11.NOV.19 | Posta Porteña 2065

Sobre la situación de insurrección en Bolivia

Por Uninómada/RyR

 

Bolivia: un levantamiento popular aprovechado por la ultraderecha

 

Por Raúl Zibechi Uninómada Sur 11 noviembre, 2019

El levantamiento del pueblo boliviano y de sus organizaciones fue lo que en última instancia provocó la caída del gobierno. Los principales movimientos exigieron la renuncia antes de que lo hicieran las fuerzas armadas y la policía.

La OEA sostuvo al gobierno hasta el final. La crítica coyuntura que atraviesa Bolivia no comenzó con el fraude electoral, sino con el sistemático ataque del gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera a los movimientos populares que los llevaron al Palacio Quemado, al punto que cuando necesitaron que los defendieran, estaban desactivados y desmoralizados.

1.- La movilización social y la negativa de los movimientos a defender lo que en su momento consideraron “su” gobierno fue lo que provocó la renuncia. Así lo atestiguan las declaraciones de la Central Obrera Boliviana, de docentes y autoridades de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), de decenas de organizaciones y de Mujeres Creando, quizá la más clara de todas. La izquierda latinoamericana no puede aceptar que una parte considerable del movimiento popular exigió la renuncia del gobierno, porque no puede ver más allá de los caudillos

La declaración de la histórica Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), cercana al gobierno, es el ejemplo más claro del sentimiento de muchos movimientos: “Presidente Evo ya hiciste mucho por Bolivia, mejoraste la educación, salud, le diste dignidad a mucha gente pobre. Presidente no dejes que tu pueblo arda ni te lleves más muertos por encima presidente. Todo el pueblo te va a valorar por esa posición que tienes que tener y la renuncia es inevitable compañero Presidente. Tenemos que dejar en manos del pueblo el gobierno nacional”

2.- Este triste desenlace tiene antecedentes que se remontan, en apretada síntesis, a la marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) en 2011. Luego de esa acción multitudinaria, el gobierno empezó a dividir a las organizaciones que la convocaron.

Mientras Morales-García Linera mantuvieron excelentes relaciones con el empresariado, dieron un golpe del Estado contra el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq) y la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), dos organizaciones históricas de los pueblos originarios. Mandaron a la policía, echaron a los dirigentes legítimos y atrás llegaron, protegidos por la policía, los dirigentes afines al gobierno.

En junio de 2012 CIDOB denunció “la intromisión del gobierno con el único propósito de manipular, dividir y afectar a las instancias orgánicas y representativas de los pueblos indígenas de Bolivia”. Un grupo de disidentes con apoyo del gobierno desconocieron a las autoridades y convocaron una “comisión ampliada” para elegir nuevas autoridades.

En diciembre de 2013, un grupo de disidentes de CONAMAQ, afines al MAS, tomaron el local, golpearon y expulsaron a quienes allí se encontraban con apoyo de la policía, que permaneció resguardando la sede e impidiendo que las legítimas autoridades pudieran recuperarla. El comunicado de la organización asegura que el golpe contra CONAMAQ se dio para “aprobar todas las políticas en contra del movimiento indígena originario y del pueblo boliviano, sin que nadie pueda decir nada”.

3.- El 21 de febrero de 2016 el propio gobierno convocó un referendo para que la población se pronunciara a favor o en contra de la cuarta reelección de Morales. Pese a que la mayoría dijo NO, el gobierno siguió adelante con los planes de reelección.

Ambos hechos, el desconocimiento de la voluntad popular y la expulsión de las legítimas direcciones de movimientos sociales, representan golpes contra el pueblo.

Más grave aún. En la mañana del miércoles 17 de febrero, días antes de la celebración del referendo, una manifestación de padres de alumnos llegó hasta la alcaldía de El Alto. Un grupo de cien manifestantes ingresó por la fuerza al recinto provocando un incendio en el que murieron seis personas. Los manifestantes que se escudaron en la movilización de los padres pertenecían al oficialista Movimiento al Socialismo (MAS)

Este es el estilo de un gobierno que denuncia “golpe” pero una y otra vez ha actuado de forma represiva contra los sectores populares organizados que enfrentaron sus políticas extractivistas

4.- Las elecciones del 20 de octubre consumaron un fraude para la mayoría de las personas en Bolivia. Los primeros datos apuntaban hacia una segunda vuelta. Pero el conteo se detuvo sin explicación alguna y los datos que se ofrecieron al día siguiente mostraban que Evo ganaba en primera vuelta, ya que obtenía más de 10% de diferencia aunque no llegara a 50% de los votos.

