04.NOV.19 | Posta Porteña 2063

CHILE - Ya no hay vuelta atrás: la autoorganización y sus desafíos

Por Vamos Hacia la Vida

 

Ya no hay vuelta atrás: la autoorganización y sus desafíos

 

Más allá del sentido común

Estos días de revuelta nos parecen más largos de lo habitual. Vemos imágenes de una semana atrás y se nos hacen extrañamente antiguas. Todo lo contrario a lo que ocurría antes, cuando todo era “normal”, cuando la rutina muchas veces angustiante consumía implacable e imperceptiblemente nuestros días.

“Chile despertó”, se lee y escucha en todas partes. Y si bien esta explosión de rabia se nos presenta como el repentino abandono de un pesado letargo, tampoco es exacto decir que simplemente estábamos dormidos o absolutamente engañados; son muchos los precedentes de agitación social que podemos citar (lo más reciente: el tenaz movimiento de estudiantes secundarios, las diversas y masivas manifestaciones feministas contra la violencia patriarcal-capitalista, la revuelta comunitaria en Quintero-Puchuncaví contra la devastación ambiental, la continuidad de la resistencia de las comunidades Mapuche, y un rico etcétera de valiosas experiencias).

La lucha siempre ha estado presente. Lo mismo en todas partes del mundo.

Pero el pasado 18 de octubre se abrió una grieta profunda en la coraza de esta sociedad, acostumbrada al aislamiento y la sumisión. Y ya nada volverá a ser igual. Nos demostramos que somos miles, millones, hermanadas en el rechazo a la miseria cotidiana y en los deseos de construir colectivamente un mundo mejor. A partir de entonces, la totalidad del discurso oficial de la dominación, a través del gobierno, su supuesta oposición, y la prensa en general, ha quedado en entredicho. Hoy todo nos parece posible. Por eso debemos, ahora más que nunca, permanecer despiertos, evitando caer en los cantos de sirena con los que buscarán aplacarnos.

Nuestros conflictos

Donde quiera que pongamos atención, vemos lo absurdo y terrible de la “normalidad” a la que quieren arrastrarnos nuevamente.

En el caso del acceso a la educación, si bien las protestas estudiantiles han permitido abrir unos centímetros las puertas de las universidades para los hijos del proletariado, esto ocurre a costa de la desvalorización creciente de las carreras técnicas y profesionales. La educación es una mercancía, y como tal, mientras se “democratiza” y pierde su condición de “lujo”, también pierde su valor. En cualquier caso, los establecimientos públicos siguen estando en precarias condiciones, y su semejanza a cárceles no pasa para nada inadvertida.

En materia de salud, es más que evidente que siendo pobres, enfermarse es casi una maldición. Esperando atención, a menudo de mala calidad, van muriendo nuestros familiares, nuestros amigos. La otra opción es pagar cantidades ridículamente grandes de dinero, que por lo demás tampoco aseguran calidad. ¿Medicamentos? Un negocio obsceno. Y ya tenemos el antecedente de la sucia colusión de las grandes cadenas de farmacias.

¿Vivienda? Es casi imposible el publicitado “sueño de la casa propia”, sobre todo en las ciudades más pobladas. A lo sumo, debemos optar por departamentos minúsculos más similares a nichos de cementerio que a un hogar, o a barrios periféricos que los noticieros se encargan de estigmatizar.

¿Y qué pasa con el trabajo? Lo de toda la vida. Escaso y mal pagado, así lo siente la inmensa mayoría. Y precario. Y absurdo, por lo demás. ¿Cuántos profesionales hay trabajando en call-centers, molestando a deudores en nombre de empresas que solo acrecientan sus ganancias con cada día que pasa?

¿Y lo que llaman el “medio ambiente”? Degradación y destrucción de ecosistemas, pérdida de biodiversidad, saqueos de “recursos naturales”, contaminación de agua y aire, despojo de tierras para monocultivos, etc. Intervenciones nocivas que dañan nuestro entorno y nuestra salud, contribuyendo a empeorar el catastrófico escenario global de cambio climático.

