14.DIC.19 | Posta Porteña 2075

LA TAREA DE SÍSIFO -Ensayo sobre las dificultades para superar el capitalismo-

Por SIRIO López Velasco

 

Sirio López Velasco (lopesirio@hotmail.com)

Diciembre de 2019 (primera parte)

Un vistazo general a la historia de un siglo

 

Sísifo se levantó tarde y al lavarse la cara se miró al espejo. Pensó en el sentido que había dado a su existencia, repasando con franqueza en un minuto cómo había cambiado el mundo desde que él tenía recuerdos de sus amistades y de los hechos políticos. Porque decididamente el planeta no había ido en el rumbo que él y otros muchos millones de personas imaginaron a lo largo de muchos años, por lo menos, un siglo; ese rumbo era el de la fraternidad universal entre las personas y la convivencia respetuosa de la Humanidad con el resto de la naturaleza.

Cuando nació, hacía seis años que se había terminado la Segunda Guerra Mundial y mucha gente estaba convencida, en especial tras la derrota del nazismo obtenida gracias al esfuerzo decisivo de la URSS, que el socialismo era el destino inevitable de la Humanidad. Y no sólo lo creían los partidarios del socialismo, sino incluso también los capitalistas; por eso desde la Segunda Guerra Mundial habían inventado el Estado de Bienestar Social, que en la Europa Occidental y algunas “islas” en otras partes del mundo, trataba de contener el avance rojo dándole un nivel de vida material mínimamente aceptable a los asalariados (e, incluso a los desempleados).

Pero  en 1956 había ocurrido en el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS la denuncia de los crímenes de Stalin, y en ese mismo año había tenido lugar la invasión de Hungría por la URSS; ambos hechos apartaron del socialismo orientado al comunismo a algunas personalidades y a varios sectores de izquierda.

Ahora bien, en 1959 llegó a su pueblo muy apagada la noticia de la Revolución Cubana, que plantaba la bandera del socialismo en tierras latinoamericanas e inflamaba a la parte más inquieta de la juventud el Continente  con el ejemplo heroico y austero de sus barbudos.

Mas en el mundo había tenido lugar el cisma entre China, por un lado, y la URSS y sus países satélites en Europa oriental, por otro; porque Mao y los dirigentes chinos acusaban a la URSS de haber revisado de forma claudicante el marxismo-leninismo, renunciando a la revolución armada y adoptando la coexistencia pacífica con el imperialismo encabezado por los EEUU; los chinos sostenían que el imperialismo era un tigre de papel, que el poder nace del fusil, y que la revolución se haría (a imagen y semejanza de China) con una guerra popular prolongada que rodease  y ocupase las ciudades desde el campo.

De eso casi nada llegaba a la ciudad de Sísifo. Pero, aunque deformadas sistemáticamente por la gran prensa que daba la versión de las agencias de los EEUU y sus aliados, allí sí llegaban las noticias del heroico Vietnam, que después de derrotar a fuerza de voluntad, coraje, arroz y bicicletas, a los imperios japonés y francés, estaba derrotando también al imperio yanqui. 

Y luego en 1967 sacudió a A Latina el asesinato del Che en su gesta boliviana, y sacudieron al mundo  las grandes rebeliones juveniles de 1968  que reclamaban la prohibición de prohibir, la instalación de la imaginación en el poder, y la práctica del amor en vez de la guerra. El país de Sísifo no escapó a esa ola, y sobre todo su capital fue palco de multitudinarias manifestaciones donde redoblaban de vigor las exigencias universitarias.

Pero en ese mismo icónico 1968 las Tropas del Pacto de Varsovia habían invadido a Checoeslovaquia, y se repitió lo ocurrido tras la invasión de Hungría, doce años antes, con el alejamiento de varios sectores del sueño socialista, y su acomodación a los límites impuestos por capitalismo.

Y en eso llegó el año de mudanza a la capital, para cursar los estudios universitarios que el país no ofrecía fuera de ella. Allí Sísifo descubrió la camaradería semiclandestina de la agrupación que apoyaba al movimiento guerrillero de liberación nacional orientada hacia el socialismo, predominantemente urbano, que operaba ejerciendo una violencia mínima en acciones de propaganda armada, desde hacía algo más de un lustro.