En varias regiones se producen enfrentamientos con la policía, mientras los manifestantes queman tres oficinas regionales del tribunal electoral en Potosí, Sucre y Cobija. Las organizaciones ciudadanas convocan a una huelga general por tiempo indeterminado. El día 23, Morales denuncia que está en proceso “un golpe de estado” por parte de la derecha boliviana.

El lunes 28, se intensifica la protesta con bloqueos y enfrentamientos con la policía, pero también entre simpatizantes y opositores del gobierno. Como en otras ocasiones, Morales-García Linera movilizan a las organizaciones cooptadas para enfrentar a otras organizaciones y a personas que se oponen a su gobierno.

El 2 de noviembre se produce un viraje importante. El presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, que mantenía una alianza con el gobierno de Morales, Luis Fernando Camacho, llama al ejército y a la policía a “ponerse del lado de la gente” para forzar la renuncia del presidente, invocando a dios y la biblia. El viernes 8 se amotinan las primeras tres unidades policiales en Cochabamba, Sucre y Santa Cruz, y los uniformados fraternizaron con los manifestantes en La Paz. Dos días después, con un país movilizado, el binomio ofrece su renuncia verbal, que no escrita.

5.- En este escenario de polarización, debemos destacar la notable intervención del movimiento feminista de Bolivia, en particular el colectivo Mujeres Creando, que encabezó una articulación de mujeres en las principales ciudades.

El 6 de noviembre, en plena polarización violenta, María Galindo escribió en el diario Página 7: “Fernando Camacho y Evo Morales son complementarios”. “Ambos se erigen en representantes únicos del ‘pueblo’. Ambos odian las libertades de las mujeres y la mariconada. Ambos son homofóbicos y racistas, ambos usan el conflicto para sacar ventaja”.

No sólo exige la renuncia del gobierno y del tribunal electoral (cómplice del fraude), sino la convocatoria de nuevas elecciones con otras reglas, donde la sociedad esté involucrada, para que “nadie necesite nunca más de un partido político para ser escuchado y para hacer ejercicio de representación”.

La inmensa mayoría de las personas que habitan Bolivia no entró en el juego de la guerra que quisieron imponer Morales-García Linera cuando renunciaron y lanzaron a sus partidarios a la destrucción y el saqueo (en particular en La Paz y El Alto), probablemente para forzar la intervención militar y justificar así su denuncia de un “golpe” que nunca existió. Tampoco entraron en el juego de la ultraderecha, que actúa de forma violenta y racista contra los sectores populares.

6.- La izquierda latinoamericana, si es que aún queda algo en ella de ética y dignidad, debemos reflexionar sobre el poder y los abusos que conlleva su ejercicio. Como nos enseñan las feministas y los pueblos originarios, el poder es siempre opresivo, colonial y patriarcal. Por eso ellas rechazan los caudillos y las comunidades rotan sus jefes para que no acumulen poder.

No podemos olvidar que en este momento existe un serio peligro de que la derecha racista, colonial y patriarcal consiga aprovechar la situación para imponerse y provocar un baño de sangre. El revanchismo político y social de las clases dominantes está tan latente como en los últimos cinco siglos y debe ser frenado sin vacilaciones.

No entremos en el juego de la guerra que ambos bandos nos quieren imponer

 

Lamento boliviano o sobre la otra servidumbre

 

por Jeudiel Martínez Uninómada Sur 11 noviembre, 2019

Estoy viendo que hasta las publicaciones trotskistas -tan patéticas como tristes- están hablando escandalizadas del golpe en Bolivia.

