10.FEB.20 | Posta Porteña 2087

Sendic de Samuel Blixen/ comenta Amodio (V)

Por AMODIO

 

Publicamos los comentarios que ha ido realizando sobre este libro Héctor Amodio Pérez

(17), 13 de noviembre de 2019

Blixen: Solo es posible explicar una conducta tan incierta, una contradicción tan flagrante (se le acepta la baja y se lo promueve a la dirección), por una especie de ambivalencia subjetiva, donde las sospechas en ocasiones podían teñirse con la duda de la injusticia. ¿Hasta dónde es una deformación tomar whisky, en qué medida ese gusto por los sacos de pana y las corbatas no es funcional a una cobertura que se muestra efectiva? Y lo más importante: ¿cómo valorar esa ambición de poder en un militante que demuestra una evidente aptitud técnica, una comprobada disposición militar y que no es un recién llegado a la izquierda? Otro tipo de consideraciones llevaría a admitir un nivel de frivolidad en Sendic y Fernández Huidobro, que nadie señala y que los hechos no confirman. Además, detrás de una traición o de una infiltración siempre hay un grueso error de valoración. En este caso el error ocurrió en un momento decisivo, y cuando se pretendió enmendarlo, en setiembre de 1971, la solución implicaba el riesgo de una división de la guerrilla en dos fracciones armadas. Quizás entonces se cometió el segundo error; en todo caso, desde setiembre de 1968, por una razón o por otra, Héctor Amodio será siempre una figura central. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 154.

Amodio: Aparece en estas líneas un pretendido análisis filosófico, mezclando hechos falsos con reales. En este caso, la falsa versión del whisky y el uso de determinadas prendas de ropa como forma de asegurar la cobertura de los locales, en lo que en la columna 15 fuimos, viendo los resultados, verdaderos expertos. Se me ha acusado repetidas veces, de cuidar el vestir y la higiene, como si fueran una rémora de pequeño burgués en vez de una necesidad impuesta por la propia clandestinidad, una de cuyas primeras reglas es pasar desapercibido en el medio que te rodea, pretendiendo hacer creer que yo era el único en practicarla, ocultando que fue la regla general de todos los grupos de Montevideo, según la zona o barrio en que tenías que moverte. Y quienes no lo hicieron así, pagaron las consecuencias, una y otra vez.

Acerca del nivel de frivolidad con que tanto Sendic como Fernández Huidobro actuaron en varios momentos, quedará en evidencia, más adelante, con la transcripción de palabras del mismo Blixen. Por lo dicho pareciera que mi integración al Ejecutivo fue un error cometido en 1968 y que se pretendió enmendar en 1971, después del Abuso, pero no se aclara el cómo. Pongamos algo de luz sobre ese momento.

Antes de septiembre de 1971, el Ejecutivo actuante, Rosencof, Marrero, Píriz Budes y Wassen, tenían decidido entregar la Dirección del MLN a “los viejos”, como nos llamaban, ante la resistencia hacia su labor evidenciada desde algunos grupos, fundamentalmente de las columnas del interior. En su corta estancia en Punta Carretas y por la experiencia que recogió entonces, Wassen reconoció que esa decisión sería un error, ya que salvo yo que había participado en su desarrollo, los demás mantenían unos criterios de trabajo que implicaba volver a 1968. Yo lo apoyé en esa idea y sostuve el mantenimiento del Ejecutivo tal como estaba configurado hasta su detención, en julio de 1971.

Cuando nos reunimos luego del Abuso, después que Rosencof hiciera el planteo de modificar las estructuras organizativas y proceder al cambio de la Dirección, Huidobro y Sendic anunciaron ambos su deseo de ser integrados como militantes de base, para poder así “conocer la Organización”, conocer a ese MLN que había crecido y desarrollado con unos criterios distintos a los que ellos habían defendido como válidos. Entonaron cantos de mea culpas precisamente para culminar la tarea de división que habían empezado en el Penal antes de la fuga, y que culminarán en marzo de 1972. Nadie planteó en esos momentos ningún cuestionamiento hacia mí y el propio Sendic entendió que debería seguir si no en la Dirección, en su cercanía para contribuir a la integración del centenar de fugados. Nadie pensó, en esos momentos, que la autocrítica era falsa y mucho menos pensamos en una división del MLN. Ellos sí lo pensaron, porque estaban trabajando en ese sentido y vieron que en esos momentos las condiciones internas no les favorecían, y decidieron esperar, haciéndonos creer que su actitud era sincera. Será el mismo Fernández Huidobro quien reconocerá que esto ha sido así, tal como se dice en la página 227 de Mentiras tupamaras, que recoge las palabras de Huidobro en Memorias de insurgencia, página 78.

