29.MAR.20 | Posta Porteña 2097

Opinión: COVID 19. ¿Una oportunidad para los pueblos?

Por PartidoHumanista

 

Este virus irrumpe en un momento histórico marcado por el desastre civilizatorio de un capitalismo en versión neoliberal dominante con sede en USA, en puja con un neocapitalismo de estado de partido único en China. En Sudamérica salvo en Venezuela y Argentina, gobiernan las derechas tradicionales con casa matriz en Washington DC.


Dentro de ese contexto geopolítico, contamos en el presente con suficiente información desde los gobiernos y en los medios sobre el tema de la pandemia en sí.

Dejemos el COVID 19 del que estamos harto ocupados por un momento.
El 15 de Julio del año pasado en Nueva York se comunicaba desde la ONU que se estimaba en 2.000 millones de personas (poco mas de 1/4 del total de la población mundial) el número de quienes padecen inseguridad alimentaria moderada o grave en el planeta. De ellos, 820 millones padecen insuficiencia alimentaria severa. Tercer año consecutivo que la cifra aumenta, 42 millones de esos hambrientos viven en Latinoamérica y el Caribe, pero la gran mayoría lo hace en África y Asia.

Unos 7.100 niños (siete mil cien), por día mueren en el planeta por desnutrición severa. Unos 640 mil acumulados hasta hoy, desde el 23 de diciembre pasado, cuando comenzó el registro del virus.

El 99% de los que mueren por el hambre, creen ellos y/o sus padres, que es por un designio de dios. No saben que el mundo desperdicia aproximadamente el 30% de los alimentos que se producen. Podríamos alimentar sin problemas a unos 12.000 millones de personas con lo que se produce actualmente. No hay que inventar vacuna alguna para evitar las muertes por desnutrición y deshidratación severa, el antídoto se llama agua y alimentos, ambos sobran.

El horror que plantea la posibilidad de no poder dar abasto con la atención en un sistema saturado a pacientes en estado crítico, es la realidad cotidiana que enfrentan hace décadas diariamente muchos de los cuerpos de sanidad, que atienden en las zonas de la desnutrición severa. Todos los días deciden a quiénes priorizan y a quienes abandonan a la muerte. Lo hacen de acuerdo a las mayores posibilidades de supervivencia que ellos estiman. No tienen recursos para atender a todos y son miles los que mueren por día, en el anonimato.

Pero pasó lo impensado. De pronto se detuvo la NBA, la Champions Ligue, Broadway, el Louvre, el turismo mundial y ahora está cambiando la rutina diaria de la mayor parte del planeta. Apareció una plaga letal que no azota solo a “los nadies” y por eso el gran circo que encubre la explotación y la alienación quedó casi inmovilizado. Esta pandemia no distingue clases sociales, distingue generaciones. Los países con más población de 65 años, son los denominados del primer mundo, los que tienen una mayor expectativa de vida, son muertes evitables si el sinsentido no direccionara a las cúpulas del planeta y la salud fuese prioridad.


¿Qué pasará cuando la pandemia termine en tres meses o en un año? ¿Qué pasará luego cuando se vuelva a la “normalidad”? ¿Volverá el pobre a su pobreza, el rico a su riqueza y el cura a sus misas como dice la canción?
Luego de la pandemia, ¿saldremos los pueblos fortalecidos en los hechos, en nuestro derecho humano a la salud?, ¿dispondremos colectivamente de los avances científicos que se apoyan en conocimientos milenarios de diferentes culturas?, ¿se podrán superar las delictivas y autoritarias, regulaciones de las leyes de patentes y de propiedad intelectual?

¿Se cuestionará la propiedad privada sobre bienes que deben ser inapropiables como la tierra, el agua, como todos los recursos naturales en los que se apoya el desarrollo de la alimentación, la salud y la calidad de vida, en un medio ambiente que no puede ser devastado y que debe utilizarse en beneficio de todos?

¿Se pondrá en jaque a esa banda de gánster planetarios del poder financiero internacional, que se apropian de las riquezas por medio de un entramado de estafas, apoyados en papelitos pintados y en cifras en un ordenador?