Como hace mucho tiempo los marxistas abandonaron el análisis político en favor de una especie de moralismo, de un escándalo perpetuo contra la derecha, entonces eso no extraña. El problema es que, en este caso, incluso si uno creyera en la acción del enemigo malo-malo, de la gente mala-mala, tendría que preguntarse no sólo como las acciones de Evo Morales les abrieron las puertas sino sobre la legitimidad de esta idea de la reelección indefinida que viene derecho desde el siglo XIX.

El hecho es que, para esta gente, el resultado -el derrocamiento de Evo- agota todo el análisis: Evo renunció presionado y las protestas las dirigía la derecha. Es como un titular que dijera “un hombre muere” y algunos gritaran “asesinos!!!” el hombre pudo suicidarse, tal vez la mujer lo mató porque estaba harta de sus golpes, tal vez lo mató por su dinero o, tal vez, simplemente manejó borracho o le busco pleito a quien no debía…pero la cadena causal y sus condiciones, es lo que la izquierda quiere borrar con los gritos de “golpe” y la victimización de los poderosos, entonces no hace falta ningún tipo de análisis sobre porque los militares bolivianos hicieron eso (además de, tal vez, decir que “siempre fueron” de derechas), porque las protestas fueron tan vastas y porque la derecha pudo hegemonizarlas.

Es decir, la condena moral reemplazó al análisis político: nunca, no importa lo que haga el gobierno, la gente no debe participar en una protesta que pueda ser apoyada o capitalizada por la derecha igual que las muchachas no deben tener sexo antes del matrimonio.

Es decir, incluso esta izquierda “disidente”, las micro-camarillas de marxistas esclarecidos creen que la gente tiene que soportar cualquier cosa porque “qué dirá la gente, que somos de derecha?”

Pero el colmo de la miseria no es la narrativa sobre Bolivia sino sobre el fallido 2017 Venezolano: cuando revuelta contra Maduro la mayoría de los marxistas venezolanos, e incluso de la izquierda “crítica” no veían en la gente que protestaba, incluso los jóvenes, más que derechistas “atacando las conquistas de los trabajadores”, yo he tenido que oír a gente que sin temor a insultar su propia inteligencia dice que un muchacho de 20 que se exponía al plomo de la Guardia Nacional, lo hacía solo por odio a la izquierda o a las conquistas de los trabajadores…de verdad alguien que protesta, arriesgando la vida, en un país en ese nivel de miseria y descomposición lo hace porque “es de derecha”?. Por eso es que gente como Mantovani, en representación de la “disidencia mantenida” dijo ante la prensa europea que toda la gente que pasó por la ordalía de 2017 eran…derechistas. Y nada más.

A nadie se le ocurre lo obvio: que en países donde gobierna la izquierda no solo la gente es empujada, reactivamente a la derecha, sino que -más importante- la izquierda no tiene NADA QUE DECIR sobre todo si, como en Venezuela, se rehúsan llamar tiranía a la tiranía.

En fin, es más simple creer estas cosas que entender que cualquier venezolano se moriría de la risa con la idea de que Maduro es neoliberal o el de Chávez no era verdadero socialismo: el purismo moralista les excusa de entender porque no tienen nada que decirle a la gente o de entender una situación en que el gobierno de Bolivia prácticamente estaba dándole a la derecha la legitimación que había perdido.

En el fondo incluso lo que la izquierda “disidente” quiere es que no se luche contra gobiernos de izquierda, se pueden, como no, hacer reivindicaciones sociales pero nunca disputar el poder político, es decir, ante Maduro o Morales solo se puede ser reformista, pero en el momento en que se cuestiona la continuidad en el poder de la izquierda ya se ha pasado para el campo de la “derecha”…es apenas anecdótico decir que marxistas de hace 70 años se habrían reído de esta idea de rechazar una revuelta en vez de tratar de conducirla: la izquierda postrera y el marxismo postrero de nuestros tiempos ya no tienen la fuerza para eso y están sujetos a los gobiernos de izquierda (la mayoritaria, la dominante, la nacional-popular, castrista…monárquica) por una especie de “lealtad negativa” que les impide radicalizarse…..es fácil ver el resultado: como la gente común, libre de la prisión ideológica, no tiene formas de hacerse excusas ante el autoritarismo o el desastre la izquierda queda, o aislada, o sirviendo de comparsa a gobiernos caídos o en crisis, como esa gente de minorías que los candidatos gringos ponen en el fondo cuando hay que tomarse una foto…y no es eso también servidumbre voluntaria?

