21.FEB.20 | Posta Porteña 2089

¿Chalecos Amarillos? (16)

Por G.C.I.

 

PROLETARIADO/PUEBLO Y CHALECOS AMARILLOS

 

parte final y fin de la entrega de este documento

COMUNISMO - Grupo Comunista Internacionalista- Noviembre 2019 - n° 68

 

SOMOS TODOS CHALECOS AMARILLOS

NADA DE IZQUIERDA CONTRA DERECHA...

SINO LOS DE ABAJO CONTRA LOS DE ARRIBA

 

Contra los chalecos amarillos, los sindicatos también se vistieron de “chalecos amarillos” pero siempre en una actitud de exterioridad y dando lecciones obreristas contra el movimiento. Incluso se unificaron para proponer a los chalecos amarillos una alternativa “más proletaria”, más obrerista… Ofreciendo, como moneda de cambio, llamar a una huelga general en la producción. Sabíamos que la paralización de la producción por uno o dos días, incluso aunque fuera efectiva y “general”, no aportaba gran cosa al bloqueo y los cortes generalizados, que los chalecos imponíamos y en ninguna parte realmente lograron imponernos una negociación al respecto (la propuesta sindicalista siempre la vivimos como “exterior”)

Como respuesta, largaron “la huelga” hasta haciendo un esfuerzo para adaptar las consignas a los chalecos amarillos, como otros sectores de ese mismo partido llamaba a elecciones, pero ni así, lograron un verdadero apoyo. El verdadero resultado fue que sindicalistas, socialdemócratas y electoreros varios, quedaron tan DESCOLGADOS del movimiento como los que se decían y se dicen representantes de los chalecos amarillos.

Lo que pudimos verificar con esa “huelga general en la producción” es que eso no molestó en absoluto al gobierno (al contrario, a éstos les preocupa la falta de encuadramiento político y sindical). En realidad, ya sabíamos que ese mito de la huelga en la producción, como superior a la huelga en la circulación, era parte de la ideología obrerista de la socialdemocracia y el sindicalismo y que no aportaba nada.

A nosotros, nos permitió denunciar esa oposición entre huelga “productiva”, con respecto a la huelga que, como chalecos amarillos realizamos. Consecuentemente quedó expuesto, a la luz del día, que tenemos mucha más potencia de paralizar la economía burguesa, que ellos. En cuanto a la contraposición de fuerzas con el poder es indiscutible que en decenas de años ningún gobierno tuvo tanto miedo de la “acción sindical”… como de unos pocos meses de chalecos amarillos.

En las discusiones se fue evidenciando que aquella ideología productivista no es más que el complemento indispensable del obrerismo y del sindicalismo, pero que tampoco aporta fuerza de paralización de la economía burguesa. En realidad, la parte implicada realmente en la producción material industrial del proletariado, siempre fue una minoría bastante elitista, y disciplinada del proletariado en general. Es la verdadera cueva de procreación de burócratas sindicales y de adherentes al Estado.

La misma se va constituyendo, en todas partes, excluyendo al proletariado revoltoso y cooptando a los mejores sindicalistas en base a los criterios de la propia patronal y el Estado. Las peores tiranías como la de los bolcheviques, la de los nazis y/o los frentes populares de Europa, Asia, América… siempre usaron las grandes fábricas para controlar y manipular a las masas, haciendo desaparecer en los campos de concentración o en la tortura y el asesinato, a los proletarios rebeldes y a las minorías revolucionarias.

En contraposición al obrerismo y el sindicalismo, cualquiera que haya luchado realmente en base a una huelga en una fábrica, en una huelga en la producción misma, cuando ha querido extender y generalizar la huelga ha tenido que salir a la calle a generalizar, y ha comprobado que lo de paralizar la producción, es limitado geográficamente y también en cuanto a capacidad para paralizar el “buen funcionamiento del capitalismo”. Desde hace décadas el proletariado mundial se ha ido fortificando, o mejor dicho defendiéndose, precisamente gracias a lo contrario, afirmando que la huelga solo en la producción, se transforma en un encierro sindicalista, sino se sale a la calle a bloquear la circulación.

La generalización de la lucha se realiza saliendo a la calle con luchadores de otras partes, paralizando rutas y puentes, rotondas y peajes. Eso es lo que le da potencia social a las luchas que comienzan como luchas parciales, porque su propio desarrollo incluye, en última instancia, la paralización de la producción misma.

