15.MAR.20 | Posta Porteña 2093

Sendic de Samuel Blixen/ comenta Amodio (XI)

Por AMODIO

 

Publicamos los comentarios que ha ido realizando sobre este libro Héctor Amodio Pérez

( 48) 14 de diciembre de 2019

Blixen: Para Candán, las ejecuciones planificadas como respuesta al accionar del Escuadrón no modificarían cualitativamente el carácter de la represión ensayada hasta ese momento por el gobierno. Las objeciones eran de otra índole. José Mujica, por ejemplo, reiteraba que “entrar en una guerra contra el Escuadrón era un error político”; Mujica no tuvo posibilidades de incidir en la decisión, comunicaba sus opiniones desde la cárcel. Y Sendic, que después de las reuniones en el Complejo Colón había regresado al campamento del Queguay, no parecía muy convencido de las acciones planificadas, pero tampoco planteó una oposición radical. Germán González recuerda que hablaron del tema muy pocos días antes. El Gallego no sabía lo que se estaba planificando, y Sendic fue casi críptico. “Va a pasar una cosa grande en Montevideo, va a ser un cambio”, dijo Sendic. “Le pregunté de qué manera nos afectaba y dijo: ‘Vamos a ir a un enfrentamiento con el Ejército. Yo no estoy muy de acuerdo, pero los compañeros han decidido eso’. Le dije que no teníamos preparación ni armas para ese enfrentamiento, pero el Bebe no quiso entrar en detalles”, cuenta Germán. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 225.

Amodio: No solo Candán creía que las repercusiones no cambiarían el estado de la represión.  Ni para Rosencof, ni para Fernández Huidobro, ni para Engler, ni para Sendic, ni para Marenales. Mujica no pudo opinar en contra, ya que estaba preso en Punta Carretas, junto con Zabalza, Efraín Martínez Platero y yo, y ninguno pudimos dar opinión porque todos ignorábamos lo que iba a suceder. Además, mucho se ha magnificado el peso político de Mujica dentro del MLN, sobre todo después que se ofreciera para ser “el palito de la colmena”, ofrecimiento basado en que su aportación en los “años de plomo” fue escasa y no se le podía adjudicar responsabilidades en la debacle. Todo esto lo admite Zabalza en su carta respuesta a Carlos Caillabet de 2005, y creo que nadie puede decir que Zabalza pretenda darme la razón.

Como dice Germán González, Sendic estaba enterado de lo que se planificaba, y “parece” que ambos coinciden en que el MLN no estaba preparado para “la cosa grande” que estaba en ciernes, que no había ni preparación ni armas. Yo pregunto entonces: ¿qué carajo hacían Germán González y Sendic, los dos, sin preparación y sin armas intentando abrir un segundo frente, si no podíamos atender el de Montevideo? Pero admitamos que Mujica opinó en contra de las acciones del 14 de abril. ¿A quién dirigió sus opiniones, sino a quienes detentaban la Dirección? ¿Y si todos estaban en contra –según sus testimonios solo Candán las apoyaba, por ser otro producto de la 15– cómo es posible que quienes tuvieron la osadía de desmantelar el esquema operativo del MLN, al que sumieron en un caos total y absoluto, no las suspendieron? No las suspendieron porque todos estuvieron de acuerdo

(49) 15 de diciembre de 2019

Blixen: A fines de marzo de 1972 los tupamaros habían ajustado los detalles de una operación que implicaba golpes simultáneos en un solo día: contra el profesor Armando Acosta y Lara, contra el capitán Ernesto Motto, contra el capitán Jorge Nader, contra el inspector Víctor Castiglioni, contra Miguel Sofía, contra el subcomisario Oscar Delega. Era sin duda un paso de gran trascendencia, de honda repercusión: al golpear al corazón del terrorismo de Estado se estaba golpeando al poder político, al cuerpo de elite policial (la inteligencia) y a las Fuerzas Armadas; demasiados enemigos, demasiados poderosos como para invocarlos al mismo tiempo. Pero en el MLN una tal operación no se percibía como una especie de Rubicón, como el mojón que instalaría un antes y un después. Se calculaba que habría que resistir alguna forma de reacción dura, pero existía la convicción de que el gobierno finalmente “asimilaría” el golpe como lo había hecho anteriormente con Mitrione o con la fuga de 111 presos. En cambio, para los aparatos de masas la represalia podía significar la eliminación del accionar paramilitar; si la respuesta era lo suficientemente contundente, los impulsos terroristas quedarían definitivamente neutralizados, y ésa era una aspiración muy sentida y reclamada.