 

Bolivia: ningún retorno al orden

Por una perspectiva socialista para la insurrección boliviana

 

Finalmente llegó a su fin. El “modelo exitoso” de Evo estalló por los aires semanas después de que el "modelo liberal" de Chile, el "Socialismo Siglo XXI" y "la continuidad con cambio" de Ecuador vivan experiencias similares.

El entrecomillado, es porque el modelo boliviano escondía en realidad una precarización generalizada de la vida. El grueso de los recursos boliviano provienen de la renta gasífera a través de la exportación de hidrocarburos y de minerales, que representan más del 70% de las exportaciones del país. Hasta el 2014, esto le permitió a Bolivia tener superávit comercial, pero a partir de esa fecha la balanza comercial entró en déficit, alcanzado los 900 millones de dólares en 2016, aunque para el 2018 ese número se redujo a 475 millones. Por eso, el PBI pasó de crecer 6 punto en 2013 a crecer 5 en 2014, 4,8 en 2015, 4,2 en 2016, 4,1 en 2017, y 4,2 en 2018, con un pronóstico de menos de 4 puntos para este año. Es decir, redujo su índice de crecimiento en casi un tercio. Las reservas pasaron 15.084 millones de dólares en 2014 a 7.976 al 31 de agosto del 2019, mientras que aumentó la deuda de 15,9% del PBI en 2011 al 24,5% en junio del 2019.

O sea, Evo se comió la mitad de las reservas en 5 años aumentó la deuda en un 60% en 8 años La pobreza, si bien es cierto que se redujo, se mantiene muy alta, hoy es del 51%, esconde un pequeño detalle. El salario mínimo real creció 2,6% por año entre 2006 y 2015, mientras que el salario medio solo creció 0,5%. El trabajo precario, se mantuvo entre el 65 y el 70% desde el 2006, sector principalmente dedicado al comercio y la construcción informal, que quedan por fuera de dichos aumentos. Un ejemplo de esta situación es que 14 mil maestros no se jubilaron este año debido a la baja jubilación que percibirían.

¿Cómo consiguió Evo reducir la pobreza entonces? De dos formas. Una, a través del aumento de la asistencia social directa que pasó de representar el 24% del gasto social, a representar el 38%, alcanzando casi el 40% de la población. Es decir, no creo empleo genuino ni puso a esa población en una relación laboral estable.

La segunda forma, fue mediante la emigración, que creció un 130% desde la década del ´90, y un 47% entre la primera década del siglo XXI y la segunda. Las remesas pasaron de ser de 357 dólares por migrante a 2.724 en esta última década, y pasó de representar el 0,4% del PBI al 4,7%. Esto representa que 400 mil personas, legales, viven fuera de Bolivia, mientras que sus remesas benefician a 728 mil personas que viven aún en el país, y dichas remesas representan 2 salarios mínimo. Es decir, el 10% de la población vive de un mecanismo externo a la economía boliviana. El modelo boliviano no era ningún modelo exitoso, sino que se basó en la expulsión de población, precarización laboral y asistencia social, mientras la renta lo permitió.

¿Cómo llegamos a esta situación? Vamos a recordar, una vez más, los hechos. En 2016 se produce un referendo consultivo para aprobar una nueva reelección de Evo Morales. Casi 3 millones de obreros, 53% del total, votaron en contra de la reelección, ya sea votando por el NO, en blanco o en nulo.

Evo, apeló a la Justicia para conseguir, mediante un artilugio constitucional, la posibilidad de presentarse aduciendo que con la reforma de la Constitución solo había tenido un solo mandato, por lo cual podía presentarse a uno nuevo sin realizar modificaciones constitucionales. Luego de ese hecho, la clase obrera castigó al régimen en las elecciones judiciales del 2017, donde casi el 60% de los votos fueron nulos o inválidos. Para las elecciones realizadas el 20 de octubre de este año, Evo pasó de promediar 60% de votos en las últimas elecciones, a quedar por debajo del 50%. Todo esto a su vez en un marco de fraude, desaparición de actas, el cese de carga de datos durante casi un día, y la renuncia del Vicepresidente del Tribunal Electoral de Bolivia por desacuerdos con el conteo de votos.