Y el transporte, obviamente, que aparte de ser indigno y estar centrado en el mero traslado de mercancías humanas para ir a producir dinero para otros en los centros de trabajo, o para acudir a los templos de consumo que proliferan como plaga en las ciudades, también está pensado para enriquecer a un puñado de empresarios.

Y podríamos seguir con una interminable lista. Horrible sistema de pensiones, inhumano sistema carcelario, depresión… Y todo empeora si eres mujer.

El asunto es respondernos lo siguiente: ¿Qué produce todos estos problemas, que se nos presentan como una condena?, y ¿cómo solucionamos verdaderamente el conjunto de estas miserias?

A pesar de que lo escondan o disimulen, sabemos o intuimos aquello que se encuentra tras todos estos “escollos” que debemos sortear diariamente. Y si bien es fácil percibir y denunciar lo que parecen excesos o abusos (como en el caso de las AFP, en el que se enriquecen a manos llenas los dueños de estas a costa de toda una vida de ahorros de trabajadoras y trabajadores, quienes luego de jubilarse recibirán pensiones minúsculas y humillantes), debemos comprender que estos son solo manifestaciones de una realidad cuyo eje es la explotación y la competencia para la generación de ganancias y acumulación de unos pocos, quienes conforman la clase capitalista.

En nuestra sociedad, un grupo explota a otro a través del trabajo, y este grupo necesita de un entramado institucional para asegurar su dominación: el Estado. Tanto su origen histórico como su función social actual es este: asegurar la continuidad del capitalismo. Todas sus estructuras y funciones están orientadas en ese sentido. Por tanto, no hay ninguna oposición entre Estado y Capital, sino que son parte indivisible del mismo sistema de explotación. Y nosotros somos quienes lo sufrimos.

Así, cada aspecto de la sociedad gira en torno a la búsqueda de la maximización de las ganancias de la clase capitalista: la educación, para formar individuos adaptados a la producción de mercancías y un comportamiento sumiso a la legalidad de este sistema; la salud, para mantener apenas con vida a quienes con su trabajo sostienen esta sociedad; el urbanismo, diseñando las ciudades y los territorios según las exigencias de las empresas; el “transporte público”, cuyo objetivo es satisfacer las exigencias del mercado del trabajo, el consumo y la rentabilidad de las empresas transportistas, etc. Y a su vez, los capitalistas tienden a mercantilizar cada uno de estos aspectos, para hacerlos aún más rentables: pagar por atención médica, por “buena” educación, el negocio inmobiliario, etc.

Entonces, para enfrentar nuestros problemas debemos ir a la raíz de ellos. Y hacer esto no equivale a reducir la complejidad del problema, sino precisamente comprenderla mejor, para actuar mejor.

¿Asamblea Constituyente? ¿Nueva Constitución? ¿Estado?

Al calor de la lucha, nos hemos ido reconociendo y organizando, generando en este primer período las asambleas barriales o territoriales. En ellas comenzamos a plantear los problemas que nos aquejan y generamos las respectivas reivindicaciones, discutiendo cómo conseguirlas. El ánimo es de ser perseverantes y no dejar que nos manipulen. Pero una de las más sutiles y eficaces formas de manipulación es hacernos pasar por propias ciertas demandas que sirven en realidad a otros.

Durante los últimos días se ha venido repitiendo una idea que ya se había difundido, con menos eco, tiempo antes: La idea de avanzar hacia una Asamblea Constituyente y la creación de una nueva constitución política.

Se plantea que esos sean los objetivos generales que dirijan a las asambleas territoriales. ¿Son esos nuestros objetivos? ¿Responden estas propuestas realmente a nuestros intereses?

Como hemos discutido, el Estado no es un aparato neutro que está ahí para organizar nuestra vida, sino una institución que resguarda los intereses de la clase dominante. Para eso es que existen sus Fuerzas Armadas y sus policías. Y esa labor la han dejado lo suficientemente clara durante la revuelta: decenas de personas asesinadas, cientos de otras golpeadas, torturadas, secuestradas, sexualmente abusadas, miles de compañeros detenidos. No podemos engañarnos ante esta sangrienta evidencia. Nuestras vidas dependen de tener esto siempre en mente.

