento en que las Fuerzas Especiales de Carabineros comenzaron a atacarnos con palos, agua tóxica y gases, algunos ciudadanos gritaban: “¡Esta es la represión fascista del gobierno de Piñera!”. Les respondí que al parecer no habían estado nunca en la calle durante todo el período de gobiernos concertacionistas (1990-2010), porque era la misma represión, con la misma brutalidad, con la misma ilegalidad, y que incluso durante ese período se había reforzado con mejores equipos y apoyo político transversal desde la UDI al PS.

En efecto, el aparato represivo del Estado se basa en un terrorismo latente, que siempre está ahí esperando el momento de desplegarse efectivamente sobre el conjunto de la población. Incluso Marx en El Capital habla de que el sistema capitalista en su fase de acumulación originaria se basa abiertamente en el terrorismo privado y luego estatal, para después, cuando ya está naturalizado en las cabezas y cuerpos de la población, reducir cuantitativamente esa veta gracias al acatamiento pasivo de las relaciones sociales que impone. Hasta que por circunstancias especiales sea necesario volver a mostrar abiertamente esa faz de “dominación por el terror”

La vieja creencia democrática/izquierdista de que las Fuerzas Armadas y de Orden eran fieles y respetuosas guardianas de la Constitución y las leyes hasta el 11 de septiembre de 1973 es un mito que hay que destruir.

La popularidad de cierto neo-folclor nos ha hecho creer que la única gran masacre antes del 73 fue la de la Escuela Santa María de Iquique. Pero no es así. Si miramos bien la Historia veremos que el listado de acciones brutales y genocidas contra pueblos originarios, proletariado urbano y campesino, estudiantes y minorías sexuales, representadas simbólicamente en el color rojo sangre de la bandera nacional, ha sido la norma y no la excepción.

Las masacres de San Gregorio (1921, con Pedro Aguirre Cerda como Ministro del Interior), Ranquil (1934), Pampa Irigoin (1969), El Salvador (1966), la sangrienta represión de la insurrección obrera de Puerto Natales hace cien años (enero de 1919), el incendio de la Federación Obrera de Punta Arenas (1920), la Pascua Trágica de Copiapó y Vallenar (1931), la revolución de la chaucha en 1949 y la insurrección simultánea de abril de 1957 en Valparaíso/Santiago/Concepción (1) …todos estos eventos son la demostración concreta de que Estado y Terror son sinónimos, y que la verdadera finalidad de la existencia del aparato represivo no es otra que mantener intacto el sistema de dominación.

La policía torturaba y masacraba incluso en 1971, con el Estado conducido por partidos de la Unidad Popular, como demuestra Carlota Villabona (“Natacha”) en su libro recientemente publicado sobre su vivencia en la Vanguardia Organizada del Pueblo (2). Las torturas aplicadas a las compañeras de los vopistas incluyeron vejaciones sexuales, y causaron incluso abortos a las que estaban embarazadas. Por supuesto, la izquierda oficial guardó silencio

Es totalmente cierto lo que ha señalado recientemente Javier Rebolledo: hacia 1973, “los detectives, y no los militares, eran los especialistas en la tortura. En este país se venía torturando desde tiempos inmemoriales, en el gobierno de Alessandri, Frei, Ibáñez, también Allende. Pero no era un tema que estuviera en la palestra. Se asumía que al lumpen, a la delincuencia, se le torturaba con la máquina de electricidad. Los especialistas en la tortura eran los detectives. Esta situación se hizo notoria solamente cuando se torturó a la clase política” (3)

Y la policía siguió torturando y masacrando después de que Pinochet le entregara la banda presidencial a Patricio Aylwin el 11 de marzo de 1990. El grueso de la izquierda no quiso darse cuenta de ese dato, y parte de ella se entregó de lleno al trabajo del aparato represivo a través de la Oficina de Seguridad Pública, dedicada sistemáticamente a la infiltración y desarticulación de los grupos que siguieron usando las armas en contra de la dictadura reciclada en “democracia de los acuerdos”

