15.FEB.20 | Posta Porteña 2088

Valor, ¿CONCEPCIÓN SOCIAL O FÍSICA? (1)

Por ASTARITA

 

Dada su extensión, esta nota se divide en dos partes

Rolando Astarita 15 febrero 2020

En varias notas anteriores discutí la idea de que el valor es una categoría física. Lo hice en respuesta a críticas de economistas “austriacos” a la teoría del valor de Marx, y en polémica con marxistas. En este último respecto, la discusión giró en torno a la tesis del intercambio desigual de Ernest Mandel, Anwar Shaikh y Guglielmo Carchedi.

Según este enfoque, si un productor emplea más del tiempo de trabajo socialmente necesario (TTSN) para producir una mercancía (por ejemplo, porque utiliza una tecnología atrasada), genera más valor que los productores que utilizan la tecnología promedio imperante en la rama. Y los productores que utilizan una tecnología superior a la tecnología media, generan menos valor. Por eso, según este enfoque, los países en los que predominan empresas tecnológicamente atrasadas generan más valor que el promedio de la rama; valor que sería apropiado por los países tecnológicamente avanzados. Mi posición es la opuesta. Sostengo que si un productor emplea más del TTSN imperante en la rama, genera menos valor por hora de trabajo. Y lo inverso ocurre con aquel productor que emplea menos del TTSN en la rama.

En el curso de la polémica, sostuve, entre otros argumentos, que la tesis de que aquel que emplea una tecnología atrasada, con respecto a la tecnología modal, produce más valor, conducía a una concepción material, o física, del valor, que es ajena a la teoría de Marx. Sostengo que el valor no es una propiedad material, sino social.

Defensores del enfoque Mandel, Shaikh, Carchedi negaron que defendieran una concepción material, no social, del valor. En buena medida, la polémica se estancó en este punto.

Pues bien, algunas semanas atrás un economista marxista me envió una comunicación personal en la que defiende la tesis de que aquel que emplea más trabajo que los productores modales de una rama, genera más valor. Para fundamentar su afirmación opone, de manera abierta y franca, una concepción material del valor a mi concepción social. Se trata de un compañero que ha realizado muchos aportes, desde un enfoque marxista, a la comprensión de la economía capitalista contemporánea. Y precisamente esta condición de marxista destacado facilita ir al corazón de las diferencias (al pasar, no hay nada más frustrante que discutir con ignorantes, máxime cuando a la ignorancia le agregan una ilimitada soberbia)

Esto es, mi crítico plantea la cuestión central: el valor, ¿es una categoría física, o social? Este es el tema. Empiezo entonces transcribiendo su crítica. Escribe:

“Tu sostienes que si soy un manufacturero de la mercancía A, que demanda 12 horas de trabajo, y en los mercados domina una tecnología que implica que A es producida en 10 horas de trabajo, yo habré generado solo 10 horas de valor, aunque haya trabajado 12. Por otro lado, si me lleva solo 8 horas de trabajo, puedo vender de todas maneras A por un valor de 10 horas, porque es el TTSN”.

“Mi objeción es que, de acuerdo a tu posición, en el primer caso, 2 horas de trabajo desaparecen en la nada; y en el último caso 2 horas de trabajo se materializan de la nada. Esto contradice el primer principio de la termodinámica sobre la conservación de la energía (y el trabajo es energía), [que dice que] la energía puede ser transformada de una forma en otra, pero no puede ser ni creada, ni destruida. En realidad, hay una transferencia, apropiación de valor”.

“En segundo lugar, me parece que confundes producción con realización. Si me insume 10 horas de trabajo producir A y lo debo vender por 8 horas, he generado 10 horas aun si el mercado me da 8 horas. Dos horas son apropiadas por el capital más productivo con una composición orgánica de capital más elevada. Esto es intercambio desigual. Por otro lado, si el mercado dicta que aun si he trabajado 10 horas he generado 8 horas (porque es lo que puedo obtener), entonces recibo lo que he generado y hay intercambio igual, no intercambio desigual. Finalmente, esta es la posición simultaneísta, que cancela el tiempo (como sabes, la distinción entre simultaneísmo y temporalismo es crucial en el rechazo de la crítica neo-ricardiana de Marx”)

El valor no es una propiedad física, o natural

Una concepción física del valor es la que tenían, por ejemplo, los fisiócratas. En palabras de Marx, para los fisiócratas el valor “no es un modo social definido de existencia de la actividad humana (trabajo), sino consiste en cosas materiales, tierras, naturaleza, y las distintas modificaciones a estas cosas materiales” (Marx, 1975, p. 39, t. 1). Para verlo con un ejemplo: si empleo x horas de trabajo en fabricar una computadora, este bien físico permanecerá como tal bien, al margen de si lo puedo vender (realizar como valor), o no. Si lo puedo realizar como valor (vender la computadora), la misma tendrá valor –“un modo social definido de existencia del trabajo”-, junto a sus propiedades físicas, materiales. Si por alguna razón no puedo venderla –por ejemplo, porque el mercado está saturado de computadoras, o porque el modelo quedó obsoleto- mi trabajo no se habrá objetivado como valor. Sin embargo, las propiedades físicas de la computadora permanecerán, con independencia de que no se haya vendida.