(18), 14 de noviembre de 2019

Blixen: El comunicado firmado por el “comando Mario Robaina” que explicaba los motivos del secuestro, anunciaba claramente que Pereira Reverbel respondería con su vida por la muerte de obreros o estudiantes. Ese hombre odiado por los trabajadores de UTE, amigo personal del presidente Pacheco Areco, cuyo nombre se vinculaba a inmoralidades de distinto tipo, y que acaudillaba la postura de considerar “desertores” a los huelguistas militarizados, estuvo a punto de enfrentar la sentencia. La secuencia fue la siguiente: el 9, dos días después del secuestro, la Policía violó la autonomía universitaria y allanó los locales de varias facultades. El 11, Pereira Reverbel fue liberado. El 12, en una manifestación fue gravemente herido por la Policía el estudiante Líber Arce, que murió el 14 y fue enterrado el 15, en medio de una imponente manifestación popular de congoja. De esa secuencia, que estuvo a punto de obligar a los tupamaros a ejercer una acción de represalia, se sacaría una enseñanza: evitar, en el futuro, hacer promesas difíciles de cumplir. Pereira Reverbel fue liberado apenas cinco días después de su captura porque se comprobó que “la infraestructura no era suficiente” y se corría el riesgo de que “la orga quedara destruida”; la imagen de poderío que el MLN dio hacia afuera estaba en proporción directamente inversa a sus debilidades internas. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 157.

Amodio: Un día de julio de 1968, recién llegados a Marquetalia, se me llamó a un Ejecutivo ampliado para discutir sobre el secuestro de Pereira Reverbel, fundamentado tal como se ha expuesto. Fui el único que se opuso y precisamente por las razones que luego se esgrimirán para ponerlo en libertad. Habíamos perdido toda la infraestructura de los balnearios, lo que nos había costado seis meses de trabajo y arriesgarlo todo por una acción, por espectacular que fuera, me pareció excesivo. Precisamente las palabras que Blixen entrecomilla fueron mías, lo que sin duda es fruto de un error, ya que estas páginas, más que para ensalzar a Sendic están escritas para intentar justificar las acusaciones que se me hicieron. Se dice, acertadamente, que sacamos como experiencia que no haríamos más promesas que no pudiéramos cumplir. Pero la experiencia está incompleta, porque también dijimos que nunca plantearíamos como canje exigencias que por desmesuradas evitaran un canje determinado, si ese canje fuera el objetivo final.

Traigo esto a colación, porque en julio de 1970, cuando el canje por el plan Satán, Sendic maniobró para que Alicia Rey no ingresara al Ejecutivo, como así estaba acordado a partir de mi detención en esos días, y así poder exigir la liberación de todos los presos políticos a cambio de la liberación de los secuestrados, cuando lo que se había decidido era el canje por un grupo de ellos, seleccionado por el MLN. Sendic llevó así al MLN a un callejón sin salida que a punto estuvo de provocar una debacle similar a la que producirá en 1972, y que se evitó porque luego de sucesivas caídas llegaron al Ejecutivo compañeros convencidos que sin organización nada es posible. Y lo consiguieron.

(19) 15 de noviembre de 2019

Blixen: El Bebe nos llamaba ‘samuráis’ y nos acusaba de impedir que gente nueva adquiriera experiencia en las acciones”, cuenta Fernández Huidobro. En unos simposios de la dirección con militantes calificados, en setiembre de 1968, Sendic ganó la batalla e impuso el criterio de la “centralización estratégica y autonomía táctica”, que en los hechos implicaba una radical descentralización de la guerrilla urbana. Sendic planteaba esa reestructura como una “necesidad organizativa impostergable”, pero que, simultáneamente instalaba nuevos riesgos: “Así como nosotros podemos golpearlos fácilmente, ellos pueden golpearnos con la misma facilidad”, concluía el “Balance de 1968”; y en el Documento 4, de enero de 1969, se pueden leer algunas afirmaciones que inequívocamente tienen el sello de Sendic: “Cuando ‘aflojen’ las luchas callejeras y las tensiones sociales, la represión se dedicará plenamente a nosotros, le demos o no motivos inmediatos para ello (...) se abre un margen de fallas posibles que van a constituir un tributo insoslayable del crecimiento”. Resulta sobrecogedor comprobar cómo en los documentos se hacían las advertencias sobre el precio que se iba a pagar: “No podemos tener vigías, ni vanguardias, ni retaguardias, ni flancos que cuiden el paso del núcleo central. Nos movemos en medio del enemigo, en un ámbito donde puede encontrar cómplices. La labor del enemigo y la nuestra es esencialmente de inteligencia". Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 158.