Entonces, la canalización política de nuestro malestar, para al final del día dejar intacto el sistema que ha producido todos los conflictos que hoy enfrentamos, no puede ser nuestra opción. Ya la institucionalidad habla de realizar “cabildos”, oponiéndolos a las asambleas territoriales, o fagocitándolas, para que la “clase política” supuestamente nos escuche. Pero para eso nos impondrán condiciones. Quieren antes pacificarnos. Obviamente nos prefieren bien domesticados y “dispuestos al diálogo”. Podrán sacar a los militares de las calles, pero ¿qué sentido tiene hablar de diálogo, cuando ya sabemos de la amenaza de balas que hay sobre nosotros si consideran que nos “pasamos de la raya”?

Es evidente que ya no nos conformamos con las migajas de los gobernantes de turno, ni nos convencen las críticas de su seudo-oposición, la que en bloque no duda en condenar la masiva combatividad vista en las calles.

No tenemos recetas, ni es posible tenerlas. Pero tampoco podemos celebrar nuestra dispersión, ni tomar por positivas lo que precisamente son nuestras debilidades. Fortalezcamos las organizaciones autónomas que la lucha ha creado: las Asambleas Territoriales. Estrechemos los lazos entre ellas. Rechacemos la intervención politiquera. Generemos reivindicaciones mínimas que alivien nuestra existencia, con miras a cambiar verdaderamente este sistema que está podrido desde sus cimientos.

No volvamos a su “normalidad”, ni hagamos nuestro su “sentido común”, el que es incapaz de concebir un mundo sin explotación, sin maquinaria estatal que nos controle y reprima. No ocupemos el lenguaje de nuestros amos.

O nos resignamos a confiar en que las mismas lógicas y estructuras responsables de la precarización de nuestras vidas resuelvan nuestros conflictos, o nos atrevemos a ser protagonistas de nuestro propio destino.

¡Ánimo y adelante!

Esta nota es de Vamos hacia la vida un blog que nace a partir de la necesidad de difusión de los materiales que van surgiendo al calor de la revuelta de la región chilena de la primavera del 2019.

 

Cuarto comunicado EVADE CHILE 2019 : Sobre la agonía del viejo mundo

(31/10/2019)

 

por EVADE CHILE 2019

AVISO DE UTILIDAD PÚBLICA:

A PROPÓSITO DE LA AGONÍA DEL VIEJO MUNDO

Deploramos sus ofertas y demandas de educación, salud, transporte, pensiones, etc. ¿Por qué deberíamos aceptar seguir siendo parte de los campos de concentración donde el mercado elige sus esclavos? ¿Para qué querríamos ser “sanos funcionales” en un mundo que nos enferma? ¿Y qué ganas podríamos tener de llegar más rápido a los centros de explotación que devoran nuestra energía vital?

Poco importa que estas cosas pudieran conseguirse “gratis” con una “justa redistribución a través de los impuestos”. ¿Pagarían realmente los grandes terratenientes agrícolas del Aconcagua o las mineras? ¿O, más bien, continuarán pagando los territorios que desertifican, los ríos que secan, las aguas que contaminan?

No nos interesa perfeccionar nuestra integración a un orden que nos niega. La mirada del hambre ignora el hecho de que una vida asegurada a costa del poder y la riqueza solo es, en última instancia, una vida reducida a la economía

El humano es el único animal capaz de realizar sus deseos cambiando el mundo y hasta ahora solo ha realizado el intercambio de su fuerza vital por la producción y acumulación de mercancías. La historia que dirigimos con cada paso del progreso no es la de nuestros deseos. Es la historia de una civilización moribunda que hoy está cerca de enterrarnos bajo el peso de su ausencia de vida.

