20.DIC.19 | Posta Porteña 2076

PATRIA PARA NADIE de Pablo Brum/ comenta Amodio (16)

Por AMODIO

 

LA HISTORIA NO CONTADA DE LOS TUPAMAROS DE URUGUAY Montevideo, Uruguay: Planeta, abril de 2015

Así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hace su cometario que a partir de ahora iremos publicando; dieciseisava  entrega Oct. de 2019

Sobre La Tregua

Brum: Con estas órdenes se presentó la conducción militar de Uruguay completa en la siguiente reunión de la base Florida. Gracias a las memorias de Eleuterio Fernández pueden conocerse muchos de los detalles, incluidos los nombres de los participantes. Los militares llevaron a Florencio Gravina, a José Pérez de la Fuerza Aérea, a Juan Zorrilla, a Ramón Trabal, a Gregorio Álvarez, a Esteban Cristi, a Rodolfo Zubia, a Carlos Legnani y a Pedro Aranco. Esto significa que estaban presentes, respectivamente, los comandantes de las tres ramas militares, más los comandantes de inteligencia militar y del Estado Mayor Conjunto (ESMACO), más los comandantes de campo a cargo de las operaciones contra los Tupamaros. El MLN incluyó a Fernández Huidobro junto con Mauricio Rosencof, Jorge Manera y Adolfo Wassen. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 400.

Amodio: Huidobro pretendió legitimar las negociaciones, a ojos de la militancia en 1992, escribiendo La tregua armada. La lista de militares participantes está ampliada exprofeso, para hacer creer que dichas negociaciones alcanzaron el máximo nivel y aparecer él como el bruñidor del acuerdo.

En la lista de integrantes del MLN falta el nombre de Alicia Rey. Huidobro redactó su Informe de los 5, cuando Alicia Rey todavía no había sido excluida de las negociaciones. Alicia participó porque los presos dieron por buenas las explicaciones de Wassen acerca de que Amodio nada había tenido que ver en la entrega de la cárcel del pueblo.

Brum: Tiempo después, el 31 de julio, el senador del Frente Amplio Zelmar Michelini reveló públicamente que habían tenido lugar las charlas. Al hacerlo inyectó una fuerte dosis de confusión e incertidumbre en la vida política y social de un país que ya estaba al límite.

En las Cámaras del Parlamento muchos legisladores cuestionaron abiertamente que los militares se estuvieran saliendo de los límites de las actividades anti insurgentes. El presidente y sus ministros fueron criticados, incluso dentro de su propio partido. A diferencia de la policía en años anteriores, esta vez los militares respondieron públicamente a las críticas de legisladores, periodistas y otros que cuestionaban su estrategia y sus métodos. Este hecho en sí preocupaba y desairaba a los críticos aún más. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 400-401.

Amodio: Las palabras de Michelini fueron como consecuencia de la muerte de Artigas Álvarez, asesinado por el MLN como represalia por el fin de la tregua. Ya era evidente el desprecio con que los militares consideraban a los políticos, incluyendo a su jefe constitucional, el Presidente Bordaberry. Sin embargo, la mayoría siguió brindándoles su apoyo, ignorando las denuncias por las torturas y algunas muertes ocurridas en los cuarteles o en procedimientos callejeros.

Brum: Durante unos días, poco después de la caída de Marenales, Mujica pasó a ser miembro de la dirección por primera vez. A principios de agosto, Ulpiano vio a una patrulla militar salir de un bosque de eucaliptos. Carlos Calcagno le apuntó con un rifle y le gritó: “Mujica, quedate quieto, no te muevas para nada!”. Mujica tenía una UZI con un cargador completo y además una granada, pero la trampa había estado bien armada: incapaz de moverse, lo único que pudo hacer fue emitir una serie de insultos.

Su novia, Lucía Topolansky, quien también deambulaba por la ciudad para evitar ser capturada, llevaba consigo una pistola .38 y una granada. También fue capturada por la policía. Al igual que muchos otros tupas, fue golpeada y sometida a una combinación del submarino con la picana, así como forzada a caminar con los ojos vendados sobre un muro a gran altura. Mujica fue torturado brutalmente con una picana eléctrica sobre su cuerpo desnudo. El tormento lo dañó permanentemente y dejó al tupamaro con un problema de incontinencia. Tras sacarle toda la información que se podía obtener, los captores de Mujica lo enviaron a la base Florida, para que se uniera a sus amigos en las negociaciones. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 404.

Amodio:  Brum nos confirma que la condición de dirigente de Mujica le llegó por descarte, cuando ya al MLN no le quedaban repuestos y tal condición la ejerció durante unos pocos días. Lo de las torturas pertenece a la mitología creada para encumbrarlo. Tal como dije al comienzo de estos relatos, Mujica no fue torturado en el momento de su detención.

