13.NOV.19 | Posta Porteña 2066

Guerra social y contrarrevolución en el Kurdistán III

Por Su Capital

 

Los guerreros de la montaña van al paraíso

Lucha proletaria contra el horror del capitalismo islámico, guerrillerismo y miseria de la gestión del capitalismo pintado de rojo, verde y morado

 

Su Capital N°26 Boletín de Difusión Anticapitalista 5/11/19

Primera parte

 

El verdugo islámico del proletariado. Islam turco: la destrucción de la unidad del islam y la construcción del Estado Islámico

Como ya dijimos el estado turco se construye en base a la destrucción de la comunidad tribal, a la destrucción de la comunidad campesina y a la destrucción de la comunión islámica la umma. Creando una identidad articulada alrededor del Estado.

Un estado que utiliza como base ideológica el islam en versión custumizada y una especie de ideología de pueblo elegido por Dios para dominar el mundo. Es decir nacionalismo racial de toda la vida, definiendo la raza en base a las necesidades del Estado claro.

En esa construcción primero la comunidad campesina (con tierras colectivas) muy habitual entre las etnias islamizadas… debe ser destruida. La identidad tribal es un estorbo y un límite para el estado. Las leyes tribales o las costumbres de ciertas etnias son un “atraso” para las formas económicas turcas. En sucesivas oleadas de evolución del estado turco se irá atacando etnia por etnia para eliminarlas o asimilarlas.

En esta construcción ideológica la voluntad del Estado y la clase dominante a quien sirve el Estado es la palabra de Dios. Los intereses de la clase dominante son sacralizados por sistema. Como hoy por ejemplo los salarios bajos y las jornadas laborales de 16 horas son la voluntad de Alá. Esto es algo muy normal pero en el caso turco cosas así o similares son objeto de desarrollo teológico.

Como la necesidad de consagrar el derecho de los clérigos oficiales a ser “chulo putas” al mismo tiempo. Dicha teología se apartaría lo más posible del “espíritu progre” de los inicios del islam que buscaba alejarse de la formas de vida clásica de la elite de oriente medio: la usura vinculada a la creación de nuevos esclavos, la prostitución y la exportación mercantil de mujeres a todo el mundo antiguo conocido.

Esta teología a la carta también se utiliza para justificar la supremacía, más que de la raza, del Estado turco sobre todos los islámicos. Por tanto su derecho de destruir cultural o físicamente a cualquier pueblo o grupo que atente contra la sagrada autoridad del representante de Dios en la tierra, el Estado turco. Esto también se aplica a cualquier estado o nación que se considere que ha ofendido o tiene algo que quiere el Estado turco. Todo lo mismo de siempre, en todas parte, pero aplicado con un fanatismo que roza el ridículo.

Hay que tener muy en cuenta que la identidad de turco es una cuestión meramente ideológica. Es el que acepta y obedece las órdenes del Estado ciegamente. Y esto tiene sus implicaciones lingüísticas y culturales. Para hacer mucho más racional él estado. Homogenizar a los súbditos en base a una cultura y lengua común es lo normal. Independientemente de que sean de orígenes muy dispares.

El sultanato en el último cuarto de siglo XIX desarrollara esta idea con todas sus consecuencias, que podemos comprobar hasta la actualidad. El sultán Abdul Hamid II tras la derrota en la guerra ruso otomana de 1877-1878 se vio obligado, adoptando ya entonces muchas de las ideas de los niños pijos otomanos (jóvenes otomanos) que serían la base ideológica del nacionalismo militarista turco laico, a reorganizar el imperio en base a criterios etnicistas y nacionalistas.

Como el imperio turco era un batiburrillo informe de etnias la única forma posible de unificarlo era a través del orgullo religioso. Así desarrolla el panislamismo para tontos, la primera sistematización del islam más custimizado (grotescamente resumido) en base a los intereses del Estado Islámico. Como las derrotas militares continuas habían llevado a muchos musulmanes europeos a ser expulsados hacia Anatolia (la mayoría eslavos musulmanes de los Balcanes y Rusia) la identidad racial turca debía ser algo también muy laxo.

Pues estos nuevos contingentes de musulmanes desarraigados serían más fácilmente moldeados por el estado y serian la fuerza de choque que impondría la homogenización islámica a los distintos pueblos islámicos viejos. Pero sobre todo daría el empujón final para crear el crisol donde cristalizaría esa nueva nación sin identidad más allá de la obediencia al Estado Islámico (donde la raza turca fluye entre escandinava y raza de negreros negros). Ese crisol es el odio a los diferentes y a los enemigos.

El impero otomano utiliza como chivo expiatorio y blanco sobre el que descargar todas las tensiones sociales y frustraciones de la plebe a las etnias cristianas de Oriente Medio y Anatolia. Concretamente usa a los armenios como perfecto saco de boxeo para la “canalla” musulmana descontenta.

Los cristianos son para el estado turco como los judíos o gitanos para los nazis. El pueblo elegido para ocupar ese lugar fue el armenio, ya que disponía de muchas tierras de cultivo en los valles que podían ser entregadas a la plebe musulmana refugiada o no, eran odiados por tener dinero mientras que los musulmanes perdían a sus hijos en el servicio militar por no tenerlo, contaba con la rivalidad tribal arcaica de sus vecinos musulmanes los kurdos y sobre todo era un objeto sacrificial fácilmente prescindible. Cuyo saqueo proporcionaría un respiro a las arcas exhaustas del imperio.

La historia de la creación de este Estado Islámico guarda muchas más similitudes con la Alemania de los años treinta del siglo XX. La propaganda oficial pretendía canalizar el creciente odio de clase de la “canalla”, asfixiada por los impuestos, el servicio militar y las hambrunas sobre todo en el campo, por un odio religioso hacia los ricos cristianos. Se dibujaba como en el caso de los judíos alemanes un perfil de burgués colaboracionista con las potencias extranjeras. Las reivindicaciones políticas de la comunidad armenia fueron la excusa perfecta para liberar las tensiones sociales en contra de los armenios. Repartiendo las migajas del botín entre la “canalla” descontenta musulmana.

Entre 1894 y 1896 en distintos episodios represivos y revueltas el sultanato de Hamid causo la muerte de entre 200.000 y 300.000 armenios. Muchas de las tropas que se lanzaron contra los pueblos armenios de montaña eran tropas irregulares kurdas que defendían el derecho de los jefes tribales locales a cobrar un tributo de protección (extorsión) a las poblaciones armenias


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