Nos alegra ver cómo son saqueados y arden los supermercados, los bancos, los diarios, las multitiendas, los peajes, las fábricas, los trenes, pero no por el resultado, sino por el cambio de sentido que se produce en tales actos: romper lo que nos impide disfrutar de todo, no tolerar ningún obstáculo al placer

Sin embargo, sabemos que algunos de estos actos son organizados por las fuerzas represoras del Estado para poner el levantamiento en contra de sí mismo, dividiéndolo entre quienes son pobres y defienden su lugar en el matadero y los que son más pobres y ya están hartos de vivir muriendo.
Por eso no nos engañamos ¡romper símbolos no es romper el sistema!

Los amaneceres rojos o negros nos importan menos que la chispa de vida que los enciende. Nuestra pasión se dirige a la superación, a la violencia de una vida que no renuncia a nada y no a la violencia que, desbordada a fuerza de estar contenida, se repliega sobre ella misma y se muerde la cola con la rabia del perro encadenado. ¡Destruiremos lo que nos deshumaniza sin ofrecer nada a cambio!

Renegamos de todos los intelectuales y grupúsculos que se toman por conductores y representantes del “pueblo”. Son ellos quienes se sentarán a negociar con el Estado, los que acabarán diseñando medidas para reorganizar la ruina cotidiana. ¡No aceptaremos otra guía que no sea la de nuestros deseos!

Frente a la supervivencia capitalista, no tenemos otra alternativa más que intentar lo imposible: ¡la potencia de la vida realizada aquí y ahora es el arma que ninguna de sus armas podrá aplastar!

Quinto comunicado EVADE CHILE: ¿Es posible salir de la espiral de violencia?

(01/11/2019)

¿Es posible salir de la espiral de violencia?

Hay que preguntarle al gobierno y recordarle las palabras de Blanqui: “Sí señores, es la guerra entre los ricos y los pobres. Los ricos lo han querido así y son, en efecto, los agresores. Con la particularidad de que ellos consideran como nefasto el hecho de que los pobres opongan resistencia. Al referirse al pueblo dirán sin ambages: es un animal tan feroz que se defiende cuando lo atacan”. El proyecto de Blanqui, que propugnaba la lucha armada contra los explotadores, merece ser examinado bajo la luz de la evolución conjunta del capitalismo y del movimiento obrero, que luchaba para acabar con él.

La conciencia proletaria que aspiraba a fundar una sociedad sin clases ha sido una forma transitoria que ha adquirido la conciencia humana en la historia, en una época donde el sector de la producción no había cedido el lugar a la colonización consumista. Esta es la conciencia humana que resurge hoy como insurrección en muchas partes, y de la que la revuelta en Chile es un presagio.

 Asistimos al surgimiento de un pacifismo insurreccional que, armado solamente con una irreprimible voluntad de vivir, se opone a la violencia destructora del gobierno. El Estado no puede y no quiere escuchar las reivindicaciones de un pueblo al que hace mucho tiempo se le ha arrebatado el bien público, su res publica.

Claramente, la dignidad humana y la tenaz determinación de los insurgentes son precisamente aquello que está salvando a los mafiosos en el poder de una oleada de violencia que los golpearía físicamente de lleno hasta en sus guetos de sucio dinero.

Para colmo de la absurdidad, no encuentran nada mejor que hacer que lanzar dardos contra un movimiento que les está evitando una justa reacción contra sus violencias. Azuzan a sus perros guardianes mediáticos y policías. Sacan ojos, encarcelan, asesinan impunemente. Multiplican las provocaciones exhibiendo ante los más desfavorecidos sus signos externos e irrisorios de riqueza. El cuidado que ponen en denunciar, o incluso en instigar con eficacia a los que encienden barricadas y a los que rompen las vitrinas, ¿no demuestra que lo que están buscando no es una verdadera guerra civil sino su espectáculo, su puesta en escena? Como todo el mundo sabe, el caos es bueno para los negocios.