Sendic tenía prevenciones, Fernández Huidobro percibía una “frivolidad” en tanto esas acciones no se encuadraban en una estrategia y Mujica alertaba sobre el error político. Algo así como la intuición de que algo estaba mal, pero sin llegar a detectar el origen de la alerta. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 225.

Amodio: A fines de marzo de 1972 los tupamaros habían ajustado los detalles de una operación que implicaba golpes simultáneos en un solo día, nos dice Blixen. Dice los tupamaros habían ajustado los detalles, para ocultar que fue una decisión del Ejecutivo en su conjunto. Todo esto para hacer creer que se respondió al sentir de las masas, que reclamaban que “la sangre corriera hasta los cordones de las veredas” como me dijera Marenales en una de sus autocelebradas arengas. Eso sí, no se dice quiénes no percibían que esas acciones eran un “Rubicón”, ya que Sendic tenía prevenciones, Fernández Huidobro percibía una “frivolidad” en tanto esas acciones no se encuadraban en una estrategia, y Mujica alertaba sobre el error político. Algo así como la intuición de que algo estaba mal, pero sin llegar a detectar el origen del alerta. Para entonces, el Ñato había impulsado su Plan del 72, aprobado por el Secretariado Ejecutivo, que proponía un “salto cualitativo” en los enfrentamientos.

(50) 16 de diciembre de 2019

Blixen: Para entonces, el Ñato había impulsado un documento, el Plan del 72, aprobado por el Secretariado Ejecutivo, que proponía un “salto cualitativo”. Este documento interpretaba que la guerrilla había operado como una vacuna en el cuerpo social, generando anticuerpos que inducían a un “acostumbramiento” del accionar guerrillero, y a una especie de indiferencia o cansancio. “Nuestra acción militar, hasta hace poco altamente dinamizadora, va cayendo en forma cada vez más notoria en la impotencia respecto de la creación de situaciones nuevas, a la dinamización del proceso y su definición,” Para restablecer en el accionar la “virtud polarizadora definitoria, dinamizante”, el documento proponía el “hostigamiento directo y sistemático de las fuerzas represivas” para la obtención de objetivos que iban desde la instalación de la guerra revolucionaria, en el corto plazo, hasta la sustitución del gobierno, por otro en el que el MLN tuviera participación directa, en el mediano plazo. La ejecución del plan se concebía explotando al máximo el factor sorpresa; proponía “mantener la actual línea y prepararse en secreto para la ofensiva, desatándola sorpresiva, simultánea y duramente. Debemos tener nuestro Día D”. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, págs. 225-226.

Amodio: En estos párrafos se reconoce que los planes que llevaron al MLN a la debacle fueron obra de Huidobro. Si no fuera por la tragedia que representaron, sería para cagarse de risa. El Ñato jugando a la guerra. Resulta que la guerrilla se había quedado sin estrategia y ahí está él, presto a fabricarle una. ¿Una diferente, una movilizadora de las masas para crear situaciones nuevas, dinamizadoras del proceso y su definición? No, pese a todas las descalificaciones anteriores, pese a sus críticas al accionismo, al militarismo y a la frivolidad con que dice que la 15 y quienes la dirigimos caímos una y otra vez, el propone más de lo mismo. El accionar que antes llevó a caer en indiferencia y cansancio, él, convertido en un resucitado Aníbal, hará que tenga virtud polarizadora definitoria y dinamizante.