Se reunían en un semisótano de la Facultad, que las autoridades universitarias fingían no ver, y cuyas paredes estaban pintadas con homenaje a guerrilleros latinoamericanos, como Yon Sosa, a Vietnam y a los palestinos.

A los pocos meses vino la invitación para integrarse al movimiento guerrillero; y él, que nunca había sido gente de pelea, aceptó porque no veía otra vía para llevar a su país más allá del capitalismo.

Hasta 1972, y a pesar de que la represión venía en violento aumento tanto contra las organizaciones clandestinas como contra el movimiento popular en general, la mayoría de los jóvenes no intuía ni por asomo el infierno que vendría poco después. 

Por eso era excepción aquel compañero que ante una oferta de indiscreción decía: “no me cuentes que no quiero saber, y lo que no se sabe no se puede decir, aun en la tortura”.

La confianza había sido aumentada por el triunfo electoral de Allende, y con él, de la perspectiva alentada por la URSS, los comunistas y los socialistas, de un tránsito pacífico al socialismo. Pero en su país la tortura generalizada que desde tiempos inmemoriales sufrían los presos comunes, se aplicó con supervisión de los EEUU a los presos políticos; y con las informaciones obtenidas con ese mecanismo el movimiento guerrillero y el movimiento popular fueron rápidamente derrotados desde el punto de vista militar, habiendo sido prácticamente reducidos a la inacción por los golpes brutales  de las Fuerzas Armadas.

Sísifo propuso a su responsable, en ese momento una mujer, que se revisara lo que estaba sucediendo para corregir el rumbo. Pero como respuesta recibió la orden de que saliera hacia Chile para juntarse allí a otros compañeros, con los que volvería en el futuro al país. En Chile reencontró la camaradería risueña y segura de antes, con compañeros convencidos de que su regreso al país sería en breve, para continuar la lucha.

Pero en 1973 la conspiración de la oligarquía aliada al gobierno de los EE.UU. arreció el cerco contra el gobierno de la Unidad Popular presidido por Allende, que desembocó a la postre en el sangriento Golpe pinochetista de setiembre. En el país de Sísifo el Golpe se había oficializado en el primer semestre de ese año.

En ese contexto la Dirección de su movimiento evacuó a sus militantes hacia Cuba. Allí se organizaron en Colonias que trabajaban en la producción dirigida por cubanos; una minoría iba siendo seleccionada para recibir formación militar, en vista de una futura vuelta al país. Cuba significaba en la época la realidad perceptible en A. Latina de que una sociedad que se propusiese construir el socialismo era posible.

En la época Sísifo tenía 22 años, y ahora, ya viejo, recordaba cómo había vivido aquella experiencia única. Los grupos de las Colonias ejecutaban variadas tareas, colaborando con empresas o brigadas cubanas. Por ejemplo, en un lugar ayudaban a construir una nueva ciudad que provisoriamente en el futuro sería sede de una edición de los Juegos Panamericanos, para revertir luego todas sus instalaciones a disposición de familias cubanas; otro construía en la Isla de Pinos, la misma donde el Che habría imaginado en algún momento experimentar una sociedad sin dinero, un establecimiento rural; otro trabajaba en una fábrica de paredes y techos prefabricados para la construcción de casas, edificios, centros de educación o centros de salud; otro laboraba en una fábrica de bloques, destinados en construir en Cuba y otros países, como Tanzania, muchos predios de utilidad popular; otro limpiaba las grandes estanterías metálicas destinadas a almacenar los barriles del ron cubano que en su gran mayoría era exportado para obtener las divisas tan necesarias para un país casi carente de recursos naturales bien cotizados en el mercado internacional; otro se integraba a una brigada cubana que hacía edificios para vivienda; la particularidad de estas últimas brigadas de construcción y de sus frutos (que trabajaban con materiales y su transporte, así como con la alimentación, donados por el Estado) residía en el hecho de que sus integrantes eran voluntarios que provenían de las más diversas empresas; luego los apartamentos construidos eran adjudicados por méritos laborales y ciudadanos por el colectivo de cada empresa con representantes en la brigada, a quienes en la empresa se juzgara los más meritorios, al tiempo en que una cuota era adjudicada, por sorteo, a los propios constructores.

