07.NOV.19 | Posta Porteña 2064

Guerra social y contrarrevolución en el Kurdistán

Por Su Capital

 

Lucha proletaria contra el horror del capitalismo islámico, guerrillerismo y miseria de la gestión del capitalismo pintado de rojo, verde y morado

Los guerreros de la montaña van al paraíso II

Su Capital N°26 Boletín de Difusión anticapitalista 5/11/19

En esta segunda parte cortaremos los últimos flecos o, si se prefiere decir así, profundizaremos en algunos aspectos fundamentales para la crítica revolucionaria sobre, el ya pasado de moda, fenómeno rojavista- kurdistanista- estalinista.

Seguimos insistiendo que en términos históricos el proletariado kurdo es un referente, a pesar del nacionalismo, el tribalismo, las jefaturas y la separación de las comunidades por religión o etnia. Además de ser un ejemplo que se puede extrapolar a otras épocas y regiones, es el referente de tentativa insurreccional proletaria más claro del siglo XXI.

Claro está como en toda tentativa revolucionaria tenemos que hablar de lo que la convierte en tentativa, la contrarrevolución. Que en este caso es cualitativamente más interesante de analizar que los meros mecanismos de bombardeo masivo, cierre de filas burgués y apagón mediático. Así que seguimos pensando que esta segunda parte y la primera anterior sobre la guerra social en el Kurdistán es una labor que alguien tiene que hacer.

 Sin ningún lugar a la duda debemos reconocer la ardua, dolorosa y agotadora lucha contra las fuerzas burguesas más sanguinarias del islam que por razones históricas ha recaído cuantitativamente más sobre el proletariado kurdo, más que nada porque otras comunidades han sido numéricamente diezmadas por siglos de represión.

Del lodazal del sicariato más pobre del Estado Islámico más sanguinario los kurdos se han elevado moralmente, de forma literal por la lucha contra el estado y la burguesía islámica. Al principio por proteger sus costumbres y sus jefaturas tribales. Pero dando paso a una lucha social que está a la vanguardia del proletariado en la región y es un ejemplo inspirador para otros rebeldes.

Eso no quita que el guerrillerismo leninista allá hecho presa fuertemente en las mentes y los corazones del proletariado. El tan sano odio al Estado y en particular Estado turco compartido por todos los pueblos de la región, de alguna manera como ha sucedido en otras regiones, ha hecho ocultar él porque o mejor dicho el para qué de la lucha. El guerrillerismo se centra en lo inmediato, en la necesidad perentoria del proletariado de vengarse, de vengar su propia muerte, de calmar su dolor, pero oculta el porqué de la forma de actuar de la burguesía.

Mantener a los proletarios a raya para que sigan trabajando y poder seguir viviendo de ellos. Simplemente el trabajo asalariado, las mercancías y el valor son cosas que para un izquierdista guerrillerista han existido siempre, como las piedras. No se debe parar a pensar en que son la base misma de la burguesía, de la clase dominante. Sin ellas no existiría esa clase dominante ni este mundo, con ellas este mundo y esa clase dominante seguirá reinando.

Independientemente de que otros ocupen su lugar, y esto ya lo dijo Marx. Puede que sea por eso, que a los leninistas nunca les fue bien deshacerse del aparato del Estado ni de la economía capitalista tal cual es. Lo único que aceptan es que la economía debe intervenirse por el Estado como en la Prusia Guillermina.

Sin embargo en estos tiempos tan jodidamente cretinos los leninistas reniegan de su fe en Otto Von Bismark, canciller de todas las Alemania, en los emperadores alemanes guillerminos con toda su verborrea antiburguesa y autoritaria. Reniegan sin ningún pudor y se convierten en admiradores del constructor de viviendas sociales fracasado, Proudhon. Al mismo tiempo de hacerse feministas, olvidándose convenientemente de la teoría psiquiátrica de Proudhon sobre las cocinas amplias. Y todo ello para olvidarse simplemente del discurso vulgar, populista y autoritario prusiano.

En su idealizada Rojava, de cuento, pasa lo mismo que en la Prusia idealizada de Lenin, se respeta el orden burgués a ultranza. La propiedad privada es sacrosanta, los que se morían de hambre siguen muriéndose de hambre o poco menos, los burgueses siguen siendo atendidos por los limpiabotas proletarios como en la Rusia idealizada de Lenin. Pero esta vez ya no hay verborrea antiburguesa hueca, sino una apología de la democracia liberal, de la tolerancia a lo intolerable y una exaltación del trabajo extenuante con salarios de hambre. Pero a través sobre todo de una apología imbécil del cooperativismo dentro del capitalismo. De un cooperativismo sometido a las despiadadas leyes del mercado. Como un barquito rodeado de feroces olas y glotones tiburones.