Brum dice que los captores lo enviaron al Florida, como si hubieran sido otros, cuando queda claro que quien lo detuvo fue Calcagno, S2 del Florida.
Tal como Brum narra los hechos, parece que las detenciones de Lucía y Mujica fueron simultáneas. Seguramente quienes le informaron trataron de evitar que quedara en evidencia que fue ella la que llevó a los oficiales del Florida al punto de encuentro establecido en Avenida de las Instrucciones y la Vía.

Mujica, efectivamente portaba una UZI y la consabida granada y estaba juramentado con el resto de sus compañeros, para resistir la detención. Como es natural, al verse sorprendido no lo hizo, para salvar su vida. Lo criticable es que luego dirá que no lo hizo porque Lucía se dirigió a saludarlo y lo abrazó, impidiéndole resistirse, lo que es falso. Cuenta los hechos de la forma más conveniente para justificar su decisión de no resistirse. Los mismos oficiales que lo detuvieron narran los insultos que Mujica le gritó a Lucía, reprochándole haberlo entregado.

Pocos minutos después, botella de grapa mediante, Mujica entregará a todos los integrantes del MLN y del MIR de la zona del Cerro y Paso de la Arena, pero a diferencia de Lucía, que reconoció haberlo entregado, tratará de ocultar su comportamiento. Mujica hizo lo que muchos otros: dar información a cambio de no ser torturado, lo que no tiene nada de censurable, salvo que lo haya ocultado para decir que otros sí lo hicieron. El pacto de silencio ha hecho el resto.

Lucía no fue capturada por la policía, sino por el mismo Florida, unos días antes en Av. Italia en donde hoy se encuentra Médica Uruguaya. Antes de señalar el punto de encuentro con Mujica, Lucía, para evitar los apremios y ganar tiempo, llevó a sus captores hasta el mismo sitio donde fue detenida y allí señaló como tupamaro a un joven que estaba en el lugar como uno de los asesinos de Artigas Álvarez. Este joven fue puesto en libertad una vez que se le pidieran disculpas a él y a sus familiares

Brum: Lo que Trabal obviamente quería era que Raúl Sendic estuviera presente en las negociaciones. Su peso como líder histórico del MLN quizá podría aportar la definición que el jefe del SID tanto quería.
Sendic se había rehusado a escapar del país; su decisión era luchar hasta el final. Se logró agendar finalmente una reunión en un apartamento de Pocitos, en la cual Eleuterio Fernández transmitió la opinión de los tupas detenidos a favor de las negociaciones. El escolta del Ejército Calcagno observaba la escena en estricto silencio, y Engler a su vez lo monitoreaba (armado hasta los dientes bajo su ropa y unas mantas). Fernández Huidobro informó a Sendic del progreso logrado en las conversaciones con los militares y le ofreció un camino nebuloso: entrar a la base y hablar directamente con los oficiales del mando y con los tupamaros allí detenidos. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 405.

Amodio: La reunión que se menciona no fue en Pocitos, sino en la zona de El Buceo, concretamente en una casa de la calle Sevilla, conocida como La Paraguaya. Era éste un antiguo local, en el que estuve enterrado durante meses junto a Alicia y allí instalé el primer servicio de fotografía para los documentos falsos.

La anécdota de Engler se desarrolló en esa casa. La reunión se produjo antes de la muerte del coronel Artigas Álvarez y luego de la ruptura del 8 de julio, pero en ella no participó Sendic, sino Engler. En las cercanías de esa casa se obtuvo una foto de Engler, con el pelo y el bigote teñidos de negro, lo que hizo que fuera confundido con Marenales.

En esa reunión Engler le propuso a Huidobro ejecutar a Calcagno y darse a la fuga, lo que fue rechazado por el Ñato.Pero tuvo la ocurrencia de relatarle a Calcagno la proposición de Engler, lo que provocó la reacción tanto de Calcagno como de sus compañeros oficiales. Máxime teniendo en cuenta que entre los participantes de las reuniones se habían acordado inmunidades mutuamente.

Cuando la detención de Marenales, el oficial a cargo confundió a Marenales con Engler y se bajó a reprocharle su actitud en la reunión anterior. Como se ve, la confianza entre los oficiales, los presos y los requeridos, era muy grande.

Brum: Era una apuesta considerable. Sendic llevaba ya una década como la persona más buscada de Uruguay. A pesar de su reciente rinoplastia, era un hombre muy conocido y buscado activamente por los servicios de seguridad. Últimamente estos servicios se estaban beneficiando de la colaboración de individuos como Píriz, Amodio y otros. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 405.

