16.FEB.20 | Posta Porteña 2088

Argentina : Nueva Ley, Nuevo Eslabón En La Cadena De La Gran Estafa

Por Luis Lafferriere

 

Se acaba de sancionar la ley que ratifica la prioridad absoluta de las políticas de este gobierno: garantizar el pago de la deuda fraudulenta y odiosa. Además, otorga superpoderes al presidente, Alberto Fernández,  para que negocie con los usureros sin ninguna limitación, violando lo dispuesto por la Constitución Nacional sobre las facultades del Congreso. También avala la renuncia a la inmunidad soberana de un país independiente, lo que significa renunciar a nuestra soberanía, como prenda de sumisión al capital financiero

Por Luis Lafferriere (*)6 febrero 2020

¿Adónde está la grieta que divide a los argentinos?

Esa ley acaba de ser aprobada en el Senado por unanimidad de sus integrantes. Significa que todo el arco de la partidocracia hegemónica actúa como un solo partido: el que se pone al servicio de los poderosos, traicionando la voluntad popular y los intereses del pueblo. Radicales, macristas, peronistas, kirchneristas, unidos a la hora de dar muestras de fidelidad a la mafia usurera y saqueadora, que tanto critican de palabra.

¿Dónde quedaron las declaraciones del entonces candidato a Presidente y de la mayoría de sus seguidores, hoy funcionarios y legisladores, sobre la estafa del endeudamiento, la necesidad de hacer una auditoría antes de pagar un centavo, las irregularidades del Fondo Monetario Internacional que dio el préstamo violando su propio estatuto, de los corruptos manejos de los funcionarios macristas, de que la deuda se hacía para alimentar la fuga de divisas? Hoy en el gobierno no hay nada de eso. Se convalida el saqueo, la estafa y el fraude contra la Nación, y se dispone que no hay nada más importante y prioritario que hacer los ajustes que se requieran para pagar.

¿Por qué vamos a pagar una deuda fraudulenta y odiosa?
Es ilegal, inmoral e inconstitucional hacerlo. Ya la justicia, desde el fallo del juez Ballestero, dictaminó que el origen de nuestra deuda durante la última dictadura fue fraudulento. Pero hemos venido pagando sin chistar, a costa del sacrificio de los argentinos. Una deuda que es nula y no puede prorrogarse indefinidamente, que sólo está para saquear nuestros recursos y condicionar las políticas a favor de la acumulación financiera y de las rentas extraordinarias de las grandes corporaciones.

Es una deuda odiosa, que creció desmesuradamente con Macri, pero que no se destinó a mejorar nuestra situación económica ni a lograr mejoras sociales. Y eso se hizo no sólo con el consentimiento de los acreedores sino con su complicidad. Esos requisitos definen el carácter odioso de la deuda y el derecho a negarnos a su pago.

¿Qué política requiere el pago de la deuda fraudulenta?

Se deben cumplir dos requisitos indispensables para pagar la deuda: que el Estado tenga recursos suficientes (que lo que recaude sea mucho mayor a sus gastos habituales, para dejar plata para pagar intereses y devolver capital a los usureros), y que el país genere los dólares necesarios (lo que se puede hacer con políticas de ajuste que con un menor consumo interno achiquen las importaciones y dejen más saldos exportables). Esos dos requisitos los empezó a cumplir con dificultades el macrismo, pero serán las prioridades del fernandismo.

¿A quiénes se hará pagar esa deuda fraudulenta?

Fue una deuda asumida para que los saqueadores de nuestra riqueza (bancos usureros, especuladores parasitarios, corporaciones depredadoras, monopolios y oligopolios chupasangre, etc., etc.), que se enriquecieron con el sacrificio de los argentinos y con la sobreexplotación de nuestros bienes comunes, que ganaban montañas de dinero pero en pesos, los pudieran cambiar por dólares para llevarlos fuera del país. Son los que, en última instancia, deberían afrontar el pago de esa deuda odiosa y fraudulenta.

Pero, ¿serán esos sectores los que paguen algo?

Parece que esa no es la idea del gobierno. No hay ninguna medida que afecte los intereses de quienes más ganaron durante los últimos años, con las políticas que los favorecieron abiertamente: bancos, megamineras, exportadoras, energéticas, petroleras, laboratorios, especuladores financieros… Por el contrario, lo que viene anticipando y decidiendo el fernandismo, es promover políticas de ajuste que recaerán sobre las espaldas de los que nada recibieron del festín inmoral que está destruyendo la Nación.

