08.FEB.20 | Posta Porteña 2086

Sendic de Samuel Blixen/ comenta Amodio (IV)

Por AMODIO

 

Publicamos los comentarios que ha ido realizando sobre este libro Héctor Amodio Pérez

(12), 8 de noviembre de 2019

Blixen: Aun antes de pasar a la clandestinidad, en fechas tan tempranas como 1964 Amodio había sido acusado de deshonestidad por el Pepe Rivero, cuando un grupo denunció que le faltaba dinero. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 152.

Amodio: No podía faltar el “testimonio” del Pepe Rivero, que fue reclutado para integrar el grupo de mis acusadores. El dinero que faltó, desapareció en la base del Centro Pinela, cuando él, yo y otros compañeros, íbamos a ese centro a ejercitarnos en defensa personal. El dinero que desapareció era el producto de la cobranza de los suscriptores de Época, cobranza que realizaba yo, que había sido despedido de Cromograf, y noté la desaparición al ir a hacer su entrega en la sede del diario. El que denunció el robo fui yo, Manera me reintegró lo robado –tiempo después supe que fue Mario Navillat el que puso el dinero de su bolsillo– y ya en Punta Carretas, seis años después, el Beto Falero me dirá que las sospechas sobre la autoría del robo recayeron en el Negro Vidal

Blixen: Muy poco antes del 22 de diciembre la compañera de Amodio, Alicia Rey Morales, Mercedes, acusó a Rivero de haberla acosado sexualmente. Rivero se defendió sosteniendo que todo el episodio está vinculado con su acusación inicial y advirtió que “la pareja era jodida, iba a dar problemas”, dice Fernández Huidobro. “El Bebe y yo no le creímos, y porque Pepe compartía con nosotros la dirección, lo sancionamos y lo mandamos a base. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 152.

Amodio: La compañera que acusó a Rivero, fue Elsa Barreiro, tal como dice Alba Bordoli en la Piel del otro, página 32 de la primera edición y página 34 de la segunda. El primero que hizo circular la versión de que la acusadora fue Alicia, fue Marenales, según consta en los mismos libros citados, páginas 32 y 35, respectivamente. Cuando se sancionó a Rivero, en una reunión citada precisamente por Fernández Huidobro, Sendic no participó, porque no estaba en Montevideo. Sí estábamos, además del Ñato, Manera, Marenales y yo, que fui citado para informar al Ejecutivo acerca de lo que estaba sucediendo y a la postre fui el principal testigo de cargo. Fueron los dos miembros del Ejecutivo presentes quienes lo sancionaron, apartándolo de la Dirección y suspendiendo su militancia durante seis meses.

Blixen: Y volvieron a sancionarlo en los primeros días de 1967, cuando el Pepe, se escapó de un refugio aportado por el Partido Comunista y llegó hasta la “casa del silencio” para informar que le volvía a faltar dinero, que las cuentas no le cerraban, a él, que llevaba la contabilidad. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, págs. 152-153

Amodio: Blixen no nos aclara quién fue el sancionado. El Pepe Rivero salió del local donde estaba para hablar por teléfono con su familia. Fue el único que incumplió lo acordado con el P. Comunista, tal como el mismo Blixen dice en la página 140. Puedo afirmar que no fue sancionado, aunque sí criticada su actitud y se puso como ejemplo de las dificultades para sobrellevar los primeros tiempos de la clandestinidad. Todavía estaba dado de baja, así que mal podía estar llevando la contabilidad. Por otra parte, nuestra manutención provenía del P. Comunista y el único dinero del MLN lo administraba el Ejecutivo. Como punto final a esta insidia: Rivero estaba en un local y yo en otro, así que Blixen y quienes le hicieron eco deberían  explicar lo inexplicable.

(13) 9 de noviembre de 2019

Blixen: Muy poco después, y quizás por el alto grado de convivencia que impuso la clandestinidad cerrada de los primeros tiempos, las dudas comenzaron a esparcirse. Sendic, que al principio estaba seducido por la eficiencia técnica y militar de Amodio, y también por su adulonería (“el Bebe era un canario bueno, no desconfiaba de la gente y era permeable a los alcahuetes, pero solo en el corto plazo” no ocultó el desagrado que le producía el estilo de vida de Amodio. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 153.