Amodio: Brum aventura la idea de que además de los “traidores oficiales” hubo otros cuyos nombres se ocultan. El MLN los ha ocultado para poder mantener la acusación contra mí, fundamentalmente. Como se sabe, sobre Píriz Budes no pesó nunca ninguna condena, lo mismo que pasó con Marrero, Wolff, Wassen, Semproni, Agazzi y tantos otros que salieron a marcar gente con la finalidad de forzar a Sendic a aceptar la rendición que se le ofrecía. ¿Será porque dichos señalamientos tenían la bendición de los dirigentes presos? ¿Será que estaban justificados políticamente, para llegar a la paz contribuyendo así a eliminar los restos de la resistencia en la que Sendic se apoyaba?

Brum: Prácticamente no había precedentes para que un líder insurgente buscado entablara conversaciones de paz, no solamente en territorio que no controlaba, sino directamente en la boca del lobo. Si los militares traicionaban la confianza de Sendic no había nada que él u otros tupamaros pudieran hacer. Todo acabaría en un instante. Sendic aceptó la propuesta y terminó entrando a los cuarteles de su enemigo al menos tres veces, acompañado por Martínez Platero. En cada ocasión se fue del lugar intacto. Martínez era fiel a Sendic a pesar de su desacuerdo con todo el asunto. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 405-406.

Amodio: La historia que se cuenta es falsa. Tras el fracaso de la primera tregua, que duró entre el 15 de junio y el 9 de julio, el MLN asesinó a Artigas Álvarez como represalia. Después del 9 de julio, las reuniones se mantuvieron, unas en la misma casa la Paraguaya y otras en casa de Arturo Dubra padre y por lo menos una en casa de la madre de Wilson Ferreira Aldunate.

Sendic se mantuvo firme en su decisión de no rendirse. Fue EM Platero quien lo convenció para acudir al mismo Florida, tal como el mismo Martínez Platero le ha contado a Gerardo Tagliaferro en su Cantando las 40. Brum nos dice que Platero estaba en desacuerdo con “todo el asunto”, pero no nos dice por qué. ¿Qué estaba haciendo, entonces?

Brum: Los intercambios con los generales, igual que antes, llegaron a un gran nivel de detalle. Sendic y Mujica diseñaron una de las principales propuestas del MLN: “expropiar” las quinientas estancias más grandes del país y colocarlas en un programa de colectivización y colonización. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 406.

Amodio:Sendic nunca se encontró con “los generales”. Sus reuniones fueron en el cuartel Florida y allí se reunió con su jefe y con los capitanes, en presencia del coronel Trabal. La expropiación estaba dentro del paquete de medidas planteadas en la contrapropuesta de principios de julio –como puede verse en estos relatos,  de mentiras Tupamaras- y fue decidida con la presencia de los que pudieron reunirse entonces en lo que se llamó “la reunión del chircal”, en la que sí participó Mujica.

Brum nos dice que el acuerdo fue entre Sendic y Mujica, obviando la presencia de otros militantes, tal como Estefanell ha dejado constancia. Esto solo puede interpretarse como un burdo intento de darle a Mujica una importancia que nunca tuvo

Brum: Durante una reunión en una instalación militar entre los capturados Fernández Huidobro y Marenales por un lado, y los clandestinos Sendic y Martínez Platero por el otro, se presentó una idea increíble. Fernández tenía consigo un papel del cual leyó la propuesta militar: Sendic sería capturado tras resistirse al arresto en un falso tiroteo. Habría muchas balas de fogueo de alto calibre, granadas de humo y ruido, tras lo cual el fundador del MLN podría rendirse con su honor intacto. Según Martínez: “Eleuterio estaba mucho más encariñado con la propuesta [de lo esperable]”. Tras descartar la idea, Sendic dijo de Fernández, dirigiéndose a Martínez: “Este hijo de mil putas es más traidor que Amodio Pérez” Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 407.

Amodio:La reunión se produjo en el mismo Florida, posiblemente la noche del 25 de agosto de 1972. La idea la habían pergeñado entre Huidobro y Trabal, pero en su desarrollo participaron los militares del Florida y los presos allí recluidos. Además de los mencionados participaron Wassen, Mujica y Rosencof y es consecuencia de la anterior entrevista de Platero con los presos en el mismo Florida, tal como se cuenta en el ya mencionado Cantando las 40.

Casualmente Sendic fue capturado a la semana siguiente por efectivos de la Marina, fuerza que no participó de las negociaciones por la tregua.

La frase que Brum le adjudica a Sendic es real, pero está fuera de contexto, ya que fue dicha después de la liberación en 1985, en una reunión llamada “La noche triste”, narrada parcialmente por Ricardo Perdomo en su relato Soy Rufo y no me entrego.

