25.DIC.19 | Posta Porteña 2077

PATRIA PARA NADIE de Pablo Brum/ comenta Amodio (17)

Por AMODIO

 

LA HISTORIA NO CONTADA DE LOS TUPAMAROS DE URUGUAY Montevideo, Uruguay: Planeta, abril de 2015

Así la presentaron en su momento; Héctor Amodio Pérez  hizo sus cometarios  que fuimos publicando; este es el final del trabajo Oct. de 2019

Con el relato de hoy queda terminado el análisis de Patria para nadie. En su momento fue alabado por sectores que provenían de distintas tiendas políticas. Solo los que ignoraban la historia real podían creer lo que el libro dice, que como habrán comprobado está lleno de contradicciones. En un primer momento el mismo Brum se mostró de acuerdo en confrontar sus dichos con los míos, pero en vez de tenerlos en cuenta y profundizar la discusión, decidió que lo mejor era cortar la comunicación. Ustedes sabrán sacar sus propias conclusiones.

Héctor Amodio Pérez

Brum:  A fines de 1972 ocurrió algo extraordinario. Batlle se enteró a través de fuentes judiciales amigas que un escuadrón militar, acompañado aparentemente por Héctor Amodio Pérez del MLN, había invadido el juzgado donde estaba archivado su expediente. Los integrantes del escuadrón obligaron a los empleados judiciales a entregarlo y así la unidad de “ilícitos económicos” de los militares se apoderó del caso Batlle. Era claramente un ataque al establishment político: las fuerzas militares, alimentadas aparentemente por una ideología de “liberación nacional” que se veía a sí misma por encima de las instituciones republicanas, pretendían reabrir el expediente. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 410.

Amodio:  No fue a fines de 1972, sino en el mes de octubre. La detención del actuario del juzgado en el que se había tramitado la “infidencia” fue llevada a cabo por oficiales del Florida, instigados por los presos que formaban parte de las comisiones de los ilícitos. Algunas fuentes me han dicho que fue Wassen quien los acompañó, mientras que otras dicen que fue Huidobro.

Sea quien sea el tupamaro preso que acompañó a Calcagno al Juzgado, previa detención del actuario Queiruga en su domicilio, los mismos integrantes de las comisiones han dicho con claridad que nunca formé parte de dichas comisiones y que nada tuve que ver con ellas. Sin embargo, la falsedad se ha seguido manteniendo. Jorge Batlle nunca rectificó, pese a que estaba en posesión de la verdad.
En el Archivo Cámpora hay un documento que explica “las razones por las que Jorge Batlle mencionó a Amodio Pérez”

Brum: En el invierno de 1972, Sendic estaba vagando de forma clandestina por la ciudad de Montevideo y sus zonas suburbanas, a medida que progresivamente perdía el contacto con la organización que se derrumbaba. A veces dormía en locales; otras en las heladas playas. Se movía a pie y constantemente usaba disfraces. Operativamente no estaba haciendo nada, ya que la supervivencia le consumía cada día. Con el final del breve cese al fuego gestado para las negociaciones, la cacería de la conducción tupa volvía a estar plenamente activa.

Los malabarismos del Rufo dejaban nerviosos a sus amigos y aliados. Muchos tupas, hasta los más cercanos a él, “presienten que si él muere en combate o es hecho prisionero, se pierde toda esperanza” y le recomendaron que se escapara de Uruguay. Sendic desestimó la propuesta.

Desafortunadamente para el líder del MLN, la situación no podía durar. El final llegó el primer día de septiembre de 1972, menos de un año después del espectacular escape de la cárcel de Punta Carretas que mostró a los Tupamaros en el pico de sus capacidades. En aquella lluviosa noche, solamente había dos líderes del MLN en libertad: Martínez Platero y Sendic. A la una de la mañana un dato de inteligencia llevó a una patrulla militar a un local -en realidad un simple comercio- en una zona céntrica pero tranquila de Montevideo. A pocas cuadras estaba la academia naval que los Tupamaros habían saqueado en 1970. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 417-418.