Amodio: En varias publicaciones se ha dado cuenta pormenorizada de los varios enfrentamientos que jalonaron nuestra común militancia en el MLN. Adulones y alcahuetes fueron los que nunca pusieron en cuestión nada que Sendic dijera, contrariamente a lo que yo hice. En el período que se menciona, Sendic y yo vivíamos en el rancho de Solymar, con Violeta, su hijo Jorge y Alicia. ¡Las veces que le cambiamos los pañales a EoEo!

Blixen: Sendic llegó a preguntarle por qué compraba tabaco holandés para su pipa, cuando los clandestinos pasaban verdaderas penurias, y Amodio contestó que se lo regalaba el dueño de la casa donde vivía, aunque después se confirmó que no era cierto. En otra oportunidad, Sendic visitó a Amodio en el local de la calle Almería, de triste recuerdo para los tupamaros, y mientras conversaban almorzaron y tomaron un vino muy modesto. Sendic se despidió y se fue, pero regresó porque había olvidado algo, y encontró a Amodio tomando un costoso whisky importado. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 153.

Amodio: En estas líneas se mezclan opiniones de Marenales y Zabalza: la del tabaco es de Marenales y la del whisky de Zabalza. Casualmente, ambos le contaron lo mismo a Fontana, para La piel del otro. Ya lo desmentí en otro momento, pero voy a reiterarlo ahora: en los paquetes de tabaco venían los informes de un colaborador: si el paquete era holandés, inglés o americano, era para una cosa, y si el tabaco era nacional, Cerrito, casi siempre, era para otra. El tabaco así recibido, nacional o importado, era compartido, entre otros, con el mismo Marenales.

Yo nunca estuve en el local de Almería. Ni siquiera sabía de su existencia, pese a ser un local de la columna 15. Ahora bien, cuando el Ejecutivo lo integrábamos Efraín, Mansilla, Sendic y yo, nos reuníamos en un apartamento en la calle Aconcagua, continuación de la calle Almería. Para llegar al apartamento, entrábamos con el Land Rover asignado a mí, por el garage de la finca y del garage, por el ascensor, al apartamento. Ni Efraín, ni Mansilla, ni Sendic, podían volver por sí solos, ya que no sabían con exactitud en qué apartamento nos reuníamos. Es una burda mentira de Zabalza, que a fuerza de repetirla ha terminado por creérsela. Zabalza es un mitómano en su doble acepción: mentiroso compulsivo y admirador exagerado de algo o alguien.

(14)10 de noviembre de 2019

Blixen: Marenales por su parte recuerda que estaba arreglando su vieja Luger en Marquetalia, una pistola que estaba hecha un desastre, “que casi se disparaba sola, pero eso sí, la palanca de desarme estaba intacta” y la dejó desarmada, en el taller. “Cuando regresé me di cuenta de que me habían cambiado la pieza; Amodio tenía una Luger nuevita, empavonada, pero con la palanca de desarme en mal estado. Las piezas estaban numeradas; le conté el episodio al Ñato, pero opinó que había que dejarlo así, que era algo menor.”  Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 153.

Amodio: Marenales estaba tratando de convertir una vieja Luger en metralleta, un proyecto ya intentado con las Máuser 7.63, ambos fracasados. Mi Luger también estaba desarmada, en el mismo banco, y cuando las montamos, la pieza se cambió de común acuerdo, ya que no tenía sentido que una pistola que era para desguace tuviera una pieza sin uso. Cuando el MLN decidió convertirme en el causante de su derrota fue necesario hacer acopio de cuanta incidencia pudiera servirle, aunque algunas fueran tan absurdas como la mencionada.

Blixen: Marenales cuenta otro episodio que debería haber encendido una luz roja. Ocurrió antes de pasar a la clandestinidad: “Un día Amodio llegó tarde al local de José L. Terra. Explicó a los compañeros que había estado en la Jefatura de Policía y que había sido interrogado, porque una persona a quien él había comprado una cocina de segunda mano había resultado ser un reducidor de cosas robadas, que acababa de ser detenido. Dijo que en el documento que él había firmado habían agregado otros objetos simulando que habían sido canjeados para justificar el origen legal”. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 153.

