02.MAR.20 | Posta Porteña 2091

Sendic de Samuel Blixen/ comenta Amodio (IX)

Por AMODIO

 

Publicamos los comentarios que ha ido realizando sobre este libro Héctor Amodio Pérez

(38) 4 de diciembre de 2019

Blixen:  Para los “viejos”, el problema ya no eran solo Amodio y Alicia Rey. “Mauro tenía más poder que yo”, dice Fernández Huidobro. La Columna 15 se había convertido en un poder casi autónomo, ingobernable, que se sustentaba en su eficiencia operativa. Cuando Adolfo Wassen, Nepo, llegó a Punta Carretas, después de un procedimiento policial que logró la detención simultánea de trece tupamaros a comienzos de julio, ofreció un informe que provocó airadas reacciones. “El informe Wassen tenía una ‘manija’ bárbara, pero tenía algo de verdad, el brutal crecimiento.” Ese crecimiento alertaba sobre la cuestión del “aparatismo”, “el problema mayor que detectó el Bebe”, y que fue uno de los motivos de sus duras discusiones con el Nepo. “El Tatú, el Collar, el Hipopótamo, eran planes estratégicos. Pero afuera se los toma como tácticos, y se los tergiversa. Ahí aparecen las deformaciones de los que piensan en la respuesta inmediata. Nosotros concluíamos que el accionar estaba agotado, que la guerrilla había dado todo lo que podía dar y que había que pensar en cosas de mayor enjundia. Afuera no se tenía esa inquietud estratégica. De algún modo se malversaron los planes.” A mediados de agosto de 1971, Sendic, Fernández Huidobro, Marenales, Mujica, Manera, comenzaron a percibir los problemas que les esperaban afuera. Para entonces ya estaba en ejecución el Abuso, una fuga increíble, planificada y ejecutada en la cárcel, sin apoyo del exterior, que permitiría a 111 presos transitar por un túnel de cuarenta metros para acceder a la libertad. La influencia de Amodio, el peso de los nuevos comandantes, el desarrollo desigual de la Columna 15, eran todos elementos que aconsejaban pasos meditados. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 200.

Amodio:  La apreciación sobre el “poder” pinta bien a las claras a Fernández Huidobro. En el MLN nunca se midió la capacidad de un militante en función de una determinada cantidad de poder. De haber sido así, Mauro tenía todo el derecho del mundo a tener más poder que Fernández Huidobro, que no se sabe en función de qué, se siente menoscabado. Decir que la columna 15 se había convertido en ingobernable es mentir descaradamente. No quiero ser injusto con los compañeros de otras columnas, pero tengo que decir que si hubo una columna que cumplió siempre las directivas de las diferentes Direcciones, que se ajustó a la disciplina del MLN y que actuó siempre dentro de los cauces establecidos, esa fue la 15. Si nos desarrollamos más que otras, si pudimos llevar adelante los planes del Ejecutivo mejor que otras será, en todo caso, un mérito, y nunca podrá ser una cuestión negativa, como se la pretende hacer aparecer.

El informe Wassen fue criticado por el sectarismo con que los compañeros del interior ya se estaban comportando. Pretender hacer creer que el crecimiento era una rémora, una desventaja, más viniendo de Mujica, que se ha llenado la boca hablando del trabajo político, es una gran contradicción. ¿Acaso no es función del trabajo político cooperar al crecimiento? Lo que Wassen defendía era el carácter urbano de la lucha armada, mientras que desde la otra parte se pretendía, sin reconocerlo, convertirla en rural, contra todas las evidencias.

Los compañeros del interior, para apoyar su teoría y reivindicar “lo campesino” de su proyecto, realizaron un censo de sus presos, censo en el que figuraron como campesinos maestros, empleados de banca y hasta músicos y peluqueros. Los únicos Trabajadores rurales eran los peludos, 15 a lo sumo, pero se negaron a reconocerlo. Otra contradicción flagrante entre lo que se dice y lo que se hace es pretender hacer creer que la instalación de los planes “estratégicos” no es para acentuar los enfrentamientos. Mientras se dice que la guerrilla había agotado su funcionamiento, que ya no tenía nada que dar, se dice que hay que plantearse cosas de mayor enjundia. ¿A qué le iban a poner mayor enjundia si no es al accionar militar? ¿O estamos hablando de repartir propaganda?