A los lautaristas y frentistas de mi generación se les combatió con delación, tortura, ejecuciones extrajudiciales y prisión política, y la Concertación de Partidos

Por la democracia justificaba todos y cada uno de esos hechos, o miraba para el lado y guardaba silencio

Además de esos eventos puntuales, el sistema penal del estado capitalista tiende permanentemente a violar sus propias leyes, en su funcionamiento cotidiano que rara vez es percibido, pues opera en las sombras de los calabozos y cárceles. A esa dimensión del funcionamiento del aparato represivo se le conoce en la criminología latinoamericana como “sistema penal subterráneo”, e incluye desde las detenciones arbitrarias e ilegales, hasta las vejaciones y torturas, además de desapariciones (como la de José Huenante) y ejecuciones extrajudiciales (como las que se han aplicado a Matías Catrileo, Alex Lemún y Camilo Catrillanca, dentro de un listado mucho más grande)

Desde la gran insurrección del 18 de octubre, donde una vez más la punta de lanza fueron los adolescentes confinados en liceos que parecen cárceles, y a los que el Estado en bloque (no sólo la derecha) estaba combatiendo con leyes como (Jaula Segura) y la de rebaja de edad del control preventivo de identidad, ha vuelto a quedar claro que la policía y los militares son los primeros en violar flagrantemente sus propias leyes, y que bajo el pretexto del “control del orden público” lo que hacen es defender el orden social capitalista, disparando indiscriminadamente sobre el pueblo.

No lo olvidemos.

A una semana de este gran levantamiento del pueblo chileno, podemos decir que la intensificación cualitativa y cuantitativa del sistema penal subterráneo ya constituye un abierto terrorismo de Estado, ocultado por los grandes medios pero retratado directamente por miles de cámaras y subidos a páginas personales y redes de contra-información. Detenciones ilegales, golpizas, lanzamiento de lacrimógenas al cuerpo, represión indiscriminada sobre manifestantes pacíficos, uso de recintos ilegales de detención, asesinatos, torturas, al menos 20 muertos, 3000 detenidos registrados (y denuncias de detenciones para el sólo efecto de golpear, que no se registran oficialmente), una cantidad de lesionados que ya se cuenta por miles y que incluye varios en estado grave, incluyendo al menos a 50 personas que han perdido algún ojo por el uso desproporcionado de balines policiales.

Cuando las violaciones de derechos humanos son masivas y sistemáticas, estamos ante crímenes de lesa humanidad.

Tener esto en claro es fundamental. Y por eso las autoridades prefieren ocultar la verdad. A modo de ejemplo, veamos lo que acaba de decir el General Director de Carabineros en el Congreso: “nosotros no usamos la palabra ‘represión’, usamos la palabra ‘control de orden público’, la palabra ‘represión’ es muy fuerte” (4). A eso se le llama “fraude de etiquetas”

Si vamos a liberarnos de toda la “vieja mierda” -como decía Marx-, tendremos que librarnos también del terrorismo de Estado y llevar esta revuelta a un punto de no retorno, mediante la organización comunitaria, de abajo hacia arriba, y en contra de todo poder estatal.

Autor Desconocido

Chile, 28 de octubre de 2019.

Notas:
(1) Sobre la cual hay un breve texto en https://www.elciudadano.com/organizacion-social/2-de-abril-de-1957-valparaiso-concepcion-y-santiago-insurrectos-por-el-alza-del-transporte/04/02/
(2) Carlota “Natacha” Villabona/Felipe Guerra, Si no aprendemos a luchar juntos nos matarán por separado, Editorial Tempestades, 2019.
(3) https://www.eldesconcierto.cl/2019/10/10/javier-rebolledo-revela-detalles-de-su-nuevo-libro-sobre-los-comunistas-infiltrados-en-la-pdi-durante-la-dictadura/
(4) https://www.cnnchile.com/pais/general-director-carabineros-represion-orden (link ya roto)


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