Esto es, el valor remite a una cualidad que es social –quiere decir que deriva de las relaciones de producción, en este caso, de la relación de los productores a través del mercado- y no física. Es la razón por la cual no se puede afirmar que el valor exista al margen, o por fuera de esas relaciones sociales; en este caso, al margen de la venta. El bien material, en cambio, sí subsiste, con independencia de que se haya producido la venta.

Lo anterior permite entender por qué es equivocado sostener que el valor consiste en una propiedad física, como lo es la energía. Por supuesto, si se afirma que el valor es energía, en general, se puede aplicar el principio de la conservación de la energía. Si, en cambio, consideramos que el valor es una propiedad social, no se aplica el principio físico de la conservación de la energía, aunque el trabajo implique gasto humano de energía. Para ponerlo de manera sencilla, supongamos que un trabajador emplea su energía en mover una máquina, que sirve para producir la mercancía X; y esa tecnología es predominante en la rama de producción de X. En ese caso, el gasto humano de energía, aplicado a mover la máquina, habrá generado un determinado valor que se objetivará –a través de la venta- como parte componente del precio de X.

Sin embargo, si después el trabajo de mover la máquina es reemplazado por un salto de agua, no tiene sentido sostener que, por el principio de conservación de la energía el valor que antes era generado por el trabajo humano ahora es generado por el salto de agua. El salto de agua no genera valor, a pesar de que es una fuente de energía (energía que, en última instancia, proviene del sol). Por eso, si el trabajo humano de mover la máquina es reemplazado por el salto de agua, el valor de X habrá descendido en proporción a ese ahorro de trabajo humano. El salto de agua no genera valor; de la misma manera que el buey que tira el arado no genera valor, a pesar de que gasta energía.

Los austriacos y la concepción física del valor

En este punto señalo que, curiosamente, los economistas austriacos, cuando atacan la teoría del valor de Marx, lo hacen atribuyéndole una concepción física del valor. Traté esta cuestión en respuesta a Juan Ramón Rallo (aquí). Es que en crítica al razonamiento con el que Marx introduce la noción de valor - la sustancia común que queda en las mercancías cuando se hace abstracción de sus propiedades físicas o naturales, y de la diversidad de valores de uso es trabajo humano como gasto humano de energía- Rallo pregunta por qué las mercancías no pueden intercambiarse, por ejemplo, según la cantidad de energía utilizada en producirlas. Concretamente, pregunta por qué, si entre los diversos tipos de energía se encuentra la térmica, química, calorífica, electromagnética, nuclear, eléctrica, de animales o plantas, iónica, del sonido, además de la humana, Marx tomó como elemento en común solo la energía humana invertida en la producción.

De nuevo, la respuesta es que el valor es una propiedad social. Escribe Marx: Ese algo común no puede ser una propiedad natural –geométrica, física, química o de otra índole de las mercancías. Sus propiedades corpóreas entran en consideración, única  exclusivamente, en la medida en que ellas hacen útiles a las mercancías, en que las hacen ser, pues, valores de uso. Pero, por otra parte, salta a la vista que es precisamente la abstracción de sus valores de uso lo que caracteriza la relación de intercambio entre las mercancías” (Marx, 1999, t. 1, p. 46). Por eso, la objetividad del valor es social: “La objetividad de las mercancías en cuanto valores se diferencia de mistress Quickly en que no se sabe por dónde agarrarla. En contradicción directa con la objetividad sensorialmente grosera del cuerpo de las mercancías, ni un solo átomo de sustancia natural forma parte de su objetividad en cuanto valores” (p. 58, énfasis añadido)

También: “…las mercancías solo poseen objetividad como valores en la medida en que son expresiones de la misma unidad social, del trabajo humano”… “su objetividad en cuanto valores, por tanto, es de naturaleza puramente social” y por eso, “dicha objetividad como valores solo puede ponerse de manifiesto en la relación social entre diversas mercancías” (ibíd.)

La importancia de la venta, o realización del valor

Una cuestión que recorre estas diferencias se refiere a lo que “aporta” la venta. Es que en el enfoque físico del valor, el hecho de que se realice, o no, la venta no agrega ni quita nada al valor generado en la producción. Por eso mis críticos afirman que, sin importar su relación con el TTSN, el trabajo aplicado a una mercancía genera valor en proporción directa a las horas trabajadas. 10 horas de trabajo siempre generan 10 horas de valor, sin importar las circunstancias sociales, de la misma manera que una determinada unidad de energía, sea del tipo que sea, se mantiene, sin consideración a las relaciones sociales, ni a lo que ocurra en el mercado.