La mayoría de la sociedad cubana asumía con optimismo las privaciones y sacrificios que debía soportar tanto por la pobreza del país como por el feroz bloqueo impuesto por EEUU y sus títeres en A.Latina y el resto del mundo. Ese optimismo se alimentaba de los progresos concretos que veía en la educación y salud gratuitas y universalizadas que a cualquiera permitía cursar estudios universitarios y a todos protegía en caso de enfermedad; además se saboreaban con mucha alegría las veladas en bailes donde corría la cerveza servida en envases de cartón de un litro, o las visitas a restaurantes o pizzerías que cada familia podía ver como posibles una vez por mes; y también se disfrutaba al menos mensualmente las novedades que ofrecían los cines y las permanentes delicias de la heladería Coppelia.

Es cierto que había una clara discriminación de los homosexuales, y un porcentaje de gente que nunca aceptó o nunca se identificó con la Revolución, y que hacía los trámites para irse a los EEUU y/o practicaba la pequeña delincuencia. Pero a pesar de esta última en Cuba se respiraba un sentimiento de seguridad muy fuerte, avalada por el hecho de que en plena madrugada se podía caminar por La Habana sin temor de ser asaltado.  Y el apoyo mayoritario al gobierno se constataba en cada gran acto de masas para conmemorar el aniversario del asalto al cuartel Moncada, o el Primero de Mayo.

Pero ya en esa época Sísifo notó algunos hechos que mostraban que el futuro socialista soñado por el Che no se estaba construyendo sin peros o sombras.

Así, por ejemplo, la prensa escrita, radial y televisiva reservaba espacios mínimos a pensadores y pensamientos críticos, cuando los reservaba; y la gente revolucionaria creía cándidamente en lo que le decían esos medios, porque la educación tampoco era problematizadora, sino que machacaba sin discusión las mismas ideas vehiculadas por la prensa y los dirigentes del único Partido legal (el Comunista) y de las organizaciones legales de masas (que agrupaban, por ejemplo, a los sindicatos, las mujeres, los jóvenes, o los vecinos reunidos en cada barrio en los Comités de Defensa de la Revolución); en ese contexto ni la misma Universidad era espacio generador de críticas y propuestas capaces de prevenir o corregir a tiempo errores, y perfeccionar la democracia socialista.

Así, cuando en 1976 se discutió el Proyecto de Reforma de la Constitución, Cuba mostró dos realidades; por un lado la experiencia superdemocrática de que el texto fuera sometido a debate en cada centro de trabajo y educativo; pero al mismo tiempo, por otro, lo que Sísifo presenció en la fábrica en la que entonces residía, a saber, que la única propuesta que surgió allí fue la del cambio de nombre del país, agregándole el adjetivo “socialista”, al tiempo en que se aceptaba sin ninguna observación o demanda de cambio todo lo relativo a los derechos de los trabajadores de la ciudad y del campo, y de los ciudadanos, o el sistema electoral, por ejemplo.

Años después Sísifo concluyó que en Cuba no serían publicados sus trabajos orientados al socialismo, y quizá él mismo no conseguiría trabajo como docente en la Isla (donde al parecer la sospecha de disidencia basta para ser expulsado del profesorado; un colega cubano le contó que cuando iba a presentar un trabajo sobre Estética en un congreso universitario que se realizaba en otro país de A.Latina, un responsable le dijo que sometería su texto a la consideración del responsable local del Partido, a lo que ese colega respondió con humor que no sabía que aquel responsable fuera un conocedor de la Estética)

Después vino la desaparición de la URSS y del llamado “campo socialista de Europa”, y entonces la modesta vida optimista de los cubanos se vio afectada de raíz, demostrando así que en buena parte dependía de los subsidios directos o indirectos de aquellos aliados. Cuba conoció el éxodo de los “balseros” que en cualquier embarcación de fortuna trataron de llegar a los EEUU, y el país entró en el llamado Período Especial en Tiempos de Paz, en el que ningún centro educativo o de salud fue cerrado, pero la mayoría de la población disminuyó de peso por la escasez de alimentos. El gobierno de EEUU esperaba que la Revolución implosionara, como la URSS y sus satélites europeos, pero Cuba resistió.