Es decir, primero, Evo no debería haberse presentado. Segundo, Evo fue rechazado por la clase obrera en dos elecciones anteriores a esta última. Tercero, se presentó y tuvo que apelar al fraude para mantenerse en el poder, algo que los que hablan de golpe de Estado deberían tomar nota.

Con el resultado de las elecciones, la oposición convocó a movilizaciones, y creció la figura del líder del Comité Cívico de Santa Cruz, Luis Camacho (abogado y empresario del grupo de inversiones VIDA) que convoca a una huelga a partir del día 23 de octubre. El conflicto se nacionaliza, estallan levantamientos en antiguos bastiones del masismo como Potosí, Cochabamba, o La Paz. Entre el viernes 8 y el sábado 9 de noviembre, se amotinan los policías de todo Bolivia, excepto Pando y La Paz, aunque en esta última los miembros uniformados que custodiaban recintos oficiales se retiran de sus guardias. El sábado, Evo amenaza con utilizar las Fuerzas Armadas para apaciguar la situación, aunque horas más tarde el comandante en jefe de las FF.AA., Williams Kaliman, anunció que “nunca nos enfrentaremos contra el pueblo”, en clara respuesta al planteo represivo de Evo. Finalmente, el domingo 10, por la mañana Evo anuncia que convoca a nuevas elecciones, con un nuevo Tribunal Electoral, en las que incluso invita a participar a nuevos actores sociales, en referencia a Camacho. Casi al unísono, la misión de la OEA identificó que en el escrutinio se habían desviado datos a servidores externos, irregularidades en la confección de las actas, que van desde errores en el llenado hasta actas incendiadas, y finalmente errores en la cadena de custodia de las mismas. Horas más tarde, las Fuerzas Armadas y la policía le exigen la renuncia a Evo Morales como forma de apaciguar el país, algo que también haría la COB. La burocracia sindical, demostró ser más lúcida que la izquierda, ya que planteo que había una lucha entre compañeros de clase y que el “pueblo” le estaba pidiendo a Morales la renuncia.

Finalmente, Evo junto a García Linera y Adriana Salvatierra, presidenta masista del Senado, renunciaron a sus cargos. Por estas horas, pesa una orden de detención sobre Evo Morales y se baraja la posibilidad de una salida a México como exiliado político.

Evo Morales cae entonces en un contexto de una insurrección popular, no de un golpe de Estado. Las FF.AA. se limitaron a negarse a continuar la represión que la policía ya no quería mantener. Evo Morales no se convirtió en un Maduro porque no pudo, no porque no quiso. El rol protagónico lo tuvo la intervención de las masas que superó, y por mucho, la zona de influencia de la burguesía cruceña. Los mineros de Potosí se movilizaron hacia La Paz para exigir la renuncia de Evo Morales, y fueron agredidos por militantes masistas en el camino. En La Paz, bastión obrero, también se produjeron movilizaciones contrarias a Evo Morales. Allí se movilizaron médicos del sector público, que incluso sufrieron una represión por parte de grupos ligados al MAS dejando a un herido de gravedad. En Cochabamba, trabajadores transportistas y de la Federación de Trabajadores Fabriles de del mismo departamento convocaron a movilizaciones exigiendo nuevas elecciones. En Santa Cruz, incluso, se movilizaron docentes y médicos, y uno de los muertos de allí participaba de una marcha de trabajadores transportistas. Evo no pudo derrotar ese movimiento, y terminó perdiendo el apoyo de las centrales obreras. Morales no se fue sin pelear antes, desatando una represión estatal y paraestatal que dejó seis muertos y 400 heridos. Constitucionalmente, correspondería llamar a elecciones en 90 días, aunque por el momento, Bolivia se encuentra ante un vació de poder.

