27.NOV.19 | Posta Porteña 2070

Tiempos Mejores: Tesis Provisionales sobre La Revuelta de Octubre 2019 en Chile (5)

Por CírculodeComunistasEsotéricos

 

« ¿De qué aguas nos venimos viniendo?

Y ancestral se derrumba la respuesta: de la nube que estalla en llamas de la incandescente lava que se llora de la última estación cuando aún eran las ventanas del viaje que casi no fue de ellos que nos engendraron y de esas las almas en pena que nunca nos supieron»

 Verónica Zondek, «Biografía»

Tesis V

“Estamos en guerra”: El movimiento popular espontáneo al transformarse en movimiento ciudadano reconfigura sus propias condiciones de surgimiento y limita sus posibilidades de acción. Es el negativo de sí mismo y tiende a un auto-sabotaje al recurrir a las formas tradicionales o clásicas del movimiento popular del siglo XX. Esto determina que no puede jugar con lenguajes nuevos para interpretar un momento histórico que lo ha superado. El movimiento ciudadano es regresivo a costa de sí mismo: quema sus naves por la instauración de un nuevo orden “policiaco”

Glosa

El domingo 20 por la noche se verbaliza la guerra. La vuelta de mano enarbola por la mañana un irónico “no estamos en guerra, estamos unidos”. Resuenan los himnos de los últimos treinta años. La agenda que siempre se aplazaba, la agenda que parecía estar siempre presente pero nunca resuelta, viene a tomar asiento cuando la fiesta se acabó y es hora de perseguir un nuevo orden pero desdoblado

El problema es la desigualdad. El problema es la repartición de la torta. El problema es la casta política. El problema es la falta de confianza en las instituciones. El problema es el abuso sistemático o los impuestos. Todo puede ser un problema pero nada resulta tan problemático. Un lacónico “El pueblo unido jamás será vencido” retumba como canto de cisne. Aparece el pueblo como sujeto y como consigna

El pueblo “como sujeto y representación” que tan bien nos enseñó un amigo analizando el mismo problema en otro tiempo. “Chile despertó” es el grito de batalla, un hashtag, una consigna, una bandera.

Apelar al pueblo siempre es una apelación a un elemento pre-político porque busca lazos anteriores a la política, entendida como la forma en que el individuo se realiza en y con la comunidad. La aparición del pueblo en el siglo XIX como volk, como nación, da cuenta de que hay algo en él que es depositario de sus orígenes: la lengua, la sangre, la raza, las costumbres o la cultura son lazos que hay que mantener y que se oponen a la modernización. Apelar al pueblo es apelar a esa unidad indisociable que sumerge al individuo en una tradición

El siglo XX transformó y equiparó al pueblo con las “clases populares”, las “clases bajas”, a “los pobres del mundo” hasta identificarlo con el proletariado.

Craso error político pero táctica y estratégicamente adecuado a los intereses leninistas de ser la vanguardia dentro del proletariado: al “pueblo” hay que politizarlo desde fuera, darle un programa, conducirlo a su emancipación

El proletariado es aquella parte que ha formado y tomado conciencia de su posición social en el modo de producción capitalista que determina la totalidad de la vida. Es necesariamente una articulación política porque fija su interés en su auto-superación, en su desaparición en cuanto clase porque sabe que se constituye en un momento histórico determinado de relaciones de producción: es la apuesta por una totalidad otra de la vida. La conciencia proletaria es la conciencia de la necesidad, del deseo de su auto-supresión y de las condiciones materiales y subjetivas que le permitieron llegar a ser lo que es. Es una identidad que cuando toma conciencia de sí busca autodestruirse.

¿Estamos en condiciones de asumir que efectivamente estamos en una “lucha de clases” o simplemente es una consigna a la que hay que aferrarse con todo para que no desaparezca la posibilidad de la “revolución”? ¿En un mundo en el que el modo de producción capitalista ha totalizado la existencia es posible aún hablar de “clases” o necesitamos otras formas de interpretar el escenario histórico?

Ricos y pobres especifica una relación de magnitud, de grado, de estrato, en torno al beneficio existente en la extracción de plusvalía. ¿Qué pasaría si se erradica a los ricos del mundo? ¿Entraríamos en otro mundo distinto y el pobre encontraría un sentido otro en su condición social?

No es solamente un asunto de terminología, sino que el desarrollo del capitalismo contemporáneo ha llegado a un punto tal que el léxico “tradicional” —proletarios y burgueses, lucha de clases entre otras— se queda corto para aprehenderlo en su dinamismo: lo que se ha transformado es la lucha de clases clásica misma al cambiar las condiciones en que el capitalismo se ha desarrollado aceleradamente en los últimos cincuenta años. Sigue siendo el mismo fundamento, pero las maneras específicas en que ese fundamento se manifiesta son otras. La aparición de nuevos campos semánticos es necesaria para una actualización de la conciencia proletaria.

“Chile despertó” necesariamente oculta un factor negativo, en tanto crítica, que es necesario develar. ¿Despertar de qué? De una pesadilla para entrar en un mal sueño. Hay diferencias cualitativas entre ambas actividades. La pesadilla determina una inmovilidad, un temor, algo que pasa por encima y atrapa. El mal sueño da espacio para jugar activamente con las condiciones oníricas, hay condiciones de posibilidad para abrir la cancha, moviliza. Pero el mal sueño se acaba con el despertar. Se toma nota del sueño que prefigura la realidad.

El problema es que lo que choca en este despertar es el levantamiento de la agenda socialdemócrata, más o menos a la izquierda, que viene rugiendo desde la conformación de la Alternativa Democrática de Izquierda con el Cura Pizarro de candidato presidencial y la candidatura de Gladys Marín, quien “coincidentemente” se ha levantado como ícono de lucha para algunos sectores en estas jornadas.

La recuperación “leninista” del movimiento popular espontáneo para impulsar una agenda social se puede leer en clave izquierdista: un mundo más justo, más humano, pero sin alterar el orden. Que cambie el estado de las cosas para que nada se transforme.

Esto es el llamado a la restauración policiaca del orden. Policía tiene su origen más remoto en el griego politeia, la relación del ciudadano con el Estado al que “pertenece”, así como también hace referencia al ordenamiento jurídico que “necesita” el “pacto social”. Las formas policiacas actuales actúan en ese sentido. Irse en contra de la policía es poner en crisis, cuestionarse tanto el “pacto social” como la relación sobre la que se sustenta ese pacto. La manifestación callejera que termina arrojando piedras o lo que pille a la mano por este factor es simbólica: es crítica del orden al que estamos arrojados.

Quien rechaza la barricada como símbolo lisa y llanamente está a favor del orden precedente. Hay que desconfiar de los pacifistas y de quienes abrazan a la policía precisamente porque se revelan como defensores del orden actual del mundo, aunque no lo sepan. Así como tampoco hay que confiarse demasiado de quien ataca a la policía por ser representantes abstracta y materialmente del sector dominante de la población pero que no se cuestiona el orden de las cosas. “Paco cafishio del Estado” no es sino un contrasentido. La violencia porque sí termina por sustentar el orden al que se enfrenta y ataca.

Círculo de Comunistas Esotéricos Santiago, Noviembre de 2019


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