 (39) 5 de diciembre de 2019

Blixen:  La tarde anterior al Abuso con el Bebe y el Ñato habíamos discutido los principales problemas. Habíamos llegado a la conclusión de que no podíamos entrar en una guerrita con el Escuadrón de la Muerte, que eso sería un error político”, cuenta Mujica. Las actividades parapoliciales y paramilitares habían quedado confirmadas con el asesinato de Manuel Ramos Filippini, el 31 de julio, pero se sospechaba que la primera víctima del Escuadrón era Abel Ayala, un estudiante de Medicina que trabajaba en el Servicio de Sanidad Policial, secuestrado el 18 de julio. (Abel Ayala fue secuestrado cuando se dirigía a su trabajo y desde entonces no se tienen noticias de su paradero. Fue el primer desaparecido en el Uruguay de los años setenta.) “Veíamos también que nos habíamos quedado sin estrategia. Éramos demasiado grandes para ser clandestinos. Se nos planteaba otra escala, la creación del Ejército, y eso, de repente, requería de la paz, para hacerla afuera. En el año 4 Saravia dice en una carta al pasar el río Negro: ‘Si tuviera cinco mil hombres menos...’. Un aparato armado está programado para la guerra, Si seguíamos la vía armada teníamos que pasar a otra escala”. Las reflexiones de Mujica no resolvían, empero, el problema del poder interno, necesariamente asociado a las contradicciones sobre estrategia y táctica (militarismo, accionismo, cortoplacismo) que, según Fernández Huidobro, quedaban nítidamente expuestas poco antes del Abuso en la correspondencia clandestina. ¿Qué hacían los “viejos”, daban la lucha interna? Sendic no se hacía mayor problema. De alguna manera sabía que la “orga” estaba donde él estuviera, por más que algunos pensaran que él ya era una reliquia. Decidió hacer como tantas veces, tomar distancia. “Al Bebe no le preocupó mucho el tema de la salida del Abuso, porque pensaba moverse por fuera, como siempre. Creo que no le importó demasiado el problema de la dirección, que más bien fue un alivio para él que otros se ocuparan del aparato”, opina Picardo. Los “viejos” resolvieron postergar las definiciones; Sendic se iría para el Tatú, Marenales y Fernández Huidobro, para el Collar, Manera, a organizar el Gardiol. Dice Marenales: “Decidimos darnos un baño de base. Fue una frase del Ñato. Fue un error”. Otra organización, otra realidad, otro enemigo, les esperaba al otro extremo del túnel. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, págs. 200-201.

Amodio:  La apreciación de Mujica es falsa. Nunca descartamos completamente ejercer represalias contra el “escuadrón”. En esos momentos quedaron en suspenso por las elecciones de noviembre, en las que no quisimos influir negativamente con nuestras acciones, ya que aunque con sentido crítico dimos nuestro apoyo al FA. Y esa fue también una contradicción que no se supo discutir de forma clara y quedamos a los ojos de un amplio sector ciudadano, como unos oportunistas más, propiciando así el rechazo de los grupos que decíamos apoyar. ¿Cómo vamos a decir que éramos demasiado grandes cuando planificamos una fuga para el 50% de nuestros presos? ¿Cuándo el crecimiento fue un problema para la 15, si ese crecimiento nos había permitido permanecer aunque el resto de las columnas no existieran? Si haber reducido el volumen de la militancia hubiese sido la solución, ¿dónde se habría aplicado? Como te digo una cosa, te digo la otra.