La movilización obrera contra Evo Morales, tampoco es nueva. En Bolivia se han producido movilizaciones obreras durante los últimos cinco años: docentes y trabajadores de la salud por salario y condiciones laborales, obreros de la construcción contra despidos, una enorme lucha contra la expulsión de trabajadores de la Empresa Pública Nacional Textil, que obligó a la COB a convocar a una huelga general en 2016 desatando una represión con 10 heridos y más de 150 detenidos en Cochabamba, protestas de estudiantes y médicos en 2017 contra el aumento de la jornada laboral y la búsqueda por aumentar la responsabilidad penal de los profesionales de la salud, siendo reprimidos por la policía. En 2017, la COB enfrentó en las calles la búsqueda por limitar el derecho a huelga de los trabajadores de la salud impulsada por la defensoría del pueblo. Sin ir más lejos, en septiembre de este año, maestros y trabajadores de la salud reclamaron por las condiciones laborales, iniciando incluso huelga de hambre. A esto habría que sumarle la violenta represión en el TIPNIS en el año 2011 y la represión del gasolinazo en el 2010. Se entiende el poco empeño de la COB por defender a Evo Morales durante los 20 días de protestas para terminar pidiéndole la renuncia el último domingo. Se entiende también, porque el grueso de los sectores que protegen a Evo en Cochabamba son los productores cocacoleros.

El trotskismo argentino, junto al progresismo, han convocado a movilizar para repudiar el golpe, o sea, exigir la represión del movimiento y reponer a Evo. El Comité Ejecutivo del Partido Obrero “oficial” emitió un comunicado sosteniendo que se trataba de un golpe de Estado, apoyado por el imperialismo yanqui y el Grupo de Lima, para “asestarle un revés a las movilizaciones y rebeliones que protagonizan los pueblos latinoamericanos contra los planes de austeridad de los distintos gobiernos”. Olvidan, que dicha tarea la estaba comenzando Evo, la llevó adelante también Correa, y la está realizando Maduro, tres gobierno a los que el PO se niega a denunciar. Respecto a la renuncia de Evo Morales, la ve como una “capitulación” porque “prefirió renunciar en vez de apelar a la movilización de las masas obreras y campesinas, porque eso amenazaba los intereses capitalistas para los cuales el propio Evo gobernó a lo largo de sus sucesivos mandatos”. Sesenta años de historia para solo balancear que Evo es un cobarde. Por eso, como Evo “no luchó”, el PO convoca a luchar por él para que “derrotar el golpe en Bolivia y por el triunfo de las rebeliones populares en Chile, Ecuador y en todo el continente”. O sea, en un mismo renglón, llama al triunfo del mismo proceso, la acción directa de las masas contra el régimen, en un país (Chile y Ecuador) y a su derrota en otro (Bolivia).

La Tendencia, a través de Jorge Altamira, también habló de una capitulación de Evo, quien no quiso movilizar a sus “bastiones” campesinos e indígenas en centros urbanos. Más allá de la imposibilidad de que existan indígenas y campesinos urbanos, Altamira y la Tendencia desconocen el descenso electoral de Evo Morales aún en estas elecciones, la derrota en el referendo, y que los trabajadores urbanos y hasta la propia COB le pidieron su renuncia. El apoyo de Altamira a Evo va más allá que la del PO “oficial” porque plantea que su capitulación cancela que él mismo pueda volver a presentarse a elecciones, siendo más explícito en su defensa.

El PO oficial y la Tendencia proponen prácticamente lo mismo: que la clase obrera se movilice, pero para pedir la vuelta de Evo. En los hechos, no está pidiendo soviets, sino la formación de grupos paramilitares en defensa del gobierno saliente. Se podrá decir que los soviets en febrero eran organismos de doble poder que apoyaban a Kerensky. Sí, pero habían surgido de una revolución contra el gobierno anterior y amenazaban a quien lo sucedió, que solo obtenía ese apoyo popular por un quid pro quo. Es decir, eran elementos insurreccionales que tomaban los problemas en sus manos, no grupos que perseguían a los huelguistas para devolver el poder al Estado.

El PTS, en una nota de muy poco contenido, llamó a rechazar el golpe de la derecha, la policía y las FF.AA. Es decir, para el PTS ni siquiera es necesario explicar el apoyo, ya que es algo que debe darse casi por obvio. Curiosamente destaca que "Alberto Fernández, luego de hablar con Macri telefónicamente, publicó una serie de tuits donde aseguró que 'en Bolivia se ha consumado un golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército". O sea, lo reivindica. ¿Será un guiño para un futuro no tan distante?

