18.NOV.19 | Posta Porteña 2068

Tiempos Mejores: Tesis Provisionales sobre La Revuelta de Octubre 2019 en Chile (3)

Por CírculodeComunistasEsotéricos

 

«Como sucede cuando se pretende volver a juntar los fragmentos de una vasija rota que deben adaptarse en los menores detalles, aunque no sea obligada su exactitud, así también es preferible que la traducción, en vez de identificarse con el sentido original, restituya hasta en los menores detalles el pensamiento de aquél en su propio idioma, para que ambos, del mismo modo que los trozos de la vasija, puedan reconocerse como fragmentos de un lenguaje superior»

 Walter Benjamin, «La tarea del traductor»

Tesis III

 “Toque de Queda”:La repolitización del desborde solo es posible al otorgarle un sentido que puede, nuevamente, desbordarse a sí mismo. La contradicción entre el horizonte de realidad versus el horizonte de lo posible que abre la repolitización del desborde tiene como resultado el posicionamiento táctico de las fuerzas, lo que conlleva a tomar directrices específicas en y con el conflicto. No se trata de organizarlo, sino de poder reconocerlo para encontrar una sección que se pueda reconducir, radicalizar, porque los elementos objetivos y subjetivos del descontento que se reconocen como estructurales están ahí: solo necesitan, espontáneamente, generar y encontrar su forma.

 Glosa

El sábado 19 de octubre las fuerzas entraron en una contradicción: nadie entendía por qué estaba sucediendo pero todo el mundo sabe muy bien por qué pasa. Los cuarenta y cuatro años de desarrollo moderno-capitalista en su fase neoliberal han determinado una sobre-exigencia al individuo que desea pero que no sabe cómo satisfacer su deseo y no puede alcanzar satisfacción alguna.

 Supermercados y tiendas saqueadas, más estaciones de Metro y buses quemados. Barricadas por todo el centro de Santiago y en algunas de sus zonas periféricas y empobrecidas. El General Ludd ahora lleva la chispa y la distribuye a Valparaíso y Concepción.

¿A quién le puede importar la propiedad privada cuando se enfrenta a las llamas y a la posibilidad de hacerse con algo que todo el tiempo se promete pero que nunca se cumple? Puede comprometer incluso su vida. Esto tiene múltiples formas de resolverse: o se vive comunitariamente o se devuelve a la barricada. No hay más.

Escena uno: cerca del Cerro Santa Lucía alrededor de un bus quemado. Desde la mañana las personas que ahí se reunieron danzan a su alrededor al ritmo de los golpes que le dan. Un bus, esa máquina dispuesta a la circulación de personas, ahora se resemantiza en un mantra que le devuelve por segundos a sus viandantes el dominio de su propio cuerpo. Se suben a la estructura quemada, saltan, le pegan, lo manejan sin destino porque no se mueve: es un giro contra la circulación de mercancías en las que nos hemos convertido. Un músico callejero de edad toca su arpa.

Escena dos: en Plaza Italia, un lugar neurálgico del centro de Santiago desde la post-dictadura, los militares llegan. Los custodian los carabineros. La gente los increpa y le dicen que se vayan a cara descubierta. No les corresponde estar aquí. Los disturbios se propagan por toda la Alameda. Seis buses quemados hacia el sur. No falta quien diga que fueron dispuestos para que les prendieran fuego. ¿Acaso eso importa en este momento? Lo relevante es que se queman y no importa quién lo hizo.

Escena tres: un supermercado saqueado en Cerrillos. Se toman artículos de primera necesidad. Se toman televisores, artículos varios, entre frazadas, pañales, uno que otro electrodoméstico. Algunos se devuelven a la barricada. Muchos se tiran a las barricadas. Se saca alcohol y se bebe; también se guarda para más tarde. La algarabía se contagia, hay cantos y bailes.

Los tres ejemplos aquí descritos tienen un punto en común: la inversión del estado de excepción en el que se vive en distintos puntos de la ciudad es un juego en el que las fuerzas se encuentran y, misteriosamente, se cohesionan

Es la inversión del estado de excepción “normal”. Las comunidades de personas cohesionadas coercitivamente invierten la situación: se encuentran y desarrollan su propia comunicación. Son sonrisas, son gestos, son roces entre sus cuerpos donde surge una subjetividad que antes de ese momento no tenían. Es un reconocimiento mutuo donde lo que se instala es el diálogo entre pares. Un polílogo si lo queremos decir así.

Los saqueos e incendios, así como otras manifestaciones, dan cuenta de ese malestar en la cultura en el que estamos absortos desde hace mucho tiempo. ¿Qué puede hacer el pobre que no puede ser otra cosa que ser pobre y que como suma compensación puede tener dinero, “bien o mal habido”, que le haga pensar que vive como rico?

¿Qué puede hacer esa clase media que solo puede acceder al crédito, a artefactos culturales que en resumidas cuentas le otorgan un estilo de vida que le promete dejar de ser pobre y pensar, a pies juntillas, que el ascenso social existe solo como merito propio? Aquí dejaron de vivir de allegados para vivir en departamentos de cuarenta metros cuadrados pero en el centro, como otros pagan la compra del supermercado en cuotas mensuales, así como quienes fueron desplazados hacía la periferia “con algunos lujos” pero que han sacrificado la libertad por la seguridad, porque el enemigo es el Otro.

Esta nueva comunicación se expande. Quema y se consume. En estas condiciones de comunicación, la contradicción entre deseo y su insatisfacción se trastoca, se le da un giro de tuerca. La instalación del conflicto es un asunto que exige tomar posición: o se va a la ofensiva o se devuelve como regresión fortalecida.

Esta nueva comunicación se expande. Quema y se consume. En estas condiciones de comunicación, la contradicción entre deseo y su insatisfacción se trastoca, se le da un giro de tuerca. La instalación del conflicto es un asunto que exige tomar posición: o se va a la ofensiva o se devuelve como regresión fortalecida.


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