No dieron la lucha interna porque sabían que la tenían perdida de antemano. El mismo Wassen había expuesto la decisión del Ejecutivo previo al Abuso de entregar la Dirección a los viejos. Los viejos éramos Manera, –llevaba preso 34 meses– Marenales 35– Fernández Huidobro 23– Sendic ¬11 y yo, 14. Manera se descartó siempre, argumentando que la organización que él había conocido ya no existía, que su aporte sería mejor en el sector servicios; Marenales, pese a lo que se dice que dijo, opinó en el mismo sentido; Fernández Huidobro, que había fracasado completamente en la descentralización, sin negarse expresamente, planteó dudas; Sendic no se descartó, pero argumentó que creía ser más útil en un comando del interior y yo dije que debían seguir quienes en esos momentos eran los que habían conseguido rehacer al MLN post Almería. Claro que quedaron sin resolverse los problemas internos. Nos hicieron creer que entre el informe Wassen y la reunión posterior al Abuso para considerar la decisión de entregarnos la Dirección, mientras Manera y Marenales mantuvieron sus opiniones, Fernández Huidobro y Sendic nos dijeron que habían “reflexionado”, que “habían hecho autocrítica” y pidieron ser enviados a grupos de base. Lamentablemente, les creímos. Ya habían decidido que desde la base y no desde la Dirección, podían culminar su trabajo de división que los llevaría, en un mejor momento, a imponer su presencia, y lo peor, sus planes. Ya habían acordado su pase a la base, como lo reconoce Fernández Huidobro en Memorias de insurgencia, página 78.

(40) 6 de diciembre de 2019

Blixen:  Salieron y fue un alivio para la mayoría de la dirección que los “viejos” ratificaran su decisión de “ir a la base”. Con ello, bloqueaban, a la vez, un posible retorno de Amodio. El Nepo Wassen, en cambio, se reincorporó al Ejecutivo. Según el Ruso Rosencof, “a la salida del Abuso L. (Leonel) propone la creación de un comité central, con los viejos y los que están. La dirección lo rechaza y también lo rechazan los compañeros que salen, en una actitud tan noble como nefasta: se plantean todos militar desde la base. Se mantiene la dirección de los cuatro (Rosencof, Marrero, Wassen y Henry Engler) y cuando en determinado momento se reúnen para ampliarla con un miembro más, la mayoría propone a la Negra Alicia Rey (propuesta que ya se había formulado por Mauro al salir la Negra y rechazada por L.) Y L. propone la integración del Ñato, que es agriamente cuestionada particularmente por Mauro, vocero de la Negra. Se transa: ingresa Tino”. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 207.

Amodio:  Vamos a ir por partes, porque en las líneas precedentes se pone de manifiesto una enorme falsedad, aunque tengo que reconocer que efectivamente, nos sentimos aliviados, por la sencilla razón de que ignorábamos que estábamos siendo engañados. El propio Rosencof se sintió aliviado y así lo manifestó, porque fue en esa reunión que Rosencof planteó el cambio en la integración del Ejecutivo, reunión en la que Fernández Huidobro y Sendic nos dijeron –recalco el nos dijeron porque yo estaba presente– que querían miltar en grupos de base. Además, decidimos la reincorporación de Nepo al Ejecutivo y mi ingreso al Comando General de Montevideo, pese a que tanto Sendic como Rosencof me propusieran para integrar el Ejecutivo. Ingreso entonces al Comando General, al que ya estaba integrada Alicia Rey, organismo que tenía como función coordinar a todas las columnas en la capital, tanto en lo militar como en los servicios.

Si se tratara de otro, yo diría que quien hace el relato se equivoca, pero tratándose de Rosencof tengo que afirmar que miente. Si el Comité Ejecutivo que él integraba, junto con Wassen, Marrero y Engler, los tres provenientes de la 15, hubiera decidido por mayoría, como dice, ampliar el Ejecutivo a cinco miembros y la elegida hubiera sido Alicia Rey, Alicia hubiese ido al Ejecutivo, porque todos, incluido Rosencof, estaban de acuerdo. Pero ni él se opuso ni el Ejecutivo la eligió. Lo que se hizo fue consultar al Comando General de Montevideo y a los comandos de columnas, la conveniencia de que Alicia Rey dejara el Comando General y se integrara al Ejecutivo. Fue el Ejecutivo, después de consultar a los comandos de las columnas, quien consideró que la labor de la Negra era fundamental en esos momentos para unificar los criterios de trabajo. Entonces el Ejecutivo, con el beneplácito de Rosencof, incorporó a Píriz Budes, otro integrante de la 15.