¿Alguien puede creer que el 14 de abril no formaba parte del plan del 72? A mí se me calificaba de militarista y nunca se me ocurrió tal disparate. Al Ñato le pasó como a Don Quijote, que a fuerza de leer novelas de caballería creyó ser un caballero andante. Pero supongamos que el Ñato tenía razón y era necesario elevar el nivel de la lucha, es decir, de los enfrentamientos. Del cómo y del con qué, no hay noticias. Y no las hay porque los que siempre fueron incapaces de organizar un grupo, por reducido que fuera, estaban al mando de una organización desarmada, rota por sus caprichos y ansia de poder. El mismo Fernández Huidobro, en Memorias de insurgencia, reconoce la imposibilidad material de actuar en el llamado Plan de Contragolpe, por las carencias materiales, que eran por lo menos las mismas que existían al poner en marcha el Segundo Frente, el que requería capacidades superiores.

Supongamos, como se ha dicho en algún momento, que la 15 era el MLN y que yo era el hombre con más poder dentro del MLN. ¿Es que la 15 procesaba acciones en contra de la orientación política del MLN? Evidentemente no. Por tanto ¿qué tenía de negativo que Alicia Rey y yo formáramos parte de los equipos que la crearon y desarrollaron? ¿Por qué se pretende ensalzar a figuras de cuyo accionar solo pueden rescatarse acciones aisladas y de cuyo relato surge con nitidez el grado de improvisación, rayano a veces con el aventurerismo? Admitamos que Alicia Rey y yo dirigíamos la columna 15 y que esta era el MLN y que habíamos demostrado que nuestro estilo de trabajo era el idóneo, ¿de dónde viene la lucha por el poder? ¿De quienes están en la Dirección o de quienes pretenden hacerse con ella? Creo que la respuesta es bien sencilla, pero no nos engañemos: de lo que se trataba era de imponer una estrategia por la vía de los hechos, sin tener la aprobación de la mayoría. Y que no se diga que en una organización clandestina es imposible procesar una discusión generalizada, porque tampoco es verdad. En el MLN lo hicimos toda vez que fue necesaria. Después dirán que nos tendieron una emboscada.

(51) 17 de diciembre de 2019

Blixen: De modo que las acciones de represalia contra el Escuadrón de la Muerte fueron concebidas como hechos puntuales, desligados de esa ofensiva que se proponía para meses después. Nadie tuvo la percepción de que la represión estaba organizando, ella sí, un salto cualitativo, donde el factor sorpresa sería demoledor. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 226.

Amodio: Admitamos que hubo solo un error de percepción. ¿Pero entonces por qué, a la vista de los resultados inmediatos al 14 de abril se insistió en mantener una actividad para la que no estábamos preparados y que ni siquiera podíamos controlar internamente? ¿Por qué Marenales y Engler coincidieron conmigo –y con varios más: Becca, Wassen, Marrero, Pérez Lutz, Mario Tetti, Alicia Rey, Pablo Blanco– a finales de abril en que era imprescindible detener el accionar de Sendic en el interior y se envía a Rosencof para conseguirlo, y a principios de mayo se le integra al Ejecutivo, si no es porque confiaban en que al desplazarlo a Montevideo el segundo frente se disolvería solo?

Blixen: El mismo 14 de abril los tupamaros dieron a conocer un “Aviso a la población” donde sintetizaban las revelaciones de Bardesio, un documento que, supuestamente, debía justificar el uso de la represalia que se había ejercido ese día. También enviaron a un conjunto de personalidades la trascripción de las declaraciones de Bardesio, cintas grabadas con su testimonio y documentos que probaban su identidad. Legisladores blancos, Wilson Ferreira Aldunate y Héctor Gutiérrez Ruiz, el senador colorado Amílcar Vasconcellos, los frenteamplistas Juan Pablo Terra, Zelmar Michelini, Enrique Erro, Enrique Rodríguez, el fiscal Fernando Bayardo Bengoa, el arzobispo de Montevideo Carlos Partelli, la Federación de Estudiantes, la Central de Trabajadores, la Curia, el Consejo de la Universidad y las autoridades de los partidos políticos, tuvieron en sus manos las pruebas del padrinazgo institucional del Escuadrón de la Muerte. Era tarde. El senador Erro leyó las “actas de Bardesio” en plena cámara, pero una mayoría de senadores prefirió creer que se trataba de un invento de los tupamaros. A plena conciencia, blancos y colorados votaron la Guerra Interna, sabiendo que quienes la proponían eran los padres de los comandos caza tupamaros; y al votarla extendían el cheque en blanco para que los métodos paramilitares se aplicaran al “enemigo” es decir, a una parte de la población civil. El monstruo que ayudaban a concebir finalmente se los tragaría también a ellos, cuando la obsecuencia no alcanzará ni siquiera para preservar la fuente de trabajo, el cómodo sillón de tribuno desde donde alzaban la mano validando cualquier cosa por un salario apetitoso. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 229.