No obstante la sobrevivencia no mantuvo ni la estructura económica ni la modesta vida optimista de antes. El país estableció acuerdos con multinacionales, en especial en el sector turístico, que pasaron a tener peso decisivo en ese sector vital para la obtención de divisas. Al mismo tiempo, la ejemplar solidaridad internacional que antes había enviado (casi) gratuitamente a combatientes (como los que habían operado en guerrillas latinoamericanas, o los que después ya como Ejército ayudaron a Angola a derrotar a la racista Sudáfrica que la había invadido), a médicos, educadores y entrenadores deportivos a tantos países, ahora se volvió fuente de obtención de divisas o intercambio por petróleo, como ocurría, por ejemplo con la Venezuela de Chávez; en el caso de Brasil, por ejemplo, los médicos recibían efectivamente sólo una pequeña parte del salario que el gobierno brasileño pagaba al Estado cubano; claro que eso se justificaba desde Cuba aduciendo que esa contribución de cada profesional era la justa retribución al Estado por la educación gratuita que había recibido en Cuba desde su infancia; pero menos fácil era justificar la prohibición de que tales profesionales viajasen acompañados por su familia (en una especie de chantaje para mantenerlos fieles al gobierno cubano y obligarlos a regresar al país al fin de su contrato)

Posteriormente, cuando Cuba asumió en la segunda década del siglo XXI los Nuevos Lineamientos Económicos, y los consagró en la nueva Constitución discutida y votada en 2019, se hizo visible la distancia entre el nuevo rumbo y las ideas que el Che había defendido en su propuesta del Sistema Presupuestario de Financiamiento y en su crítica al Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS (que permaneció inédito hasta 2006, cuando fue finalmente publicado en La Habana); básicamente porque se abrían diversos espacios a la empresa capitalista, desde la multinacional hasta la pequeña empresa de base familiar (pero que puede contratar mano de obra, perpetuando la esclavitud salarial capitalista)

Eso no impidió  que en setiembre de 2019 el propio gobierno reconociese que el país pasaba por otro período de escasez de productos básicos, como el aceite, y se viese obligado a reducir la frecuencia de ómnibus o trenes que ligan a ciudades a una sola frecuencia por semana, a causa de la disminución del flujo del petróleo venezolano, al tiempo en que el transporte público urbano sigue siendo tan escaso e infrecuente como antes. En ese nuevo tiempo Cuba aflojó las trabas para que sus ciudadanos puedan salir de la Isla y mucha gente que consiguió el dinero necesario para pagar su viaje se desparramó por diversos países (mientras en muchos casos esperan la posibilidad de irse al “paraíso” norteamericano)  

Mientras Cuba pasaba por toda esa transformación, otra Revolución que parecía similar a la de la Isla, la nicaragüense, sucesivamente  triunfó, fracasó y se transformó negativamente; apenas triunfó sufrió el brutal ataque de una guerra de contrarrevolucionarios financiada y organizada por los EEUU  y que operaba en especial desde Honduras (donde EEUU tiene una gran base militar); agobiada por el desgaste de esa guerra la Revolución Sandinista convocó a unas elecciones que perdió en favor de una derecha que había mantenido lazos con el sandinismo; pero después asumió la dirección del país una derecha pura y dura; en ese lapso la dirigencia sandinista se dividió, en medio a  varias acusaciones de corrupción;  y cuando Daniel Ortega volvió a la presidencia en nombre del FSLN ya no tenía la confianza de Ernesto Cardenal y de otros importantes sandinistas, ni de muchos revolucionarios de A.Latina (algunos de los cuales llegan a decir que Nicaragua se convirtió en una dictadura de Ortega y su mujer, elevada al cargo de Vice-Presidente)

Ahora bien, como Nicaragua, al igual que la Isla y la Venezuela chavista-madurista pasó a ser hostigada por EEUU en 2018 y 2019, el gobierno de Ortega cuenta al menos públicamente con el respaldo de Cuba.    

En Europa, tras la caída de la URSS, los EEUU y la OTAN aprovecharon para destripar a la Yugoeslavia que supuestamente mantenía la bandera del socialismo, aunque se había separado de la URSS hacía mucho tiempo.

