04.NOV.19 | Posta Porteña 2063

¿Dónde están los votos que se fueron del Frente Amplio? Hacia el Balotaje uruguayo

Por País/Observador

 

Las encuestadoras dicen que los blancos corren con ventaja de cara al balotaje, pero advierten que el oficialismo aún tiene posibilidades. La clave, dicen, será ir por los exfrenteamplistas.

 

CARLOS TAPIA El País Domingo, 03 Noviembre 2019 (EXTRACTOS)

Y los votos dónde están 

En 1999 el Frente Amplio consiguió 861.202 votos, en 2004 —crisis de por medio— se fue a 1.124.761 y no tuvo necesidad de ir a un balotaje, en 2009 fueron 1.105.262 y en 2014, 1.134.187 (contando siempre las primeras vueltas). En este 2019 el oficialismo retuvo 939.363: 194.824 menos. Los encuestadores coinciden en que la estrategia de Martínez debe estar focalizada en ir por ellos, por los que lo votaron y ya no lo votan. Pero la pregunta es, ¿dónde están esas personas?

“El Frente Amplio retuvo el 82% de los votantes que tuvo en 2014. Uno de cada cinco decidió votar otra cosa, y lo hizo por razones diversas”, señala Bottinelli. Para el director de Factum hay un grupo de exfrentistas que prefirió a Cabildo Abierto, y “probablemente se trate del 2% del total del electorado”. Y estima que la mayoría de estos en anteriores comicios le dieron su sufragio al MPP

“Aunque el MPP votó bien, tiene una pérdida en comparación con el período anterior, además de que logró conseguir algunos votantes nuevos. Lo que nosotros logramos identificar es la existencia de vasos comunicantes con Cabildo Abierto, los que tienen que ver con el perfil sociodemográfico, con el lugar donde viven, con la clase social a la que pertenecen. Esto se ha dado sobre todo en el interior del país, pero también es un fenómeno que se repite en las zonas periféricas de Montevideo”, advierte Bottinelli.

Marian Pomiés, Cifra "El Frente Amplio subestimó el valor de las encuestas y no se preparó para esta situación"

Según los cálculos de Pomiés, de la consultora Cifra, el 25% de los que votaron por Cabildo Abierto (un 2,7%) son ciudadanos que en 2014 le dieron su confianza al Frente Amplio.

“Ideológicamente uno diría que lo más factible, por sus perfiles similares, es que los votantes de Cabildo Abierto vengan del MPP. Y también puede decir que los votantes del Frente Amplio que pasaron al Partido Colorado salen del astorismo. Sin embargo, tanto el Partido Colorado como Cabildo Abierto tienen un espectro ideológico que es bastante amplio”, advierte la directora ejecutiva de Cifra.

Pomiés agrega que el 14% de los votantes del Partido Colorado (1,7% del total de electores) llegó del Frente Amplio. La misma procedencia tiene un 10% de los que eligieron al Partido Nacional en esta elección (2,8% del total).

“Los votos que eran del Frente están sobre todo en los tres principales partidos de oposición. Según lo que nosotros manejamos, pierde primero votos con el Partido Nacional, y después con Cabildo Abierto y el Partido Colorado”, dice Porzecanski, de Opción. Y agrega: “En junio parecía que el Partido Colorado podía ser el mayor sustractor de votos, pero eso luego cambió. El voto más educado que migró sí fue para el Partido Colorado; el menos educado fue a Cabildo Abierto y también al Partido Nacional en el interior”.

Duro golpe para el FA en el interior y caída en la capital

 

¿Cómo se explica la derrota del Frente Amplio? Para entenderlo hay que mirar primero que nada hacia el interior del país. Varios departamentos en los que el oficialismo había ganado en 2014 se pasaron a filas opositoras. Este es el caso de Artigas, Rivera, Treinta y Tres, Maldonado y Florida.
En tanto, en Montevideo, aunque la fórmula Martínez - Villar ganó con cierta holgura, lo cierto es que hay una caída que su partido viene sintiendo elección tras elección. El pico máximo del Frente Amplio en la capital fue en 2004, cuando obtuvo el 63% de los votos. En 2009 logró el 58%, en 2014 alcanzó el 55% y el domingo pasado tuvo otra caída pasando al 47,5%.