Amodio: Por más vueltas que se den, la reunión de septiembre de 1968 se hizo para discutir las renuncias de Alicia Rey y Sendic, ya señaladas en páginas anteriores. Lo que se decidió fue la descentralización organizativa (para lo que se otorgó autonomía) pero una centralización estratégica. Es decir, lo contrario de lo que Sendic propugnaba. Quienes propusimos la descentralización fuimos Alicia Rey, Alfredo Rivero y yo mismo, con la oposición de Fernández Huidobro y Marenales. Sendic se abstuvo, porque aunque lo acordado le satisfacía en parte, no era la autonomía total que él pretendía ya en 1968 y que llevará adelante en 1972, siendo una de las causas de la debacle.

El balance de 1968 y el Documento 4 son los dos de enero de 1969 y son la síntesis de lo acordado por el Comité Ejecutivo en esos días: Fernández Huidobro, Sendic y yo. Salvo las 30 preguntas, que son autoría de Sendic, todos los demás documentos elaborados fueron fruto de un trabajo colectivo y quien estaba encargado de llevar ese trabajo al papel era Fernández Huidobro, porque en la división del trabajo de la Dirección así se había acordado. Pero ese pasaje al papel también era fiscalizado. El Documento 4, sin embargo, no arrojó los resultados que creímos iba a dar, ya que cada comando de columna lo interpretó y lo desarrolló según el miembro de la Dirección que lo atendiera, y por eso los resultados fueron tan desiguales. Mientras que Fernández Huidobro creaba sectores deliberantes e inoperantes, en la columna 15 nos dedicamos al desarrollo tal como se había dicho en la reunión de setiembre y se refrendaba por el balance del 68: que cada columna fuera un MLN en sí misma. Los grupos del interior nunca discutieron el Documento 4, de lo que me enteraré cuando Mansilla es llevado al Ejecutivo, en abril de 1969. Cuando Martínez Platero accede al Ejecutivo tras la detención de Huidobro en Pando, para hacerse cargo de la columna 10, en ésta ya estaban instalados los mismos vicios que en la columna 1. El trabajo de Martínez Platero palió en algo esos vicios, pero no llegó a desterrarlos de manera total.

(20), 16 de noviembre de 2019

Blixen: La opción era de hierro: si no contamos con el pueblo deberemos enfrentar los aparatos represivos solos, mano a mano. Ese pleito lo perdemos. Si contamos con el pueblo, entonces ellos no tendrán que derrotar al MLN, tendrán que derrotar al pueblo”. Pero ninguna de la dos darán una respuesta acabada al problema de la “reposición” del cuadro político-militar, tan vertiginoso será el accionar y con él el volumen de “caídas”, de detenciones. Llegará el momento en que se advertirá que un verdadero “cuadro” necesita un tiempo de maduración, no importa cuál sea la acumulación de experiencia en el combate y en la tarea clandestina. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, págs. 158-159.

Amodio: He sido acusado de militarista y de despreciar el trabajo político. Sin embargo, quien siga el desarrollo de la Columna 15, comprobará que fue todo lo contrario. Durante buena parte de 1969 y hasta 1971, la 15 prácticamente monopolizó el accionar del MLN, procesando acciones todas aprobadas por el Comité Ejecutivo. Y lo hizo pese a ser, lógicamente, la columna más golpeada, como consecuencia de ese mismo accionar. Ninguna otra columna fue capaz de reponer los cuadros político-militares como lo hizo la columna 15, a tal punto que entre octubre de 1970 y marzo de 1972, momento en el que Fernández Huidobro y Sendic culminan su trabajo de división interna, todos los organismos de dirección en Montevideo, Ejecutivo y Comando General, lo formaron compañeros de la columna 15, con la excepción de Mauricio Rosencof y Berreta.