Después y en el siglo XXI en A.Latina se elevaron y se derrumbaron  experiencias de gobiernos surgidos de elección popular  que se denominaron “progresistas” en unos casos, y partidarios del “socialismo del siglo XXI” en otros. Entre los primeros se destacan los casos del auge y derrota del kirchnerismo  en Argentina (y su resurgimiento reciente con la hace poco estrenada presidencia de Alberto Fernández), y del lulismo en Brasil; durante su auge no sólo se tomaron  medidas de ayuda social a los más pobres, sacando de la miseria a millones, sino que también se edificaron con su participación organismos de integración autónoma en A.Latina (como la UNASUR y la CELAC) que claramente no agradaban a los EEUU.

En el momento en el que Sísifo escribe estas líneas se acaba de consumar la derrota electoral del “progresismo”  del Frente Amplio en Uruguay, tras 15 años de gobierno. 

El país que lanzó el  ”socialismo del siglo XXI” fue la Venezuela chavista en 2005, y concitó la sintonía de Bolivia (con el nuevo Estado Plurinacional presidido por el aymara Evo Morales, ahora también recientemente derribado por un Golpe de Estado) y de Ecuador (con la “Revolución Ciudadana” encabezada por Rafael Correa). Pero en ese país el sucesor de Correa dio un giro de 180 grados y volvió a las políticas neoliberales atadas al FMI, el Banco Mundial y al gobierno de EEUU.

Y en Venezuela campea una gravísima crisis económica (sin duda resultante simultáneamente de errores internos y de la guerra económica conducida por los EEUU) que ha sumido al país en una regresión de la producción petrolera, y con ello en una escasez de alimentos y remedios, que ha provocado un masivo exilio de venezolanos (algunos cifran esa deserción en más de dos millones de personas, en un país que tenía unos 30 millones de habitantes).  

En Bolivia Morales había adoptado una política que era una contradictoria conjugación entre una supuesta reivindicación del “buen vivir comunitario” de la cultura indígena y el desarrollismo extractivista, que, aliado a ciertas multinacionales, devasta el medio ambiente. 

Por todo eso Sísifo extrae a esta altura de los tiempos las primeras  conclusiones que siguen.

En primer lugar que la superación del capitalismo se ha revelado una tarea histórica muchísimo más difícil de lo imaginado cuando triunfó la Revolución en Rusia; al punto de que hoy ningún país puede ser catalogado como socialista en los conceptos de Marx y del Che.

En segundo lugar, que en el caso de los grandes países como Rusia y China (que cuentan con grandes poblaciones y muchos recursos naturales), hasta ahora no está claro por qué y en qué concreta y detalladamente fracasó el intento socialista; y fracasó al punto de que las mayorías de esos pueblos no se levantaron para oponerse a la reinstalación (o continuidad, o por el contrario, instalación, según los diferentes analistas) del capitalismo.

En Rusia un filósofo comunista alega genéricamente como causa del hundimiento el hecho de que no había organización de la sociedad por la base y que predominaba una nomenclatura privilegiada.  Por otro lado, lo que parece claro desde lejos es que el pueblo chino pasó a comer, a vestirse y a equiparse con tecnología actualizada muchísimo mejor de lo que lograba hacerlo en el período maoísta; pero ese logro se hizo adoptando el eslogan de Ten Tsiao Ping que reza “poco importa que un gato sea blanco o negro, desde que cace ratones”, o sea, reivindicando la mera eficiencia técnica con independencia del horizonte filosófico y proyecto político en el que se encuadre la acción.

Ahora bien, ese cambio está siendo seguido por el heroico Vietnam, después de que derrotó sucesivamente a tres imperios; porque en 2008 Sísifo oyó decir a un filósofo vietnamita que el país se daba cien años de producción con iniciativas privadas para poder después volver a pensar en el socialismo; la pregunta que se hizo Sísifo es si al cabo de ese siglo el país querrá volver a pensar en el socialismo.

Así la experiencia indica que los países pobres como Vietnam y Cuba, sometidos a una sangrienta guerra y/o bloqueo no tienen los recursos materiales como para darles a sus ciudadanos el tranquilo confort frugal, sin recurrir a la empresa privada multinacional o nacional. Ahora bien, esa prescindencia, según el Che, es lo propio del socialismo orientado hacia el comunismo, o al ecomunitarismo, como prefiere decir Sísifo.

La República Democrática Popular de Corea entra también en ese caso, aunque su monarquía hereditaria en nada se asemeja a la idea socialista de la organización política imaginada por Marx y por el Che para el poscapitalismo.

