12.FEB.20 | Posta Porteña 2087

POSTALINAS

Por posta

 

El tema Greta Thunberg y el cambio climático

 

No estaría de más recordar que el continente europeo estuvo habitado durante cientos de miles de años por pueblos ancestrales de numerosos orígenes étnicos, lenguas y costumbres. Que esos pueblos fueron masacrados, esclavizados y civilizados a sangre y fuego por diversas élites imperiales. Que esa destrucción material, cultural y étnica se modernizó hasta adquirir la fisionomía de una división de la sociedad en clases, basada en un sistema productor de mercancías que no es europeo sino mundial. Que las actuales clases explotadas de Europa tienen con nosotros mucho más en común que lo que tenemos en común con las clases explotadoras de «nuestra América morena».

Y que si hay que criticar a la niña Greta no es porque sea europea, o rubia o de origen acomodado, sino por el contenido político de su discurso, que es el de la socialdemocracia internacional empeñada en salvar de sí mismo a ese sistema productor de mercancías en su crisis catastrófica definitiva.

Tampoco vale criticarla porque se le ha dado más visibilidad que a las activistas del tercer mundo, porque esa asimetría es solo un efecto colateral de su discurso eco-keynesiano, aún cuando la mayoría de los activistas ecosociales del tercer mundo tampoco han roto con ese enfoque reformista.

Formular la crítica en términos chovinistas (no es del sur), racistas (no es morena) o clasistas (no es pobre) es sólo una forma rebuscada de eludir la única crítica que tendría efectos decisivos: la crítica del programa socialdemócrata que busca salvar a toda costa las relaciones de explotación salarial, la producción de mercancías y el dinero como mediación social universal.

 Sólo teniendo esto en mente dejaremos de hablar huevadas.

Reflexión de un compañero de la región chilena

 

Chile: Vuelve con fuerza la rebelión contra Piñera

 

Durante enero y el comienzo del verano se abrió una coyuntura de una baja en las movilizaciones. Es lógico que pese el desgaste y el momento de vacaciones. Pero la protesta no ha cesado.

En la Plaza Italia empiezan a retomarse, los viernes, con la presencia de 30 a 50 mil personas. La última semana de enero se dio por el asesinato de Jorge Mora, un hincha de futbol atropellado intencionalmente por un vehículo de Carabineros, en la final de futbol entre Colo Colo y Universidad de Chile jugada en Temuco. Por ello, seguidores de estos equipos manifestaron unidos en la Plaza Italia de Santiago para alzar su voz contra el gobierno. Miles de jóvenes indignados atacaron comisarías exigiendo justicia.

Estos hechos de la última semana muestran que la protesta sigue viva y que se mantiene en las comunas y regiones repudiando la represión y al gobierno de Piñera. Las asambleas barriales y territoriales se siguen reunión. A mitad de enero, por ejemplo, hubo un encuentro con representantes de 120 asambleas.

Encuestas recientes indican que todas las instituciones del gobierno, del régimen patronal o religiosas son repudiadas por la mayoría. Entre ellas la Iglesia Católica solo tiene apoyo del 14%, las evangélicas del 17%, los carabineros el 17%, la TV el 8%, las Fuerzas Armadas el 24%, las empresas privadas el 7%... Y el premio mayor se lo lleva el presidente Piñera que tiene sólo una aceptación del 6% de la población.

Debe ser hoy el gobierno con menos apoyo en el mundo. Sin embargo, los partidos patronales y reformistas de izquierda (PC y Frente Amplio), con representación parlamentaria, le permitió seguir gobernando y que aún no caiga por la movilización. Buscan desviar o congelar la movilización, incluso con el llamado a un referendo (26 de abril) por una reforma constitucional condicionada.

¡Pero el pueblo en las calles exige que Piñera se vaya ya!

5 defebrerode 2020

Miguel Lamas / MST (UIT-CI)

 

TODOS ESTAMOS ENFERMOS DE CAPITALISMO

¡ASUMÁMOSLO PARA ABOLIRLO Y SUPERARLO REALMENTE!

 

Todos, absolutamente todos estamos enfermos, muy enfermos de este sistema de mierda llamado capitalismo. Nadie se salva.

La normalidad y la salud capitalistas en realidad son enfermedad o alienación humana (desde el fetichismo de la mercancía y el trabajo asalariado hasta la ideología y la ciencia), aparte de ser una imposición y un negocio de la clase explotadora y dominante, esa mafia empresarial-estatal de acumuladores y psicópatas que sólo merece ser eliminada de la faz de la Tierra.