O dicho de otra forma, la huelga productiva solo se generaliza saliendo a la calle y bloqueando la circulación, mientras que el bloqueo de la circulación contiene necesariamente el bloqueo de la producción. En efecto la producción se paraliza también porque falta materia prima o trabajadores que no llegan al trabajo y/o está bloqueada o saboteada gracias a la distribución de productos. Por eso lo que probaron los sindicatos con su “huelga general” es que la misma era parcial y limitada y que en realidad los chalecos amarillos no solo paralizaban la circulación, sino que paralizaban la producción misma (porque no llegaban las materias primas, porque no hay combustibles, porque nadie llega al trabajo, porque los productos no tienen salida, etc.) /1

El bloqueo en la circulación en vez de empezar por tal o cual empresa, sector, o departamento, empieza por la generalización y luego se afirma como huelga general desde la circulación a la producción. Por eso frente al chantaje general de los sindicatos a toda acción contra la economía, los chalecos amarillos en los bloqueos gritaban ¡ESTA ES UNA HUELGA GENERAL! ¡VIVA LA HUELGA GENERAL!

La generalización de la protesta social chalecos amarillos volvió a plantear las mismas contradicciones entre el carácter insurreccional del movimiento y el papel “traidor” (o simplemente socialdemócrata) de todo el espectro sindical y político dominante que se había vivido en mayo de 1968. También entonces los sindicatos fueron parte de la policía “del movimiento”, haciendo su apología del obrero y del trabajo, del orden y la seguridad contra los “casseurs” … También en 1968 en las calles y barricadas se afirmaba el cuestionamiento de toda la sociedad burguesa, se criticaba el trabajo y a la sociedad burguesa y se proclamaba la necesidad de la revolución social. En ese sentido, se trata del mismo movimiento, sin embargo, en más de 60 años la sociedad capitalista mundial resulta cada vez más incapaz de dar alguna esperanza a los seres vivos, la catástrofe del capitalismo amenaza y oprime a todos los seres vivos y hasta parece cada vez más imposible producir valores de uso para los seres humanos. La tiranía bancaria mundial y el despotismo del dinero falso hacen desesperada la situación de la humanidad. ¡Fin de mes, fin del mundo!... La Revolución es resentida como lo único que nos queda a los “chalecos amarillos”

Por supuesto que, contrariamente a lo que dice la ideología dominante, lo que se afirmó con los chalecos amarillos no fue algo amorfo, con decenas de intereses opuestos sociológicamente hablando y en función de las categorías o formas de adquirir de que vivir, que sería el “pueblo” sino el mismísimo proletariado. Es precisamente por eso que emergió de manera tan potente, el espectro de la revolución social: no solo hay que cortar cabezas debemos destruir todo el sistema social burgués…la crítica “trabaja, consume y cierra la boca” sigue generalizándose y adquiriendo fuerza. La crítica al trabajo asalariado y al trabajo mismo, junto a la crítica de la vida cotidiana, el consumismo, el espectador ciudadano… se va profundizando en cada revuelta desde hace décadas (…1968, “banlieu”…, chalecos amarillos)

La verdadera afirmación del proletariado que defienden los revolucionarios, que emerge con toda su potencia en la lucha abierta de los chalecos amarillos, no es, como para los que tanto cacarean con “la clase obrera”, una apología del trabajo como valor, sino por el contrario una crítica de todo el sistema social mundial del capital, tal como nos impone hoy la aristocracia financiera y su política económica genocida del dinero falso. La misma afirma cada vez más explícitamente, la crítica revolucionaria del trabajo, y también, la perspectiva de la supresión misma del proletariado. Una vez más los revolucionarios levantamos la consigna ¡Abajo el proletariado! ¡Viva el comunismo! /2

Porque la unificación y constitución del proletariado, con chalecos amarillos en la lucha y por la lucha, no tiene por supuesto como objetivo hacer del “proletario” y el trabajo algo bueno y/o positivo, como quieren sus enemigos, sino destruir todo el sistema social burgués conjuntamente con la explotación, el trabajo y la superestructura política correspondiente.

Es, en ese mismo proceso de destrucción de todo el capitalismo mundial, que el proletariado se suprime a sí mismo. Pero volvamos ahora a la cuestión estrictamente de la denominación, ¿pueblo o proletariado?

 Aunque en realidad estemos hablando de “proletariado” y los chalecos amarillos se afirman en la práctica como movimiento exclusivamente proletario, es totalmente contra el movimiento el hacer de esa categoría un excluyente ideológico opuesto a pueblo, como hace el “marxismo leninismo”. Dentro del movimiento de los chalecos amarillos hubo y hay muchos chantajes hacia ese exclusivismo, como si fuese una “clarificación antipopulista” el insistir en el “proletariado” como “clase” revolucionaria, en oposición a todo el resto del movimiento. Esta ideología solo busca dividir.