Las derrotas electorales del “socialismo del siglo XXI” y del “progresismo” en A.Latina muestran que los adagios que pregonan respectivamente la “sabiduría popular” y el “instinto de clase del proletariado”, están rotundamente equivocados. Llevadas o no por la masiva manipulación mediática, las mayorías populares se muestran oscilantes entre una supuesta izquierda suave y una derecha más o menos dura y abiertamente neoliberal, o, incluso, fascista. (En Brasil hubo votos que antes habían sido del PT que se volcaron a Bolsonaro, y en Uruguay ex votantes de Mujica apoyaron al militar neofascista Manini)

Al mismo tiempo Sísifo constata que en todos los países capitalistas de los que tiene conocimiento hay minorías activas que pugnan usando diversas formas de lucha para disminuir las miserias del capitalismo, y, en algunos casos, por superarlo en un nuevo orden socio ambiental (que Sísifo  desea que sea ecomunitarista). En muchos casos se logran significativos avances que duran un tiempo histórico, y luego hay retrocesos pro-capitalistas (como ha ocurrido en los países que se autodenominan o se autodenominaron “socialistas”, sin que tenga elementos de juicio suficientes para juzgar lo que sucede en la RPD de Corea). En otros muchas esas luchas consiguen sólo pequeños avances parciales e inestables, pero no cejan.

Tal parece ser la tarea de Sísifo que la Humanidad parece haber  emprendido hace milenios para ir más allá de las sociedades clasistas, y en estos últimos dos siglos, para ir más allá del capitalismo.

Breve caracterización del capitalismo

El capital es la relación social que media entre los dueños de medios de producción y los que trabajan para ellos como asalariados en esos medios. El capitalismo reposa sobre la valorización del valor que ocurre a través del robo de plusvalía arrancada por los capitalistas a sus asalariados. El valor es la cantidad de tiempo socialmente necesario para producir una mercancía. La mercancía es la entidad de doble faz constituida por el valor de cambio (llamado simplemente “valor”) y el valor de uso, que es el soporte material del valor (o sea, el “objeto” útil para satisfacer una determinada necesidad, como lo es una olla, para satisfacer la necesidad de cocinar).

El valor (a través de procedimientos que no analizamos aquí) se expresa como precio en una determinada suma de dinero. El dinero es la medida universal de valor, que facilita el intercambio de todas las mercancías, incluyendo la mercancía fuerza de trabajo, cuyo valor (que el capitalista paga o debería pagar como salario) es la suma de los valores de las mercancías necesarias para que el trabajador reproduzca en él y sus descendientes la fuerza de trabajo (que el capitalista pondrá a su servicio en las generaciones presente y futuras).

La plusvalía es la suma de valor que supera el valor de la fuerza de trabajo (el salario) y que el capitalista se embolsa gratuitamente, a costa del asalariado. Tal remanente deriva del hecho de que el trabajador trabaja más allá del tiempo que equivale al necesario para “pagarle” al capitalista el valor de la fuerza de trabajo, recibido como salario (plusvalía absoluta) y/o del hecho de que disminuye el valor de la fuerza de trabajo por las innovaciones tecnológicas que hacen posible reducir el valor de los bienes que conforman su valor, sin que disminuya la jornada laboral del asalariado (plusvalía relativa). La ganancia es el remanente de valor de que se apropia el capitalista (mediante la plusvalía) luego de haber compensado los desembolsos que hizo por concepto de salarios, materias primas y auxiliares, fracción de las maquinarias desgastadas en el proceso de producción de una determinada cantidad de mercancía, y cualquier otro gasto generado por esa producción.

Ahora, como dijo Marx (anticipando la actual devastación ecológica y la mercantilización de todas las dimensiones de la vida humana), en la lógica de la ganancia propia al capitalismo, se ven socavadas las dos fuentes de la riqueza: el ser humano y la Tierra. En esos conceptos simples (y que presentamos de forma simplificada) reside la explicación de la esencia del capitalismo.

Y así, como lo señaló el Che,  mientras haya aplicación de la ley del valor, mercancía, salario y dinero, el capitalismo no habrá sido superado (y tampoco eventualmente otras formaciones económicas que lo precedieron históricamente y pueden convivir con él, aplicando las categorías mencionadas). Analizando a la URSS el Che previó que la sobrevivencia de esas categorías en su vida económica amenazaba retrotraer a la URSS al capitalismo puro y duro; y 35 años después la Historia le dio la razón.