Amodio: Esto es anterior, de 1964. En uno de los intentos de recomponer mi matrimonio, alquilé un apartamento en Pérez Gomar casi Comercio. Lo amueblé con piezas de segunda mano, compradas en casas de remate y otras a un comerciante que las ofrecía por un anuncio en El Día. Entre ellas, estaba un televisor que le había sido robado a Violeta Setelich del apartamento de Arrascaeta y Rivera, junto con un grabador y una máquina de coser portátil. Fracasado el intento matrimonial, le volví a vender al mismo comerciante lo que le había comprado, quien volvió a vender el televisor a otro cliente. Este nuevo comprador, ante una avería, llamó al servicio técnico de la marca y se descubrió que era robado, por lo que la policía, de la seccional 3ª, llegó a casa de mis padres, donde yo estaba viviendo nuevamente, porque en todo momento estaba actuando dentro de lo legal. El tira que fue a casa de mis padres me acompañó a El Día y en los archivos encontramos los anuncios. Tanto el comerciante como yo quedamos en libertad sin apenas prestar declaración, el Partido Socialista envió a Caymaris para mi atención legal y en BP Color estuvieron a punto de declararse en huelga, porque creyeron que mi detención era por las Medidas Prontas de Seguridad que estaban en vigor. Todo esto, perfectamente sabido por todos, fue aceptado y nunca se mencionó salvo para hacer alguna broma al respecto.

(15) 11 de noviembre de 2019

Blixen: Poco después, Amodio consiguió un fichero completo del personal de la Guardia Metropolitana, uno de los dos cuerpos militarizados de la Policía, con nombres, cargos y direcciones. “Por la compartimentación, nunca supimos cómo lo había obtenido, pero yo siempre sospeché que había cambiado ese fichero por información sobre Cuckurs, porque su esposa trabajaba en la casa de El Pinar donde el nazi fue asesinado por agentes del MOSSAD.” Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 153.

Amodio: El entrecomillado pertenece a Tabaré Rivero, que fue el inventor de mi vinculación con el caso Cukurs. Esa versión, difundida a partir de 1985, se mantuvo y fue difundida por diversos medios, aunque nunca tuviera respaldo alguno. En la página 210 y siguientes del libro El baúl de Yahvé, del abogado Marcelo Silva, se demuestra la falsedad de la afirmación de Rivero.

El poco tiempo después en relación al archivo de Metropolitana son cinco años, ya que el fichero apareció en 1969. Lo recibí yo, como responsable que era del Servicio de Información del MLN y estuvo mucho tiempo en casa de Fernando Rodríguez y Teresa Labrocca, en la calle 14 de Julio, donde funcionaba el servicio de información. No era solo de la Guardia Metropolitana, sino de todo el personal policial y lo consiguió Abel Ayala, funcionario de Sanidad Policial, desaparecido poco antes de El Abuso. La desaparición de Ayala puede estar relacionada con las actividades del Comando Cazatupamaros quienes lo habrían responsabilizado de colaboración en la muerte de Morán Charquero, porque solo en Sanidad Policial constaba su domicilio.

(16) 12 de noviembre de 2019

Blixen: Fernández Huidobro afirma que, finalmente, “los viejos lo teníamos calado a Amodio”. Los “viejos” son Sendic, Manera, Marenales y él mismo. Precisamente el Viejo Marenales fue decisivo, en el seno de la dirección, para que el Bebe y el Ñato resolvieran, en setiembre de 1968, dar de baja a Amodio y a Alicia Rey Morales. Ambos habían planteado la renuncia, argumentando que se los discriminaba y se los postergaba en las promociones, que había persecución política. Aun cuando una tal situación generaba un formidable problema, porque los “renunciantes” eran clandestinos y además conocían aspectos esenciales de la estructura armada, la dirección confirmó la separación, lo que implicaba por lo menos evacuarlos hacia el exterior. “Algunos compañeros interceden por ellos, piden que les demos otra oportunidad”, y esa gestión coincidió con la caída de Marenales. La dirección quedaba renga. “Entonces el Bebe y yo cometimos un gravísimo error, nombramos a Amodio como miembro de la dirección.”  Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 153.