Pues bien ese barquito se hunde, se va deshaciendo a trozos, y con él los proletarios. Valerosos guerreros, animosas cooperativistas, señoras candorosamente feroces, proletarios de todo el mundo en busca de una muerte en la “revolución”, muchachos salvajes de la gasolina, niños de las piedras … Por ellos escribimos estas líneas llenas de falta de rigor histórico positivista, falta de pericia literaria, faltas de ortografía e incluso falta de diplomacia.

Anexo 1 Incendio milenarista en el islam, las olas del islam

Como ya dijimos en el anterior volumen monográfico, el imperio islámico se cimento en gran parte en atraer para sí a una gran cantidad de pueblos tribales que habían resistido a todos los anteriores estados. Pero en esta ocasión fueron persuadidos por un hombre que se refugió entre ellos y aprendió lo necesario para atraerlos a la fe. Mahoma primero y sus sucesores después atrajeron y convirtieron en fuerza de choque a los beduinos primero, luego a las tribus bereber incluidos los tuareg, kurdos,… y un largo etc. Todos en torno al islam, que significa unidad, pero que en realidad se ha de leer como comunión umma, comunión en el islam. Como en su día el profeta Jesús, según el credo islámico, Mahoma predico entre los primitivos la llegada de un reino eterno de abundancia y felicidad. De auténtica hermandad entre los hombres donde se socorrería al ambiento y al desvalido.

Esto los pueblos tribales lo asimilaron literalmente con todas sus consecuencias. Creyeron firmemente que la comunión en el islam, la umma uniría a la humanidad en una era eterna de justicia y hermandad. Pero eso no llego nunca o al menos no con el beneplácito de todas las fuerzas vivas propias del mundo antiguo que se integraron en el nuevo régimen. Al final el islam práctico del ricachón islámico se diferencia con la doctrina puritana protestante, de purificación en el trabajo, en que los puritanos matan a los pobres y los islámicos los sientan a su mesa. En el puritanismo se persigue la mendicidad a muerte por ser un síntoma del cáncer del rechazo al acto sacramental del trabajo, mientras que en el islam el acto sacramental es honrar al mendigo con la limosna. Quizás porque la clase dominante islámica sique pensando como en la antigüedad que el trabajo es una porquería para pobres y que hay que ser “tolerante con los que deciden morirse de hambre antes que trabajar”.

Todo esto está muy bien para charlas en las terrazas de Ibiza entre ricachones islámicos, ingleses y parentela… pero para los grandes difusores del islam, los pueblos tribales siempre fue una fuente de eterna frustración y rabia. Incluso en amplias zonas civilizadas con doctrinas preislámicas redentoristas como el mitraismo o mazdakismo (maniqueísmo) esto fue una fuente de tensión permanente.

El fenómeno del chiismo no es más que un síntoma, en gran parte en la práctica folclórico. Pero nace de una situación verdaderamente explosiva e imprevisible donde el islam se desgaja en tres facciones los vendedores de ídolos y traficantes de esclavos de la meca lideran una, la familia más directa de Mahoma otra, centrista, el Chiismo y la restante es el jarichismo, las doctrinas místicas, que exige de inmediato la llegada de lo que en la doctrina cristiana se califica como el “reino de los cielos en la tierra”. Bueno esto ya lo habíamos comentado antes someramente. Pero estas situaciones se han repetido de forma permanente y cíclica, en periódicos movimientos milenaristas. Lo que se tradujo en matanzas masivas de ricos, comerciantes y autoridades estatales. Muchos islámicos tribales, tribales chiitas… siguen creyendo en que llegara un día del juicio final donde no va quedar un rico con vida. Sobre todo los islámicos por no honrar el espíritu del islam, por impíos. Esto para el caso que nos ocupa tiene relevancia explicarlo con pelos y señales pues hablaremos de la cimentación del estado islámico modernos. El estado turco se impone estratégicamente a todos sus antecesores en base a la represión feroz de la comunión islámica. La represión del tribalismo y del milenarismo islámico. El estado turco es el único que no ha perecido o se ha plegado a las “olas del islam”. Y esa feroz represión en su territorio “original” y en todo el mundo islámico le ha valido para atesorar contra él un resentimiento proverbial, casi instintivo.

Después de reprimir los levantamientos campesinos del siglo XV en su propio territorio se lanza a una carrera brutal de agresión contra todos los “hermanos islámicos” en base a su contaminación con las ideas “disolventes” y nefastas para el estado del comunitarismo, igualitarismo, del milenarismo, de permitir la exaltación de los pobres, la exaltación de los valores de la pobreza, el ascetismo, de la igualdad, la sencillez … Primero el imperio persa y luego el mameluco fueron atacados sin compasión por el imperio otomano por favorecer la exaltación de la canalla con el chiismo y otras ideas nefastas para los señores turcos como la meritocracia. El imperio mameluco triplemente santo para los musulmanes fue aniquilado. Y los pueblos tribales como los beduinos fueron atrozmente masacrados durante siglos por el estado moderno islámico otomano. El chiismo perseguido sin compasión, sobre todo sus sectas más inequívocamente milenaristas.

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