Efectivamente, ese tipo de ideología es parte del elitismo ideológico burgués, aunque se presente como biblia del “proletariado”, porque lo consagra como sinónimo del “pueblo elegido”. No parte para nada de la contraposición real de las clases en la lucha, tal como surgieron los chalecos amarillos en oposición a toda la política económica burguesa impuesta por la aristocracia financiera mundial, no parte de la constitución en fuerza social de los chalecos oponiéndose a la tasa de los combustibles y su inmediata generalización a todas las otras tasas e impuestos para los pobres, sino de una pura ideología tan elitista como la del gobierno del capital. Por supuesto, que esto no es solo cierto hoy, sino en toda la historia de nuestra clase.

El rechazo de nuestra clase, a esa ideología obrerista, ha sido cada vez más claro en las discusiones y las asambleas. El movimiento se fue afirmando rechazando paralelamente al ecologismo organizado desde el poder y al antifascismo porque se perciben, con razón, como formas no solo sectarias y divisionistas del movimiento, sino también porque se sienten como desviacionistas de las reivindicaciones mismas del movimiento.

No, no queremos hacer “política”, dicen los chalecos, no nos interesa la cuestión electoral y mucho menos la izquierda, queremos paralizar todo para que no nos sigan tasando, para no seguir pagando y pagando para seguir enriqueciendo a los inmensamente ricos

En efecto todas esas palabras “políticamente correctas”, como el ecologismo y el antifascismo, parten de un conjunto ideológico burgués, que busca unidades ideológicas, que en la práctica se oponen a las unidades reales surgidas de las necesidades vitales de la humanidad, que los chalecos amarillos fueron construyendo. Ese mismo sentimiento fue afirmándose en las asambleas y en la asamblea de asambleas de los chalecos amarillos, que expresan la necesidad de centralizar el movimiento. Las ideologías, incluida la misma ideología del “proletariado” en la línea histórica del sindicalismo y la socialdemocracia, es sentida, con razón, como una dispersión del gigantesco potencial de lucha.

Los Chalecos amarillos se unificaron en función de la mismísima unidad vital de lucha por vivir lo mejor posible, contra los inmensamente ricos que gobiernan el mundo entero. En la práctica, en la lucha, responden a totalidad de la política de la aristocracia financiera mundial, la del capital mundial.

El combate por la vida concierne realmente a TODOS…., a la pensionista que va al bloqueo, al corte  porque no llega a fin de mes, al desocupado, al que se lo comen los impuestos, a los que van a trabajar en coche y se los comen las tasas sobre el carburante, las multas y los peajes, al “joven irremediablemente en revuelta” del “banlieu”, al grupo de valientes compañeros que se organizan para pelear e impedir por la fuerza, que siga circulando el capital que nos mata, al escolar, al desclasado, al marginado, al excluido, al lumpen, al preso y al reprimido…. Todos ellos consideran que la plutocracia se sigue enriqueciendo empobreciéndonos, con la desvalorización del dinero y el precio de las cosas, con las tasas e impuestos, con la obligación del banco, con el peaje “que es una gran estafa de los súper ricos porque ya hemos pagado el precio de las autopistas…y normalmente nos pertenecen”

Es decir, toda esa estafa generalizada ataca violentamente la supervivencia del verdadero proletariado, que se fue constituyendo en la pelea contra el capital poniéndose algo tan “antibandera” como los propios chalecos amarillos.

 Esa organización y determinación de clase, en la medida que se afirma, se empieza a reconocer en tantas otras batallas en la historia europea. Pero al mismo tiempo es una sorpresa hasta para los propios protagonistas porque hacía tantas décadas que no reaparecía con tanta generalidad e intensidad. Semana tras semana todo eso fue confirmándose por la tenacidad y la seguridad que NO RENUNCIAREMOS A NADA” … ” SEGUIREMOS AHÍ CUESTE LO QUE CUESTE” … “LOS CHALECOS AMARILLOS TRIUNFARÁN”

No, no es que nosotros prefiramos la palabra “pueblo”, que también fue una palabra utilizada por los Estados, para imponer el frentepopulismo y las guerras imperialistas. En realidad, todas las palabras han sido recuperadas y redefinidas en función de los intereses del poder y la codificación formal y universal lleva a otras formas ideológicas, que también excluyen, que también dividen, que tampoco define realmente la contraposición de clases. Pero, en las actuales significaciones que le dan los participantes en el movimiento, buscando afirmar la protesta, la negación de la política económica del capital en su conjunto, nos parece comprensible y adecuada la utilización de “pueblo” para afirmar la unidad de todos los explotados, la constitución misma del proletariado como clase. En la práctica misma del movimiento de los chalecos nos hemos definido, por NO excluir a nadie por “no ser proletario” sociológicamente, si está en lucha con nosotros bloqueando (es un criterio que se fue definiendo en la misma lucha). Los chalecos han afirmado en la práctica ese criterio de constitución del proletariado en clase por la lucha, rechazando la visión sociologista