(41) 7 de diciembre de 2019

Blixen:  Mucho después, Fernández Huidobro dirá que “no teníamos una idea acabada de que se trataba de una lucha interna por el poder, pero sí lo era”. La primera reunión para instrumentar el Tatú fue tormentosa. Marrero y Mario Píriz Budes, el Tino, trataron de desactivar el plan. “Estábamos el Bebe, el Jota Jota, Bentín, Picardo, Ataliva, en un local que quedaba detrás del hospital Militar a donde nos llevaron después del Abuso, cuando vinieron Mauro y el Tino a tratar de convencernos de que nos quedáramos en Montevideo. Decían que el trabajo en el interior podía seguir solo”, relata Zabalza. Sendic “estaba convencido de la validez del Tatú”, dice Fernández Huidobro, pero además el plan era, para Sendic, una manera de recomponer una influencia, precisamente en la zona del país donde se había cimentando su prestigio como dirigente campesino, como luchador social. Quedaba claro, en aquella negociación inicial, que Marrero no deseaba que Sendic se afianzara como polo de poder en el interior. “El Bebe finalmente transó: me colocó a mí en Paysandú, a Jota en Durazno, a Sawchuk en Salto y a Colacho Estévez en Rivera. Los demás, se iban con él para el monte”, en el Queguay. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 207.

Amodio:  Ahora son el Ñato y Zabalza los que entran al relevo. Dice el Ñato que no tenía ni idea de que se trataba de una lucha interna por el poder. Si es así, hubiesen aceptado que el Ejecutivo del MLN, su máximo órgano de dirección, entendía que el Tatú era inviable y que era un cambio estratégico, lo que significaba el desconocimiento de todo lo conseguido hasta entonces, tanto en lo militar como en lo político. Eso es lo que defendíamos. ¿Para qué íbamos a luchar para conseguir algo que ya teníamos? Es absurdo.

Sin embargo, el Ñato reconoce que el plan era, para Sendic, una manera de recomponer una influencia, precisamente en la zona del país donde se había cimentando su prestigio como dirigente campesino, como luchador social, con lo que está reconociendo que era precisamente Sendic el que pujaba por una cuota de poder que la realidad le había quitado. A confesión de parte, relevo de prueba. Dice Zabalza “El Bebe finalmente transó: me colocó a mí en Paysandú, a Jota en Durazno, a Sawchuk en Salto y a Colacho Estévez en Rivera. Los demás, se iban con él para el monte”, en el Queguay. Para seguir con el Tatú, le faltó decir.

Blixen:  La instalación de los primeros campamentos fue muy precaria; Sendic estaba preocupado por las deficiencias en el armamento. “Al Tino lo veíamos muy a menudo. Venía al campamento, tenía charlas con nosotros, después hablaba aparte con el Bebe”, cuenta Germán González. Al parecer, el Tino trasladaba a la dirección los planteos de Sendic pero, como consignó Rosencof, “el Tatú es un mundo aparte que choca, además, con la 15, a la que pide ‘fierros’ largos que la 15 no entrega”. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 209.

Amodio:  Rosencof, dale que dale. Si como dice, Sendic estaba preocupado por las deficiencias del armamento ¿no habría sido más lógico resolver esas deficiencias primero y después instalar los campamentos? Sin embargo, Sendic hizo todo lo contrario. Instaló los campamentos sin armamento adecuado, a tal punto que en algunos enfrentamientos se utilizaron balas trazadoras, que señalaban el punto donde estaban situados los compañeros. Sendic nunca pudo pedir a la 15 fierros, ni largos ni cortos, porque la 15 no era dueña de su armamento. Los habrá pedido al Ejecutivo y el Ejecutivo habrá decidido qué armamento se entregaba y cuál no. Y Rosencof integró ese Ejecutivo y avaló sus resoluciones.

Cuando a finales de 1971 la presión del interior sobre el Ejecutivo se hizo insoportable, cuando ya Marenales se había incorporado al grupo de los que veían inminente la elevación de los enfrentamientos, cuando se realizaban contactos fuera de los cauces establecidos para minar el trabajo de la Dirección, cuando ese Ejecutivo cuestionado planteó las acciones del Collar con la toma de las comisarías, renuncié al Comando General. Bajo mi responsabilidad, no, le dije a Mauro. En esos momentos se me había designado para trabajar en la columna 10. Entonces el Ejecutivo decidió que solo actuarían las columnas 7 y 15. Y así nos fue.


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