Dificultades económicas para superar al capitalismo

Aquí, inspirándonos del Che, habremos de considerar algunas dificultades materiales-estructurales de la economía planificada (por definición libre de la atomización de las empresas privadas propias del capitalismo), y de la domesticación de la ley del valor (con la consecuente extinción del dinero)

El Che propuso un sistema centralizado de planificación y gestión de recursos presupuestarios, naturales y humanos. Según su propuesta todo el país se organizaría como una única gran empresa, cuyas secciones (o sea cada instalación en particular)  intercambian productos, servicios y trabajadores entre sí sin que ello sea un intercambio de mercancías, o sea, superando la ley del valor, pues es posible desviarse de ella desde que en el total de la economía se hagan las compensaciones necesarias; en ese contexto  al interior del país el dinero pasa a ser dispensable rápidamente, aunque en un inicio se mantengan los precios y salarios, que estarán regulados; en el caso de los últimos la propuesta del Che es que el estímulo principal del trabajador sea el moral, a saber el entusiasmo y orgullo de construir una sociedad mejor que la capitalista, y que cualquier elevación en la tabla salarial fuera el resultado de una mejor capacitación, pero supeditada al esfuerzo colectivo (de tal manera que lo individual se encajase siempre armónicamente con lo colectivo, a saber, en última instancia la gran comunidad nacional)

A ese propósito el Che criticó a los koljoz de la URSS porque consideró que tenían intereses de pequeñas comunidades que entraban en choque con los de la gran comunidad, y en ello vio una supervivencia del capitalismo que podría retrotraer a todo el país hacia el capitalismo. Sobre la domesticación de la ley del valor en el socialismo, el Che recordaba la frase de Lenin según la cual los Bancos tendrían que ser simples cajas de registros de los intercambios, sin cobro de intereses ni ganancias.   

Ahora, bien, las propuestas del Che tuvieron corta vida incluso en Cuba, y fueron alteradas antes mismos de su salida del país para combatir en el Congo.

Veamos algunas de las dificultades de esa propuesta.

En primer lugar hay que destacar la dificultad de hacer un censo correcto y completo de las necesidades que deben ser cubiertas, a los efectos de elaborar el correspondiente Plan de producción y distribución, capaz de satisfacerlas. Ambos planes se guían por el confort frugal-ecológico que se basa en la libertad individual de decisión que se aúna en consensos (como lo exigen, respetivamente la primera y la segunda normas fundamentales de la ética), y también con la preservación y regeneración permanente de la salud de la naturaleza humana y no humana (como lo exige la tercera norma fundamental de la ética).}

En segundo lugar está la dificultad de elaboración de ese Plan de producción y distribución, en especial de la coordinación de los delegados de los productores libremente asociados y del equipo de especialistas que en algún momento tendrá que asumir la responsabilidad de su sistematización, por un lado, con la amplia discusión-elaboración democrática de los datos y de las directrices generales del Plan, que debe brotar del conjunto de la ciudadanía, desde todas las instancias donde se organice, que van desde lo local hasta lo nacional (y lo mundial cuando el ecomunitarismo tenga esa dimensión). Porque si la balanza se tuerce en favor del equipo, hay grave peligro de entronizar una elite burocrático-técnica que impone su criterio a la ciudadanía sin hacerse el vocero de la misma; y si pende hacia la amplia discusión democrática hay peligro de una dispersión y tardanza tal que hace imposible la definición del Plan de producción y distribución en tiempo y forma adecuados. Al parecer la utilización de los recursos informáticos y de internet permite en principio efectuar esa articulación, mediante la información y discusión a distancia que complemente las presenciales, incluso en lo que a votaciones-decisiones se refiera.

Dentro de esa dificultad genérica se encuadran los problemas de distribución eficiente económicamente y ágil para satisfacer las necesidades de la ciudadanía, que exigen evitar al máximo las largas distancias entre los centros de producción y los locales donde sus frutos son consumidos; por ejemplo, aunque sea racional desde el punto de vista económico que todos los zapatos de un pequeño país sean producidos en una única fábrica, ello trae aparejado el problema de que para abastecer al lugar más alejado de esa fábrica se requerirán más recursos y más tiempo, que si, por lo menos en lo que se refiera a los zapatos de uso más común, hubiera en el país una docena de fábricas repartidas estratégicamente en su territorio.