En cuanto a los barrios, de acuerdo a un informe de El Observador, el Frente Amplio ganó en todos menos Carrasco, Pocitos, Punta Carretas y Malvín, donde se impusieron los blancos.
Cabildo Abierto consiguió una muy buena votación en algunos barrios, superando el 10% en Manga, Jardines del Hipódromo, Punta de Rieles y Cerrito.

Camino al balotaje 

Mientras Lacalle Pou sigue un guión preestablecido, el Frente Amplio se mueve con más inseguridad sobre un escenario que los encuestadores vaticinaban como el previsible. “Lacalle Pou, sin duda, parte con ventaja. Antes de la elección hablábamos de que un piso para que el Frente Amplio peleara con posibilidades reales y en igualdad de condiciones era llegar al 42%, y votó menos de 40%. Con esta realidad el tiempo y el mensaje son muy importantes. Si quieren competir tienen que dar ya, a más tardar el lunes (mañana), señales muy claras. Si no, ya va a ser demasiado tarde”, sentencia el director de Factum.

Bottinelli Pomiés coinciden en que hoy en el Frente Amplio conviven dos estrategias distintas, y en que para competir es necesario alinear a los dirigentes y la militancia en un mismo sentido.

Durante la campaña el oficialismo decidió “prescindir de sus líderes históricos”, advierte Bottinelli. No aparecieron —salvo en publicidades de sus respectivas listas— ni José Mujica, ni Danilo Astori, ni Vázquez. Se apuntó a la renovación. En el acto final solo estuvieron Martínez Graciela Villar sobre el escenario.

Y, al parecer, esta era la estrategia que se iba a seguir rumbo al balotaje, incluso elevando como único protagonista al exintendente. Ejemplo de esto son los carteles que la pasada semana se colocaron en varias zonas de Montevideo. Antes estaba la fórmula, ahora aparece solo el candidato con las leyendas: “Martínez presidente” y “¡Viva Uruguay!”.

Martínez aparece solo en los carteles, pero esa no es la estrategia que esta semana dijo el Frente que iba a utilizar”, marca la contradicción  PomiésBottinelli advierte, en tanto, que el oficialismo salió a la cancha hacia el balotaje con una cartelería que estaba preparada para un partido que sacara el 45% de los votos.

Rafael Porzecanski, Opción "Hay que ver lo que pasa con el Frente Amplio, cómo cae lo que pasó y cómo se mueven las cifras"

En los últimos días Martínez abrió la cancha a que más dirigentes se sumen a la búsqueda de votantes, adquirió mayor protagonismo a Mujica y se puso a Orsi, intendente de Canelones, como jefe de campaña. “Orsi no solo es del interior, donde el oficialismo perdió muchos votos, sino que tiene la virtud de poder mover a la militancia del MPP. Fue un movimiento interesante”, dice Pomiés.

“Se quiso pasar la etapa de la tríada (VázquezMujicaAstori) que conducía al Frente. Volaron a los veteranos. Los escondieron. Y me parece que ahora la cosa tiene que pasar por otro lado. Todos tienen que ayudar si quieren ir por los votos perdidos”, añade Bottinelli.

El politólogo Gerardo Caetano, en tanto, dijo en el programa Todo Pasa, de Océano, que Martínez necesitaba pensar una mejor estrategia que la utilizada en la noche del pasado domingo, en caso de que quisiera pelear la elección. Para él, no debió plantear la elección entre dos personas, sino entre dos proyectos, y hacer hincapié en “la dicotomía que puede llegar al elector”. También tendría que haber dado ejemplos concretos: lo que pasaría con el presupuesto, los posibles ajustes, el cogobierno con Manini Ríos y “el abismo” que separa a este de Talvi.