Se trata  de una concepción ricardiana. Su punto fuerte es que remite la generación del valor a la producción, no a la venta. En otros términos, el acto de venta no genera un nuevo valor. Es una idea fundamental de Ricardo, y también de Marx. Sin embargo, la teoría del valor de Marx se diferencia sustancialmente de la teoría de Ricardo. ¿Por qué? Pues porque en el enfoque de Marx la venta es esencial para que el valor se realice. Por eso, en la teoría de Marx, para que haya valor no solo es necesario que se haya invertido trabajo –y se haya producido un valor de uso. También es necesario que ese valor se realice, y esto ocurre en la venta. Pero este último punto es el que no tiene en cuenta Ricardo.

La razón de fondo es que no da importancia a la forma del valor (al valor de cambio). “Una de las fallas fundamentales de la economía clásica es que nunca logró desentrañar, partiendo del análisis de la mercancía, y más específicamente, del valor de la misma, la forma del valor, la forma misma que hace de él un valor de cambio” (Marx, 1999, p. 98, t. 1).

En Marx, en cambio, el análisis de la forma del valor remite a una relación de producción específica, la de productores privados, que comparan sus trabajos a través de “cosas que valen”. Es que si el trabajo se realiza de manera privada, su validación en tanto que trabajo social debe producirse, inevitablemente, a través del mercado, en la venta. Marx insiste, una y otra vez en esta cuestión. Por ejemplo: “Como los productores no entran en contacto social hasta que intercambian los productos de su trabajo, los atributos específicamente sociales de esos trabajos privados no se manifiestan sino en el marco de dicho intercambio. (…) Es solo en su intercambio donde los productos del trabajo adquieren una objetividad de valor, socialmente uniforme, separada de su objetividad de uso, sensorialmente diversa” (p. 89, t. 1, ibíd.).

Por eso, si por alguna razón la venta fracasa, el trabajo empleado no habrá generado valor. Es el caso de los tejedores que han producido demasiada tela para lo que puede absorber el estómago del mercado. “El resultado es el mismo que si cada uno de los tejedores hubiera empleado en su producto individual más tiempo de trabajo que el socialmente necesario” (p. 131, ibíd.). Aquí no hay generación de valor que pueda ser apropiada por otra rama u otros productores. Por eso no tiene nada que ver con el principio de la termodinámica. Si en 1000 horas de trabajo se produjo mercancías que en el mercado son validadas por 800 horas de trabajo, no hay 200 horas de valor que puedan ir a parar a otro lugar. En el mismo sentido, en el capítulo 15 del t. 3 de El Capital, Marx afirma que si el capitalista no logra vender la mercancía, o la vende a precios inferiores a los precios de producción, el obrero habrá sido explotado “pero su explotación no se realizará en cuanto tal para el capitalista, pudiendo estar ligada a una realización nula o parcial del plusvalor expoliado o, más aún, a una pérdida parcial o total de su capital” (p. 313).

También en Teorías… Marx también critica a Ricardo porque este “olvida la característica cualitativa de que el trabajo individual debe presentarse como trabajo social abstracto, general, solo por medio de la enajenación” (p. 432, t. 2; énfasis agregado). Y en los Grundrisse sostiene que el producto, antes de la venta, no se ha realizado como valor: “… el producto del proceso [capitalista de producción] en su forma directa no es valor, sino que tiene que entrar nuevamente en la circulación para realizarse en cuanto tal” (p. 355, t. 1; énfasis agregado)

Y agrega: “El nuevo valor solo puede realizarse en la venta” (ibíd.). Más adelante, y en crítica a la concepción ricardiana que identifica a la producción directamente con la generación de valor, Marx señala que “en cuanto valor no se realizará mientras no se intercambie por dinero” (p. 364). Y critica a James Mill porque este sostiene que la oferta es igual a la demanda, “lo que dicho de otro modo significa que el valor se determina por el tiempo de trabajo, o sea, que el intercambio no le agrega nada al valor. Con lo cual se olvida, simplemente, que el intercambio tiene que realizarse y que el mismo depende, en última instancia, del valor de uso” (p. 377).

Para evitar malentendidos o polémicas falsas, precisemos que Marx no está diciendo que el valor se genera en la venta. Lo que afirma es que la realización del valor a través de la venta es esencial. Si la venta fracasa, no hay valor.

Textos citados:


Marx, K. (1975): Teorías de la plusvalía, Buenos Aires, Cartago.
Marx, K. (1989): Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857 - 1858, México, Siglo XXI.
Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XX


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