Esa cuestión tiene otra expresión mayúscula en la matriz energética. Hoy en muchos países (y pensamos en especial en A. Latina, como lo hacemos en toda esta reflexión) las fuentes solar y eólica permiten descentralizar los centros de producción y distribución de manera racional y económica. A lo que se suma el hecho de que el país queda más prevenido contra la posibilidad de mega-apagones, como los que ocurren en sistemas totalmente interconectados y centralizados.

Ahora bien, la adecuada armonización entre la discusión general que abarca a toda la ciudadanía y la tarea del equipo de sistematización es cuestión clave para que se pueda efectivamente  superar el trabajo alienado propio del capitalismo, tal como la caracterizó Marx (desde los Manuscritos Económico-filosóficos de Paris, de 1844).

Porque como lo mostró Marx, la superación del trabajo alienado supone la superación: a)  de la separación del trabajador en relación al trabajo, haciendo desaparecer el desempleo en actividades que rotativamente permitan a cada individuo desarrollar alternadamente sus vocaciones, en una rotación de trabajos que supere la división entre lo manual y lo intelectual, y lo urbano y lo rural, y al mismo tiempo, con una disminución progresiva de la jornada laboral para que quede cada vez más tiempo libre para que cada individuo se desarrolle más allá de la producción material en la cultura, el deporte, y también para goce con el ocio de la alegría de vivir; b) de la separación entre los productores y el producto de su labor, haciendo que éste revierta directa o indirectamente en su totalidad a cubrir las necesidades de los productores, sus dependientes y descendientes, c) de la separación entre el trabajador y la naturaleza, en una reapropiación de la naturaleza no humana por la comunidad humana (organizada desde el nivel local hasta el planetario) para satisfacer las necesidades de cada individuo, al tiempo en que se la trata como casi-sujeto al preservarla y regenerarla en permanencia, evitando su devastación y su contaminación irreversible. d) de la separación entre el productor y la actividad productiva, por cuanto producirá en conformidad con sus diversas vocaciones, que la comunidad armoniza para que ninguna necesidad quede sin cubrir, y cubriendo las tareas socialmente necesarias para las que no haya vocaciones de dos maneras: inventando máquinas y procedimientos que permitan prescindir de la actividad humana en esas tareas, o, durante el tiempo en el que ello no sea posible, distribuyendo rotativamente y equitativamente las tareas no deseadas, para que nadie sea sacrificado en su ejercicio más de lo que lo sea su vecino, e) de la separación entre cada ser humano y su semejante, mediante la realización de la comunidad solidaria en la que cada uno aporta según sus capacidades y recibe según sus necesidades para desarrollarse como individuo universal (o sea, multifacéticamente en lo físico y lo espiritual, según sean sus vocaciones), y, f) de la separación entre cada individuo y él mismo, pues cada individuo universal estará en paz y armonía consigo mismo (al menos en los aspectos esenciales de su vida, pues los humanos nunca escaparemos totalmente a la imperfección).  

Apoyándonos en las ideas del Che y en su crítica al ya mencionado Manual de la URSS cabe preguntarse por qué no fue posible ni en la URSS ni en la actual Cuba disminuir la presencia del dinero; porque cuando la economía estaba en lo esencial en manos del Estado, ¿por qué no se pudo atender las necesidades individuales-familiares directamente a partir del gran fondo generado por la producción, sin tener que pasar por el uso del dinero?; porque incluso los transportes públicos podrían ser gratuitos (desde que sus costos estén incluidos en el Plan, como al parecer lo están en la RPD de Corea) y lo mismo se podría decir de los cines, teatros y espectáculos culturales y deportivos (dándole a cada trabajador bonos que le permitan, por ejemplo, asistir a tal cantidad de esos eventos por mes). 

Claro que si parte del mundo aún permanece capitalista el dinero sería necesario para el comercio exterior y para los viajes (incluso de vacaciones) al exterior, y ese dinero sería captado por el país gracias a su exportación de bienes y servicios(continuará)
 


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