En los últimos días Lacalle Pou se movió con rapidez: llevó adelante reuniones con los líderes del arco opositor, empezó a preparar el acuerdo programático y los medios se vieron copados con quienes apoyan su candidatura. En tanto, dirigentes frenteamplistas dieron notas en las que más que nada les preguntaron por las razones de la derrota, Martínez dio dos entrevistas y lanzó una comunicación directa con los votantes a través de Facebook Live. El jueves este fue difícil de seguir debido a que la pantalla estaba horizontal y la imagen vertical, lo cual provocó que el candidato cambiara al equipo técnico que se encargaba de filmarlo. El viernes volvió al Facebook Live. El tono fue crítico con Lacalle Pou y apocalíptico en cuanto a un posible ajuste fiscal en caso de gobernar. Para el fin de semana anunció que iría casa por casa a convencer vecinos. Ellos saben que es difícil, mas no lo ven imposible

Casi 40% de los uruguayos se fue a los extremos

La fragmentación y el auge de las opciones populistas y de izquierda y derecha pondrán a prueba el sistema liberal

Miguel Arregui El Observador noviembre 1, 2019

Dos caras de una moneda: el Frente Amplio confirmó en las elecciones del domingo 27 su amplia supremacía de los últimos 20 años; pero a la vez sufrió la caída más grande de su historia.

En cinco años la coalición de izquierda perdió casi el 19% de sus votantes. No le había ocurrido jamás: ni tras 12 años de dictadura, ni después de la escisión de Hugo Batalla y los democristianos en 1989.

El Frente Amplio ya no es tan popular en ciertos sectores de alta educación relativa, entre los cuentapropistas y pequeños empresarios, entre los más pobres y los más jóvenes.

Dos de cada tres de sus votantes se ubicaron bien a la izquierda: una proporción muy alta por el debilitamiento de los sectores socialdemócratas o de centroizquierda. Su nueva bancada parece más adecuada para una oposición cerril que para llevar un gobierno sin mayoría parlamentaria.

Ese corrimiento hacia la izquierda, unido a cierto hartazgo de los votantes independientes, le dificultará conseguir el respaldo de al menos otros 185.000 ciudadanos —unos 7,6 puntos porcentuales— que le faltan para ganar el balotaje en tres semanas, el 24 de noviembre (más del 5% suele votar en blanco o anulado). Es Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, quien tiene ahora las mayores posibilidades de triunfo, como cabeza de una coalición opositora que va del centro a la derecha pura y dura.

El voto de los uruguayos mostró una inusual dispersión entre siete partidos que ganaron al menos una banca en la Cámara baja, y que contienen en su interior una gran variedad de tendencias e intereses. En los próximos cinco años el parlamento será el eje del sistema, más que el Poder Ejecutivo

Alrededor del 40% de la ciudadanía se inclinó por sectores extremos del arco político: ya sea 11 o 13% que se fue bien a la derecha, hacia Cabildo Abierto, el Partido de la Gente y pequeños sectores blancos y colorados; y cerca de 30% que se recogió bien a la izquierda, hacia el MPP (un sector grande y poco coherente que va de ultras a populistas), el Partido Comunista y sus aliados, socialistas de inspiración marxista-leninista y otras agrupaciones menores, que lograron un amplísimo predominio en su coalición.

El desfonde de los sectores socialdemócratas —salvo el buen registro de Mario Bergara, lo que queda del astorismo y poco más— puede ser un dique para el Frente Amplio en este balotaje, y también a mediano plazo, para disputar las elecciones de 2024.

La coalición de izquierda se encerró en sí misma. Si por ventura gana la segunda vuelta del 24 de noviembre, es improbable que pueda ponerse de acuerdo sobre asuntos esenciales para la suerte del país: ajuste fiscal, apertura comercial, reforma de la gestión de la enseñanza pública y de las empresas del Estado, adecuación de la seguridad social, combate a la delincuencia.

Hubo un significativo corrimiento o trasvase en las preferencias. Unos 181.000 ciudadanos (7,4% del total) dejaron el Frente Amplio y se pasaron a la oposición, principalmente a blancos y colorados, en tanto éstos, a su vez, perdieron votos con Cabildo Abierto (que también captó en forma directa a antiguos votantes de la izquierda). Hay ahora incluso un partido antiinmigración. Cabildo Abierto recoge la opinión moderada o subrepticia, “a la uruguaya”, de ciudadanos contrarios al arribo de extranjeros pobres.

Dos de cada tres de sus votantes se ubicaron bien a la izquierda: una proporción muy alta por el debilitamiento de los sectores socialdemócratas o de centroizquierda.