Amodio: Esta es una de las pocas verdades que manifiesta Blixen y de ella se desprende que la afirmación de Rosencof acerca de la difusión de las cintas, es falsa. También se desprende que la mayoría de los parlamentarios que votaron el Estado de Guerra Interno eran conscientes de que entregaban a los militares un cheque en blanco en materia de represión para aniquilar al MLN, confiando en que una vez que eso se produjera, volverían a tomar mate a sus cuarteles, sin reclamar nada a cambio, para que ellos siguieran disfrutando de la torta. Ellos y sus socios que eran, finalmente, quienes los habían ubicado en el Parlamento.

Sin embargo los militares, cuando se conozcan las vinculaciones de varios de los parlamentarios con el MLN, a través de las declaraciones de integrantes del MLN nada sospechosos de padecer crisis morales ni resentimientos hacia sus líderes, estas se dejarán de lado y sin embargo se destacarán las que yo haga meses después, en mi manuscrito entregado a Fasano, dando pie a la formación de la alianza MLN–clase política, acusándome ambas de traidor, obviando que no se puede ser traidor al mismo tiempo de dos fuerzas enfrentadas y que defienden intereses distintos. Pero así se escribió la historia.

(52) 18 de diciembre de 2019

Blixen: A su alrededor todo se tambalea: han capturado a un grupo en Soriano, y otro está cercado después de un tiroteo en Dolores. Han descubierto tatuceras en Colonia, en la zona de Rosario y en Carmelo, y en Artigas, en la zona de Bella Unión. En las ciudades, Salto, Paysandú, Mercedes, los allanamientos y las detenciones son masivos. El campamento del Queguay todavía se sostiene, pero la mayoría del grupo está en la ciudad, con cuadros de anemia. El Tambero Zabalza, fugado en El Gallo, ha regresado a Paysandú y le ha contado de las sospechas sobre Amodio, también fugado en el Gallo, y de los cuestionamientos contra el Tino, que anda por la zona de Durazno y Tacuarembó, donde han comenzado a caer tatuceras y cantones en las ciudades. El Ejército también golpea en el este, han descubierto tatuceras en el Cebollatí y ha habido detenciones en Treinta y Tres y en zonas rurales de Rocha. Los combatientes cercados en Dolores han sido finalmente capturados después de un combate en el que ha muerto Blanca Castagnetto. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 233.

Amodio: Ha llegado la hora en que los errores se muestran en toda su magnitud. Las peregrinaciones de un sitio a otro, el deambular constante y sin rumbo al que los compañeros se vieron sometidos, desprovistos de lo más elemental. En páginas anteriores Blixen nos cuenta del Comandante en Jefe pedaleando por las rutas patrias, como si se tratara de un Rocinante con ruedas, de los largos períodos en que él también anduvo extraviado, pese a los completos relevamientos realizados y al profundo conocimiento que tenían del terreno, como afirmaron. Seguramente habrá podido comprobar que el Uruguay no era Vietnam y que para emprender una guerra hacía falta algo más que voluntad. Quizás haya tenido tiempo para recordar que alguien tiempo atrás, en los patios de Punta Carretas, había tenido la osadía de decirle al líder campesino, que se equivocaba, que el Tatú sería un desastre, que su mantenimiento dependería de las propias ciudades y que era ahí donde debía canalizarse todo el esfuerzo.

Es particularmente deleznable la insistencia del docente de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación, devenido en biógrafo de un Sendic víctima de su propio mito, en resaltar las “sospechas” que existían sobre el Tino y sobre mí el mismo 15 de abril, un mes antes de ser detenido Tino y dos meses antes de serlo yo. Tino siguió siendo miembro del Comando General del Interior y yo había sido designado responsable del Servicio de Información, y participaba con Marenales, Engler y el mismo Sendic en las reuniones efectuadas para discutir las medidas a tomar.