¿Se reorientará la producción de bienes y servicios, dejando de lado la obsolescencia programada, la obsolescencia aparente, el mercado suntuoso y pondremos las necesidades básicas y la satisfacción de los derechos humanos sociales como centro de la misma?

¿Se reorientarán los presupuestos del armamentismo, entre otras aéreas no destructivas, hacia la I+D en ciencia, para que esta se oriente exclusivamente bajo el propósito de superar el dolor humano, alejándola del lucro y la destrucción?

¿Qué ocurrirá cuando pase la pandemia? Va a depender de los hechos mientras dure la misma.

Sobre el armamentismo hago una pequeña digresión sobre las “herramientas” para matar y las herramientas para la vida. Un respirador apto para atender los cuidados críticos que requiere este virus, cuesta unos 10.000 dólares. Un solo helicóptero hecho hace 10 años (un Apache modelo 2010) cuesta unos 70 millones de dólares, lo mismo que 7 mil respiradores. El costo del portaaviones “Gerald R Ford” fue de 12.800.000.000 de US$, es decir el equivalente al costo de 1.280.000 (un millón doscientos ochenta mil) respiradores. El ejército de USA tiene más de una decena de estos navíos y cuatro más en construcción. Solo con los recursos que se dedican al armamentismo, la humanidad daría un salto de enorme calidad en cuanto a la salud y al desarrollo humano. No solo borraríamos el hambre de la faz de la tierra, sino que pondríamos en jaque mate a la pobreza global.

No es responsabilidad de los pueblos no tener recursos sanitarios para enfrentar esta crisis, sino la responsabilidad es de los gobiernos y más aun de todos los organismos multilaterales como la OMC, BM, FMI, ONU que se la pasan de protocolos, encuentros y foros mientras digitan y administran un mundo donde mueren lejos del pánico global, casi 15 niños por inanición severa por minuto. Mientras destinan por cada 1.000 US$ en las armas, 1 US$ para la lucha contra el hambre.


No puede seguir la tiranía del dinero, controlando los medios de producción creando un gran oligopolio mundial y al mismo tiempo maniatar la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información. No puede el capital financiero, continuar manipulando la ciencia vaciándola de sentido.

Disponiendo para su uso destructivo, de la inteligencia artificial, la nanotecnología, la bio-ingeniería y los últimos avances científicos - tecnológicos.

Los que ven y practican en toda actividad humana un negocio como siempre tratarán de acomodar la realidad post-pandemia, a sus intereses. Son muy pocos comparados con los grandes colectivos de los pueblos, pero disponen de enormes recursos materiales de todo tipo. Están en guerra contra las grandes mayorías y van ganando, como dijo uno de ellos, Warren Buffett.

El COVID 19 puede verse como una especie de fusible, no pondrá a la humanidad al borde de la extinción. Es un aviso. Una oportunidad, la próxima puede ser mucho peor (por ejemplo si en vez de ser letal en adultos, lo es en niños). Los poderosos pueden salir más fortalecidos, con una sociedad más controlada, castigada, represiva, desigual, más violenta aun y más expuesta a una nueva tragedia global mayor. Pero podemos los comunes, aprovechar la crisis y abrir una etapa positiva para la humanidad, me arriesgo a decir revolucionaria o prerevolucionaria.

Que esta crisis sirva para poner al ser humano como valor central, para resaltar la importancia de lo común y para que los comunes seamos protagonistas de un gran cambio que nos saque de la prehistoria humana en que vivimos.

Poniendo todo en función de la salud y la educación, los complejísimos problemas económicos y tecnológicos de la sociedad actual tendrán el enmarque adecuado.

Decía Silo el fundador del nuevo humanismo, en Chile allá por mayo de 1994, cuando futurizaba sobre el siglo XXI: “finalmente… ¿habremos llegado a un estado de madurez suficiente para comprender que a partir de ahora no habrá progreso sino es de todos y para todos?”
Amigas y amigos… ¿estaremos madurando para eso?, ¿aprovecharemos esta gran oportunidad?

Daniel Rocca (*)

Nota publicada en el Diario La Juventud de Montevideo el 21/03/2020.

(*) Es uno de los fundadores del Partido Humanista en Uruguay (1998). El PH es integrante de Unidad Popular.


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