Amodio: ¿Alguien puede creer que si la retahíla de cosas que se me adjudican desde 1964 fueran ciertas iba a ser promovido a la Dirección en 1968? Por supuesto que no, por lo que lo dejaremos de lado. En septiembre de 1968 se discutieron las renuncias de Sendic y Alicia Rey, ambas motivadas por las discrepancias que ambos mantenían con el Comité Ejecutivo en esos momentos, integrado por el mismo Sendic, Manera, Marenales y Fernández Huidobro. En dicha reunión no participó Manera por encontrarse en Cuba y sí lo hicimos la totalidad de los clandestinos y Andrés Cultelli y Alfredo Rivero, únicos legales que participaron. También lo hizo Violeta Setelich, que aunque no militaba orgánicamente, su condición de pareja de Raúl y el alto grado de compromiso que siempre demostró la convertían, de hecho, en una compañera más.

La renuncia de Alicia estaba motivada por la escasa valoración que el Ejecutivo otorgaba a su trabajo de reclutamiento y el escaso interés que habían despertado sus planteos acerca de la experiencia recogida por ella misma. Ella achacaba esa conducta del Ejecutivo al machismo imperante en el MLN, que después será admitido incluso por quienes eran sus sostenedores, pero que en esa reunión se negó sistemáticamente. Solo Violeta lo reconoció abiertamente, desgranando una serie de sucesos que la mayoría de los presentes consideró “normales”, ya que quien los provocaba era Sendic, y como ya dije en otras ocasiones, a Sendic se le perdonaba todo. Lamentablemente, las lágrimas de Violeta fueron inútiles.

La renuncia de Sendic se basaba en que sus compañeros de Dirección no lo dejaban participar en los escasos operativos que se realizaban entonces. Por otra parte, argumentaba que se tomaban decisiones importantes sin su participación, lo que anulaba su condición de dirigente de una organización político-militar como el MLN.

Mi intervención fue para apoyar los argumentos de ambos, porque estimaba que provenían de un estilo de trabajo demasiado centralizador por parte del Ejecutivo, que impedía que se estudiaran los déficits existentes y estos se mantuvieran sin resolución, creando condiciones poco aptas incluso para la convivencia, pero que fundamentalmente impedía que nuevos compañeros fueran asumiendo responsabilidades, con lo cual el trabajo de desarrollo que se preconizaba, quedaba anulado.

Para resolverlo, expuse un plan de descentralización que elaboramos entre Alicia, Alfredo Rivero y yo mismo, mientras que Marenales y Fernández Huidobro defendían su estilo de trabajo centralizador, como único posible, decían, dada la escasa experiencia de los demás militantes, sin tener en cuenta que esa inexperiencia estaba motivada por su estilo de trabajo. Sendic planteaba, como solución, que a los grupos se les concediera autonomía dentro de unos lineamientos generales. La mayoría apoyó al Comité Ejecutivo, sin tener en cuenta la contradicción en que estaban: carecían de experiencia para asumir responsabilidades, y que no la iban a adquirir hasta que no las asumieran.

Finalmente se aprobó una resolución presentada por Cultelli, que intentaba contener elementos de las distintas posiciones enfrentadas y se resolvió dividir al MLN en dos columnas, poniendo al frente de ellas a compañeros que durante las reuniones se habían manifestado en contra de la descentralización, quedando relegados quienes la habíamos defendido. No se aceptaron las renuncias de Alicia y de Sendic y todos nos pusimos a llevar adelante lo resuelto y yo fui llamado por Falero, que estaba integrado en uno de los comandos elegidos, para planificar el asalto al Casino de Carrasco.

Dice el Ñato que me tenían calado, y tengo que darle la razón, a tal punto que siempre recurrieron a mí cuando internamente se planteaban sucesos de difícil solución, porque sabían que no me casaba con nadie, que apoyaba los planteos de cualquiera si me parecían correctos o los criticaba en caso contrario, sin considerar el nombre del que lo hiciera. Lamentablemente, esa manera de actuar, que se decía era la correcta, no fue entendida por los compañeros. Se prefirió la sumisión, tanto en lo personal como en lo político, y así nos fue.

En un principio yo no quise aceptar la responsabilidad de integrar el Ejecutivo. Finalmente, ante la insistencia de Fernández Huidobro y de Sendic, acepté integrarme hasta el regreso de Manera y la detención de este, junto con los cambios organizativos que impulsé en ese tiempo, hicieron que compañeros que antes me criticaban pasaron a apoyarme, y mi integración al Ejecutivo se hizo total.


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