Amodio: El MLN siempre prefirió la versión de que Sendic fue capturado por la acción de los Servicios de Inteligencia militares. Eso parece confirmado por las palabras de Tróccoli en La ira de Leviatán, pero hay serias sospechas de que no haya sido así.

Unos hablan de que Sendic fue reconocido por un marinero durante una patrulla de rutina y seguido hasta el local donde fue capturado. Otros han dejado abierta la posibilidad de que sus entradas al Florida hayan permitido su seguimiento desde ese cuartel, por parte de sectores militares contrarios a las negociaciones. Casualmente, la unidad que lo detuvo, lo era. El mismo Ezequiel M Platero, en Milicos y tupas maneja esta posibilidad.

Brum: La patrulla siguió el procedimiento, golpeó en las persianas metálicas y pidió que quienes estaban dentro se entregaran -sin saber que entre ellos estaba Sendic-. Era la primera vez que el fundador de la UTAA y del MLN entraba en contacto directo con los servicios de seguridad -salvo las conversaciones del Florida- desde su arresto en el local de Almería en 1970. Con él estaban su compañera Xenia Itté y un tupamaro llamado Jorge Ramada. Las órdenes de Sendic a ambos eran claras: tomar las pistolas -había una para cada uno- y luchar. Con eso se entabló un tiroteo que resultó ser con un grupo de Fusileros Navales, la unidad de infantería de élite creada tras el bochorno del ataque al CIM que el propio Sendic había liderado.

A medida que se hicieron inevitables los resultados del tiroteo, Sendic ordenó a Ramada e Itté que se rindieran y evacuaran. Sin identificarse, gritó a los atacantes que contuvieran su fuego y explicó que dos individuos dejarían el lugar desarmados. Los soldados aceptaron y los dejaron salir, exigiendo inmediatamente la rendición del misterioso tercero que se quedaba dentro.

Ahora Sendic sí se identificó por nombre y anunció que no se rendiría (porque todavía le quedaban “unos tiritos”), con lo cual continuó el tiroteo. Durante este choque final Sendic fue baleado directamente en la cara, lo que fue seguido por un silencio desde dentro de la casa. Los fusileros irrumpieron y lo arrastraron afuera hacia la lluvia, sangrando copiosamente del rostro mientras sus compañeros miraban horrorizados. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 418-419.

 NdePosta :los detenidos en la detención de Sendic son Xenia Itté González y Jorge Bernardo Ramada Piendibeni

Amodio: El relato de Brum pretende darle a la resistencia ordenada por Sendic un tono heroico. Sendic tenía necesariamente que saber que toda resistencia era inútil. Tanto Sendic como sus acorralados compañeros a lo sumo podían disponer de un par de recargas para sus armas. Por lo tanto, tenía que saber que los estaba condenando a una muerte casi segura.

Como es sabido, durante el procedimiento estuvo presente el comisario Campos Hermida, al parecer dispuesto a ejecutar al herido, lo que fue impedido por el responsable del operativo. La presencia de Campos Hermida abona la idea de que los marinos sabían que Sendic era uno de los habitantes del local, ya que es imposible suponer que dicho comisario participara de todos y cada uno de los procedimientos que se realizaban por esas fechas en Montevideo.

Brum: El primer tupamaro clandestino era así el último en caer. Como había dicho Mauricio Rosencof: “Cuando cae Sendic todo se termina”. Al día siguiente surgió una leyenda en la prensa, que decía que Sendic había gritado “Soy el Rufo y no me entrego” antes del tiroteo final, aunque sus biógrafos han reconocido que es poco probable que fuera así.

El único fundador y líder restante del MLN fue Efraín Martínez Platero, quien entre sus varios familiares involucrados en la insurgencia tenía un hermano ya muerto en las semanas anteriores. Sendic y Martínez habían acordado que ninguno de ellos se rendiría o escaparía del país, pero la situación resultó ser demasiado asfixiante. Al menos algo del MLN original debía sobrevivir para contar la historia. En octubre Martínez escapó a Argentina; por primera vez en casi una década no había tupamaros activos en Uruguay. Desde Buenos Aires intentó organizar los restos desarticulados del MLN, a la vez que rechazaba las solicitudes de algunos tupas que querían relanzar operaciones guerrilleras dentro de Uruguay.