Los dirigentes no tienen más sostén que el lucro, cuya inhumanidad los corroe. No poseen más inteligencia que la del dinero que cosechan. Son la barbarie cuya legitimidad usurpada los insurgentes no cesarán de anular.

Privilegiar al ser humano, organizarse sin jefes ni delegados autonombrados, asegurar la preeminencia del individuo consciente sobre el mugido individualista del rebaño populista, tales son las mejores garantías del colapso del sistema opresivo y su violencia destructiva para la insurrección en curso y para las poblaciones del mundo.

¿A dónde vamos? ¡Hacia la incertidumbre y la permanente conflictividad!

Algunas palabras desde y por la revuelta de octubre

 

“A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar.” Franz Kafka

La indómita protesta por parte de estudiantes secundarios contra el alza del pasaje del tren subterráneo y la inmediata respuesta represiva fue el escenario propicio para que días más tarde la guerra social se dejara vislumbrar con una explícita crudeza.

La dinámica del conflicto fue rápida, impredecible e instintiva. El malestar enfocado principalmente contra el transporte público subterráneo se generalizó y comenzó a explotar, visibilizarse, reconocer formas de combate estallando–literalmente-en cada esquina de Santiago. El 18 de Octubre del 2019 un contexto de revuelta generalizada se desató por toda la capital; barricadas y enfrentamientos se sucedían en cualquier momento y en cualquier lugar. Distintos símbolos, estructuras e infraestructuras del poder fueron atacadas a lo largo de toda la ciudad, y prontamente de todo el país.

El orden se resquebrajaba y la transgresión inundaba todas las calles, de pronto los sujetos se aglomeraban y atacaban lo que siempre consideraron sus cadenas. No hay planificación, sino espontaneidad que sabe reconocer claramente a su enemigo: El Estado, el capital y sus fuerzas represivas. Los objetivos siniestrados o saqueados son el mejor de los ejemplos: Ministerios, instituciones financieras, empresas depredadoras de la tierra, grandes bodegas almacenadoras de mercancía y comida, y un largo etcétera.

La violencia revolucionaria se ha validado y desatado en los más amplios aspectos de los oprimidos.

Algunos detestables teóricos o deseosos de la más baja “competencia política” han señalado: ¿Dónde estaban los anarquistas? Pues la respuesta es tan fácil como sencilla: En la calle, en los barrios, en las poblaciones, en la revuelta multiforme, en los combates callejeros. Lo cierto es que no ha habido mucho tiempo para sentarse a escribir o bosquejar algunas ideas, estos días sencillamente ha resultado imposible.

Ante la extensión y profundidad de la revuelta, que a momentos parecía poder sacudirse real y efectivamente en poco tiempo del Estado, la respuesta por parte de los poderosos fue decretar “Estado de Emergencia”, sacando a efectivos del Ejército a patrullar las calles e implementando un toque de queda que se ha extendido por varios días y en varios territorios.

La rápida suspensión del alza del pasaje por parte de las autoridades, mostró que esta revuelta no tiene un petitorio claro. No tiene “demandas” o “exigencias” específicas, o mejor dicho, son tantas que finalmente es contra el mundo regido por la autoridad y la mercancía.

Por su parte la represión se ha dejado caer con un arsenal que si bien nunca ha desaparecido completamente, hoy renace y retoma su propia continuidad histórica: Violencia sexual, miles de detenidos, cientos de heridos por perdigones, balas y balines, decenas de compas que han perdido sus ojos, sesiones de torturas, asesinatos donde los cuerpos son arrojados a incendios para encubrir la autoría uniformada en aquellas masacres y una realidad de distintas y sucesivas estrategias contrainsurgentes.

Las cosas avanzan rápidas y toman rumbos propios, los anárquixs estamos en la calle buscando llevar esto al punto de no retorno con la autoridad. Distintas posturas han surgido en la práctica misma de los combates, en el ambiente de revuelta y en las posibilidades que de ésta surjan. Varios han coincidido en llamados e intentos para conformar asambleas barriales, experiencias de “contra-poder” o “poder popular”, denominados alegremente por la prensa como “cabildos ciudadanos”, que permitirían elaborar una tabla de demandas negociables y por supuesto de caras u organizaciones con las cuales pactar. Asambleas que, como podemos ver, se han transformado en la alternativa ciudadana y salida pacificadora del conflicto demostrando ser un engranaje más del dominio.