Brum: El 25 de julio de 1972, los tupamaros José Luis Rodríguez y Roberto Luzardo asesinaron al coronel Artigas Álvarez, hermano del jefe del Estado Mayor Conjunto Gregorio Álvarez. Artigas era por aquel entonces el comandante del Servicio de Defensa Civil, una agencia nacional de respuesta a catástrofes. El hermano de la víctima era un participante clave de las negociaciones y uno de los más compatibles con la ideología de los Tupamaros. Todavía no está claro cómo pudo ocurrir semejante desconexión dentro del MLN, hasta el punto que un lado de la organización estaba saboteando violentamente los cuidadosos esfuerzos del otro lado. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 407.

Amodio: No hubo tal desconexión. La muerte de Artigas Álvarez se produjo como represalia por la ruptura de la tregua el 8 de julio. La debacle que padecía el MLN impidió su inmediata concreción y vino a suceder cuando fue posible. Ni siquiera se sabía el nombre del “ajusticiable”. Era un objetivo fácil, y por esa razón fue elegido.

Brum de alguna manera confirma que dentro de los presos se manejaba la idea de que Gregorio Álvarez tenía posiciones cercanas al MLN. A mi juicio esto demuestra la gran capacidad de Álvarez para negociar con todos, mientras buscaba su gran objetivo: convertirse en el líder del movimiento purificador de la política uruguaya.

Brum: Tras el asesinato de Artigas Álvarez no podría haber una rendición negociada. Los militares jamás consentirían en vincularse con un enemigo que consideraban traicionero, subversivo y deshonroso. Las conversaciones en la base Florida se suspendieron y los tupamaros encarcelados regresaron a la vida tras las rejas. Con la tregua hecha pedazos, los militares retomaron su persecución del MLN. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 407.

Amodio: Asombra que Brum diga que las conversaciones se paralizaron, cuando en la página 410 se refiere a la “invasión” del juzgado donde estaba archivado el expediente de la “infidencia”. Además, está comprobado que durante los meses de agosto y setiembre de 1972 las negociaciones continuaron, hasta tal punto que se llegó a detención de Jorge Batlle en el mes de octubre del mismo año. Las entradas y salidas de Sendic se dieron, precisamente, en el mes de agosto.

Brum: Los asesinos de Álvarez fueron capturados y llevados a la base La Paloma. Uno de los encargados de interrogarlos fue un hijo del propio Álvarez. A pesar de la obvia posibilidad de tener su venganza, el joven nunca propuso abusar de, o asesinar a, los prisioneros.

Había solamente unos pocos líderes del MLN todavía sueltos. El siguiente en caer fue Henry Engler. El líder guerrillero, conocido alternativamente como Octavio, nunca había estado bajo custodia policial. De hecho, logró mantener su estatus “legal” durante toda la insurgencia, desde sus primeros días en el MLN en 1968 hasta su ascenso a la dirección tras la debacle de Almería. El gobierno solamente lo identificó como integrante del MLN en 1972.

El 17 de agosto, Engler se arriesgó y se presentó para hacer un contacto en un bar del barrio obrero La Unión. Poco después, este fue allanado por una patrulla militar. Cuando llegó el escuadrón, Engler se rehusó a levantar sus manos y fue acribillado; su único y fallido intento por resistir yacía en su bolsillo: una granada. Todo había ocurrido demasiado rápido. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 408.

Amodio: La detención de Engler se produjo tras las declaraciones de José Luis Rodríguez y Roberto Luzardo. Anteriormente se había reunido con un militar del Florida, en un bar cercano a la iglesia Tierra Santa. Este militar condujo a Engler a visitar a su familia, como una concesión de “combatiente a combatiente”. Este militar disponía para sus desplazamientos de la camioneta Indio que había sido confiscada en la Cárcel del Pueblo.

Una vez repuesto de sus heridas, Engler fue conducido a La Paloma y allí le pusieron las cosas en claro: o nos contás las cosas por las buenas o por las malas. Como es lógico, Engler entendió el planteo y fue claro en su respuesta: “dejame dar unos gritos y después hablamos”.

Tanto Engler como sus captores cumplieron su “acuerdo”, a tal punto que el capitán Agosto recibió de regalo unas botas propiedad de su detenido. El cuartel de La Paloma era la otra base de las comisiones de los ilícitos y en él los tupamaros presos habían alcanzado un grado de influencia que resultó demasiado llamativo. A juicio de los mandos el Tte. Cnel., Rubio y el capitán Agosto se mostraban demasiado condescendiente con sus detenidos y su unidad fue “intervenida” por el mayor Gavazzo. 


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