Todos los participantes y analistas concuerdan en que la insurgencia del MLN-Tupamaros terminó ahí mismo. Durante esas largas horas de la madrugada del 1 de septiembre, dentro de la cárcel militar en la cual estaban siendo retenidos, altos mandos tupamaros como Fernández Huidobro, Marenales y Mujica fueron convocados a ver a Carlos Legnani, el oficial al mando. Este les reprochó no haberse rendido anteriormente; claramente la caída de Sendic, tal como lo dijo, era culpa de ellos. Sus palabras fueron: “Aquí se acaba todo. Ustedes no tienen ni idea de lo que se viene”. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 419-420.

Amodio: La leyenda tupamara, alentada por el libro de Ricardo Perdomo, Soy Rufo y no me entrego, dicen que esas fueron las palabras de Sendic antes de ser abatido. Poco a poco esa posibilidad ha sido dejada de lado, seguramente para ocultar que el mismo Sendic calibró la posibilidad de entregarse, ya que esa era, precisamente, las palabras que Huidobro y Trabal le propusieron para llegar a su “detención honrosa”.

Los analistas, incluido el mismo Brum, se equivocan. El MLN estaba acabado mucho antes de la detención de Sendic, desde el momento en que a iniciativa de Wassen se planteara la posibilidad de una tregua, que llevó a la exigencia, aceptada por los dirigentes presos, de la rendición incondicional.

Porque esa y no otra posibilidad fue la razón por la que Huidobro y en ocasiones otros presos, como Rosencof, salieron del Florida, escoltados por militares, para tratar de convencer a los dirigentes que aún estaban el libertad. Es más, los dirigentes presos y sus colaboradores a sus órdenes, hicieron todo lo posible para que Sendic aceptara su rendición, llegando incluso a hacer detener a todos los que se consideraba estaban en condiciones de seguir apoyándolo.

Carlos Legnani fue un fervoroso defensor de la idea del “golpe bueno” y en su entrevista con los dirigentes presos no les reprochó no haberse rendido. ¿Cómo les iba a reprochar si ellos ya lo habían hecho meses antes? Lo que hizo fue lamentarse que Sendic no lo hubiera hecho, que fue lo que hizo ante Alicia y yo mismo, porque eso “facilitaba a las fuerzas fascistas” dentro de las FF.AA.

(N.dePosta: ver Entrevista exclusiva al capitán de fragata (r) Julio Alvarez que detuvo a Sendic

http://www.lr21.com.uy/politica/136356-sendic-fue-el-mejor-de-todos-los-tupas-yo-lo-capture-y-le-salve-la-vida)

 

Brum: Para facilitar la persecución de los “subversivos” que no eran del MLN, comenzó un nuevo proyecto cuyo nombre en clave era Operación Ceibo. Bajo la supervisión del coronel José Gavazzo, importantes tupamaros fueron transportados a una instalación en Puente, Tacuarembó, donde cada uno fue interrogado en profundidad.

El propósito de Ceibo 302 era sacarles a los Tupamaros toda la inteligencia relevante que los militares todavía no hubieran adquirido. Gavazzo pudo así interrogar, uno por uno a Wassen, Engler, Rosencof, Mas Mas, Marrero, Esteban Pereira y muchos otros. La primera generación de líderes del MLN era mantenida aparte: Fernández Huidobro estaba cuidadosamente aislado de todos los demás; Marenales y Manera estaban en manos de otra célula del SID. Estos últimos fueron sometidos a algunos de los interrogatorios más severos, los cuales incluyeron brutales abusos sexuales y torturas que dejaron heridas graves. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 420-421.

Amodio: Marenales ha reconocido públicamente que nunca fue torturado y mucho menos haber sido sometido a abusos sexuales. Manera fue entrevistado entre otros por Silva y Caula y por Alfonso Lessa y nunca ha dicho que salvo las torturas sufridas tras su detención en el mes de mayo, éstas se hubieran producido posteriormente. Según el propio Gavazzo, su intención era interrogar a Huidobro, pero esa posibilidad le fue negada por el general Álvarez, quien no tuvo reparos en que se interrogara al resto.