Izquierda Socialista planteó que “siempre hemos denunciado que el gobierno de Evo Morales, tras un discurso de falso socialismo, en realidad siempre benefició a las grandes multinacionales y los empresarios bolivianos. Esto es lo que generó el gran descontento del pueblo boliviano y lo que facilitó el golpe de la derecha y los militares. Pese a las diferencias que tenemos con Morales y su gobierno, no avalamos el golpe y llamamos a los trabajadores y la juventud de Argentina y Latinoamérica a repudiar el accionar de la derecha y los militares sumándonos a todas las acciones en solidaridad con el pueblo boliviano”

Es decir, reconoce que la “derecha” se monta sobre el descontento obrero, o sea que reconoce el carácter obrero de las movilizaciones, pero en vez de llamar a su triunfo llama a su derrota. Muchas vueltas para terminar llamando a apoyar a Morales. El MST y el MAS propusieron Asamblea Constituyente como salida, mostrando que tienen un profundo desconocimiento de lo que está pasando. Lo del MAS fue curioso porque plantearon que “Rechazamos la renuncia de Evo Morales y Linera. Al golpismo se lo enfrenta luchando en las calles, organizándose y tomando los centros de trabajo”. Es decir, fue el más explícito en su apoyo a Evo planteando abiertamente que tiene que continuar en el gobierno. Todos los partidos trotskistas, confluyeron en una movilización junto con el kirchnerismo y en una marcha a la embajada boliviana este lunes. Siguen con el frente K, con los que ahora van a tomar a su cargo el gobierno nacional. Hacen una marcha para apoyar un burgués, pero se niegan a marchar por los trabajadores venezolanos.

La izquierda en Argentina pide que cada uno se vaya a sus casas o que se movilicen, pero para que vuelva Evo. En definitiva, todo el arco de izquierda se alineó en el frente con Alberto Fernández, Lula y el Grupo de Puebla, al que se suma gente del PRO, como Daniel Lipovetsky. O sea, en el campo burgués.

Lejos de una derrota, la clase obrera muestra que ha comenzado a tomar la ofensiva y corresponde ponerse al frente. En lugar de llamar a los compañeros a irse a sus casas, a movilizarse para pedir la vuelta de Evo o llamar a las FF.AA. a que repriman hay que impulsar el proceso, desarrollar mecanismos de poder de la clase obrera y disputar su dirección. No hay que consentir ninguna salida electoral. Gane quien gane, se enfrentará con las masas en las calles, por lo cual no estamos ante un triunfo de la burguesía, sino frente ante una incipiente ruptura de la clase obrera con el régimen. Asuma Camacho, Mesa, o algún nuevo personal político masista, tendrán que llevar adelante la represión del movimiento obrero, tarea que Evo quiso y no pudo llevar adelante. Está claro Camacho expresa un componente racista y xenófobo, totalmente despreciable. De llegar al poder, no escatimará en las intenciones por reprimir a la clase obrera. Por ese motivo, es necesario que la clase obrera se organice en asambleas barriales, en fábricas, en zonas rurales, con fines de organizar una Asamblea Nacional de Trabajadores para discutir una salida clasista a la crisis. Solo de esa forma se puede poner en pie un organismo de doble poder que le dispute la hegemonía a la burguesía. La mayoría de la izquierda latinoamericana se ha adaptado al nacionalismo y se transformó en una pieza más de una de las alianzas burguesas del continente. Esos partidos son ya un instrumento inútil, adocenado. Hay que poner en pie una nueva izquierda socialista y revolucionaria. Porque la clase obrera ha demostrado estar de pie.

¡Fuera Evo, Camacho y Mesa!

¡Por una ANT en Bolivia!

¡Por el triunfo de la insurrección obrera en Bolivia!

¡Que se vayan todos en América Latina!

¡Por un Congreso de la nueva izquierda revolucionaria en América Latina!

Razón y Revolución                                                      11/11/2019


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