Blixen: La descentralización está en el centro del pensamiento de Sendic, se puede rastrear en sus iniciales y juveniles prevenciones contra el concepto leninista de organización y que en el mano a mano, lejos de la frase elaborada, se resumía en: “Hay que dejar a la gente hacer”, una fórmula que reiteraba sin cesar. En este aspecto, Sendic también se apartaba del clásico esquema de la fórmula guerrillera. Así como no advertía una oposición frontal entre guerrilla rural y guerrilla urbana, y no concebía un antagonismo entre lucha armada y lucha de masas, tampoco adhería al principio totalizador del centralismo inherente a la jefatura guerrillera. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 159

Amodio: Sendic nunca entendió la descentralización. Es más, confundió descentralización con autonomía. Se opuso a todos los intentos hechos por Mansilla para aplicar en los grupos del interior la experiencia de la 15. Precisamente “el dejar a la gente hacer” está en la base de los errores que en materia de funcionamiento se cometieron en el interior. “El dejar hacer”, sin aportarle a los compañeros nada de la experiencia acumulada obligaba siempre a empezar de cero. En la 15, a los compañeros los hacíamos pensar y proponer, y luego planificábamos cómo hacerlo, y aprendíamos todos.

Todo lo que se dice que Sendic pensaba sobre la lucha urbana y la rural, la armada y de masas y el centralismo de la “jefatura guerrillera” –términos nunca empleados para referirnos a la Dirección o al Comité Ejecutivo– se hace con la única intención de justificar los planes Tatú y del Collar y la implantación del Segundo Frente, que como se sabe están en la raíz de la debacle de 1972.

21, 17 de noviembre de 2019

Blixen: La propuesta de centralismo estratégico y autonomía táctica se tradujo inmediatamente después del simposio de setiembre de 1968 en la creación de siete columnas. La Columna era “concebida como unidad orgánica político militar que reúne en sí misma las posibilidades (todas) de autonomía (servicios, grupos de acción, agitadores, infraestructura, periferia, etcétera)”. Cada Columna debía estar en condiciones de “mantener la lucha en nombre del MLN aun cuando el resto de la organización haya sido destruida y contar con los medios internos como para reconstruir lo destruido”. Era una cuestión técnica, vinculada a la seguridad interna, para que la organización no “dependiera vitalmente de una cabeza que pudiera ser fácilmente ubicable y golpeable para el enemigo”; en fin, era una medida puramente administrativa, no política “pues de otra forma estaríamos creando varias organizaciones”. Amodio y su compañera Mercedes pidieron la baja precisamente porque no habían sido promovidos como responsables de una de esas columnas recién creadas. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 159.

Amodio: Toda esta larga parrafada, se escribe para reforzar la idea de que la descentralización es obra de Sendic, lo que es totalmente falso. La descentralización se consolida a partir de mi integración  al Ejecutivo y la división en siete tiene como fin la formación de sectores más reducidos y ágiles en su funcionamiento, dado que la división que se estableció en setiembre, en dos columnas, las hacían incontrolables. Ni Mercedes ni yo pedimos la baja en ningún momento. Yo me integré al grupo que el Beto Falero eligió para estudiar el casino de Carrasco y ella pasó a sistematizar su experiencia en las labores de reclutamiento, como se decidió en la ya tantas veces mencionada reunión de setiembre. Precisamente el texto entrecomillado pertenece a los argumentos que Alicia, Alfredo Rivero y yo presentamos como argumentación para la descentralización.

Blixen: Cuando la baja se trocó por un ascenso a la dirección, Amodio fue designado como responsable de la Columna 15, que casi se convirtió en una organización diferente. Es posible que Sendic haya advertido, cuando impulsó esta reestructura, que los peligros adjuntos a la autonomía táctica no se conjuraban simplemente con palabras de advertencia en un documento, y en ese caso debía estar dispuesto a asumir los costados “no deseables” de la iniciativa. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 159.

Amodio: La argumentación de Blixen es de una idiotez tremenda. Cuando se decidió la división en siete columnas, la 15, como tal, no existía. Como tampoco existían las demás columnas, ya que la decisión de la descentralización apenas se había puesto en marcha. En varios momentos se dijo “que a Amodio le tocó en suerte dirigir la columna 15”, como si la columna hubiera estado hecha y dispuesta a seguirme. La 15, como la 1, la 3, la 5, la 6, la 7 y la 25, que tal fue la denominación, eran simples divisiones administrativas, cada una de ellas a cargo de un comando elegido desde el Ejecutivo. Todas partieron de cero, salvo en lo económico, ya que fueron dotadas cada una de 700.000 pesos de la época, fruto de los seis millones obtenidos en Carrasco. Lo que incidió fundamentalmente en el desarrollo de la columna 15 fue la condición de trabajo en equipo impulsada desde sus comandos.


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