El fenómeno “extremista” se corresponde con lo que ocurre en buena parte del occidente liberal. Está al límite de lo que el sistema democrático puede tolerar, sin caer en graves conflictos, o el tipo de divisiones y amarguras que padeció Uruguay desde fines de la década de 1960.

La izquierda pierde votos en Montevideo, pero más en el interior. Redujo sustancialmente el respaldo que tenía en algunos departamentos clave, como Canelones, Maldonado, Colonia y Salto.

El Frente Amplio deberá aumentar sus atractivos para retener en las municipales de mayo de 2020 las Intendencias de Río Negro, Paysandú, Salto y Rocha. Pero si el nuevo partido Cabildo Abierto propone sus propios candidatos municipales, entonces la fragmentación favorecerá a la izquierda, que incluso podría aspirar a nuevos feudos, como San José y Florida.

La fórmula presidencial del Frente Amplio no resultó muy atractiva para un segmento decisivo de ciudadanos independientes. El muy políticamente correcto Daniel Martínez es más apto para Montevideo que para el interior, donde es sapo de otro pozo; y Graciela Villar tiene un antiquísimo discurso tópico, que solo puede entusiasmar a los devotos.

Pero, ante todo, el principal enemigo del Frente Amplio son la arrogancia y el conformismo. Su sectarismo durante 15 años de mayoría parlamentaria, y el discurso magistral de muchos de sus referentes, incluidos sindicalistas que hablan todo el tiempo de cualquier cosa, han volado los puentes con otros partidos (y con la mayoría de sus votantes)

Ahora la izquierda pondrá en la primera línea de combate al intendente canario Yamandú Orsi, un hombre ideológicamente menos cuadrado, de talante más amigable y afín al suburbio: esa zona de falla, en sentido geológico, entre el interior de linaje rural y la desmesurada Montevideo.

Si Daniel Martínez resulta derrotado el 24 de noviembre, el Frente Amplio puede tener serios problemas para resolver, por ejemplo, las candidaturas municipales. La lucha también podrá ser fiera por la candidatura presidencial de 2024, a la que se sumarán líderes emergentes como Mario Bergara, Yamandú Orsi, Alejandro “Pacha” Sánchez u Óscar Andrade.

No fue incruento el desplazamiento de Líber Seregni (y Danilo Astori) por Tabaré Vázquez entre 1989 y 1999.

Por el contrario, al blanco Luis Lacalle Pou le vino bien la dura derrota de 2014. Esta vez hizo una campaña casi perfecta, sin bandera. Fue claro y paciente, incluso para decir cosas difíciles o responder agravios; y dulcemente tajante ante los imprevistos devastadores, como el caso Carlos Moreira en Colonia. Y se aseguró de antemano los rápidos respaldos de Ernesto Talvi (Partido Colorado) y Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto) para la segunda vuelta y para un eventual gobierno de coalición.

Su talón de Aquiles son el rechazo personal e ideológico que provoca en ciertos sectores, el débil implante del Partido Nacional en Montevideo, donde el Frente Amplio lo triplica, y la variopinta coalición que pretende liderar.

La elección también depende del debate sobre la inseguridad pública, el desempleo, el estancamiento económico, la eficacia del Estado y la escasa o nula rentabilidad de las empresas pequeñas. Y hay una brecha exasperante entre las expectativas, siempre crecientes, y una realidad vulgar.

La disconformidad se canaliza en una campaña con ciertos trazos de caricatura, de reality show de bajo nivel, y en redes sociales que salpican mierda y propaganda basta

 

El Uruguay Rural Pesó En Las Urnas

 

Eduardo Blasina  El Observador 3/11/19

El país se está jugando el recuperar un camino de crecimiento, que inevitablemente pasa por su producción agropecuaria, mantener el grado inversor revirtiendo un déficit récord del Estado, bajar la inseguridad que campea, especialmente en zonas del interior donde son un fenómeno nuevo. En el interior es mucha la gente que está muy decepcionada. Parecía que eso electoralmente no se notaría. Pero las olas solo están en las zonas costeras. Al interior las únicas olas que llegan son las del abigeato y formas de delincuencia nuevas que no son resueltas dando la sensación de que los ladrones son estructuralmente impunes.