(53)  19 de diciembre de 2019

Blixen: Los primeros diez días de la Guerra Interna han sido desastrosos para la estructura en el interior, aunque aún se conserva la mayoría de las doscientas tatuceras excavadas. Lo han convocado a Montevideo para que se integre a la dirección, diezmada por la detención del Ñato y el fusilamiento del Hugo Candán, en medio de una situación crítica. Ha resuelto aceptar, pero con la idea de impulsar, en Montevideo, una contraofensiva que descomprima la tensión en el interior. Una ilusión: cuando llega a la capital encuentra una ciudad militarmente ocupada, como si la represión fuera la única actividad que mereciera dedicación total y recursos ilimitados: sirenas aullantes como única banda sonora de un despliegue frenético, el tránsito cortado en las principales arterias por “pinzas” donde soldados armados a guerra controlan los documentos de identidad, obligan a los pasajeros a bajar y ante la menor duda, encapuchan al sospechoso. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 233.

Amodio: Doscientas tatuceras excavadas. ¿Alguien puede creer que doscientas tatuceras se excavan entre el 16 de marzo y el 15 de abril? No. Se excavaron antes, dedicando el tiempo y el esfuerzo que la Dirección del MLN pretendía dedicar a consolidar lo que quedó después de Almería y a desarrollar la infraestructura en el interior, sobre la base de experiencias sólidas, no sobre quimeras. Marenales, Engler y Rosencof lo han convocado a Montevideo para intentar controlarlo, pero por cobardía no lo cuestionan. Ahora resulta que viaja a Montevideo para organizar una “contraofensiva que descomprima la tensión en el interior” efectuando una cabriola táctica, ya que la fundamentación del Tatú y el Segundo Frente era para conseguir la “descompresión” de Montevideo. Para colmo de males, se encuentra con una ciudad “militarmente ocupada”. ¡Vaya sorpresa debió llevarse!!! Su frenético deambular de un “campamento” a otro le impidió seguir los acontecimientos que él y sus lugartenientes desataron con una imprevisión total.

Blixen: Las camionetas militares recorren los barrios y allí donde hay una cierta aglomeración de público en una parada de ómnibus, desembarcan y a punta de fusil obligan a todo el mundo a ponerse de cara a la pared, con las piernas abiertas y los brazos en alto. Las azoteas imprevistamente hierven de soldados con fusiles para prevenir posible huidas en allanamientos. Pelotones de soldados irrumpen en las casas pateando puertas, gritando, golpeando, intimidando hasta a los niños con la ostentación de sus armas. Esporádicamente se escuchan detonaciones y ocasionalmente se asiste al espectáculo de alguien que es golpeado y pateado en la misma calle, porque acaba de ser identificado como sedicioso. Los camiones del Ejército, sin toldos, recorren la ciudad, entre un cuartel y otro, con su carga de prisioneros esposados y encapuchados, personas sin rostro sobre los que no conviene hacer preguntas. Sendic, acción y legado, Trilce 2010, pág. 233.

Amodio: Efectivamente, ese era el panorama. Lo que no se dice es que ese era el panorama buscado, el que creíamos sería el adecuado para el levantamiento popular. Los líderes de esos momentos no supieron ver que nuestra autoliquidación organizativa nos impediría, cuando ese día llegara, estar presentes. Un pequeño error de cálculo sobre el que se echa un manto de piadoso silencio.

Toda la descripción de la situación en el interior está hecha por sus protagonistas, los mismos que desde tiempo atrás venían intentando imponer sus planes para instalar un “segundo frente”, cuando no estaban en condiciones de mantener tan siquiera un grupo operativo permanente. Los mismos que apenas un par de meses antes decidieron que había llegado la hora de poner en marcha los planes maravillosos con que los estrategas Huidobro y Sendic, apoyados por la mayoría de los militantes del interior, con Zabalza y Picardo a la cabeza mataron el tiempo en Punta Carretas. Ni una sola línea reconociendo lo descabellado de esos planes. Ni una sola línea.


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