Por el contrario, SI nos hemos definido por excluir a quienes han hecho del “proletariado” una ideología sociológica como los grupos de izquierda, sindicalistas, marxistas leninistas, “anarquistas” y hasta la gran mayoría de quienes se dicen de la “izquierda comunista” que se excluyeron solos en nombre de su propia visión ideología y sociológica de como conciben al “proletariado”. ¡Estos sí que imaginan un movimiento puro, perfecto, como nunca hubo, ni habrá!

La revolución proletaria se afirmará siempre en contradicción con banderas y consignas AJENAS que utilizan sus componentes individuales. Y por su puesto en la lucha, y solo en la lucha de los chalecos amarillos se podrá luchar contra todas las banderas burguesas que flamean “dentro” del movimiento. Nos parece muy importante saber que eso de afirmar a la revuelta proletaria como “revuelta popular y revolucionaria” es la misma conclusión a la que llegaron las fracciones revolucionarias en todas las grandes revoluciones de la historia, especialmente durante el siglo XIX y XX, como hemos señalado antes.

 Por lo tanto, apoyamos abiertamente la afirmación de los chalecos amarillos en la práctica como revuelta popular, sobre todo contra quienes tienen una visión sociológica del proletariado y desprecian el movimiento en contra de eso.

Sin embargo, dentro del movimiento mismo que se afirma contra todo el orden burgués, no podemos decir que la palabra “pueblo” nos agrade o nos deje conforme, sino que al contrario, tratamos de que se tome consciencia que ese “pueblo en movimiento” contra el poder burgués, es en realidad el proletariado, que todos los burgueses son cómplices de la aristocracia financiera, que realmente tenemos que excluir del movimiento, no a tal o tal luchador por el hecho de “no ser proletario” o por “ser de derecha”, o “fascista” …, sino a quienes objetivamente tienen interés en la ganancia del capital y a quienes prácticamente están coaligados con el poder (represores, grupos políticos, periodistas, ideólogos universitarios, sindicalistas…).

 No olvidamos que el “populismo” (y el frentepopulismo) es enemigo histórico del proletariado, no porque el frente popular contenga a la gente del pueblo en su interior y mucho menos a quienes luchan contra la política económica del poder como los chalecos amarillos, sino porque ese frente es siempre un frente a favor del capitalismo, por contener a los burgueses, a las fuerzas políticas de la burguesía y del Estado.

Es a esas fuerzas que peleamos por excluir, como a cualquier política frente populista de unidad con fracciones burguesas.

"NO RENUNCIAREMOS A NADA"

PROLETARIOS DEL MUNDO: ¡ A DERROCAR EL PODER DEL DINERO !

"SEGUIREMOS AHÍ CUESTE LO QUE CUESTE"

"LOS CHALECOS AMARILLOS TRIUNFARÁN"

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1. Trataremos en otros puntos los cambios del capitalismo en las últimas fases, pero no podemos dejar de señalar aquí, que desde el principio de los chalecos amarillos el tema de dichos cambios fue muy discutido por todas partes (asambleas y bloqueos). Los compañeros ven a simple vista que, en  el capitalismo actual además de lo dicho más arriba, predomina el polo de la circulación y el financiero frente a la producción material… Incluso haciendo abstracción de los bancos y el sector financiero como las concentraciones de capital más grande del mundo, porque además funcionan como agujeros negros que absorbe todo lo que pasa por ellos, no cabe dudas de que las empresas más grandes del mundo como Amazon, Facebook, Google, Mac, Wal-Mart., Microsoft… tienen como polo principal la circulación, la intermediación, el transporte…y no la producción material, que tanto apologetizó siempre la burguesía clásica. Además, en los centros del capitalismo mundial como Estados Unidos, la producción material misma es menos rentable (se siguen cerrando fábricas y expulsando trabajadores) y lo “nuevo”, como la producción de hidrocarburos por medio de la fracturación hidráulica (fracking) se hace a pura perdida. En efecto, más allá de la brutal contaminación ambiental (exenta del cumplimiento de las principales leyes federales sobre medio ambiente desde la aprobación en 2005 de la Energy Policy Act of 2005 impulsada por el presidente George W. Bush) el fracking no es rentable y solo es posible por los intereses imperiales de Washington y la transferencia de dinero producido de la nada.

2. Ver la reedición INTERNACIONAL que efectuó “Proletarios Internacionalistas” en 2019 de ese importante material histórico.


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