En las elecciones de octubre el efecto “interior profundo” se hizo notar: el gobierno recibió una verdadera paliza electoral, cosechando lo que sembró. Una sordera y soberbia que se fue agudizando y le explotó como un estruendo en las urnas.

Los miles de fotos de ovinos destrozados que circulan cada día por Internet, el ninguneo del que fueron objeto los apicultores que atraviesan una crisis muy grave, los agricultores arroceros a los que se les recomendó “producir más” para solucionar sus problemas, las fábulas de productores que le dan rebencazos a los trabajadores, la sangría permanente de productores lecheros y la arrogancia sindical causando pérdidas en Conaprole y el cierre de Pili, el declive y cierre de las industrias arroceras, las pequeñas empresas transportistas del interior casi fundidas, la desigualdad de condiciones entre UPM y los productores uruguayos, así como el pasaje de la vía que les haremos por un recorrido decidido “entre cuatro paredes” sin tomar en cuenta a las poblaciones locales, son algunos de los factores que llevan a que una vasta franja de territorio que parte de Rivera y termina en Maldonado hayan dicho basta.

En esa franja el partido de gobierno obtuvo menos de 30% de los votos. Y todo hace suponer que seguirá la ausencia de la más mínima referencia positiva  a la ganadería por parte de la fuerza política en el gobierno.

El desamparo en el que se sienten los productores en términos de seguridad es algo nuevo. No aparecerá en las encuestas, pero seguramente tiene que ver con la irrupción de Cabildo Abierto que es, entre otras cosas, un grupo político que genera la esperanza de que al menos se termine la impunidad con que se roba ganado y se vende carne robada en el interior. A la oposición han acudido quienes sienten con razón que la violencia que se vive en, pueblos del interior y viviendas rurales es un fenómeno nuevo que significa una dramática pérdida de calidad de vida.

Este mismo jueves en el que he empezado estas reflexiones me ha tocado viajar a Treinta y Tres donde me cuentan que una casa ha sido copada. Que el dueño llegó del almacén y se encontró con cuatro encapuchados en su casa, su esposa atada y amordazada en una silla y que tras darles todo lo que tenía los asaltantes pidieron más y le dieron cinco balazos. “En la ciudad están acostumbrados pero acá esto nunca fue así”, me dicen.

No ha habido respuesta alguna a los problemas productivos, no ha habido respuesta a la seguridad. Pero ha habido algo más grave: la sensación de soberbia.

Cuando Un solo Uruguay planteó con educación y respeto que situación era grave, que una movilización en pleno enero no era una maniobra político partidaria, que querían trabajar en base a propuestas para mejorar la competitividad no recibió respuestas. Recibió tácticas, dilaciones y descalificaciones. Una cadena de televisión en la que un periodista imitaba al presidente repitiendo sin saber lo que decía un fárrago de acciones intrascendentes. Otra vía de respuesta fueron los medios oficialistas enchastrando a los dirigentes y a todo el movimiento. Se pedían mesas de trabajo para analizar los distintos problemas y buscar soluciones. Es muy posible que si el gobierno hubiese escuchado y dialogado el resultado hubiese sido otro.

Pero el mandato ideológico de dividir a los uruguayos entre “oligarquía versus pueblo” y el cliché de que un ganadero es un oligarca lo impidió. Se prefirió la burla a las movilizaciones cívicas llamándolas de Agropalloza, emulando un célebre recital de rock.

Un solo Uruguay tuvo la sabiduría de no realizar una sola acción agresiva. No venir con vacas y ovejas a Montevideo, no bloquear carreteras, no apartarse de sus criterios ajenos a lo político partidario. Siguió marcando contradicciones y su arraigo se mantuvo mucho mayor al de la gente que puede trasladarse a Montevideo o participar de una movilización. Amplios sectores del agro se sintieron no respetados y ahora es tarde y hasta atrevido apelar a los nombres de José Batlle y Ordóñez y Wilson Ferreira para intentar una seducción imposible.