Esas políticas de ajuste, que se quieren disfrazar de solidarias y equitativas, afectarán a los que menos tienen: consumidores en general (sin distinción de ingresos), trabajadores activos, jubilados y sectores medios.

La ley de emergencia pública sancionada en diciembre ya dispuso el congelamiento de la fórmula de ajuste automático de los haberes previsionales, lo que anticipa que ilegalmente no se aplicará la recuperación de lo determinado por ley, que perdieron los jubilados por la inflación pasada. Ni qué hablar de la necesaria recomposición de los salarios de los trabajadores públicos (que perdieron más del 20 por ciento de sus ingresos en el gobierno de Macri), que será suspendida por tiempo indefinido. Tratarán de otorgar sumas fijas (migajas) que igualarán para abajo los ingresos de esos sectores, sin ninguna recomposición de lo que se pierde ante el incremento desmedido de los precios.

Por otro lado, se aumentaron y aumentarán impuestos que no pagarán nunca los más ricos, en especial es grave la continuidad del proceso inflacionario, donde las grandes empresas formadoras de precios siguen ganando a costa de los consumidores, pero también gana el estado con la recaudación de los tributos indirectos (tributos que los saqueadores no pagan porque la montaña de plata que ganan se la llevan al exterior).

Se volvió a cargar el IVA sobre los productos esenciales y se dejaron las tarifas de los servicios públicos en los niveles astronómicos que tenían en la última etapa de Macri (tarifas que cuando los mismos que hoy gobiernan estaban en la oposición aprobaron una ley en el congreso que congelaba los montos a diciembre de 2017, lo que fue vetado por el entonces presidente).

Para tener una idea de las consecuencias de aceptar el pago de la deuda fraudulenta, basta con recordar que sólo el pago de los intereses le insumió al estado un 30% de los impuestos recaudados. Y ese monto se irá elevando. A eso hay que sumarle los eventuales pagos del capital, lo que quitaría más recursos para fines esenciales, como salud pública, educación, seguridad, desarrollo social, obras de infraestructura, etc. Y como también se necesitarán dólares en cantidad, se profundizarán las actividades que depredan nuestro ambiente y nuestros bienes comunes, como la megaminería a cielo abierto, la extracción de hidrocarburos con el fracking, la monoproducción de transgénicos con uso masivo de agrotóxicos, ya que los recursos que se extraen se destinarán principalmente a aumentar las exportaciones (y en paralelo se buscarán reducir su consumo interno)

Hay otra salida

Felizmente existen reservas para resistir ese proyecto entreguista y depredador. Ya estamos viendo muestras de eso con las masivas movilizaciones del pueblo de Mendoza, que logró frenar el avance de la megaminería en su territorio, al obligar a derogar la ley que la autorizaba. Lo vemos con las movilizaciones del pueblo de Chubut que también se puso de pie para frenar los intentos similares en esa provincia. Lo vemos con otras numerosas luchas ambientales en contra de los agrotóxicos, en contra del fracking, en contra de los desmontes irracionales. Y comienza a verse también en varias organizaciones sociales que deciden unirse para reclamar en contra del pago de la deuda fraudulenta, y otras que actúan en defensa de la integridad de los haberes jubilatorios y de los salarios de los trabajadores.

La sociedad argentina, con apenas 45 millones de personas en un mundo con más de 7.700 millones de seres humanos, tiene un territorio privilegiado (el octavo del planeta por su superficie), con capacidad de producir alimentos sanos para muchos más, de generar energía limpia y sustentable para todos, no puede renunciar a su futuro. Sólo debe despertar de su letargo, dejar de creer en los espejitos de colores que le ofrecen los grandes medios de in-comunicación y des-información, y en las eternas mentiras de la partidocracia al servicio de las minorías privilegiadas que fabrican una falsa grieta para promover enfrentamientos inútiles. Pensar que lo que no hagamos nosotros mismos, con nuestra activa participación, no lo harán otros, que ya han demostrado a quiénes sirven.

Está en juego nuestro presente y nuestro futuro como sociedad. De nosotros depende cambiar el rumbo y comenzar a construir un mundo mejor para todos, más equitativo, más solidario, más sustentable. Es necesario, es posible y es urgente.


Luis Lafferriere (*) Docente universitario de economía – Director del Programa de Extensión de cátedra “Por una nueva economía, humana y sustentable” de la carrera de Comunicación Social de la Uner (Universidad Nacional de Entre Ríos) – Miembro de la Junta Abya Yala por los Pueblos Libres y del Frente de Lucha por la Soberanía Alimentaria Argentina.


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