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Brasil: La balanza comercial en 2019 y la especialización del país en el retroceso económico

Por José Eustáquio Diniz Alves

 

Por José Eustáquio Diniz Alves, Doctor en Demografía, Columnista de EcoDebate -(8/01/2020)

La división del trabajo (generación del empleo y productividad de la economía depende de la extensión del mercado”  Adam Smith (1776)

Traducción y síntesis del texto por Juan Luis Berterretche

Brasil batió más un record negativo en 2019 y consiguió reducir las exportaciones, en una coyuntura  nacional de alto desempleo de la fuerza de trabajo y de alta capacidad ociosa en la industria. El mercado externo debería ser un vector de aumento del empleo y renta, pero no fue lo que aconteció el año pasado.

Las exportaciones brasileras batieron el record de US$ 256 billones en 2011, cayeron para US$ 185 billones en 2016, quedaron en US$ 239,5 billones en 2018 y volvieron a caer para US$ 224 billones en 2019. El país camina para una década de retroceso de las exportaciones.

El saldo de la balanza comercial que presentó un déficit negativo en 2014, se tornó positivo en los años siguientes, alcanzando un saldo de US$ 67 billones en 2017, US$ 58 billones en 2018 y US$ 46,7 billones en 2019. O sea, el año pasado hubo disminución de las exportaciones y del saldo de la balanza comercial.

Pero más allá del bajo desempeño de las exportaciones brasileras otro factor muestra la fragilidad de la inserción internacional de Brasil: por primera vez en 40 años, los productos básicos representaron más de la mitad de las ventas brasileras al exterior (52,8% en 2019 contra 49,8% en 2018.

Los productos clasificados como básicos son aquellos que no tienen tecnología en su terminación, como minerales, frutas, granos y carnes. Según el Ministerio de Economía las exportaciones de productos básicos retrocedieron 2% el año pasado, al mismo tiempo que las ventas externas de productos industrializados se redujeron cinco veces más (10,3%).

Entre los industrializados las exportaciones de productos manufacturados sufrieron una caída del 11,1% el año pasado, para US$ 77,452 billones, o 34,6% del total. Mientras las ventas externas de productos semi-manufacturados retrocedieron 8%, sumando US$ 28,378 billones (el equivalente a 12,7% del total.

Pero el cuadro es todavía más grave pues la balanza comercial no refleja el conjunto de las transacciones con el exterior. Mismo con un saldo positivo en la balanza comercial, Brasil posee un gran déficit en la cuenta de transacciones corrientes que estaba en torno de US$ 15 billones en los últimos 12 meses de 2017 y pasó para algo en torno de US$ 50 billones al final de 2019, según el Banco Central.

En transacciones corrientes, las cuentas más negativas son de remesas de lucro (en torno de US$ 30 billones) y de intereses (en torno de US$ 20 billones); a lo que se suma el alquiler de equipamientos (en torno de 15 billones) y transportes (en torno de 5 billones) indicando que Brasil tiene déficit con el exterior y posee una economía fragilizada.

Mismo en la cuenta de turismo el país tiene un déficit muy elevado pues tiene una clase media y una clase alta que viaja por el mundo gastando los escasos recursos nacionales en compras superfluas en el extranjero, cuando Brasil podría -con otra política económica que defendiera la economía del país- atraer turistas para ayudar en la creación de empleos y renta en el territorio nacional.

Todos estos datos muestran que Brasil posee una inserción subordinada en el orden internacional y tiene una economía frágil, pues además de perder espacio cuantitativo en el comercio global, han empeorado la cualidad de las exportaciones al reducir el volumen de envío de bienes manufacturados aumentando el volumen de bienes básicos y commodities.

Esto es claro reflejo del proceso de desindustrialización del país que viene ocurriendo desde la década de 1980 y muestra que Brasil entró en una espiral de especialización regresiva de su economía. Con el agravamiento de haber elegido un gobierno actual cuyo presidente se vanagloria públicamente de su subordinación a USA, impulsando una política  de abierta destrucción de la independencia económica del país.

Algunas comparaciones expresivas

Por ejemplo, en 1984 Brasil exportó US$27 billones, representando 1,4% de las exportaciones globales, en cuanto China exportó US$ 26,1 billones, representando 1,3% de las exportaciones globales. Mientras Brasil exportó US$ 224 billones en 2019, representando poco más de 1% del comercio global, China exportó casi US$ 2,5 trillones, representando cerca de 13% del comercio global lo que significa 11 veces más que las exportaciones brasileras.

Claro que China es un país enorme y está peleando por la hegemonía global con Estados Unidos. Pero Brasil pierde en comparación con países muchos menores en términos de población y territorio. Comparemos entonces con Vietnam. En 1984 Brasil exportó US$ 27 billones contra apenas US$ 649 millones de Vietnam (41,6 veces más). En 2011 cuando Brasil batió el record de exportaciones de 256 billones, Vietnam exportó 114,5 billones y Brasil exporto 2,6 veces más. Entre 2016 y 2018 los dos países exportaron prácticamente el mismo valor. Pero en 2019 en cuanto las exportaciones brasileras cayeron, las exportaciones vietnamitas alcanzaron US$ 262 billones.

El hecho es que Brasil entre 1900 y 1980, creció mucho en cuanto Vietnam –dominado por Francia- y en guerra contra Japón y Estados Unidos se mantenía como un país pobre y atrasado. Y luego los papeles se invirtieron. Brasil tuvo una década perdida entre 1981 y 1990, cuando el crecimiento del PIB quedo abajo del crecimiento de la población. También presento bajo crecimiento económico entre 1991 y 2010 y tuvo una nueva década perdida en la actualidad (2011-2020). Mientras en otro lado del mundo, Vietnam mantuvo un crecimiento del PIB anual por encima del 6% desde mediados  de la década de 1980.

Manteniéndose la tendencia de las últimas décadas la renta per cápita de Vietnam será mayor que la renta per cápita brasileña en inicio de la década de 2030.

Vietnam tiene una estrategia de desarrollo socio-económico, fue beneficiado de su localización en el este asiático – que es la región de mayor crecimiento del mundo – y supo mantener un equilibrio con las dos mayores potencias mundiales. En febrero de 2019 el país fue sede de la reunión entre el presidente de EUA, Donald Trump y el líder de Corea del Norte, Kim Jong- un realizada en Hanói. En la guerra comercial entre China y EUA, Vietnam ha sido un vencedor sin comprometer su independencia política. A pesar de tener un gobierno autoritario y poco transparente, Vietnam es victorioso en la lucha contra el subdesarrollo y el aislamiento político.

Mientras tanto Brasil está con una economía estancada y posee una renta per cápita menor que en 2013 y solo podría recuperar el mismo nivel del pico pre-recesión en 2025. Para cerrar el Balance de Pagos y cubrir sus déficits en la cuenta de Transacciones Corrientes el país precisa vender su patrimonio para firmas extranjeras –proceso ya bastante avanzado– y se endeudar en dólares, política insustentable a largo plazo.

Sin economía fuerte, las condiciones sociales se deterioran y se tiende a agravar la situación actual de una sociedad fracturada y empobrecida. Todo esto muestra que Brasil está perdiendo el “tren de la historia” a la vez que está desperdiciando su mejor momento demográfico.

El déficit en transacciones corrientes de Brasil muestra que el país tiene una economía en retroceso, poco competitiva, que pierde espacio en el escenario global y que se agravarán sus problemas sociales y ambientales. Sumergido en una “especialización regresiva” en la actualidad ya está comprometiendo el futuro de las nuevas generaciones


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