Brum: El resultado del programa fue que comenzaron a circular dentro del SID copiosos informes que detallaban las relaciones de los líderes del MLN con diversos miembros del sistema político uruguayo. La información cubría los contactos de los tupas con políticos y sus vínculos con entidades extranjeras a través del Comité de Asuntos Internacionales. Además, la información obtenida ayudó a aclarar asesinatos sin resolver. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 421.

Amodio: El mismo Marenales, en el libro homónimo, relata que uno de los crímenes sin aclarar era el de Mitrione. Muy pocos sabían que dicha muerte había sido producida por Mas Mas. Marenales arroja serias dudas sobre las conductas de Engler y Rosencof.

Acerca de las relaciones internacionales, algunas ya habían sido desveladas por Píriz Budes, Manera, Rosencof y Huidobro en el mes de mayo de 1972. Los nuevos interrogatorios sirvieron para confirmarlos y conocer que Allende había mediado para la liberación de Jackson, el embajador inglés secuestrado en enero de 1971 y liberado tras la fuga de septiembre de 1971. Rosencof declarará que por dicha liberación el MLN recibió la suma de 250.000 dólares. Allende pretendía que el MLN lo liberara para que Inglaterra lo ayudara en el conflicto que Chile tenía con Argentina por el canal de Beagle.

Brum: Con la liquidación del MLN y su creciente interés en otros asuntos, los militares decidieron que necesitaban retener en custodia solamente a los integrantes más importantes de la organización. Por lo tanto liberaron a un gran número de tupamaros “procesados”. Un contingente fue liberado en noviembre y uno mucho más grande, de 1500 personas, salió en febrero de 1973. El resto -un número aproximado a cien- permanecería en prisión indefinidamente. Patria para nadie, Pablo Brum, pág. 421.

Amodio: Los militares dejaron en libertad a muchos de los detenidos, ya que sus causas eran por delitos muy menores. Pero otros, que habían cometido delitos más graves, también fueron liberados, por su participación en la destrucción del MLN. Algunos figuran en las listas de “los desaparecidos”. Esta versión ha sido confirmada por varias fuentes militares que sin embargo no han querido hacerlo público, con la excusa de no recordar los nombres. Además una amiga de Facebook, según ella muy vinculada al tema desaparecidos, de nombre Sandra María, me reconoció que la lista de desaparecidos se ha visto modificada a la baja, de manera considerable. Esta amiga prometió enviarme las listas anteriores y la actual, con lo que descubrir quiénes hasta ahora figuraban como desaparecidos sin serlo, sería muy sencillo. Lamentablemente no lo hizo y ya no creo que lo haga.

Brum: Aparte de los interrogatorios a los Tupamaros, buena parte de la información para perseguir a la “subversión” venía de Héctor Amodio Pérez. Hacía tiempo que el fundador de la Columna 15 había dejado de mirar atrás y de verse como guerrillero. Su última reunión con sus colegas tupas tuvo lugar en el cuartel en el que estaba alojado; sus interlocutores fueron los también cautivos Mujica y Marenales. Según el último: “Yo le dije que era un traidor, que estaba condenado a muerte y que no tenía nada que hablar con él”. Patria para nadie, Pablo Brum, págs. 421-422.

Amodio: El analista y experto en inteligencia Pablo Brum hace lo mismo que todos mis acusadores: no aportan una sola prueba que avale sus acusaciones. Es lógico, ya que Brum ha escrito su Patria para nadie basándose en las opiniones de los mismos que han falseado la historia. Basta con ver las notas bibliográficas de su libro, en las que aparecen los mismos autores de libros que han pretendido darle validez a la historia oficial citándose unos a otros, sin ningún pudor ni atisbo de ética profesional.
El mismo Marenales ha terminado reconociendo que la entrega de la Cárcel del Pueblo, por lo que fui condenado a muerte por el MLN no fue de mi responsabilidad.


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