Cambiar siempre tiene riesgos. Pero querer asustar con un ajuste cuando se deja un déficit fiscal monumental es como que un pirómano quiera asustar con que puede venir el bombero. El gasto estatal a borbotones molesta especialmente a aquellos uruguayos que sienten que hay una fiesta en la capital que ellos bancan sin recibir como contraparte las mínimas condiciones de seguridad, lo más básico de lo básico.

Tal vez el cálculo fue que desacreditar al agro reportaba votos  urbanos a los que se azuzaría a través de portadas escandalosas de los medios de prensa gubernamentales.

No se oyó y se dejó caer industrias enteras, áreas agrícolas en retroceso, productores de miel o leche que abandonaban. Tal vez una de las enseñanzas  que mejoraran a la democracia y a la economía es esa: ningunear al agro en general y a la ganadería en particular puede tener un costo electoral más alto de los previstos. El enojo de muchos pequeños productores puede ser comprendido por sectores muy amplios de la población y cambiar la historia.

En el interior, cuando le va mal al campo le va mal a todos. Y cuando la actitud de poder montevideano es la indiferencia o el desprecio al primer eslabón de la producción real, en el interior se observa con toda claridad que ese modelo termina con una economía trancada.

Tal vez más gente de la que parece se da cuenta que es injusto tratar como ciudadano de segunda clase al que vive más lejos de los centros urbanos y que la estructura económica de Uruguay hace que si el primer eslabón se frena, se vaya frenando luego el resto.

En Artigas, Rivera, Tacuarembó, Flores, Durazno, Treinta y Tres, Cerro Largo, Lavalleja, la fuerza política del gobierno tuvo menos de 30% de los votos. Mantuvo la supremacía en el Litoral y la costa, de Salto hacia el sur, hasta el Chuí, con la única excepción de Maldonado.

Miles de pequeños y medianos productores,  comerciantes y habitantes que creían que no tenían incidencia política, la tuvieron y ya hicieron historia, marcaron el fin de una etapa de hegemonías parlamentarias.

Ellos como muchos en todo el país observaron como las mayorías parlamentarias absolutas se usaron para mantener opacidad respecto a los negocios con Venezuela, una dictadura ante la que se sostuvo contra viento y marea una condescendencia no acorde a las tradiciones republicanas uruguayas, ni a la dignidad con que Venezuela, en los años 70 marcó distancias con la dictadura uruguaya. Además de lo ético y político está lo económico: a los productores lecheros uruguayos les sigue doliendo en el bolsillo y en el alma la deuda impaga por Maduro.

En enero de 2018 un grupo de productores indignados reclamó trabajar por la competitividad y el gobierno eligió la sordera, la soberbia, afirmar que “se trataba de dos modelos de país” y que por lo tanto no había de qué hablar.

Ahora que las urnas le han dado la espalda, el partido de gobierno ha pasado a un discurso del miedo. Ya lo intentaron con “ellos son como Macri”, “ellos son todos neoliberales” y no dio ningún resultado. Podrían estar hablando de cómo solucionarán el gigante agujero fiscal que están dejando o cómo evitarán que se repitan las apariciones masivas de cianobacterias, o de su proyecto para frenar la pérdida de empleo que se ha mantenido a lo largo de estos cinco años o de cómo manejar una deuda creciente.

Repetirán neoliberalismo, ajuste y demás, pero seguirán mostrando que apuestan más a dividir que a generar un proyecto que incluya al agro. Y si lo hacen de apuro, ya la credibilidad está perdida. Y en el interior  todos saben que la crisis de 2002 tuvo mucho que ver con la llegada de la aftosa por las mentiras del gobierno argentino y que de esa crisis se salió ya en el segundo semestre de 2003, en tiempo récord. Algo que los que agitan cucos nunca mencionan.

Quien gane será importante que tome al agro con la importancia obvia que tiene, no volver a subestimarlo. Y que se mantenga Un solo Uruguay atento a que una lógica de equilibrio fiscal, de unidad en pos de un objetivo de construir un país productivo, estable, emprendedor, con compromiso por la vida rural, con respeto y seguridad para todos sea, no ya un programa de gobierno sino un componente integral de la cultura uruguaya. La estrategia de asustar, calumniar y dividir será un fracaso. Y eso está muy bien. El ninguneo al Uruguay rural pesó en las urnas, y eso también está muy bien


Comunicate