Los proletarios y los anticapitalistas (marxistas, anarquistas, feministas, antifascistas, anticolonialistas, antiespecistas, etc.) también estamos enfermos de capitalismo e incluso más que el resto de la sociedad burguesa, porque queremos luchar contra ella para derrocarla, pero en cambio está siempre nos derrota en el intento, y eso nos produce más sufrimiento psíquico aparte del que ya nos produce la esclavitud asalariada, el desempleo, la pobreza y toda forma de opresión bajo la tiranía del dios dinero.

Y, sobre todo, porque reproducimos el capitalismo en nuestras prácticas y relaciones cotidianas, en este caso dentro de los espacios políticos supuestamente anticapitalistas (atomización social, prácticas mercantiles "autogestionadas", individualismos y autoritarismos, competencias o pugnas de poder y de egos, poses o apariencias, prejuicios ideológicos y morales, paranoias, intrigas y calumnias, falsas acusaciones y agresiones, traiciones e hipocresías, falta de comunidad real, etc.).

Creyendo que no lo hacemos o encubriéndolo ideológicamente con múltiples ismos izquierdistas y hasta con declaraciones de intenciones de "comunidades de lucha" inexistentes o ficticias.

Queriendo incluso llenar vacíos de todo tipo con ello en vano, porque nuestros espacios-guetos activistas y "militantes" actuales no dejan de ser cascarones vacíos que, sobre todo en momentos de post-revuelta o de vuelta a la normalidad, los llenamos con mierda capitalista y los tapamos con membretes "anticapitalistas"

Por eso mismo es que no logramos identificar el problema de raíz y continuamos con esta existencia humanamente miserable como perros que se muerden su propia cola, pero "desde abajo y a la izquierda"

O tal vez ya lo sabemos o al menos lo sentimos, pero nos aterra admitirlo para atacar el problema de raíz: que todos estamos enfermos de capitalismo.

Que el sistema no es algo externo a nosotros, sino que nosotros también somos el sistema.

Que esta gran enfermedad social se manifiesta mental y físicamente de millones de formas individuales o, mejor dicho, que absolutamente nadie se salva no sólo de las enfermedades físicas sino también de las llamadas "enfermedades mentales", por más que lo niegue o lo oculte.

Que mientras no reconozcamos ni enfrentemos individualmente (con autoconocimiento y autocuidado) y sobre todo colectivamente (con empatía, apoyo mutuo y afecto) nuestra propia enfermedad a fin de erradicarla y superarla; mientras no nos esforcemos por construir y vivir relaciones humanas y formas de ser/estar lo más saludables, transparentes, horizontales, autónomas, liberadoras, comunitarias, cotidianas y coherentes que sea posible, al mismo tiempo que por revolucionar de manera total y radical las condiciones materiales e históricas impuestas, no como "vanguardia" ni "ombligo del mundo" sino como unos nadies más que lo queremos todo; en fin, que mientras no nos cuestionemos y transformemos a fondo (lo cual ciertamente duele, como todo parto), seguiremos reproduciendo bajo una apariencia "anticapitalista" este sistema capitalista de mierda, en lugar de combatirlo realmente para destruirlo y superarlo realmente.

Seguiremos fingiendo o aparentando ser "normales", "sanos" y "radicales", y juzgando a los otros de manera moralista y falsa.

Seguiremos entrampados en el autoengaño, la hipocresía y la autodestrucción izquierdistas ad infinitum y ad náuseam hasta morir. Duela a quien le duela, porque la verdad y la libertad duelen. Empezando por la autocrítica y la autoliberación en todos los aspectos de la vida.

Lo cual tarde o temprano será una cuestión de vida o muerte, porque la actual catástrofe capitalista generalizada está devastando el planeta y amenaza incluso con extinguir la especie humana.

Por el contrario, la actual revuelta proletaria internacional es la respuesta a esta catástrofe y abre la posibilidad histórica de revolución social.

Así como también las formas cotidianas y anónimas de resistencia y solidaridad entre los oprimidos. Pero todavía falta mucho para la revolución, en todo sentido. Precisamente porque los explotados y oprimidos, que somos la mayoría de la sociedad, aún no asumimos a carta cabal que estamos muy enfermos de capitalismo, que somos el sistema, con el fin de destruirlo y superarlo de una vez por todas, y por lo tanto con el fin de destruir y superar nuestra propia condición de clase explotada-oprimida-enferma, antes de que nos mate (mos) de hambre, cáncer, depresión, aislamiento o bala.

En pocas palabras, entonces: asumir, compartir y politizar el malestar interno. Hacer de la enfermedad (la alienación) un arma para abolir la enfermedad (la alienación). Luchar, sanar y liberarnos juntos. Revolución en la revolución o extinción.

Locura Proletaria

Quito, febrero 2020


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