La agudización del conflicto innegablemente abre caminos en donde es posible encontrarse, levantar y generar redes con diversas personas y grupos siempre desde una perspectiva de lucha y de manera antiautoritaria, lejos y contrarios a cualquier tipo de imposición iluminada o intentos de conducción centralizada.

En este punto, la idea de confrontación permanente cobra sentido al momento que no damos nada por establecido ni perpetuo, el dinamismo de la lucha debe ir necesariamente encaminado a la eliminación de todo tipo de autoridad, ya sea esta el Estado, la asamblea o cualquier otra instancia que pretenda controlar nuestras vidas.

Esta revuelta que no tiene nombres ni dirección única no es de nadie porque es de todos los rebeldes e insurrectos que estamos en la calle combatiendo, por lo que pretender de manera ridícula adjudicarse tal o cual acción dentro del marco de esta revuelta es sencillamente intentar burdamente hegemonizarla.

Por otro lado, la necesidad planteada y tensionada en conversaciones pasadas frente a situaciones similares pero claramente con un pulso más estable, hoy se hace necesario. Generar espacios de coordinación y encuentro donde el eje fundamental sea apostar a la confrontación violenta contra los aparatos estatales-represivos. En este momento el Poder ha sacado a la calle su cara más brutal, lo cual lejos de inmovilizarnos constituye un llamamiento a elevar nuestro punto de mira que esté acorde a los nuevos escenarios que se presentan y que se avecinan. Plantearnos la ofensiva como práctica real más allá del discurso, siendo capaces de levantar una infraestructura que nos posibilite pararnos de frente a ellos.

Es aquí donde algunas dudas agudizan la tensión; ¿Somos capaces de sostener, agudizar y extender la confrontación violenta contra el Poder en este nuevo panorama?, ¿La revuelta es contagiosa y reproducible, hasta que punto?

Hemos sido testigos de cómo la social democracia fue captando aquella rabia y encapsulándola en algunas que estaban “fuera” de las demandas, nosotros no tenemos demandas, sino apuestas, y nuestra apuesta es la destrucción del Estado, sus promotores y defensores.

Que la catástrofe social anuncie el colapso de las relaciones fundadas en lógicas capitalistas y que la afinidad nos mueva para seguir caminando a este punto de no retorno.

Como nos suele ocurrir no tenemos las respuestas como otras organizaciones que ya planifican la administración y federaciones de estas asambleas, sus duraciones, revocabilidad y estatutos, sino más bien preguntas y negación para quienes entendemos la anarquía como la tensión permanente. Ante la incertidumbre del momento, recogemos experiencias, reconocemos, leemos, aprendemos y compartimos reflexiones y urgentes conversaciones entre las horas que nos deja intensa confrontación callejera y la desobediencia al toque de queda. Sabemos que fue, es y puede ser un momento importante y que se han abierto posibilidades nunca antes pensadas en la efectiva destrucción del Estado pero también nuestra brújula sigue siendo la negación, incluso en estos álgidos momentos. Sabemos y conocemos perfectamente lo que nos transforma en esclavos, y nuestros pasos tienen que ir justamente en la dirección contraria a aquello.

Que quede claro .Quienes sustentan, promueven y defienden el capital y el dominio son nuestros enemigos

¡Por la liberación de todos los prisioneros de la revuelta y los presos subversivos!
¡¡Solidaridad con los heridos y vejados!!
¡¡La Revuelta es reproducible y contagiosa!!

“No sabes cómo temblarían los poderosos si lleváramos la violencia a la puerta de su casa. Si vieran amenazados sus privilegios y sus vidas, negociarían para no perderlo todo”
Ulrike Meinhof

Algunas antiautoritarixs por la catástrofe social


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